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Episodio
CLXXV
“
|
He cometido un error – se lamentaba
el Caballero Negro, que ahora veía como su oponente se venía arriba cuando ya
lo tenía acorralado – Es algo normal en estas circunstancias. Acabo de obtener
los elementos rayo y hielo, todavía no me ha dado tiempo a comprender todos sus
efectos, pero en un combate así,
cualquier fallo es inaceptable. Ahora su brazo está completamente recuperado y
su moral ha subido al ver que puede hacerme daño. Es la hora de reparar mi
error y terminar con este combate. ¡Acabaré con él con el siguiente ataque!
¡Incluso sin haber obtenido aún el elemento de la tierra!”
Al mismo tiempo, Jonyo también
reflexionaba sobre la situación.
“Mi brazo está recuperado, sí.
Además, he conseguido darle un golpe, pero, ¿y qué? Sigo con este maldito corte
en el cuerpo que no me deja utilizar mi máxima velocidad… Ya he forzado una vez
y realmente no ha servido para nada, tan sólo he conseguido cabrearle más, y
ahora parece que va a ir con todo. Todavía estoy en condiciones de un último
ataque, pero eso, sólo uno. Si fallo…”
La actuación del Caballero Negro
interrumpió sus pensamientos. Enseguida se dio cuenta de que se traía algo
importante entre manos. En primer lugar, una lluvia de rayos negros comenzó a
caer alrededor de los combatientes, sin alcanzarles, pero rodeándoles
completamente.
“Ha cercado la zona con una lluvia
de rayos negros para que no pueda escapar… Parece que se ha hartado de esperar
a Mesa y quiere terminar con esto ya…”
El siguiente elemento en entrar en
escena fue el viento negro. Un pequeño tornado de viento negro surgió bajo sus
pies, creció y finalmente envolvió sus piernas, aumentando su velocidad y
abriendo levemente el suelo a su paso. Tras eso, alzó su espada al cielo, cerró
los ojos y comenzó a recitar un conjuro, susurrando en voz baja los primeros
versos, subiendo el tono poco a poco, para terminar exclamando con fuerza los
últimos.
Que
se libere el cielo confinado
que
mi cuerpo sea la espada de hielo
que
nos lleve al abismo
que
ningún poder pueda detenernos
Destructora
del alma de los Dioses
creación
del Señor de las Pesadillas
hija
del rey de los reyes brujos
la
espada de la oscuridad contra los Dioses
¡Preséntate
ante tu humilde servidor!
¡¡Espada
Ragna!!
La espada de Blackron tomó una
nueva forma, recubriéndose completamente de hielo negro, volviéndose más grande
y poderosa. De forma paralele, un escudo de fuego negro surgió sobre su otro
brazo, completando la equipación. Finalmente, una ola de agua negra apareció
desde el fondo del acantilado, y el Caballero Negro avanzó hacia su objetivo
surfeando en ella sobre su tornado oscuro.
“Lo has atado todo muy bien, ¿eh? –
pensaba Jonyo mientras le veía acercarse – Un ataque con un arma de hielo negro
que aumente la sensación de dolor, con un escudo de fuego negro para que no se
me ocurra acercarme, montando en un tornado de viento negro que a su vez está surfeando
en una ola de agua negra para que tus movimientos dependan del agua y el
tornado y así no pueda prever adecuadamente sus intenciones a través de la
electricidad que comunica su cuerpo… Para rematar, has cerrado la zona con una
lluvia de rayos negros y me vas cerrando poco a poco con el avance de la ola…
Si le ataco directamente con mis
puños, utilizará el escudo de fuego negro para bloquearme y será mi fin. No hay
otra salida, tengo que utilizar mi espada – pensaba mientras se colocaba en
posición – Si no gano con este ataque, perderé combate. La Velocidad Extrema sin duda pasará factura a mi herida, no puedo
estar seguro de si podré continuar después de forzarla por segunda vez, así que
no puedo correr riesgos…”
Con un par de volteretas hacia
atrás, el caballero del rayo se retrasó hasta el límite donde comenzaba la
frenética lluvia de rayos negros, para asegurarse de que tenía la mayor
distancia posible para coger velocidad. A su espalda, podía escuchar las
continuas explosiones que provocaban los rayos al impactar contra el suelo,
mientras deseaba no haberse colocado demasiado cerca.
“¿Tratas de huir? – Le dijo el
Caballero Negro al mismo tiempo que comenzaba su avance – Adelante, ¡hazlo! Un
rayo negro te alcanzará y anulará tus sentidos, facilitándome el trabajo, pero
personalmente, prefiero que intentes resistirte. La espada Ragna te atravesará,
y el hielo negro que la forma elevará la sensación de dolor hasta el extremo,
pero si un rayo negro te tumba primero no sentirás ningún dolor. En cualquier
caso vas a morir, ¿qué decides? ¿Morir sin dolor pero como un cobarde? ¿O dar
la talla pero morir sufriendo un dolor inimaginable hasta tu último aliento?”
“Puedo aumentar mi velocidad
relajando mi cuerpo, pero no puedo hacer nada con la espada. Su peso, sus
dimensiones y su forma responderán por sí mismas – pensaba, sin atender a las
amenazas de su adversario – Probablemente esto signifique que atacando con la
espada alcanzaré una velocidad menor, y por tanto también una potencia menor,
pero tengo que intentarlo. Aguanta, cuerpo, ¡te prometo que después de esto te
dejaré descansar!”
El caballero saltó con la espada al
frente, volando directo hacia su contrincante, que también iba directo hacia él,
arropado por todos los elementos que hasta el momento tenía en su poder. La
espada de hielo negro que ahora portaba el Caballero Negro era el doble de
larga y el tripe de larga, haciendo parecer diminuta e inofensiva la espada de
Jonyo, contra la que estaba próxima a chocar.
La velocidad del caballero del rayo
fue tan alta que resultó imposible para ninguno de ellos darse cuenta de que lo
ocurrió en el momento del choque. Tan sólo escucharon el sonido de un corte, y
acto seguido, ya se encontraban frente a frente.
Blackron seguía montado en el
tornado de viento negro, y también conservaba el escudo de fuego y la espada de
hielo, pero la ola ya se había disipado y la tormenta de rayos negros había
cesado. Por su parte, el caballero del rayo había conseguido ejecutar su ataque
con éxito, pero había sido bloqueado por el escudo de fuego negro. A pesar de
haberlo atravesado, su espada estaba hundida en llamas negras que no iban a
extinguirse jamás. Se había vuelto un instrumento inútil que podía contagiarle
llamas negras ni no tenía suficiente cuidado.
A los pocos segundos, un chorro de
sangre manchó las ropas del Caballero Negro. De un acto reflejo, Jonyo se llevó
la mano que no sostenía la espada al pecho, tratando de contener tanto la
hemorragia como el dolor, pero lo único que consiguió fue teñir su brazo de rojo.
“Mierda… Se ha abierto incluso más
de lo que tenía pensado – mascullaba sumido en el dolor – Es como si me
hubiesen cogido los dos extremos de la herida y tirado con fuerza para
destrozarme… Maldito hielo negro, si no fuera por él una herida así no sería
gran cosa para alguien como yo… – Miró al frente con resignación, pero lo único
que tenía ante sus ojos era el escudo de fuego negro, que visto desde tan cerca
y sintiéndose tan débil, le parecía tan grande como un muro infranqueable que
no había podido superar – Parece que… He perdido…”
Estaba tan concentrado en el dolor,
que no se había dado cuenta de que Blackron había permanecido en silencio e
inmóvil todo este tiempo. Poco después, la espada de hielo, hasta ahora entera,
quedó cortada por la mitad, desprendiéndose su mitad superior, mientras que la
mitad inferior se iba derritiendo hasta regresar a su forma original.
“Fui capaz de cortar su espada de
hielo negro con la mía, pero, ¿de qué me ha servido…?”
El escudo de fuego negro también se
fue apagando poco a poco, para quedar finalmente unas pocas llamas adheridas
para siempre a la hoja del arma. Fue entonces cuando Jonyo vio que el otro
extremo de su arma, que estaba al otro lado del escudo y que antes no podía
ver, se había clavado profundamente en el pecho de su adversario, que ahora
agonizaba.
“No me lo puedo creer… – Jonyo no
salía de su asombro – Vi claramente como interpusiste tu escudo delante de mi
espada, ¿por qué no ha funcionado?”
“No sé de qué te sorprendes… Al fin
y al cabo las llamas sólo son eso… Llamas. No tienen sustancia…”
“Era un elemento disuasorio –
finalmente se dio cuenta, y acto seguido, extrajo la espada del cuerpo de su
adversario – Entonces, ¿he ganado?”
Ambos comenzaron a caer. La espada
del caballero del rayo seguía parcialmente cubierta de llamas negras, pero él
se resistía a soltarla, a pesar del peligro de contacto. Sentía que aquello
todavía no había terminado. Por su parte, Blackron no fue capaz de sujetar su
espada. El apuñalamiento había mermado sus fuerzas mucho más que el corte
reabierto de su oponente, y al aterrizar, su espada cayó a unos metros de
distancia.
Los dos se habían estrellado contra
el suelo cerca del borde del acantilado: Mientras que Jonyo se retorcía de lado
y su sangre encharcaba la tierra, Blackron permanecía boca arriba, en silencio,
con los ojos entreabiertos, tratando de aguantar.
Fue en ese momento cuando una
pequeña bola de energía pasó sobrevolando el cielo y terminó estallando sobre
el lugar en el que combatían Jonyo y Blackron. Para sorpresa de ambos, al
estallar no resultó una simple explosión, sino un fuego artificial que dibujó
la cara de Mesa en el firmamento.
“Pero, ¿qué cojones ha sido eso?”
El Caballero Negro no contestó. En
su lugar, se echó a reír. La risa le dio fuerzas, y poco a poco, con esfuerzo y
dolor, logró ponerse en pie, aunque le costaba mantener el equilibrio.
“Contesta de una vez – le dijo
Jonyo , el cual era incapaz de levantarse – Sé que sabes lo que era eso”.
“Eso era, ¡la señal!”
“¡¿La señal?! ¡¿La señal de qué?!”
“Puede que Mesa no haya traído el
cuerpo del caballero de la tierra, pero esa señal me indica que ya puedo
obtener su fuerza. Al igual que ocurrió con el elemento viento, cuyo
contenedor, es decir, el cuerpo de su poseedora fue totalmente destruido antes
de poder extraerle la esfera elemental, la inconmensurable fuerza de Mesa podía
provocar que matase al caballero de la tierra durante el combate
involuntariamente, e incluso que destruyera su cuerpo. Cuando eso ocurre, el
poder elemental queda repartido por toda el área donde estuvo el poseedor por
última vez, lo que significa que puedo conseguir la esfera elemental de la
tierra sin necesidad de que tu amiguito o su cuerpo inerte estén presentes,
siempre que esté lo suficientemente cerca. Mesa acordó mandarme esa estúpida
señal en caso de que esto ocurriera.
Como es lógico, este proceso es
mucho más largo que con el cuerpo delante, pero dada la situación en la que te
encuentras, no creo que puedas hacer nada por detenerme. Dijiste que querías que
obtuviera todos los elementos oscuros para vencerme en la plenitud de mi
fuerza, por eso me entregaste tu propia esfera elemental, pero combatiste
conmigo pensando que tus compañeros no iban a caer. Pues bien Jonyo, ¡tu deseo
se ha hecho realidad!¡Admira el momento en el que logro alcanzar mi cuerpo
perfecto!”
Por última vez, el Caballero Negro
extendía la palma de su mano para generar una bola de energía negra, con rayos
violetas a su alrededor. Era la tercera vez que el caballero del rayo
presenciaba esa escena en un mismo día, pero esta vez era diferente, esta vez
no imaginaba que llegaría a presenciarlo, esta vez era el elemento final.
“Significa esto… ¿Qué Fidel ha
perdido?” se preguntaba, todavía retorciéndose en el suelo.
El Caballero
Negro acercó la bola de energía oscura al suelo, y ésta comenzó a girar sobre
sí misma a gran velocidad, mientras se formaba un hueco hacia dentro en la
parte superior de la oscura esfera, convirtiéndose en un agujero negro a
pequeña escala, capaz de generar una corriente de aire hacia su interior.
Poco a poco, un
polvo brillante de color naranja comenzó a brotar del interior de la tierra,
volando suavemente desde lejos, siendo absorbido poco a poco por la esfera
negra, rellenándola desde lo más profundo hasta llenarse completamente. En ese
instante, la parte oscura estalló como una cáscara. Sus pedazos se precipitaron
al suelo, desvaneciéndose nada más tocarlo, y sobre la palma de la mano de
Blackron tan sólo quedó, levitando, una esfera naranja y blanca con varias pequeñas
rocas de diferentes formas atrapadas en su interior.
Finalmente, retiró
su mano del control de la esfera elemental de la tierra, y ésta comenzó a
flotar por sí misma. Nubes negras coparon el cielo de nuevo. Abrió los brazos,
dando la bienvenida a su último poder, y la esfera elemental se iluminó,
reaccionando ante las esferas que ya se encontraban en el interior de joven de
color. Suavemente, comenzó a introducirse en su pecho, y según entraba, un
montón de abruptas y afiladas rocas negras emergieron del interior de la tierra
a su alrededor.
Por primera vez,
el resto de elementos también se manifestaron. Un rayo negro, un torbellino
negro, un tornado negro, una estalagmita de hielo negro y una columna de fuego
negro asediaron de golpe a su portador, que se perdió en aquella oscuridad
dando un fuerte grito.
La unión de todos los elementos
vino acompañadas de una fuerte explosión cuya onda expansiva empujó al
caballero del rayo por el borde del acantilado, a pesar de que hizo todo lo
posible por cubrirse y protegerse. Logró aferrarse al borde con una mano, lugar
donde resistió la devastación que sucedía a su alrededor, protegido por el
acantilado.
Cuando todo parecía calmarse,
escaló con mucho esfuerzo el borde del acantilado, para poder tirarse al suelo
una vez más y descansar, sin olvidarse de levantar la vista hacia el lugar
donde se había generado la explosión. Allí, una nube de humo negro todavía
impedía contemplar la figura del Caballero Negro, pero se iba disipando poco a
poco.
Tras unos minutos, finalmente
Blackron mostró su nuevo aspecto, prácticamente igual que antes, pero con
suaves rayos negros parpadeando a su alrededor, y completamente recuperado de
todas sus heridas.
“Ya es mío – pensó – SuiFuuRinKaZanHyouRai. Con esto
finalmente tengo el máximo poder, y he cumplido mi parte del trato, Mesa. Ya
soy el estudiante perfecto que tanto anhelabas. Aquel que domina todas las
artes. Y ahora, ¡me cobraré mi premio!”
“Hasta ahora ninguno de los
elementos que había absorbido le habían curado también – se lamentaba Jonyo,
que seguía herido – Ahora yo estoy herido y todo lo que he conseguido hasta
este momento ha quedado reducido a cero… Tal vez sólo me queda esperar a ver
como acaba conmigo, pero mientras me quede un soplo de vida voy a luchar hasta
el final…”
El caballero del rayo intentó
levantarse para continuar la lucha, aunque de momento no pasaba de ponerse de
rodillas. Blackron le vio y extendió el brazo con la palma de la mano abierta,
apuntando hacia él.
“No te molestes en levantarte, no
hace falta. ¡Shinra Tensei[1]!”
Una extraña fuerza invisible empujó
al caballero del rayo de nuevo contra el suelo. Él intentó levantarse de nuevo,
pero a pesar de que utilizaba todas sus fuerzas, notaba como si su cuerpo
pesase más de lo normal y por eso no fuese capaz de levantarse.
“¿Qué está pasando? – Se preguntaba
el caballero – ¿Por qué de repente mi cuerpo pesa tanto que no me puedo ni
levantar?”
“La gravedad – le contestó
Blackron, que a pesar de que no podía oír sus pensamientos, sabía lo que se
estaba preguntando en su interior – Ese es el poder que me otorga el elemento
oscuro de la tierra – En ese instante, aumentó la potencia de la fuerza
gravitatoria, y el cuerpo de Jonyo comenzó a hundirse en la tierra – ¡Desaparecerás envuelto en el elemento del
compañero en el que tanto confiabas!”
En ese momento, Blackron aumentó la
fuerza de la gravedad todavía más. El peso del caballero sobre la tierra era
tal, que a la vez que se hundía más y más en la tierra, ésta se iba agrietando,
hasta que un extremo del acantilado cedió y se precipitó hacia las aguas,
cayendo también el caballero, rodeado por los escombros. A medida que se
alejaba, iba quedando fuera del alcance del Shinra
Tensei, y sentía que el peso de su cuerpo iba regresando a la normalidad.
“¡¿A dónde crees que vas?! – Le
gritó el Caballero Negro mientras se acercaba al borde del acantilado, ahora
mucho más cercano que antes – ¡Vuelve aquí ahora mismo! ¡Bansho Tenin[2]!
Jonyo podía simplemente volar para
regresar al campo de batalla por sí mismo, pero no tuvo la necesidad de
hacerlo. De pronto, tanto su cuerpo como las grandes piedras que caían con él
se detuvieron en el aire durante un instante, para regresar hacia arriba,
directas hacia Blackron.
“Parece que puede manipular la
gravedad tanto hacia fuera como hacia dentro, pero el centro de esa gravedad es
él y tiene un alcance limitado – reflexionaba mientras veía cómo su cuerpo
flotaba involuntariamente hacia su adversario – Esto puede venirme bien… Ahora
mismo, mis dos brazos son las únicas partes de mi cuerpo que no han sido
afectadas por el hielo negro, ¡tengo que aprovecharlo antes de que sea
demasiado tarde!”
Aprovechando la velocidad que le
otorgaba la gravedad invertida, el caballero del rayo añadió la suya propia
para asestar un puñetazo a Velocidad
Extrema que su oponente no se esperaba, sin necesidad de forzar su cuerpo
del todo.
En un instante, Jonyo había
alcanzado el estómago del Caballero Negro. Tras el impacto, las rocas que
formaban el antiguo borde del acantilado, las cuales iban detrás de él,
arrastradas también por la gravedad, se detuvieron de nuevo, para volver a caer
hacia el agua. La gravedad había vuelto a la normalidad. La herida del
caballero empeoró un poco, pero mucho menos que antes, al haber tenido que
aumentar su velocidad en menor medida gracias al impulso que le daba el propio
ataque de su objetivo.
“¡Bien! – exclamó ilusionado – Tal
vez todavía tengo alguna oportunidad y todo”.
“Yo diría que no” sentenció su
adversario.
No fue hasta ese momento cuando se
dio cuenta de que su ataque no había acertado en el torso de su objetivo. El
Caballero Negro había bloqueado su ataque con la mano sin mayor problema, y
ahora tenía sujeto a Jonyo.
“Te has olvidado de que el agua
negra lleva presente en tu organismo desde hace un buen rato. Tu organismo ha
comenzado a debilitarse y ya no eres capaz de alcanzar la máxima velocidad,
aunque todavía no seas consciente de ello. Es por eso por lo que he podido
anticipar tu ataque. Tal vez si hubieses sumado tu máxima velocidad a la fuerza
de la gravedad, superando tus límites, hubieras conseguido algo, pero por
conformarte con igualarla a base de un menor esfuerzo te has quedado a las
puertas del éxito”.
El caballero del rayo estaba
pensando todavía qué contestar, cuando un rodillazo se estrelló en su pecho,
muy cerca de su herida. El efecto añadido del hielo negro le hizo sentir como
si una bomba nuclear hubiera estallado en su interior, paralizando
completamente su cuerpo para concentrarse completamente en la sensación de dolor.
“Has intentado utilizar mi propia
habilidad contra mí – decía el Caballero Negro mientras juntaba las palmas de
sus manos – Te has dado cuenta rápido de que yo soy el centro de la gravedad, y
que cuando atraigo o repelo con ella, todo va en función de mi posición. Sin
embargo, siento decirte que eso no es del todo así, y ahora mismo lo vas a
comprobar, ¡Chibaku Tensei[3]!”
Blackron separó sus manos, y entre
ellas apareció una pequeña bola de energía negra. Rápidamente, la bola ascendió
al cielo y comenzó a atraerlo todo con una fuerza imparable. El cuerpo del
caballero del rayo, todavía conmocionado por el último golpe, no fue el único
en ser arrastrado. Montones de rocas, árboles y demás objetos eran atraídos
también, hasta el punto de ser arrancados del suelo.
“Con Chibaku Tensei puedo hacer que el núcleo de gravedad sea esa
pequeña bola de energía, y que todo lo que esté a su alcance se adhiera a ella
– mientras hablaba, las primeras piedras, pequeñas en su mayoría, llegaron
hasta la bola de energía, quedando pegadas a ella, como si de verdad hubieran
caído al suelo. Poco a poco, las piedras de mayor tamaño comenzaron a llegar
también, así como el cuerpo del caballero del rayo, que seguía aturdido, aunque
empezaba a reconfortarse.
Una vez quedó la bola de energía
negra totalmente cubierta, las rocas se fueron apilando unas encima de otras,
haciendo la esfera cada vez más grande. El cuerpo de Jonyo cayó sobre una de
ellas, y pocos segundos después, nuevas rocas atraídas por la fuerza
gravitatoria cayeron encima de él, sepultándole. El peso, algo que en una
situación normal no sería un problema para alguien de su fuerza, era ahora
abrumador por culpa de los efectos del hielo negro.
“Mierda… Siento como si estuviese
soportando el peso del planeta entero – pensaba mientras las rocas seguían
cayendo sobre él, enterrándole completamente hasta que quedó totalmente a
oscuras – Sin embargo, no es así. Sé que no es así. Los cinco sentidos no
existen como tales, sólo son interpretaciones de nuestro cerebro a las distintas
frecuencias que emiten los objetos. Los colores, los olores, los sabores o la
misma presión que estoy sintiendo ahora mismo la siento precisamente como mi
cerebro la interpreta, no como es realmente. Igual que dos personas sienten un
grado de dolor distinto ante el mismo ataque, también ven los colores de manera
ligeramente distinta, aunque no puedan mostrárselo mutuamente.
Nada de lo que estoy sintiendo es
real, por mucho que mi sistema nervioso quiera convencerme de lo contrario.
Pero por suerte para mí, todavía tengo una conexión con la realidad. Todavía no
han envenenado todo mi cuerpo. Todavía me quedan mis brazos, los brazos que me
pueden permitir levantar estas rocas, los brazos que han conseguido que no
suelte mi espada a pesar de todo, ¡los brazos que me llevaran a la victoria!”
Desde fuera, el Caballero Negro
observaba como la esfera de rocas se hacía cada vez más y más grande, cuando de
pronto, un resplandor surgió entre los pequeños huecos que separaban cada roca.
Un instante después, se produjo una explosión en el interior de la esfera que
expulsó la gran mayoría de las rocas, dejando el núcleo, la pequeña bola de
energía negra, de nuevo a la vista, aunque todavía parcialmente cubierto por
pequeñas piedras. El caballero del rayo apareció entre las rocas, portando su
espada, volando directo al núcleo de la técnica.
“Si esa pequeña bola de energía es
el centro de gravedad – pensaba mientras avanzaba hacia ella – ¡Entonces sólo
tengo que destruirla!”
“Ha hecho explotar una onda de
energía en el interior para salir, es listo. Pero no ha contado con que la
gravedad sigue activa”.
No había pasado más de un segundo,
cuando las rocas que había separado la fuerza de la explosión se detuvieron en
el aire, para inmediatamente comenzar su regreso hacia el centro de gravedad. Él
se dio cuenta perfectamente, pero precisamente por eso, no detuvo su avance,
sino que aumentó su velocidad para alcanzar su objetivo.
“Soy el caballero del rayo. Mi
atributo es la velocidad, ¡y voy a anular esta técnica!”
Las rocas regresaron de golpe al
centro de gravedad, sepultando de nuevo a Jonyo en el momento en que asestaba
su ataque. El repentino agrupamiento de las rocas fue también rápido,
impidiendo que el Caballero Negro viese si su adversario había tenido éxito o
no.
Lo cierto es que no había ocurrido
ni una cosa ni la otra. En el interior de la esfera de rocas, a pesar de estar
sepultado completamente, el caballero del rayo había conseguido contener las
piedras que iban a aplastarle de nuevo. Al ver que no llegaba a tiempo, creó
una onda expansiva con su propia energía que detuvo el avance hacia el centro
de gravedad. Allí, con la pequeña bola de energía delante, y sin dejar de
gritar ni de derrochar energía para mantener la onda expansiva, extendió el
brazo y agarró el núcleo de la técnica con sus propias manos, estrujándolo
entre sus dedos hasta hacerlo reventar.
Los efectos no tardaron en hacerse
notar. Todas las rocas apiladas que componían la esfera comenzaron a caer, de
nuevo sujetas a las reglas la gravedad terrestre, y el caballero, agotado, cayó
con ellas.
“¡¿Estás intentando huir?! –
exclamó el Caballero Negro a la par que se aproximaba a su adversario – ¡Bansho Tenin!”
Volvió a activar la gravedad siendo
él el punto hacia el que caía todo. Las rocas que todavía no habían caído al
mar o no se había alejado demasiado de su posición volvieron a detenerse en
medio del aire, así como el cuerpo de Jonyo fue arrastrado una vez más.
“La fuerza gravitatoria es mucho
menor ahora que cuando el núcleo era esa pequeña bola de energía negra. No sé
si es porque ha gastado mucha energía en el último ataque o si simplemente
cuanto menor sea el núcleo más poder puede generar…” pensaba el caballero
mientras avanzaba saltando de roca en roca para ganar tiempo.
De pronto, la roca sobre la que se
posó estalló desde el otro lado. Blackron apareció entre los pedazos
resultantes, con su atracción gravitatoria activada. Viendo que cuanto más
cerca estaba más intensa era la fuerza que le atraía hacia él, Jonyo trató de
escapar volando marcha atrás, para no perder de vista a su adversario.
Para su sorpresa, una extraña
fuerza se lo impedía. Por más que lo intentaba, no era capaz de dar marcha
atrás y no sabía por qué, pues no estaba en contacto con ninguna roca o pared
de cualquier tipo que le impidiera el paso. Volvió ligeramente la cabeza para
intentar adivinar lo que estaba ocurriendo y allí estaba. Una segunda bola de
energía negra, producto del Chibaku
Tensei, emitiendo fuerza gravitatoria hacia fuera, cuya potencia era apoyada
por la fuerza gravitatoria hacia dentro que emitía el Caballero Negro, delante
de él.
“¡Me la ha liado! – fue lo único
que le dio tiempo a pensar. Su cuerpo, inconscientemente, se dio la vuelta y
trató de alcanzar la bola de energía para destruirla igual que había hecho poco
tiempo atrás. Pero ahora no era igual que antes. La gravedad estaba invertida,
y a pesar de que consiguió vencerla parcialmente y acercar su mano, cuanto más
se acercaba, más potente era la fuerza que le rechazaba – No… No puedo alcanzarlo…”
En su lugar, fue Blackron el que le
alcanzó a él. A pesar de que estaba completamente a su merced, el Caballero no
aprovechó para asestarle ningún golpe mortal, tampoco para intentar debilitarle
golpeando sus heridas, simplemente le agarró de ambos codos con cada mano y
sujetó con fuerza.
“¡¿Qué haces?!” le gritó cuando se
dio cuenta de lo que ocurría.
Los brazos del caballero del rayo
comenzaron a cubrirse de hielo negro, desde el codo, por donde lo sujetaba su
adversario, avanzando en ambas direcciones, por un lado al hombro y por otro a
las manos.
“¡No! ¡Mis brazos también no!” se
quejaba abiertamente.
De un acto reflejo, se quitó de
encima al Caballero Negro de un cabezazo en la nariz. El golpe le obligó a
soltarle inmediatamente para cubrir la hemorragia con sus manos, pero ya era
demasiado tarde. Los brazos de Jonyo ya estaban cubiertos de hielo negro al
completo. Inmediatamente, descendió hasta la superficie, buscando una roca
contra la que estrellar sus brazos congelados y reventar el hielo negro, pero
en su interior sabía que no era más que usa excusa para huir
“Es inútil – le dijo el Caballero
Negro sonriendo, mientras le veía destruyendo los cristales oscuros – los
efectos no van a disminuir porque te quites el hielo del cuerpo. Todo tu
organismo está infectado de hielo negro. Ahora, ¡es cuando empieza tu verdadera
tortura! ¡Shinra Tensei!”
En esta ocasión, la gravedad volvía
a echar abajo al caballero del rayo, que intentaba resistir en pie, clavando su
espada en el suelo para ayudarse.
“De pronto noto que mis brazos
pesan mucho más que antes… Parece que el efecto del hielo negro también me hace
sentir una gravedad superior a la real. Ahora que todo mi cuerpo tiene alterada
la sensibilidad, no tengo manera de distinguir lo que es real y lo que no… La
luz me ciega, la oscuridad me abruma, el calor me abrasa, el frío me hiela y el
dolor me mata… Ya no existen matices para mí. Probablemente signifique que no
puedo mantener el combate n estas condiciones, y que debe decantarse hacia la
vida o la muerte. En ese caso…”
Un pequeño tornado de viento negro
nació sobre la palma de la mano del Caballero Negro, que lo dejó caer
suavemente. La propia fuerza de la gravedad que él mismo estaba controlando
enviaba automáticamente el tornado directo hacia el caballero del rayo, que
tenía serios problemas para moverse. A medida que avanzaba, el tornado se fue
haciendo cada vez más y más grande, hasta superar con creces el tamaño de su
objetivo, que lo esperaba impotente.
“Cuanto más cerca estoy de él, más
fuerte es la gravedad, ¡pues entonces la solución es fácil!”
Jonyo comenzó a caminar hacia
atrás, lentamente, a cuanta velocidad le permitía su condición, y fue notando
que a cada paso que daba, la presión que sentía era menor. Sonriendo levemente,
continuó retrasándose, cada vez más rápido, pues veía al tornado oscuro
acercarse inexorablemente.
“Un poco más… Sólo un poco más y ya
podré salir volando…”
De pronto, sintió que su espalda
chocó contra algo. Volteó la cabeza algo confuso, pues no recordaba que hubiese
ningún tipo de montaña o elevación de cualquier tipo en los alrededores del
acantilado sobre el que estaban combatiendo. Se quedó paralizado al descubrir
que aquello contra lo que había chocado era un muro de hielo negro, levantado
varios metros y extendido por todo su alrededor, para impedirle escapar.
El caballero del rayo se quedó
mirando, ensimismado, y para cuando quiso reaccionar, el tornado negro ya le
había alcanzado y absorbido a su interior, donde le vapuleó de un lado a otro, produciéndole
cortes en todo el cuerpo y desgarrándole la ropa.
Tan rápido como había crecido, fue
haciéndose cada vez más y más pequeño, hasta que se consumió, soltando el
cuerpo del caballero de golpe, que fue catapultado por los aires a la vez que
giraba sobre sí mismo, para terminar cayendo en seco contra el suelo.
A pesar de todo el dolor que sentía,
el caballero había quedado tan debilitado que no era capaz de manifestar ningún
tipo de emoción.
“Todo tu cuerpo está herido, bajo
los efectos del agua negra y del hielo. Tu sufrimiento empieza a compararse a
lo que he estado pasando yo todos estos años. Pero aún no. Aún no he acabado
contigo”.
Mientras hablaba, Jonyo trataba de
ponerse de pie. Estaba mareado por las vueltas que le había hecho hacer el
tornado, a la par que su fuerza iba menguando cada vez más, debido a la sangre
que dejaban caer todas sus heridas. Pese a todo, consiguió ponerse en pie,
aunque cabizbajo y tambaleándose.
“¿Todavía quieres seguir? ¿Crees
que tienes la más mínima oportunidad? Estás al límite.”
“¿Límite?” de pronto aquella
palabra resonó en su cabeza, como si fuese algo importante, aunque no estaba
seguro de qué.
“Acércate, es hora de que acabe
contigo – Blackron extendió la mano hacia él – ¡Bansho Tenin!”
La gravedad comenzó a atraer a
Jonyo. Al estar todavía bastante lejos, comenzó a hacerlo suavemente, y el
caballero todavía podía actuar.
>>“Tal vez si hubieses sumado
tu máxima velocidad a la fuerza de la gravedad, superando tus límites, hubieras
conseguido algo – fue entonces cuando recordó las palabras que le había dicho
su adversario poco antes – ¡Eso es! Si ataco ahora podría tener alguna
oportunidad. Pero… Ya he forzado mi cuerpo demasiadas veces. Si vuelvo a
hacerlo, estando herido por todas partes como estoy, está claro que no podré
continuar el combate. Parece que ya no puedo evitar perder hoy aquí. Eso sí,
¡todavía puedo llevarme a Blackron conmigo!”
Alzó al cielo la mano que no
sostenía su espada, con los dedos extendidos pero juntos, emulando ser un
objeto con punta, y un rayo cayó sobre ella, recubriendo el antebrazo hasta el
codo de electricidad, con una capa de luz azul, brillante y centelleante.
“Esta es la técnica con la que
derroté a la teniente en aquella ciudad. Debería resultar efectiva también contra
él. Allá voy Blackron, ¡acabemos con esto!”
Saltó y comenzó su ofensiva,
volando a ras de suelo del acantilado, con su brazo envuelto en electricidad al
frente. En el aire, mientras aceleraba más y más, sin pensar en las
consecuencias que tendría para su cuerpo, empezó a notar que su cuerpo no
respondía como otras veces.
“Que extraño… Me siento… Me siento
muy bien. Me siento más rápido que nunca, más poderoso que nunca. Siento como
si pudiera con todo sin ayuda de nadie. Puedo ver todo el mapa de su sistema
nervioso, es casi como si leyera sus pensamientos antes que él. Noto que voy a
una velocidad mucho mayor que antes, aun sin contar con la ayuda de la gravedad.
No entiendo por qué pero tengo que aprovecharlo, ¡te atravesaré!” exclamó
finalmente.
Contrario a todo lo que esperaba,
el Caballero Negro detuvo su ataque sujetándole por el codo, a pocos
centímetros de que su afilado brazo cubierto de electricidad impactará contra
su pecho. Al frenar bruscamente, los efectos secundarios de haber obligado a su
cuerpo a moverse a una velocidad tan alta volvieron a manifestarse, ahora en
mayor cuantía. Todas las heridas que tenía sangraron de golpe, llegando a
sangrar incluso de los oídos, las uñas, y las cuencas de los ojos, quedando
literalmente bañado en su propia sangre. Además, los músculos del brazo
quedaron desagarrados por dentro después de tantas ofensivas.
“No… No lo entiendo – murmuraba –
Pero si iba… más rápido que nunca” susurró antes de caer al suelo, incapaz de
mantenerse en pie.
“Eres tonto, te has dejado engañar
por los efectos del hielo negro una vez más. Al igual que sensaciones como el
dolor y la temperatura se vuelven extremas, la velocidad y la fuerza subjetiva
que crees experimentar también están manipuladas. Del mismo modo que no hace ni
tanto calor ni tanto frío como sientes, ni te duele tanto como parece, tampoco
ibas a tanta velocidad como creías ni eras más fuerte. De hecho, que haya
podido detener tu ataque es la mayor prueba de que ibas más despacio de lo
habitual”.
El caballero del rayo permanecía
tumbado en el suelo, escuchando moribundo la sentencia de su derrota, mientras
el charco de sangre a su alrededor no paraba de crecer, y su adversario se
elevaba en el cielo vanagloriándose a sí mismo entre risas y carcajadas.
“¡Yo soy el guerrero definitivo!
¡La forma de vida perfecta! ¡El rey de la oscuridad! ¡El Caballero Negro!
¡Poseo todas las habilidades! ¡Domino todas las artes! ¡Represento todos los
atributos! ¡Fuerza! ¡Resistencia! ¡Velocidad! ¡Fluidez! ¡Adaptabilidad!
¡Determinación! ¡Un ser inferior como tú es incapaz de hacerme frente!”
“No… Tú no eres nada de eso – le
contestó Jonyo, levantando levemente la cabeza – Más bien eres todo lo
contrario. El fuego es la fuerza para proteger a los demás, sin embargo, el
fuego negro que posees no se detiene hasta que consume a su objetivo, sin
importar si ya ha ganado la batalla, eso no es fuerza, ¡es crueldad! Gracias al
agua y a sus propiedades existe vida en este planeta, pero en cambio, tu agua
penetra en los demás y les arrebata las fuerzas, para que no puedan utilizar
todo su potencial, eso no es otra cosa que, ¡cobardía! El rayo, o más bien la
electricidad, sirve como medio para poner en contacto todas las partes del
cuerpo, pero tu rayo negro destruye esa comunicación y confunde a todo el
organismo para que no pueda saber qué hacer, eso tiene un nombre, ¡caos! La
tierra es el lugar sobre el que todos vivimos, nos da no sólo el suelo donde
pisar, sino también los alimentos que nacen de ella, es el lugar sobre el que
vivimos, pero tu tierra negra obliga a su objetivo a donde debe ir con la
fuerza de la gravedad, eso no es más que, ¡opresión! El frío es la fuerza que
nos hace razonar incluso en los momentos de locura, pero tu hielo negro
confunde los sentimientos de las personas llevando las sensaciones al límite, también
conocido como, ¡traición! Y el viento, que se encarga de mover las nubes de un
sitio a otro, de transportar el polen para que las plantas puedan dar fruto, es
decir, de poner en contacto a todos los agentes de la naturaleza, lo has
cambiado por un viento negro que arrasa con todo lo que ve, cortando esa
comunicación, además de lo que se cruce en su camino, lo que provoca, ¡soledad!
Sí, esa es la realidad,
¡crueldad! ¡Cobardía! ¡Caos! ¡Opresión! ¡Traición! ¡Soledad! ¡Son esos los
valores que representas! ¡Los principios que defiendes! ¡¿De verdad era eso lo
que querías conseguir?!”
Aquellas palabras descolocaron un
poco al Caballero Negro, que no espera una crítica tan dura de una persona que
estaba derrotada. Aquel discurso del caballero del rayo le llenó el corazón de
odio todavía más.
“Es la hora del gran final, Jonyo
– fue lo único que le dijo, sin contestar a sus acusaciones – He guardado este
ataque sólo para ti. Disfruta de la técnica definitiva del Caballero Negro, que
sólo puede realizarse una vez se han absorbido todas las esferas elementales.
Adiós, Jonyo, yo siempre seré el más fuerte”.
A pesar de sus palabras, la
actuación del Caballero Negro después de terminar de hablar no parecía propia
de una preparación de un ataque, sino de una víctima que había sufrido un
ataque. De repente, y sin saber por qué, Blackron se había llevado la mano a la
cabeza con una mueca de dolor en la boca. Pocos segundos después ya eran las
dos manos, y la mueca pasó a convertirse en gritos de dolor y lamentos,
retorciéndose de dolor mientras flotaba en el aire.
“¿Qué le está ocurriendo?” se
preguntaba el caballero del rayo.
A medida que pasaba por este
extraño sufrimiento, un extraño humo gris salía de su cuerpo por todos los poros
de la piel, ascendiendo todavía más, hasta que comenzó a concentrarse por
encima de él.
Poco después, el mismo humo
grisáceo comenzó a llegar en finas y alargadas nubes, desde todas partes.
Centenares de nubes llegaban desde la lejanía, y se juntaban a la del Caballero
Negro, concentrada sobre su cabeza.
Una vez hubo suficiente humo
oscuro concentrado, cambió de forma para convertirse en una bola de energía
negra que iba creciendo a medida que llegaba más humo, cada vez de más lejos y
en más cantidad. A pesar de todo, el Caballero Negro era el que más humo
aportaba de todos.
La bola de energía continuó creciendo rodeada de un extraño
resplandor, haciéndose cada vez más y más grande, llegando a tapar el Sol,
ensombreciendo la vista del caballero del rayo. Finalmente, todo el humo
terminó de acumularse, y Blackron alzó las dos manos para tomar el control de
su devastador ataque final.
“Este
ataque contiene todo el odio y los resentimientos de aquellos que han sido
traicionados alguna vez. La energía negativa extraída de todas esas
frustraciones de personas de todo el mundo se han reunido hoy aquí, ¡y con su
dolor acabaré contigo! ¡Desaparece para siempre con este ataque! ¡Lamento de Desesperación!”
Rápidamente,
bajó las manos, y la enorme bola de energía oscura comenzó a descender
lentamente. En el suelo, cerca del borde del acantilado, Jonyo la observaba
acercarse sin poder hacer nada.
“Perdóname,
Sandra. No sólo no pude salvarte a ti, sino que tampoco he podido salvarle a él
ni a mí mismo. Al menos, si es cierto que existe algo al otro lado como decían
los de aquella isla, y puedo volverte a ver, podré pedirte perdón”.
En
ese momento, la bola de energía le alcanzó, estrellándose contra el borde del
acantilado. Cerró los ojos y se mordió la lengua con fuerza, deseando sufrir lo
menos posible en sus últimos momentos, pero no se imaginaba lo que aquella
técnica le tenía preparado.
Para
su sorpresa, no sintió ningún dolor. Al menos, no un dolor físico. Aquella bola
de energía estaba formada por el resentimiento y la ira de las personas cuando
habían sido traicionadas a lo largo de su vida, y que por aquellas experiencias
habían entregado su corazón al odio y la desconfianza. El caballero del rayo
pudo ver una a una cada una de esas historias, como una película que pasase a
cámara rápida ante sus ojos, pero de la que era capaz de enterarse de todo lo
que ocurría. Mentiras, adulterios, asesinatos, secuestros, estafas,
extorsiones, atracos, difamaciones, violaciones, torturas, envidias, acosos,
maltratos, atentados y traiciones de todo tipo era lo que veía una y otra vez.
Y no sólo eso, sino que podía sentir en su propio cuerpo el dolor y el
sufrimiento de las víctimas de todos esos sucesos. Revivió los traumas de cada
una de esas personas, pero entre todos ellos había uno en especial que se
repetía cada cierto tiempo, un recuerdo, o más bien una experiencia que él
recordaba muy bien.
La
muerte de Sandra, extraída de los propios recuerdos del Caballero Negro, y la
posterior incriminación de Blackron a manos del propio Jonyo. Ese capítulo
volvía a escena una y otra vez, y era el que más sufrimiento le ocasionaba al
caballero, incluso más que los asesinatos de niños, los adulterios de
matrimonios, los abusos sexuales, los atracos a viandantes, las violaciones a jóvenes
indefensas, los atentados terroristas o las torturas por motivos políticos. A
pesar de que podía sentir cada golpe, cada ofensa, cada humillación de todos y
cada uno de ellos, no era comprable con ver en primera persona el asesinato de
una persona que conocía, de su propia pareja, y a manos de su mejor amigo, al
que después tuvo que desenmascarar en público.
La
suma de todas esas aflicciones provocaron un colapso en el cerebro del
caballero del rayo, que cayó fulminado en medio de la oscuridad, todavía sumido
en esa vorágine de pesadillas. Cuando la bola de energía no tenía ya una
víctima a la que transferir todo el resentimiento que llevaba dentro, se fue
deshaciendo poco a poco, otra vez en el humo gris que la creó al principio,
hasta disiparse en el cielo completamente. Allí, en el suelo, el cuerpo del
caballero descansaba boca abajo, todavía sujetando su espada impregnada de
fuego negro.
“Aunque
tu cadáver no haya sido destruido, has muerto de la forma más dolorosamente
imaginable. Era la muerte más apropiada para ti, una persona que no daba
importancia a nada y se reía con cualquier cosa. Espero y deseo, que en el
instante antes de morir, te hayas dado cuenta de lo que hemos sufrido algunos
por tu culpa”.
El
cuerpo de Jonyo no se movía. Continuaba boca abajo, con la cara contra el
suelo, la ropa desgarrada por el combate, y rodeado de un charco de su propia
sangre.
“Ahora
que has dejado de existir, me encargaré de consumir tu cuerpo para que no quede
ni una sola prueba de tu existencia. Con
este último detalle, proclamaré la superioridad que nunca debí perder”.
Chasqueó
los dedos, y al instante, el cuerpo del caballero del rayo quedó cubierto de
llamas negras. Para su sorpresa, el calor de las llamas hizo que Jonyo
recobrara el conocimiento, sobresaltándose de inmediato al verse cubierto por
un fuego que sabía no iba a detenerse hasta haberle incinerado por completo.
“¡Sigue
vivo!” exclamó atónito el Caballero Negro.
Jonyo
se observó a sí mismo. Sus manos, sus brazos, sus piernas; incluso notaba que
su cabello estaba cubierto de llamas negras, además de toda su espada, y no una
pequeña parte de ella como antes.
“¿Qué
puedo hacer? – Jonyo estaba totalmente perdido, pero precisamente por eso, fue
por lo que recordó sus propias palabras – El frío es la fuerza que nos
hace razonar incluso en los momentos de locura – le había dicho él mismo a su
antiguo compañero hace no mucho – Es verdad, tengo que calmarme… Tiene que
haber una manera – De pronto escuchó el sonido de una ola impactando contra el
acantilado con violencia, hasta tal punto que varias gotas le salpicaron –
¡Claro! ¡El agua! ¡Por muy fuego negro que sea, dudo mucho que pueda sobrevivir
si estoy sumergido bajo el mar! Tal vez voy a morir igual, ¡pero tengo que
intentarlo!”
Todavía arrastrándose por el suelo, el caballero del
rayo alcanzó el borde del acantilado y se dejó caer al mar. Sin embargo, su
velocidad era muy lenta, y el dolor de las quemaduras muy intenso.
Inconscientemente, voló en picado a toda velocidad buscando la salvación al
final del camino, pero cada segundo que pasaba era más y más dolor, y la
relatividad le hacía sentir que iba a cámara lenta.
“¡¡Joder!! ¡¡Como duele!! – Gritaba – ¡¡Tengo que ir
más rápido!! ¡¡¡Mucho más rápido!!!”
Continuó aumentando más y más su
velocidad, hasta que sin querer, alcanzó su Velocidad
Extrema, pero según su percepción seguía siendo insuficiente, no le parecía
que fuese a alcanzar el agua nunca. Esa sensación impulsó al caballero a ir más
allá de sus propios límites, superando la Velocidad
Extrema, y alcanzando una velocidad tan alta que literalmente desapareció.
“Sin saberlo, ha utilizado al mismo
tiempo su habilidad activa Velocidad Extrema, con la que aumenta su velocidad
acosta de reducir su fuerza, y su habilidad pasiva velocidad crítica, que le
hace ir todavía más rápido en situaciones límites debido a que la velocidad es
su atributo – Blackron analizaba la situación, ensimismado – Uniendo ambas, ha
alcanzado una velocidad que supera sus propios límites y es como si hubiera
desaparecido, pero yo sé que no lo ha hecho. Simplemente se ha movido más
rápido de lo que mis ojos pueden ver. En cualquier caso, no creo que alcanzar
el agua le haya servido de nada. En esas condiciones, se lo habrán tragado las
olas o le habrán destrozado los arrecifes. Sea como sea, sigo siendo el
ganador”.
De repente escuchó un sonido tras
su espalda. Era el sonido de algo que acababa de aterrizar. Rápidamente, se
giró para ver lo que era y se encontró al caballero del rayo, empapado, pero
limpio de llamas negras. Estaba exhausto, jadeando, y le costaba mantenerse en
pie, pero lograba evitar caer al suelo gracias a que se mantenía apoyado a un
objeto alargado que sujetaba con una mano.
“¿Qué…? ¿Qué es eso?” preguntó
Blackron señalando aquel extraño objeto.
“¿Qué es el qué? Si sólo llevo mi
espa…”
Había estado tan concentrado en
aumentar su velocidad para llegar al agua lo antes posible y así salir con
vida, que no se había dado cuenta de que el arma que llevaba en la mano había
cambiado completamente. En primer lugar, el mango era ahora una vara de metal
muy liviana, recubierta de cuero negro brillante. Notaba una gran adherencia
sin renunciar a manejabilidad. Continuó mirando hacia arriba y descubrió unos
ribetes de color azul eléctrico en la parte superior de la vara, que coronaban
una gema verde que estaba incrustada en el extremo superior de la vara. Su
tamaño era un poco más grande que el diámetro de la vara, llegando a
sobresalir, pero sin destacar demasiado. Cerca del extremo superior de la vara,
por un lateral salía el filo del arma, curvado hacia arriba, rodeando la gema,
antes de terminar en línea recta con una prominente punta.
“Esto es muy raro… Nunca había
visto esta arma, pero a la vez es como si la conociera siempre… Esta es… ¡Esta
es mi Arma Final! ¡La Lanza del Tiempo!”
Ahora que ya la había reconocido,
la cogió con las dos manos para colocarse en posición de combate, y al
levantarla del suelo descubrió un segundo filo en la parte inferior, esta vez
saliendo directamente del extremo inferior, completamente recta y bastante más
corta que el superior, pero igual de mortífera. Ahora que había regresado con
un arma nueva tras escapar de las llamas negras, se veía con ganas suficientes
para continuar su enfrentamiento.
“No sé de dónde has sacado esa
lanza – le dijo mientras le apuntaba con su espada negra – pero da igual.
Mírate. Todavía estás sangrando, gravemente herido, muy debilitado, y bajo los
efectos de los elementos oscuros. ¿Crees que porque salgas con un arma nueva
que has encontrado bajo las aguas va a cambiar algo tu situación?”
“Tienes razón. Tengo que hacer algo
al respecto”.
La respuesta del caballero dejó a
Blackron estupefacto. Era lo último que esperaba oír. Se quedó mirando como
Jonyo hacía el siguiente movimiento con cierta curiosidad tras sus palabras.
El caballero extendió los brazos al
frente, con la Lanza del Tiempo sujeta con las dos manos. La gema verde que
había colocada en el extremo superior se iluminó intensamente. Jonyo giró sobre
sí mismo dando una vuelta completa, y según lo hacía, una línea de energía
verde quedaba dibujada flotando en el aire, fruto de la estela de luz que
dejaba la gema iluminada al moverse. La línea se cerró al unirse ambos extremos
cuando completó la vuelta, quedando un anillo de energía verde alrededor del
caballero.
Dibujó varios anillos más, del
mismo diámetro pero colocados en diferentes posiciones, hasta crear un círculo
de energía formado por anillos que le envolvió completamente, cual gusano en su
crisálida. Poco a poco, los anillos comenzaron a girar sobre sí mismo, aumentando
su velocidad rápidamente, hasta era tan alta que parecía que no se distinguía
cada anillo por separado, sino el círculo de energía que formaban todos ellos
como un cuerpo único, una única cápsula de energía centrifugando a gran
velocidad.
Los anillos continuaron a velocidad
máxima unos segundos, y luego comenzaron a reducir su velocidad hasta que se
les podía diferenciar por separado de nuevo, para finalmente desvanecerse. El
caballero, que apareció del interior de la cápsula de energía había cambiado
ligeramente. No estaba recuperado, pero se apreciaba que sus heridas habían
dejado de sangrar, algunas de ellas incluso habían cicatrizado. También había
recuperado el aliento y no parecía estar cansado en absoluto.
“¿Qué ha ocurrido? – Blackron
estaba sorprendido por el cambio – ¿Has hecho alguna técnica de curación?”
“No. Yo no poseo el poder de curar
a la gente, ni tampoco a mí mismo. Pero hay algo que siempre cura todo y a
todos, que no distingue de buenos ni malos, y que a la vez que te cura, te mata.
¿Sabes lo que es?”
“¿De qué estás hablando?”
“El tiempo. Lo que he hecho ha sido
simplemente acelerar el paso del tiempo gracias a los anillos que giraban y
daban vueltas a mi alrededor. Ellos se han encargado de acelerar el paso del
tiempo, sólo lo estrictamente necesario, unas cuantas horas, lo justo para que
se cerraran mis heridas y recuperase mis fuerzas. Podría haberme recuperado por
completo, pero habría requerido demasiado tiempo y energía. Además, no quería
obtener una ventaja injusta. El combate debe continuar”.
“¿El tiempo? ¿Dices que has
acelerado el tiempo? ¡No digas chorradas! ¡Tú eres Jonyo, caballero del rayo!
No tienes ninguna capacidad para hacer algo así”.
“Te equivocas. Ya no soy el
caballero del rayo. Lo fui, pero he dejado de serlo, ahora soy Jonyo,
¡Caballero del Tiempo!”
“¿Caballero del Tiempo? ¿Tú? ¿No me
hagas reír? ¿Qué significa eso? ¿Puedes viajar a través del tiempo? Entonces
corre y vuelve atrás para salvar a Sandra”.
“Lamentablemente, no puedo hacer
eso. Incluso el Caballero del Tiempo tiene sus limitaciones. Realmente, el
tiempo es una variable creada por el hombre en base a la velocidad de la luz,
pero originalmente no existe. La mejor prueba de ello es que los años luz no
miden tiempo, sino distancia. Cuando se supera la velocidad de la luz, se dice
que se viaja en el tiempo, pero en realidad es una cuestión de percepción. Si
yo me muevo de un punto a otro a una velocidad superior a la velocidad de la
luz, como tú no puedes hacerlo, te lleva más tiempo y al llegar has
experimentado un paso del tiempo superior al mío, aunque bajo tu percepción hayamos
llegado al mismo tiempo. Por tanto sólo se puede viajar hacia el futuro.
Con los anillos girado a mi
alrededor a la velocidad de la luz, se crea el efecto contrario. Se rompe la
unión del flujo del tiempo entre lo que está dentro de los anillos y lo que
está fuera, ralentizando el tiempo de lo que se encuentra en el interior, por
eso para mí han pasado unas horas y para ti solo unos segundos. A pesar de
todo, no se puede volver a un momento anterior al de partida”.
“Vale, lo que tú digas… Entonces
más vale que viajes al futuro, ¡al momento de tu muerte!”
El Caballero Negro extendió la mano
al frente, y una llamarada de fuego negro salió de su brazo directa a Jonyo,
que no se molestó en esquivarla. Es más, abrió los brazos para recibir las
llamas y que cubrieran todo su cuerpo.
“Quema…” se quejaba el caballero
con una mueca de dolor.
“¡Jajaja! ¡JAJAJAJA! – reía cada
vez con más fuerza – Por muy Caballero del Tiempo que digas ser, mi fuego negro
acabará contigo. ¡No se extinguirá hasta consumirte entero! Y si intentas
volver a escapar hacia el mar de nuevo, tendrás que vértelas conmigo”.
“¿De verdad piensas que el agua fue
el medio por el que me libré de tus llamas negras?” le preguntó Jonyo
desafiante.
Blackron se quedó mudo ante aquella
frase, y antes de que se diera cuenta, Jonyo se había movido un metro a la
izquierda, dejando las llamas negras a un lado, que se quedaron flotando en el
aire.
“Tus llamas pueden seguirme a
través del espacio, pero no pueden seguirme a través del tiempo. Aunque pueda
parecerte que sólo me he movido levemente hacia un lado, además también me he
adelantado un segundo en el tiempo, y eso es algo que el fuego no puede seguir”.
Poco a poco, las llamas negras, al
haber desaparecido su objetivo fueron descendiendo suavemente, hasta deshacerse
en el aire.
“Lo que imaginaba. Cuando las
llamas negras pierden su víctima, creen que ya han terminado su trabajo y se
deshacen ellas solas”.
El Caballero Negro había empezado a
ponerse muy nervioso. Su ataque más mortífero acababa de ser inutilizado
delante de sus ojos. Una vez más, su superioridad había quedado en entredicho,
a pesar de que ahora contaba con todos los elementos oscuros en su poder. No
podía permitirlo, y se lanzó enfurecido contra él, cargando su espada negra con
las dos manos. Jonyo bloqueó su ataque con facilidad utilizando la alargada
vara de la lanza, produciendo un leve forcejeo.
“¿Cómo es posible que puedas
resistirte? El agua negra ya debería haberte debilitado por completo…”
“Al igual que cualquier otra cosa,
tus técnicas tienen unos efectos limitados en el tiempo, no duran eternamente.
Además de curar mis heridas, también me he asegurado de esperar lo suficiente
para que tanto los efectos del agua negra como del hielo desaparecieran”.
Jonyo ganó el forcejeo levantando
la lanza hacia arriba, lo que rompió la guardia de Blackron y le llevó los
brazos para atrás, dejándole completamente desprotegido. Sin embargo, invertir
el movimiento de la lanza para que su filo superior cortase a su objetivo
llevaría el mismo tiempo que llevaría al Caballero Negro volver a ponerse en
guardia. En vez de eso, Jonyo continuó el movimiento hacia arriba,
acompañándolo de una voltereta en el aire girando la lanza, para cortarle con
el filo inferior, que apareció por sorpresa desde abajo, tumbando a Blackron.
“Gyaaah – se quejaba mientras caía
al suelo – Está bien, entonces tendré que volver a envenenarte de agua y hielo
negro – rápidamente se puso en pie – ¡Id a por él!”
Una serpiente de agua negra
apareció de detrás del acantilado y fue directa hacia Jonyo, que avanzaba
caminando hacia su adversario. Cuando la serpiente de agua negra iba a
alcanzarle, el caballero desapareció unos instantes, reapareciendo de
inmediato, cuando el ataque ya había pasado de largo, y siguió caminando.
“¿Dónde estás? ¡Tarde o temprano te
alcanzaré! ¡No puedes huir eternamente!”
Un alargado cristal de hielo negro
acabado en punta salió de debajo de la tierra y también fue enviado directo
hacia el caballero. Volvió a ocurrir lo mismo, Jonyo desaparecía y un segundo
más tarde volvía a situarse en el mismo para seguir caminando tranquilamente.
“¿Dónde estoy? Más bien deberías
preguntar, ¿cuándo estoy?”
“Si es una cuestión de velocidad no
te preocupes, porque también tengo el elemento más rápido a mi disposición, ¡tu
propio elemento! No quería llegar a esto, pero no me dejas otra opción ¡anularé
tus sentidos con el rayo oscuro y después me ocuparé de cuerpo incapaz de
sentir! Me lo agradecerás, porque aunque no veas mi victoria, tampoco sentirás
dolor”.
El Caballero Negro lanzó no uno,
sino varios rayos negros alternados para tratar de alcanzar a Jonyo de
cualquier manera. No obstante, ni siquiera un rayo era capaz de cogerle, él
continuaba desapareciendo un instante antes del impacto e inmediatamente reaparecía para continuar la
marcha.
“La velocidad de un rayo es de
140.000 kilómetros por segundo. A pesar de ser una velocidad muy elevada, sigue
muy lejos de los 300.000 kilómetros por segundo que alcanzamos únicamente la
luz y yo, el Caballero del Tiempo. Aunque te pueda parecer que tus ataques van
increíblemente rápido, para mí es como si fuesen a cámara lenta”.
Jonyo continuaba acercándose. Sólo
iba caminando, pero lo había hecho así a propósito. A cada paso que se acercaba,
podía ver la desesperación creciendo en la mirada de su adversario, al que se
le acababan las opciones.
“Muy bien, Caballero del Tiempo –
le dijo en tono despectivo – A ver si puedes con esto, ¡¡Shinra Tensei!! – En ese instante, utilizó el poder del elemento
tierra para aumentar la gravedad hacia el exterior, siendo su cuerpo el núcleo
de gravedad. Todo a su alrededor era expulsado hacia afuera, y el caballero no
era una excepción. No sólo tuvo que detener su avance, sino que la fuerza
gravitatoria le empujaba hacia atrás – ¡¡Jajaja!! ¡¡Lo sabía!! ¡No hay nada que
puedas hacer contra esto! ¡Venga, corre! ¡Adelántate en el tiempo cuanto
desees! ¡No detendré esta gravedad hasta que acabe contigo!”
La estrategia del Caballero Negro
parecía estar surtiendo efecto. Jonyo no conseguía avanzar. Es más, cada vez
iba retrocediendo más. Voluntariamente, retrocedió hasta el punto en que estaba
lo suficientemente lejos del núcleo como para resistir la gravedad, quedando lo
más cerca posible. Cuando levantó la vista, Blackron ya le había lanzado un
tornado de viento negro, igual que hace un rato.
“Está repitiendo la misma
estrategia que antes. Seguramente detrás haya un muro de hielo negro que me
impida ir más atrás, pero no necesito comprobarlo, porque a partir de ahora,
¡todos mis pasos van a ser hacia delante!”
Comenzó a caminar hacia delante,
muy despacio, para que no aumentara demasiado el efecto de la gravedad. A su
vez, alzó la Lanza del Tiempo, y la gema verde que lucía el arma se iluminó una
vez más.
“¡Eso es! ¡Ven! ¡Enfréntate a tu
destino! ¡Inclínate ante el poder de los elementos oscuros!”
“¡Descubre la técnica definitiva
del Caballero del Tiempo! – exclamó Jonyo sonriendo – ¡Detener Tiempo!”
Aquellas palabras fueron lo último
que Blackron escuchó. Sin embargo, para Jonyo todavía seguía existiendo todo,
aunque completamente detenido, y en blanco y negro. El caballero continuó
caminando, con la lanza en alza, en línea recta hacia Blackron. El tornado
oscuro se había quedado a pocos metros de él, pero con el tiempo parado, sin
movimiento, no era más que aire sucio, no podía hacerle ningún daño, y lo
atravesó sin problemas. Lo mismo pasaba con la gravedad. Sin tiempo, la técnica
de su adversario no estaba activa, y todo había vuelto a la normalidad. Sin
mayor problema, avanzó hasta su objetivo, y frente a él, se detuvo un instante,
para observarle con detenimiento.
“Te ves igual que siempre Blackron
– le decía mientras veía la mueca que se le había quedado, con la boca abierta,
en medio de un grito – Ha sido muy divertido luchar contigo otra vez, me ha
hecho sentir como en los viejos tiempos. Pero es hora de acabar con esto.
Muchas gracias por esperarme todo este tiempo. Cuando quieras te concedo la
revancha, pero ahora todavía tengo algo por hacer. ¡Nos vemos!”
Con la lanza alzada, ejecutó un
corte vertical que atravesó el pecho de su adversario de arriba abajo. En el
momento en el que el filo del arma tocó la carne de Blackron, el tiempo volvió
a fluir con normalidad, el color volvió a manifestarse, y el Caballero Negro
descubrió que estaba siendo atacado, pero ya era demasiado tarde. El dolor del
ataque le impidió mantener la concentración para mantener el aumento de
gravedad, y todo volvió a la normalidad. En ese momento, la ofensiva de Jonyo
continuó. Rápidamente, le causó un segundo corte, ahora en horizontal,
atravesándole todo el torso, y casi a la vez, dos cortes en diagonal cruzados,
uno en cada dirección. Lo cuatro cortes se cortaron en un mismo punto, lugar
donde el caballero remató el ataque, clavando de lleno la punta de la lanza,
que llegó a asomar por la espalda.
“Agh…” Blackron era incapaz de
articular palabra.
“Tranquilo, no morirás – le dijo a
la vez que extraía la lanza de su cuerpo – Antes de atacar, utilicé el mapa
eléctrico de tu cuerpo para identificar la posición exacta de los órganos y
asegurarme de que no te alcanzaba en ningún punto vital. De todas formas, no
podrás continuar el combate, ni siquiera mantenerte de pie, en bastante tiempo.
Esto se acaba aquí”.
Nada más terminó de hablar, el
Caballero Negro cayó desplomado sobre sus rodillas. Estuvo a punto de caer
tumbado, pero se sostuvo apoyando una mano en el suelo, mientras que con la
otra trataba de contener la hemorragia en vano.
“¿Por qué? – Se preguntaba mientras
el sangrado comenzaba a brotar también por la boca – Yo era el más grande…
Tenía todos los elementos oscuros… Poseía todos los atributos, todas las
habilidades… Era el estudiante perfecto, la forma de vida definitiva… Y sin
embargo… – tosió, esputando más sangre todavía. Su cuerpo ya se había rendido,
pero su espíritu estaba lejos de hacerlo – Dímelo, Jonyo, ¿por qué? ¡¡¡¿Por
qué?!!!”
Inconscientemente, con el último
grito activo de nuevo la gravedad. El caballero no se lo esperaba, y fue
rechazado de golpe por la fuerza gravitatoria, quedando alejado de su derrotado
oponente.
“No entiendo nada – pensaba – No
deberían quedarle fuerzas para nada más”.
Volvió la vista al frente, y
descubrió que el elemento de la tierra no era el único que estaba
manifestándose. El resto de elementos oscuros se dejaban ver alrededor de
Blackron en diferentes formas. La tierra sobre la que pisaba había quedado
cubierta de hielo negro, el cielo se cubrió de nubes completamente negras que
comenzaron una lluvia de agua negra. Rápidamente, el viento y rayos negros
acompañaron a la lluvia, transformándola en una auténtica tormenta oscura.
“Ya veo… no es él conscientemente.
Son las propias esferas elementales las que están tratando de forzarle a
continuar. Al haber perdido el combate, ya no le reconocen como dueño y están
tratando de tomar el control. Es su odio el que alimenta a las esferas, si no
le libero de su odio, las esferas terminarán por matarle. ¡Tengo que hacer
algo!”
Cogió la Lanza del Tiempo con las
dos manos y la extendió hacia delante. La gema verde se iluminó, y Jonyo
comenzó a girar su cuerpo hasta dar una vuelta completa. La estela de luz que
dejaba la gema al dar la vuelta se quedó en el aire y al cerrar el círculo se
formó un anillo de energía verde. Igual que antes, Jonyo dibujó varios anillos
más en al aire, sólo que esta vez no los usó en sí mismo, sino que los envió
hacia Blackron.
Los anillos se movieron rápidamente
hasta colocarse alrededor del Caballero Negro, dejándolo dentro del área de los
anillos. Al igual que la otra vez, los anillos comenzaron a girar sobre sí
mismos a gran velocidad según se colocaban, creando una cápsula de energía sin
ningún hueco para ver a través de ella.
“¡¿Qué es está mierda?! – exclamó
el Caballero Negro, y con la fuerza de las esferas elementales, dio un puñetazo
a uno de los anillos que estaban girando, tratando de destruirlo. El anillos
giraba a gran velocidad y la energía cinética inherente al anillo, el ataque de
Blackron fue rechazado – ¡Sácame de aquí!”
Continuaron llegando anillos hasta
que envolvieron completamente a Blackron, que quedó encerrado en el interior de
la cápsula de energía. Los anillos siguieron aumentando la velocidad hasta
llegar al máximo, y una vez alcanzado, se mantuvieron así durante unos minutos,
mucho más tiempo que cuando Jonyo los utilizó sobre sí mismo.
Poco a poco, la tormenta negra fue
escampando, y después de un buen rato, los anillos también comenzaron a
disminuir su velocidad. Uno a uno, se fueron desvaneciendo, dejando de ver lo
que se ocultaba en su interior.
El Caballero Negro que apareció del
interior de los anillos era muy diferente del que había entrado. Ya no tenía el
pelo rapado al cero, sino un abultado cabello oscuro a lo afro, a la par de una
larga barba negra. Su cuerpo también había sufrido cambios. Su destacable
musculatura había desaparecido completamente, presentando ahora un cuerpo
delgado y desnutrido, que impedía que la camiseta de tirantes que portaba
luciera debidamente. Al igual que le ocurrió a Jonyo, sus heridas también
estaban curadas, pero no parcialmente. Blackron se había recuperado completamente
de todas las secuelas del combate, y lo único que quedaba de él en su cuerpo
era una cicatriz con forma de asterisco en su pecho.
Cuando se desvaneció el último
anillo, la gema de la Lanza del Tiempo cesó su brillo, y el caballero cayó de
rodillas a causa del agotamiento.
“Dime algo Blackron – le dijo entre
jadeos – ¿cómo te sientes?”
“Jonyo… ¿Qué ha pasado? ¿Por qué he
estado haciendo todas estas cosas? ¿Qué me has hecho?”
“Nada dura eternamente, y el odio no
es una excepción. Si hasta ahora todavía guardabas ese resentimiento hacia mí
en tu interior era porque Mesa ha estado alimentándolo todos estos años, pero
totalmente aislado, sin recibir influencias del exterior, el odio, al igual que
el amor o la propia vida, con el tiempo suficiente termina desapareciendo. Perdóname,
oficialmente parece que no ha pasado el tiempo, pero en realidad te he quitado
un par de años de vida encerrado ahí. Extinguir tu odio era la única manera de
librarte del poder de las esferas elementales”.
El nuevo Blackron todavía estaba
asimilando la situación mientras observaba sus delgadas manos y se palpaba la
barba y la cicatriz, cuando los recuerdos de todas sus acciones invadieron su
mente de golpe. Las islas invadidas, los ataques injustificados, las muertes
innecesarias, los poderes robados… Todo eso apareció en la memoria del
Caballero Negro a la vez.
Atormentado, se llevó las manos a
la cabeza mientras gritaba con fuerza. Inconscientemente, dio varios pasos
hacia atrás, hasta toparse con el borde del acantilado. Allí, se detuvo, y miró
al fondo del abismo, donde las olas embravecidas chocaban violentamente contra
las rocas, tragando todo lo que caía en sus fauces, y vio la solución a su
tormento.
“Espera, no irás a…”
El Caballero Negro se dejó caer por
el borde del acantilado. Jonyo corrió a toda velocidad para impedírselo, pero
no llego a tiempo para evitar que se tirara, aunque sí para evitar que cayera. Tumbado
al borde del acantilado, fue capaz de agarrar a su antiguo compañero de un
brazo y sostenerle en el aire.
“¡¿Qué estás haciendo?! ¡Déjame
caer! ¡Es mi castigo por todo lo que he hecho! ¡Suéltame!”
“No pienso hacerlo… Esto no va a
acabar como la última vez. Efectivamente, tienes que pagar por todo lo que has
hecho, pero esta no es la manera de hacerlo. Quitarte la vida no solucionará
nada ni le devolverá la vida a ninguna de las personas que mataste. Si de
verdad quieres expiar tus pecados, tienes que seguir viviendo. Entrégate a las
autoridades, cumple tu condena, y cuando salgas, ¡yo te estaré esperando!”
Las palabras de Jonyo calaron hondo
en Blackron, que se sentía terriblemente confundido.
“Dime una cosa… Maté a tu novia…
¿Por qué haces todo esto?”
“Las mujeres vienen y van, pero
los amigos son para siempre”.
“¿Qué quieres decir?”
“La misma noche que Sandra murió,
salí de fiesta y me lie con otra. Para mí fue mucho más doloroso perder mi grupo
de amigos que una novia que podía haberme dejado en cualquier momento. Por eso
tienes que seguir viviendo, ¡por eso no puedes morir ahora!”
El brazo del Caballero Negro
comenzaba a resbalarse por el sudor. Jonyo ya le agarraba por la muñeca, y
continuaban separándose. Blackron continuaba dudando sobre qué hacer, mientras
la mano de Jonyo cada vez le sujetaba con mayor dificultad.
“¡Venga! ¡Sube o caerás!” exclamó
Jonyo mientras veía que ya le tenía agarrado sólo por los dedos.
“Está bien, Jonyo, ¡tú ganas!”
Los dedos terminaron por
resbalarse del todo, y el cuerpo de Blackron quedó suelto. En un instante, alzó
la otra mano y consiguió agarrarse a su amigo otra vez para evitar caer, y a
partir de ahí, consiguió subir de nuevo a tierra firme con ayuda del caballero.
“Haaaa, haaaaa – jadeaban ambos
al sentirse a salvo – Lo conseguimos, ¡juntos!” le dijo Jonyo sonriente.
Blackron le devolvió la sonrisa,
pero no le duró mucho. Enseguida la cambió por una expresión de dolor, y se
llevó una mano a la cabeza, resintiéndose.
“¿Qué te pasa, Blackron?”
“Quieren… Irse…”
“¿Irse? ¿Quiénes?”
El Caballero Negro no llegó a
contestarle. Quedó sumido en una espiral de gritos y dolor mientras su cuerpo
se iluminaba levemente. Una a una, las esferas elementales salieron de su
cuerpo, flotando a propia voluntad. Al estar las seis fuera, se acercaron unas
a otras formando un círculo, y salieron volando lejos de allí.
“Las esferas… ¿Dónde irán? – Se preguntaba
Jonyo – Tal vez vuelven al cuerpo de cada uno de los caballeros… No, eso no es
posible. No todos sus poseedores originales están vivos, y sobre todo, una de
ellas se habría quedado aquí para volver conmigo. Entonces, sólo pueden ir a…”
Un grito ahogado de Blackron
interrumpió los pensamientos del caballero, que vio cómo su recién recuperado
caía al suelo totalmente pálido. Rápidamente, se arrodilló para tratar de
asistirle.
“Parece que… Me muero” le dijo.
“¡¿Qué dices?! ¿Por qué? ¿Ahora
que ya habíamos conseguido salvarte dices que vas a morir?”
“Las esferas elementales no sólo
me daban poder, también se alimentaban ellas del mío. Al salir de mi cuerpo se
han llevado toda la energía que me quedaba y ya no puedo hacer nada…”
“¡Ni hablar! ¡No pienso
permitirlo! ¡Ralentizaré el tiempo! ¡Lo detendré si es necesario! ¡No pienso
dejarte morir!”
“Eso no servirá de nada. Tú mismo
lo dijiste. No puedes regresar a un momento anterior en el tiempo. Usar tus
poderes no cambiará mi destino, sólo retrasará lo inevitable…”
“¿Y qué pretendes? ¿Qué me quede
sin hacer nada a ver cómo mueres?”
“No te preocupes. Ya has hecho
todo lo que tenías que hacer. Puede que no hayas podido salvar mi cuerpo, pero
sí has sido capaz de salvar mi alma. Ahora puedo ir en paz. Enhorabuena, Jonyo…
Lo reconozco… Tú eres… El número uno, el mejor de los dos… Mu…chas gra…”
La existencia de Blackron se apagó
antes de que pudiera terminar su frase, pero terminó con una sonrisa en el
rostro y la paz que nunca pudo disfrutar en vida.
[1] Shinra Tensei: Juicio
Divino
[2] Bansho Tenin: Atracción
Universal
[3] Chibaku Tensei: Cuerpo
Celestial Estallando desde la Tierra
Curiosidades!!!
La Espada Ragna es un hechizo de Reena en Slayers
Shinra Tensei, Bansho Tenin y Chibaku Tensei son todas técnicas del personaje Pain de la serie Naruto.
La técnica definitiva del Caballero Negro está inspirada en la Death Ball de Baby Vegeta, que también se forma absorbiendo el odio de los demás
1 comentarios:
Lo he dicho más de una vez , pero lo vuelvo a repetir , la espera ha merecido la pena. Para mi éste es "el capítulo", después de ésto no habrá otro que se pueda igualar, ni lo ha habido ni lo habrá, quizás el último pueda asemejarse pero es difícil de creer. Logras que me meta completamente dentro de la historia y casi la viva como si estuviese allí mismo. Enhorabuena por eso.
De forma paralele, un escudo de fuego negro surgió sobre su otro brazo, (paralela)
Si no gano con este ataque, perderé combate(el combate)
el Caballero Negro era el doble de larga y el tripe de larga,(el doble de ancha y el triple de larga)
Ya no existen matices para mí. Probablemente signifique que no puedo mantener el combate n estas condiciones,(en estas condiciones)
Además, los músculos del brazo quedaron desagarrados por dentro después de tantas ofensivas.(desgarrados)
cada humillación de todos y cada uno de ellos, no era comprable con ver en primera persona(comparable)
Nunca había visto esta arma, pero a la vez es como si la conociera siempre…(de siempre)
Con los anillos girado a mi alrededor a la velocidad de la luz,(girando)
después me ocuparé de cuerpo incapaz de sentir!(de tu cuerpo)
Lo cuatro cortes se cortaron en un mismo punto,(los cuatro)
P.D. Orgulloso de pertenecer a toda ésta historia.
Un saludo a todos.
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