Siempre he querido saber el tiempo que me ha llevado escribir la historia, y hace unos días casualmente descubrí que word (supongo que las nuevas versiones) tiene una función de contador que estaba un poco escondida. Según dicho contador, ahora mismo este último volumen lleva más de 70.000 minutos escribiéndose, yo que sería igual a más de 1.100 horas, es decir, 48 días seguidos :O
La verdad, no sé cuan fiable es este contador, pues a pesar de que pone "tiempo de edición" no sé si es el tiempo en el que he estado escribiendo o el que el documento ha estado abierto, pues de ser así, estaría muy inflado, porque muchas veces cuando tengo el capítulo a medias y me bloqueo o simplemente quiero tomarme un descanso, me pongo a hacer otra cosa pero el documento sigue abierto en el ordenador para retomarlo en cuanto sea preciso. Seguramente haga algunas pruebas para el siguiente capítulo para comprobar eso y así ya hacernos una idea, no sólo del tiempo que ha llevado escribir lo que va de volumen, sino también los anteriores y la historia completa ;)
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Episodio CLXXI
L
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as olas embravecidas sacudían con
fuerza el acantilado, sobrevolado ahora por los dos combatientes, quienes a lo
lejos podían ver el fuego de la explosión. Durante unos instantes se olvidaron
de sus propios problemas, y observaron juntos lo que ocurría no tan lejos de su
posición.
“Espera que ese destello fuese mi
señal – finalmente Blackron rompió el silencio – pero parece que el caballero
de la tierra le está complicando un poco las cosas a Mesa”.
“Fidel lleva demasiado tiempo preparando
ese combate. No va a perder tan fácilmente. Puede que no sea muy fuerte, pero
le echa un par de huevos a las cosas y eso también es importante. Morirá de
agotamiento antes de permitir ser derrotado”.
“Exacto. Morirá. Igual que tú”.
A pesar de que el mar seguía
revuelto, ambos notaron como los efectos de la onda expansiva se iban
reduciendo poco a poco. Las olas, aunque altas y violentas todavía, ya no
llegaba de ellas por encima del acantilado más que un suave salpicar, y su
fuerza continuaba bajando.
“Quiero ver esa técnica definitiva
de tu elemento con la que piensas derrotarme. Hace mucho que no me río y esto
me vendrá bien”.
“Es una técnica que llevo
perfeccionando todo este tiempo, pero había dos inconvenientes que la volvían
prácticamente inútil. Exige una concentración máxima, y sólo puedo hacerla con
los ojos cerrados. La energía que ponía en ejecutar la técnica no podía ponerla
en el ataque, así que me servía únicamente para defenderme, y por otro lado, es
necesaria una velocidad superior a la de tu oponente para que funcione.
Ahora, gracias a mi Velocidad Extrema, con la que alcanzo
una rapidez inigualable y no necesito apenas aplicar apenas energía para causar
un gran daño, esos dos inconvenientes deberían estar solucionados, y la técnica
debería ser perfecta. Yo también tengo ganas de comprobar si es cierto”.
Acto seguido, el caballero se puso
en posición de combate, cerró los ojos, y se quedó quieto, esperando a que su
adversario tomara la iniciativa.
“Está bien – dijo Blackron cuando
adivinó las intenciones de su adversario – ¡Acepto el reto!”
El Caballero Negro se lanzó de un
salto contra su adversario. No quería humillarle demasiado en esta ocasión, mas
viendo que, en efecto, continuaba con los ojos cerrados, así que simplemente proyectó
un puñetazo directo a su nariz, esperando poder reírse un poco unos segundos
más tarde.
Sin embargo, las cosas no le fueron
como esperaba. Con los ojos cerrados, Jonyo se cubrió mínimamente, lo justo
para que su brazo rozara el de su adversario, desviando su ataque a un lado,
mientras con el otro puño le asestaba un feroz golpe en la mandíbula. El cuerpo
de Blackron cayó al suelo, presa de la confusión.
“¿Cómo has podido? Aunque
detectando mi energía supieras que estaba ahí, pasar a anticipar mis
movimientos y contratacar con los ojos cerrados es otra historia”.
“Es precisamente cuando cierro los
ojos cuando se activa mi habilidad, y se pone de manifiesto la técnica
definitiva de elemento rayo” dijo el caballero mientras abría los ojos
suavemente.
“No entiendo nada… Si no has hecho
nada…” seguía preguntándose cual era esa susodicha técnica según se levantaba.
“La técnica suprema de elemento
rayo no es ningún ataque ofensivo ni una defensa impenetrable, es la capacidad
de ver más allá de lo que la otra persona puede ver incluso de sí misma”.
“¿Incluso de sí misma? ¿Insinúas
que me conoces mejor que yo mismo?”
“Cuando cierro los ojos se activa,
como si fuera un sentido más, y puedo ver toda la electricidad que me rodea,
sólo la electricidad. Tu cuerpo, como el de todos los seres vivos, se comunica
por dentro por medio de electricidad. El cerebro manda órdenes a los órganos a
través de pequeños impulsos eléctricos, y muchas veces, están órdenes están por
encima de la consciencia del sujeto. Al igual que no estás pensando en cada
momento que tienes que respirar, ya que tu cuerpo lo hace solo, hay otros
detalles, dentro de una batalla, que también realizas sin darte cuenta. Afilar
la mirada sobre el punto de ataque, tensar el músculo para cargar la ofensiva,
sobresaltarte cuando eres sorprendido, todos ellos son algunos ejemplos de
cosas que pasan sin que puedas evitarlo, pero no dejan de ser movimientos de tu
cuerpo, que funcionan con electricidad, y es precisamente toda esa electricidad
la que yo veo cuando cierro los ojos, y la que me permite saber lo que vas a
hacer incluso antes de que tú mismo lo hayas decidido del todo”.
“Ahora entiendo… Así que mis
propios actos reflejos me delatan… Si lo que dices es cierto, ningún enemigo
hasta ahora podría hacerte frente, ¿cómo es que no lo has usado antes?”
“Como ya te dije, había dos
inconvenientes. Requiere una concentración máxima que apenas me deja tiempo ni
fuerzas para devolver el golpe, pero gracias a ti y a la Velocidad Extrema, por fin he perfeccionado mi habilidad suprema”.
“Saber que intentas decirme que
acabo de cavar mi propia tumba hará que cuando te derrote el sabor de la
victoria sea más placentero todavía”.
“Jeje, no cuentes con ello, porque
con este primer ataque he descubierto que puedo ampliar todavía más el alcance
de mi habilidad. Las posibilidades que me aporta esta gran velocidad son
prácticamente infinitas. Creo que ahora puedo alcanzar los puntos ciegos de una
persona, ¡voy a probar!”
El caballero se movió a gran
velocidad, desapareciendo a simple vista. A pesar de que no se le veía, seguía
por allí, buscando la oportunidad perfecta para probar su nueva teoría.
“Si crees que me voy a amedrentar
por tu ataque de antes, estás muy equivocado. Soy Blackron, el Caballero Negro,
y no me rindo ante nada ni ante nadie. Desarrolla todas las habilidades que
quieras, porque yo las superaré todas y terminaré aplastándote”.
Se concentró, siguiendo el claro
rastro de energía que dejaba el caballero, y cuando sintió que venía hacia él,
se giró en la dirección en la que le sentía llegar. Sorprendentemente, un
instante después, recibía un rodillazo en la nuca sin poder hacer nada por
evitarlo.
El violento impacto tan cerca del
cerebro le hizo marearse durante un instante y cayó de rodillas, mientras el
caballero daba una voltereta en el aire para continuar la ofensiva. Blackron
necesitaba unos segundos para recuperarse y ser capaz de hacer frente a Jonyo,
pero como veía que no se los iba a conceder, zarandeó su espada por encima del
él para espantar al caballero, como si fuera una mosca, que se alejó temiendo
ser alcanzado por la espada negra, precisamente por estar siendo manejada sin
control ni patrón de ataque alguno.
“Parece que lo que contabas no era
ninguna fantasía – dijo Blackron cuando se puso de nuevo en pie – No obstante,
como ya he dicho antes, encontraré la forma de superarlo”.
“No hay nada que superar. Esta
habilidad es insuperable. Puedo adelantarme a todos tus movimientos y además
atacarte desde ángulos que no puedes ver. Da igual lo que intentes, ya has
perdido”.
El Caballero Negro, lejos de
desanimarse, comenzó a cargar energía, envolviéndose en un aura oscura, y acto
seguido salió al ataque, tomando la iniciativa del combate, pero sin una idea
clara de lo que hacer a continuación. Jonyo volvió a cerrar los ojos, esperando
su llegada.
“Si mis pensamientos se reflejan en
actos reflejos que no puedo controlar, ¡entonces no pensaré mis movimientos!”
El caballero del rayo esperaba
pacientemente una reacción en los impulsos eléctricos de su contrincante que le
permitiera adivinar su próximo movimiento, pero estas señales no llegaban. El
circuito eléctrico que rodeaba su cuerpo permanecía inalterado, fuera de los
movimientos que necesitaba para realizar las funciones vitales.
“Pretende dejar la mente en blanco
al atacar para confundir mi visión, pero se le olvida que si él no toma una
decisión conscientemente, lo hará inconscientemente”.
En efecto, la señal llegó, los
músculos del brazo que sujetaba su espada se tensaron de golpe, y Blackron
atacó con un fuerte espadazo vertical que el caballero evitó de un salto. La
espada impactó contra el suelo, provocando una explosión de fuego negro.
Dejar la mente en blanco también le
había requerido al Caballero Negro reducir su concentración en el combate, y
ahora que había fracasado en su intento estaba a merced de su adversario. Jonyo
no tuvo ni que buscar un punto ciego en su objetivo, simplemente se acercó a
gran velocidad y le asestó un golpe en la espalda, tirándole al suelo
violentamente.
Pero algo cambió en ese último
golpe. El caballero del rayo sintió un retortijón en el brazo tras el impacto y
tuvo que retirarse unos metros algo preocupado. No había golpeado mal ni estaba
herido, tampoco perduraba el dolor, se había ido tan rápido como había venido,
pero ahí estaba, y no debía pasarlo por alto. Era un aviso, aunque no supiera
todavía de qué.
“Jejeje – el Caballero Negro se
había dado cuenta de lo ocurrido – ¿Pensabas que podías someter a tu cuerpo a
tanta presión con los ataques a Velocidad
Extrema y salirte gratis? Si continúas así, tus músculos acabarán
desgarrándose”.
“Pero si no lo hago, perderé el combate. Simplemente tengo que
hacerlo rápido”.
“Y no olvides que el agua negra
sigue haciendo efecto dentro de ti, aunque todavía no lo notes”.
“Lo sé, no me había olvidado”.
En ese momento, las nubes volvieron
a dejar paso a la luz del Sol, que bañó con su calidez el campo de batalla,
reactivando los efectos del hielo negro en el brazo del caballero, que comenzó
a dolerse del calor, tratando de ocultar su brazo de la luz.
“Parece que se te acumulan los
problemas, Jonyo – El Caballero Negro salió al ataque mientras pensaba una
nueva estrategia – Mi plan de antes no ha funcionado, pero eso no quiere decir
que esté sin ideas. Dejar la mente en blanco no ha funcionado, pero tal vez
esto sí lo haga… Si no me equivoco, antes ha dicho algo muy interesante”.
Espada el mando, Blackron emulaba
su ataque anterior. Todavía dolorido, el caballero tuvo que dejar el problema
de su brazo con el hielo negro para otro momento y centrarse en el ataque que
se le venía encima. Cerró los ojos y comenzó a analizar las pautas de su
adversario, que una vez más, pretendía golpearle con la espada.
Esperó hasta el último momento para
evitar el golpe, saltó, y vio cómo su adversario se puso a dar vueltas, girando
a toda velocidad, buscando acertarle inútilmente. Preparó la pierna para dar
una patada en la cara a su objetivo, cuando una extraña fuerza que no fue capaz
de detectar le envolvió de repente y mandó de vuelta al suelo rechazado.
“¿Cómo? ¿Qué ha pasado? No he
detectado ningún ataque por su parte” dijo sobresaltado en el suelo, ya con los
ojos abiertos.
“Tal y cómo me imaginaba” susurró
Blackron sonriente.
“¿Qué has hecho? He visto
perfectamente tu cuerpo debajo de mí, dando vueltas, pero nada más. Tampoco has
hecho ningún ataque energético, porque entonces lo habría detectado
normalmente. Ha sido más bien, como viento… Espera, ¡un momento!”
“Parece que ya te has dado cuenta. Eso
que has sentido ha sido mi tornado de viento negro. Cuando estaba dando vueltas
como tú dices tan sólo lo estaba invocando. Tú técnica sirve para prever los
movimientos del adversario en función de los impulsos eléctricos que traen las
órdenes del cerebro a los músculos, pero como los elementos no son seres vivos
propiamente dichos, no tienen electricidad y no puedes detectarlos. Puedes
llegar a detectar que voy a realizar un ataque elemental por la pose de mi
cuerpo, pero no de que tipo ni forma, y al estar obligado a cerrar los ojos
para no confundir los sentidos, tampoco puedes ver por dónde te viene el
ataque, por lo que tu técnica definitiva se vuelve completamente inútil”.
“¡No!” El caballero se negaba a
aceptar que había encontrado un agujero en su estrategia.
“Para asegurarnos, ¡probemos otra
vez!” exclamó.
Blackron volvió a salir al
encuentro del caballero del rayo, que cerró los ojos de nuevo, tratando de
verificar que el error había sido suyo y no de su habilidad. Desde la distancia,
vio como el Caballero Negro daba un espadazo a la nada.
“Esa pose… ¡Tiene que ser un Getsuga Tenshou! – pero a pesar de haber
supuesto cual era el ataque que iba a recibir, en efecto, no detectaba nada más.
La ráfaga de viento negro con forma de media luna avanzó sin que Jonyo pudiera
verla, y le arrasó completamente, lanzándolo por los aires – ¡Mierda! ¡Él tenía
razón…!”
“¡Ahora te mandaré uno que sí podrás
detectar! – dijo mientras extendía el dedo y proyectaba un rayo negro sobre él
- ¡Jajaja!”
Así fue. Al tratarse de un rayo,
electricidad pura, aunque oscura, Jonyo lo veía perfectamente, lo veía más
claro que ninguna otra cosa, pero ahora mismo se encontraba descolocado en
medio del aire, y no podía maniobrar con total normalidad. A pesar de todo, ya
había probado los efectos que ocasionaba el rayo negro en su propio cuerpo, por
lo que trató de esquivarlo con todo su empeño, pero no pudo evitar que le
alcanzara en un brazo, que nada más ser alcanzado cayó desplomado como si ya no
tuviera vida.
“¡Vamos! – el caballero se golpeaba
en el brazo suavemente, tratando de restaurar las conexiones sinápticas de su
brazo, mientras continuaba cayendo al suelo – ¡Despierta!”
No se había dado cuenta, pero en el
suelo le esperaba su adversario para rematarle. Estaba tan centrado en la
recuperación de su brazo y tan afligido porque hubiese derrotado la habilidad
que tanto le había costado perfeccionar, que no pudo verlo, y cuando iba a caer
al suelo, el Caballero Negro le asestó un espadazo que atravesó su torso de un
extremo a otro, dejándole una herida en línea horizontal a la altura del estómago,
para finalmente catapultarle por el aire hasta caer al suelo, muy cerca del
borde del acantilado.
“Es curioso… – decía el Caballero Negro mientras se acercaba
caminando a su debilitado adversario – Con las habilidades que has demostrado
en este combate, si hubiera sido otro, sin importar quién, tu victoria habría
sido ineludible. Jezabel, Lardo, incluso Mesa habrían caído ante ti sin poder
hacer nada, pero has tenido la desgracia de toparte en tu camino con el único
enemigo que podía hacerte frente. Recuerda esto, tú has perdido por una sola razón. Porque yo
era tu oponente”.
El
Caballero Negro llegó hasta Jonyo, todavía tirado en el suelo y sangrando, y le
agarró del brazo que había sido afectado por el hielo negro. Le levantó, sujetándole
por ese brazo, asegurándose de que quedaba expuesto a la luz del Sol, y además
le apretaba con todas sus fuerzas, mientras se deleitaba con el gesto de dolor
de Jonyo.
“Te
duele, ¿verdad? Si ya en circunstancias normales estrujarte el brazo resultaría
doloroso, no me quiero ni imaginar con los efectos del hielo negro. Sólo posar
el dedo levemente sobre la piel ya igualaría lo que estoy haciendo, así que
ahora debes de sentirte atrapado entre un montón de escombros”.
“Es
extraño – pensaba Jonyo para sí mismo – El brazo me duele, pero me duele
normal. Ya no siento ese ardor asfixiante de antes ni noto que me esté haciendo
más daño de lo normal. Es como si los efectos del hielo negro hubieran
desaparecido. Y lo que es mejor, parece que él no se ha dado cuenta. ¡Lo
utilizaré a mi favor! Estoy herido por su corte con la espada y algo débil,
pero creo que todavía puedo hacer más…”
En
ese instante, el caballero empezó a exagerar sus gritos, fingiendo morirse de
dolor, tratando de darle a su adversario el espectáculo que buscaba. Blackron
cayó en su trampa. Poco a poco, se echó a reír más y más, sin dejar de apretar
el brazo de su antiguo amigo, pero perdiendo toda atención.
“¡¡Ahora!!”
pensó Jonyo.
Sin
pensarlo dos veces, el caballero del rayo le estrelló la suela de la bota en la
cara a su oponente, que no vio venir el golpe y le pilló con la boca abierta,
en medio de una carcajada. El golpe estuvo a punto de desencajarle la mandíbula,
pero por suerte para él no terminó así, ni tampoco le saltó ningún diente,
aunque terminó con la boca ensangrentada.
Acto
seguido, el caballero del rayo avanzó hacia él y le dio un golpe a Velocidad Extrema con el mismo brazo que
le había estado sujetando. A pesar de que el impacto certero en el estómago
terminó de derribar al Caballero Negro, Jonyo se resintió, los calambres
volvieron a su brazo y la el corte que acaba de sufrir comenzó a dolerle mucho.
“Mierda…
Con una herida así, si utilizo mi Velocidad
Extrema, la presión que sufre mi cuerpo me destroza la herida. Si vuelvo a
hacerlo, podría incluso abrir más el corte…”
Blackron
no tardó en ponerse en pie, con una mano sujetándose la boca, de la que no
paraba de brotar sangre. Sin embargo, más que por el daño que acaba de recibir,
estaba más preocupado por lo que había ocurrido.
“¿Cómo
es posible? Deberías estar retorciéndote de dolor en ese brazo, pero aun así
has logrado incluso atacarme con él…”
“Yo
tampoco lo entiendo, pero el caso es que los efectos del hielo negro han
desaparecido. Que yo recuerde, desde que el rayo negro me alcanzó antes. Espera…
¡Claro! ¡Ha tenido que ser eso! El efecto del rayo negro es anular el sistema
nervioso, cortando las conexiones sinápticas de los nervios, que impiden que se
comunique con el cerebro, pero al hacerlo, también desactivaste el funcionamiento
anormal que provocaba el hielo negro y sus sensaciones extremas. Digamos que el
rayo negro reseteo el sistema nervioso de mi brazo, o por lo menos, es la única
explicación que se me ocurre” decía mientras abría y cerraba la mano, expuesta
al Sol, para asegurarse de que todo seguía en orden.
“Mierda…”
se lamentaba el Caballero Negro de su error.
“¡Negro
o no, el rayo es mi elemento, y no había forma de que estuviera contra mí!”
1 comentarios:
Me ha gustado el capítulo, algo corto y con poco avance como siempre digo pero se va desarrollando la historia y aunque sea poco a poco llega el desenlace final. Ya nos dirás si son ciertos esos 48 días aunque a bote pronto soy escéptico.
y muchas veces, están órdenes están por encima de la consciencia del sujeto(estas órdenes)
Un saludo a todos.
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