martes, 21 de agosto de 2007

Episodio XVIII

Título: N/A

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Dedicado a: N/A


Episodio XVIII

E

ra mediodía en el puerto de Petoria, el sol pegaba fuerte sobre la gente. No había nadie por aquella zona aparte de un hombre tumbado en una hamaca con el periódico sobre la cabeza, durmiendo frente a una caseta, con barcos anclados a su espalda y una leve brisa marina acariciando el puerto. Alguien salió de la caseta con una expresión de enfado en su rostro, se dirigió a quien estaba durmiendo y le cogió el periódico. Al retirarlo descubrió a un joven de rostro pálido, cabello castaño oscuro a media melena, un lunar en la mejilla izquierda y barba de dos días en los laterales de su rostro. Dormía plácidamente con la boca abierta y el ojo derecho entreabierto. Tras coger el periódico se dirigió de nuevo hacia la caseta, pero al llegar a la puerta se giró de nuevo, enrolló el periódico y lo lanzó contra quien dormía en la hamaca. El periódico impactó al joven en la cabeza y le hizo caer al suelo con lo que se despertó malhumorado.

“¿Pero qué cojones haces, Norris?” dijo mientras se levantaba y abría sus ojos marrón verdoso.

Se sacudió la ropa para limpiarse de la caída y al hacerlo se descubrió en su cuello un reluciente colgante de oro de un extraño símbolo. Cuando se liberó de la modorra originada por despertarse vio a un hombre alto, delgado, de tez morena con los ojos oscuros y el cabello corto y negro.

“No puedes esperar que el negocio vaya bien quedándote ahí durmiendo todo el día, vete a buscar algún cliente”.

“Nuestros servicios ya no le interesan a nadie, si tan preocupado estás ve tú”.

“No, alguien tiene que quedarse aquí por si aparece algún cliente”.

“Me podría quedar yo perfectamente”.

“No”.

“¿Y eso por qué?”.

“Porque si lo haces, te quedarás dormido otra vez”.

En ese momento comprendió que no tenía nada que hacer y marchó hacia la zona centro de la ciudad refunfuñando.

En la plaza central de la ciudad, zona de comercio, un hombre con el cabello muy corto y claro, ojos azules, cara colorada, barba de varios días, aspecto algo desnutrido, vistiendo una gabardina, con pintas de mendigo y un porro en la mano paseaba entre los puestos de venta ambulante del lugar.

“Esto por aquí – coge un reloj de un puesto – lo otro por allá – coge un collar de otro puesto – parece que tenemos la basura de todos los días, a ver si encuentro algo gordo para irme de esta miserable isla. Sí, algún día lo lograré, robaré algo grande, después me iré y lo venderé en el extranjero, y con el dinero que saque viviré el resto de mi vida en Hawai, rodeado de sol, playa, comida, chicas – se pone colorado y babea un poco – y sin preocupaciones, estoy deseando que llegue, jejeje”.

Robó unos cuantos artículos más, salió de la zona de comercio y entró en una callejuela, donde se puso a examinar su botín.

“Un reloj, un collar, dos pulseras, unas gafas de sol, cinco anillos y algo de dinero suelto. Con esto ya tengo para todo el día”.

El joven de antes paseaba ya por la zona con aires de despreocupación con su colgante a la vista sin darse cuenta de que era observado por este extraño ladrón.

“¿Pero qué tenemos aquí? Menudo colgante, eso si es oro de verdad y no la basura que venden por aquí. Tiene que ser mío, si lo consigo se acabarán todos mis problemas”.

Terminó de fumarse el porro y tiró la colilla al suelo. Después se dio un par de palmaditas en la cara para despejarse y marchó hacia su víctima.

“Ey, hermano – dijo con tono de familiaridad a la vez que abría su gabardina y enseñaba todo lo que había robado - ¿Quieres algo? Es todo bueno, bonito y barato”.

“No, gracias” respondió él.

“Vamos, no seas así, mira este reloj, por ser tu, te lo dejo a mitad de precio”.

“Pero si no me conoces de nada, no intentes estafarme, y ahora déjame de una vez”.

“Que cerrado eres, hermano”.

El ladrón intentó echarle la mano alrededor de los hombros para lograr un ambiente de mayor confianza pero nada más acercar el brazo el joven lo apartó y después empujó al ladrón.

“¡Ni soy tu hermano ni te voy a comprar nada, así que déjame en paz!” gritó el joven y se marchó enfadado.

“Esta vez te has escapado pero no te librarás de mí” dijo apretando el puño con fuerza.

En el castillo de la Fiera Deidad, el Señor Oscuro se encontraba reunido con Mesa, el Capitán Lardo y su teniente.

“Parece que los caballeros se han reunido – dijo el Señor Oscuro – es posible que eso nos genere problemas, pero ya era hora de que esos tres dejaran de engañarnos”.

“De todas formas – dijo el Capitán Lardo - ¿Crees en serio que se atreverán a venir hasta aquí, Mesa?”.

“No te quepa la menor duda, todos ellos son jóvenes e impulsivos, no saben cuando rendirse, aún les falta mucho para alcanzarnos”.

“Pues esos jóvenes e impulsivos muchachos nos han dejado sólo a nosotros tres – dijo la teniente – así que mejor no los tomes tan a la ligera”.

“Exageras un poco mujer, además, recuerda que no somos exactamente tres, pero si tan preocupada estás, iré para ponerles las cosas un poco más difíciles” dijo Mesa sonriendo.

“Me parece a mí que tienes tú más ganas de ir que yo”.

“Has acertado” dijo y desapareció de la sala.

“Tranquila – dijo el Capitán – recuerda que lo único que sabe es que están en la ciudad, no los encontrará tan fácilmente”.

“Creo que voy a ir a hacerle un poco la competencia, solicito su permiso para partir, Capitán”.

“Permiso concedido, recuerda que aunque tú desconozcas la técnica para desplazarte instantáneamente no por ello él los encontrará antes que tú”.

“¡Entendido, Capitán Lardo!” exclamó ella y se marchó.

“¿No te parece que aún es pronto para dejarla ir sola contra todos los enemigos?” preguntó el Señor Oscuro.

“En absoluto, es más, creó que si los encuentra antes que Mesa no será necesaria su intervención.

“Está bien Capitán, confío en su juicio”.

“Gracias, Señor”.

De vuelta a Petoria, en el arco de entrada a la ciudad, los caballeros hacían su aparición.

“Ya hemos llegado” dijo Arturo.

“Petoria, fundada el 11 de Abril de 2001 por Peter, el Sabio” leyó Jonyo.

“Es un antepasado mío” dijo Peter.

“¿Y eso de 2001, qué significa?” preguntó Gabriel.

“Es un antiguo calendario basado en una religión monoteísta llamada cristianismo, contaban el tiempo desde el nacimiento de su profeta, fue la religión predominante durante más de veinte siglos y su calendario se tomó como universal, pero cuándo la ciencia demostró la inexistencia de cualquier Dios cayó en desuso. Después de ese descubrimiento las grandes guerras desaparecieron, puesto que ya nadie quería dar su vida sabiendo que no había otra después de la muerte. Sólo quedaron unos cuantos grupos radicales defendiendo las distintas religiones en cada país, pero tuvieron muy poco éxito entre la población mundial puesto que la demostración científica era irrefutable. Al cabo de unos cuantos años esos grupos fueron desapareciendo paulatinamente hasta extinguirse, y a partir de entonces, la gente no cuenta el año en el que se encuentra, sino los años que lleva de vida”.

“Increíble, la gente se creía esas cosas de la vida después de la muerte, menos mal que eso ya ha desaparecido” dijo Fidel.

“Sí, menos mal, pero no les culpes, eran tiempos en los que los jefes de gobierno eran tiranos que maltrataban al pueblo, se hacían llamar reyes o emperadores y educaban al pueblo a su manera. De esa forma les era más fácil controlarlos, porque alguien que no conoce sus derechos no te llevará nunca la contraria ni te intentará quitar tu puesto. Aunque los distintos pueblos del mundo se fueron liberando y convirtiéndose en países democráticos poco a poco, algunos rasgos de esas enseñanzas como la religión lograron permanecer en ellos”.

“Cuánto sabes, Peter” dijo Arturo.

“Un buen gobernador tiene que saber un poco de todo”.

“Muy bien pero, ¿ahora a dónde vamos? La ciudad es enorme” dijo Fidel.

“Pues al puerto, muchacho, al puerto”dijo Reik.

“Tiene sentido” respondió Fidel.

“No perdamos más el tiempo discutiendo sobre estas tonterías – dijo Gabriel empujando amistosamente a los demás – entremos de una vez en la ciudad”.

Y con paso tranquilo y despreocupado atravesaron el arco de entrada a Petoria.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El ladron ese se pareca al Mutenroy ese de q quiere irse a Hawuai con chicas y eso.
Y eso de la ciencia tu y tus ciencias aunque yo tambien estoy de acuerdo en ese "dios" no existe pero me da igual bueno bye-bye

Anónimo dijo...

UUUOOO xDDD, a ver si vuelve la acción!!! jejeje:P spero q sea pronto

Anónimo dijo...

Weno ya me e leido todos los capitulos de los caballeros, y en un tiempo record jeje. Es una buena historia, interesante y con accion, y ademas es muy friki, m gusta xD. Sique asi, no decaigas. Ah y gracias por meterme en la historia, un detalle de tu parte. Saludos

Anónimo dijo...

JAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJA QUE WENOOOO ESQ ES CLAVAO DIOS EL PUTO SUSO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Anónimo dijo...

“En absoluto, es más, CREÓ que si los encuentra antes que Mesa no será necesaria su intervención.

~Espero no pecar de quisquillosa >_<
Por un Kanzenban impecable!! ò_ó

Besines ;)