lunes, 15 de julio de 2013

Episodio CLVI

Terminamos la segunda ronda de los combates finales.

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Episodio CLVI
E
l caballero del hielo no dijo una palabra más, era el momento de actuar. Como estaban en el aire, Reik extendió el brazo hacia abajo, apuntando al lago, en el que todavía flotaban los pedazos de hielo de las últimas ofensivas.

La palma de su mano se iluminó brevemente, y decenas de minúsculas partículas de hielo ascendieron hasta flotar alrededor de su invocador, como diminutas estrellas en el cielo, que sólo puedes ver su discreto destello en el cielo, en medio de un mar de luces.

Una vez le envolvió una nube de cristales gélidos, los redirigió contra su objetivo, la teniente. Jezabel veía inofensivo el ataque, pero desconfiaba del caballero. Tal vez fuera un señuelo o parte de la preparación de una técnica superior. No quería arriesgarse, así que comenzó a dar latigazos al aire a gran velocidad, tratando de crear una pseudo barrera que la protegiese del caballero del hielo.

No fue suficiente. Las partículas de hielo eran numerosas y minúsculas, inapreciables a poco que te alejaras de ellas, y aunque Jezabel consiguió bloquear una mínima cantidad de ellas, la realidad era que eran imposibles de seguir ni de contar, e imposibles de esquivar.

Los cristales de hielo avanzaron hasta su cuerpo, se posaron en su ropa, en su piel, en su cabello, y un instante después desaparecieron. Hubo un silencio. Jezabel esperaba que ocurriese algo, o que el caballero continuase con alguna otra técnica, pero todo seguía igual, y ella se sentía como si no hubiera pasado nada.

“¡¡Jajaja!! ¡Tu miserable técnica ha sido un fracaso! ¡Esos cristales de hielo eran tan pequeños que se han derretido y evaporado al entrar en contacto con mi cuerpo caliente! ¿Esto era tu mejor carta? Qué vergüenza… Mereces morir de la forma más cruel posible, pero tranquilo, porque las armas más crueles resultan humanitarias si consiguen provocar una victoria rápida”.

“Hablas demasiado” fue lo único que dijo el caballero.

Desenvainó su espada, y se lanzó contra ella, quien trató de esquivarle, tal t como había hecho hasta ahora. Espero hasta el último instante y después se movió para evitar el espadazo de Reik, que pasó de largo y terminó dando un corte al aire.

“Ya te lo dije, no puedes alcanzarme. Se te olvida que soy militar. Estoy entrenada en todos los ámbitos, y no especializada en la fuerza bruta como…”

Se calló de repente. De un acto reflejo se llevó la mano al pecho, cerca del cuello y notó que había tocado algo fresquito. Bajó la mirada y descubrió un corte en su pecho, y más importante aún, descubrió que tenía seccionada la aorta. Un río de sangre bañaba sus ropas, y la vida se le escapaba por momentos. En pocos segundos no le quedaban fuerzas ni para hablar, y comenzó a rebuscar entre sus pertenencias otro carameloraro que llevarse a la boca.

No entendía nada, pero ahora eso era lo menos importante. Sin perder un instante, volvió a ingerir otro dulce que sanó sus heridas, pero el sangrado había menguado sus fuerzas, y a pesar de que se detenía su hemorragia, no fue capaz de mantenerse en el aire y cayó al agua.

Al emerger a la superficie ya se había recuperado, pero prefirió regresar a la orilla a nado en vez por el aire. Al llegar, Rek ya estaba allí, esperándola.

“Tú… Me has alcanzado… ¿Cómo? – Reflexionaba sobre el último golpe – Yo me he movido tan rápido como he podido, pero está claro que o tú te has vuelto más rápido o yo me he vuelto más lenta. No he notado ningún aumento de velocidad en ti, así que he tenido que ser yo, pero, ¿cómo…? Un momento… No habrá sido… ¿esa técnica de antes? ¿Esto es obra tuya?”

“¿Qué es el frío?” preguntó el caballero del hielo.

“¿Qué…?” la teniente no entendía el repentino cambio de tema.

“¿Qué es el frío? ¿Cuál es la verdadera naturaleza del hielo, su esencia, su auténtico poder? Esa es la pregunta que tuve que responder durante mi entrenamiento. Aquel espectro pretendía apoderarse de mi cuerpo y necesitaba derrotarle para evitarlo, pero el cabrón era una copia exacta de mí hasta ese momento, y por tanto cualquier cosa que hubiera intentado antes no iba a funcionar. Necesitaba algo nuevo, pero se me acababa el tiempo. Mi cuerpo empezaba a desvanecerse y mis ataques eran cada vez más ineficientes.

Lo que no me esperaba que era que la respuesta a ese interrogante estuviera tan ligada a la nueva habilidad que debía desarrollar. Por un comentario que hizo, recordé algo básico sobre el frío, algo tan básico que lo había dejado aparcado en mi memoria todo este tiempo”.

A la teniente no le interesaba para nada el relato del caballero, pero le venía muy bien el descanso para compensar la pérdida de sangre que acaba de sufrir, así que fingió escuchar la historia de Reik.

“Recordé que el frío no existe. Toda sustancia está compuesta por átomos, y cada átomo posee un movimiento propio y una velocidad particular que lo diferencia de todos los demás. La temperatura no es más que una escala para poder medir la actividad atómica. Si el movimiento es rápido, la temperatura es elevada, si el movimiento es lento, la temperatura es baja. Es el calor, medido a través de la velocidad atómica, el que determina la temperatura de un cuerpo, así que el frío tan sólo es un término acuñado por la humanidad para identificar la ausencia de calor.

Existe una temperatura por debajo de la cual toda forma de vida cesa y se cristaliza formando hielo. A esa temperatura cesa todo movimiento y actividad de la materia. Es el llamado cero absoluto. Dicha temperatura varía con cada sustancia, y en el caso del cuerpo humano es a -273,15 grados centígrados.

Congelar algo no es más que detener su actividad atómica, y eso es precisamente lo que he hecho con mi nueva habilidad, Mundo Gélido. Las partículas de hielo que mandé contra tu cuerpo no se derritieron y evaporaron, sino que penetraron en tu cuerpo y ahora están girando alrededor de tus átomos en sentido contrario al de sus electrones para detener su movimiento”.

“Por eso me alcanzaste antes… Porque el frío ha hecho que me mueva más despacio… Espera… Eso significa que… – En ese momento, la teniente comprendió que todo el tiempo de descanso que ella creía en su favor en realidad estaba yendo en su contra - ¡Mierda! ¡Tengo que acabar con esto rápido!”

“Efectivamente. Desde el momento en el que te alcance con Mundo Gélido, este encuentro ya estaba decidido. A menos que me derrotes, toda tu actividad molecular se irá deteniendo poco a poco, hasta que quedes convertida en una estatua inerte y sin vida. Como te dije, yo no soy como Fidel, no morirás por mi espada, y pienso cumplirlo. Será el cero absoluto, el soplo supremo capaz de eliminar cualquier forma de vida quien acabe contigo. Ningún caramelo de esos raros podrá salvarte de esto, ya que no tendrás herida alguna”.

El caballero se lanzó al ataque de nuevo. Como habían pasado unos minutos, los efectos de Mundo Gélido se habían agravado, y ahora la teniente era capaz de notar que era mucho más lenta que antes. No fue difícil para Reik esquivar su látigo y golpearla varias veces con la espada sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Sin embargo, ella no quería rendirse, se resistía a resignarse y continuaba atacando, todavía a gran velocidad, pero mucho más despacio que antes.

Tenía que darlo todo. Pulsó el botón del mago que activaba los pinchos, y toda la superficie del látigo se llenó de agujas. Sin perder un instante, continuó atacando al caballero a gran velocidad, sin un patrón de conducta claro.

“Ha perdido la cabeza – pensó Reik mientras esquivaba. La punta de una aguja le pasó rozando por la mejilla y le hizo un pequeño corte – Claro, ahora su alcance es mayor… Está desesperada ya, tengo que acabar con esto…”

Extendió la espada aposta y forzó un choque con el látigo, que quedó enrollado en su espada. Entonces Reik dio un tiró y consiguió arrebatarle el látigo de las manos y arrojarlo al lago. Ella se lanzó volando hacía él para recuperarlo antes de que cayera al agua, pero Reik ya contaba con eso y la tiró de nuevo a tierra de una patada.

El látigo cayó al agua sin que ella pudiera evitarlo, perdiéndose en las profundidades. Jezabel sabía que el tiempo iba en su contra, y ahora que había perdido su arma principal, era el momento de barajar otras opciones.

“¡Usaré mi arma secreta! ¡No podrás hacer nada contra mí ataque final!”

Se llevó la mano al bolsillo interior de la chaqueta y sacó tres esferas del tamaño de su puño que estaban fabricadas con globos rellenos de arroz. Para sorpresa del caballero, en vez de atacarle, se puso a hacer malabares con ellas. Tras unas vueltas, la lanzó las tres bolas echas con globos al caballero.

Reik, que ya se esperaba algo así, reaccionó a tiempo y cortó las tres bolas con la espada. El arroz en su interior se liberó y los granos se derramaron sobre el caballero, quien se cubrió instintivamente.

“¡¡¡Ahora!!! ¡¡¡Muere!!!”

Los granos de arroz se iluminaron por un instante y estallaron todos a la vez, atrapando al caballero del hielo en una deflagración en apenas un instante. La explosión conjunta fue tan rápida que ni Jezabel fue capaz de ver lo que realmente había ocurrido.

“¡¡Gané!! ¡Es imposible que haya logrado sobrevivir a eso!”

El fuego dejó paso al humo, y el humo no dejó paso a Reik, sino a una barrera de hielo que lo envolvía. El rostro de la teniente reflejó su hundimiento moral al descubrir que su as en la manga había sido un fracaso, y desde ese mismo instante se rindió, aunque todavía tardaría un poco hasta que su orgullo lo aceptara.

El caballero del hielo estaba en posición de guardia, con los brazos cruzados cubriéndole la cabeza. Empezó a retirarlos lentamente, cuando la barrera de hielo comenzó a resquebrajarse hasta que reventó en varios trozos que quedaron por el suelo. Reik retiró los brazos, y varias quemaduras leves en su cuerpo quedaron al descubierto.

“Eso ha estado cerca. Me ha alcanzado a pesar de lanzar la barrera de hielo, por culpa de unos granos que se han colado antes de tiempo. Parece que vas a estar puteándome hasta el último momento…”

Se lanzó a por ella, que intentó continuar defendiéndose, pero ya era demasiado tarde. El tiempo perdido con los malabares y la deflagración eran una apuesta arriesgada que acababa de perder, y con la movilidad que le quedaba, ya no era más que una marioneta al servicio del caballero, que comenzó a golpearla y a cortarla una y otra vez, hasta destrozar todo su cuerpo completamente.

A pesar de estar recibiendo una paliza descomunal, la teniente sonreía. Aquella actitud molestó mucho a Reik. Además, su cuerpo ya casi no respondía. Temblaba, tenía los dedos agarrotados, y luchaba consigo misma para poder hacer cualquier movimiento.

“Mentiría si dijese que no tengo curiosidad. Ahora que lo único que puedes hacer es hablar, dímelo, ¿por qué mataste a Alberto y a Cristina?”

“¡¡Jajajaja!! – A Jezabel todavía le quedaban fuerzas para reír – ¡¿De verdad piensas que alguien de mi estatus se rebajaría a matar a unos críos?! ¿Llevas todo este tiempo pensando que lo hice yo?”

“A mí no me engañas. Tienes el anillo roto colgando de tu cuello ahora mismo. Antes, cuando te corté cerca del cuello quería liberarlo de ti, pero tuve la mala fortuna de que al moverte, el anillo se fue hacia la parte trasera de tu cuerpo por la inercia de la velocidad”.

“¿Y qué? Eso no demuestra nada. Yo no maté a esos dos, aunque tampoco puedo decir que no interviniese”.

“¡Explícate!” le amenazó con su espada.

“¿Qué haces? ¿No decías que tu espada no iba a darme muerte?”

El caballero gruñó levemente, tragándose sus palabras, y envainó la espada.

“Por aquel entonces yo era la entrenadora personal de ese chico, todavía no había entrado en el ejército del Señor Oscuro. Tenía un gran potencial físico, pero no mental. Esa novia que tenía le manipulaba a su antojo, hacía lo que quería con él, y encima va el tonto y me suelta que le ha comprado un anillo de compromiso para pedirle matrimonio esa misma tarde, el día de su cumpleaños.

Era una oportunidad perfecta para comprobar la tenacidad de su mente y demostrar si mi entrenamiento había conseguido volverle una persona más fuerte psicológicamente además de físicamente”.

“¡Alberto era una persona muy amable! ¡¿Por qué tenías que intentar hacerle cambiar!?”

“Sí, muy amable. Demasiado amable. Era uno de esos estúpidos sin personalidad que van diciendo que sí a todo con tal de complacer a aquellos que consideran sus seres queridos. Así te ahorras muchos problemas, es cierto, pero en realidad lo único que consigues es vivir a expensas de los demás. De lo que te digan, de lo que hagan, ¡todo! No puedes vivir tu propia vida. En realidad únicamente trataba de ayudarle, era mi deber como entrenadora personal de ese chico, así que aproveché el momento en el que se duchaba después de terminar el entrenamiento para romper el anillo y volver a envolverlo sin que se diera cuenta.

Habían quedado esa tarde en un parque, cerca de ese centro comercial con lago que acababa de abrir. Ese centro comercial tan prometedor que ahora tiene el lago artificial medio vacío y el césped se seca en pocos días nada más llega el verano. Le seguí cuidadosamente, y observé la situación desde la distancia.

Lo que presenciaron mis ojos me llenó de auténtica felicidad. Cuando la chica vio el anillo roto, estalló de furia. Él se disculpó rápidamente, alegó que no sabía qué podía haber pasado, que no era culpa suya y que el anillo estaba bien la última vez que lo vio. Sin embargo, caballero, cuando las personas se enfadan es cuando muestran su verdadera naturaleza, y al ver que esa chica no creía sus palabras, que en realidad no confiaba en él, Alberto estalló y terminó la relación de inmediato con unos cuantos gritos.

Lo había conseguido. Había ayudado a ese chico a librarse de la losa que impedía que alzase el vuelo y liberase todo su potencial, pero tuviste que aparecer tú. A la mañana siguiente, cuando trataste de reconciliarles, los dos te gritaron y saliste corriendo de allí. Ese acto apaciguó los corazones de ambos, y decidieron darse una pequeña tregua e ir los dos a buscarte.

Tu ridícula intervención estaba poniendo en peligro mi éxito, así que traté de quitarte de en medio. Llegué hasta ti antes que ellos, te dejé inconsciente de un golpe y te arrojé al lago del centro comercial para que las aguas se apoderasen de tu existencia. Todavía no sé cómo te las apañaste para sobrevivir.

Poco después, ellos dos llegaron al parque, pero no te encontraron. Aun así, continuaron buscándote por los alrededores, respetando esa pequeña tregua que debía durar, por lo menos hasta el momento en el que te encontraran.

Sin embargo, no aparecías. Ya era de noche, y además yo te había arrojado a un rincón al otro lado del lago. Era prácticamente imposible que te encontraran con tan poca visibilidad, aunque para la policía fue muy fácil hacerlo a plena luz del día a la mañana siguiente.

Pasaban las horas, y seguías sin aparecer. La paciencia de ambos se agotaba a un ritmo de vértigo, y cada vez se ponían menos de acuerdo sobre por dónde ir a buscarte, si juntos o separados, o probar simplemente con ir a tu casa para ver si habías vuelto por tu propio pie. Finalmente, volvieron a pararse a discutir.

Ahí fue cuando Alberto liberó su auténtico potencial. Cristina no paraba de echarle la culpa de todo, y esta vez él no se quedó callado asintiendo, sino que empezó a culparla a ella de lo ocurrido y llegó a levantarle la mano. En ese momento, Cristina fue más rápida y le dio una bofetada por osar siquiera hacer ademán de violencia contra ella. Eso fue la gota que colmó el vaso. Los dos llegaron a las manos y comenzaron a pelearse… Hasta que se mataron mutuamente”.

En ese instante, la mirada del caballero se llenó de odio y afán de violencia.

“No digas tonterías. Tú los mataste. Si se hubieran matado el uno al otro, la policía lo habría descubierto y no me habrían acusado a mí. Estoy seguro de que los mataste y después manipulaste las pruebas o algo”.

“Que ingenuo eres, caballero. Cuando sucede una tragedia, a la opinión pública no el importa la verdad, sólo quieren un culpable para aliviar sus propias conciencias. Y ese fuiste tú, el que estaba más cerca. Yo no maté a esos dos, pero estoy orgullosa de que, al menos, Alberto muriera prematuramente, pero libre y dándolo todo, en vez de haber vivido bajo el yugo de los demás”.

“Ya veo… De todas formas, te equivocas en una cosa”.

“Yo no me he equivocado en toda mi vida. Sólo sigo órdenes, obedezco, no puedo equivocarme”.

“Te equivocaste al pensar que quería matarte porque tú provocaste la muerte de Alberto y Cristina. Yo no tengo una mente tan simple como Fidel”.

“¿Cómo?”

“Es cierto que yo adoraba a esos dos… Pero en realidad sólo era una mentira, un velo de hipocresía. En realidad les odiaba… Les odiaba por ser pareja. A Alberto por tirarse a la chica que me gustaba, y a Cristina porque aunque pudiera estar cerca de ella como su amigo, en realidad estaba más lejos de su corazón que si viviera en otro continente. Sabía que nunca tendría ninguna oportunidad, pero me conformaba con estar a su lado, con soñar despierto, en vez de luchar por lo que quería de verdad. Su muerte acabó con cualquier mínima posibilidad real a la que hubiese podido aspirar.

Era un crío, sí, pero me da igual. Eso no justifica nada. Cuando estuve en prisión preventiva crecí más que todos los años anteriores juntos. Comprendí que había estado perdiendo el tiempo, que había sido un cobarde, un debilucho, pero que todavía era joven y tenía tiempo para cambiar. Cambiar a un nuevo yo. Alguien cuya felicidad no dependiese de los demás, que pudiera valerse totalmente por sí mismo y que su éxito o fracaso dependiera única y exclusivamente de su esfuerzo. Así es como he llegado a ser lo que soy ahora, y si te digo la verdad, estoy muy contento con ello. Ya no me importa que esos dos hayan muerto, es más, estoy contento porque me han ayudado más con su muerte de lo que lo hicieron en vida, por eso puedo decirte que me da exactamente igual que provocases su muerte”.

La teniente veía los ojos del caballero del hielo, y su mirada le hacía sentir como si tuviera la punta de un cuchillo justo delante de sus ojos y con tan sólo moverse un milímetro, su vida se acabaría.

“Pero lo que sí que no voy a olvidar, es que por tu culpa fui acusado de un crimen que no cometí. Fui repudiado y odiado, pero no te confundas, no me importa los que pensaran mis amigos, mi familia, ni tan siquiera mis padres, ¡pero no perdonaré el hecho de que me estuviste utilizando a tu antojo! ¡Me da igual que fueran órdenes de arriba, tú las ejecutaste, y tu morirás por ellas!”

El caballero del hielo se lanzó contra ella con la espada apuntando directamente hacia su cabeza.

“¡Te cortaré la cabeza en dos, igual que tú hiciste con el anillo!”

La teniente utilizó sus últimas fuerzas, sacó una pistola plateada del bolsillo y se apuntó a la sien.

“¡Al igual que mi antepasado, el gran Hitler, prefiero causar mi propia muerte antes de darte el gusto de acabar conmigo! ¡¡Adiós caballero!! ¡¡Nunca podrás completar tu venganza!!”


Reik aceleró lo más que pudo, pero no fue suficiente. La teniente disparó su arma con una sonrisa de oreja a oreja, teniendo como última visión el rostro del caballero del hielo enfurecido al ver que se quedaba a un paso de consumar su venganza.

Curiosidades!!!

Lanzar un soplo glacial a la temperatura del cero absoluto solo está al alcance del Caballero de Oro de Acuario, (bueno, y de Hyoga).

No quería que la nueva habilidad del caballero de hielo se quedara sin nombre, así que he ido a lo fácil y he encontrado este ataque de Pokémon que además, casualmente, no hace daño y sólo sirve para reducir la velocidad.

Lo de los malabares no creo que haga falta explicarlo a los que tuvieron a esa mujer en 1º de Bachillerato xD


2 comentarios:

Jon dijo...

Genial el capítulo, muy profundo en algunos momentos, finalización del combate y por último la relación que has hecho con Hitler jajaja

Desenvainó su espada, y se lanzó contra ella, quien trató de esquivarle, tal t como había hecho hasta ahora.(tal y como)
pero prefirió regresar a la orilla a nado en vez por el aire(en vez de)
Al llegar, Rek ya estaba allí, esperándola.(Reik)
Entonces Reik dio un tiró y consiguió arrebatarle el látigo de las manos (un tirón)
ras unas vueltas, la lanzó las tres bolas echas con globos al caballero.(le lanzó)
Cuando sucede una tragedia, a la opinión pública no el importa la verdad,(no le importa)
no me importa los que pensaran mis amigos,(lo que pensaran)

Un saludo a todos

Dani dijo...

Perdón, por el retraso de meses xD. Pero llegué ayer de vacaciones. El episodio muuu bueno, como me gustan así.

Curiosidad: Vi a Alicia ayer, y la verdad es que ha envejecido,eh? jajajaja, la edad no pasa para nadie.

Buen capítulo si señor, muy bueno, ahora que ya estoy en madrid a ver si los leo en cuanto salgan.

Un abrazo