PD: No sé si me he licenciado o no, porque estos cabrones ya hasta te dicen en tu cara que ellos no corrigen en Navidad, que las vacaciones son para disfrutarlas, así que a ver si para el próximo capítulo ya lo sé.
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Episodio CXLVI
A
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lineados
en proa, con la vista al frente, el elenco de caballeros avanzaba a
contraviento hacia su objetivo final. Al fondo, la isla ya no era un punto en
el horizonte. Había tomado forma y podían distinguir perfectamente su posición,
su extensión, su flora y fauna, y la ubicación del castillo de la Fiera Deidad.
A pesar de los últimos acontecimientos, al ver en primera persona el lugar de
su última batalla, todas las cosas de las que tenían que hablar quedaron de
lado.
“Pues
es una isla normal y corriente – comentó Gabriel al verla – Me esperaba otra
cosa”.
“¿Qué
te esperabas exactamente? – Preguntó Peter – Si se puede saber, claro…”
“Pues
no sé, lo típico… Un paraje inhóspito con tierra muerta, árboles secos, cuervos
revoloteando por doquier, un castillo tenebroso rodeado de nubes negras por las
que no pasa ni la luz de la luna, sacudido de forma perpetua por la lluvia y
los rayos, cuyo reflejo es la única luz que te permite, sólo durante un
instante, admirar la inmensidad de la obra arquitectónica que pretendes
conquistar, mientras en la cima de la torre más alta del lugar, tu enemigo
final te espera, riendo a carcajadas que se transmiten a través del eco de la
noche…”
Después
de aquellas vibrantes declaraciones sobre sus expectativas, se hizo un silencio
incómodo durante unos segundos.
“Deberías
dejar la poesía – dijo Reik – Te está afectando al cerebro”.
“Pues
no has dado ni una – dijo Peter, tratando de restar importancia al comentario
de su compañero – Está a punto de amanecer, el cielo está despejado, hay
numerosos árboles llenos de hojas y no se ve a nadie asomando en el castillo”.
“Da
igual que no se vea a nadie – dijo Fidel – Seguramente ellos ya saben que
estamos aquí. De un momento a otro nos darán la bienvenida”.
“Entonces
planifiquemos la estrategia cuanto antes – opinó Jonyo – ¡Yo voy a por
Blackron!”
“¡Mesa
para mí! Y el viejo me acompaña” dijo Fidel.
“La
teniente es mía” dijo Reik mientras daba una calada a un cigarro recién
encendido.
“Pues
nada, yo me tendré que conformar con el Capitán Lardo – se conformó Gabriel –
Que remedio…”
“¿Pero
no estaba muerto? – Preguntó Fidel – Se lo cargó Arturo, ¿no?”
“Nadie
vio su cadáver – contestó Jonyo – Además, estamos hablando de un tío que nunca
se cubre, siempre va de frente y aguanta todo lo que le eches con tal de tener
más oportunidades de alcanzarte con esa mugrienta espada suya, así que no creo
que haya muerto, su cuerpo estaba preparado para soportar todo ese daño. Habrá
salido herido de gravedad, pero seguro que todavía sigue con vida”.
“A
las malas, si murió, pues eso que te ahorras – le dijo Reik – Puedes ir
directamente a por el Señor Oscuro”.
“Pues
eso no es justo, el Señor Oscuro debería ser para el primero que acabe su
combate – dijo Fidel – Si no que gracia tiene…”
“Tranquilo,
ya te digo yo que Lardo está vivo” insistió el caballero del rayo – y después
se dirigió a Fidel – No es por desconfiar pero, ¿tienes algún plan para
derrotar a Mesa? ¿O vas a la aventura?”
“Tengo
un par de ases en la manga que aprendí de Shawn, al igual que tenía guardada la
técnica con la que vencí a Arturo, pero con un adversario como Mesa, soy
consciente de que cualquier estrategia, cual técnica, cualquier ataque es
insuficiente para asegurarse la victoria – después de decir todo eso,
sorprendentemente, sonrió – Así que espero tener también un poco de suerte,
jeje”.
“¿Y
yo qué hago? – Preguntó Peter – Por un lado, si os acompaño podré curaros en
caso de que os hieran, pero también es cierto que estaréis cada uno en un
sitio, sólo podría acompañar a una persona, y podría ser una carga para ella,
su enemigo podría aprovecharse de mi para sacar ventaja del combate”.
“Quédate
aquí – le sugirió el caballero del hielo – Es cierto que serías una carga, y
tampoco le gustaría a ninguno de nosotros tener ventaja en el combate sobre los
demás”.
“Pero…
¿y si por quedarme alguno muere porque no estaba donde tenía que estar? No
podría vivir con eso…”
“También
puede pasar aunque vengas. Ya ha quedado claro que no puedes estar con todos,
sólo con uno, y si eliges mal, a esa persona le va bien el combate, y hay otra
que de haber estado se hubiese salvado será casi peor el remordimiento. Todos
sabemos a lo que hemos venido, los riesgos, y las recompensas. Quédate aquí,
tampoco habrá nadie para salvarles a ellos”.
“Está
bien… Cuidaré del barco”.
“Antes
de ir… – interrumpió Fidel – Me gustaría decir una cosa”.
“Si
quieres darnos las gracias – le saltó Gabriel antes de que pudiera decir nada –
Ahórrate tu palabrería, y gana el combate, sobrevive, para que podamos ir todos
juntos a recoger a Arturo. Ahora mismo, la mejor forma que tienes de
agradecérselo es demostrarle que no tenía razón, y nosotros demostraremos que
no necesitamos de su fuerza para ganar”.
“Está
bien, ¡quedamos a la vuelta!”
En
el interior del castillo de la Fiera Deidad, empezaron a sonar todas las
alarmas, alertando la llegada de los intrusos. Mesa estaba sentado cómodamente
en un sillón, con una copa de pacharán en la mano, cuando aquel ensordecedor
ruido perturbó su calma.
“Ya
están aquí…”
Salió
de la sala, y al cruzar la puerta se encontró con Blackron en el pasillo,
envuelto en una sensación que mezclaba la euforia y la ira.
“¡¡Al
fin!! ¡¡Hoy acabaré con Jonyo con mis propias manos!! ¡¡Voy a por él ahora
mismo!!”
“Adelante,
Blackron, puedes ir a por Jonyo si quieres, pero recuerda que tu misión todavía
no ha terminado. Si quieres empezar ya el combate hazlo, pero no le mates
rápido, debes esperar a que la teniente robe los poderes del caballero del
hielo y yo haga lo mismo con los del caballero de la tierra. Una vez hecho, te
mandaremos las esferas y alcanzarás tu forma perfecta, convirtiéndote en el ser
más poderoso que existe. Dominarás todas las artes, tendrás todas las
cualidades, serás el estudiante perfecto que tanto busqué entre las aulas, y
podrás utilizar todo ese poder para culminar tu venganza contra Jonyo”.
“Como
quieras, jugaré un rato con él, pero no tardéis mucho o no puedo prometer que
lo mantenga con vida”.
El
Caballero Negro se marchó, y Mesa siguió caminando en la dirección contraria,
sonriendo levemente por fuera, pero regocijándose por dentro al ver tan cerca
la consecución de su objetivo. Estuvo avanzando por el castillo durante unos
minutos, haciendo caso omiso de las alarmas que se escuchaban por el lugar.
Finalmente, entró en una habitación oscura, pulsó un botón, y una decena de
monitores se encendieron uno a uno, mostrando diferentes partes de la isla.
“Muy
bien, vamos a ver…”
Con
la luz que emitían las pantallas, podía verse un teclado y una silla de
oficina. Mesa se sentó y comenzó a introducir comando en el teclado. Las vistas
de la cámara fueron cambiando, hasta que encontró el barco de los caballeros en
el mar, acercándose directamente.
“Eso
es, con mucho sigilo” ironizó.
Introdujo
nuevos comandos, y ahora las cámaras apuntaban todas al barco, desde diferentes
perspectivas y distancias. Tenía un plano general de la posición de cada uno de
los caballeros, un primer plano del barco por delante y varios monitores
mostrando zonas sin nadie, como la cubierta, el puesto de vigilancia o el
timón, para poder tener detalle de cualquier posible movimiento de los
caballeros. En uno de esos monitores que se supone debía estar vació, encontró
la figura de su viejo amigo Shinkan Mario.
“Mario…
Le han traído con ellos… – la imagen de su viejo compañero se reflejó en el
cristal de sus gafas – ¿Así que queréis jugar? Pues empecemos, pero espero que
recordéis que cuando uno juega con los mayores… ¡pierde!”
El
barco de los caballeros continuaba avanzando hacia la isla, cuando de pronto,
una sensación de presión les invadió a todos de repente.
“¡¿Qué
es esto?!” exclamó Fidel.
“Ya
nos habían hablado de ello – dijo Jonyo – Es el resultado de concentrar la
energía de Mesa, Blackron, Lardo, Jezabel y el Señor Oscuro en el mismo sitio…
Parece increíble, con lo poderosos que somos ahora, y aun así consiguen que su
energía nos afecte”.
“Parece
que tenían razón con lo de volar – comentó Gabriel – No creo que pudiera
mantenerme en el aire durante mucho tiempo con tanta presión”.
“Es
como si tuviera la punta de un cuchillo delante de los ojos, y al menor
movimiento me fuesen a apuñalar, como si una soga recubriera mi cuello y fuese
apretando poco a poco” contaba Fidel.
“Venga,
no le echéis cuento – les criticó Reik – Hace falta más que un poco de presión
para asustarnos. Esto no es nada comparado con lo que hemos pasado otras
veces”.
“Yo
apenas puedo mantenerme en pie – dijo Peter – ¿Cómo está usted, Mario?”
El
anciano se encontraba con una rodilla apoyada en el suelo, haciendo un titánico
esfuerzo por no caer al suelo, con una mano en el corazón y la cara colorada de
tanto ahínco. Jonyo y Gabriel corrieron hacia él, pero el anciano extendió el
brazo para pedirles que se detengan.
“No
os preocupéis por mí – dijo el anciano con el brazo extendido – Podré con esto.
Venir aquí fue decisión mía, y sabía que tendría ciertas dificultades. Si en
algún momento me convierto en una carga para vosotros, entonces, abandonadme
sin dudarlo un instante”.
“Pero
como vamos a…”
“Ahora
no, Gabriel – le dijo Fidel – Mira, parece que ya nos van a dar la bienvenida”.
Todos
miraron hacia delante. Los cañones que estaban encima de cada una de las torres
del castillo comenzaron a girar, para terminar apuntando todos hacia el barco
de los caballeros. En la sala de observación, Mesa esperaba el momento oportuno
para abrir fuego.
“Ya
están lo suficientemente cerca, es el momento – pensó y pulsó un botón - ¡Fuego!
¡¡Fuego!!”
Todos
los cañones dispararon a la vez, estrellándose la mayoría de las balas en el
agua, muy cerca del barco, creando unas enormes columnas de agua al estallar.
Las explosiones, a pesar de ser en el agua, tenían un fuerte poder destructivo,
y eran capaces de alterar la marea,
agitando y tambaleando el barco con mucha violencia, y dificultando su control.
“¡Pues
sí! ¡Va a ser que ya nos han visto! – Exclamó Jonyo después de que la cayera un
montón de agua encima, resultante de una de las explosiones cercanas – ¡Nos van a dar en cualquier momento!”
Una
de las balas iba directa a la cubierta, pero Reik la vio a tiempo, saltó, y la
desvió al mar de una patada.
“¡¿Qué
coño hacéis?! ¡¡Siguen llegando proyectiles!! ¡¡Ayudadme a contrarrestarlos!!”
El
ataque continuaba, y cada vez más balas amenazaban con impactar contra el
barco. Entre los cuatro caballeros estaban siendo capaces de desviarlas todas,
pero el número de balas que llegaban se hacía cada vez más grande, haciendo
imposible mantener esa situación.
“A
este paso nos hunden – dijo Gabriel – ¡Peter, haz una barrera!”
“Ya
voy…”
El
presidente ya tenía la idea en la cabeza, pero todavía no había sido capaz de
llegar al mascarón de proa por culpa de la presión. Estaba ya muy cerca, pero empezaban
a fallarle las fuerzas y no podía dar un paso más. Iba a caer al suelo, cuando
el viejo sacerdote le agarró y le ayudó a seguir adelante.
“No
te rindas, hijo – le dijo – Todos dependen de ti”.
Estaban
a un paso de pisar el mascarón, cuando una bala que ninguno de los caballeros
pudo desviar impactó de lleno en el mascarón, destruyéndolo completamente. La
onda expansiva tiró al suelo a los dos, y la humareda que siguió a la explosión
les cubrió completamente, haciendo imposible que los caballeros supieran donde
estaban.
“¡¡Tocado!!”
exclamó Mesa desde la sala.
Viendo
la gravedad de la situación, el caballero del hielo dejó por un momento de desviar
proyectiles, voló hasta la proa y utilizó el agua del mar para crear un muro de
hielo delante del barco.
“¡¡Esto
no aguantará mucho tiempo!! ¡¡Rápido, rescatad a Peter!!”
“¡¿Y
dónde coño está?! – Se quejó Jonyo – Toda la cubierta superior está llena de
humo”.
“Si
Verónica estuviera aquí podría disiparlo en un momento” dijo Fidel.
“Bueno,
pero no está – le dijo el caballero del hielo – Así que habrá que apañárselas
como podamos”.
Las
balas de cañón estaban impactando todas sobre el muro de hielo de Reik, reventándolo
y destruyéndolo poco a poco. A pesar de que el caballero lo había hecho de más
de un metro de grosor, tan sólo era cuestión de tiempo que terminara cediendo.
“¡¡Cuidado
Reik!!” le gritó el caballero de la rosa.
Una
bala terminó por hacerse paso a través del muro de hielo, impactando del lleno
sobre el caballero, que se estrelló contra la cubierta, atravesándola y
terminando bajo los barriles de la bodega. Aunque no le causó mucho daño, si
fue suficiente, junto a la presión de la energía, para derribarle y dejarle
fuera de combate durante unos minutos.
“¡Mierda!
– Exclamó Jonyo – ¡Ahora somos uno menos para proteger el barco!”
Los
proyectiles terminaron de destrozar el muro de hielo, repartiendo los cristales
helados por el mar y distintas partes del barco. Entre Jonyo, Gabriel y Fidel
hicieron lo que pudieron por proteger el navío, pero inevitablemente un nuevo
proyectil alcanzó su objetivo, estallando contra uno de los mástiles. La
explosión lo incendió por completo, y aunque no logró partirlo del todo,
consiguió que empezara a tambalearse, mientras el fuego se propagaba hacia
arriba, comenzando a consumir las velas.
“¡Oh,
no! – gritó Gabriel al ver el fuego – Ahora sí que tenemos un problema”.
“Si
Isabel estuviera aquí, lo apagaría enseguida” volvió a comentar Fidel.
“Bueno,
pero no está, ¡Jonyo! ¡Termina de romper el mástil y arrójalo al mar!”
“¿El…
el mástil? ¿Estás seguro? Pero si es una parte importante del barco, ¿no es
peligroso?”
“¡Todavía
nos quedan otros dos mástiles con velas, pero si no tiramos ese, el fuego se
extenderá por todo el barco y terminará por hundirlo! ¡Y si eso ocurre, no
podremos llegar a la costa volando! ¡Moriremos todos ahogados!”
La
explicación del caballero de la rosa fue más que suficiente para convencer a su
compañero, que dio una patada al mástil para terminar de partirlo, y lo arrojó
sin pensárselo dos veces al mar. Sin embargo, aunque estaba en el agua, las
llamas eran tan intensas que no se apagaron por completo.
“¡Jajaja!
– Reía Mesa desde aquel oscuro despacho – ¡Ya están acabados!”
La
sonrisa de Mesa se esfumó cuando vio salir de la nube de humo a su antiguo
compañero, cargando con Peter a cuestas, y volviendo a llevarle hasta el
extremo del barco.
“¡¡No
importa que no haya mascarón!! – Le dijo – ¡Hazlo desde aquí!”
“Muchas
gracias, Mario – Peter se puso en pie. La presión de la energía de la isla todavía
estaba muy presente en su cuerpo, pero esta vez su voluntad fue mayor que la
fuerza que intentaba retenerlo, y extendió los dos brazos para crear la barrera
- ¡¡Crystal Wall!!”
Una
barrera de energía cubrió el barco de un instante, y todas las balas de cañón que
llegaron se detuvieron en la barrera durante unos segundos, para después
regresar por donde habían venido, impactando contra los respectivos cañones que
habían lanzado cada, destruyéndolos sin remedio. Cuando Peter vio los cañones
reventando a lo lejos, inmediatamente cayó al suelo rendido.
“Ha
estado cerca…” suspiró Fidel.
“Habría
estado mejor si hubieras ayudado más en vez de acordarte tanto de los que ya no
están aquí” le criticó Gabriel.
“¡¿Ya
te estás metiendo conmigo otra vez!? ¡¿Me tienes manía o qué?!”
“Será
mejor que dejéis de discutir – les detuvo Jonyo – El ataque de Peter no ha sido
del todo efectivo, echad un vistazo”.
Todos
miraron hacia el castillo de la Fiera Deidad de nuevo. Todos los cañones
estaban en llamas, todos menos uno, el que se alzaba en la cima de la torre
central del castillo, y era un poco más grande que los demás.
“¿Lo
veis? Esto no ha terminado, Peter ha fallado un tiro”.
“Espera,
¡eso es imposible! – Se defendió – El Crystal
Wall devuelve cualquier ataque físico, y las balas no son una excepción. Me
ayudó a ganar mi combate en Petoria y hasta ahora nunca me ha fallado. Si ese
cañón sigue intacto sólo puede significar una cosa, ¡que no estaba disparando!”
Mesa,
lejos de sentir que había sido derrotado, sonreía más que antes. Había perdido
un par de cámaras por culpa del contrataque, pero continuaba con una panorámica
perfecta de la situación de su objetivo. Volvió a introducir comandos en el
teclado, y el cañón que quedaba intacto comenzó a iluminarse.
“Lo
habéis hecho bien, pero a ver como os las arregláis para detener un disparo del
Lohengrim Cannon”.
Los
caballeros vieron cómo se iluminaba el cañón al fondo y comenzaron a
comprenderlo todo.
“Claro…
Es un cañón de energía, todavía no lo ha utilizado…” dijo Peter aterrado.
“¿Qué
te pasa? ¿Cuál es el problema, Peter?” le preguntó el anciano al verle tan
preocupado.
“Como
he dicho antes, el Crystal Wall sólo
sirve para repeler ataques físicos. Para devolver ataques especiales como ese
necesito otra técnica distinta, pero…”
“¡Pero
nada! – exclamó Reik mientras volvía a la cubierta de un salto – ¡Peter, es el
momento de utilizarlo!”
“Pero
tú mejor que nadie sabes que no puedo hacerlo…”
“¿Podéis
explicarnos a todos qué está pasando?” preguntó Fidel.
“Lo
resumiré brevemente – dijo el presidente – El tipo de barrera del Crystal Wall es capaz de devolver los
ataques físicos sin apenas esfuerzo precisamente por el atributo de físico,
cosa que se puede tocar y coger. Sin embargo, para devolver un ataque especial
es necesaria otro tipo de barrera que requiere de un considerable gasto de
energía... que yo no puedo afrontar”.
“Ya
te lo dije en aquel momento Peter, si el único problema es que no tienes
suficiente energía para mantener la barrera, el entrenamiento ha terminado. Tú
crea la barrera, nosotros nos ocuparemos de alimentarla”.
“Es
cierto que esa sería la solución más sencilla – comentó Jonyo – pero la última
vez que hicimos eso, el cuerpo de Peter tuvo una sobrecarga que le provocó un
ataque al corazón. Si lo hacemos de nuevo puede que no lo cuente”.
“No
pasará nada, porque no le pasaremos la energía a él, sino que multiplicaremos
la energía que proyecte según salga de sus manos, justo antes de que aparezca
la barrera. De esa forma no correrá ningún peligro”.
“Eso
tiene otro inconveniente, si no nos sincronizamos para hacerlo todos al mismo
tiempo, la barrera no saldrá y nos comeremos el cañón de energía” dijo Gabriel.
“Pues
más vale que te lo curres. ¡Vamos! ¡Todos alrededor de Peter!”
“¡Lohengrim Cannon! ¡Fuego!” exclamó Mesa
en el interior de la sala.
Un
potente rayo láser doble, rojo por el interior, y azul celeste por el reborde,
salió disparado a toda velocidad hacia el barco de los caballeros.
“¡Que
viene! – gritó Fidel – ¡Que vieneeee!”
Los
cuatro caballeros rodearon a Peter y alzaron sus manos, cubriendo las de Peter
que extendió los dos brazos hacia arriba y cerró los ojos del miedo que tenía.
“¡No
dudes! ¡Tan sólo haz lo que tienes que hacer!” fue el último consejo que le dio
Reik.
“¡Está
bien, allá voy! – Exclamó – ¡Seinaru
Barrier, Mirror Force[1]!”
Una
barrera blanca con destellos arcoíris apareció alrededor del barco, y un
instante después, el cañón de energía se estrelló contra ella. La barrera no
devolvió el ataque, y conseguía aguantarlo a duras penas.
“¡No
es suficiente! ¡Necesito más energía! ¡Pasadme un poco a mí! ¡No pasará nada!”
Los
caballeros posaron una mano sobre el hombro de Peter que tenían más cerca, y le
prestaron un poco de su energía, con la que el presidente potenció la barrera,
devolviendo el fulminante rayo de energía con la misma fuerza y velocidad con
la que había llegado. El ataque impactó, de nuevo, contra el cañón que lo había
disparado, desintegrándolo completamente tanto a él como toda la parte superior
de la torre central.
Todos
los monitores de la sala en la que se encontraba Mesa se apagaron de golpe, dejándole
completamente a oscuras.
“Parece
que se han ganado que les honre con mi presencia”.
Curiosidades!!!
El Crystal Wall es un ataque del caballero de oro de Aries
El Lohengin es un potente cañón utilizado en Gundam Seed.
El Mirror Force es una carta de Yugiou
1 comentarios:
Perdón por el retraso al leerlo, pero al recibir el mensaje en nochevieja, lo leí, pero cayó en el olvido jajaja. Un buen capítulo pero excesivamente corto no sólo en palabras si no también en contenido(información) extra, supongo que será debido a que es el prólogo de lo que se avecina
impactando contra los respectivos cañones que habían lanzado cada, (cada una)
Un saludo a todos
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