miércoles, 22 de agosto de 2007

Episodio XIX

Título: N/A

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Dedicado a: N/A

Episodio XIX

N

ada más atravesar el arco de entrada, el semblante de los ciudadanos que había alrededor cambió radicalmente al verlos. Rápidamente, se armaron con lo que tenían a mano y acorralaron a los caballeros a la entrada apuntándoles con ellas. Cuando estuvieron completamente rodeados, un joven que parecía estar al frente de lo que allí ocurría se abrió paso entre la multitud y, armado con un tridente se colocó frente a los caballeros.

“¿Qué habéis venido a hacer aquí?” dijo apuntándoles con el tridente.

El joven no llegaba a los 20 años de edad, era de estatura media y bastante delgado, llevaba el cabello a la altura de los hombros, rubio, peinado con la raya en medio, los ojos claros al igual que la piel y vestía un uniforme negro.

“¿Qué significa esto?” preguntó Arturo.

“Os lo repetiré una vez más, ¿qué habéis venido a hacer aquí? No sois bienvenidos”.

“Nuestros asuntos son cosas nuestras” dijo Reik.

“¿Esto a qué se debe? – preguntó Arturo – Ninguno de nosotros ha infringido la ley, y, otra cosa, ¿quién eres tú y por qué nos interrogas?”.

“Lamento mis modales, me llamo Kevin y soy el jefe de la Guardia Petoriana, que se encarga de mantener el orden en ésta, nuestra ciudad”.

“Nos parece muy bien pero eso no explica esta emboscada” dijo Jonyo.

“No os hagáis los tontos, sabemos que habéis atacado y destruido el castillo de Peter Griffin, el jefe de gobierno de la isla, ¿qué habéis hecho con él?”.

“¿Qué dices? – dijo Fidel – Nosotros no destruimos ningún castillo”.

“Aunque si es cierto que lo atacamos” dijo Arturo.

“Los criminales han confesado su crimen, ¡Guardia Petoriana, apresadles!”.

“¡Esperad!” ordenó una voz.

“Esa voz... es de...” susurró Kevin.

Peter, que, añadiendo que era algo bajito, estaba detrás de los demás, se colocó a la vista de todos.

“¡Es el Sr. Griffin!” se oía comentar a la gente de alrededor.

Un murmullo comenzó a crearse entre los ciudadanos que presenciaban aquella escena. Kevin empezó a dudar y los caballeros se sentían cada vez más incómodos.

“Escuchadme todos – dijo Peter dirigiéndose a todos los que allí estaban – debéis tranquilizaros. Estos hombres son mis compañeros y no me han hecho ni intentado hacer daño alguno. Al contrario, nos hemos ayudado cuando hemos podido. Os aseguro que no causarán daño a la ciudad, tenéis mi palabra. Si de verdad queréis apresarles, tendréis que apresarme a mí también”.

Un nuevo murmullo empezó a extenderse por los ciudadanos que estaban alrededor.

“Si el Sr. Griffin lo dice, yo le creo”.

“Nunca nos ha fallado y ha seguido siempre fielmente las leyes”.

“Siempre que ha hecho alguna reforma legal ha convocado un referéndum para consultarnos emitiendo primero un noticiario con toda la información, sus ventajas y sus inconvenientes”.

“Cuando había que subir los impuestos nos lo decía de cara, y especificaba las razones de esa subida al igual que cuando los bajaba explicaba las consecuencias que traía esa bajada”.

La gente que rodeaba a los caballeros comenzó a bajar las armas excepto Kevin, que mantenía su posición.

“¿No has oído lo que ha dicho tu querido presidente? – Dijo Reik – No es necesario que sigas en posición ofensiva”.

“Baja el arma – dijo Gabriel – no hemos venido buscando problemas”.

“Aunque el Sr. Griffin tenga depositada su confianza en vosotros, yo no la tengo, por lo que si queréis entrar a la ciudad tendréis que dejar vuestras armas en el puesto de guardia que hay a mi espalda”.

“Creo que no tenemos elección – dijo Arturo – de todas formas no vamos a necesitarlas aquí”.

Los caballeros dejaron sus espadas en el lugar que les había indicado Kevin y se dispusieron a seguir su camino.

“Al menos podrías decirnos en que dirección está el puerto” dijo Reik.

“Tomad esta calle que hay a mi derecha hasta encontrar un cruce, una vez allí coged el camino de la derecha de nuevo, os llevará hasta la avenida Freedom, que atraviesa la ciudad de norte a sur, seguidla en dirección norte y encontraréis el puerto”.

“Gracias” respondió Reik.

Kevin permaneció de pie, quieto, observándoles, hasta que se perdieron entre la gente en la calle que les había indicado.

A las afueras de la ciudad, Mesa apareció.

“Será mejor que vaya a pie, para no llamar la atención”.

Entró clandestinamente por una de las entradas secundarias de Petoria y se perdió entre las callejuelas del lugar. Al cabo de unos minutos se encontraba sólo caminando entre las viviendas de la zona.

“Aquí no hay más que viviendas, los caballeros no deben estar por aquí”.

Caminó durante otro rato y llegó a un barrio residencial de chalets en el que tampoco había nadie por los alrededores.

“Esto está desierto, aunque es normal, todavía es horario laboral”.

Continuó caminando y una joven se cruzó en su camino. Era una hermosa chica que no llegaba a tener los 18 años de edad. Era delgada, de estatura media y aparentaba unas medidas perfectas, su piel era un término medio exacto entre pálida y morena. Tenía los cabellos rubios pero teñidos, se notaba porque las raíces de sus cabellos eran castañas, pero eso no le restaba belleza. La brisa los acariciaba suavemente y hacía que rozasen con sus pequeñas orejas excepto un mechón de pelo que decencia desde su frente atravesando todo su rostro. Unos grandes y levemente alargados ojos, que, según la mirada que pusiera, podían hacerla parecer oriental, estaban presentes en su rostro con un color miel que ni las mejores abejas podrían jamás conseguir para sus creaciones. Una nariz recta con la punta redondeada le daba un toque gracioso y unos finos labios que al sonreír dejaban a la vista una dentadura perfectamente estructurada con unos dientes blancos y relucientes terminaban de definir su cabeza. Su piel estaba cuidada al detalle, pues no había un solo desperfecto en ella. Llevaba un vestido negro, corto, sin mangas y con un poco de escote y lo acompañaba con un pañuelo del mismo color. Calzaba unos zapatos de tacón, pero sin que éste fuera demasiado alto y caminaba con paso ligero sin un destino fijo.

“Perdone – dijo Mesa en el momento en el que se cruzaron - ¿ha visto a cinco sujetos por aquí acompañados del presidente de esta isla?”.

“Lo siento, no sé de quienes me habla – dijo la joven en un extraño tono a la vez que se acercaba a Mesa – pero si quiere podríamos ir a algún sitio y conocernos mejor”.

“Quita, guarra” dijo él y la apartó violentamente haciéndola caer al suelo.

La joven, enfadada, se levantó e intentó pegar a Mesa, éste bloqueó todos sus bofetones sin la menor dificultad y sin dejar de mirar al frente, cosa que causó un gran impacto a la muchacha. En ese momento, optó por una nueva estrategia y le escupió en la cara.

“Je” rió Mesa y sopló.

Antes de llegar a tocarle, el escupitajo se volvió sobre sí mismo cambiando de dirección, dirigiéndose esta vez contra la chica, con tal fuerza y velocidad que atravesó su cabeza dejando tras de sí los restos cerebrales y sanguíneos por todas partes. El cadáver cayó al suelo. Mesa se miró y vio una pequeña gota de sangre en su hombro, sacó un pañuelo del bolsillo interior de su traje, se limpió y continuó caminando.

“Que vergüenza, las autoridades deberían echar mano de esta gente”.

En otra parte de Petoria, el joven del colgante caminaba mirando el paisaje sin darse cuenta de que era seguido de cerca por el extraño ladrón.

“¿Piensas quedarte caminando todo el día? – Pensó el ladrón – Vamos, que ya es hora de comer, ¿es qué no tienes hambre o qué? Párate en algún sitio, un solo minuto, y así podré despojarte de ese colgante y hacerlo mío para siempre, wajajajaja”.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Se han cargado a Leticia NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO... Tronco el Kevin ese es el señor cuesta de joven o q jejejejeje bye.

Anónimo dijo...

Mesa es el mejor xD

Anónimo dijo...

Well, well, well, jejeje, mu wapo, aunke petter me da un poco de asco, siendo presidente, puaj!! xDDD, es broma, q sta todo de pm como siempre, si alguien lo pudiera dibujar jejeje

Anónimo dijo...

Mu bueno, xo ma resulta extraño q hagas una descripcion tan minuciosa de una chica y q dos parrafos mas abajo la acabes matando xD

Anónimo dijo...

GRRR

Anónimo dijo...

sencillamente brutal.me ha gustado mazo el capitulo.El mesa es clavao.Ademas que lo has hecho perfecto con lo de quita warra,la leche,jejejejeje mola mazo.Mesa powaaaaaaaa.y yo x fin voy haciendo cosillas,ejejejeje genial.

Anónimo dijo...

xfin! xfin e conseguido ponerme al dia! xD
la historia sta mu ien, te animo a acer un libro i aver si consigues q sea mas gordo q la enciclopedia larusss xD
salu2!

Anónimo dijo...

La cosa se pone interesante porque llevan sin luchar un tiempo por lo tanto creo que la lucha va a estar bastante bien, espero que luche antes la teniente que el mesa porque el mesa es el mejor y debe ser el ultimo
Saludos

Anónimo dijo...

Kien es la rubia esa. Que gore tio como mola jajajajajajajaja, kien diria que con un simple escupitajo se podria atravesar la cabeza. Esto hay q demostrarlo al igual de que Dios no existe eh? jajajajajajajaja ^^

Anónimo dijo...

*línea 93 --> excepto un mechón de pelo que DECENCIA

Espero no te moleste, creo que es lo que quieres, ne? ^_^
Mi opinión global en el mail, la local te diré que me a molado un huevo lo del escupitajo xDD Pobre Misa Misa, no sé quién será pero la he imaginado a ella xD

PD_en capítulos anteriores vi fallos, luegos los busco de nuevo y los pondré...avísame sino quieres que lo haga :)

Besines, Jessy