domingo, 14 de abril de 2013

Episodio CLI

Nuevo capítulo lleno de revelaciones!

Tamaño: 7'5


Episodio CLI
J
onyo y el Caballero Negro se encontraban frente a frente en lo alto del acantilado. Blackron sonreía de una forma exagerada. Estaba eufórico y le temblaban las manos de excitación. Sostenía su espada negra con un entusiasmo inigualable, sin poder esperar el momento de lanzarse al ataque, y sin saberlo, la energía que desprendía su cuerpo inconscientemente estaba empezando a aumentar al acercarse el enfrentamiento inexorablemente.

No podía aguantar más, saltó hacia delante y se lanzó volando a ras de tierra contra el caballero, envuelto en un aura negra.

“¡Espera!”

Blackron paró en seco, y un instante después, ya se estaba preguntando por qué había hecho caso de las palabras de una persona a la que tenía intención de matar. Su espada estaba a escasos milímetros de alcanzar la garganta del caballero, y en su imaginación ya se estaba viendo su espada atravesando su cuello y saliendo por la nuca mientras la sangre se deslizaba por la hoja. Sin embargo, se había detenido, y todavía no estaba seguro de por qué.

“¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?”

“No. Simplemente… Quiero hablar”.

“¿Hablar? No tenemos nada de qué hablar. Tú quieres evitar nuestro combate”.

“Te equivocas Blackron. Hoy estoy aquí para enfrentarme a ti y derrotarte, pero antes de eso hay cosas que quiero preguntarte, y si no hablamos primero no lucharé” sentenció a la vez que clavaba su espada en el suelo en señal de tregua.

“¿Y a mí qué me importa? ¿Por qué debería hacerte caso?”

“Porque tú no quieres simplemente matarme. Primero quieres derrotarme y humillarme, demostrarme que has estado, estás, y seguirás estando por encima de mí en todos los aspectos, como solías hacer antes. Y si yo no me defiendo y simplemente me matas, tu venganza no será completa”.

El Caballero Negro dudó unos segundos, y terminó retirando su espada de la garganta del caballero, para después envainarla en señal de igualdad.

“Vamos… ¡Y que sea rápido!”

Jonyo sonrió, pero apenas le duró la alegría unos segundos. Enseguida se tuvo que poner serio otra vez. Sabía que lo que tenía que decir ahora era delicado y que iba a causar mucho dolor a ambos, pero aun así tenía que decirlo, tenía que preguntarlo, tenía que saber la verdad.

“¿Por qué mataste a Sandra?”

“¡¡¿De eso quieres hablar?!! ¿Pretendes hacerme perder el tiempo? ¿Por qué haces una pregunta cuya respuesta ya conoces? ¡Ya te lo dije aquel día cuando me vendiste a los maderos!”

“No te hagas el tonto. Eso ya lo sé. Lo que quiero saber es la verdadera razón”.

“Ya sabes la verdadera razón, Sandra me había dejado por ser negro. Era un ser despreciable que no merecía otra cosa que la muerte, y por eso fue castigada. En realidad te hice un favor acabando con ella, seguro que te habría terminado dejando a ti también”.

“Sandra sería todo lo que tú quieras, pero si de algo estoy seguro, es de que no era racista. Al fin y al cabo, fue mi novia durante varios años”.

“Jajaja – reía a carcajadas – ¿Estás diciendo que mentí? ¿Qué ensucié el nombre de mi propia raza por esa niñata? ¿Por qué iba a hacer algo así?”

“Por la sencilla razón de que el verdadero motivo era más humillante para ti que el que nos diste aquel día”.

La risa del Caballero Negro cesó de inmediato, pero no dijo nada. Ni corroboró ni desmintió las palabras del caballero.

“Voy a ser sincero. Yo ya sé la verdad, pero quiero escucharla de tus labios. Así que te doy la oportunidad de que me cuentes tu versión”.

Blackron continuó en silencio.

“Como quieras… Lo contaré yo. Sandra no te dejó por ser negro. ¡Te dejó porque nunca estuvo enamorada de ti!” exclamó señalando a su amigo con su dedo acusador.

El caballero pudo ver la reacción de Blackron al escuchar esas palabras, y se percató de que estaba en el buen camino.

“Hace muchos años, tú te fijaste en Sandra. Tu naturaleza salvaje te hizo lanzarte a por ella sin esperar un segundo y enseguida cayó rendida ante tu cuerpo musculoso y tu fina labia. Sin embargo, el amor fácil, fácil viene y fácil se va. A pesar de haberla camelado con facilidad, no pudiste despertar en ella un sentimiento verdadero que prolongara vuestra relación, y por eso terminó contigo. Ella no te dio todos los detalles que tú querías y eso provocó que durante mucho tiempo te torturases preguntándote cómo era posible que una chica hubiese escapado a tus encantos.

Pasó el tiempo, y con tu gran fuerza de voluntad, conseguiste superarlo. Sandra ya era el pasado para ti y disfrutabas liándote con una cada semana como hacía yo. Sin embargo, cuando ya habías conseguido dejar atrás tu frustración, Sandra empezó a salir conmigo. Eso volvió a despertar los fantasmas del pasado, y decidiste averiguar la verdad ahora que volvías a tenerla cerca.

El día que salimos, Sandra se emborrachó tal y como tú contaste. En ese momento viste tu oportunidad. Había pasado mucho tiempo, y sabías que ahora no tendría problema en contártelo, que lo interpretaría como una pregunta sin importancia, que no se daría cuenta de tus verdaderas intenciones.

Al fin obtuviste tu respuesta, pero te arrepentiste de haberla conseguido. Lo que te dijo Sandra no fue que tenía problemas con tu color de piel, sino que cuando estuvo contigo ya estaba enamorada de otra persona, de mí”.

“¡Ja! – Ya no pudo quedarse callado – ¡Es lo más absurdo que he oído en mi vida! Si eso fuese cierto, ¿por qué iba a haber esperado tanto tiempo para irse contigo desde que me dejó? Lo habría hecho y punto, pero no fue así porque su verdadero motivo era mi raza. Que terminase contigo no tuvo nada que ver, fue una casualidad”.

“No se fue conmigo por una razón muy lógica. Que estuviera enamorada no significa que fuese tonta. En aquellos tiempos, yo estaba en una época muy promiscua, me liaba con una cada finde sólo para poder presumir delante de ti. Me daban igual las mujeres y sus sentimientos, sólo pensaba en mí. Por muy enamorada que estuviese, ella sabía que una relación conmigo en ese momento era inviable. Además, a mí me molaban todas. Sandra no estaba nada mal, pero tampoco llamaba especialmente la atención, estoy seguro de que yo no habría dado nunca el primer paso para iniciar esa relación. Es por eso por lo que pasó tanto tiempo hasta que salimos. No me declaró sus sentimientos hasta que me volví un poco más centrado, y no fue hasta ese momento cuando supe apreciarla como es debido.

En resumen, el verdadero motivo por el que mataste a Sandra fue porque descubriste que te había dejado por mí, y eso suponía una cosa que tú no podías permitir. Tu primera derrota frente a mí, la perdida de tu título de amigo triunfador. Si eso salía a la luz, tu superioridad quedaría en entredicho. Te entró el miedo. Miedo porque eso sentara un precedente. Miedo porque yo empezara a superarte en todos los aspectos y al dejar de verte como a un triunfador, perdiera el interés en seguir tratando contigo. Por eso la mataste.

Pero te equivocaste, no eras superior porque me ganaras en todas las actividades deportivas, ni tampoco porque ligaras más que yo. Eras superior porque conseguías todo eso dando lo mejor de ti en cada momento. Eso era lo que más valoraba de ti y por lo que te admiraba. Me avergüenza saber que el hecho de que se hubiese ido con otra persona en vez de con tu mejor amigo habría evitado todo esto.

Ese día, vendiste tu honor a cambio de mantener tu estatus. No te diste cuenta de que no eras menos que yo por los caprichos de una pivita, la ira te cegó y planeaste tu asesinato, sin pararte a pensar que precisamente a través de ese acto te convertiste en un ser inferior, un monstruo sin sentimientos incapaz de medir la gravedad de sus actos. En el fondo no eras más que un joven que quería mantener su vida y sus amigos, que creía que un pequeño cambio podía suponer un giro completo de toda su existencia y, por lo que parece, tenías razón. La prueba es la situación en la que nos encontramos ahora”.

Jonyo terminó de hablar y los dos se quedaron callados durante un rato, pensando, recordando todo lo que les había llevado hasta hoy.

“¿Cómo sabes todo eso? – terminó rompiendo el silencio – ¿Os lo dijo Mesa, verdad?”

“No digas tonterías. Ella era mi novia y tú mi mejor amigo. Os conozco perfectamente a los dos. No necesito que ningún trajeado venga a decirme nada de vosotros. Pero ya que sacas el tema de Mesa, aprovecho para hacerte mi otra pregunta, y espero que esta vez colabores”.

“Ah… ¿Hay más?”

“Es sólo una cosa más. Has estado desaparecido durante varios años. Todo el mundo te daba por muerto, pero nunca encontraron tu cuerpo. El agente Swason coordinó varios comandos de búsqueda para hallar tu cadáver, registraron las aguas bajo el acantilado, los arrecifes, las costas de alrededor, todo… Lo sé porque varias veces me obligaron a ir con ellos para identificar el cuerpo en caso de hallarlo, pero eso nunca ocurrió. Quiero saber qué pasó entonces. Cómo te salvaste, cómo acabaste convirtiéndote en el Caballero Negro, todo…”

“¿Qué te hace pensar que voy a contarte eso?”

“Que tuviste la oportunidad de matar a Kevin, a Mireia, e incluso al propio Arturo pero no lo hiciste”.

“Ni tampoco al pijo de las gafas que iba con un perro negro, pero claro, eso no lo sabe” pensó Blackron.

“Finges seguir las órdenes que te imponen pero en realidad haces lo que te da la gana. Mataste a Seagram porque te daba igual y también nos importaba bastante poco a nosotros, pero nunca quisiste matar a nadie que estuviera realmente relacionado conmigo para que no interpretase que te cobrabas tu venganza con los demás. Me querías a mí y sólo a mí. Por encimar de conseguir tu objetivo, quieres conseguirlo de forma limpia, con tus propias reglas. Y la prueba final es que te has detenido cuando te lo he pedido, porque quieres luchar cuando yo también esté preparado, para que nadie pueda dudar de que tu victoria ha sido íntegramente mérito tuyo”.

“No dices más que tonterías… Está bien, te lo contaré, pero por otro motivo…”

El caballero del rayo puso toda su atención. El misterio que envolvía a la desaparición de su antiguo era uno de los temas que más le habían torturado en su interior en los últimos tiempos. Su reaparición le había causado tanta aflicción como su desaparición, y era el momento de descubrir lo que ocurrió aquel día.

“Ese día, cuando caí desde el barranco de Petoria, derrotado por ti por segunda vez, había abandonado toda esperanza de vivir. Mientras me precipitaba al vacío, pude ver tu imagen difuminándose cada vez más, mientras los escombros que caían conmigo me rodeaban poco a poco.

Me estrellé de lleno contra los arrecifes, tal y como habías deducido. El impacto fue tremendo, las rocas me rompieron los brazos, me partieron las piernas y me fracturaron la columna. Después, los escombros que venían conmigo también cayeron sobre mi cuerpo, causándome graves lesiones, golpeándome la cabeza con fuerza y llegaron incluso a romper el arrecife sobre el que aterricé, hundiéndome en el agua.

Sin embargo, su cuerpo atlético impidió que todos esos golpes me arrebatasen la vida. Ensangrentado, la corriente me arrastró brutalmente, haciéndome chocar contra todas las rocas, hasta que fui tragado por un remolino y acabé en el interior de una cueva submarina, escondida debajo de la isla”.

“Por eso nunca encontraron su cuerpo…” pensaba el caballero.

>>Mi cuerpo no respondía. Tan sólo pude dejarme llevar por la corriente, esperando el momento en que se me acabara el oxígeno y con ello mi existencia. Pero el destino volvió a decidir que no era mi momento de morir, y salí a una gruta en el interior de la cueva en la que había aire.

>>Mi situación no había mejorado mucho. Aunque podía respirar, no podía moverme, únicamente flotaba a la orilla de aquella gruta, envuelto en la oscuridad. La sangre de mis heridas escocía intensamente a causa de la sal del mar, y la sangre se deslizaba por mi cara enturbiándome la vista. El dolor era tan fuerte que terminé perdiendo el conocimiento, seguro que de jamás volvería a despertar.

>>Sin embargo, lo hice. Desperté en una cama fría y oscura, con el cuerpo envuelto en vendas y escayolas. En ese momento no lo sabía, pero Mesa había sido quien me recogió y me curó.

>>No tardó en aparecer. Me contó su vida, pero no le hice demasiado caso. Que si le habían echado de ser profesor o no sé qué, y por eso estaba viviendo en aquella gruta, alejado del mundo. También recuerdo algo extraño… Cuando contaba la historia, daba la sensación de que lo que narraba había ocurrido hace mucho, mucho tiempo. Más del de sus años de vida, muchos más.

>>Nunca le entendí perfectamente, pero me sobraba con saber que simplemente estaba cabreado por algo y se había retirado ahí a pensar. Como todavía no podía moverme, tenía que estar aguantándole contar sus batallitas, bebiendo pacharán y fumando puros todo el día, cuando lo que quería era largarme de allí lo antes posible.

>>Pasaron las horas, los días, y seguía sin poder moverme. Era demasiado tiempo como para que algo como una anestesia siguiera surtiendo efecto, así que empecé a temerme lo peor, así que finalmente tuve una conversación con él.

>>“Tu columna vertebral ha sido gravemente dañada – me dijo – No podrás volver a caminar nunca más. Tu cabeza es el único punto que puedes mover libremente”.

>>“No… – me negaba a aceptarlo – ¡Eso es imposible! ¡Este cuerpo es perfecto! He sobrevivido a la caída desde lo alto del precipicio, a la fuerza de las rocas y a la furia de las olas. Estoy entrenado para aguantar todo esto y mucho más, ¡soy el gran campeón de mi instituto! ¡Nadie me gana nunca en cualquier deporte!”

>>“¿Es eso cierto chico? ¿De verdad dominas todos los deportes?”

>>“Sí… Futbol, baloncesto, atletismo, natación, salto, volley, esgrima, tiro, tenis… Nadie puede hacerme frente. Tengo fuerza, velocidad, precisión, ¡todo! ¡Un golpecito en la espalda no va a poder acabar con todo eso!”

>>“¿Y tus habilidades intelectuales son igual de buenas?”

>>“Eso ya no lo llevo tan bien…”

>>“Lo imaginaba… Te voy a ser sincero… Esto…”

>>“Blackron. Mi nombre es Blackron”.

>>“Blackron… Me han ofrecido un nuevo puesto de trabajo hace poco, pero a pesar de la insistencia de la otra persona, he estado rechazándolo la proposición durante bastante tiempo. Después de que me echaran de profesor, pensé que jamás sería capaz de cumplir mi sueño… Pero ahora tú me has dado un poco de esperanza. Creo que eres la única persona que puede conseguirlo. Dime, ¿vendrías conmigo a cambio de llevarte a un sitio en el que puedan curarte completamente?”

>>“Si con eso consigo volver a andar y a moverme libremente, haré lo que sea. Tengo que volver ahí arriba a buscar a una persona”.

>>Accedí sin rechistar. En efecto, esa oferta de trabajo no era de profesor, sino para entrar la organización que lleva el Señor Oscuro. No sé qué quiere de Mesa, pero tampoco me importa.

>>Me llevaron en una silla de ruedas hasta una sala extraña, donde había una cápsula de cristal con forma de huevo. Abrieron la cápsula, y me metieron en ella. Un líquido verde azulado comenzó a inundar el interior, y antes de cerrarla de nuevo, me pusieron una mascarilla para que pudiera respirar. Aquel líquido me inundó por completo hasta llenar completamente la cápsula, y mientras estaba sumergido, escuché las palabras de Mesa.

>>“Ese líquido regenerará tus células, tu espina dorsal y tu sistema nervioso, otorgándote de nuevo la capacidad de andar. Normalmente lo usan para curar heridas, pero también sirve para esto; sin embargo, la regeneración conlleva mucho más tiempo. El líquido también te proporciona nutrientes, así que no tienes que salir de ahí hasta que te recuperes”.

>>Cerré los ojos y comenzó mi tratamiento, pero nunca imaginé que tardaría varios años en recuperarme. Fue una espera demasiado larga, pero funcionó.

El Caballero Negro sintió la necesidad de moverse tras contar aquella historia. Se miró las manos y comenzó a mover los dedos hasta cerrar el puño con fuerza. Tensó los brazos para marcar músculos, los cuales quedaban perfectamente definidos a través de su camiseta de tirantes ajustada, y terminó con unas sentadillas para calentar las piernas.

“Jamás lo diría delante de él, pero tengo que reconocer que ese cabrón me salvó algo más importante que la vida. Por eso accedí a ayudarle cuando desperté de mi letargo, a pesar de que lo que más ansiaba era acabar contigo. Le debía una, y hoy se la pagaré, a la vez que me cobraré tu vida”.

El caballero del rayo se había quedado sin palabras después de escuchar aquella historia. Claramente, él nunca hubiera imaginado algo así después de verle en plenas condiciones otra vez, tal y como le había conocido siempre.

“Si Mesa te lo había pedido, ¿por qué no mataste a todas esas personas que dejaste con vida?”

“Mesa nunca me pidió matar a nadie. Tan sólo me dijo que tenía que conseguir todas las esferas elementales para convertirme en la forma de vida perfecta, y para eso, como ya visteis, no es necesario matar a cada caballero.

El problema fue cuando la organización comenzó a encomendarme asesinatos aprovechando mi lealtad a Mesa. Tal vez él sí esté al servicio de la organización, pero yo sólo estaba al servicio de Mesa, por eso no los maté. Desgraciadamente, con el último tipo no tuve elección. Me estaban vigilando, porque ya estaban bastante mosqueados por haber dejado a la chica con vida. No me decían nada, pero yo sabía que lo sabían. Por eso tuve que matarle, para disimular”.

“Entiendo…”

“Pero todo eso ya se acabó. ¡Es la hora de la verdad! ¡Estoy aquí para recuperar no sólo mi superioridad, sino también para hacerte ver que soy un ser tan absolutamente poderoso que no podrás ni soñar alcanzar jamás! ¡Y para demostrártelo, cumpliré el sueño de ese idiota! ¡¡Seré el portador de todos los elementos oscuros y después los usaré para aplastarte como a un insecto!!”

“No lo entiendo… Si quieres tener todos los elementos antes de matarme, ¿por qué no has ido a por mis compañeros antes de enfrentarte a mí como hiciste cuando te apoderaste con los elementos del fuego, el agua y el viento?”

“¡Jajaja! No es necesario que los derrote yo. Con que los derrote o los mate alguien ya puedo extraer sus esferas elementales sin ningún problema. A estas alturas, Mesa ya se habrá encargado de tu amigo el tonto, y la teniente estará haciendo lo mismo con el caballero del hielo. Es una cuestión de tiempo. En realidad, ese fue el verdadero motivo por el que accedí a tener esta conversación contigo. En cualquier momento pueden llegar a mí los elementos del hielo y la tierra, y creo que no es necesario añadir que yo haré lo propio con el elemento restante”.

“Un momento, ¿y qué pasa con Gabriel? ¿No vas a hacerte con la rosa negra? Espera… La rosa negra, pero si eso ya…”

“Parece que te has dado cuenta tú mismo. Yo soy el único que puede utilizar los elementos oscuros, pero ese tipo ya tiene en su arsenal un ataque con rosas negras, ¿sabes lo que significa eso?”

“No estoy seguro, pero creo que me hago una idea… En cualquier caso, sigue siendo un caballero, ¿por qué no quieres hacerte también con sus poderes?”

“Su elemento tiene una naturaleza especial… Digamos que, en cierto modo, no puedo cogerlo”.

“¿Qué quieres decir? ¿Qué oculta exactamente?”

“Me temo que eso se lo tendrás que preguntar a él. Ahora, tú y yo tenemos un asunto pendiente. Mientras espero a que me traigan los elementos del hielo y la tierra, disfrutaré arrancándote el rayo de tus entrañas, y lo haré aunque tenga que dejarte agonizando primero. Tranquilo, no quiero matarte hasta que me apodere del poder todos los elementos oscuros”.

“No te preocupes, no será necesario, porque yo… ¡te entrego mi elemento voluntariamente!”


Curiosidades!!!


Exactamente tal y como se lo encuentra Mesa al final del episodio 65, cuando el Caballero Negro aparece por primera vez.

lunes, 1 de abril de 2013

Episodio CL

Seguimos tirando de borradores con un nuevo capítulo y un nuevo combate. Aunque esta vez del borrador he tirado poco, porque todo lo que tengo en el borrador es para partes más avanzadas del combate. Esta vez he tirado más de documentación de volumenes anteriores, y cada vez que lo hago me doy más cuenta de lo que molan Los Caballeros xD Y eso que los he escrito yo jaja, pero claro, lo que puse en 2006 pues ahora mismo no lo tengo muy claro. Cuando acabe quiero leerlo todo yo a ver que tal.

PD: Para más información sobre la escena que se relata en este capítulo, revisad el Episodio 60

Tamaño: 6'75


Episodio CL
E
l hombre encapuchado saludó tímidamente al caballero de la rosa. Gabriel supo inmediatamente de quien se trataba, sin embargo, no desenvainó su espada, ni se colocó en posición de combate. Se sentía relajado y despreocupado, a pesar de que se encontraba delante de uno de los oponentes más poderosos del lugar.

“Tú eres... El Capitán Lardo… Así que era cierto que seguías con vida”.

“Comandante. Ahora soy Coronel Lardo. He sido ascendido”.

“¿Ascendido? ¿Te meten una paliza de muerte y encima te ascienden? Me sorprende el criterio de tu jefe”.

“A mí me sorprende lo calmado que estás sabiendo lo que te aguarda”.

“¿Por qué nos habéis teletransportado?” ignoró la amenaza de Dayuri.

“Era lo justo. Vosotros elegisteis el oponente, así que nosotros hemos escogido el escenario. ¿Te gusta? Lo he elegido pensando expresamente en tus habilidades”.

El caballero de la rosa volvió a observar el bosque a su alrededor. Aparte de las plantas y los árboles llenos de hojas; ardillas, conejos y demás animales correteaban libremente, mientras las mariposas y las abejas disfrutaban del néctar de las flores, y los rayos del sol se abrían paso entre las ramas inundando la zona con su luz. El bosque estaba tan lleno de vida que parecía sacado de un cuento.

“No sé de qué estás hablando”.

“¿Sabes? Me alegro de que tus otros compañeros tuvieran objetivos concretos y te dejaran sólo para mí – Ahora era él el que ignoraba su comentario – Te seré sincero, en primer lugar prefería encargarme de Arturo para vengarme de la humillación que sufrí en Nexus, pero como no ha aparecido me he tenido que decantar por ti. Por cierto, ¿dónde está?”

“No lo sé – mintió, al igual que el caballero de la tierra a Mesa – Yo no me meto en los asuntos de los demás. Estará donde haya querido estar”.

“A eso me refería. En el fondo, me alegro de que las cosas hayan salido así, porque de haber venido, habría ido derecho a por él movido por la venganza, cuando tú eres un rival mucho más interesante”.

“Sigo sin saber de qué estás hablando”.

“La última vez estabas dispuesto a morir y a dejar morir a tus compañeros con tal de no utilizar tu verdadera fuerza. Que sepas que si hoy escoges el mismo camino el combate no durará mucho”.

“Yo no soy un asesino. Soy el único miembro del grupo que nunca ha matado a nadie. Entre Fidel y Jonyo acabaron Miss Jewel, pero Fidel ya tenía algún tanto apuntado de antes, según me han contado, Reik se cargó a Snape, y Arturo ya lleva más de uno en su historial. Sin embargo, como acabo de decir, yo nunca he acabado con la vida de ninguno de mis enemigos, y ahora no va a ser la excepción. Mis rosas producen diversos estados alterados y mi Senbonzakura provoca innumerables cortes pero siempre superficiales, para poder debilitar a mi contrincante sin tener que arrebatarle la vida. Ya vi a la muerte con mis propios ojos en aquella ocasión, y tuve suficiente para una vida”.

“No mientas. Usaste tu rosa blanca contra Duckman. Que tuvieses la suerte de que no muriera no significa que no le hubieses matado”.

“Ahora que no hay nadie delante, puedo decirte la verdad sobre aquel día. Todo eso de la rosa blanca fue un paripé. Como contenedores, las rosas no pueden almacenar material que supere su propia volumen. Una vez alcanzan su capacidad máxima, se llenan y dejan de absorber, como cualquier otro contenedor. Era del todo imposible que una sola rosa blanca robase toda la sangre de un cuerpo, pero sirvió para asustar a ese tonto.

Desde entonces siempre me he sentido culpable por engañar a todos en mi presentación, pero sé que no me habrían perdonado tener piedad con un enemigo que vino a quitarles la vida, por eso llegué incluso a utilizar una rosa blanca en mí mismo cuando Arturo necesitó una transfusión en Arcadia por tu culpa, para que todos vieran que eran inofensivas, pero nadie se dio cuenta nunca, así que yo también lo dejé pasar.

Es posible matar a alguien con rosas blancas, pero habría que clavar un montón en el cuerpo del objetivo para chuparle toda la sangre, o al menos, la necesaria para que cesen las funciones vitales”.

“Ya veo… ¡Entonces me centraré en sacarte tu arma más poderosa! Pero si no la usas… Ni siquiera podrás quitarme la capucha”.

“Mi arma más poderosa… ¡Es la poesía!”

Gabriel sacó un ramillete de rosas de varios colores con una mano, y con la otra, agarró aquellas que eran de color rojo y las lanzó contra su adversario.

“¡¿Rosas rojas normales sin ningún poder especial?! – Exclamó mientras se llevaba la mano al interior de la túnica – ¿Te burlas de mí?”

Lardo desenfundó por debajo de la túnica y, de un espadazo horizontal, cortó las rosas rojas, que cayeron al suelo mientras sus pétalos, arrancados por la energía cinética de la espada al pasar, revoloteaban por el aire. Después trató de moverse para iniciar su ofensiva, pero descubrió que tenía clavadas dos rosas amarillas en los pies, de las cuales no se había percatado.

“Lo tenía todo calculado… Primero me ha lanzado esas rosas inútiles para que me las quitara de encima. Al desgarrarlas con la espada, los pétalos se han esparcido delante de mí, bloqueando parcialmente mi área de visión, y ha utilizado esos puntos muertos a través de los pétalos para clavarme estas rosas amarillas en los pies sin que me diese cuenta”.

Gabriel no había perdido el tiempo. Ya se estaba desplazando hasta su contrincante, armado con su espada. Sus movimientos eran tan suaves y fluidos que parecía una flor más en el bosque. Las hojas de los árboles se movían al son de sus pasos, los pétalos de rosa, todavía en el aire, bailaban alrededor de su caballero y las flores se giraban hacía él como si fuera el mismo sol.

Dayuri descubrió que, a pesar de que no podía mover las piernas, sus brazos todavía respondían. El efecto de las rosas amarillas paralizantes aún no le había invadido por completo. De un espadazo, cortó el tallo de las rosas y en un instante recobró la movilidad.

La espada del caballero de la rosa ya se encontraba demasiado cerca como para esquivarla, pero aunque hubiera podido, él habría preferido enfrentarse directamente a su oponente. Veía la maniobra de esquiva como un signo de debilidad, un acto de cobardía, una mancha para su orgullo, y saber que Gabriel le había quitado la posibilidad de optar por ella en esa escaramuza le puso muy contento.

El caballero de la rosa venía con la espada de frente, pretendiendo dar una estocada, así que Dayuri no podía simplemente bloquearlo. En su lugar, puso su espada en vertical en medio de la trayectoria del ataque del caballero, y al llegar, se produjo una fricción entre ambas hojas según avanzaba la espada de Gabriel. Ahora que ya había contacto, el ahora Coronel Lardo pudo empujar hacia un lado el arma de su oponente, dejándole completamente desprotegido.

Pese a que Dayuri pretendía desarmar al caballero de la rosa arrojando su espada al suelo, Gabriel la agarró con fuerza y evitó que se desprendiera de su mano. No obstante, no pudo hacer nada para evitar el contraataque de Lardo, que le rajó de arriba abajo con aquella espada mellada y mugrienta.

El caballero sentía más una sierra desgarrándole el pecho que una espada cortándole. Pequeños trozos de carne salieron disparados y un chorro de sangre bañó la túnica que cubría al Coronel Lardo.

Gabriel cayó al suelo sollozando. Su espalda dio un golpe seco contra la tierra y rápidamente, los animales corrieron a esconderse al ver a su protector derrotado. Lardo se aproximó a él caminando lentamente.

“Parece que esto es todo. Te mueves muy bien, pero en tu estado no tienes nada que hacer contra mí. Te niegas a mostrarme tu esencia, que es la única manera de salvar tu vida, pero con un único ataque ya has quedado fuera de combate. Aunque lo usaras ahora, de poco te serviría. Me decepcionas otra vez, caballero. Parece que tendré que ir tras el caballero del fuego para disfrutar de un combate digno”.

El caballero de la rosa sonrió y sacó una rosa verde de la manga. Dayuri adivinó sus intenciones nada más ver la rosa y trató de detenerle, pero no le dio tiempo. Gabriel clavó la rosa en su propio cuerpo y la herida comenzó a curarse rápidamente, permitiéndole ponerse de nuevo de pie.

“Por suerte Peter me ayudó a crear unas cuentas rosas curativas con su poder antes de morir. Si lo llego a saber hago muchas más… – pensó mientras se levantaba – Todavía me quedan unas cuantas, pero no deja de ser un parche temporal… No aguantaré así mucho tiempo”.

“Así que tienes rosas imbuidas con el poder curativo de Peter… Me alegro. Así podré jugar contigo un poco más. Pero ten cuidado, utilízalas bien, que ya no puedes hacer nuevas”.

“¡Cállate! ¡Es culpa tuya! ¡Tú lo sabías! Seguro que se lo dijiste a Mesa y por eso Peter ahora está muerto”.

“Piensa bien lo que dices. Yo sabía eso desde el principio y nunca dije nada, ¿por qué iba a hacerlo ahora? Fue culpa vuestra, Mesa vio a Peter usar sus poderes por las cámaras de vigilancia cuando os acercasteis a la isla. Yo no tuve nada que ver”.

“No te creo. Mesa es tu compañero, ¿por qué no ibas a poder habérselo contado?”

“Creo que nuestros conceptos de compañero difieren en gran medida. Si yo le hubiese contado eso a Mesa, habría matado a Peter mucho antes, por eso no se lo conté. Iba en mi contra. Yo no pongo por delante los intereses de otro frente a los míos”.

“¿Y qué ganas tú estando Peter con vida?”

“¿No es evidente? Peter servía para curaros. Mientras estuviera con vida, podía destrozaros una y otra vez sin preocuparme, y estar seguro de que volveríais a por más. Me divertí mucho con vosotros, primero en Arcadia, después en Nexus… Pero ahora eso se acabó. Si no tengo cuidado, podría heriros de gravedad. Sin alguien para curaros moriríais sin remedio, y yo perdería un caballero con el que divertirme. Esa es la razón por la que nunca le dije nada a Mesa”.

“No lo entiendo… Pensaba que todos los miembros de la organización perseguíais el mismo objetivo y que eso era lo que os unía”.

“Vuelves a equivocarte, caballero. Todos los miembros estamos dentro por el simple hecho de que pertenecer a la organización nos facilita alcanzar nuestros propios objetivos. Mesa tiene esa ridícula de meta de lograr el estudiante perfecto, ¿de verdad crees que yo tengo un fin tan estúpido? Mis instintos son mucho más… salvajes”.

“¿Y qué es lo que quieres tú?”

“Lo único que quiero es luchar sin cesar. Combatir hasta morir cortado, y que mi vida expire antes de que mi cuerpo toque el suelo”.

“Entiendo. Por eso no le dijiste nada a Mesa… Podría haber eliminado a alguien que pudiese ayudarte a cumplir tu objetivo. Pero siento tener que decirte una vez más, que conmigo no encontrarás eso. No me importa quién seas ni lo que hayas hecho, ¡no te mataré! ¡Y nada de lo que digas podrá hacerme cambiar de opinión!”

“Dejando a un lado el hecho de que puedas matarme, ya sabes lo que busco de ti. Quiero ver tu auténtica fuerza, tu esencia pura. Como no me la has enseñado, no puedo hacerme una idea de su alcance, pero no creo que aun usándola fueses capaz de matarme si el caballero del fuego en su forma de SuperGuerrero no fue capaz de hacerlo”.

“No me interesa saber si soy capaz de matarte o no, ¡pero voy a empezar quitándote esa túnica!”

Ahora fue el caballero quien inició la ofensiva y se lanzó contra su adversario. Mientras avanzaba, echó un vistazo a las rosas que llevaba encima, poniendo especial atención en una de ellas.

“Tengo rosas rojas, blancas, púrpuras, verdes, turquesa, amarillas, negras… Es curioso, nunca he tenido rosas azules. También tengo… – Su mirada se detuvo al descubrir una rosa de color rosa entre todo el ramo – ¿Una rosa original? No puede ser, si esas son las… ¿De dónde habrá…? – En ese momento lo recordó todo – ¡Ya me acuerdo! ¡Se trata de esa rosa! ¡Con esto tal vez lo consiga!” exclamó y lanzó una oleada de rosas blancas contra su adversario.

“¿Una tanda de rosas blancas? ¿Continúas riéndote de mí?”

Dayuri no se molestó en esquivarlas. Sabía que iban a extraerle una mínima cantidad de sangre que no iba a afectar a su rendimiento, así que no malgastó sus energías en un ataque así.

En efecto, las rosas blancas atravesaron la túnica y se fueron clavando en su cuerpo, extrayendo sangre del cuerpo del Coronel hasta que sus pétalos se teñían completamente de rojo, para después desprenderse por su propio peso. Ni la velocidad ni la fuerza de Lardo estaban cambiando en absoluto.

“¡Ahora!” pensó Gabriel cuando su enemigo se estaba acercando demasiado.

El caballero lanzó la rosa de color de rosa camuflada entre las rosas blancas, esperando que al ser también de un color claro, su adversario no la distinguiese.

Sin embargo, había utilizado el mismo truco contra Duckman para clavarle la rosa blanca, y Dayuri conocía los detalles. Sumado a su buena vista, no le fue difícil descubrir la rosa oculta entre la multitud. No se sorprendió de ver una rosa escondida para tratar de engañarle como hizo con Duckman, pero sí se sorprendió al ver su color.

“Esto no tiene sentido… Está claro que quiere alcanzarme con esa rosa, pero es una rosa de color rosa, sin ningún efecto. Entendería que quisiera dormirme con una rosa turquesa, paralizarme con una amarilla o atravesarme con una rosa negra, pero lanzarme una rosa original sin ningún poder más que las espinas del tallo no tiene ningún sentido. ¿Será una trampa para ver si me atrevo a dejar que me la clave? Poco importa, porque no me voy a arriesgar”.

Levantó su espada y cortó la rosa en pedacitos con varios espadazos para asegurarse. Un instante después, cuando los trozos de los pétalos estaban aún en el aire, comenzó a salir un extraño gas rosa del interior de los pétalos hasta que se volvieron blancos.

“¿Qué es esto? ¡Pero si era una rosa original!”

 “Te equivocas. Y no te culpo, pues es un error muy común. Como tú mismo habrás deducido, mis rosas originales no tienen ningún efecto añadido porque efectivamente son originales, y todas las demás tienen un poder adicional. Sin embargo, el color original de una rosa no es el rosa, ¡sino el rojo! Las rosas no se llaman rosas por ser de ese color, sino el color se llama así por ser abundante en la flor aunque no sea el original. Tenía miedo de que lo descubrieras porque antes te tiré auténticas rosas rojas originales, pero al igual que a todos, te ha engañado tu propia semántica”.

“De todas formas, he destruido la rosa, ¿por qué se ha liberado su efecto?”

“Los efectos siempre se liberan al destruir la rosa. Aunque clavarla sea la manera más efectiva de realizar mis ataques, cuando rompes un contenedor, lo que guarda en su interior sale fuera, ¿verdad? En el caso de mi rosa turquesa, que lleva un líquido, si se rompe, el somnífero cae al suelo y pierde toda su utilidad. Si hablamos de mi rosa verde, que está llena del poder de Peter, si se rompe ejecuta la técnica curativa del mismo modo que cuando se clava, pero al estar alejada de la herida a sanar, también pierde toda su efectividad, y lo mismo pasa con la rosa amarilla, al sacar la electricidad estática al exterior, si no alcanza a nada, se pierde. Pero esa rosa de color rosa tenía almacenado un gas. Los gases se dispersan por el aire con rapidez, con que lo inhalases era suficiente. Daba igual que la cortaras o que se te clavara, su efecto estaba asegurado”.

“Entonces, ¿para qué te has molestado tanto para ocultarla entre las rosas blancas? Con lanzármela directamente habría bastado”.

“No. Corría el riesgo de que simplemente la esquivaras. De haberlo hecho, entonces sí que habrías arruinado mi estrategia. Colocarte en una situación de presión en la que hubiese tantos proyectiles que no pudieras evitar todos era la mejor opción para garantizar mi éxito”.

“¿Pero qué es este gas? – Tenía sus sospechas de que era dañino, y trató de alejarse de él, pero había inhalado un poco y le había resultado agradable, así que empezó a inspirar más y más, dejándose llevar – Huele como a… mujer”.

“Exactamente. Es una rosa muy especial. Sólo tenía una y además es imposible volver a crearla, por eso no me podía permitir el lujo de fallar. La conseguí en Arcadia, cuando estábamos enfrentándonos a Miss Jewel. La habíamos encerrado en una barrera con nosotros dentro para evitar que escapara, y trató de defenderse usando una técnica llamada Eau de Toilette[1]. En ese momento, yo utilicé una rosa blanca para absorber su efecto e impedir que nos atrapara”.

“Ah sí… Lo recuerdo. Yo rompí después esa barrera. Era muy débil”.

“¡Era una barrera doble que bloqueaba tanto salida como entrada! – Defendió el caballero a su compañero difunto – Ese tipo de barrera gasta mucha más energía y además es menos eficiente al tener que volcar energía en dos direcciones opuestas. ¿Recuerdas también los efectos del Eau de Toilette?”

“¿Oler bien? Yo que sé…”

“El Eau de Toilette era una técnica que utilizaba Miss Jewel para someter a sus víctimas antes de lavarles el cerebro. El perfume se introduce por las fosas nasales, viaja hacia sus pulmones y de allí pasa al sistema circulatorio, invadiendo así el resto del cuerpo. Provoca que el organismo segregue endorfinas, la persona se siente tranquila, anula su predisposición a la violencia, calma sus deseos de destrucción, templa su espíritu y elimina sus ansias, terminando en un trance de extremo placer en el que el sujeto fantasea despierto, perdiendo todo contacto con la realidad. Para ti, que te gustan las mujeres incluso más que a mí, es la técnica perfecta”.

Gabriel se dio cuenta de que estaba hablando solo. El Coronel Lardo no había sido capaz de escuchar sus últimas líneas. Se encontraba sumido en sus fantasías sexuales, que eran tan prohibidas e impronunciables que de conocerlas, ninguna mujer se acercaría jamás a él.

La charla había servido para dar tiempo a que el Eau de Toilette terminara de disiparse, y no afectara así al caballero de la rosa al acercarse. Ya no quedaban resquicios del perfume en el aire, y tenía libre para continuar su estrategia

“Ahora… – susurraba mientras se acercaba caminando a su adversario, espada en mano – Aunque no puedas oírme, permanece tranquilo, porque no te mataré”.



[1] Eau de Toilette = Colonia (lit: Agua de Baño)

Curiosidades!!!


El arte de combatir con rosas pertenece al Caballero de Piscis en Caballeros del Zodiaco, aunque sólo son suyas las rosas rojas, blancas y negras. Las otras me las he inventado yo :P