Hace ya casi diez años de aquel 1º de Bachillerato E en el que, aunque Los Caballeros ya llevaban un par de años atrás en producción, fue cuando de verdad tomaron forma, incluyendo multitud de personajes que dieron lugar a todos los arcos argumentales que hemos visto hasta ahora. También fue la última vez que Enrique Mesa dio clase en el Duque de Rivas. Es vergonzoso como, teniendo el apoyo del alumnado, que son los clientes de la educación, se exiliase de esa manera a una persona que no sólo transmitía filosofía académica, sino también filosofía de vida. Pero, lamentablemente, toda organización tiene una política interna, y si no gustas a los de arriba, ya se encargarán de hacer que te vayas. Ese año, algunos lo tuvimos de profesor, otros lo tuvieron de tutor y les guió en su camino hacia la universidad, y como es de esperar, otros muchos nunca tuvieron la oportunidad de compartir su sabiduría.
Sobre su inseparable compañero, Mario Salvatierra, al cual no pude tener nunca de profesor pero con el que mantuve más de una conversación durante el viaje a Italia, y al que también exiliaron junto a Mesa, ahora es diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid, lo acabo de descubrir buscando en google.
PD: Me ha salido un trabajo para las próximas semanas que me mantendrá ocupado prácticamente todo el día. Por tanto, aunque estaban volviendo a salir los capítulos de manera regular, el siguiente tardará un poco más. Ya que hoy se juega la semifinal de Champions, a ver si tengo el siguiente para el día de la final, y esperemos que haya doble celebración :p
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Episodio
CLXXXI
L
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a catástrofe natural continuaba. Debido a la
irrupción del núcleo externo, que luchaba en las entrañas de la tierra contra
el manto para salir completamente a la superficie, la temperatura de las aguas
submarinas comenzó a subir rápidamente, consiguiendo que pequeños mares
hirviesen, aniquilando toda forma de vida que habitaba en sus aguas.
Los diferentes desastres que acaecían a lo largo y
ancho del planeta dejaron de tener importancia para los caballeros, tras
descubrir las últimas novedades del combate de su compañero.
“¿Derrotado? – Preguntó Gabriel – ¿Arturo ha perdido
el combate?”
“No. Todavía no. Detectó que Arturo está consciente.
Su cuerpo se mueve ligeramente y parpadea. Además, si el combate hubiese
terminado, ese extraño tornado que los mantiene aislados se habría disipado,
¿no?”
“Pero realmente que el combate haya terminado o no
ya no importa – Reik completó el relato con lo que Jonyo no se atrevía a decir
– Porque sin transformar no tiene ninguna posibilidad…”
Los tres se quedaron en silencio durante unos
instantes, cabizbajos, imaginándose el peor desenlace posible. De pronto, Jonyo
salió corriendo hacia la zona donde se encontraban Arturo y Mesa, cargó una
onda durante breves instantes y la lanzó directamente hacia el tornado.
“¡¿Pero qué haces?!” le dijo Gabriel al ver su
actitud tan repentina.
“Si no podemos entrar, ¡¡habrá que abrirse paso por
la fuerza!!”
El ataque del caballero dio de lleno en la corriente
de viento, pero fue fácilmente rechazado, desviándose hacia un lado.
“¡No podrás abrirte paso solo con eso! ¡Recuerda lo
que nos ha dicho Gabriel! No es simplemente viento, es un área de alta densidad
energética. Para atravesarlo necesitarías un ataque dotado con una energía
superior a la que forma el torbellino”.
“Cuando luché contra Blackron, pude abrirme paso a
través de un tornado similar de viento negro que utilizaba para defenderse,
gracias a mi Lanza del Relámpago. Sí,
con eso servirá”.
“¡Espera! – Ahora era Gabriel quien intentaba
detenerlo – Reik tiene razón. No basta un ataque normal. Aunque hayas visto como
los ataques de ellos sí han atravesado la zona, son ataques muy particulares, y
además han sido desde dentro hacia fuera. Y aunque consiguieses que tu técnica
atravesase el torbellino, ¿qué pasaría si por casualidad le das a Arturo o
estalla cerca de donde esté? Incluso podrías desestabilizar la zona, provocando
una explosión prematura que seguramente mataría a ambos”.
Las palabras de sus compañeros consiguieron hacerle
dudar. El caballero pareció tranquilizarse, pero miraba el torbellino con
recelo.
“Vale, pero entonces, ¡¿qué hacemos?!”
Desde el interior, Mesa se había percatado de los
intentos de Jonyo por entrometerse en el combate. Caminando lentamente, se
acercó hasta los límites de la zona, para quedar lo más cerca posible de los
tres caballeros que esperaban en el exterior, y comenzó a recitar un conjuro.
“La
turbia cima filtrándose
en un
insolente recipiente de locura
Hirviendo,
negando, nublando
y
obstruyendo el sueño.
La
princesa de hierro se arrastra
La muñeca
de barro se desintegra
¡Unión!
¡Separación!
Llenando
la tierra
conoce
tu propia impotencia
¡Ataúd
Negro!”
Según iba
recitando el hechizo, un campo de energía negro con forma cúbica se iba
formando alrededor de Gabriel, Jonyo y Reik, aislándolos completamente. Todo se
cubría de oscuridad ante la perpleja mirada de los tres caballeros. Cuando el
cubo se completó, la pared interior se volvió transparente, dejando ver la luz
del sol y todo el exterior como si no hubiese pasado nada. Sin embargo, muy
bien sabían que la barrera no había desaparecido, seguía ahí. Seguían aislados.
Antes podían oír el silbido del aura de Arturo, el estruendo de los terremotos
y el aullido del viento; ahora todo había quedado en silencio. Tampoco podían
sentir la energía de Mesa ni de su compañero, por más que lo intentaran, ni
tenían la esperanza de que su imagen o su voz pudieran llegar al otro lado de
la barrera.
“¡Maldición! –
Exclamó de nuevo Gabriel – ¡Esto también es como la otra vez!”
“¡Será cabrón! – se quejaba Reik mientras golpeaba
inútilmente la pared invisible de la barrera – ¡Nos ha encerrado!”
“No quiere que interfiramos en el combate a
cualquier precio” comentó Jonyo.
“Según lo que ha contado Mesa, Fidel adquirió el
título de Caballero del Espacio. Seguro que si estuviera vivo podría sacarnos
de aquí”.
“Pero no lo está. Ahora sólo estamos tú, el
Caballero de la Naturaleza, Jonyo, el Caballero del Tiempo, y yo, el Caballero
de la Materia. Así que no nos queda otra que esperar mirando”.
“Tranquilos, aunque minúscula, Arturo todavía tiene
una posibilidad de vencer” Gabriel todavía se sentía optimista.
“¿Ah, sí? – sus compañeros le miraban con asombro –
¿cuál?”
“¿No lo recordáis? Bueno, en parte es normal. Hasta
ahora, ninguno de nosotros lo ha logrado jamás. La culminación de la vida de un
caballero, su ataque más poderoso, que no depende ni de su elemento, ni su
energía, sino simplemente de su destreza y habilidad como caballero”.
“Espera… – Jonyo parecía haberse dado cuenta – No te
referirás a…”
En el interior de la zona aislada, Arturo continuaba
tirado en el suelo, recostado sobre su brazo izquierdo. A pesar de que su
cuerpo apenas había recibido daños, él se había percatado del precio que había
pagado por salvarse. Su cabello, que había regresado a su color natural, hasta
hace poco levantado hacia arriba, le caía de nuevo de forma natural. El aura
había desaparecido completamente, y aunque no podía verse los ojos, no
necesitaba volver confirmar que su transformación se había desvanecido.
“Veo que sigues vivo – tras formular su hechizo
sobre los tres caballeros, Mesa se volvió hacia Arturo, caminando lentamente –
Aunque te hayas salvado de mi ataque, tan sólo has retrasado lo inevitable. Era
más divertido acabar contigo en tu forma más poderosa, pero ahora mismo, lo
importante es el resultado – Mientras le hablaba, vio cómo se ponía de pie,
lentamente. Seguía malherido, pero no tenía intención de aceptar la derrota.
Empuñó su espada y se colocó en posición de ataque – Ya veo… Ahora que has
vuelto a tu forma original, no puedes usar el fuego blanco, ni tampoco esa onda
tan potente. El único recurso que te queda es tu espada, pero para tu
desgracia, ya has comprobado que es totalmente ineficaz contra mí”.
“No… Existe una manera… Un ataque con mi espada con
el que podría cortarte… Hasta el día de hoy, ni mis compañeros ni yo hemos
podido realizarlo nunca. Pero si no lo consigo hacer hoy, perderé el combate,
así que pienso lograrlo”.
“¿De qué estás hablando?”
“Hablo de la técnica final que todo caballero,
independientemente de su elemento, puede llegar a ejecutar. De hecho, una vez
dominado, se dice que adquieres el título de Maestro Caballero, y ya estás en
condiciones de trasmitir tus conocimientos y habilidades a la siguiente
generación”.
“¡No es posible que un ataque así exista y yo no lo
conozca! ¡¿Cuál es su nombre?!”
“Es… ¡El Corte de Cielo!” exclamaron a la vez Arturo
y Gabriel, cada uno para sus diferentes interlocutores.
“Ahora que lo dices… Creo que escuché ese nombre
antes, pero fue hace mucho, durante mi adiestramiento – Jonyo comenzaba a
recordar – Había tres tipos de corte con la espada. El de tierra, basado en la
fuerza, para tocar cortar cosas sólidas, el de mar, basado en la velocidad,
para cortar cosas sin cuerpo, como líquidos y gases, y el de cielo, que unía
los dos primeros y podía cortarlo todo”.
“¡Tonterías! – Reik se mostraba escéptico – ¡El
Corte de Cielo no existe! Sólo son cuentos para llenarles la cabeza de
ilusiones a los niños. Cuando dos energías chocan, la más grande gana. Es así
de simple. Esos dos primeros cortes sólo funcionan cuando se utilizan contra
objetos o diversos elementos que no están vivos. Pero el Corte de Cielo,
juntando los poderes del corte de tierra y mar, supuestamente ignora la defensa
del contrario y puede cortar hasta seres vivos con energía propia,
independientemente de si tu energía es mayor o menor que la del otro. No es más
que una vulgar contradicción”.
“Comprendo tus inquietudes, pero que no lo hayamos
logrado ninguno no es prueba suficiente de que no exista”.
“Además – al mismo tiempo, Arturo le estaba
explicando los detalles a Mesa – el Corte de Cielo es un ataque ineludible e imbloqueable”.
Tras aquella última aclaración, se hizo el silencio
durante unos segundos, y de pronto, Mesa se echó a reír.
“¡¡Jajaja!! ¡¿Ese es tu as en la manga?! ¿El Corte
de Cielo? Shawn ya me habló de él. Blackron podía hacerlo con el viento negro,
y ahora que yo he heredado sus poderes también puedo. Es más, ya lo has
sufrido, ¿no te acuerdas?”
“¿Con el viento negro? ¿Ya lo has sufrido? Te estás
refiriendo al… ¿Getsuga Tenshou? Es
imposible que eso sea un Corte de Cielo. Como ya te he dicho, es un ataque con
la espada que no depende de ningún elemento. Un momento… ¿Shawn? ¿Qué relación
tienes tú con él?”
“Si quieres la respuesta tendrás que preguntar a tus
compañeros, pero para eso antes tendrás que salir de aquí con vida. Y ahora, si
el Getsuga Tenshou no es un Corte de
Cielo, quiero ver como lo detienes”.
Alzó su mano, pero esta vez, en vez de separar los
dedos para hacer cinco ataques como antes, los juntó, y al bajar la mano
apareció un único haz de viento negro, pero mucho más gordo y poderoso que
cualquier otro. Al bajar la mano, salió disparado contra el caballero, que lo
esperaba con una mezcla de decisión y desasosiego.
Empuñó su espada con fuerza, y en el mismo instante
en que el haz de viento negro iba a entrar en contacto con su cuerpo, le asestó
un corte horizontal suave, pero muy rápido, que cortó el viento en dos mitades.
Una de ellas salió disparada por encima de su cuerpo, mientras que la otra, se
estrelló en el suelo, dando lugar a un profundo agujero. La gran velocidad del
propio Getsuga Tenshou, aún cortado,
le permitió salir del área que mantenía aislados a los luchadores, pero se deshizo
nada más salir.
“Eso era… – tanto Jonyo, como los otros dos
caballeros pudieron ver la mitad de arriba abriéndose paso, y de nuevo,
cerrándose inmediatamente el orificio que había creado – ¡Arturo ha cortado un
ataque de viento negro!”
“Ha usado el Corte de Mar. Con su nivel actual no es
algo sorprendente. Pero intentar soñar con un ataque que no existe es otra
historia” Reik seguía dudando sobre esa idea.
En ese momento, Jonyo rememoró en su cabeza todos
los problemas que había tenido, no sólo con el viento negro, sino con todos los
demás elementos oscuros, y la facilidad con la que ahora Arturo se había
librado de uno de ellos.
“Pero… – Gabriel, al verle la cara, se atrevió a
preguntar – Tú tienes velocidad más que
suficiente para hacer el Corte de Mar y evitar todo ese tipo de ataques,
¿verdad?”
“Esto, ¡claro! ¡Jajaja! – Se reía, tratando de
disimular el hecho de no haberse dado cuenta en su momento, y haberlo pasado
tan mal sin tener porqué, durante el combate contra Blackron – ¡Si es evidente!”
En el interior del torbellino, Mesa estaba
desconcertado. Hasta ahora pensaba que el caballero se estaba tirando un farol,
pero tras ver su demostración, empezó a dudar de sus propias palabras.
“Ese Shawn… Me engañó... Seguramente sabía que de
dominar el Corte de Cielo, cualquier caballero podría derrotarnos, así que
camufló su verdadero potencial diciendo que el Caballero Negro podía
ejecutarlo. Maldita rata… Hemos pecado de inocencia al pensar que alguien que
es capaz de traicionar a cualquier persona por dinero no iba a hacer lo mismo
con nosotros sólo porque le estábamos pagando”.
“Bueno, esto ha sido lo fácil – pensaba Arturo –
Ahora viene la parte complicada”.
Mesa quiso terminar de confirmar sus temores, y
mandó su elemento más poderoso. Extendió el brazo, y una gran cantidad de
llamas negras salieron disparadas hacia el caballero.
“¡Veamos que hacer ahora! ¡Si intentas cortar el
fuego negro, quedará adherido a tu espada, volviéndola inservible!”
El caballero volvió a echar mano de su espada, y sin
ningún temor, volvió a ejecutar un corte suave pero de gran velocidad, sólo que
ahora vertical. El cúmulo de fuego negro se dividió en dos mitades que
terminaron cayendo al suelo, a los lados de Arturo.
“¡Es imposible! ¿Por qué no se han pegado las llamas
a tu espada cuando han entrado en contacto?”
“Porque nunca han llegado a estar en contacto con mi
espada. El Corte de Mar es un ataque basado en la velocidad. Es tan rápido que
las moléculas de aquello que corta no tienen tiempo de entrar en contacto con
la espada, y se separan gracias a la onda expansiva que el corte deja a su
paso. Por eso sólo funciona contra líquidos, gases, y diversos elementos con
una alta dispersión molecular. Si fuera un cuerpo sólido, con una densidad
molecular alta, la espada se pararía en seco debido a la escasa fuerza de la
técnica”.
“Si es tan efectivo, ¿por qué no lo has utilizado
antes?”
“Aunque parezca sencillo desde fuera, no es una
técnica que se pueda improvisar. Requiere mucha concentración. En medio del
fragor de una batalla, resulta complicado prever con suficiente antelación que
un adversario vaya a atacarte con un líquido o cualquier elemento de densidad
molecular baja y al mismo tiempo preparar la técnica adecuadamente. Sin
embargo, ahora que dependo solo de mi espada, puedo hacerlo con total
tranquilidad”.
Mesa cambió de estrategia. Extendió el brazo y
proyectó un chorro de agua negra, tratando de debilitar a su adversario. Esta
vez, Arturo no cortó el agua, simplemente saltó hacia un lado para esquivarla.
“No puedo estarme todo el día defendiéndome de sus
ataques con el Corte de Mar… ¡Tengo que atacar!”
Al pisar la tierra de nuevo, miró hacia delante y
descubrió un camino más o menos recto, sin apenas charcos de lava, que le
conducía hacia su adversario. Decidido, salió corriendo directo a su objetivo,
con la espada preparada en su costado izquierdo.
“Si el Corte de Cielo es tan poderoso como lo
cuentan, podría tener algún problema – Mesa se planteaba todas las
posibilidades – Si sigo tratando de impedírselo, no conseguiré nada, seguirá
intentándolo hasta que lo consiga. No obstante, si ve que ese ataque fracasa
delante de sus ojos, la cosa cambia. No creo que su espada, por muy poderosa
que sea esa técnica, sea capaz de cortarme, pero tampoco voy a dejarle
comprobarlo. Tengo una idea…”
“No es seguro que pueda conseguir realizar un Corte
de Cielo. Es más, ni siquiera sé con certeza si existe. No lo he hecho nunca
antes, ni se lo he visto hacer a nadie. Sólo cuento con esos relatos de leyenda
que han pasado de generación en generación durante años – Arturo era consciente
de su situación – Ahora mismo, no me siento diferente de las personas que
habitaban en aquella isla donde todavía se creía en los dioses de las antiguas
religiones. Por mucho que haya demostrado la ciencia, ellos siguen creyendo en
lo imposible. Eso me toca hacer a mí hoy, ¡¡creeré en lo imposible!!”
Mesa continuó enviando diferentes elementos oscuros
y diversos ataques energéticos contra Arturo, que los esquivó saltando a un
lado, siempre sin dejar de avanzar. Agua, fuego, hielo, e incluso un rayo
oscuro, caían sobre el caballero, tratando de ralentizar su avance.
Desde fuera, el fiero tornado que separaba a los
combatientes del exterior, impedía la visibilidad casi totalmente. Los tres caballeros
tenían que conformarse con vagos reflejos y sombras que muy de vez en cuando
podían lograr apreciar, tratando de imaginarse el resto.
“Bueno, ¿cómo lo veis?” preguntó Reik para romper el
silencio.
“Para lograr el Corte de Cielo, Arturo tendría que
asestar un golpe de máxima velocidad y máxima potencia. Durante mi
enfrentamiento con Blackron, conseguí acertar varios ataques de gran potencia
que se basaban en la velocidad y la reducción de mi peso. Gracias a eso,
finalmente logré convertirme en Caballero del Tiempo. Sin embargo, una cosa es
alterar tu propio cuerpo y otra muy distinta cambiar el de un objeto. La espada
tiene una masa fija que no se puede cambiar, y a mayor velocidad, más masa. Si
sacrificas la velocidad por la potencia, consigues el Corte de Tierra, y si
sacrificas la potencia por la velocidad, el Corte de Mar. No se pueden tener
las dos a la vez, y el término medio es un simple ataque normal, sin potencia
ni velocidad, un quiero y no puedo”.
A medida que corría, Arturo comenzó a concentrarse.
La espada respondió a su llamada y comenzó a iluminarse. El fulgor que emitía
llegó a ser tan intenso que sus compañeros pudieron divisarlo sin mayor
problema desde el exterior.
“Su espada se está iluminando… – pensó Jonyo – ¿Por
qué? Recuerdo que también se iluminó durante el combate que tuvo contra Lardo.
La gema que adorna mi Lanza del Tiempo también se ilumina, pero esta ha sido la
única espada que se ha iluminado en su forma original. Tiene que haber alguna
explicación…”
“Es extraño, ¿no te parece?” Reik parecía tener una
idea parecida en la cabeza.
“Sí… Pero es posible que al terminar este combate
encontremos alguna respuesta”.
“Tengo que calcular muy bien su trayectoria. Siendo
diestro, necesitará apoyarse con la pierna derecha adelantada para no cortarse
la pierna sin querer al hacer el corte. Cuando vea que pisa con el pie derecho
con más fuerza de lo normal, será el momento en el que ejecutará su ataque”.
Mesa continuó esperando a su adversario, vigilando
todos sus movimientos, sin dejar de lanzarle nuevos ataques que tuviera que
esquivar. Sus ojos felinos amarillos captaban todos los detalles del
desplazamiento del caballero. Cuando estuvo suficientemente cerca y estampó su
pie derecho con más fuerza que en los pasos anteriores, él lo vio, y estaba
preparado. A pesar de que la espada del caballero, ya totalmente iluminada, se
acercaba a gran velocidad, la nueva percepción que le proporcionaba su
transformación consiguió que le pareciese que se movía a cámara lenta.
En el momento oportuno, en lugar de
teletransportarse, Mesa dio un paso atrás, con el fin de alejarse lo mínimo y
necesario del caballero para que errara en su empeño. Arturo ejecutó su ataque,
pero no pudo llegar a saber si de verdad era un Corte de Cielo, porque vio cómo
su espada pasaba por delante de su adversario sin llegar a alcanzarlo. La onda
expansiva del espadazo demostró su potencia, abriendo una brecha en las paredes
del torbellino, que permitió a los tres caballeros, durante unos instantes,
observar el duelo en directo y con claridad.
“¡No! – Exclamó Jonyo – ¡¡Ha fallado!!”
“¡Es imposible! – Gabriel seguía teniendo fe – El
Corte de Cielo es un ataque ineludible e imbloqueable. Tan sólo recordad, ¿cómo
terminaban esas historias sobre el Corte de Cielo?”
Mientras pensaban la respuesta, no perdían ojo de lo
que estaba sucediendo delante de sus narices. Mesa, libre del alcance de la
espada, que ya había pasado de largo su cuerpo, se dispuso a preparar su
contraofensiva. Todo iba bien hasta que notó como sus pies le arrastraban hacia
delante sin que pudiera controlarse.
“Pero… ¡¿qué pasa?!” exclamó sobresaltado.
El Corte de Cielo había arrasado con todo a su paso,
aunque lo único que hubiese a su paso fuese aire. Y ahora, el vacío que se
había generado alrededor, intentaba tragarse todo lo que estaba a su alcance
para llenarse de nuevo.
“Ya veo… Aunque haya fallado el golpe, la fuerza del
Corte de Cielo es tan grande que intenta acabar conmigo incluso sin haberme
alcanzado – trató resistir la atracción pisando tan fuerte como pudo, pero sólo
consiguió que sus pies resbalaran, amenazando con hacerle perder el equilibro –
No consigo salir de aquí… ¡Será mejor que me teletransporte o acabará conmigo!”
“¡Ya recuerdo! – Aquella escena revivió los
recuerdos de Reik – La historia terminaba con algo así como… Incluso si su
adversario rehúye las mandíbulas del dragón, el viento que deja a su paso le
dejará indefenso y será destrozado por sus garras”.
“Entonces… ¿se refería a esto?” se preguntaba Jonyo.
“Que extraño… – Mesa no conseguía trasladarse
instantáneamente para escapar – No consigo realizar el Shunkanido… – ¿Por qué? – Intentó llevarse los dedos a la frente
para hacerlo manualmente, como lo había hecho en el pasado, pero la fuerza que
le arrastraba era ya tan fuerte que no lograba levantar el brazo – ¡¿Qué está
pasando?!”
“¿Qué ocurre? ¿Esta vez no puedes huir? – Arturo, a
pesar de que había fallado el golpe, no había terminado de ejecutar su ataque.
En su lugar, reaprovechó la fuerza que había empleado y continuó el ataque,
girando su cuerpo en la misma dirección en la que iba la espada – Por fin he
comprendido la verdadera naturaleza de tu técnica. Para cambiar de sitio,
intercambias tu posición con aquello que haya en el lugar al que quieres ir. El
punto al que te trasladas puede parecer vacío, pero aunque no lo parezca,
siempre hay algo, aunque sea aire. Para tu desgracia, el Corte de Cielo, como
te dije, es capaz de cortarlo todo, incluso el aire. Ahora, todo lo que está al
alcance de mi espada es un espacio vacío, así que no puedes traer aquí nada con
lo que puedas intercambiarte mientras mi técnica siga activa. Por eso no puedes
teletransportarte. En este momento y en este lugar, sólo existimos tú y yo – al
mismo tiempo que recitaba su explicación, pivotó sobre su pierna izquierda para
dar una vuelta completa sobre sí mismo, alargando todavía más el efecto de su
ataque, hasta regresar a la posición inicial, el costado izquierdo del
caballero – Fin del juego, Mesa, ¡¡Corte
de Cielo!!”
Como último recurso, instintivamente, Mesa puso el
brazo delante de la trayectoria de la espada, confiando en poder bloquearla, o
al menos en frenar su avance. Para su desgracia, la espada imbuida en luz le
seccionó su extremidad con un corte limpio a la altura del antebrazo, a poca
distancia del codo. El miembro cercenado dio un par de vueltas en el aire antes
de caer al suelo, donde los dedos y las garras todavía se movían debido a
ciertos espasmos.
La espada del caballero continuó su camino hacia su
objetivo, entrando por el costado derecho de Mesa. Toda la punta de la espada
se clavó en su interior, y fue subiendo en diagonal hacia arriba, atravesando
el torso. Al encontrarse con la cicatriz del Corte Vacío, que presentaba una
línea diagonal en sentido opuesto, fue capaz de penetrar en la herida, cruzar
sin problema la zona que ocupaba y seguir su camino. Al entrar en contacto las
dos heridas, los efectos del Corte Vacío
se extendieron por el corte, dejando su oscuridad por ambas hendiduras, aunque
también deteniendo el sangrado, igual que la última vez. Finalmente, la espada
pasó por la parte superior izquierda del pecho de Mesa, segando su corazón, y
salió poco antes de llegar al hombro, dejando una cicatriz oscura en forma de
cruz en su cuerpo.
Una vez concluyó el ataque final del caballero, toda
la zona que los envolvía se iluminó, cegando a todos. Nadie, ni siquiera Arturo
o Mesa, que se encontraban dentro, pudieron ver qué ocurrió después. Tan sólo
se escuchó un profundo grito del profesor, pero ya no había ninguna hoja hundida
en su cuerpo.
Fue cuestión de segundos. Tan rápido como había
venido la luz, se fue. Ya no había nada. El torbellino se había ido también.
Únicamente, los cuerpos de Arturo y Mesa reposaban en el suelo, tirados boca
arriba, severamente debilitados.
Gabriel, Jonyo y Reik, vieron como las paredes del Ataúd Negro en el que habían sido
encerrados comenzaban a agrietarse. El hechizo estaba perdiendo su poder. Las
grietas no tardaron en aumentar en número y tamaño, uniéndose unas con otras,
hasta que finalmente, el féretro de energía que les encerraba estalló en un
aluvión de cristales oscuros.
“El combate ha terminado” dijo Reik.
“¡Rápido! ¡Vamos!” exclamó Jonyo.
Los tres corrieron hacia el área del encuentro.
Allí, descubrieron el cuerpo de su compañero, seminconsciente, y empapado de la
sangre de sus propias heridas.
“Como me imaginaba… Está fatal… – Gabriel confirmaba
sus peores sospechas – Hay que curarlo ya. Dejadme un hueco”.
“Curarme… ¿tú? – el caballero todavía se mantenía
suficientemente sereno como para al menos escuchar lo que decían a su alrededor
– Y… ¿Peter?”
Los tres caballeros se miraron entre sí, deseando
que fuera otro el que le explicase todo lo que había ocurrido.
“Es una larga historia – dijo Reik sin entrar en más
detalle – Ahora lo importante es que te pongas bien”.
Mientras Gabriel curaba Arturo valiéndose de una luz
rosa que manaba de sus manos, Reik y Jonyo se dieron cuenta de que Mesa también
seguía vivo y consciente, aunque agonizando.
“No ha sangrado… Que técnica más rara” comentó
Jonyo.
“Creo que no ha sido cosa de Arturo, sino más bien
de Fidel. La herida que le ha hecho Arturo se ha juntado con la de Fidel y han
combinado sus efectos. No estoy seguro de lo que significa esas heridas
oscuras, pero me da la impresión de que lo que cubren ya no forma parte del
cuerpo de Mesa”.
“Entonces…” dijo Jonyo mirando a la parte superior
izquierda de su pecho, que había sido alcanzada por la espada de su compañero
hacía apenas unos instantes.
“Sí, seguramente parte de su corazón ya no forma
parte de su cuerpo. Es decir, no existe forma de que salga de esta – sacó su
espada y apuntó a la garganta del monstruo que yacía en el suelo – Es una buen
oportunidad para rematarle”.
“No te preocupes, aunque no tuviese esa herida,
tampoco sobreviviría – Jonyo recordó lo ocurrido al final de su encuentro con
el Caballero Negro – No es necesario rematarle…”
“Ya sé que no tenemos por qué hacerlo. La pregunta
era si lo hacemos o no”.
“¡¡No!! – Exclamó una voz – ¡¡Deteneos!! ¡¡Os lo
ruego!!”
Al girar la cabeza, los caballeros descubrieron a
Shinkan Mario, exhausto y sin aliento, caminando hacia ellos desde la lejanía.
“Ese es… – Jonyo estaba tan perplejo que se olvidó
de terminar la frase – ¿Cómo ha llegado hasta aquí?”
“Han pasado varias horas desde que nos separamos de
él – Reik lo veía de otra manera – Siguiendo la posición del choque de ondas
entre Arturo y Mesa, que estoy seguro se ha visto en el cielo desde lejos,
tampoco es tan descabellado que nos haya encontrado”.
“Parece que llegué tarde…” susurró al ver a Mesa
tirado en el suelo, convertido en un monstruo.
Varios ríos de lava le separaban de la plataforma en
la que estaban los caballeros. La destrucción se había agravado considerablemente
en la zona debido a los efectos del combate. En cambio, la inmensa mayoría de
los alrededores eran completamente transitables, salvo erupciones en puntos
concretos. Inmediatamente, Jonyo salió a su encuentro, para ayudarle a cruzar
volando la distancia que los separaba.
“Enrique…” dijo en cuanto Jonyo le dejó de nuevo en
tierra.
“¿Por qué me sigues llamando por ese nombre? Sabes
que ese ya no es mi nombre” le preguntó a su antiguo compañero.
“Lo que pasó no fue culpa tuya, Enrique. Hiciste lo
que debías hacer. Tal y como era de esperar de un buen kantiano. Ya es hora de
que te perdones a ti mismo y descanses en paz”.
Mientras hablaban, el cuerpo transformado de Mesa
comenzó a deshacerse. Desde el extremo de sus alas, comenzó a deshacerse, o más
bien, a convertirse en cenizas. Poco a poco, aquellas grandes alas iban
reduciendo su tamaño, y el polvo en el que se convertían era arrastrado por el
viento.
“¿Qué le está pasando? – Preguntó Jonyo – Blackron
murió cuando las esferas elementales salieron de su cuerpo, pero no se
convirtió en polvo, su cuerpo quedó intacto”.
“Este es el destino de una criatura maléfica. Cuando
es vencido, se convierte en cenizas y no queda nada de ella – el anciano
sacerdote daba su propia explicación – Es castigado por los dioses por haber
modificado la vida que ellos le habían dado”.
“Al menos, he cumplido como profesor – susurró
mientras sus alas, y ahora también sus piernas, avanzaban su descomposición –
He sido derrotado por la técnica final de un caballero – Arturo, gracias a los
poderes de Gabriel, ya logró ponerse de pie y contemplar la escena junto al
resto – Enhorabuena caballero, has aprobado este examen, pero todavía te falta
un poco para la graduación. La persona que te está esperando ahí dentro no
tendrá piedad”.
“Estaré preparado. Sin embargo, hay una cosa en la
que te equivocas. No he ganado solo. Aunque logré ejecutar el Corte de Cielo, al echarte hacia atrás
para esquivar el primer golpe, aunque conseguí atraerte de nuevo, no fui capaz
de alcanzarte con cercanía suficiente como para cortarte por la mitad. Ese era
mi plan. Tan sólo fui capaz de acertar con un corte, que aunque profundo, si no
llega a combinarse con los extraños poderes de la cicatriz que te dejó Fidel,
no habría sido suficiente para tumbarte. Aunque con dificultades, habrías
podido continuar, y yo no hubiera tenido ninguna posibilidad”.
“Comprendo… Parece que he estado equivocado desde el
principio – se volvió hacia su antiguo compañero, y con la mano que le quedaba,
extendió el brazo para tratar de tocarle – Gracias por venir, Mario. Me alegra
que la tuya sea la última cara que vea. A partir de ahora, volveré al lugar que
me corresponde, y dejaré el futuro en manos de la nueva generación, como el
gran profesor que soy”.
“¿A partir de ahora? – A Reik le pareció extraña esa
forma de hablar – Sabe que va a morir. Entonces, ¿por qué habla como si tuviera
futuro por delante?”
Mario extendió el brazo para corresponder a su
antiguo amigo, cuando sus manos comenzaron a convertirse en polvo desde la
punta de sus dedos, impidiendo el contacto. Sus alas, brazos y piernas ya
estaban prácticamente desintegrados, pero el anciano pudo sostener su torso,
incorporándole levemente.
“Parece que nos separamos de nuevo, Mario… Pero esta
vez, estaré esperando al otro lado – Con aquellas palabras, el torso de Mesa
continuó consumiéndose hasta que sólo quedó la cabeza – Así que no lo olvides… El
próximo día, ¡más!” logró balbucear, antes de que lo único que quedara de él fuera
un montón de cenizas sobre las manos de su antiguo compañero. Segundos después,
una repentina ráfaga de viento se llevó las cenizas, pero sus manos quedaron
manchadas, del mismo modo que la huella que había dejado en su corazón, nunca
desaparecía.
Curiosidades!!!
Mesa es homenaje (aparte de a sí mismo) a Hadler de las Aventuras de Fly. El Corte de Cielo viene ideado por el ataque cruzado que recibe Hadler, aunque es un mismo ataque y no dos como aquí, y no es el golpe que acaba con él...
1 comentarios:
Vaya, que final de combate, casi sin palabras, excepto que creo que mesa aún tiene alguna sorpresa que darnos.
no necesitaba volver confirmar que su transformación se había desvanecido.(volver a)
para tocar cortar cosas sólidas,(para cortar)
Un saludo a todos.
P.D. Enhorabuena por ese curro ;)
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