domingo, 28 de junio de 2009

Episodio XCVIII

Bueno, las esperas están mereciendo la pena, llevo pleno de aprobados en todas las que me estoy presentando, me queda una nota por saber, y un examen por hacer, así que según salgo de aquí me voy a seguir subrayando xD

PD: +800 páginas de historia

Título: Come With Me

Tamaño: 7'7

Dedicado: A la memoria de Michael Jackson (puede que lo del ataque al corazón de Peter fuera un presagio...)



Episodio XCVIII



E

l cuerpo inanimado de Peter yacía en la arena, ante la mirada desoladora de todos y los llantos de la pequeña. El agujero de la barrera ya se había abierto, pero nadie le prestaba atención. Empezó a cerrarse lentamente, pues al no haber más torres periféricas para servir de apoyo, la energía necesaria para cerrar el agujero llegaba con una considerable lentitud al compararlo con las otras. A pesar de todo, más o menos rápido, la brecha en la barrera se cerraba inexorablemente, y a ninguno parecía importarle lo más mínimo, después del alto precio que se había pagado por conseguirlo.

“¡No! ¡Peter! ¡¿Por qué nos dejas tú también?!” sollozaba Fidel apenado.

“Podríamos intentar reanimarlo si dispusiéramos de los medios adecuados – dijo JesuCristo – pero aquí, en medio de la nada, está condenado, aunque lo llevásemos a un hospital ya llegaría muerto”.

“¿¡Se le puede reanimar?! – preguntó Jonyo – ¡¿Y qué necesitas?!”

“Lo primero un desfibrilador, mientras podríamos hacer las insuflaciones y las compresiones nosotros mismos”.

“¿Desfibrilador? ¿Qué es eso?”

“Es un aparato que libera una descarga eléctrica para reactivar el corazón, sin eso dará igual que le practiquemos los primeros auxilios, morirá de todas formas”.

“Si el problema es liberar una descarga eléctrica, déjamelo a mí, no en vano soy el caballero del rayo”.

“No creas que se me ha olvidado ese detalle, pero no es tan sencillo, si le aplicas una descarga mayor de la establecida lo rematarás, y si por miedo a pasarte le aplicas una menor, no se reanimará y terminará muriendo también”.

“¿Sabes cuanta corriente hay que aplicar?”

“Entre dos y cuatro julios por kilo. Usaremos tres... Calculando que, por su estatura y su envergadura pesará unos setenta kilos, multiplico... Doscientos diez julios... No es una cantidad descabellada, ante la duda se usan doscientos”.

“Emmmm... Muy bien, ¿Y cómo lo mido? Yo no entiendo de julios, ni de voltios o vatios, únicamente sé que cuanta más energía gasto más potencia tienes mis ataques, y calculo la energía necesaria en cada ataque por mi experiencia en combates anteriores”.

“Veamos... Un julio es la energía necesaria para levantar un kilo de peso diez centímetros, ¿te sirve esa información?”

“Es posible, pero necesitaré algo de tiempo para calcular la cantidad exacta”.

“Tienes un minuto. Si tardas más puede que ya sea demasiado tarde. Entre tanto, Fidel y yo le haremos la reanimación cardiopulmonar para ganar tiempo – colocó una mano sobre la otra, extendió los dos brazos y se puso sobre el pecho de Peter, apoyando las dos manos justo sobre el corazón – ¡Fidel! ¡Atento! ¡Tú también participas! Yo haré treinta compresiones en voz alta, cuando acabe deberás hacer dos insuflaciones, ¡colócate!”

“¿Y eso cómo va?”

“Levanta un poco la nuca de Peter, lo necesario para que la cabeza se eche un poco para atrás. Después tápale la nariz, agárrale de la barbilla e introduce aire por su boca con todas tus fuerzas para que se le llenen los pulmones. Recuerda, dos veces”.

“¿¡Qué?! ¡¿Me estás pidiendo que me morrée con Peter?! ¡Eso es muy homosexual! ¡¿Por qué no lo haces tú, Jonyo?!”

“Yo tengo que hacer la desfibrilación, y JesuCristo las compresiones, ¿o sabes hacerlas tú?”

“No... – Admitió mientras pensaba en una alternativa – ¡Ya sé! ¡Puede hacerlo la niña!”

“Su boca es más pequeña, podría no abarcar bien la cavidad bucal de Peter. Además, su capacidad pulmonar es mucho más reducida que la tuya, ¡¿tu amigo se muere y tú estás pensando en que te tomen por homosexual?!”

“¡Está bien! ¡Lo haré! – Exclamó y después murmuró – Pero prometedme que no se lo diréis a nadie... Ni a Peter”.

“Prometido...” contestaron los tres a la vez.

“¡Vale! ¡Comienzo! – Exclamó y realizo la primera compresión – ¡Uno! – inmediatamente hizo la segunda – ¡Dos...!”

Sin perder un segundo, Jonyo cerró los ojos y se concentró, tratando de adivinar cual era la cantidad necesaria para aplicar la desfibrilación.

“Un julio es la cantidad necesaria para levantar un kilo de peso diez centímetros – recordaba – Lo que significa que necesito la cantidad de energía necesaria para levantar doscientos kilos de peso diez centímetros o un kilo de peso veinte metros... Vale, así lo veo mejor, no es mucha energía...” concluyó y empezó a generarla en las palmas de sus manos.

“¡Treinta!” gritó JesuCristo.

Rápidamente, Fidel cerró los ojos, cogió aire y lo soltó en el interior de la boca de Peter tratando de que sus labios se rozaran lo menos posible. Al terminar retiró su boca algo asqueado pero hizo de tripas corazón y repitió la insuflación una vez más, siguiendo las indicaciones de JesuCristo.

“¡Ya estoy!” exclamó Jonyo.

Los dos se apartaron y el caballero del rayo posó sus manos a ambos lados del pecho de Peter, liberando la electricidad en su interior. El pecho de Peter dio un brinco por la brusquedad de la descarga, y al caer de nuevo al suelo su espalda, JesuCristo le tomó el pulso.

“Nada... ¡Otra vez! ¡Y sube a doscientos cincuenta!”

“Necesitaré unos segundos...”

JesuCristo hizo ahora quice nuevas compresiones y le indicó Fidel tuvo que sólo debía hacer una insuflación. Después Jonyo soltó la descarga de nuevo y el pecho de Peter volvió a levantarse súbitamente por un instante.

“Sigue sin reaccionar... – dijo JesuCristo – ¡Trescientos julios!”

“¡Enseguida!” exclamó Jonyo.

Mientras tanto, Peter flotaba en la oscuridad. Todo a su alrededor estaba tan oscuro que no podía ver ni su propio cuerpo.

“Mmmmm... ¿Dónde estoy...? No siento nada, es como si no tuviera cuerpo... ¿Acaso es esto el cielo? ¿Es eso? Ya estoy... ¿muerto? ¿O quizá es el infierno? Ese es el lugar más apropiado para alguien como yo...”

Un punto de luz apareció al final del camino. El presidente flotaba instintivamente hacia él. Pronto el punto pasó a ser un destello y de destello pasó a ser un túnel.

“¿Eso es la salida? ¿Quiere decir eso que esto es el purgatorio? ¿Que aún no se ha decidido mi destino?”

Una silueta de luz salió del túnel y avanzó hasta donde estaba el presidente, deteniendo su avance.

“¿Quién o qué eres tú? ¿Acaso eres el ángel que viene a acompañarme?”

“¿Acaso no me reconoces?” dijo la figura con la voz de una niña pequeña.

“No puedo creerlo... ¿Eres tú?”.

“¿Te habías olvidado de mí, papá?”

“Ni por un segundo... Sabes que siempre has sido la razón de mi existencia, hija mía. Me alegro de que seas tú quien venga a buscarme. Ahora podré pasar contigo todo el tiempo que te debo”.

“¿Entonces vas a quedarte conmigo? ¿Has terminado ya todo lo que tienes que hacer?”

“¿Terminado?”

El túnel de luz comenzó a cerrarse, volviendo a convertirse en destello, y el presidente comenzó a oír voces de todas direcciones.

“¡Despierta, Peter!” escuchaba la voz de Jonyo.

“¡Vamos! ¡Todavía no hemos acabado!” escuchó la voz de Fidel.

“¿De dónde vienen esas voces?” preguntó confuso el presidente.

“Son tus amigos – le contestó su hija – Están tratando de traerte de vuelta. Aún no has muerto, pero tampoco estás vivo. Estás en una dimensión separada de todos los mundos, en la que se da la oportunidad a algunas personas de decidir su propio destino. Dime, papá – dijo cogiendo su mano – ¿Qué quieres tú?”

“¿Que qué quiero yo? Hasta ahora, creía que no tenía derecho a decirlo, que no importaba, y que lo sólo podía hacer lo que debía, independientemente de si quería o no. Pero, si se me permite declarar mi deseo... Entonces, yo...”

Sin soltar la mano de su hija, con la otra mano le acarició la cara. Las voces empezaron a debilitarse y el destello se volvió un punto como al principio.

“Dilo sin miedo, papá”.

“Yo... Quiero estar contigo, hija mía”.

Era la quinta vez que Jonyo aplicaba la descarga sobre el pecho de Peter sin éxito. JesuCristo le tomaba el pulso cada vez que le desfibrilaban pero no reaccionaba.

“Deberíamos dejarlo... Llevamos más de diez minutos tratando de reanimarlo y no reacciona, y cada minuto que pasa es menos probable que lo consigamos”.

“¡Jamás! – Exclamó Fidel – ¡Peter no puede haber muerto! ¡Aún no ha destruido esta barrera! ¡¿Te haces llamar el Hijo de Dios y no eres capaz de salvar a un hombre?! ¡¿No se basa tu religión en la fe?! ¡Pues yo tengo fe en él! ¡Jonyo! ¡Una vez más!”

“Hay que saber cuándo el Señor reclama a uno de sus hijos”.

“Pues si esto es ir en contra de la voluntad de tu Dios, llámame hereje, o dile que venga a castigarme, ¡y le arrancaré a Peter de sus brazos!”

Pamela había estado observando toda la escena, pero por su juventud no había capaz de hacer nada, incluso la habían excluido tanto de la acción como de la conversación. Se limitaba a observar con las manos sobre la cara y medio llorando.

“¿Qué puedo hacer? ¡¿Qué puedo hacer?! ¡¡¿Qué puedo hacer?!! ¡¡¡¿Qué puedo hacer?!!! – Exclamaba en sus pensamientos – ¡¡¡¡¿Qué puedo hacer?!!!! ¡¡¡¡¡¿Qué puedo hacer?!!!!!”

Desesperada ante su propia impotencia, levantó el puño y se dispuso a golpear a Peter sin darse cuenta de que en ese mismo momento Jonyo se disponía a aplicar una nueva descarga. Ninguno de los dos vio al otro y el puño de Pamela cayó sobre el pecho de Peter, justo en la zona del corazón, a la misma vez que Jonyo liberaba la descarga en el pecho, produciéndose a la misma vez una compresión y una desfibrilación.

“¡¿Qué has hecho?!” se gritaron el uno al otro cuando descubrieron la coincidencia.

En la dimensión que separa la vida y la muerte, Peter continuaba la conversación con el alma de su hija.

“¿Quieres estar conmigo, papá?”

“Sí... Ahora que te he encontrado, no quiero perderte otra vez... Sin embargo...”

“¿Sin embargo qué, papá?”

“Sabiendo que estás al otro lado, ya no tendré miedo a la muerte. Es más, será el día más feliz de mi vida. Pero, no debe ser hoy. Tengo muy buenos amigos que me esperan, que me han ayudado mucho y que me necesitan en su viaje. Si me esperas un poco más, podré estar contigo el resto de la eternidad”.

La silueta de luz de la niña abrazó a su padre. El punto de luz desapareció y las voces cesaron. Peter devolvió el abrazo agarrándola con todas sus fuerzas.

“No te olvides de mí, papá”.

De pronto la figura perdió su solidez y no pudo seguir abrazándola. Traspaso su cuerpo y avanzó en la oscuridad. El túnel de luz se abrió por un instante y ella fue absorbida mientras se despedía por la mano.

“Te estaré esperando, papá...”

Peter también la despidió con la mano, al mismo tiempo que veía cómo el túnel se cerraba para no volver a abrirse en mucho tiempo. Inmerso de nuevo en la eterna oscuridad, Peter volvió a flotar sin rumbo hacia el fondo del abismo.

JesuCristo había vuelto a comprobar el pulso de Peter, tras el intento desesperado de juntar la desfibrilación de Jonyo con la compresión espontánea de Pamela. Sus dedos índice y corazón estaban posados en el cuello con el veredicto final, pero se mantenía callado, como si no quisiera decírselo a los demás.

“¿Y bien?” preguntó Jonyo con total inquietud.

“Ha vuelto... Tiene pulso...”

Todos estaban demasiado cansados como para alegrarse, así que únicamente fueron capaces de resoplar y caerse en redondo al suelo para descansar.

“Ufff... Al fin...” dijo Fidel.

“Casi no lo cuenta...” dijo Pamela.

“¿Está fuera de peligro?” preguntó Jonyo.

“Sí, pero lo llevaré a mi pueblo y dejaré que descanse allí, por si acaso surge alguna complicación. Ahora deberíais cruzar la ba...”

De pronto todos se dieron cuenta. Se habían olvidado por completo de la barrera y había pasado más de un cuarto hora desde que destruyeron la torre. Se giraron rápidamente y vieron que aún quedaba un agujero de un par de metros de diámetro que se cerraría en segundos.

“¡Fidel!” exclamó Jonyo.

“¡Entendido!”

Los dos caballeros cogieron a Pamela cada uno de un brazo y volaron a toda velocidad arrastrándola con ellos sin avisarla siquiera.

“¡Confiamos en ti, JesuCristo! – Exclamó Fidel mientras se alejaban – ¡Cuida de Peter!”

“¡Nos reuniremos cuando la barrera haya sido destruida por completo! – exclamó también Jonyo – ¡Si despierta antes permítele que vea nuestra victoria desde tu ventana!”

Los dos caballeros aumentaron la velocidad al ver que el agujero se cerraba más deprisa cuanto más pequeño se hacía.

“¡Ya no entramos! – Gritó Fidel – ¡Por ese agujero sólo entra una persona a la vez!”

“¡Vale! ¡Tengo una idea! ¡Suelta a Pamela!”

El caballero, sabiendo que no había tiempo para preguntas, soltó el brazo de la niña. Jonyo la agarró de la cintura y la lanzó contra el agujero a toda velocidad. Después, aumentó aún más su propia velocidad, adelantó al cuerpo de la pequeña, entró en primer lugar por el agujero y la recogió con sus brazos antes de que se estampara contra una estatua de bronce sin brazos que había tirada por ahí. Finalmente, Fidel también entró y el agujero se cerró.

“¡Lo conseguimos! – Exclamó Fidel – ¡Estamos todos dentro!”

“Jonyo – le dijo la pequeña – ¿Puedes bajarme?”

“Claro” dijo el caballero y la dejó en el suelo.

“Bien, entonces... – la niña tensó todo su brazo y le dio un fuerte bofetón al caballero – ¡¡¡¡¡No vuelvas a hacer algo así sin avisar!!!!! ¡¡¡¡Nunca!!!!”

“Va... Vale...” dijo mientras le pitaba el oído y le daba vueltas la cabeza.

“Jejejeje, por una vez me alegro de no ser yo el que reciba – pensó y luego se dirigió al caballero – Ahora vámonos, tenemos que encontrar a Gabriel. Arturo podrá llegar solo a la torre de cristal”.

“Arturo... Creo que hay alguien más con él – dijo tratando de adivinar de quien se trataba – Es alguien conocido, pero ahora mismo no caigo...”

“Es el sacerdote”.

“No. Hay una tercera persona. ¿No lo notas?”

“Mmmmmm – dijo fingiendo como si se concentrara – Sí, pero tampoco sé quien es. Ahora vámonos, Gabriel puede estar en peligro”.

“¿Y JesuCristo? ¿No nos despedimos de él?”

“Hace un rato que se ha ido...” contestó señalando con el dedo pulgar a la ahora zona desierta donde estaban.

“Ah, vale... ¡Vamos!”

Gabriel no tardó en detener su avance. Sin volverse, sabía que su oponente estaba de nuevo de pie. Los cortes le habían debilitado, pero seguía sin sangrar.

“¿Por qué te sigues levantando? Aunque no sangres, el Desgarrón ha menguado considerablemente tus fuerzas. Ya no puedes hacer nada contra mí”.

“Ya te lo he dicho. Prefiero morir a volver derrotado. Si muero me convertiré en un mártir y seré un ejemplo a seguir para mi pueblo”.

“Y yo ya te he dicho que un mártir sólo es cobarde que pretende conseguir muerto lo que no fue capaz de hacer en vida, ¡no cuentes conmigo para ayudarte! ¡Lograré derrotarte sin matarte!”

Un temblor interrumpió la conversación entre los dos adversarios, provocando el derrumbe de varias de las ruinas que les rodeaban, obligándoles por un momento a preocuparse por ellos mismos para no ser aplastados.

“La última torre periférica ha caído, y estoy seguro de que Fidel vendrá hacia aquí nada más entrar, y seguramente traerá a Jonyo con él. Parece que no te queda mucho tiempo...”

“En ese caso, si quiero hacerme con el tesoro antes de que tus amigos, debo derrotarte rápido, ¡con la técnica final que me proporciona la piedra Magatama!”

En medio del desierto, los pasos de tres caminantes se detenían al alcanzar su destino.

“Bien – dijo Arturo mirando al frente con orgullo – Hemos llegado”.

“Lo que me parece extraño es que seamos los primeros – dijo el sacerdote – ¿Dónde estarán los demás?”

“Perdiendo el tiempo, como de costumbre – dijo Reik y sacó el mechero para encenderse un cigarrillo – Por lo que me habéis contado por el camino, Gabriel y Fidel derribaron la torre mucho antes que nosotros y no están aquí, y Jonyo ni siquiera la ha derribado aún... No sé cual de las dos cosas es peor...”

Un suave temblor surgió de repente, impidiendo al caballero prender con éxito la llama de su cigarro.

“Creo que ahí tienes tu respuesta, Reik” dijo alegremente el sacerdote.

“De cualquier manera son unos lentos – decía mientras su tozudez le impulsaba a seguir tratando de encender el cigarro sin esperar a que cesara el temblor – ¡Vamos! ¡Que necesito una calada!”

“Al fin lo consiguió... Sólo espero que JesuCristo haya llegado a tiempo y Peter pueda entrar también”.

“Tú sabes que hay una manera de que entre si no ha llegado a tiempo, ¿verdad, Arturo?”

“Sí, Shinkan, lo sé. ¡Derribando la torre que tenemos enfrente!” exclamó y todos miraron a la torre de cristal, que se erigía delante de todos ellos.

2 comentarios:

Jon dijo...

Bien me ha gustado el capitulo aunque ha tenido poca accion, haber si en el proximo va avanzando mas la historia, y pienso que cuando se derribe la torre si es que se derriba no termina ahi la cosa si no que habra que enfrentarse a alguien mas despues de todo eso(Es una opinion mia)

únicamente sé que cuanta más energía gasto más potencia tienes mis ataques(tienen mis ataques)
JesuCristo hizo ahora quice nuevas compresiones(quince)
y le indicó Fidel tuvo que sólo debía hacer una insuflación.(y le indico a fidel que solo tunia que hacer una insuflacion)
Pamela había estado observando toda la escena, pero por su juventud no había capaz de hacer nada(no se veia capaz)
Un saludo a todos

Dani L dijo...

Buen epi, coincido con jon en que hay poca acción. Pero que destruyan la torre y adiós que estoy de la saga... madre mia... xD