domingo, 5 de julio de 2009

Episodio XCIX

Título: Nobody Beats

Tamaño: 7 (la semana que viene será bastante más largo ^^)

Dedicado a: N/A


Episodio XCIX






J

esuCristo divisó Midgar a lo lejos e hizo acelerar al chocobo. Esperaba una cálida bienvenida por parte de todos los peregrinos, como todo buen profeta merecía al regresar después de una dura batalla, pero por más que se acercaba notaba que nadie aparecía para recibirle, a pesar de estar a plena luz del día. Ya preocupado, volvió a acelerar y no paro hasta adentrarse de lleno en su hogar.

“Pero... ¿qué ha pasado aquí?”

El pueblo estaba vacío, no había nadie por las calles. Las casas estaban cerradas y había un silencio absoluto. Tras recorrer las calles principales gritando montado en el chocobo por si quedaba alguien y le oía, se bajó dejando a Peter sobre el animal y probó golpeando las puertas de algunos de sus conocidos.

“¡¿Hay alguien ahí?! – exclamaba mientras golpeaba con todas sus fuerzas – ¡¿Alguien puede oírme?!”

Tras probar en varias y cerciorarse de que nadie le contestaba empezó a pensar en lo peor. Sin embargo, no había signos de una batalla en la zona, y si fuera el caso, lo más seguro es que habrían mandado a alguien a buscarle

“¡¡¡¿Dónde está todo el mundo?!!!” gritó al cielo.

Cayó cabizbajo y observó el suelo por casualidad. Su propia aflicción le había impedido comprobar la prueba más evidente de la ubicación de sus conciudadanos. Una hilera de pisada confluía en la misma dirección. Las siguió corriendo hasta el final del pueblo, levantó la vista, y vio que se dirigían hacia la barrera.

“¡Oh, no! ¿Es que les ha entrado el espíritu guerrero a todos a la vez o qué?”

Volvió corriendo hasta el chocobo y se montó sin perder un segundo, pero cuando le mandó empezar a correr el animal cayó desfallecido. Había corrido desde Midgar hasta la torre de saikyum y había vuelto bajo el sol del desierto sin apenas descansar, y ya no podía dar ni un paso más.

“¡Mierda, ahora esto!”

Buscó por todo el pueblo pero no había ni un ejemplar en todo el lugar, los demás habitantes se los habían llevado todos y JesuCristo no tenía forma de alcanzar a su pueblo y hacerles volver a casa. Tampoco podía llevar a Peter al hospital, pues el único médico del pueblo también estaba ausente. Viendo que no tenía otra opción, fue a su propia casa y trajo agua y comida para el chocobo.

“¡Vamos! ¡Recupérate! – le gritó mientras casi le estrellaba el cubo de agua en el pico – ¡Te necesito para salvar a mi pueblo! Entre tanto, por favor no muráis ninguno”.

Gabriel volvió a colocarse en posición de combate, con la espada desenvainada y dispuesto a convertirla en los mil pétalos de rosa y atacar cuando fuera necesario.

“¿Técnica final? Vas a conseguir hasta que me entre la curiosidad?”

“Observa, pues...”

Alá alzó el Magatama, extendió la palma de su mano y la piedra levitó unos centímetros y empezó a girar a gran velocidad a la vez que se transformaba en una especie de disco de energía.

“¿Qué es eso?” preguntó Gabriel.

“¡Kienzan!” exclamó Alá y lanzó el disco contra él.

A pesar de ser un simple disco de energía girando sin cesar, el caballero notó algo extraño. Venía de frente y parecía fácil de bloquear. En un primer momento, Gabriel quiso detenerlo con sus propias manos, pero a medida que de acercaba desconfiaba aún más. En el último momento decidió esquivarlo, pero no pudo impedir que le hiciese un ligero corte en la mejilla. El disco siguió su andadura, y terminó cortando por la mitad una torre de las ruinas de una catedral cercana. Después, el disco regresó sobre la palma de la mano de su poseedor.

“Menos mal que lo has evitado, sino habría sido una victoria demasiado fácil”.

“Me habría cortado por la mitad...” pensaba el caballero.

“Antes dijiste que me derrotarías sin matarme, pero antes tendrás que preocuparte en no morir tú”.

“Cht...”

“¡Desaparece!” exclamó y le lanzó el disco de nuevo.

En esta ocasión, el caballero no esperó a que el disco se acercara. Saltó para evitarlo y ya se quedó en el aire. El disco le pasó de largo, pero nada más pasarle empezó a corregir su trayectoria, siguiendo a Gabriel.

“No importa que puedas volar o lo mucho que esquives, ¡el disco te seguirá hasta acabar contigo!”

El disco volvió a tratar de cortar al caballero, que salió volando mientras era perseguido.

Trató de despistar a su perseguidor pasando por el interior de algunas ruinas, bordeando

otras para que al disco no le diera tiempo a girar y se estrellara pero todo era inútil. No importaba lo que se pusiera en su camino, pasaba a través de ello cortándolo como si fuera un flan.

“Si esta es tu última técnica... me has decepcionado...”

Gabriel lanzó una pequeña bola de energía contra la arena, justo delante de su adversario, que al explotar levantó una nube de arena por toda la zona. En ese mismo instante, el disco perdió su rumbo y el caballero pudo escapar de él.

“Primer punto débil – dijo el caballero desde el aire – Como no puedes sentir la energía, al perder la visibilidad del objetivo tu ataque se vuelve inútil”.

La nube de arena no tardó en disiparse y Alá recuperó el control del disco.

“Gracias por el consejo, ¡te costará la vida!” exclamó y bajó el brazo con el que controlaba el disco con rapidez.

El disco apareció de lo más alto del cielo y bajaba a gran velocidad hacia el caballero. En el último momento sonrió y voló en dirección a su adversario.

“Segundo punto débil, puede volverse contra ti”.

“¡Ja! ¡Pretendes alejarte en el último momento para que me de a mí! ¿Y crees que un plan tan tonto va a funcionar?”

En efecto, el caballero subió al cielo en el último instante, pero su adversario ya lo había previsto y hacía un rato que el disco no le seguía a él, sino que le esperaba en el cielo para cuando esquivara. Para cuando Gabriel se dio cuenta de que el disco le venía de frente en vez de por detrás ya era demasiado tarde y terminó traspasándole como si fuera incorpóreo.

“¡Ah! ¡Era una ilusión! He caído en un truco barato...”

“Pues claro que era un truco – dijo el caballero mostrándose delante de él, ya en tierra – El disco está recubierto de energía, sabía donde estaba en todo momento”.

“¿Pero cuando hiciste la ilusión?”

“En el instante en que tú te esforzabas en corregir la trayectoria del disco para que no te cortase por la mitad”.

“Interesante... Esta vez iré en serio, conseguiré que te alcance”.

“Yo también iré en serio. Te he mostrado el peligro de los dos puntos débiles por separado. Ahora verás que si los juntas es tu perdición”.

Gabriel volvió a volar directo a su adversario, asegurándose de que el disco le seguía de cerca. Mientras se acercaba, lanzó una bola de energía una vez más cerca de su adversario, levantando con la explosión una nube de arena que anulaba su visibilidad. Inmediatamente, elcaballero salió de la trayectoria del disco, que fue directo a la nube de arena.

“Aunque no lo vea – exclamó Alá mientras se cubría los ojos para que no les entrase arena – ¡puedo oír su zumbido!”

Saltó saliendo de la nube de arena, mucho antes de que el discosi quiera entrase, pero Gabriel le esperaba arriba, previendo sus movimientos, y le asestó un codazo en la cabeza, mandándole de nuevo hacia la nube de polvo. Mientras caía, podía ver el disco acudiendo en la misma dirección.

“Por culpa del golpe en la cabeza no puedo controlar el disco bien... Si no hago algo mi propia técnica me cortará por la mitad”.

Viendo que si no hacía algo perdería la mitad de su cuerpo, decidió sacrificar solo una parte. Estiró su brazo izquierdo y lo utilizó para impedir que su cuerpo entero se estrellara contra el suelo. Todo el peso y la fuerza del impacto cayeron sobre el brazo, rompiéndose la mayoríande los huesos. De no haberse roto, podría haberse impulsado de nuevo hacia arriba, pero no fue así y el disco le secccionó el brazo izquierdo. Tras esto el disco dejó de girar y volvió a convertirse en una piedra. Alá se levantó derrotado, pero con ganas de seguir luchando hasta morir.

“No sangras, no pareces sentir solor, y no eres una máquina, eso lo sé, pero tampoco eres humano, ¿qué eres?”

“Yo soy yo, es lo único que importa”.

“Como quieras, al menos podrás decir que has perdido más brazos de los que una persona puede tener”.

“No me rendiré... – dijo caminando hasta el lugar donde había caído la piedra – ¡O gano o muero!”

Creó el disco en cuestión de segundos y volvió a lanzarlo contra el caballero, a sabiendas de que se arriesgaba a perder otro miembro del cuerpo o incluso la vida. Gabriel no quiso arriesgarse a rematar a su enemigo y empezó a esquivar las acometidas del disco volando de un lado para otro.

“Esta vez no será como antes” pensaba Alá mientras perseguía a su adversario con el disco.

De pronto salieron cuatro pinchos del interior del disco, uno en dirección a cada punto cardinal. El caballero no esperaba algo así y ni los vio, por lo que el que iba directo hacia él se le clavó en la espalda, debilitándole de forma considerable, y los otros tres se perdieron en el cielo. Tras el impacto, el caballero voy descendiendo altura hasta volver al suelo, donde se sacó el pincho de pura suerte porque le llegaba el brazo hasta la zona de la espalda donde estaba clavado.

“Eso ha sido juego sucio...” dijo mientras le salía sangre por la boca.

“No me hables de juego sucio cuando a mí me falta un brazo porque le tiraste arena a los ojos”.

“¿Y ahora qué? Ninguno de los dos está en condiciones de continuar”.

“Aún no hemos terminado. Queda el golpe final, esto no puede acabar así”.

“Cierto. Sé que a menos que te corte las piernas, seguirás levantándote, y no voy a hacer eso, ¡así que inutilizaré tu arma enfrentándome a ella directamente!”

“Creo que ya empiezas a conocerme – dijo mientras el disco levitaba sobre la palma de su mano – Con este ataque terminará todo, ¡Kienzan!”

Senbonzakura: Custom”.

La espada del caballero se dividió en mil pétalos que conflueron en una única corriente dirigida hacia su adversario, como si de una onda de energía se tratase, pero hecha con los pétalos. Al mismo tiempo, Alá lanzó el disco y ambos ataques avanzaban en direcciones opuestas.

“¡Te demostraré que puedo ganar sin matarte!”

“¡Moriré antes de ver algo así!”

Los dos ataques chocaron, y el disco empezó a abrirse camino separando la corriente de pétalos en dos corrientes, una a cada lado del disco. A pesar de que el roce continuo con ellos hacía perder velocidad y fuerza al disco, no era suficiente para impedirle continuar.

“No podías ganar contra uno de los tres tesoros imperiales” pensó su adversario.

El caballero se quedó anonadado mirando como el disco avanzaba hacia él sin que pudiera hacer nada. No tenía espada para defenderse, las manos desnudas no le servían, no tenía tiempo de huir... Estaba acorralado, así que se quedó quieto esperando la llegada de su terrible destino. Por suerte para él, cuando el disco llegó a su cuerpo había perdido casi toda su fuerza y le hizo un corte bastante profundo en el pecho antes de dejar de girar y caer al suelo jusnto a su víctima.

“Al final su ataque pudo con la piedra Magatama... Es increíble... Pero bueno, eso da igual, al final he ganado yo”.

Alá se acercó al herido caballero, lo agarró del cuello de la camisa y lo levantó hasta que sus pies no tocaron el suelo.

“¡Vamos! ¡¿Dónde está esa fuerza con la que destruiste la torre?! ¡¿Por qué no la usas?! ¡Los dos sabemos que eres más fuerte!”

“Es mi decisión el usarla o no... Y estaré de acuerdo en aceptar las consecuencias...”

“¡¿Acaso te estás riendo de mí?! ¡¿Qué mierda de victoria es ésta si mi enemigo no usó todo su poder?!”

“Puede que ese sea el castigo por tu ambición, creo que ya deberías saber que en una guerra, en realidad nadie vence. Ahora mátame si quieres”.

“He ganado, yo tampoco tengo por qué matarte, pero tampoco tengo interés en salvarte la vida, te dejaré aquí hasta que encuentres tu propia muerte”.

Dicho eso, lanzó el cuerpo del caballero por los aires y siguió su camino. A los pocos segundos notó que no había escuchado el sonido del cuerpo estrellándose contra la arena o alguna de las ruinas, y se volvió. A contrasol, vio tres figuras, y una de ellas sostenía el cuerpo del caballero de la rosa.

“¡Quieto ahí!” exclamó la voz de una niña.

“¿Quiénes sois?” dijo, al impedirle la inclinación de la luz del sol reconocerlos.

Pamela, Jonyo y Fidel habían hecho acto de presencia, y el caballero de la tierra había recogido a su compañero en su caída.

“¡¡Somos guerreros!! ¡¡Que luchamos por el amor y la justicia!! – Exclamaba Pamela mientras se imaginaba una alegre melodía en su cabeza y acompañaba todo con poses extrañas – ¡¡Guerrero Pequeña Luna!! ¡¡Y Elemental Hero Sparkman!!”

“¿Qué me has llamado?” dijo Jonyo.

“¡Eso! – exclamó Fidel – ¡Y a mí ni me presentas...!”

“Uy, perdona – mintió – me había olvidado de ti”.

“Ya, claro...”

“Fidel... Jonyo... Sois vosotros...”

“Tranquilo Gabriel – dijo la pequeña, abarcando todo el protagonismo – Del resto nos ocupamos nosotros”.

Arturo, Reik y el sacerdote observaban la torre de cristal. Empezaba con una base estrecha que se iba agrandando hasta pasada la mitad de la torre, y que después se volvía a cerrar hasta acabar en punta. No podían ver el interior, pues el cristal reflejaba sus cuerpos, pero los tres sabían lo que había en su interior.

“Por fin estamos delante de la torre que se ve desde cualquier punto de la isla – dijo Arturo – Y no me extraña, es el doble de alta que las otras”.

“Estos 249 metros son el último obstáculo que separa a los habitantes de esta isla de la dignidad que goza el resto del planeta” dijo Shinkan.

“¿Sabes cuanto mide la torre?” preguntó Reik asombrado.

“Te sorprendería saber lo que uno puede llegar a aburrirse”.

“Fuera de eso – dijo Arturo – Hay una clara diferencia de esta torre con las otras tres”.

“¿Diferencia?”

“Sí, fijaros. Esta es el doble de alta que las otras tres, pero las otras tres eran varias veces más anchas, seguramente porque su base estaba pensada como lugar de rezo, y requerían del espacio suficiente para albergar a decenas de personas. Sin embargo esta no, aquí como mucho podría vivir una persona, además no tiene ninguna entrada o salida, es una cárcel de cristal, una caja fuerte gigante”.

“Eso da igual – dijo Reik – ¿quién viviría solo dentro de una torre?”

“Pues sólo aquél que estuviera destinado a proteger lo que en ella se custodia, caballero” le aclaró el sacerdote.

Sin decir una palabra más, Seagram apareció delante de la torre como por parte de magia, interponiéndose en el camino de los caballeros.

“¿Me llamabais?”

“¿De dónde ha salido ese tío?” preguntó Reik.

“No le hagas ni caso, es otro holograma. Lo más probable es que el verdadero cuerpo esté dentro de la torre – dijo Arturo – Hasta que la tiremos abajo, podremos respirar tranquilos”.

“¿En serio crees que la torre no tiene dispositivos de defensa instalados para impediros destruirla?”

“Por supuesto que no los tiene. Todas las minas están en el exterior de la barrera y la torre según me han dicho es indestructible. En otras palabras, la torre es el propio sistema de defensa, puesto que nunca imaginaríais que alguien llegara hasta aquí. Y si lo hacía, estabas tú”.

“¡Jajajaja! – Reía orgulloso – Como queráis, entonces os dejaré en paz por el momento, y observaré desde el interior cómo caéis en la desesperación, ya que jamás seréis capaces de tirar esta torre abajo”.

“¿Quieres apostar? – dijo Reik mientras el holograma se desvanecía – Ya que he venido hasta aquí, al menos tratare de divertirme contigo un rato, chaval...”

“Eso si consigues tirar la torre abajo...” dijo un instante antes de desvanecerse.


Kienzan = Círculo de Energía Cortante



2 comentarios:

Jon dijo...

Bueno bueno como es evidente me ha parecido corto y aunque van avanzando las cosas creo que avanzan un poco lentas en mi opinion, a pesar de todo como siempre me ha gustado el capitulo jaja
No sangras, no pareces sentir solor,(dolor)
La espada del caballero se dividió en mil pétalos que conflueron (confluyeron)
y caer al suelo jusnto a su víctima.(junto)

Anónimo dijo...

Se aproxima el final?? O solo le veo yo? xD, el capi muy bien, pero opino lo mismo que Jon, la historia va bastante lenta jejeje pero aun asi el epi esta mu bien ^^.

Un saludete