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Episodio CXXXVII
“
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Recuerda… Recuerda toda esa aflicción que
sentías cuando no podías más que ver cómo tus seres queridos sufrían – le decía
Shawn al caballero del fuego, que se había colocado delante de todo el mundo, y
permanecía con los ojos cerrados, concentrado, buscando de nuevo la
transformación – Revive también, aquellos sentimientos de incapacidad, en los
que por mucho que te esforzases, las cosas iban en sentido contrario al que te
hubiera gustado que fuesen. Que sus gritos resuenen en tus oídos, que su dolor
llegue hasta tu alma, y que su esfuerzo llegue hasta tu corazón”.
Todos estaban en silencio, expectantes,
observando directamente al caballero. Arturo les había pedido especialmente que
lo hicieran por si necesitaba mirarles a la cara para recordar más claramente.
Hasta el momento, el caballero continuaba de pie sin ningún cambio físico
aparente.
“No sé si va a funcionar – reflexionaba
Gabriel – pero de momento la energía de Arturo está aumentando levemente. Desde
luego Shawn sí que parece convencido de que todo saldrá bien – pensó al verle
la cara – Esperemos que tenga razón…”
“Si no completas esta parte del
entrenamiento, no podrás hacer lo que me contaste en el barco – pensaba Peter –
Ni tampoco podrás usar lo que te di, ¡piensa también en eso! ¡No toda la
motivación tiene por qué venir del dolor!”
En su interior, el caballero del fuego
trataba de seguir las indicaciones de Shawn, y ponía todo su empeño en
reproducir los últimos acontecimientos dentro de su mente.
“Puedo oírlo… – el grito de Pamela cuando
recibió su dolor resonaba en su mente – Puedo verlo… – el rostro de sufrimiento
de Shinkan se dibujó en su cerebro – Puedo sentirlo… – también podía recordar
el dolor que él mismo sintió durante aquello – Pero no es suficiente… Sólo lo
recuerdo, pero no me siento como aquella vez”.
“Su energía está empezando a disminuir…”
pensó Shawn y le hizo un gesto a JesuCristo.
“¡Intentaste matarme! – Exclamó el invitado –
¡¿Acaso quieres terminar lo que empezaste? ¡Pues si fallas probablemente será
lo que ocurra! ¡Y sería una gran pérdida!”
“No bases todo en el odio – ayudó también
Pamela – Recuerda también por qué te transformaste la última vez. No olvides a
esas personas que cayeron para permitirnos estar hoy aquí”.
“Tiene razón… ¡Kevin! ¡Aunque fue hace ya
algo de tiempo, todavía lo recuerdo claramente!”
Tras esos ánimos, la energía del caballero
del fuego, y un suave viento se levantó a su alrededor. No obstante, seguía sin
haber cambios físicos en su cuerpo.
“Sigue sin bastar… – opinaba Hilda – ¿No
prefieres que lo hipnoticé con alguna de mis técnicas para que lo consiga? Puede
que funcionase.
“Estoy seguro – la contestó Shawn – Pero
estaríamos en las mismas otra vez, perdería el control y alguien tendría que
detenerle de nuevo, – miró a Gabriel de reojo – seguiría sin poder hacerlo por
sí mismo, que es lo que estamos buscando”.
“Vamos, que lo único que podemos hacer es
confiar en él…” agregó Shinkan.
“JesuCristo, apuñálame” le dijo Gabriel.
“¿Perdón?” le contestó asombrado.
“Lo que has oído. Apuñálame. Haz que tu
espada me atraviese por completo. Haremos que él lo vea y así ayudaremos a que
se transforme”.
“¿Por qué quieres suicidarte?”
“Idiota, no me quiero suicidar. Peter está
aquí, una vez Arturo lo vea y reaccione, podrá curarme de inmediato. No me
pasará nada”.
“Está bien…” dijo el profeta y desenvainó su
Kusanagi.
“Dejad de decir tonterías – les paró Shawn
rápidamente – ¿Cuántas veces os tengo que repetir que tiene que hacerlo él
solo? Si hacéis lo que habéis dicho, sí, puede que se transforme, pero será una
transformación natural y volverá a perder el control. Si no es capaz de
lograrlo es problema suyo, pero si no lo logra no le dejaré salir de aquí”.
“¿Y eso?” preguntó Peter sorprendido.
“Si venís a pedirme ayuda tiene que ser con
todas las consecuencias. Dejar que ande suelto por ahí con un poder que no controla
es igual de peligroso para nuestros enemigos como para nosotros. Hoy podría
haber matado a JesuCristo si no llega a ser por Gabriel, mañana podría ser
cualquier otro. Sería una irresponsabilidad por mi parte dejarle ir así”.
“Pues con más razón habrá que hacer algo –
insistió Gabriel – No podemos irnos sin él”.
“Sé que vuestro patético trabajo en equipo os
ha salvado en muchas ocasiones, y por eso pensáis que cualquier cosa puede
solucionarse con apoyaros los unos a los otros – Shawn quería zanjar la discusión
lo antes posible – ¡Pero es mentira! ¡En este mundo…! ¡En esta vida…! Hay cosas
que sólo puedes hacer tú mismo, y de tu éxito o de tu fracaso dependerán las
consecuencias. Si queréis ayudar de verdad al caballero del fuego, ¡cerrad el
pico y confiad en él!”
“Vamos, Arturo… No vas a permitir que todo
acabe aquí, ¿verdad?” pensó Peter.
El caballero del fuego estaba escuchando toda
la conversación, impidiendo todavía más que se concentrara y pudiera lograr su
objetivo. Oír todos esos comentarios no sólo no le ayudaba, sino que perjudicaba
su camino hacia el éxito. El caballero trató de hacer oídos sordos, de ignorar
todo lo que pasaba a su alrededor, de centrarse en conseguir la transformación.
Se cerró en sí mismo y cuando se quiso dar cuenta abrió los ojos y estaba en un
lugar distinto. Había regresado al vasto campo que se encontraba en su
interior, aquel que ya visitó una vez para recuperar sus poderes. Sin embargo,
ahora estaba distinto. Todavía mantenía el aspecto de la última vez que lo vio.
Antes de partir, consiguió que aquel inhóspito lugar recobrase la vida que la
falta de fuego, luz y calor le había arrebatado. Ahora, en el suelo había
césped, en los árboles hojas y rosas y un inmenso cielo azul.
“Otra vez… Estoy aquí – se fijó en los
árboles – Pero ahora sí hay rosas…”
“¿Te gusta cómo ha quedado esto?” dijo una
voz.
La pequeña llama blanca volvió a aparecer
ante él.
“Eres tú de nuevo… ¿Por qué estoy aquí?”
“¿Lo oyes?” dijo la llama.
Los dos se quedaron en silencio. Arturo
agudizó el oído. De fondo, podía oír suavemente el eco de las voces de sus
compañeros, que seguían animándole en el exterior.
“Tus amigos siguen tratando de ayudarte. El
método que han escogido no es malo, pero tampoco es el mejor. Lograr el
SuperGuerrero no es tan solo una cuestión de emociones, sino también de
voluntad. De nada te servirá recrear esas sensaciones y recuerdos sino tienes
un objetivo que cumplir, y la voluntad para logarlo”.
“¿Un… objetivo?”
“Sí… Y tú ya tienes uno, ¿verdad?”
“Sí – contestó con firmeza – Lo tengo. No lo
he olvidado”.
“Utilízalo también en tu empresa. No olvides
nunca que quien encuentra en por qué, encuentra un cómo – dijo antes de
desvanecerse – No olvides lo que ocurrirá si abandonas tu voluntad”.
De pronto, el césped de aquel campo en su
interior se desvaneció, quedando una tierra árida y agrietada. Las flores y las
hojas de los árboles se secaron y cayeron al suelo, para después ser
arrastradas por un fuerte y gélido viento que a su vez llenó el cielo de nubes
oscuras que taparon la luz y rápidamente descargaron una tormenta de nieve y
rayos sobre el lugar.
Arturo se sobresaltó, parpadeó un instante y
al volver a abrir los ojos todo estaba como antes, lleno de vida y de luz.
“Era una ilusión… Está bien, gracias otra
vez… Déjame ahora demostrarte que el tiempo y la confianza que has invertido en
mí, y que han invertido todos, no ha sido en vano”.
Cerró los ojos y trató de concentrarse. Hizo
un recorrido por toda su memoria. Recordó el primer ataque de Mesa, en el que
cayeron todos derrotados en Petoria, se acordó del día en que Peter fue
secuestrado y torturado, rememoró la muerte de Kevin en sus brazos, y revivió
el sufrimiento de los que soportaron su dolor durante el entrenamiento.
Después, fue aún más allá, vio la imagen de
Fidel, primero sonriente y bromista como antaño, después serio y decidido como
actualmente, y por último, imaginó su futuro, asesinado por Mesa si hoy fallaba
el entrenamiento.
Juntó todos esos recuerdos, pasados,
presentes y futuros, y abrió los ojos de nuevo. Ya estaba delante de sus amigos
de nuevo, que enseguida notaron algo diferente en él.
“El color de sus ojos… – se fijó Pamela – ¡Es
distinto!”
Los ojos del caballero se habían tornado rojo
escarlata, pero ese no fue el único cambio. Todos pudieron ver como se
degradaba el color de su cabello, desde el azul de las raíces hasta el amarillo
de la punta, pasando por el naranja del resto del pelo. El aura dorada característica
también surgió, aunque esta vez no tan intensamente.
“Lo ha logrado…” dijo Pamela.
“Todavía es pronto para decir eso, queda algo
por saber…”
En efecto, el caballero todavía no había
mostrado signos que demostraran si había cumplido el objetivo de su
entrenamiento, mantener el juicio durante la transformación. A pesar de tener
los ojos abiertos y mirar a todos de reojo, se notaba que hacía un gran
esfuerzo por controlar sus movimientos. Se miraba las manos e intentaba mover
los dedos, luego dar un pequeño paso y regresar a su posición inicial. Parecía
que luchaba contra su propio cuerpo, y eso no causaba mucha seguridad en sus
compañeros, que esperaban una respuesta clara en silencio.
“Ya no puedo sentir su energía… Los rumores
eran ciertos” comentó JesuCristo.
“Yo tampoco puedo sentirla” añadió Hilda.
“Ni siquiera yo puedo…” dijo Peter.
“Yo sí puedo – pensaba Gabriel, para no
compartirlo con los demás – Pero es una energía inmensa, es completamente
normal que supere sus umbrales de detección. Seguro que sólo Fidel, Jonyo, Reik
y yo somos capaces de percibirla. Por el poder que ha mostrado, no creo que
Shawn pueda, aunque claro, tampoco se lo voy a preguntar…”
El caballero del fuego extendió el brazo hacia
delante, con la mano abierta, acto que alertó a todos, que inmediatamente
pensaron que se disponía a atacar.
“¡Cuidado! – Les alertó Gabriel – ¡Echaos
para atrás! ¡Puede hacer cualquier cosa!”
“¡Espera! – discrepó Shinkan – Esta vez… Le
noto diferente – el anciano se acercó un poco a él – No veo maldad en su mirada”.
Arturo dio un paso al frente y estiró del
todo el brazo. Llevaba ya un par de minutos transformado y daba la impresión de
que empezaba a haber un dominante.
“Soy yo” fue lo único que dijo, y al instante
se deshizo la transformación. El caballero cayó al suelo de rodillas y todos se
abalanzaron sobre él para ayudarle.
“¿De verdad lo has logrado?” le preguntó Peter
mientras le ayudaba a levantarse.
“Conseguido – respondió Arturo guiñando el
ojo – Lo recuerdo todo y esta vez no he perdido el control de mí mismo, aunque
es cierto que la energía es tan grande que parece que puede contigo”.
“Suso no tuvo ningún problema cuando se
transformó, seguía siendo él mismo – dijo Gabriel – ¿por qué sería?”
“La transformación de Suso no fue auténtica,
no lo olvides, fue gracias al colgante – le aclaró Shawn – Y el mismo colgante
actuaba de intermediario, liberando la energía necesaria para realizar el
cambio, pero regulándola para no llegar a perder el control. Por eso Mesa lo
venció tan fácilmente”.
“Entonces, ¿Suso podría haber ganado a Mesa?”
preguntó Peter.
“No digas tonterías, Mesa no es alguien a quien
se pueda vencer con un juguete – cerrado el tema, se volvió hacia Arturo – Y ahora,
caballero del fuego, tan sólo queda perfeccionar”.
Sobre la plataforma de hielo, que con el paso
de las horas se iba derritiendo, deteriorando, agrietando y deshaciendo cada
vez más, el caballero del hielo se jugaba su destino a una última carta. Con el
cuerpo entero parpadeando entre la existencia y el desvanecimiento, Reik se
puso en pie y desafió al espectro por última vez.
“Sólo tengo una oportunidad… – pensaba para
sus adentros – ¡Pero es imposible que falle!” exclamó bien alto esta última frase.
“Conozco todas tus técnicas y no hay ninguna
que te pueda salvar” le dijo el espectro totalmente convencido.
“Pero tú te has separado de mí, y sólo tienes
mis datos hasta el momento de la separación. Ya demostraste que las tácticas
que no había entrenado te cogían por sorpresa, y lo mismo pasará ahora, con esta
técnica que acabo de desarrollar”.
“¡Da igual lo que intentes! ¡Desaparecerás antes
de que te de tiempo y yo me convertiré en un ser completo!”.
“Un incorpóreo como tú siempre será nada más que
eso, un simple incorpóreo, por mucho que absorbas y te adueñes de nada, no
puedes ser nadie más que tú mismo. Y ahora si me disculpas, ando un poco escaso
de tiempo”.
El caballero del hielo comenzó a cargar energía,
y levantó pequeñas partículas de hielo de la superficie de la plataforma, que
de lejos se veían como simples destellos brillantes. Las partículas de hielo se
quedaron flotando en el aire, dando vueltas alrededor de Reik, que por un
momento se asemejó a un átomo rodeado de electrones. Sin perder tiempo, extendió
el brazo y mandó las partículas de hielo contra su oponente, que se cubrió
pensando que eran un ataque ofensivo. Sin embargo, en lugar de impactar contra él,
se quedaron dando vueltas alrededor de su cuerpo al igual que lo habían hecho
antes con el de Reik.
“¿Qué está pasando aquí? ¿De qué va todo
esto?” decía el espectro mientras trataba de espantar las partículas de hielo
como si fueran moscas.
Tras unos segundos dando vueltas alrededor de
su adversario, Reik cerró el puño y las partículas de hielo penetraron en el cuerpo
del espectro sin que pudiera evitarlo, por culpa de diminuto tamaño de los
fragmentos.
“Ya está todo listo” dijo Reik.
“No noto ningún cambio – le respondió su otra
mitad – ¡Tu técnica ha fallado!”
“Ahora lo comprobaremos” contestó el
caballero y se lanzó al ataque.
Reik cargó hacia él y preparó su puño,
movimiento que copió su adversario. Los dos ataques iban en la misma dirección,
y se presumía que de nuevo iban a chocar y neutralizarse mutuamente como antes.
Sin embargo, el ataque del caballero del hielo impactó en la mejilla del
espectro antes incluso de que éste hubiera echado el puño hacia adelante.
“¡¿Cómo es posible…?!” pensó el espectro.
El puñetazo lanzó al espectro unos metros en
el aire. El caballero saltó y cayó sobre él, pero esta vez agarrándole con
fuerza del cuello, y consiguiendo mantenerle inmovilizado tras el impacto
contra el suelo.
“Ghh… ¿Qué me has… hecho?”
“Podría explicártelo, pero cuando vuelvas a mí
lo entenderás todo sin necesidad de que lo haga. Ya es hora de que regreses a
donde procedes. Hasta la vista”.
Apretó con fuerza su cuello entonces, y el
espectro abrió la boca por acto reflejo. En ese momento, Reik le metió el otro
brazo por el gaznate hasta lo más hondo que pudo. Agarró algo en su interior y
al sacar el brazo sacó con él una extraña figura de luz blanca con forma de
silueta humana. El alma que le había sido robada.
Al arrancarla del espectro, perdió la
semejanza con el caballero, regresando a la forma de fantasma oscuro, para
terminar retornando a simple sombra que se arrastra por el suelo. Una vez en su
forma primigenia, huyó para volver al lado de su verdadera dueña.
El caballero del hielo no perdió más tiempo,
y enseguida ingirió su alma, recuperando la consistencia de su cuerpo y el
resto de sus energías. Sin embargo, el combate había sido demasiado largo y
duro incluso para él, y cayó al suelo rendido, mientras lo poco que quedaba de
la plataforma de hielo seguía destruyéndose, cediendo ante la fuerza de las
olas del mar.
“Cuando vea a ese cabrón… Pienso reventarle… Pero…
Gracias…”
1 comentarios:
Muy interesante el capítulo, y creo que sin ningún fallo de ortografía, lo que lo convierte en especial jajaja. A ver si tienes suerte en Diciembre, apruebas esas dos asignaturas que te quedan y consigues la licenciatura. Eso si, si lo consigues ya me contarás como está para conseguir curro una vez fuera.
Un saludo a todos.
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