domingo, 15 de noviembre de 2009

Episodio CVIII V2

Bueno, todo principio tiene un final, y Más Allá de Los Caballeros acaba hoy en su episodio 108 (como Death Note). Han sido casi dos años de elaboración, más de 400 páginas, más de 40 capítulos, pero al fin se acabó ^^ Podía haberlo publicado la semana pasada, pero el Assasin's Creed tenía mucho tirón :P Además, no rompamos la tradición, Los Caballeros salen los domingos, y un final de volumen no podía ser menos. La tarta oreo que me tomado para celebrarlo me ha sentado bien, y a partir de ahora me dedicaré a otras cosas pendientes como relanzar La Crítica de Rivas, seguir con Ilegal Total, el blog de descargas, y estudiar para Enero. Iré contactando con todos los personajes una vez tenga el volumen para que firméis, no quiero hacer otra quedada, que falte gente y tenga que matarla otra vez xD Ah, sí, he contactado con una nueva dibujante (ya es la cuarta...) para hacer los diseños de los personajes con una calidad que no sea la del Hero Machine xD Si sale bien, y me llega la pasta, iré publicando los diseños.

Con respecto a la salida del nuevo volumen, pues obviamente ahora son "vacaciones" pero tengo que pensar el nombre del nuevo volumen para cambiar de nombre el blog, hacer reforma en el blog y ponerle el script nuevo, después de haber hecho pruebas de funcionalidad en Ilegal Total y guardar algunas semanas para examenes, que ahora que me han quitado Septiembre, tengo Mayo y Junio juntos de exámenes ¬¬ Así que no lo puedo dejar para muy tarde...

Título: End of Hipnosis

Tamaño: 10

Dedicado a: N/A


Episodio CVIII


L


a mirada de Mesa había cambiado. Aquél semblante frío y calculador se había convertido en una mirada triste y nostálgica y, por primera vez, tanto los caballeros como el resto de los presentes, eran capaces de ver a través de sus pensamientos.

“¿Por qué tienes esa cara, compañero? Has recordado todo eso, ¿verdad? Debiste ser el que más sufrió con todo aquello, pero nunca me imaginé que habías podido sobrevivir a aquella explosión”.

“No podía morir… Tenía que perseguir mi sueño. Eso fue lo que me salvó”.

“¿Qué fue de ese sueño? Dijiste que estaba en aquella clase, ¿qué pasó con él?”

“Lo estoy llevando acabo ahora mismo. Cuando Blackron consiga las esferas de todos los elementos y las absorba, será la persona capaz de dominar todas las artes, ¡el estudiante perfecto! ¡El SuiFuuRinKaZanHyouRai!”

“Pero estás no son el tipo de artes que tú querías que dominase tu estudiante perfecto”.

“Cada elemento representa un atributo distinto que el estudiante perfecto debe tener para convertirse después en maestro. ¡Adaptabilidad! ¡Fluidez! ¡Esperanza! ¡Fuerza! ¡Resistencia! ¡Determinación! ¡Y velocidad!”

“¿Y qué pasa con la filosofía?”

“Aquél día querían negarme la posibilidad de dar filosofía porque permitía que los alumnos pensaran por sí mismos. Hoy, puedo decirte, amigo mío, que consiguieron su objetivo”.

“Entonces, ¿por qué veo nostalgia en tus ojos? ¿Por qué veo tristeza en tu mirada? ¿Por qué has adiestrado a tu alumno para que, puediendo acabar con el caballero del fuego, le deje con vida? ¿Por qué? El imperativo categórico aún está presente en ti, ¿verdad? ¡Dime que no has renunciado a ti mismo!”

“¿Quieres que me encargue de él, Mesa?”

“Déjalo, Blackron. Nos vamos”.

“¿Cómo? Si aún no le terminado de extraer todas las esferas”.

“No te lo estoy consultando. Te lo estoy ordenando”.

Gabriel, Jonyo y Reik no daban crédito a sus ojos. Era la primera vez que veían a Mesa marcharse sin terminar todo lo que se había propuesto hacer. Resultaba evidente que la presencia de su viejo amigo había influido en su comportamiento.

 “¡Nos volveremos a ver, Jonyo! – Le dijo Blackron – ¡Y la próxima vez acabré contigo, y alcanzaré el SuiFuuRinKaZanHyouRai”.

Un instante después, Mesa le puso la mano en el hombro y se colocó los dedos índice y corazón sobre la frente para realizar el Shunkaniddo.

“Ha sido un placer volver a verte, compañero” dijo mirando hacia otro lado y desaparecieron  los dos.

“Se… Se acabó… Jejejeje – dijo Gabriel – Por fin se acabó…”.

Antes de que pudieran llegar a relajarse del todo, Fidel apareció volando y aterrizó junto a sus compañeros.

“¿Ya has vuelto? ¿Qué te ha pasado?” le preguntó Jonyo al verle tan sucio y lleno de tierra.

“Nada, cosas mías”.

“Puede que no debiera decírtelo pero, Mesa ha estado aquí” le contó Gabriel.

“¿En serio? Bueno, no importa, no habría podido vencerle –La respuesta del caballero de la tierra sorprendió a Jonyo y a Gabriel, que esperaban una rabieta de su compañero – ¿Qué le ha pasado a Arturo?” preguntó al verle inconsciente.

“El Caballero Negro le ha derrotado – le contestó Gabriel – Pero hasta que no despierte no sabremos la gravedad del asunto”.

“¿El Caballero Negro? ¿Y ese quién es?”

“Un amigo de éste” dijo señalando a Jonyo.

“Ah… Bueno, es una pena que Arturo no esté, me habría gustado despedirme de él”.

“¡¿Despedirte?!” exclamaron Jonyo y Gabriel a la vez.

“Sí, me voy a entrenar con Shawn Stevenson. He descubierto que sólo soy un estorbo para vosotros. A vuestro lado no sólo no mejoró, sino que además el veros mejorar a todos y que me vaya quedando atrás me atormente. Por eso me voy”.

“¿Ni siquiera vas a esperar a que Arturo despierte para decírselo tú mismo?” le preguntó Peter.

“Me encantaría, pero Mireia me espera para llevarme hasta Shawn – dijo señalando al cielo – Bastante me ha costado convencerla para que me deje venir a despedirme de vosotros”.

Todos miraron hacia el cielo y allí estaba ella, mirando hacia otro lado, esperando al caballero de la tierra.

“Veo que te has hecho un tatuaje en el brazo con tu nombre” dijo Gabriel.

“Oh, te has dado cuenta, que atento”.

“Lo dicho. Me voy. Cuando sea más fuerte y merecedor de vuestra compañía, volveremos a vernos. Cuidaros, compañeros” dijo mientras se elevaba en el aire.

“Espero que aproveches bien esta oportunidad. No tendrás otra más” le dijo Mireia.

>>Mireia levitó primero un poco para prepararse para irse, dejando al caballero de la tierra tirado en el suelo, cuando percibió un destello que venía de su espalda. Fidel, con sus últimas fuerzas, le lanzaba una débil onda que pudo esquivar con facilidad moviendo la cabeza. Una vez a salvo, volvió a posarse en el suelo.

 >>“Atacarte de frente no ha servido de nada… – decía mientras se levantaba del suelo ayudándose de su espada – Suplicarte tampoco… Tenía la esperanza de conseguir algo con las ondas de energía, pero también ha sido un fracaso… Lo único que puedo hacer ahora es levantarme”.

>> Fidel se fue acercando a Mireia poco a poco, mientras su ego crecía en cada paso que daba. Los 20 centímetros de altura que les diferenciaban no suponían ningún atenuante para la chica, que se preparaba para atacarle mientras él se acercaba.

>>“Podrás ser más alto que yo, pero no más grande”.

>>La joven asestó un corte vertical de abajo a arriba, muy cerca del caballero, pero sin llegar a alcanzarle, pero estaba tan débil que el propio viento originado por el movimiento de la espada lo volvió a tirar al suelo. Acto seguido, se dio la vuelta y comenzó a marcharse.  

>>“Tienes valor, pero sólo con eso no se ganan las batallas. Por lo que tengo entendido, desde que mataron a tus amigas has sido un egoísta imprudente y, como siempre vas de frente te las llevas todas, ¡sólo eres un bocazas que no tiene la fuerza necesaria para defender lo que dice!”

>>“¡Has bajado la guardia!”

>>Cuando Mireia se quiso dar cuenta, Fidel se había levantado y trataba de cortarla con la espada. No le daba tiempo a bloquearle como las otras veces, por lo que tuvo que moverse para evitarlo, sin poder impedir que el caballero le cortara unos cuantos cabellos.

>>“Supongo que eso debe contar como alcanzarte, ¿no?”

>>“Está bien… Te llevaré. Será un placer ver como fracasas”.

“Lo sé – dijo Fidel después de recordar todo lo que había ocurrido – Y lo haré”.

Tras aquél pequeño intercambio de palabras, los dos cargaron un poco de energía y salieron volando a toda velocidad.

“Fidel se ha ido… – dijo Gabriel al verle desaparecer en la lejanía del cielo – Pero al menos Reik ha vuelto, ¿no? Es un punto a favor”.

Se giró para darle las gracias a su compañero por volver a su lado, pero ya no estaba.

“¿Eh? ¿Dónde está Reik?”

“Ha debido irse mientras hablábamos con Fidel” dijo Jonyo.

“Tú te vas a quedar ya con nosotros, ¿verdad Jonyo-chan?” preguntó Pamela.

“Nada me haría más feliz, Pamela”.

“¡¡¡¡Bien!!!!”

“¿Entonces te quedas? ¿Quieres decir que me voy a ir yo solo en el barco con Arturo y Peter? Que aburrimiento… Y encima está inconsciente”.

“No me habéis dejado terminar. He dicho que nada me haría más feliz, pero no puedo quedarme aquí. Ahora que sé que mi amigo está vivo, necesito seguir con mis compañeros si quiero volver a encontrarme con él. Si me quedara aquí, él vendría a por mí para quitarme la esfera como ha hecho con Arturo, y os pondría en peligro a todos”.

“Supongo que no puedo hacer nada para convencerte”.

“No estés triste – sonrió y le acarició la cabeza – Vendré a verte cuando todo acabe. Y siempre puedes escribirme”.

“Sí, será mejor que nos vayamos cuanto antes – dijo Peter – Esta isla ha sido destruida de la noche a la mañana y su población ha sido mermada. Tardarán mucho en recuperarse, y todo por…”

“Me temo que no podréis iros hasta mañana – dijo Hilda, que acaba de aparecer junto a unos cuantos de sus soldados – Ahora mismo la prioridad es curar a los heridos y trasladar los cuerpos de los difuntos, como ese que tenéis ahí. No podemos pararnos para preparar vuestro barco”.

“Es cierto, JesuCristo también ha muerto” dijo Peter al ver el cadáver en brazos del sacerdote.

“No te preocupes – dijo un cristiano herido, que volvía del campo de batalla junto su familia – Según nuestras escrituras, el Hijo del Señor moriría crucificado, pero también que resucitaría a los tres días”.

“¿En serio creéis que algo así puede ocurrir?”

“Tenemos fé en él y sabemos que lo hará” dijo otro.

“Me parece esto sobrepasa los límites de la fé – opinó Gabriel – Podéis creer en un Dios superior si queréis, alegando que está por encima de la ciencia, pero creer que alguien puede resucitar así por las buenas es un poco… No quiero decir nada que pueda ofenderos”.

“Podrás ver lo que ocurre dentro de tres días”.

“Oye, Shinkan, ese supuesto milagro que ocurrió durante el juicio de JesuCristo… Fuiste tú, ¿verdad? ¿Cómo lo hiciste?” le preguntó Peter susurrando para que nadie pudiera escucharles”.

“Sabía que para salvarle necesitaba la ayuda de Dios, así que hice una especie de efecto especial casero que me enseñó un amigo de mi juventud, no fue difícil simular un milagro”.

“Pero... ¿por qué? Tú no le conocías de nada, ¿no?”

“No, pero sabía que no era mala persona, que únicamente había pasado una mala racha, y que si se le daba la oportunidad, trabajaría duro para que sus pecados fueran perdonados”.

“Vaya…”

“Más o menos como tú, Peter Griffin de Petoria”.

“¿Sabes quien soy?”

“Por supuesto, no se puede ocultar nada a los ojos de Dios”

“Si sabías que era yo, ¿por qué no me delataste sabiendo que diseñé esa cárcel infernal?”

“Tú tampoco eres mala persona. Tu propio sentido de la responsabilidad te empujó a actuar correctamente y a arreglar el daño, si te hubiera delatado y hubieras visto miradas de odio por parte de todos, ¿habrías actuado igual?”

“Supongo que no... Y ahora que lo sabes, creo que tengo algo que hacer”.

Seagram empezaba a perder el sentido, su muerte estaba próxima. Perder la parte inferior de su cuerpo le había producido una hemorrgia demasiado grave y no paraba de sangrar. Su vista se oscurecía, todo iba misteriosamente lento, no le llegaba sonido alguno, tenía frío y había perdido toda esperanza. Cerró al fin los ojos y quedó sumido en la oscuridad. De pronto vio una luz y se preguntó si aquello era lo que todos los habitantes de Azeroth llamaban Dios. Sin embargo, no era una luz blanca como le habían contado, sino verde brillante. La luz le inundó, consumiendo la oscuridad que le envolvía. En ese momento abrió los ojos. Peter estaba curándole la herida y deteniendo la hemorraiga, impidiendo su muerte.

“¿Por qué? ¿Por qué lo estás haciendo? Yo…”

“No hables. Necesitas descansar. ¿Es que acaso necesito una razón? Tu vida no vale menos que cualquier otra. A pesar de que la otra mitad de tu cuerpo ha sido consumida por el fuego negro, no has sido alcanzado en ningún punto vital. Tu vida puede ser salvada. Dejarte morir, sin importar cuales hayan sido tus actos, sería peor que haberte asesinado yo mismo”.

“Vaya… Parece que tendremos que esperar a éste despierte – dijo Gabriel mientras cogia a Arturo – No creo que le haga mucha ilusión lo que ha pasado mientras dormía”.

“Pero habrá que decírselo igualmente…” añadió Jonyo.

Dejaron a Arturo descansando en casa de Shinkan Mario y como ya empezaba a caer la tarde decidieron ir a dormir ellos también. Había sido un día muy duro y ningún habitante en toda la isla tenía fuerzas para nada.

Al día siguiente, los caballeros colaboraron en las tareas de reconstrucción. Cada pueblo pudo llevarse las representaciones artísticas de su religión sin opresión alguna. Hubo varios objetos que no pudieron ser recuperados, al estar cubiertos de llamas negras, e incluso aún continuaban algunas llamas ardiendo en la arena. Recogieron los cuerpos del campo de batalla y les dieron sepultura en las ruinas, lugar que convirtieron en el primer cementerio multicultural del planeta. Allí, erigieron un modesto cenotafio en el que añadieron  una inscripción arañando la pared el monumento con una piedra afilada.

Descansad en Paz, Pues el Error Jamás se Repetirá

Llegó un segundo día, y el caballero del fuego seguía sin dar señales de recuperación. Sus compañeros empezaban a preocuparse.

“¿Esto es normal? Nunca ninguno de nosotros había tardado tanto en recuperarse” preguntó Gabriel.

“No lo sé. Por lo que dijo el Caballero Negro, era la primera vez que extraía la esfera de una persona viva, porque Isabel y Verónica estaban muertas… Puede que despierte dentro de una hora, mañana o puede que incluso no despierte nunca. Y aunque despierte, dependiendo de lo que le haya extraído, puede haber perdido la memoria, todas sus habilidades, e incluso haber olvidado a hablar o a caminar” opinó Peter.

“He encendido esta vela para dejarla en la mesilla, a su lado – dijo el sacerdote – Puede que el estar en contacto con su elemento le haga regresar”.
“Vámonos, no podemos hacer nada hasta que despierte – dijo Jonyo – Hemos quedado con Hilda para ver el barco”.

“Sí, vamos…” dijeron todos y se fueron.

El barco estaba casi en perfecto estado, pero había quedado lleno de algas y todavía estaba mojado. Peter subió a la cubierta y cada paso que daba el barco chirriaba.

“Eso de que el barco está bien, Jonyo… Me parece que lo has inventado un poco… La madera se ha dilatado al absorber el agua y podría pudrirse si no actuamos rápido”.

“¿Qué podemos hacer?” preguntó Gabriel.

“El fuego de Arturo sería la solución, pero estando inconsciente, tendremos que pensar otra cosa… La verdad es que ya se ha secado bastante durante estos días, así que simplemente esperando un poco más se arreglaría sólo, pero no podemos arriesgarnos después de lo que nos costó conseguirlo. Ya que no tenemos nada que hacer hasta que pase una de esas dos cosas, vamos a quitarle toda la porquería marítima que hay por el suelo”.

“Si insistes” dijo Jonyo.

Limpiaron el barco tanto como pudieron hasta que el sol cayó por el horizonte. La tarea les dejó agotados y se fueron a dormir. Al amanecer del tercer día, los caballeros fueron despertados por gritos de sorpresa.

“¿Qué son esos gritos? – dijo Gabriel mientras bostezaba – ¿Ha despertado Arturo o qué?”

“¿No ves que no? – le dijo Jonyo señalando el cuerpo de su compañero – Si está ahí mismo”.

Salieron de la casa del sacerdote, con intención de satisfacer su curiosidad acerca de la procedencia de aquellos gritos de sorpresa. Al abrir la puerta, vieron a un cúmulo de gente a lo lejos, y se acercaron apartándoles hasta llegar al dentro de todo.

“Es imposible…” dijo Peter.

JesuCristo estaba delante de todos, vivo de nuevo, con todos sus fieles peregrinos alrededor celebrando su regreso.

“¿Cómo puede estar vivo?” se preguntó Jonyo.

“La fé mueve montañas…” dijo el sacerdote.

“¡No lo puedo creer! ¡Ha resucitado de verdad!” exclamó Gabriel al verle.

“Pues claro, ¿no os han dicho que lo ponía en las escrituras?” dijo con bastante alegría.

“¡Si eres tan bueno, haz que Arturo despierte!” le soltó el caballero de la rosa.

“Está bien… Llevadme con él”.

Entraron de nuevo en la casa y JesuCristo se acercó al caballero del fuego e hizo un amago de examinarle. Posó su mano en la frente del caballero, y después en su pecho, luego se quedó pensativo.

“A este chico le ha pasado algo raro… Es como si le hubieran arrancado el alma… A pesar de que su cuerpo está vivo, su espíritu está apagado, como si fuera un cuerpo vacío. ¿Qué le ha ocurrido?”

“Pues más o menos lo que has dicho – dijo Peter – Pero lo que importa es si puedes ayudarle”.

“Tendría que haber algo capaz de despertar su espíritu, o quedará en coma para siempre”.

Miró a su alrededor, buscando algún elemento que le ayudara en su cometido, cuando vio la vela que había sobre la mesilla.

“¡Esto servirá!”

“¿Vas a curarle con una vela? ¿Estás loco?” dijo Gabriel.

“Si no recuerdo mal, es el caballero del fuego, y es el fuego lo que ha perdido” dijo y sopló la vela, apagando la llama.

El calor de la débil llama de la vela al apagarse se disipó abrazando el rostro del caballero, que abrió los ojos pocos segundos después.

“Ngh… ¿Qué ha pasado?” fueron sus primeras palabras.

“¡Ya van dos veces que no me lo creo! – exclamó el caballero de la rosa – ¡Primero resucita y ahora despierta a Arturo! ¡Tiene que ser casualidad!”

“Arturo, ¿estás bien? – le preguntó Peter – ¿Sabes quienes somos? ¿Sabes quien eres tú?”

“Sí, estoy bien. Claro que sé quienes sois y quien soy yo. Únicamente tengo la cabeza un poco revuelta”.

“¿Recuerdas lo que paso? – intervino Jonyo – Blackron te quitó la esfera. Creíamos que te quedarías en coma para siempre. ¿Notas algo raro? ¿Te sientes distinto?”

“¡Es cierto! – recordó el caballero – Pero no, la verdad es que me notó de lo más normal”.

“¿De lo más normal?” pensó Peter, pues aquél comentario no le había gustado nada.
“¿Dónde está Fidel?  – preguntó al fin – ¿Qué ha pasado con Mesa?”

Todos miraron hacia otro lado. Ninguno quería contestar.

“¿Pasa algo?”

“Tenemos que hablar” se decidió al fin Jonyo y entre todos le fueron contando todo lo ocurrido desde que cayó inconsciente.

“Primero Reik, y ahora Fidel… – se dijo a sí mismo mientras se echaba la mano a la frente – ¿Qué he hecho mal?”

“No es culpa tuya. A Fidel le ciega su odio y sus ansias de poder. Que pasara algo como esto era cuesión de tiempo” trato de consolarle Peter.

“No digas tonterías, Peter, eso no es excusa – dijo Jonyo en un tono más agresivo – Fidel ha hecho una estúpidez, y con ello ha puesto en peligro su vida. Blackron irá a por él a quitarle su esfera, y teniendo tres elementos en su poder, Fidel no tendrá nada que hacer. Separarse de nosotros ha sido firmar su condena de muerte”.

“Entonces podrías decir lo mismo de Reik” dijo Gabriel.

“Reik es más escurridizo, no llama la atención. Además, al menos está informado. Cuando Fidel se fue, no nos dio tiempo a decirle nada”.

“Entonces sólo podemos confiar en él – dijo Arturo – Dijo que volvería cuando sintiera que merece estar con nosotros, ¿no? Pues confiemos en que lo consiga antes de que el Caballero Negro le encuentre”.

“Eso no soluciona las cosas” insistió Jonyo en su postura.

“¿Y que hacemos? ¿Vamos tras él y le hacemos volver por la fuerza? – dijo Gabriel – No sabemos donde está, y aunque lo supiéramos, no vendría con nosotros, ya sabes como es. Lo que ha dicho Arturo no es una solución, pero no tenemos otra cosa”.

“O eso o que alguien derrote al Caballero Negro antes de que encuentre a Fidel” dijo Peter.

“Eso no ocurrirá” aseveró Jonyo.

“Puede que debierais ir al barco ahora que Arturo está despierto” dijo el sacerdote al notar que se respiraba tensión en aquella conversación.

“Sí. Será lo mejor” dijo Jonyo, se levantó y se fue en primer lugar.

“Antes de que os vayáis – se acercó JesuCristo a Peter –Gracias por todo, Peter. Ahora que sabemos que lo del tesoro era una trampa, aunque caímos en ella, hemos aprendido bastante estos últimos días. Vamos a compartir las tierras fértiles con todos los pueblos, sin importar su religión, y vamos a vivir nuestra propia vida aquí, sin importar lo que suceda en el exterior. Además, no vamos a seguir siendo quienes no somos. Amaterasu volverá a ser Hilda, el próximo líder del clan StormReaver ya no se hará llamar Alá, y yo no volveré a ser JesuCristo, sino, ¡SasuKristo Treepwood! Todos seremos nosotros mismos”.

“Me alegro… Confío en que a partir de ahora todo os vaya mejor”.

Todos fueron saliendo de la casa uno a uno, hasta que quedaron el sacerdote y Peter solos en la habitación.

“En aquel momento, – dijo Peter mirando salir a JesuCristo – cuando él estaba a punto de morir y yo le estaba curando, le diste algo de beber diciendo que era agua, pero no lo era, ¿verdad? Era un veneno que produce un estado similar a la muerte, durante cierto periodo de tiempo. Seguro que ajustaste la dosis para que fuera tres días. Es muy bueno, la víctima no respira, sus látidos son tan débiles que son inapreciables, su actividad cerebral tiende a cero y al bombear la sangre mínima el cuerpo se enfría como si estuviera muerto de verdad. Recuerdo que en la carrera me dieron una novela de una pareja de enamorados que sus familias estaban enfrentadas en la que aparecía este tipo de veneno, la chica toma el veneno para que la lleven a la cripta, donde se supone que debía encontrarse con su amado, pero a él no le avisaron a tiempo y se toma un veneno de verdad por la pena de haberla perdido. Al despertar, ella también se suicida”.

“Sí, yo también la leí”.

“¿Por qué te empeñas en seguir alimentando la fé de todas estas personas después de todo lo que les ha pasado por ello?”

“No pienso que la fé sea algo malo en sí misma. Lo que ha ocurrido aquí no ha sido por un exceso de fé, sino por un mal uso de ella. Precisamente lo que une a estos tres pueblos es su fé, y es lo que han aprendido hoy”.

“Confiaremos en que no te equivoques. Una última cosa, cada vez que JesuCristo invocaba su espada, tú no estabas presente, pero aparecías un rato después jadeando, ¿me equivoco en que hay relación?”.

“Jejeje, ¿tú qué crees?”

“Creo que eras tú el que mandaba la espada desde algún lugar remoto, y por eso no podías estar delante, pero ¿quién soy yo para decir algo así?” rieron ambos.

Fueron todos hacia el barco, y una vez allí mantuvieron una distancia de seguridad con el caballero. Arturo se concentró, debía crear una capa de fuego alrededor del barco para secarlo, pero si se pasaba lo quemaría. Extendió los brazos y estuvo unos minutos parado, mientras todos se mantenían atentos para correr en caso de que las llamas fueran demasiado agresivas. Los minutos seguían pasando, y el caballero no hacía nada.

“¿Qué te pasa, Arturo?” terminó preguntándole Jonyo.

 “No puedo crear fuego… He perdido mis poderes…”







Fuurinkazan significa literalmente “Viento, Bosque, Fuego y Montaña”. Sin embargo, aquí ha sido ampliado para recoger el resto de los elemtos de los personajes, añadiéndose Sui = Agua, Hyou = Hielo y Rai = Relámpago.



1 comentarios:

Jon dijo...

Muy interesante el capitulo en cuanto a contenido pero la verdad es que esperaba ostias jaja, aun asi me ha gustado.

No estés triste – sonrió y le acarició la cabeza – Vendré a verte cuadno todo acabe(cuando todo acabe)
vamos a quitarle toda la parquería marítima que hay por el suelo”.
(porqueria maritima)
Salieron de la casa del sacerdote, con intención de satisfacer su curiosidad acerca de la procedencia de aquellos grits de sorpresa(gritos de sorpresa)
“Tendría que haber algo capaz de despertar su espíritu, oquedará en coma para siempre”.
(o quedara)
“¿Y que hacemos? ¿Vamos tra él y le hacemos volver por la fuerza? – (vamos tras el)
¡SasuKristo Treepwood! Todos seremos nostros mismos”.
(nosotros mismos)