Al fin llegamos!!! Final de temporada!!! Creía que no se acabaría nunca, pero todo llega en esta vida y los finales son parte de ella. No voy a sacar el volumen hasta septiembre, pues el sitoi más barato para imprimirlo son las papelerías alrededor de la universidad, pero no por eso voy a dejar esto parado. Los episodios 142 y 143 saldrán en estas siguientes dos semanas, ya el 144 no, que es el especial aniversario y habrá que dedicarle más tiempo, pero el plan es que el 143 está publicado antes de que empiece al uni. Mientras tanto, tendré que maquetar el volumen, corregir un par de cosas en el 120 y 122, rehacer la lista de personajes, etc... Así que si alguien quiere una foto en especial para que salga en el apéndice, puede mandarmela por correo hasta el día 2 de Septiembre, y si os da igual, pues cojo una del facebook, que para algo hice uno oficial de Los Caballeros.
Y otra cosa más importante. Nos acercamos al final, empezamos el último volumen, ya son ocho años aquí, es mucho tiempo, muchas páginas y toca dar las gracias a los que a pesar de todo siguen aquí conmigo siguiendo als aventuras de los caballeros, y de sí mismos claro jaja Así que tengo pensada una compensación para estas personas que será anunciada en el siguiente episodio, el primero del último volumen.
Poco más, hoy también son las cuatro de la mañana, pero como he terminado el volumen me pilláis contento y he escaenado los artworks, podéis dejar vuestras impresiones con un comentario, y esa persona que me ha comentado que no puede comentar, puede mandarme un mail para transmitirme sus impresiones ;) Recordad, no son ningún personaje, solo son dibujos para enseñarme como dibuja para ver si la cojo (click en la imagen para ampliar).
Este se supone que soy, por cortesía de la dibujante.
Esto es un intento de alguno de vosotros, o en lo que podríais llegar a convertiros jaja, lo que no sé es por qué lo firma con mi nombre :/
Y este es el único que medio merece la pena, y por eso lo he dejado para el final.
Os pongo también las estadísticas de este último volumen:
Los Caballeros IV
Cantidad de Páginas: 285
Intervalo de páginas del total de la historia: 917-1201
Cantidad de Palabras: 119.431
Un saludo y disfrutad de este final de temporada!!!Los Caballeros IV
Cantidad de Páginas: 285
Intervalo de páginas del total de la historia: 917-1201
Cantidad de Palabras: 119.431
Título: The Closing Chapter
Tamaño: 10
Episodio CXLI
A
|
l fin llegó la noche de aquel día tan largo.
Todos cayeron rendidos sin excepción, y durmieron profundamente, pero a pesar
de seguir juntos en la isla, sus corazones seguían separados. Fidel continuaba
sin dormir en el barco. Sabía que tendrá que hacerlo tarde o temprano, no podía
llegar hasta Mesa sin sus compañeros, pero su orgullo le obligaba a retrasarlo
todo lo posible. Reik tampoco estuvo allí aquella noche, estaba demasiado
enfadado como para relacionarse con nadie. Por su parte, Seagram, JesuCristo,
Hilda, Pamela y Shinkan Mario descansaron en aposentos habilitados por el
propio Shawn en esa última noche que pasarían en la isla.
Cuando llegó el amanecer, todos se levantaron
contentos, su entrenamiento había terminado y ya podían irse para cumplir sus
objetivos. Todos menos uno. Había una persona que le quedaba algo por hacer,
que miraba con envidia a los que reían alegres por haber finalizado sus
sesiones, y que además tenían la desfachatez de venir a preguntarle cuanto le
quedaba para que pudieran irse cuanto antes. Él no lo sabía, y aunque lo
supiera, tampoco lo habría dicho, que los demás hubieran acabado no les daba
derecho a presionarle, por muy involuntariamente que fuera, así que no se dejó
presionar y fue tranquilamente al lugar que le había indicado Seagram el día
anterior.
“Buenos días Jonyo – le dijo al verle
aparecer – ¿Has dormido bien?”
“Déjate de tonterías y empecemos de una vez. Soy
el único que tonto que todavía no ha terminado”.
“Oh, ¿te preocupa eso? Tranquilo, estaba
programado. No podíamos saber exactamente si todos terminarían antes que tú,
pero ayudamos a que eso ocurriera alargando preventivamente la primera fase de
tu entrenamiento”.
“¿La primera fase…? – el caballero recordó
todo el tiempo que tuvo que permanecer sin hacer nada porque supuestamente era
parte del entrenamiento – Entonces, ¿ahí también me estabais tomando el pelo?”
“Para nada, tú mismo viste los resultados con
Shawn. Es lo que te he dicho, la alargamos preventivamente. Es muy difícil
saber el punto exacto en el que el cuerpo supera un cansancio acumulado y ya
está listo para empezar otra vez. A pesar de que tenía como referencia tu
aumento de fuerza, tan sólo era una aproximación, y uno o dos días más de
descanso del requerido no iban a debilitar tu cuerpo, así que tomamos esa
decisión”.
“Vale, ya lo entiendo. Ahora, ¿podemos
empezar lo que sea que tenga que hacer? En cuanto yo termine podremos irnos,
así que yo también quiero terminar cuanto antes”.
“Todavía no podemos empezar, Jonyo”.
“¿Y eso por qué? ¿Ya me estás vacilando otra
vez o qué?” le dijo mientras apretaba el puño con fuerza en señal de
agresividad.
“Cálmate, caballero, ¿es que no recuerdas lo
que tienes que hacer? Es algo que dejaste a medias hace un par de días, y para
lo que necesitamos la participación de más gente”.
Mientras Seagram hablaba, los demás empezaron
a aparecer. Arturo, Gabriel y Peter llegaron andando, acompañados de Hilda,
Shinkan Mario, Pamela y JesuCristo, este último con vendajes por los golpes del
día anterior. Eran todos los que estuvieron la última vez. Pero también llegó
gente que no esperaba ver. Fidel apareció volando, aunque se colocó al otro
extremo de Arturo, e incluso apareció Reik, fumando un cigarro y con cara de
pocos amigos.
“Mierda, lo de las piedras… – recordó
finalmente – Y ahora me van a inflar entre todos…”
“Me alegro que lo recuerdes – le dijo Shawn,
que apareció por detrás y le puso la mano en el hombro – Ya sabes lo que tienes
que hacer, ponte delante de la pared de esa montaña, tan solo tienes que evitar
que te golpeen las piedras”.
“Bueno… – reflexionaba mientras caminaba
hacia la pared – Está claro que me he vuelto más fuerte durante estos días. El
entrenamiento con la armadura me ha fortalecido, aunque no llegase a dominarla,
seguro que esta vez lo consigo”.
“Se me olvidaba una cosa – le dijo Shawn –
Sólo tienes tres oportunidades. Si no lo consigues, te quedarás aquí y no
lucharás contra el Caballero Negro. Tenlo presente”.
“¡¿Y eso?! ¿Cuándo he acep…?”
Quería seguir quejándose, pero un estruendo
le obligó a parar. El caballero del hielo había destruido otra montaña rocosa
de un puñetazo para tener piedras suficientes que tirar, pero como la montaña
era tan grande, al final todos pudieron hacerse su propio montón de los mismos
escombros.
“Lo siento Jonyo, – le dijo Reik mientras
daba una honda calada a su cigarro – pero voy a tener que pagar contigo el
cabreo que tengo con ese tipo”.
“Creo que a mí también me vendrá bien para
desahogarme un poco” dijo Fidel.
“Yo tiraré flojito para compensar a esos dos
brutos” dijo Pamela sonriendo.
“Gracias Pamela…” pensó Jonyo.
“Yo no te las tiraré fuerte, pero sí con
efecto y con estilo” añadió Gabriel.
“Nosotros también estamos listos” dijo Arturo
en representación de todos los demás.
“Vale – Jonyo analizaba la situación, cerró
los ojos y comenzó a detectar a todos, uno a uno – Ufff, son muchos, no nos
engañemos, pero tan sólo van a tirarme una piedra cada uno, debería ser capaz
de esquivarlas ahora. Debería…”
“Bueno, ¡vamos a empezar! – exclamó Reik –
¡Que hemos venido aquí para algo!”
Reik lanzó todo el montón de piedras que
tenía en sus manos al aire, por encima de su cabeza, saltó y golpeó a cinco de
una patada, mandándolas contra el caballero.
“¡Se ha adelantado! ¡Y además ha lanzado
varias él sólo! – Se decía en sus pensamientos – ¿Cómo puedo saber cuantas ha
mandado? ¡Si ha tirado al aire un montón de ellas! Espera… ¡Ya sé! ¡Los
impactos de su pierna! Uno, dos tres cuatro… ¡cinco! ¡Cinco impactos! Siguiendo
la fuerza y la trayectoria del golpe…”
Jonyo predijo de forma acertada la
trayectoria de las cinco piedras y se preparó para evitarlas. Estaba listo,
esperando a que llegara la primera, cuando dos piedras le golpearon
violentamente, una en la tripa y la otra en la cabeza, haciéndole perder el
equilibrio, y un instante después aparecieron las cinco piedras que había
predicho y le sacudieron en distintas partes del cuerpo con tal fuerza que le
lanzaron contra la pared de la montaña.
“¡No lo entiendo! – Jonyo abrió los ojos y contó
las piedras él mismo – Cuatro, cinco, seis… ¡Siete! ¡Hay siete! ¡Pero si sólo hubo
cinco impactos, estoy seguro! ¡Y tampoco ha tirado nadie más! ¡¿Qué ha pasado?!”
“¿De verdad necesitas que te lo expliquen?”
le preguntó Shawn.
Jonyo no contestó.
“Parece que sí lo necesitas – intervino Reik
– Es cierto que yo sólo golpeé a cinco piedras, pero se te olvida una cosa. No
había sólo cinco piedras en el aire, había muchas, todas las que pude agarrar
en mis brazos, y no tenías manera de saber cuantas. Aunque calcularas cuantas
piedras había entre mis brazos por la electricidad que utiliza mi cerebro para
generar la sensación de tocarlas y sujetarlas, no tendrías manera de saber
cuantas había unas encima de otras en ese mismo montón. Y eso es lo que te ha
pasado después. Cuando he golpeado las piedras, no he golpeado a cinco en
concreto, he golpeado a bocajarro, a lo que saliera, y he dado a cinco, pero
algunas de esas cinco se han chocado con otras dos y las han mandado primero, y
esas no tenías manera de detectarlas”.
“Eso quiere decir que da igual lo que haga...
No podré evitarlas de esta forma…”
“Has agotado tu primer intento. Te quedan
dos” le indicó Shawn.
“Hmpf – el caballero del rayo se puso a pensar,
y al cabo de unos segundos sonrió – Ya lo entiendo… Esta vez no me pilláis, no
soy tan tonto. Recuerdo perfectamente lo que me has dicho antes, Shawn, has
dicho que tan sólo tengo que evitar que me golpeen las piedras, lo que
significa que mientras las esquive, da igual la forma. Lo de hacerlo con los
ojos cerrados ha sido cosa mía, nadie me lo ha pedido, así que las detectaré
con la vista y se acabó el problema”.
“Prueba” fue lo único que le contestaron.
“¡Pues venga! ¡Vamos!” animó a todos a que
empezarán de una vez.
No se hicieron de rogar. De nuevo, fue Reik
el que inició la ronda, con el mismo movimiento que antes. Tiró un montón de
piedras al aire, saltó, y esta vez se esforzó en dar a cuantas tenía a su
alcance. Ocho piedras fueron proyectadas hacia el caballero, que a su vez se
llevaron por delante otras tres, haciendo un total de once piedras que iban
directas al caballero.
Al mismo tiempo, los demás también se
lanzaron a apedrear a Jonyo, aunque de forma mucho más calmada, tirando las
piedras de una en una. En un momento, el caballero del rayo se vio con una
veintena de piedras, pero no consiguieron ponerle nervioso. Ahora era
diferente, ahora podía verlas, podía seguirlas, podía evitarlas, y lo hizo. Esquivó
sin ningún problema todas las que le iban llegando. Puso en práctica lo
aprendido en el entrenamiento anterior, no hacer movimientos inútiles y mover sólo
la parte del cuerpo necesaria, pero también sabía que no llevaba la armadura, y
con ello, tampoco estaba sujeto a sus limitaciones, así que de vez en cuando
daba una voltereta en el aire para evitar varias piedras a la vez y demostrar
que podía hacer la misma actividad de varias formas distintas.
“Así se hace Jonyo – le dijo el caballero de
la tierra – Ahora pasemos a algo más divertido”
Fidel también quería hacer gala de los
resultados de su entrenamiento, así que se propuso desafiar a su compañero con
algo más grande. Echó a volar y llegó a la cima de otra montaña rocosa, clavó
fuertemente la pierna en la ladera, cerca de la cima, consiguiendo que se
agrietase alrededor y pudiera extraer la cima, que terminó siendo una roca de
varias veces su tamaño.
“¡Esquiva esto!” gritó a la vez que lanzaba
la enorme roca contra él.
La roca era tan grande que Pamela, Shinkan
Mario y los demás tuvieron que salir corriendo por miedo a que les alcanzara,
mientras que Peter se protegió con una barrera. Jonyo estaba viendo venir la
roca, pero todavía estaba esquivando las piedras que le lanzaban Arturo,
Gabriel y Reik, buscando una oportunidad para escapar de lo que se le venía
encima. El resto de caballeros no le dejaban un respiro, y la roca seguía acercándose,
inundándole con su terrible sombra. Las piedras que lanzaban Arturo, Gabriel y
Reik terminaron impactando contra la roca cuando ya estaba demasiado cerca y el
caballero del rayo no tuvo tiempo para esquivarla, siendo aplastado sin
remedio.
“Aiba, creo que me he pasado un poco – dijo Fidel
– ¿Estás bien, Jonyo?”
Estuvieron unos segundos esperando a ver si
salía de debajo de la roca por sí mismo, pero ese momento no llegaba. Quisieron
ir a ayudarle, pero en ese momento, una luz surgió de debajo de la roca, e
instantes después estalló, apareciendo tras de sí el caballero del rayo, sucio
y jadeante.
“Haaaaa, haaaa… Joder Fidel, ten cuidado con
lo que haces”.
“Segundo intento fallido, te queda uno – le recordó
el entrenador – No olvides que si fallas ahora te quedas aquí”.
Esa frase desestabilizó al caballero. En un
momento se había quedado a una oportunidad de cumplir sus objetivos, y a un
error de perderlo todo para siempre. A pesar de que todavía estaba a tiempo de
ganar, no pudo evitar ponerse nervioso. Había probado a superar la prueba de
las dos formas distintas que sabía y no se le ocurría nada nuevo. Sus manos
temblaban a causa de la duda y terminó cayendo al suelo de rodillas y llevándose
las manos a la cabeza.
“Jonyo…” susurró Pamela.
“¡Ey! ¡No te preocupes! – trató de animarle
Fidel – ¡Si no lo consigues, yo me ocuparé del Caballero Negro por ti después
de cargarme a Mesa!”
“¿Te vas a rendir, caballero?” pensó Seagram
“No tenemos tiempo para esperar a que se
decida a hacer algo – sentenció Shawn – ¡Atacad de nuevo y acabemos con esto de
una vez!”
Ninguno quería tirar la primera piedra y
condenar así a su compañero, intentaban ganarle algo de tiempo ante las
presiones de Shawn Stevenson. Sin embargo, sabían a lo que venían, se habían
comprometido a ayudar con el entrenamiento del caballero del rayo, y sabían que
no le hacían ningún favor si por algún motivo le ayudaban a ganar
inmerecidamente.
Siendo conscientes de todo esto, y al ver que
el caballero del rayo no reaccionaba, Arturo, Pamela, Gabriel, todos empezaron
a elegir una última piedra para lanzar. Se miraban entre ellos, buscando la
persona idónea para iniciar la ofensiva, y al fin fue la propia Pamela, con los
ojos lloros, la que tiró en primer lugar, seguida por todos los demás.
“¿Qué hago? – Se preguntaba el caballero,
todavía de rodillas, al ver las piedras venir – Si no hago nada, no podré
enfrentarme a Blackron, pero ya he hecho lo que se supone que tenía que hacer y
no ha servido de nada, ¿en qué va a cambiar que haga lo mismo? – Las piedras
estaban muy cerca, y la rabia y el resentimiento de Jonyo en su punto más álgido
– ¡¡¡¡Jooodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrr!!!!”
El caballero estalló de impotencia, y a la
vez que dio semejante grito, se desahogó también dando un puñetazo al suelo. La
energía que liberó involuntariamente en ese momento hizo que el puñetazo fuese
tan fuerte que generó una onda expansiva tras el impacto lo suficientemente
potente como para pulverizar todas las piedras, liberando al caballero de cualquier
impacto.
“Perfecto, has pasado la prueba” le dijo
Shawn.
“¿Ein? – se quedó perplejo el caballero, que
no se había parado a pensar en lo que había conseguido – Ah, la onda expansiva,
¡Je! ¡Estaba todo controlado! – Mintió – Si no puedo evitar pues las destruyo
con mi gran poder. Venga, mándame las que quieras, empezaré a lanzar rayos y
ondas, ¡no llegará ni una!”
“Será fantasma… – pensó Peter – Si hace un
momento estaba totalmente derrumbado…”
“Vamos, venga, ¿a qué esperáis?”
“Ya no es necesario, ¡el entrenamiento ha
terminado! – Exclamó Shawn Stevenson – Escucha Jonyo, tienes mucha confianza en
ti mismo. Eso no tiene por qué ser un problema, pero en ocasiones puede
volverse en tu contra. El objetivo de tu entrenamiento era que vieses que no
siempre se pueden conseguir las cosas de una única forma, de la forma que
piensas, por eso has tenido un entrenamiento tan raro. Primero el descanso,
luego las bombas y ahora esto. Estoy seguro de que nunca habrías pensado que
podías mejorar de cualquiera de estas formas, pues eso mismo es lo que debes de
pensar durante el combate. Cuando estés delante de El Caballero Negro, te
encontrarás infinidad de complicaciones, es posible que incluso anule tus
ataques y tus habilidades gracias a los elementos oscuros. Necesitabas
despertar un ingenio suficiente como para hacer frente a la situación por mucho
que se tuerza. Igual que has descubierto que era una idea mejor no mover todo
tu cuerpo para esquivar las bombas en vez de vencer el peso de la armadura, o
que te salía mejor romper las piedras que evitarlas, a la hora de la verdad,
cuando estés en el enfrentamiento final, recuerda que el camino que tienes
delante no es única forma de llegar hasta la meta. Estás preparado”.
“Gracias, lo tendré en cuenta” contestó, e
inmediatamente caminó hacia Seagram para agradecerle el entrenamiento
personalmente.
“No tienes que decir nada” le dijo Seagram
antes de que abriera la boca.
“¡¡¡Sic
Semper Proditores[1]!!!”
se escuchó de repente.
El Caballero Negro apareció de la nada detrás
de Seagram y le clavó su espada en la nuca, atravesándole todo el cuello hasta
que salir por la garganta.
“¡¡Blackron!!” exclamó Jonyo al verle justo
delante de sus narices.
Todos reaccionaron al instante y en un
momento, el Caballero Negro se vio rodeado de afiladas espadas apuntándole.
“¿Creéis de verdad que tenéis alguna
oportunidad contra mí? ¡Ni aunque atacarais todos juntos!”
Un tornado de viento negro surgió a su
alrededor y tiró al suelo a todos los que le amenazaban.
“¿Por qué, Blackron? – le preguntó su antiguo
amigo – ¡¿Por qué?!”
“Este hombre era un traidor, y no merecía
otra cosa que la muerte. Lo mismo que tú. Te espero en el castillo de la Fiera
Deidad, ¡donde acabaré con tu vida de una vez por todas! ¡Wajajaja!”
Extrajo la espada de la garganta de Seagram y
desapareció tan rápido como había venido. Jonyo no perdió un instante y se lanzó
a por el que había estado entrenándole, que todavía estaba vivo, aunque en las últimas.
“¡Vamos Peter! ¡¿Qué haces ahí parado?! ¡¡Cúrale!!”
le gritó violentamente.
Pero el presidente no se movió. Sabía que no
podía hacer nada, que la muerte era inminente, y que sus poderes tan sólo
servirían para aumentar la agonía.
Seagram intentaba comunicarse con el
caballero del rayo, pero Blackron le había desgarrado las cuerdas vocales y no
podía articular palabra. Levantó la mano para hacerle un gesto, pero su vida se
extinguió por el camino y la mano cayó con ella.
La salida tuvo que retrasarse un día más a
causa de los acontecimientos. Aquella tarde, al anochecer, se realizó el
entierro. Ninguno sabía de donde provenía Seagram realmente, así que no podían
deportar su cadáver a ningún sitio. Decidieron enterrarlo en la isla de Shawn
en vez de en Azeroth para evitar que los habitantes que aun le odiaban
profanaran o destruyeran su tumba. Pusieron algunas de sus bombas sobre su
tumba para recordarle, y estuvieron unos minutos en silencio, mostrando su
respeto.
“Él siempre decía que cualquier vendría vendrían
a por él – lloraba Pamela – Que querían matarle, pero nunca imaginé que fuese
cierto…”
“Perdóname, Pamela, ha sido culpa mía” se
disculpó Jonyo.
“No te disculpes muchacho – le dijo Shinkan
Mario – Los asesinatos siempre son culpa del asesino, nada más”.
“Lo que sí es curioso es que os haya ayudado
una persona de la misma organización que quiere destruiros – opinó JesuCristo –
¿No creéis?”
“Por eso el helicóptero que tenemos es del
mismo modelo que el de esa teniente con la que nos confundió Reik al llegar”
añadió Hilda.
“Hay algo que yo no entiendo sobre el
Caballero Negro… – reflexionaba Peter – Es como si tuviera dos personalidades… Por
un lado parece que sea incapaz de matar, le perdonó la vida a Kevin y a Mireia,
pero ahora no ha dudado un instante en acabar con Seagram, la verdad es que no
entiendo el motivo…”
“Creo que sé la respuesta – se atrevió Gabriel
– Él mismo lo ha dicho, la traición. Eso es lo que más le duele. Por eso le
perdonó la vida a Kevin y a la chica, porque no le habían hecho nada, no le habían
hecho aquello que tanto le tortura. Sin embargo, en cuanto identifica a alguien
como a un traidor, se vuelve una máquina de matar sin precedentes y no para
hasta consumar su deseo de destrucción. Y tú, Jonyo, eres la personificación de
todo ese trauma que lleva atormentándole todos estos años. Al menor fallo, te
aniquilará”.
“Lo sé”.
“Será mejor que os vayáis cuanto antes – dijo
Shawn – La intrusión del Caballero Negro ha dejado claro que esta isla ya no es
segura”.
“Sí, nos iremos mañana al amanecer” confirmó
Arturo.
Nadie dijo nada más. Todos se fueron
caminando, en silencio, a descansar durante esa última noche en la isla. A la
mañana siguiente, los caballeros fueron los primeros en partir, y los
representantes de Azeroth acudieron a su despedida. Los cinco caballeros
estaban de nuevo unidos en el mismo barco y hacia el mismo destino.
“¿Cómo que vienes otra vez con nosotros,
Fidel? – Le preguntó Jonyo – ¿Ya has superado tu complejo de debilidad?”
“¡Idiota! ¡Me encantaría ir a mí solo, ya lo
sabes! Pero sabes que no puedo llegar hasta la isla de Konoha volando…”
“Así que nos estás utilizando…” comentó Reik.
“Tú cállate que estás haciendo lo mismo”.
“Tal vez, pero yo desde luego aporto algo, ¿tú
que vas a hacer? ¿Fregar los platos? ¿Limpiar la cubierta?”
“Ya lo discutiremos…”
“Bueno, cuídate, Jonyo – le dijo Hilda –
Cuando acabes tus aventuras sabes que puedes venirte a vivir con nosotras”.
“¡¡Sííííí!!” gritó Pamela muy contenta.
“Contad conmigo” les contestó el caballero.
“Bien, ahora que ya ha acabado todo, me
gustaría decir unas palabras” irrumpió Shinkan Mario en medio de todos.
Todos se quedaron en silencio para conceder
la palabra a su anciano compañero, pensando qué podría querer decir tan
importante.
“Bueno… Esto es difícil para mí… Excepto
Pamela, que por su edad no la podíamos dejar sola en la isla, todos vinimos aquí
con un objetivo. JesuCristo vino a ayudar en el entrenamiento de Arturo, Hilda
en el de Reik, Seagram en el de Jonyo, y yo… Yo me hice este viaje solo para
pediros una cosa…”
El anciano se quedó en silencio de pronto y
respiró profundamente, denotando el esfuerzo que le requería hacer su petición.
“Por favor, tranquilícese y pídanos lo que
quiera – intentó calmarle Arturo – Desde luego que si podemos ayudarle será un
placer para todos nosotros”.
“Me gustaría acompañaros en esta última etapa
de vuestro viaje”.
La petición del sacerdote dejó a todos en
silencio, que para nada se esperaban tal solicitud.
“Es por Mesa, ¿verdad?” le preguntó Gabriel.
“Sí, por supuesto. Gracias a vosotros he
tenido la oportunidad de volver a esa persona a la que daba totalmente por
perdida, y cuando le vi, ya visteis lo que pasó. Se supone que iba a mataros a
todos, pero en vez de eso, sólo con verme se calmó y se fue”.
“Eso sólo significa que no quería hacer una
masacre delante de ti y en tu propia isla – dijo Fidel – Pero la hará en la
suya aunque estés tú”.
“Tan sólo quiero hablar con él una vez más”.
“Has visto con tus propios ojos lo que le ha
pasado a Seagram – se metió Reik también en la conversación – El Caballero
Negro está al servicio de Mesa, y también hay más personas igual de peligrosas.
Es posible que cualquiera de ellas te mate antes de que puedas hablar con él,
nosotros no podemos perder el tiempo protegiendo a un loco. ¿Estás preparado
para eso?”
“Hijo, te aseguro que a lo que menos tengo
miedo ya a mi edad, es a morir”.
“Yo tampoco soy tan fuerte como ellos y sigo
con vida – añadió Peter – Si realmente viene, yo haré lo que pueda por
protegerle”.
“Pues si todos lo tenemos claro, yo tampoco
me opondré” dijo Arturo.
El sacerdote se despidió de JesuCristo y de
Hilda con un sentido abrazo, y a la niña le acarició la cabeza. Subió al barco
en primer lugar, andando muy despacio, y los caballeros fueron después, a la
vez que se despedían con la mano de, en mayor o menor medida, todos sus entrenadores.
Mientras el barco zarpaba, Arturo se quedó mirando a Fidel.
“La verdadera batalla comienza ahora –
pensaba el caballero del fuego – La batalla en la que pondré a prueba mi última
voluntad”.
Aunque los caballeros se habían ido, Shawn
todavía se vio en la obligación de acompañar a los habitantes de Azeroth al
helicóptero en el que habían venido para que pudieran marcharse.
“¿Cómo vas a pilotar el helicóptero sin
Seagram?” le preguntó JesuCristo.
“Pues no lo había pensado” contestó Hilda.
“Tiene un programa de piloto automático – les
dijo Shawn tras echar un vistazo, y tras tocar un par de botones, las hélices empezaron
a girar – Listo”.
“Muchas gracias Shawn”.
“El placer ha sido mío por tener la compañía
de una dama como usted” se despidió caballerosamente.
El helicóptero despegó, y Shawn se quedó
observando hasta que se perdió en el firmamento. Después sonrió, y ahora que ya
estaba solo, sacó un teléfono móvil y realizó una llamada.
“Mi trabajo ha terminado. El resto te
corresponde a ti” dijo cuando descolgaron al otro lado.
“Gracias, Shawn” escuchó y ambos colgaron.
En algún lugar, muy lejos de allí, ajena a
todo lo que ocurría, Mireia caminaba por un pueblo fantasma de una isla perdida.
Las calles, los edificios, todo el pueblo estaba intacto, la iluminación
funcionaba, los semáforos también, y había varios vehículos en las carreteras,
pero parados, muchos de ellos con el motor todavía encendido y el freno pisado.
Todo estaba muerto, pero sin una sola señal de violencia, como si fuera un día
normal en el que se hubiera parado el tiempo. Los cadáveres poblaban las aceras,
los coches, las ventanas, estaban por todas partes, pero estaban ya totalmente
descompuestos, en los huesos, del organismo sólo quedaba el esqueleto. Sin
embargo, todos tenían la ropa puesta. Camisa, pantalones, zapatos, todo, y además
limpia y reluciente en la mayoría de los casos. Muchos de ellos tenían la ropa
agujereada, rasgada o cortada por algún sitio, pero no por el desgaste natural
del paso del tiempo, las roturas habían sido intencionadas, perpetradas por un
tercero.
Mireia caminaba por aquel pueblo espectral,
girando la cabeza en cada calle, buscando en cada esquina, investigando cada rincón
en busca de alguien que siguiera con vida, pero no encontró a nadie. Entonces
sacó su espada, la alzó al cielo, contempló orgullosa su brillo al darle la luz
del sol y finalmente sonrió.
“Con esto ya es suficiente… ¡para derrotarle!”
Curiosidades!!!
El personaje de Pamela es homenaje a Pan de Drabon Ball GT, de ahí su nombre, y también lo del pañuelo que le da a Gabriel. Además, el referente real de este personaje fue disfrazado de Pan a un Expomanga.
El título de Shinkan del personaje Shinkan Mario hace homenaje a los seis sacerdotes de la última saga de Yugiou, que como ya dijimos, Shinkan es sacerdote en japonés.
El nombre de Seagram viene de la canción El Espíritu de Seagram de Discípulos de Salieri, uno de los grupos en los que toca nuestro Capitán Lardo (segundo desde la izquierda) en la vida real.
La frase que dice el Caballero Negro al asesinar a Seagram hace referencia a la que dice John Wilkes Booth al asesinar a Lincoln, Sic Semper Tyrannis, cambiando tiranos por traidores.
La espada del Caballero Negro es Tensa Zangetsu, al forma final de la espada del prota de Bleach, y sí, la única espada negra que conozco xD Los diversos poderes del Caballero se detallarán durante su combate. Su tornado negro que le envuelve para defenderse es de Dai no Daibouken, pero ahora mismo ni me acuerdo quien lo hacía, como ahí todos son magos...
La espada de Mireia es la Unión de las Ánimas, del personaje Mushration de la serie Shinzo, aunque sólo coge su nombre y forma, sus poderes vienen de otro sitio, y también se explicarán cuando finalmente los use.
1 comentarios:
Capítulo bastante completo, lo mejor el final con misterio y dudas como tiene que ser para dejar la intriga. Ya estoy deseando leer el final de esta saga y que empieces con la última que aunque da pena leer que es la última pero por otro lado hay ganas de saber el final, y siempre cabe la posibilidad de volverlo a leer todo desde el principio.
Soy el único que tonto que todavía no ha terminado”(el único tonto que)
atravesándole todo el cuello hasta que salir por la garganta.
(hasta salir)
Él siempre decía que cualquier vendría vendrían a por él (que cualquier día vendrían)
Un saludo a todos.
Publicar un comentario