Siguen las buenas noticias :D El E3 fue un exitazo, consiguieron venderme la PlayStation 4 diciendo que era Region Free, a 400 pavos (en un dia sin iva 330) y con Final Fantasy 15 y Kingdom Hearts 3 ^^ Venga a ver si para el próximo estamos celebrando que hemos ganado la Copa Confederaciones, que por el momento va muy bien :)
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Episodio CLIV
E
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l efecto del Eau
de Toilette estaba en su punto álgido, y el caballero de la rosa tenía unos
instantes para pensar. Sostenía su espada con las dos manos, pero todavía no
había decidido si atacar simplemente con la espada o combinarlo con una
ofensiva más feroz.
“Tengo dos
opciones… Atacarle sólo con la espada o aprovechar que no se entera de nada
para atacarle con todo mi poder. Pero, si hago eso… Incluso aunque él sea el
Capitán Lardo, le mataría, y por encima de todo, tengo que mantener mi promesa
de no matar bajo ningún concepto. ¡Le atacaré sólo con mi espada y será
suficiente!”
Gabriel empuñó
su arma con las dos manos y se llevó la hoja por detrás de la cabeza. Desde esa
posición, inició un espadazo vertical tan rápido como pudo, sin olvidarse de no
apuntar a ningún punto vital.
Un instante
antes de cortar a su adversario, su ataque se detuvo. Anonadado, el caballero
contemplaba la mano de Dayuri ensangrentada, sujetando la hoja con la mano
desnuda.
“¡No es posible!
¡Si eres un pervertido! ¡¿Cómo has podido resistirte al poder del Eau de Toilette?!”
“Pues
precisamente por eso, caballero. El olor del Eau de Toilette tan solo es esencia del coño de Miss Jewel, ¡¡y a
mí los coños que me ponen son los de las menores de edad!!”
Con la mano que
le quedaba libre, el Coronel Lardo asestó un nuevo espadazo al caballero de la
rosa, cortándole el estómago de lado a lado. La ropa de Gabriel se tiñó de rojo
al instante y él comenzó a derrumbarse, pero logró sobreponerse al dolor y
consiguió apoyar únicamente la rodilla, evitando caer del todo. No obstante, su
oponente seguía ahí, delante de él, amenazando su vida.
“Vamos, ¿a qué
estás esperando? Tienes que sacar una de esas rosas verdes para curarte, ¿no?
Pues hazlo – Le dijo – Si te preocupa que te ataque mientras estás indefenso,
cálmate. Ya te he dicho que mi intención es que me muestres tu verdadero poder
y disfrutar del combate, no gano nada matándote ahora”.
Era humillante,
pero Gabriel sabía que decía la verdad y que podía confiar en él. Un lunático
obsesionado con él jamás podría traicionar a su obsesión. Sacó una rosa verde
sin más dilación y se la clavó en la zona crítica para acelerar el proceso.
“Una cosa sí te
voy a decir – continuaba recitando mientras el caballero se recuperaba – Aunque
tu cuerpo se cure, la sangre que pierdes con cada uno de mis ataques no se
regenera. Estoy seguro de que ya lo sabes, pero si continúas así y decides encerrarte
en ti mismo aún a cambio de tu propia vida, mis ataques terminarán derrotándote
igualmente por la pérdida de sangre, y no tendré más remedio que concederte tu
deseo: matarte e ir a por el caballero del fuego, dondequiera que esté”.
“Sí, por supuesto
que lo sé – contestó a la vez que ponía en pie – Tengo pensado terminar con
esto antes de llegar a ese punto”.
Lardo hizo como
se creía las palabras del caballero, y se colocó en posición de combate.
Gabriel le observaba atentamente y meditaba sus posibilidades.
“Menos mal que
no utilicé todo mi poder antes… Habría sido completamente en vano y además al
haberme descubierto ya no hubiera habido vuelta atrás y él habría conseguido lo
que quiere. Estoy seguro de que fingió caer bajos los efectos de mi rosa aposta
para ver si al tener una oportunidad mostraba toda mi fuerza para acabar con él.
Las cosas no han salido como él quería, pero tampoco es que yo esté en una
mejor situación.
Veamos… ¿Qué
puedo hacer? Todavía me quedan rosas de color…”
Gabriel tuvo que
interrumpir la elaboración de su estrategia. Dayuri se había cansado de esperar
y había comenzado una nueva ofensiva. Empuñaba la espada, tratando de cortarle
de nuevo, pero el caballero no se podía permitir seguir gastando las valiosas
rosas turquesa sin tener siquiera una estrategia con la que combatir. Bloqueó
el ataque de su adversario con su espada, pero no tardó en notar cómo su
abrumadora fuerza se hacía patente, obligándole a retroceder. El caballero
intentaba soportar la fuerza que se echaba sobre él, pero lo único que
conseguía era que sus pies se clavaran en el suelo.
Lardo continuaba
atacando una y otra vez, apaleando el arma de Gabriel, como si Dayuri portara un bate en vez de una
espada. Cada golpe hundía más y más al caballero, tanto física como moralmente,
haciéndole entender que tenía que cambiar de estrategia.
Cuando el
Coronel Lardo levantó la espada una vez más, Gabriel aprovechó para escapar y
saltó al cielo, alzando la espada con él.
“¿Lo va a
hacer?” pensó Lardo mientras le observaba.
“¡Es hora de
tomar esto en serio! ¡Senbonzakura!”
La hoja de su
espada se dividió en un millar de pétalos de rosa que rodearon a su objetivo y
se le acercaron desde todas direcciones.
“Menuda
decepción… – dijo mientras los pétalos continuaban estrechando el círculo – Yo
pensando que ya te habías decidido a mostrarme tu verdadero poder, y me
encuentro con esta técnica que todo el mundo tiene tan vista”.
“Un millar de
pétalos de rosa que nadie es capaz de seguir ni de contar, y por tanto que
nadie es capaz de esquivar, ¡me gustaría saber qué pretendes hacer! Ya te
alcancé con este ataque en Arcadia, y volveré a hacerlo”.
Dayuri era una
de esas personas que no les gusta hablar cuando pueden actuar, así que no perdió
el tiempo con palabras. Extendió su espada al frente y esperó a que los pétalos
le atacaran todos a la vez. En ese momento, comenzó a dar una serie de
espadazos al aire a toda velocidad y en todas direcciones, generando una onda
expansiva que echó para atrás todos los pétalos de rosa, los cuales quedaron
dispersos en el aire, flotando sin ningún poder.
“¿No pensarías
que esta tontería iba a funcionarte otra vez, verdad?”
El caballero se
quedó atónito al ver cómo una de sus mejores técnicas había sido anulada con
tanta facilidad por su adversario. Uno de los pétalos de rosa dispersos llegó
hasta él y se paseaba cerca de su rostro. Apenado, como un poeta que había
perdido su inspiración, Gabriel agarró el pétalo y cerró el puño con fuerza.
“Mi técnica… ¡no
ha fallado!” exclamó con decisión.
En ese instante,
la túnica que envolvía al Coronel Lardo se hizo pedazos. El Senbonzakura no había logrado herir a
Dayuri, pero había reducido a trocitos su túnica, que ahora se dejaban llevar
por el viento, dejando a la luz la apariencia del Coronel.
“Ya te dije que
iba a empezar por quitarte esa túnica”.
“Chico… Esto no
va de quitarme la túnica”.
“¿En serio? – Contestó
Gabriel – Entonces sólo tengo que ganar el combate”.
“Jajaja… Una
respuesta tan arrogante es más propia del caballero de la tierra que de ti”.
“Bueno, Fidel
siempre ha tenido que aprender mucho de nosotros, así que no me importa haber
aprendido algo de él, aunque sea sólo a restarle importancia a las cosas aunque
la tengan y tomármelo con un poco de humor”.
El caballero de
la rosa se fijó en el cuerpo de su adversario, ahora visible, después de que
los pedacitos de tela que formaban la túnica que lo envolvía hubiesen sido
arrastrados por el viento. Al contrario de lo que él pensaba, Dayuri presentaba
su aspecto habitual, no tenía ninguna herida, ninguna cicatriz, ninguna marca
ni ningún tipo de señal que demostrara su combate contra Arturo.
“¡No lo
entiendo! Se supone que apenas conseguiste sobrevivir al combate contra Arturo,
pero tu cuerpo luce como si no hubiera pasado nada. Al estar cubierto con esa
túnica, me imaginaba que tendrías un parche en el ojo o un montón de cicatrices
por el cuerpo, pero no hay nada así, ¿por qué?”
“Guárdate la
imaginación para la poesía, caballero. ¿Es que acaso vosotros después de
curaros presentáis algún síntoma del combate anterior? He oído que el caballero
del rayo se sacó los ojos en la isla prisión, pero ahora ve perfectamente, ¿no?
Cuando se utiliza una técnica curativa para recuperarte, no quedan secuelas.
¿Pensabais que erais los únicos con un poder así? ¿Qué en el castillo de la
Fiera Deidad no hay un dispositivo similar? Es más, te diré una cosa, lo diseñó
el propio Peter cuando estuvo trabajando para nosotros, ¡jajajaja!
Es cierto que
estuve a punto de morir en aquel combate. La teniente Jezabel se encargó de
bajar hasta el fondo del cráter para rescatarme. Si llega a venir un poco más
tarde es posible que ya no estuviera aquí, pero eso fue precisamente lo que
hizo esa batalla tan excitante y por lo que estoy dispuesto a volver a luchar
contra el caballero del fuego si tú me decepcionas.”
“Sigo sin
entenderlo, Entonces… ¿Por qué te ocultabas bajo esa túnica?”
“Sabía que
vosotros pensabais que había muerto, así que decidí reservarme para ti, por si
acaso algún otro eufórico caballero se interponía en mi camino”.
“Salta a la
vista que te refieres a Fidel, pero ya sabes que él iba a por Mesa”.
“El problema de
ese caballero no es Mesa, es sí mismo. Si venciese a Mesa, continuaría sintiéndose
vacío y necesitaría otro adversario para llenar su corazón”.
“¿Insinúas que
puede ganar?”
“Digamos que tiene
más posibilidades que tú ahora mismo” sonrió y se lanzó a por el caballero.
Gabriel sabía
que su oponente le atacaba de nuevo para no darle tiempo a pensar una
estrategia y obligarle a usar su poder, y también que en las condiciones
actuales, estaba en clara desventaja en el cuerpo a cuerpo. Por tanto, si quería
el tiempo que buscaba, tenía que conseguirlo él.
Decidió evitar
los espadazos esquivándolos. Moviéndose a los lados cuando su adversario
practicaba un corte vertical que cortaba las ramas de los árboles, luego saltando
y agachándose cuando realizaba un corte horizontal que cortaba los troncos de
los árboles, y unos cuantos cabellos del flequillo del caballero por calcular mal
las distancias, y en cuanto vio la oportunidad, se escabulló por el bosque
aprovechando su densidad, y terminó sentado detrás de un árbol.
“Tengo que
pensar un plan… Él no sabe detectar la energía, tengo que aprovecharme de eso –
respiró un instante y recordó la imagen de Marta en su memoria – ¡Por favor
Marta, confía en mí! ¡Lo conseguiré!”
La hoja de una
espada oxidada y dentada emergió de su
pecho. Dayuri había aprovechado la longitud de su espada para atravesar el
tronco del árbol y después el cuerpo del caballero, y todavía le sobraba cerca
de la mitad del filo.
El caballero no
había sido capaz de prever este último ataque, y ahora se encontraba en una
situación cercana a la muerte. Comenzó a brotarle sangre por la boca y sintió
que perdía el control de su cuerpo poco a poco. Lardo retiró la hoja de golpe,
provocando un fuerte retortijón en el cuerpo del caballero, además de agravarle
la herida y el sangrado.
Cayó al suelo
sin remedio y trató desesperadamente de clavarse una rosa turquesa antes de que
se le escapara la vida, pero la realidad estaba cada vez más distorsionada y
borrosa. Fue capaz de llevarse una mano a la manga y de sacar una rosa, pero no
llegó a ver de qué color era.
“Marta, ayúdame…
Si no escojo la rosa correcta, me reuniré contigo” agonizaba.
Se clavó la rosa
dejando caer su mano sobre su cuerpo para hacer el mínimo esfuerzo posible y lo
único que sintió fue un pinchazo. Dedujo que se había equivocado y por tanto,
que iría a reunirse con su amada. Sin embargo, lo que ocurría era que su estado
era demasiado crítico como para generar un efecto inmediato, y a los pocos
segundos volvió a notar la vida fluyendo en su interior.
“He… He acertado…
– susurró al recuperar la vista y admirar el color de la rosa – Marta… Gracias
por salvarme…”
Todavía no
estaba a salvo. Gabriel vio como la rosa se volvía completamente blanca sin que se hubiesen curado sus
heridas. Entendió que sus daños eran demasiado graves como para curarse con una
sola rosa, por lo que, antes de volver a perder sus fuerzas, fue sacando una
rosa turquesa tras otra y se las clavó hasta que estuvo completamente
recuperado.
“Haaaa… Haaaaaa…
– jadeaba del susto – He tenido que gastar todas mis rosas…”
“Lo que has
hecho es el ridículo – le contestó Dayuri, que había permanecido callado,
observando todo el numerito – Todo esto se podría haber evitado si me hubieses
mostrado tu verdadero poder desde el principio. Has estado a punto de morir por
tu estúpida promesa”.
“Parece que va
en serio lo de que piensa matarme si no hago lo que dice, ¡pero no lo haré! ¡Encontraré
otra manera! ¡Sé que existe otra manera! ¡Una manera de no romper mi promesa!”
Se levantó, con
más fuerza de voluntad que física en su interior, y fue él quien ahora se lanzó
a por su adversario.
“Patético…”
El Coronel Lardo
le echó abajo de un simple espadazo. Se conformó con un corte en el hombro,
para ver si el caballero reaccionaba. Sin embargo, y a pesar de que era
plenamente consciente de que la ya no le quedaban más rosas turquesa y de que
su nivel de sangre estaba bajo mínimos, Gabriel continuó atacando una y otra
vez, y cada vez que lo hacía, Dayuri le propinaba un nuevo corte, cada uno más
profundo y dañino que el anterior, pero con una diferencia tan mínima que el
caballero no era capaz de discernir la diferencia de intensidad de los cortes.
“Dime, ¿de qué
te sirve una promesa si estás muerto? ¿Qué es eso tan importante que tienes que
esconder si estás dispuesto a morir con tal de que no salga a la luz? ¿Tan estúpida
es la persona a la que le hiciste la promesa que ni a ella misma le importa que
mueras por algo así?”
“¡¡Cállate!! – Gritaba
mientras trataba de levantarse de nuevo – ¡No hables así de Marta! Tú… Tú no lo
entiendes… Ella… Ella ya no puede… Ya no puede responder a mi llamada…”
“¿Marta? ¿Quién
es? ¿Tu madre? ¿O alguna guarrilla que te sueles pinchar? En cualquier caso, me
decepcionas, caballero. Yo tan sólo quiero luchar contra ti usando los dos todo
nuestro poder, pero después de lo que me ha costado encontrar alguien de mi
nivel, vais y me hacéis esto. Uno no viene, y el otro es un cobarde.
Por culpa de
gente como vosotros tengo que emplear mi tiempo en mi segundo hobby favorito, violar
a menores de edad. No me malinterpretes, no persigo a las niñas, únicamente
siento cierta predilección hacia aquellas mujeres que están a un paso de su
mayoría de edad. Unos meses, unos días, con eso me basta para satisfacer mi
fetiche.
Aunque mi pasión
verdadera es el combate, por falta de adversarios de mi talla, todavía no he
conseguido superar en placer a cierta noche muy especial – Gabriel estaba de
rodillas, tratando de recuperar el aliento, mientras veía todos los nuevos
cortes que le había asestado su adversario, y se lamentaba de no tener más
rosas turquesa. Dayuri le agarró del cuello de la camisa, le levantó, le puso a
la altura de sus ojos y se acercó hasta que chocaron suavemente sus frentes. Podía
oler el aliento exhalado del caballero, sentir sus gotas de sudor, y ver la
desesperación en sus ojos. Todo sería perfecto sino fuera porque había
conseguido todo eso sin un gran duelo de por medio, así que se tenía que
conformar recordando aquella vieja historia – Una noche, encontré a una
muchacha de buen ver sola en la carretera. Al principio pensé que era una
prostituta, pero estaba equivocado. Su forma de vestir, su bolso, y como estaba
intentando llamar por el móvil enseguida me hicieron darme cuenta de que sólo
era una niña pija que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Seguro
que había tenido problemas con sus padres o con su novio, algún gilipollas que
seguramente habría tratado de propasarse con ella, y había decidido hacer una
escapadita para llamar la atención.
Era morena, con
los ojos marrones y la piel clara, además de estar delgadita y tener un buen par
de tetas. Sólo me faltaba un pequeño detalle para entrar en acción, saber su
edad. Estaba muy buena, como te digo, pero sin ese pequeño detalle no soy capaz
de ponerme cachondo. Me quedé observándola, seguía intentando llamar por teléfono,
intuyo que para que alguien viniera a recogerla, pero no consiguió que nadie se
lo cogiera, y en medio de la carretera deseó ser mayor de edad para tener coche
de una vez y poder valerse por sí misma. En ese momento yo ya tenía los
pantalones empapados. ¿Sabes lo que hice después? ¿Lo sabes caballero? ¿Lo
sabes? Sí, me acosté con ella, me la tiré, le eché un pinchito, le di mandanga
de la buena, gozó como una perra y no te puedes imaginar cuánto.
Al principio
trató de resistirse, pero en cuanto empezó a disfrutar eso terminó y la cosa se
volvió mucho más interesante. Le comí un poco las tetas y después le rompí la
ropa y comencé a follármela en todas las posturas que se me ocurrieron, por
supuesto, también por el culito, ese culito tierno, todavía recuerdo mis
pelotas rebotando contra él. Me gustaba tanto que supe que me iba a correr de
un momento a otro, así que le agarré la cabeza y terminé en su boca, como tiene
que ser. Quedé tan satisfecho que la solté inmediatamente y me marché dejándola
allí, para que quien fuera que la hubiese abandonado en aquel lugar pudiera
encontrarla de nuevo.
Me he tirado a
muchas menores, caballero, pero te puedo asegurar que jamás había visto ni
penetrado un chochito tan jugoso y caliente como ése. Después de eso, todas las
putillas me sabían a pis, y creía que podría superar el placer de aquella noche
luchando contra ti, pero en vista de tu actitud, voy a matarte para ir en busca
del caballero del fuego. Adiós, Gabriel”.
El caballero había
estado escuchando todo el relato mirando directamente a los ojos de Dayuri, teniéndolo
tan cerca que hasta él había podido sentir cada uno de los detalles que le iba
contando, a la vez que rememoraba el vídeo de aquella cámara de vigilancia que
tanto dolor le supuso entonces.
Todavía no era
plenamente consciente de lo que hacía, y de un acto reflejo, tiró al suelo al
Capitán Lardo de un violento empujón. Dayuri, que no esperaba ningún tipo de
resistencia, fue derrotado por el factor sorpresa y cayó al suelo sin poder
evitarlo. Cuando levantó la vista, la mirada de Gabriel había cambiado. Sus párpados
se habían vuelto de color rosa, su iris de color amarillo, y sus pupilas ahora
eran ligeramente rectangulares con los bordes redondeados.
“Prepárate para el combate que tanto has estado buscando, porque yo...
¡Soy el más fuerte de todos los caballeros!”
Curiosidades!!!
Senbonzakura es una técnica de Kuchiki Byakuya de Bleach
La gracia de la túnica es por Prince of Tennis, donde en un partido hace caer la chaqueta del contrario, que siempre ganaba los partidos sin que se le cayera.
La frasecilla de la mandanga y gozó como una perra es de Javier Maroto en La Que Se Avecina.
3 comentarios:
Could you upload on torrent Final Fantasy XIII undub?
I already saw you uploaded FFXIII-2 undub.
That wasn't a real UNDUB, was the Chinese and English version of the game that include japanese voices and englich text, you can buy it on eBay cause now I can't upload it. Thanks you
Muy bueno el capítulo, ha ido de menos a más y como siempre te digo el que dejes con algo de intriga hace mejor a estos capítulos.
“Sí, por supuesto que lo sé – contestó a la vez que ponía en pie (que se ponía)
Estoy seguro de que fingió caer bajos los efectos de mi rosa aposta (bajo los efectos)
y a pesar de que era plenamente consciente de que la ya no le quedaban más rosas turquesa (de que ya no le quedaban)
Un saludo a todos
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