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Episodio CLXI
E
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l cabalero de la tierra ascendía
hasta la superficie, dejando atrás la gruta, todavía derrumbándose, y a Mesa
sepultado en ella. Mientras avanzaba en su ascenso, Fidel sonreía por haber
logrado la victoria que tanto anhelaba. Sin embargo, en su interior también se
encontraba triste de no tener cerca a un amigo con quien compartir el éxito que
acaba de conquistar.
“Ya se ha acabado, Arturo. Ahora,
iremos todos a buscarte”.
Pasados varios minutos,
finalmente llegó a la superficie, donde comenzó a detectar la energía de sus
compañeros, tratando de localizarles.
“Siento energías muy poderosas
cerca de Jonyo, Gabriel y Reik… Parece que he sido el primero en terminar el
combate… Bien, pues voy a aprovechar que esta aura roja que me envuelve todavía
conserva sus efectos y que tengo el castillo de la Fiera Deidad delante para
terminar también con el Señor Oscuro yo mismo”.
“Oh, al fin llegas caballero” le
dijo una voz familiar.
Fidel se giró en busca de la voz,
y descubrió a Mesa, sentado en una silla en el jardín que había a la entrada
del castillo, con una copa de pacharán en una mano, y un periódico deportivo en
la otra. Además, su traje lucía limpio y reluciente, por lo que debía haberse
cambiado de ropa.
“Tardabas tanto que he tenido que
he aprovechado para llevar el traje sucio al tinte y cambiarme de ropa. Espero
que lleves dinero encima porque cuando acabe contigo pienso usarlo para pagar
la factura”.
“No lo entiendo… ¿Cómo lo has
conseguido…? Estás… Ileso…”
“¿De verdad hace falta que te lo
diga? Cambio de lugar instantáneo, también llamado Shunkanido”.
“¡Pero eso es imposible! Para
teletransportarte necesitas colocar tus dedos índice y corazón sobre tu frente,
y recuerdo perfectamente que inmovilicé tus brazos con las rocas para que
pudieras hacerlo”.
“Esa postura es tan sólo de
apoyo. Ayuda a concentrar mejor toda la energía de tu cuerpo en un punto para
facilitar el teletransporte, pero no es imposible de realizar sin eso. He de
decir que hasta ahora jamás lo había intentado y no estaba seguro de si lo
lograría, pero parece que mis ganas de vivir y lograr mi objetivo son tan
grandes como las tuyas. Enhorabuena, caballero, por haber logrado que tenga que
superarme a mí mismo, pero ya es la hora de tu final”.
“¡Entonces
ven aquí y continuemos el combate! ¡Veremos quién es el último queda en pie!”
“No, ya es suficiente” fue lo que
dijo el profesor.
“Jeje – reía Fidel mientras se
ponía en pie – Veo que ya admites que soy más fuerte que tú. Pero siento
decirte que no, todavía no es suficiente. No voy a dejar que te rindas y te
vayas de aquí con vida. Pelearé hasta acabar contigo”.
“No. Quería decir que ya he
terminado de estudiar tu cambio. Con estos ataques ya me es suficiente para
comprender el nuevo alcance de tu poder”.
“¿Cómo?”
“¿De verdad pensabas que me ibas
ganando? Que iluso. Solamente estaba probando tu nueva fuerza, y ahora que sé
hasta donde puedes llegar, puedo decirte que no supone ningún problema vencerte.
Lamento decirte que, a pesar de tu avance, todavía soy capaz de vencerte usando
tan sólo la mitad de mi poder”.
“Jejeje… Es un farol – intentaba
convencerse a sí mismo – Tú no eres de los que se dejan aplastar”.
No recibió respuesta. Mesa
simplemente bajó la mirada y trató de disimular su sonrisa. La luz se reflejó
en las lentes, y Fidel no podía ver sus ojos.
“¡¡¡Es mentiraaaaa!!!”
El caballero tenía muchas ganas
de demostrar a su adversario que llevaba razón, así que salió volando a ras de
suelo a toda velocidad contra él. Por el camino, cargó el puño con todas sus
fuerzas, sumando también su velocidad de vuelo, y atacó con todo su poder a su
adversario.
“Engullimos de un trago la mentira
que nos adula, y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga”.
Mesa extendió el brazo y recibió
el golpe del caballero en la palma de su mano, consiguiendo detenerlo con
relativo esfuerzo, pero sin demasiados problemas. Después tiró al suelo a Fidel,
y le piso la cabeza con sus brillantes zapatos.
Con el tacón incrustado en la
mejilla, el caballero de la tierra intentaba, nunca mejor dicho, levantar
cabeza, pero el peso de Mesa de pronto parecía inamovible. Sin embargo, no
estaba dispuesto a rendirse. Dio un puñetazo al suelo, y decenas de piedras
afiladas comenzaron a brotar del interior de la tierra, obligando a Mesa a
retirarse.
Fidel consiguió entonces ponerse
en pie. Miró a su adversario, pero no dijo nada. No quería decir nada, ni tenía
que decir nada. Simplemente se lanzó de nuevo a por él, quien le esperaba con
una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro.
Probó ahora con una patada, pero
su adversario también la detuvo y volvió a usar su movimiento contra él. En
esta ocasión le agarró de la pierna, y acto seguido estrelló su cuerpo contra
un árbol cercano. La cabeza del caballero partió en dos el tronco, y el árbol
se vino abajo.
Mesa todavía seguía teniendo
sujeta la pierna del caballero, y su intención era continuar golpeándole con
cuantos objetos fueran posibles. Sin embargo, Fidel extendió la mano y lanzó
una onda de energía directamente contra él, obligándole a teletransportarse
para evitarla, liberándole.
“Que capullo… Sabe que si se
teletransporta para atacarme es inútil porque detecto donde va a aparecer, pero
nada le impide seguir utilizándolo para evitar mis ataques… – pensaba el
caballero – Tengo que hacer algo con eso…”
“¡Vamos! – Exclamó Mesa – ¿No
ibas a matarme? Te recuerdo que hasta el momento sólo estoy usando la mitad de fuerza”.
Aquella era una frase que hubiera
desanimado a cualquiera. Sin embargo, Fidel pareció no poder ponerse más
contento. Trató de disimularlo, hasta tuvo que morderse la lengua para hacerlo
y aun así no pudo evitar que Mesa se diera cuenta de que pasaba algo extraño.
“Sé que todavía no lo sabes –
decía para sus adentros – Pero ya tienes las horas contadas… Y para cuando te
des cuenta ya será demasiado tarde… Espera pacientemente, porque ya queda poco
para que empiece la función…”
El caballero volvió a lanzarse
contra su adversario, pero a mitad de camino, se metió bajo tierra y trató de
aprovechar una vez más la ventaja de su elemento. Emergió de la tierra justo
por el punto en el que estaba Mesa, con el puño alzando para golpearle
directamente. Sin embargo, su oponente ya había aprendido la lección, y le
esperaba justo en esa posición, pero levitando en el aire un par de metros
sobre la superficie terrestre.
Según salió el cuerpo del
caballero, Mesa lo mandó de nuevo al suelo de una patada en la cara. Fidel veía
el suelo acercándose y se resistía a ser golpeado de nuevo. En el último
instante, dio una voltereta hacia atrás y logró aterrizar forzosamente, para
impulsarse inmediatamente, y lanzarse de un salto de nuevo al combate.
No volvió solo al combate. Cuatro
chorros de arena salieron de la tierra para acompañarle. Los cuatro atacaron a
la vez, cada uno directo a una extremidad del objetivo. Al alcanzar los brazos
y las piernas de Mesa, la arena se comprimió, convirtiéndose en una poderosa
cuerda pétrea que mantenía sujeta a su víctima.
Fidel aprovechó para atacar a
Mesa, ahora que se encontraba retenido. Le golpeó varias veces con los puños en
el pecho y en la cara. Él aguantaba sin ningún problema, no mostraba signos de
dolor ni agotamiento, algo que mermaba totalmente los ánimos del caballero. Sin
embargo, en vez de rendirse, Fidel sacó la espada y se dispuso a cortar a su
objetivo, que inmediatamente trató de liberarse de la atadura que lo contenía.
Por más que lo intentaba, no era
capaz de liberar sus brazos del interior de la arena comprimida, así que
decidió usar eso a su favor. Tiró de la propia arena hasta romper su conexión
con la tierra, y le dio tiempo a utilizarla para golpear al caballero antes de
que la técnica que la mantenía a presión se deshiciera.
El caballero caía de nuevo al
suelo, derribado por su propio elemento, pero no había sido un golpe muy duro,
y pudo aterrizar con normalidad. Desde el suelo, vio a Mesa, riendo mientras
levitaba.
“Parece mentira que se puedan
anular tus habilidades de una forma tan sencilla, ¿verdad? Simplemente por
estar aquí, flotando en el aire, ya no puedes hacer nada contra mí. Esa atadura
de arena que planeaste antes era una buena idea, pero al tener que movilizar
semejante cantidad para alcanzar mi posición, gastaste mucha más energía y la técnica
perdió fuerza, sobre todo la parte que estaba en contacto con el suelo, por eso
pude romperla con tanta facilidad.
Esta situación que estás viviendo
ahora mismo es una metáfora de la propia realidad. Yo estoy en el cielo, y tú
en la tierra. La distancia que nos separa es un abismo insuperable que nunca
podrás cruzar. Las cosas han sido, son y serán así siempre, y tu muerte servirá
para confirmarlo”.
Fidel no contestó. En su lugar, clavando
su espada en el suelo levemente, trazó un surco en la tierra con forma de triángulo
equilátero.
“¿Qué haces? ¿Preparar el lugar
donde quieres descansar para siempre?”
Al terminar el trazó, el
caballero posó su mano en el suelo, y la zona en el interior del triángulo se
iluminó.
“¡¡Golden Triangle!!”
Una onda de energía salió
disparada hasta Mesa, al que no le dio tiempo a hacer otra cosa que cubrirse de
un acto reflejo. A pesar de que recibió daños leves, el ataque sirvió para
derribarle.
“¡Si yo no puedo llegar hasta ti,
entonces te haré caer para derrotarte!”
Enseguida, Mesa recupero el
control y comenzó a descender voluntariamente. Cayó en picado con el puño
preparado y según bajaba, asestó un golpe en la frente al caballero, abriéndole
una brecha que empezó a sangrar con el impacto. Después, le lanzó por los aires
a ras de suelo con una patada, voló tras él y remató la combinación con un
codazo en el costado, estrellándole brutalmente contra el cercano suelo.
Sin embargo, no le dejó allí
tirado. El impacto había sido lo suficientemente fuerte como para enterrarle
parcialmente, y él sabía que un contacto excesivo con su elemento podía darle más
poder o recuperarle las fuerzas, así que le agarró de la ropa y lo sacó de allí,
arrojándole a las puertas del castillo.
“Incluso en el juego de la vida, no puedes cambiar las piezas. El
que nace peón, muere peón. Este castillo es la fortaleza que nunca podrás
asaltar, no vivirás para ello, así que me parece apropiado dejar que sea lo último
que veas antes de morir”.
“Pero si el peón llega al final del tablero, puede convertirse en
una reina. ¡Y yo estoy a una casilla del final! – al mismo tiempo, la fuerza
del caballero aumentó repentinamente, logrando romper el forcejeo y quitarse de
encima a su adversario – ¡Te demostraré los frutos de mi entrenamiento con
Shawn Stevenson!”
Algo cambió en aquel momento. El aura roja que le rodeaba comenzó
a volverse más intensa, llegando al punto de no llegar a verse el cuerpo del
caballero en sus extremidades. Sus manos y sus pies, ahora no eran más que una
silueta oculta tras aquel manto carmesí. No obstante, el resto de su cuerpo
todavía era completamente visible a través del velo rojizo.
“¿Qué…?” pensó Mesa al darse cuenta del cambio.
Pero antes de que pudiera continuar con sus pensamientos, el
caballero ya le había acertado con el puño en el estómago. Un segundo golpe se
aproximaba a su rostro, pero reaccionó a tiempo y pudo cubrirse con el
antebrazo. Mientras bloqueaba el ataque, se dio cuenta de que los puños del
caballero estaban más calientes que antes, ahora que ya no eran visibles en su
totalidad. También advirtió que desprendían un suave hilo de humo rojo que
antes tampoco estaba.
Mesa empezaba a albergar serias acerca de que aquel leve cambio de
aspecto en el caballero fuese gratuito, pero Fidel se lo aclaró rápidamente.
Rompió el forcejeo con un cabezazo en la frente de su adversario, al cual cogió
totalmente por sorpresa, y tras eso sacó su espada y empezó a darle espadazos a
gran velocidad.
“Su velocidad ha aumentado…” pensaba mientras evitaba tantos
cortes como podía. Sin embargo, no fue capaz de evitar que más de uno le
alcanzara.
Agobiado, finalmente se vio en la obligación de recurrir a lanzar
un grito con onda expansiva, obligando a retroceder al caballero, que ya se
tranquilizó un poco.
“Esto es extraño. Siento como si su fuerza se hubiera incrementado
de nuevo… Tal vez sean imaginaciones mías, pero es mejor asegurarse…”
Tocó un botón en la montura de sus gafas, y aquella pantalla verde
con símbolos amarillos volvió a hacer acto de presencia. Una silueta humana
rodeaba el cuerpo del caballero al verlo tras el cristal, mientras un pequeño
circulito daba vueltas a la derecha, calculando su poder. Finalmente, una nueva
cifra apareció en pantalla, y Mesa confirmó sus sospechas.
“Tal y como pensaba. Su fuerza ya no es el doble de la cantidad
base, ha subido al triple…”
“Parece que al fin… ¡Te has dado cuenta!” exclamó Fidel mientras
le propinaba un poderoso puñetazo en la cara que destruyó el cristal de sus
gafas, y con él, el dispositivo de análisis.
El golpe consiguió hacer caer al suelo a Mesa. Se levantó, pero su
sonrisa había desaparecido. Se quitó las gafas, o más bien, lo que quedaba de
ellas, y sacó una funda del bolsillo interior del traje, que contenía unas
gafas de repuesto, exactamente iguales a las que se acaban de romper.
“Esta es mi verdadera venganza, no sólo contra ti, sino contra
todos mis compañeros también, por creerme tan estúpido como venir aquí sin
saber a lo que me enfrentaba. Por pensar que por ser yo no podía vencer de
ninguna manera. Te presento la culminación de mi plan perfecto para acabar
contigo, Mesa, ¡la técnica final que aprendí de Shawn Stevenson!”
Los delirios de grandeza se habían apoderado del caballero. La
intensidad de su fuerza estaba comenzando a hacerle perder el control de sí
mismo. Sabía que debía terminar con esto cuanto antes, pero no podía dejar
escapar la oportunidad de saborear su momento de gloria, aunque ninguno de sus
compañeros estuviera ahí para verle.
“En efecto, esta técnica dobla la fuerza del usuario, a cambio de
un debilitamiento prolongado tras el combate. Pero la cosa no se queda ahí. La
técnica no puede finalizarse voluntariamente por la persona que la está
utilizando. Solamente puede detenerse de manera automática al terminar el
combate. Si el luchador no gana el combate con el doble de su fuerza y la
batalla se prolonga, al cabo de un rato, el multiplicador aumenta una unidad,
triplicando su poder, y si sigue sin ser suficiente, vuelve a aumentar, así una
y otra vez, hasta que gane el combate, o muera por los efectos secundarios de
la propia técnica, por eso se llama, ¡Mismo
Destino!
Hasta ahora nadie había conseguido aguantar un multiplicador
superior a dos. La técnica fuerza tu cuerpo al máximo, aumenta la velocidad a
la que circula la sangre, la intensidad con la que bombea tu corazón, tensa tus
músculos, fortifica tus huesos, agudiza tus sentidos, todo con tal de conseguir
el mayor daño posible. Evidentemente, eso supone una carga enorme para el
organismo, y cualquier persona ve como estalla su corazón o se desgarran sus
músculos con tan sólo un par de minutos con la técnica activada a la intensidad
más baja, pero yo, Fidel, caballero de la tierra, cuyo atributo es la
resistencia, soy capaz de aguantar más que nadie, ¡y resistiré lo que sea
necesario con tal de salir victorioso del combate!
Has estado todo el combate jugando conmigo, burlándote de mí, y
perdiendo el tiempo, pero yo ya contaba con ello, y ahora tu propia arrogancia
es la que me ha dado fuerzas para vencerte, ¡¡y será ella la que acabe
contigo!! ¡¡¡Has estado cavando tu propia tumba y ahora vas a morir de verdad!!!
¡¡¡¡Mesa!!!!”
1 comentarios:
jaja muy bueno, en efecto al meterme el otro día y justo tú cargar el siguiente capítulo, este me lo había saltado. Es un buen capítulo pero me hubiera gustado que la trama del combate hubiese avanzado más.
Tardabas tanto que he tenido que he aprovechado para llevar el traje (que aprovechar)
y recuerdo perfectamente que inmovilicé tus brazos con las rocas para que pudieras hacerlo”.(para que no pudieras)
¡Entonces ven aquí y continuemos el combate! ¡Veremos quién es el último queda en pie!”(que queda)
Mesa empezaba a albergar serias acerca de que aquel leve cambio (serias dudas)
por creerme tan estúpido como venir aquí sin saber a lo que me enfrentaba(como para venir)
Un saludo a todos.
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