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Episodio
CLXVII
CLXVII
E
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l enfrentamiento entre Jonyo y Blackron había llegado a un punto
muerto. El caballero del rayo ya no podía arriesgarse a atacar desde larga
distancia por miedo a ser carbonizado por el fuego negro. Eso significaba que
ya no tendría recorrido suficiente para acelerar hasta alcanzar la velocidad
necesaria para golpear a su adversario con la potencia que requería un rival de
semejante poder. Por otro lado, el Caballero Negro esperaba ansioso la llegada
del último elemento, la tierra oscura, que completase su evolución y le
permitiese combatir a su máximo nivel, pero estaba tardando mucho más de lo que
estaba planeado.
“Maldito Mesa… ¿Qué coño estás haciendo? – pensaba el Caballero
Negro – Hace rato que deberías haber llegado con la última esfera, pero ni
siquiera veo la señal… ¿A qué estás jugando?”
“Veamos… Tal vez no pueda arriesgarme a atacar desde muy lejos –
reflexionaba el caballero del rayo – Sin embargo, tengo que mirar otras
opciones. Sin el último elemento, mi ventaja se mantiene. A decir verdad,
preferiría que tuviese todos los elementos ya, pero sé que Fidel no se va a
dejar ganar… Lo de Reik ha sido increíble pero al fin y al cabo le han tendido
una trampa, ha sido casi un milagro que consiguieran arrebatarle el hielo. No
se volverá a repetir…”
El Caballero Negro finalmente se decidió y tomó la iniciativa en
el combate. Sabía que su último movimiento le daba una ventaja psicológica que
no podía desaprovechar, así que se lanzó al ataque, a pesar de no tener muy
claro lo que hacer a continuación.
“Tengo que alargar el combate en lo que viene Mesa… Es
estrictamente necesario que adquiera el último elemento, y no porque no pueda
ganarle con mi poder actual. Este combate es lo que he estado esperando todo
este tiempo, es mi retorno a lo más alto, ¡mi coronación como forma de vida
perfecta! Así que no me vale con ganar, es incluso más importante la manera en
que gane que la propia victoria. Tengo que aplastarle de tal manera que no
quede ninguna duda de mi victoria, tengo que utilizar todo mi poder no porque
sea necesario, sino para que verlo en acción y sufrirlo en su propia carne sea
una experiencia tan aterradora que con sólo recordarlo le tiemble todo el
cuerpo y el miedo paralice su mente. Sí… Creo que ya sé por dónde empezar…”
La distancia que separaba a los dos combatientes ya era bastante
reducida. El caballero del rayo tenía la oportunidad de medir la potencia de
sus ataques con la limitación que le suponía no tener margen para acelerar todo
lo que quisiera, y ver a su adversario viniendo hacia él era una gran
oportunidad.
Antes de que El Caballero Negro hiciera nada, Jonyo se adelantó y
probó a golpearle a velocidad máxima. El golpe todavía fue lo suficientemente
rápido como para que Blackron no pudiera bloquearlo y le impactase de lleno,
pero se notó claramente cómo había disminuido su fuerza. A pesar de que su
adversario recibió daños, ya no era derribado ni el dolor obligaba a detenerse.
Simplemente era un golpe más que le permitía seguir con el combate sin ningún
problema.
Se desató entonces una fiera batalla de desgaste, en la que cada
uno golpeaba al otro a una distancia muy próxima, sin dar tiempo a preparar o a
bloquear los ataques en condiciones. Jonyo daba un puñetazo en la cara a
Blackron, él le respondía con una patada en el estómago sin quitarse el puño de
su antiguo compañero de la cara. Parecía una pelea callejera, había perdido
todo el estilo, y no estaba contentando a ninguno de los combatientes.
“¿Qué estoy haciendo? – Terminó por preguntarse Jonyo – ¿Éste es
el combate que quiero? No… Yo no quiero ganar así… Es cierto que de esta forma,
tendría tiempo para huir en caso de que intentase utilizar el fuego negro,
pero, ¿a cambio de qué? Yo no puedo atacar al máximo de mi poder, pero a él
nada le impide utilizar el resto de sus letales elementos oscuros. Ninguno de
los dos está demostrando nada más que ser los mismos imbéciles inmaduros que se
pegaban en clase para divertirse cuando iban al instituto.
¡No quiero ganar así! Quiero usar todas mis habilidades y mis
grandes ataques. No se puede vivir con miedo – pensaba mientras asestaba un
nuevo golpe a su oponente – ¿Él podrá usar las suyas también? Pues genial, que
lo haga, no podrá conmigo igualmente. Que venga a por mí con todo lo que tiene,
anularé sus poderes y acabaré con él”.
Acto seguido, el caballero no continuó con el intercambio de
golpes, esquivó el puñetazo que se le venía encima, y retrocedió volando para
distanciarse de su objetivo.
“Parece que ha cambiado de opinión – pensó el Caballero Negro
cuando le vio alejarse – Perfecto, aquí le espero”.
Una vez se hubo distanciado lo suficiente, el caballero del rayo
dio media vuelta en el aire, y comenzó a acelerar a toda velocidad.
El Caballero Negro salió a su encuentro. Jonyo se acercaba a una
velocidad impresionante. A pesar de que estaba bastante lejos, sabía que le
alcanzaría en un par de segundos. No tenía tiempo ni medio para contrarrestar
sus golpes a velocidad extrema, así que decidió volver a cubrirse.
Jonyo sabía el peligro al que se exponía, el poder del fuego negro
era temible, pero ya no podía volver atrás. Avanzó hasta su adversario y le
golpeó a toda velocidad, y en ese mismo instante, una gigantesca ola de agua
negra apareció de detrás del acantilado, engullendo todo a su paso, incluido al
caballero del rayo.
“¡¿Cómo?! – exclamó al salir a flote, todavía dentro de la ola
oscura – ¿No ha usado el fuego negro?”
La risa del Caballero Negro se escuchaba hasta debajo del agua.
Cuando la ola pasó completamente, ambos tuvieron contacto visual de nuevo.
Blackron vio el cuerpo de Jonyo bañado en el agua oscura, y su sonrisa no podía
ser mayor.
“¡Jajajaja! ¡Te he engañado! ¡Ahora tu cuerpo está cubierto de
agua negra! ¡Poco a poco, penetrará por tus poros hasta el interior de tu
cuerpo, donde atrofiará tus músculos, debilitará tus huesos y mermará tus
fuerzas. Utilizar el fuego negro habría sido terminar el combate demasiado
rápido. Tú te mereces una muerte lenta y dolorosa, sufriendo hasta el último
aliento. Usaré el fuego negro contra ti, pero no hasta que sea el momento. Por
ahora, ¡disfrutaré viendo cómo te vas volviendo cada vez más débil hasta que ya
no puedas hacer nada contra mí! ¡Jaajajajaja!” reía exageradamente.
El discurso del Caballero Negro fue todo lo desmoralizante que él
pretendía, sin embargo, sus duras palabras no fueron capaces de sesgar los
ánimos del caballero del rayo, que le devolvió la sonrisa.
“Desde que tuvimos aquel enfrentamiento contigo en el que le
arrebataste el fuego a Arturo, sabía que, a lo largo del combate, antes o
después utilizarías esta agua negra contra mí”.
“¿Y qué?”
“¡Soy el caballero del rayo, y mi atributo es la velocidad! ¡Nunca
he tenido la intención de hacer un combate largo! ¡Terminaré contigo antes de
que los efectos del agua negra puedan llegar a notarse!”
No quería perder más tiempo. Cada segundo que pasaba, el agua
negra iba drenando sus fuerzas poco a poco. Salió al encuentro de su adversario
a toda velocidad con un nuevo puñetazo, pero no sabía que le tenía preparada
otra sorpresa. El Caballero Negro se dejó golpear por el caballero, y en el
momento del impacto, le agarró la muñeca con fuerza.
“¡Ya te tengo!” exclamó sonriendo.
El Caballero Negro utilizó al fin su recién adquirido elemento. Un
cristal de hielo negro surgió de la mano de Blackron y comenzó a invadir el
brazo del caballero del rayo. Rápidamente, Jonyo, al ver que su oponente no le
soltaba, le forzó a llevarse las manos a la cara propinándole un cabezazo en la
frente. Seguidamente, retrocedió de un acto reflejo, evitando que el hielo se
extendiese por todo su cuerpo. Por suerte o por desgracia, su brazo sí fue
alcanzado completamente, cubriendo el hielo hasta el hombro.
“Mierda, me ha pillado por sorpresa…”
Sin embargo, Jonyo no tardó en darse cuenta de una cosa. No notaba
nada raro bajo esa capa de hielo oscuro que le recubría el brazo por completo.
No le dolía, ni notaba que le escaparan las fuerzas, ni tampoco había dejado de
sentirlo, algo normal cuando el hielo entra en contacto prolongado con una
parte del cuerpo. Simplemente era como si tuviese una armadura helada
protegiendo su brazo, sin mayor inconveniente que el peso añadido.
A pesar del todo, el caballero no terminaba de convencerse de que
fuese algo positivo mantener ese pequeño glaciar pegado a su cuerpo, así que se
acercó a una prominente roca y estrelló su brazo contra, reventando el hielo
negro en un millar de pedazos.
El caballero todavía no se podía creer que hubiese sido tan fácil,
así que comprobó una vez que todo estaba bien. Giró el hombro, el codo y la
muñeca, movió los dedos y amagó un par de puñetazos. Todo era normal en su
brazo, sobre aquel acantilado bajo el cielo nublado.
“Parece que me quitado a tiempo y evitado los efectos del hielo
negro, ¿eh Blackron?” le dijo, ya seguro de sus palabras.
El Caballero Negro cerró los ojos durante un instante, y giró la
cabeza para que no se notara como se aguantaba la risa. En ese momento, el
movimiento de las nubes dejó pasó al Sol durante unos instantes, bañando el
lugar con su luz, aunque otra nube se le acercaba inexorablemente.
“Los efectos del hielo negro ya han comenzado”.
En cuanto la luz del Sol comenzó a acariciar el lugar, la
temperatura subió ligeramente. En situaciones normales, se trataría de un calor
tranquilizante en una mañana fresca de primavera, pero con el esfuerzo físico
del combate, ambos combatientes encontraron molesto que la temperatura subiera
todavía más. En especial, el caballero del rayo notó que una parte de su cuerpo
estaba notando el calor más que nunca.
“Mi brazo… Está ardiendo… No lo entiendo… Pero no he sido
alcanzado por el fuego negro antes, ni nada… Es como… Es como si fuese el Sol
el que lo quemase… ¿Qué está pasando?”
“Ya te lo dije antes. Los efectos del hielo negro ya han
comenzado. Una exposición prolongada al hielo normal provoca una disminución de
la actividad nerviosa, llegando incluso a volverse prácticamente nula,
impidiendo sentir ni mover el cuerpo. Esto solía utilizarse antiguamente para
eliminar el dolor en pequeñas intervenciones quirúrgicas, o para algo tan
simple como contrarrestar una fiebre.
El hielo oscuro es todo lo contrario. Al entrar en contacto con el
cuerpo, sin necesidad de ser una exposición prolongada, provoca una
sensibilidad extrema en todo el sistema nervioso, haciendo que el más pequeño
estímulo cause una sensación totalmente desagradable.
Cuando el cielo estaba nublado, al temperatura ambiente era
intermedia y no mandaba ninguna señal a tu cerebro, pero al salir el Sol, la
balanza se ha inclinado ligeramente hacia el calor, de manera muy disimulada,
pero suficiente para despertar el poder del hielo negro. Lo que tu cuerpo
siente como un agradable calorcito inocente, en tu brazo es como arder en el
infierno. Y además…”
Aprovechando la conmoción del caballero, se aproximó a él le
agarró del brazo sin hacer mucha presión, pero con firmeza. Utilizando
únicamente la fuerza necesaria para retener el avance de una persona. Sin
embargo, en cuanto le agarró, Jonyo cayó al suelo retorciéndose de dolor.
“Además, como ves, los efectos no se limitan a la temperatura. Si
sube un poco sentirás un calor extremo, si baja un poco un frío glacial, pero
también se aplica a cualquier otra sensación, como el dolor. El más mínimo
roce, para ti será como si te aplastará una roca, la picadura de un mosquito te
hará sentir que te clavan una espada, un corte con una hoja de papel será como
cercenarte el brazo, y mis golpes… Bueno, ni yo mismo soy capaz de calcular el
dolor que te harán sentir mis golpes, será divertido averiguarlo. ¿Qué tal si
probamos ahora?”
El dolor que le estaba suponiendo la simple acción de sujetarle el
brazo estaba siendo insoportable, y no tenía ninguna intención de comprobar
hasta donde podían llegar las cosas. Jonyo no tenía mucho tiempo para actuar,
pero sabía lo que tenía que hacer.
Aprovechó el brazo que le quedaba libre, tanto de la presión de su
oponente, como de los efectos de su elemento oscuro, para realizar su ataque.
Con sus poderes elementales, invocó un rayo a su lado, y arrancó un pedazo con
sus propias manos.
“Esa técnica es…” pensó Blackron.
“¡Lanza del Relámpago!”
exclamó y la lanzó directa a la cabeza de su adversario.
El Caballero Negro soltó a Jonyo y trató de esquivar el golpe,
pero la escasa distancia, unida a la extrema velocidad de la técnica, volvió
imposible la hazaña. No obstante, sí que logró que la lanza eléctrica no le
impactara en la cabeza, aunque fue abatido en el pecho.
El ataque atravesó limpiamente al Caballero Negro, aunque al
tratarse de una descarga eléctrica en esencia, no le hizo ningún agujero ni
dejó herida alguna. Su cuerpo cayó al suelo redondo, convulsionándose con mucha
intensidad, con fuertes espasmos en las extremidades.
Al mismo tiempo, el pedazo de rayo continuó su camino hacia el
cielo, atravesando las nubes. Al hacerlo, la onda expansiva que dejó a su paso
despejó una parte del firmamento, arrastrando las nubes hacia atrás, las
cuales, de manera fortuita, volvieron a cubrir el Sol. La temperatura anterior
regresó a un punto intermedio y el ardor en el brazo del caballero quedó
mitigado casi totalmente.
El Caballero Negro tardó un rato en levantarse, y aun así, cuando
lo hizo, todavía presentaba leves calambres y espasmos. Aquel rato, Jonyo
aprovechó para descansar. Intentó varias pruebas con su brazo afectado. Presionó
levemente, después tocó, y por último simplemente rozó, pero no fue capaz de
evitar el dolor en ninguna de las sensaciones, aunque sí notó varios grados. No
se quería imaginar el dolor que podía suponerle un ataque enemigo ahora.
“Haaa… Haaaaaa… – Le dijo Blackron al ponerse en pie – Tal vez
hayas logrado evitar el Sol, pero sabes perfectamente que no podrás evitarme a
mí, de la misma manera que no puedes evitar tu destino”.
“La mejor defensa es un buen ataque, Blackron, ¡acabaré contigo
antes de que puedas alcanzarme!”
Dispuesto a ello, el caballero del rayo se lanzó contra su
adversario, que todavía no estaba totalmente recuperado de la sacudida
eléctrica que había recibido hace ya un rato. Aun así trató del ataque que se
le venía encima, pero su cuerpo todavía no le obedecía y llegó tarde. El puño
de Jonyo le golpeó en la barbilla, elevándolo ligeramente, para después caer al
suelo de espaldas. Pese a todo, tras el impacto, el caballero del rayo terminó
también en el suelo retorciéndose de dolor.
“Que tonto eres – le dijo su adversario – No sé por qué pensabas
que el efecto del hielo negro no iba a afectar a tus propios ataques. Cuando
das un golpe, tu cuerpo sufre el retroceso de tu propio ataque, pero el
entrenamiento suele hacer ese daño inapreciable para el atacante. Sin embargo,
ahora, bajo los efectos del hielo negro, tus ataques te dolerán más a ti que a
mí, ¡jajaja!”
No contento con lo que acababa de decir, se acercó a Jonyo,
aprovechando su desventaja, igual que él había intentado aprovechar la suya
hace un momento. Un solo toquecito en el pie sirvió para crear un pequeño
cristal de hielo negro que se fue expandiendo rápidamente.
En lo que levantó el puño sano que le quedaba ya se había
expandido hasta el pecho, y para cuando lo bajó para dar el golpe era lo único
que quedaba sin cubrir por el hielo, precisamente por haberlo elevado en primer
lugar. Incluso la cabeza del caballero fue cubierta por el hielo sin que
pudiera hacer nada para evitarlo. Apenas el brazo a partir del codo fue lo
único que quedó sin cubrir, y con lo que consiguió acertar en el cristal
oscuro.
El caballero no estaba seguro de si con eso iba a poder salvarse.
En el momento del impacto, donde su puño golpeó en su propio pecho, el hielo
negro detuvo su avance de inmediato, asegurando la salvación de lo poco que le
quedaba libre. Apenas unos instantes más tarde, el cristal de hielo negro
comenzó a agrietarse desde la zona del golpe, para terminar estallando en
grandes trozos que se dispersaron alrededor.
“Se acabó para ti. Todo tu cuerpo ha sido afectado por el hielo
negro. Ya no importa lo fuerte que seas ni lo poderosas que puedan llegar a ser
tus técnicas. Cualquier ataque que intentes será como estrellarte contra un
muro. Todo se volverá contra ti. Si te empeñas en intentarlo, te expondrás a un
dolor inimaginable en muy poco tiempo, que te provocará un colapso en el
sistema nervioso y finalmente morirás”.
“No… Te equivocas… Todavía me queda un brazo…”
“Eso no cambiará nada y lo sabes.”
“Tienes razón, ante estas circunstancias, no cambiaría nada si
sólo fuese un brazo. ¡Pero sí será suficiente cuando utilice la técnica suprema
de elemento rayo que tú mismo me has ayudado a perfeccionar!”
1 comentarios:
bueno un capítulo corto y con poca chicha, aunque poco a poco vamos avanzando.
así que se acercó a una prominente roca y estrelló su brazo contra(contra...)
Parece que me quitado a tiempo y evitado los efectos del hielo negro, ¿eh Blackron?(me he quitado)
al temperatura ambiente era intermedia y no mandaba ninguna señal a tu cerebro(la temperatura)
Aun así trató del ataque que se le venía encima(¿?)
P.D. Siento el retraso en leerlo pero ya sabes que son fechas de exámenes.
Un saludo a todos.
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