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Episodio CLXVI
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l caballero de la rosa quedó gratamente sorprendido por las
últimas palabras de su adversario. No obstante, su sorpresa no duró más que un
instante. Enseguida, cerró los ojos y sonrió muy confiado.
“Hmpf… – abrió los ojos de nuevo, mirando con desprecio a su
adversario – No puedes haber encontrado el punto débil de mi técnica porque no
es ninguna técnica, es simplemente una canalización de la energía natural a
través de mi espada, gracias al poder que me otorga el título de caballero de
la naturaleza.
E incluso aunque intentes decirme que tienes una idea para detener
el poder de la naturaleza, te puedo adelantar que la fuerza de la naturaleza es
imparable. Tsunamis, terremotos, volcanes, tornados, tempestades, avalanchas,
aludes, incluso las espinas de una rosa, da igual la forma en que se
manifieste, ningún ser humano ha podido jamás detener la desgracia que trae
consigo el poder de la naturaleza. Y ahora, toda la energía que genera ese
poder, ¡es mía!”
No había mejor manera para demostrar sus palabras que con hechos,
así que se dispuso a clavar su espada en el suelo para tumbar, no sólo su
cuerpo, sino también todas sus esperanzas.
Sin embargo, fue más allá. Había visto cómo Dayuri evitaba sus
ofensivas dando un gran salto, aprovechando la distancia que les separaba, y no
quería perder más energía a lo tonto, así que decidió tenderle una trampa.
Clavó su espada en la tierra, pero sólo la punta, recogiendo muy
poca energía. La lanzó contra Lardo como de costumbre, sacando la espada a la
vez que daba un espadazo hacia arriba, y una corriente de energía volvió a
surgir a ras de suelo, abriendo la tierra a su paso.
La corriente era considerablemente más débil que las anteriores,
pero Lardo ya se había acostumbrado a que todos los ataques del caballero fueran
imbatibles, y dio por hecho que este lo era también, sin pararse a pensar en si
lo parecía o no.
Saltó, tal y como había planeado, evitando la corriente, y le
atacó desde el cielo con un espadazo vertical. Mientras caía, Gabriel clavó de
nuevo la espada en el suelo, esta vez hasta el fondo, pero no la sacó hasta que
su oponente estaba próximo, haciéndole creer que simplemente iba a bloquear su
ataque.
Al sacar la espada, el torrente de energía apareció, esta vez de
forma ascendente, llevándose de vuelta a los cielos a Dayuri, enfurecido. Su
cuerpo subió más alto de lo que había saltado, para después caer al suelo boca arriba
tras un violento impacto que le hizo esputar un chorro de sangre.
Una vez cesó la corriente de energía, el caballero levitó suavemente
hasta sobrepasar la altura de los árboles, y una vez allí, alzó su espada,
apuntando al firmamento. En el aire, cerró los ojos para sentir mejor el abrazo
de la naturaleza. El viento soplaba suavemente, acariciando su cabello, aunque,
debido a la gomina, se mantenía firme y no ondeaba a su antojo. El sol bañaba
sus mejillas, sentía su calor, y pequeñas nubes paseaban por el cielo. Una vez
se sintió en armonía con la naturaleza, volvió a abrir sus, ahora, amarillos
ojos.
“Creo que ya sé lo que se te ha pasado por la cabeza… – le dijo a
su adversario, que estaba tirado en el suelo – Como me has visto clavar la
espada en la tierra todo el rato, piensas que esa es la única forma que tengo
que extraer energía”.
Lardo no contestó. Seguía tirado en el suelo, tratando de
recuperar las pocas fuerzas que le quedaban, pero observando atentamente al
caballero. Se fijó en que la espada del caballero apuntaba directamente al Sol.
Según hablaba, la espada se iba llenando de energía, iluminándose lentamente.
“Tu silencio confirma mi teoría, pero siento decepcionarte. Como
ya te avisé, toda la naturaleza es mi fuente de energía. Hasta ahora, he cogido
la energía de la tierra, de los árboles y las plantas, pero esa es sólo una de
mis múltiples posibilidades. Sería más divertido dejar que te dieras cuenta de
tu error tu mismo, pero yo no soy como tú, no disfruto haciendo sufrir a la
gente, así que voy a mostrarte lo equivocado que estás, para eliminar cualquier
esperanza que tengas de poder vencerme. El viento, las hojas, los mares, las
nubes, incluso el Sol también le prestan su energía al caballero de la
naturaleza, todo con tal de impedir que alguien como tú siga existiendo y
causando daño a todo el mundo, ¡¡muere!!”
En el momento en el que la hoja se iluminó por completo, el
caballero bajó su espada, liberando toda la energía acumulada. Dayuri sólo vio
un destello, y después todo se volvió blanco, pero la realidad fue mucho más
allá.
Tras bajar la espada, la energía se manifestó en forma de haz de
luz blanco, que descendió a toda velocidad, cortando el suelo y provocando una
fisura en la tierra que se tragó a Lardo, envuelto en la corriente de energía.
La fisura se hizo más y más larga, aunque no más ancha, avanzando hasta que el
caballero perdió de vista su final.
Se produjo un pequeño silencio, y unos segundos más tarde, se
escuchó una tremenda explosión. La energía había tocado fondo, y la onda
expansiva de la explosión regresaba hacia arriba, liberando una estela de luz
blanca que salía del interior de la fisura. Parecía una aurora boreal que
avanzaba por la superficie terrestre, paseando su luz a lo largo de la fisura.
Cuando la luz cesó, el caballero volvió a la superficie del mismo
modo que se había ido, levitando lentamente. Se asomó al interior de la fisura
que él mismo había creado, y no fue capaz de divisar el fondo del abismo.
“Sé que no has muerto – dijo, mirando hacia la oscuridad infinita
– Si algo como esto pudiera matarte no nos habrías dado tantos problemas”.
Enfundó su espada y se sentó a esperarle. Al cabo de un rato, la
mano de Lardo apareció, agarrándose al borde de la pared de la fisura, subiendo
lentamente. Sin embargo, al contrario de lo que pretendía el caballero, la cara
que llevaba era más feliz que antes.
“Haa… Haaaaaa… Ahora lo veo claro – susurró entre jadeos – Gracias
por confirmarme el punto débil de tu técnica”.
“¡¿Qué?! – Gabriel se sorprendió un momento, pero su poder le
inspiraba tanta confianza que no era capaz de creer en las palabras de su
adversario – Igual que en el póker, cuando el jugador está acorralado, la única
opción que queda es tirarse un farol, ¿verdad? Pero no va a funcionar”.
Dayuri se colocó en posición, pero esta vez, no esperó a que el
caballero iniciara el ataque. Apenas un instante después, tomó la iniciativa
con un extraño movimiento.
Saltó, pero en vez de hacia arriba, hacia un lado, manteniéndose a
ras de suelo. El caballero le siguió con la mirada, pero en cuanto llegó a su
destino, volvió a saltar hacia otro lado. Gabriel trató de continuar
siguiéndole con la vista, pero él aumentó su velocidad, y al cabo de unos
segundos estaba saltando de un lado para otro a velocidad extrema a su
alrededor, dando la impresión de que había múltiples copias de él correteando
por todos lados.
“Je… ¿Este era tu plan? ¿Intentar engañarme? Te recuerdo que
aunque tú no sepas detectar la energía, yo sí sé, por tanto, aunque vayas dando
vueltas a tanta velocidad que parezca que hay varios tú, ¡sé perfectamente cuál
es el verdadero!”
En ese preciso instante, Lardo saltó hacia delante, espada en mano,
y atacó al caballero, que se defendió bloqueando con la espada. No obstante, la
fuerza arrolladora de su adversario le derribó, y tan rápido como había venido,
se retiró y continuó dando saltos a su alrededor, dejando tras de sí una
carcajada malévola.
“Joder… Me ha dado bien – se lamentaba mientras se ponía en pie.
Observó la situación, y reflexionó para sus adentros – Tal vez sepa cuál es el
verdadero, pero a la velocidad a la que se mueve no le acertaré con un ataque
de energía natural – Continuó pensando hasta que se le ocurrió una idea – Ya
sé… Le estaré esperando…”
Se dispuso a clavar la espada en el suelo para extraer más
energía, pero en cuanto su oponente vio que iba a hacerlo, volvió a saltar
hacia él para enfrentarle, obligando al caballero a bloquearle para evitar
daños.
“¿Qué te pasa caballero? – le dijo en medio del forcejeo – ¿Desde cuándo te preocupas por las heridas?
¿No podías curarte y atacar a la vez?”
En la mirada de Gabriel se podía leer claramente que había un
motivo por el que había actuado así. Sin embargo, cayó en la trampa psicológica
de su adversario, y decidió que debía demostrarle que podía hacerlo.
Al no haber cogido energía, Lardo no tuvo problemas en ganar el
forcejeo y derribar al caballero de un empujón, regresando inmediatamente a su
posición anterior para continuar dar dando vueltas alrededor del caballero a
toda velocidad.
Gabriel se levantó furioso, agarró su espada y se dispuso a
clavarla en el suelo, sabiendo que su adversario vendría a por él para
impedirlo. Así fue. Dayuri se abalanzó
de nuevo hacia él, con un objetivo muy concreto.
El antiguo capitán dirigió su espada directamente a la muñeca de
la mano con la que el caballero sostenía la espada, pretendiendo seccionarla, y
el caballero no se dio cuenta hasta que el dolor comenzó a avisarle. La punta
de su espada se clavaba en la tierra al mismo tiempo que el dentado filo de la
de su adversario mellaba su brazo.
“Si me corta la mano, no habrá espada que pueda empuñar, ni
energía que pueda extraer, ¡tengo que salir de aquí!”
Su inconsciencia le impulsaba a extraer la espada y retirarse
hacia atrás lo antes posible, pero fue capaz de pensar más allá del dolor e
hizo lo contrario, clavó más la espada, buscando ser más rápido que Lardo cortándole,
y acto seguido escapó hacia delante, con la hoja todavía clavada, cortando el
suelo a su paso.
“Casi…” susurró Lardo relamiendo la sangre del caballero que había
quedado en la espada.
El corte había llegado a ser profundo, y el esfuerzo de la huida
había agravado las cosas. El hueso sobresalía ligeramente, era una isla de
color blanco emergiendo de un mar rojo. Gabriel tuvo que sostenerse la muñeca
con la otra mano para que no se terminara de desprender, y un instante después
ya comenzó a curarse con la ayuda de la energía natural que acababa de
recolectar.
Su oponente fue considerado y se retiró en vez de continuar el
ataque, regresando a su estrategia de dar vueltas a gran velocidad.
“Puede que quiera que piense que ha tenido un detalle conmigo,
pero para nada es así. Simplemente ha retrocedido porque he conseguido extraer
finalmente energía y conoce perfectamente el resultado si se expone a una
confrontación directa, por mucho que haya estado a punto de cortarme la mano…”
Al terminar de curarse, sacó su espada, ahora completamente
iluminada, y se colocó en posición.
“Sí, casi me hace el lío, pero he conseguido coger más energía y
eso es lo que importa. Ahora da igual cual sea su plan. Esperaré pacientemente,
y en cuanto tenga la oportunidad, ¡acabaré con él!”
Gabriel sabía que si desataba la energía de la espada sobre su
adversario a ciegas lo más probable sería que fallaría, tirando a la basura
toda esa energía que tanto esfuerzo le había costado extraer, y además dándole
una oportunidad al contrario para atacar. Esperó pacientemente a que Lardo se
detuviese o iniciara una nueva ofensiva, pero fue muy listo, y las cosas no
salieron como el caballero esperaba.
Dayuri continuaba dando vueltas a gran velocidad a su alrededor.
Sin embargo, ahora, muy lentamente, iba cerrando el círculo, a la vez que se
movía, muy poco a poco, de forma casi inapreciable.
“Se debe creer que no me doy cuenta de lo que está haciendo –
pensó Gabriel – La verdad es que esto me complica un poco las cosas, pero si me
adelanto a sus movimientos tal vez tenga una oportunidad… Con un golpe directo,
podría sentenciar el combate” empuñó la espada con más fuerza mientras se lo
imaginaba.
Aunque con el paso de los minutos resultaba evidente que Lardo
estaba cada vez más cerca de Gabriel, el caballero no sólo no dejó de fijarse
en su adversario y en el rastro de ilusiones ópticas que dejaba a su paso, sino
que además cerró los ojos y le esperó únicamente guiándose por su energía.
Ahora era capaz de ver claramente su posición y por donde avanzaba.
Ya no existía la posibilidad de ser engañado por las ilusiones. Ahora, lo que
marcase la diferencia sólo podía ser la velocidad.
Esperó y esperó, hasta que su oponente se acercó hasta el límite y
dio un paso final, directo hacia él. En ese momento abrió los ojos. Le vio de
cara, en el aire, ejecutando el paso, y bajó la espada lo más rápido que pudo.
Justo cuando la hoja iba a alcanzarle, la punta del pie de Lardo
tocó el suelo y le permitió encadenar otro paso, con el que escapó del ataque
del caballero, que terminó asestando el espadazo a la ilusión que quedo tras de
sí.
“¡¡Joder!! – Pensó – ¡¡He fallado!!”
La energía se liberó cuando la hoja alcanzó el suelo. Una fuerte
corriente surgió como de costumbre, avanzando a ras de tierra, abriendo el
suelo a su paso, arramplando todo lo que encontraba en su camino, hasta que
finalmente terminó por desestabilizarse y se produjo una explosión cuyo
destello obligó al caballero a cubrirse los ojos, a pesar de estar bastante
lejos.
Lardo volvió a su posición inicial, dando vueltas a gran velocidad
a una distancia prudente del caballero, controlando claramente el encuentro.
“¿Y ahora otra vez? No sé qué es lo que quiere, pero no pienso
quedarme aquí a averiguarlo”.
Saltó para escapar, pero su adversario no iba a permitírselo.
Antes de que se diera cuenta, Lardo había saltado por encima de él, tapándole
la huida, y volvió a echarle debajo de un espazado.
Gabriel no tenía ningún sitio a mano de donde extraer energía, así
que no puedo hacer nada por defenderse, ni tan siquiera le dio tiempo a
intentar bloquear el golpe con su espada. Apenas se cubrió con los brazos y cayó
de nuevo ante la inmensa fuerza de su rival.
Acto seguido, el antiguo capitán retomó su estrategia, saltando de
un lado a otro a gran velocidad alrededor del caballero.
“Parece que no quiere que me vaya de aquí… – dedujo Gabriel
mientras se levantaba del suelo – Muy bien, no pasa nada… ¡Volveré a extraer energía y esta vez no
fallaré!”
Clavó su espada en el suelo y la llenó de energía una vez más. Lardó
saltó hacia él para detenerle, pero en esta ocasión no llegó igual de rápido, y
el caballero logró su objetivo.
Ya no podía detenerse, así que continuó su ofensiva, avanzando
directo hacia Gabriel, quien le vio y se dispuso a contratacar. Levantó la
espada ligeramente y la dejó caer, liberando toda la energía acumulada contra
su adversario. Una nueva corriente de energía nació de la hoja de Gabriel, y
avanzaba ferozmente para devorar a su víctima.
Dayuri no tenía tiempo para escapar, así que volvió a enfrentarse
directamente contra el ataque del caballero. Empuñó su espada con las dos manos
y se lanzó de cara contra la corriente. La espada mellada de Lardo impactó
violentamente contra la masa de energía que avanzaba sin control, frenando su
avance, sin detenerlo, produciéndose un intenso forcejeo.
Algo había cambiado desde la última vez. A pesar de que la corriente
le ganaba terreno, arrastrándole lentamente, hundiendo sus pies en la tierra, él
no llegaba a ceder completamente. Es más, cada vez iba aguantando mejor la
fuerza de la corriente, su retroceso se fue acortando hasta volverse prácticamente
inapreciable.
En ese instante, acompañando el movimiento de un poderoso grito,
Lardo consiguió asestar un fiero espadazo a la corriente y partir su recorrido
en dos. La mitad de la corriente de energía se desvió por la izquierda y la
otra mitad por la derecha, iniciando cada una un nuevo recorrido que se llevó
por delante lo poco que quedaba en pie en el bosque, y concluyó con una explosión
dual al unísono.
El caballero de la rosa estaba atónito, pero no sorprendido. Parecía
saber perfectamente lo que había ocurrido, pero no parecía estar dispuesto a
aceptarlo, o más bien a aceptar que su oponente lo hubiera descubierto. Durante
unos minutos, se dedicó a mirar fijamente a su adversario, que jadeaba tras el
esfuerzo físico que había supuesto derrotar su poder infinito, sin romper el
silencio.
“Bueno… – al cabo de un rato, cuando recuperó el aliento, Lardo
tomó la palabra – ¿Vas a explicar lo que ha ocurrido o prefieres que lo diga
yo?”
1 comentarios:
Bueno otro capítulo sin más, ni es de los mejores ni es de los peores, mucha lucha y pocos adelantos de historia.
piensas que esa es la única forma que tengo que extraer energía”.(que tengo de extraer)
Un saludo a todos.
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