miércoles, 25 de mayo de 2011

Episodio CXX

Puede que vosotros hayáis estado varias semanas esperando este capítulo, pero yo llevo años, literalmente. La idea de este capítulo me surgió cuando todavía era menor de edad y tenía novia, iba al instituto y esas cosas, así que imaginaos el tiempo que llevo yo esperando para verlo escrito.

Y al igual que Vegeta, cuando estaba entrenando en la sala del espíritu y del tiempo, había superado el límite del SSJ1 a los dos meses, no estaba satisfecho y continuó hasta bien pasado el año; yo cuando llegué al tamaño mínimo exigido para un capítulo de aniversario  no estaba satisfecho todavía y he continuado hasta ahora. Disfrutadlo!!

Título: Full Power Capitán Lardo vs Arturo SuperGuerrero
Tamaño: ¡¡¡22!!! (Hala, a ver quien aguanta leerlo del tirón xD)
Dedicado: A los que habéis llegado hasta aquí y tenéis el placer de leerlo ;)
PD: Y como ya dija la otra vez, este capítulo comienza en la página 1000. Doble celebración ^^


Episodio CXX

U
na vida. Ese fue el precio que tuvimos que pagar para despertar la llama en Arturo de nuevo. Quería reír. Quería llorar. Pero no pude hacer nada más que seguir mirando. Reik acababa de dar un grito unos segundos antes, no sabía que había pasado, pero se había quedado en estado de shock. Sin embargo, parece que la luz de la transformación hizo que recuperara la cordura.

“Cabrón con suerte... – dijo Reik – Al final te ha salido bien el plan”.

“¡¿Plan?! – Exclamó Gabriel sorprendido – ¡¿Es que esto estaba preparado?!”

“Sí, pero no así exactamente. Os lo explicaré. Algo cayó en la piscina de la suite del hotel en el que estoy alojado. Primero pensé que era un meteorito o algo así, luego vi una pierna y pensé que era un ladrón. Me dispuse a echarle, no sin antes darle una buena tunda, claro, y al levantar el cuerpo vi que era Arturo. Me puso al día de todo lo que había estado ocurriendo. Yo no sabía nada de que estabais aquí, ni tampoco sobre sus poderes ni sobre el ataque del Capitán Lardo.

Yo no soy de animar a las personas mintiéndolas. Soy objetivo y realista, así que le demostré que era imposible que perdiera sus habilidades e incluso hicimos un experimento. Parece que todo salió bien y se animó, pero si lo sé le dejo como estaba, por la estúpida idea que se le ocurrió después”.

“¿Qué estúpida idea?” pregunté.

“No seas impaciente, ya voy…”

>>Arturo me obligó a salir de mis aposentos antes de contarme su plan para que no hubiera vuelta atrás. Levité sobre la terraza y se puso de pie sobre mi espalda, limpiándose bien las botas antes, por supuesto. Como su estado era frágil, no cogí demasiada velocidad, pero parece que no tenía muchas ganas de empezar la conversación por sí mismo, así que tuve que hacerlo yo todo, como siempre.

>>“Bueno, ¿Y cuál es esa gran idea?”

>>“Tú mismo lo has dicho hace un rato. La única forma de salvarme es librando ese combate contra el Capitán Lardo”.

>>“Sí, eso ya lo sé. Lo que no me has contado todavía es cómo pretendes hacer realidad eso.”

>>“Si hacemos memoria, las veces anteriores en las que me he transformado en SuperGuerrero han sido todas situaciones límite ocasionadas por una fuerte tensión y un gran malestar o dolor. Es posible que si experimento una sensación parecida no surta efecto ahora mismo, pero si pudiera superar incluso ese límite, llegar al dolor extremo, a la tristeza suprema, a la furia incontrolable, al odio infinito… Tal vez, tal hubiera una pequeña posibilidad…”

>>“Entiendo, pero tú no eres capaz de despertar esos sentimientos por ti mismo. No lo conseguirás antes de que lleguemos, sigo sin ver qué te propones realmente”.

>>“No pretendo conseguirlo antes de llegar allí, sino estando allí. Está claro que yo no puedo engañarme a mí mismo hasta tal punto en el que genere la transformación. Por eso voy. Es posible que viendo el combate del Capitán Lardo sea capaz de alcanzar ese estado. Viendo como asesina inocentes, como deja a cientos de personas sin hogar, mirando cómo va sembrando el horror a su paso, y sobre todo, contemplando como hace daño a mis amigos”.

>>“Ah... Muy bien, que vas a utilizarnos… ¿Y no se te ha ocurrido pensar que es posible que el Capitán Lardo no te deje estar mirando tranquilamente y vaya también a por ti para rematarte?”

>>“¡Claro que lo había pensado! Ahí es donde necesito tu ayuda. Necesito que me cubras si ocurre algo así”.

>>“¡¿Qué?! ¡¿Yo?! ¿Y eso por qué? ¡Cabrón! ¡Me has liado!”

>>“No tenemos otra alternativa… Si les cuento la verdad a ellos también no funcionaría. Muy a mi pesar, para engañar a tus enemigos tienes que engañar primero a tus amigos. De hecho, no tendrías que saberlo ni tú, pero como eres tú, creo que no te comportarás de manera diferente lo sepas o no. ¡Confío en ti! Y ahora, ¡vamos rápido!”

>>“¿Te he dicho ya lo cabrón que eres y lo poco que me gusta tu plan?” dije antes de acelerar y poner rumbo hacia aquí.

“Y eso es todo. – Concluyó – Supongo que ni siquiera él esperaba un final así”.

“No puedo decir que esté de acuerdo con lo que ha hecho – comenté – pero entre este resultado y el de todos muertos creo que no me puedo quejar”.

El Capitán Lardo extendió el brazo y la espada volvió hacia su mano por sí sola. La agarró, se la acercó a la boca y empezó a lamer el filo oxidado y puntiagudo.

“Aunque tengas esa pinta tan horrible… No me das ningún miedo. Sólo eres un fantasma y voy a acabar contigo”.

“No entres en su provocación, Arturo – le dijo Gabriel – Sólo quiere llevarte a su terreno”.

Arturo no tenía ganas de hablar. Extendió los brazos hacia los lados y comenzó a cargar una onda de energía en cada mano. Después echó los brazos hacia delante y juntó las energías cargadas, que se combinaron y doblaron su tamaño y potencia.

“¡Ese ataque! ¡Es el mismo que la otra vez!” exclamó Gabriel.

“¡God Breaker Cannon!”

Una onda naranja, rápida y fulminante, aunque no demasiado grande, salió proyectada de los brazos de Arturo. Incluso el propio Capitán Lardo, que no es capaz de sentir la energía, sintió el poder de ese ataque y saltó rápidamente para evitarlo, cuando normalmente suele recibir todos los golpes y no retrocede nunca, para disfrutar más de la batalla. El fallido primer intento  se dirigía inminente contra el edificio que había enfrente, y todos nos cubrimos esperando una gran explosión, aunque sin dejar de mirar la acción, expectantes.

Al contrario de lo que esperábamos, el ataque de Arturo no causó ninguna explosión. Atravesó limpiamente la fachada del edificio llevándose todo a su paso, derritiendo y desintegrando todo aquello que encontró en un instante, sin levantar humo ni escombros, y por supuesto, ningún cuerpo. Tan solo dejó un perfecto agujero, de cuyos bordes manaban finas líneas de humo, atravesando todo el edificio, que por supuesto ni se cayó ni en ningún momento la estructura dio signos de hacerlo, como prueba de que había estado allí. Incluso a mí, bueno, supongo que a todos nosotros, que estamos acostumbrados a ver cosas moverse a grandes velocidades, nos costó seguir ese ataque. Pero puedo asegurar que toda la gente que estaba en aquel edificio no vio más que un destello antes de morir, pero que primero se consumieron sus ropas, luego sus cuerpos, quedando los huesos unos instantes más antes de ser desintegrados junto a las paredes, los muebles y el resto de objetos.

“Que poder… –dijo Reik – No era una simple onda de energía cualquiera. Estaba combinada con fuego en su interior, por eso tenía ese color naranja tan inusual… Fascinante…”

Incluso Reik, que suele mantener la compostura, se había quedado boquiabierto. Y no era para menos. Si aquella vez hubiese conseguido alcanzar a Mesa con este ataque, seguramente hubiera acabado con él. Menuda suerte…

“Ha asesinado para nada a toda la gente que estaba dentro de esa parte del edificio – comentó Gabriel – Pero aun así había controlado el poder del ataque para no destrozar todo lo que hubiera más adelante. Entonces, aunque está descontrolado por la transformación, ¿guarda un poco de cordura en lo más profundo de su ser?”

“Es cierto – dije – Además tiene sentido. Ten en cuenta que ya es la tercera vez que alcanza esta forma. No sería raro pensar que la controlara un poco mejor”.

“¡¡Jajajaja!!¡¡¡Wajajaja!!! – Gritó exasperado el Capitán –¡¡Muy bien caballero!! ¡Esto es lo que llevo esperando mucho tiempo! ¡¡Pero la espera ha merecido la pena!! ¡¡¡Que empiece…!!! ¡¡¡¡La diversión!!!!”

El Capitán Lardo y Arturo se lanzaron el uno contra el otro y sus puños se golpearon mutuamente, ocasionando un fuerte ruido y una onda expansiva que levantó un fuerte viento a su alrededor. Tan solo un instante después, ambos se desvanecieron y continuaron enfrentándose en el aire, generando más impactos de ese tipo por la zona, que se fueron alejando poco a poco hasta que pensamos que podíamos respirar tranquilos.

“Uf… Parece que ya estamos a salvo” dijo Gabriel.

Me quedé unos segundos quieto, esperando, como el lógico, que pasara lo que tenía que pasar. Pero no pasaba. Como persona flexible que soy seguí esperando un poco más, entendiendo que las circunstancias eran difíciles para todos, pero seguía sin pasar. Por lo que al final tuve que gritar.

“¡¡¡Peter!!! – Grité con todas mis fuerzas – ¡¡¡¿Es que no piensas venir a curarnos?!!!”

Se ve que estaba tan afectado como nosotros, pues no se había dado ni cuenta de lo que tenía que hacer. Al escucharme trató de reaccionar, salió del cubo de la basura en el que se había escondido; sí, cubo de la basura, ¿no lo habíamos comentado antes? Pero seguía conmocionado con lo que acababa de ocurrir, y al empezar a correr se tropezó y cayó al suelo. Viendo que no sería capaz de llegar hasta aquí por sí mismo, Reik, que era el único de los tres que podía moverse, ya que sólo tenía una contusión, salió volando rápidamente, le agarró de la ropa y lo trajo hasta aquí.

“Gracias Reik” le dijo casi tartamudeando.

“No me las des y cúrales antes de que se desangren. Yo de momento estoy bien, sólo me duele un poco la cabeza”.

“No estaría mal que de vez en cuando dejaras de hacerte el duro en beneficio de tu salud” le dijo mientras empezaba a curarme la herida del estómago.

“Tranquilos. Ahora – miró un segundo hacia el cielo como si estuviera recordando algo – tengo una razón para mantenerme con vida”.

“¿Tiene algo que ver con el grito que has pegado antes cuando estabas con la teniente? – le pregunté mientras me levantaba, ya recuperado – Venga, cuéntanoslo”.

“No creo que tengamos tiempo suficiente como para permitirnos perderlo con estupideces”.

“Que buena excusa, ¿eh?” le contestó Peter mientras empezaba a curar a Gabriel.

“Déjale – le defendió Gabriel – Si no quiere contarlo está en su derecho”.

“Como defiendes a los que hacen lo mismo que tú, ¿eh?”

“Sólo digo lo que pienso – volvió a defender a su gremio mientras se ponía en pie, ya recuperado también – Y creo que lo más importante ahora es pensar qué hacemos en relación a lo que está pasando aquí y ahora, no a lo que ha pasado ya”.

“Vale, lo dejaremos estar por el momento – parece que Peter había decidido terminar con la conversación antes de que sugiera algún conflicto – Es cierto que ahora tenemos un problema mucho más grave entre manos. Arturo y el Capitán Lardo se están dando de hostias por toda la ciudad. ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos aquí esperando a ver qué pasa? ¿Vamos a mirar un rato? ¿Intentamos detenerlos? ¿Apoyamos a Arturo? Hay muchas opciones, así que vamos, ideas, ideas. ¿Qué se os ocurre a vosotros?”

“¡Debemos ir tras ellos! – Exclamé – ¡Ambos están fuera de control! ¡Es más que probable que tengamos que intervenir!”

“Si te pones en medio de esos dos lo único que conseguirás será que te aniquilen a ti” me contestó Reik mientras daba una calada al cigarrillo con total normalidad.

“Esa no es la única forma de intervenir. ¡Escucha todas esas explosiones y golpes! ¡Si siguen así acabarán destruyendo la ciudad y todo lo que contiene! ¡Salvar el mayor número de vidas posibles es otra manera de intervenir! ¡Evitar que se derrumben más edificios y que la gente pierda sus hogares es otra forma de intervenir!”

Reik no dijo nada. Se quedó quieto, mirando al suelo, como si esperase a algo tranquilamente mientras continuaba fumando su cigarrillo. Esperé unos segundos a ver si reaccionaba, mientras las explosiones, los gritos y los golpes seguían sucediéndose. Al fin, levantó la vista, pero no me miró a mí, sino a Gabriel.

“¿Y tú? ¿No tienes boca?”

“Bueno... Yo... La verdad...”

“Tienes otra vez una de tus crisis existenciales, ¿verdad? Cuando estás así no eres nada útil”.

Yo no le conocía tanto como para hacer esa deducción, y tampoco era el momento ni el lugar para meterme donde no me llamaban, así que traté de insistir un poco en mi decisión, pero no me hizo falta.

“Está bien, tú ganas. Iremos a echar una ojeada y luego ya decidiremos qué hacer”.

“¡Perfecto! ¡Yo iré delante! ¡Seguidme!”

“¿Y eso por qué? ¿Quién te ha proclamado líder para dar órdenes a los demás?”

“¿Más pegas? – pensé, pero tenía que mantener la calma, así que simplemente le contesté – ¡Porque soy el más rápido!”

“¿Eres el más rápido? ¿O deberías ser el más rápido? Son cosas muy distintas”.

“¿Cómo te atreves a dudar de...?”

“Eh, eh, eh eheh. No te confundas, yo no dudo de nada. Me remito a los hechos. ¿Crees que no podía sentir vuestras energías moviéndose de un lado para otro mientras veníamos hacia aquí? Pues puedo asegurarte que no eres más rápido que yo”.

“¡No me estaba empleando a fondo!”

“Ya claro, luchabas contra el Capitán Lardo pero te guardabas energías por si venía alguien peor después. Muy creíble...”

“Está bien, pues a ver si superas esto... Tengo la capacidad para percibir los impulsos eléctricos de Aturo y el Capitán Lardo, es decir, que mientras tú puedes determinar únicamente la posición aproximada de ambos, yo puedo, no sólo eso, sino que además puedo saber exactamente todos y cada uno de sus movimientos. Cuando golpean, con qué fuerza, a qué velocidad... Podré describir detalladamente todo lo que suceda sin necesidad de estar presente. Ahora, si de verdad sigues creyendo que puedes cubrir los acontecimientos mejor que yo, dame una buena razón, y si no, deja de hacernos perder el tiempo y vámonos”.

“Eres bueno, Jonyo. Eres muy bueno”.

Perdimos un tiempo precioso en satisfacer las exigencias de Reik, pero por suerte no pasaron demasiadas cosas en ese tiempo. No le contesté, ni le di las gracias por ceder, faltaría más… Simplemente inicié la marcha y salimos volando los tres a toda velocidad en dirección hacia Arturo y Lardo, dejando atrás a Peter con el cuerpo de Kevin, que se nos quedó mirando con una evidente cara de preocupación.

No les había dado tiempo a ir muy lejos, así que les alcanzamos en pocos segundos. Estaban combatiendo en el aire, así que nosotros nos quedamos también en el aire, a una distancia de seguridad, y observamos con atención.

Arturo dio un puñetazo en la cara al Capitán Lardo, quien lejos de retroceder, trató de encajarle otro a nuestro compañero, pero Arturo se desvaneció en el momento en el que iba a ser golpeado, y apareció instantáneamente detrás de Lardo, propinándole una fuerte patada en la espalda que lo mandó contra un edificio cercano. Sin embargo, no se estrelló, recuperó el control, dio una voltereta hacia atrás en el aire y uso la fachada del edificio para impulsarse y regresar al ataque, intentando por segunda vez, atacar de la misma forma con la que había sido alcanzado él.

Nada más impulsarse en la fachada ya extendió la pierna y preparó la patada, lo que ayudó a Arturo a evitar la ofensiva. Pero no sólo la evitó, fue más allá. Esquivó ligeramente la patada del Capitán, lo suficiente para que no le diera, e inmediatamente le agarró de la pierna y comenzó a volar en picado arrastrándole. Mientras descendía miraba a su alrededor buscando algo, hasta que empezó a volar en dirección a una estatua de una paloma, contra la que estrelló a su rival, que hizo añicos la estatua con el impacto, siguió avanzando y terminó impactando contra el suelo, haciendo un pequeño agujero donde fue sepultado por los escombros. Sólo uno de sus brazos asomaba, inanimado, entre las rocas. Arturo descendió hasta el suelo y se quedó de pie junto a su cuerpo, esperando.

“¿Ya se acabó?” preguntó Gabriel.

“Que más quisieras” dijo Reik.

De pronto la pierna del Capitán Lardo salió de entre los escombros y golpeó con ella a Arturo por detrás de la rodilla, haciéndole perder el equilibrio. Después emergió de entre las rocas, propinó un rodillazo a Arturo en la espalda para terminar de desestabilizarle, y luego un codazo en el estómago para tirarle al suelo, donde empezó a patearle sin ningún control. Empezó por poner un pie en su cuerpo para evitar que escapase, mientras con el otro le clavaba la puntera en todos los sitios que podía. Costado, pecho, espalda, incluso le golpeó en la cara y consiguió hacerle sangrar por la nariz. No dejó ni un solo lugar por golpear.

Cuando se cansó cambió de pierna, utilizando la pierna con la que había estado golpeando para pisar la cabeza de nuestro compañero, que quedó medio incrustada en el suelo, y con la otra se puso a pisotearle, para variar. Yo diría que los primeros golpes fueron de prueba, porque de repente, con cada nuevo pisotón que daba, el socavón del suelo se hacía más amplio y más profundo, hundiéndose ambos cada vez más.

Creyendo que ya no se movería de ahí, dejó de utilizar las piernas y comenzó con una ofensiva a puñetazo limpio, pero el tío era tan burro que ni se molestaba en apuntar. La mitad de sus golpes dieron al suelo alrededor de Arturo, levantando una nube de polvo que nos impedía ver con claridad lo que sucedía. En medio de la polvareda, los golpes cesaron de pronto y sin explicación alguna. Yo sabía qué había ocurrido, pero esperé a que se disipara el polvo para que lo vieran los demás, en vez de hacer de comentarista.

El polvo no tardó en dispersarse, y Gabriel y Reik pudieron ver que Arturo se había hartado y había detenido el último golpe de Lardo sujetándole el puño con su propia mano. El Capitán trató de liberarse para continuar la ofensiva, pero no lo consiguió, y Arturo empezó a levantarse tranquilamente a la vez que mantenía a su adversario bien sujeto. Viendo que la retirada no era una opción, Lardo intentó librarse de él golpeándole con el otro puño, consiguiendo como consecuencia que Arturo lo detuviera también y su movilidad se redujera aún más.

Comenzó entonces un forcejeo cuya presión siguió contribuyendo al engrandecimiento del socavón. Ninguno de los dos cedía, y al romperse el asfalto sus pies se iban clavando en el suelo. Finalmente, Arturo terminó con la situación dándole una patada en la barbilla a Dayuri, que lo lanzó por los aires. Mientras avanzaba por los cielos, Arturo le lanzó una bola de energía. El reflejo de la luz de la bola alertó a su oponente, que se reincorporó rápidamente, se dio la vuelta y despejó la bola de un manotazo, que terminó entrando por la ventana abierta de una casa, donde estalló, y una bola de fuego resultado de la explosión, salió por la ventana junto al grito de una mujer. A los pocos segundos se asomó su cuerpo en llamas pidiendo auxilio, pero su vida se apagó antes que las llamas, y su cuerpo inanimado quedó colgando, balanceándose los brazos y el pelo, con la cintura apoyada en el alfeizar y el interior de la casa consumiéndose lentamente.

Dayuri no se había dado cuenta de que Arturo había aprovechado la bola de energía para distraerle y acercarse. Se dio cuenta cuando ya tenía su puño clavado en el estómago. Arturo aprovechó la velocidad del acercamiento para potenciar el golpe y catapultarle de nuevo. Parece que Lardo se había cansado de ser una pelotita que puedes tirar de un lado para otro, porque en vez de retomar el ataque, únicamente recuperó el equilibrio, pero siguió volando en la dirección en la que Arturo le había lanzado. No es el tipo de persona que huye, más bien todo lo contrario, así que o bien estaba empezando a tomar en serio a Arturo y debía pensar una nueva forma de enfocar el combate o los sucesivos ataques de nuestro amigo le estaban empezando a causar efecto y necesitaba unos segundos para recuperar el aliento. En cualquier caso, Arturo salió detrás de él.

“¡Eh! ¡Que se largan! – Exclamó Gabriel – ¡Vamos a perderlos de vista!”

“¡Tras ellos!” grité yo y nos pusimos en camino.

Arturo volaba por encima del Capitán Lardo, esperando que se detuviera en algún sitio, pero sólo volaba y volaba sin una dirección de destino aparente, por lo que empezó a lanzarle una ráfaga ondas de energía desde su posición. Si os soy sincero, no entendía el propósito de ese ataque. Era un desperdicio de energía, el Capitán Lardo las estaba esquivando sin ningún problema, y aunque le dieran, no tenían poder suficiente para hacerle el más mínimo daño, pero sí que lo tenían para arrasar con todo lo que había debajo. Todas las personas que caminaban por la calle, los indigentes que descansaban en los portales todos los coches aparcados y en circulación, las farolas, los kioscos, la acera y el asfalto... Todo estaba siendo presa del ataque indiscriminado de Arturo, que masacraba sin compasión a todos estos inocentes. Pude ver como una niña que sacaba a su perro era alcanzada por una de las ondas esquivadas por Lardo y tanto su cuerpo como el del animal quedaron chamuscados e inertes tras el paso de esos dos monstruos. Los coches simplemente estallaban y en los que estaban en circulación quedaban los conductores calcinados dentro de la cabina, apoyados sobre el volante, tocando entre todos una sinfonía de claxon fúnebre. Las farolas se derrumbaban, el suelo se levantaba, e incluso algunos establecimientos de los bajos de los edificios veían como estallaban sus escaparates, y el menos afortunado tuvo la suerte de que una onda lo suficientemente desviada entrara de lleno en su local y lo reventara junto a su dependiente.

El único motivo racional por el que Arturo pudiera estar haciendo algo así podría ser que quisiera presionar a Lardo, demostrarle que dominaba la situación y que él no tenía ninguna oportunidad de ganar, pero estoy seguro de que había formas menos genocidas de conseguirlo. La respuesta del Capitán Lardo no tardó en llegar. En vez de subir por encima de Arturo para evitar el ataque, hizo todo lo contrario, entró en su provocación y descendió hasta volar a ras de suelo, esquivando los coches que le venían en contraria, sorteando los autobuses, y levantando las faldas de las jovencitas con el viento que dejaba al pasar volando. Como no, Arturo le siguió el juego, descendió un poco y retomó el ataque con una ráfaga más concentrada, potente y destructiva. Aunque en este caso el rango de daños era menor, las zonas alcanzadas eran directamente devastadas. Ya no era que los cuerpos quedaran calcinados sobre la acera, que estallaran los coches, que reventasen los escaparates o que se agrietara el suelo. Ahora los civiles eran reducidos a polvo directamente, los coches estallaban en pedazos y el suelo literalmente dejaba de existir. Arturo no podía oírlo, pero el Capitán Lardo disfrutaba como un niño de toda esa destrucción, riendo y mofándose de su adversario al ver cómo hacía lo que le daba la gana con él.

“Será gilipollas – dijo Reik – Ha entrado en su juego”.

“Lardo está dominando la situación ahora, pero esto no puede durar eternamente”.

Gabriel tenía razón, y por suerte para todos ya estaba terminando. Dayuri volaba tan rápido e iba riéndose tanto y disfrutando de tal manera que no se dio cuenta de que iba directo a un rascacielos y se acababa de pasar la última calle en la que podía girar. No le quedó más remedio que hacer un cambio de rumbo y subir volando a ras de la fachada de cristal azulado que recubría aquel rascacielos.

Pero parece que ese cambio de rumbo no sirvió para calmar las ansias de destrucción de Arturo, que continuó disparando y arrasó con la fachada del rascacielos. Las ondas atravesaron los cristales, que cayeron por todos lados cortando a personas de dentro y de fuera del edificio, destruyeron oficinas, arruinaron negocios, quebraron empresas, asesinaron secretarias y dejaron una columna de fuego a lo largo de toda la estructura. El fuego se propagaba rápidamente por todo el edificio, pero por fin pudimos intervenir. Reik empezó a lanzar cristales de hielo débiles hacia dentro del edificio, que al acercarse se derretían y el agua que surgía apagó gran parte de las llamas. No conseguimos sofocar el incendio totalmente, teníamos que continuar siguiendo a esos dos, pero al menos conseguimos llegar a una situación controlable que sería fácilmente solucionable para los bomberos de la ciudad. Teniendo en cuenta que Reik fue actuando según pasábamos volando, creo que hicimos un buen trabajo.

Lardo ya había pasado de largo el rascacielos. Miró hacia atrás y no vio a Arturo, así que el tonto se creyó a salvo, pero cuando volvió a mirar hacia delante no es que viese a Arturo, simplemente vio su codo un instante antes de que lo estrellara contra su frente, mandándole otra vez, y nunca mejor dicho, de cabeza al suelo. El golpe fue tan brutal que hizo una brecha en la frente de Lardo de la que salía un pequeño chorro a presión que fue tiñéndole la ropa mientras caía.

El ataque de Arturo no había mandado al Capitán en una dirección completamente vertical, es decir, hacia la base del rascacielos de antes, fue un poco hacia un lado, y pudimos ver cómo Dayuri se dirigía hacia un campo de fútbol en el que se estaba disputando un encuentro en ese momento. Había dos equipos, uno vestido completamente de blanco, y otro de blanco y rojo. Debían ser dos rivales de siempre, ya que se palpaba la tensión en el ambiente. El equipo blanco iba ganando por...Esto...Creo que me estoy desviando del tema otra vez, lo siento.

Lardo cayó en medio del terreno de juego. Lo primero que hizo fue, como es obvio, llevarse la mano a la cabeza y presionarse la herida. Los jugadores detuvieron el encuentro creyendo que había caído un meteorito o algo por el estilo, pero se quedaron aún más sorprendidos cuando vieron aterrizar a Arturo a escasos metros del lugar del impacto. Dayuri le escuchó, se levantó de un salto y lanzó una onda de energía contra Arturo, quien en un primer momento se sorprendió, pero eso no le impidió actuar adecuadamente. Tensó el brazo y despejó el ataque de un manotazo, yo diría que con relativo esfuerzo, así que la onda,aparte de grande era potente, pero lo rechazó, que es lo que importa.

El ataque terminó impactando en una zona de las gradas, que estalló por completo llevándose la vida de todos los aficionados que estaban sentados sobre ellas, pero los daños más graves fueron en los límites de alcance, pues hubo personas que, sin ser alcanzadas de puro milagro, si que tuvieron la desgracia de presenciar como su amigo, su pareja, su padre o su hijo era volatilizado delante de sus propios ojos. El caos se apoderó del estadio y todos los espectadores trataron de huir desesperadamente. Incluso los jugadores se retiraron del campo, aunque en un intento de mostrar su rabia e impotencia, el principal delantero del equipo blanco lanzó el esférico contra la meta contraria, pasando el balón entre Arturo y Lardo, y marcando un gol en una portería sin guardameta.

Como ya hemos visto antes, el revuelo generado por el combate no impedía a Arturo ni a Lardo continuar con su enfrentamiento. Dayuri disparó por segunda vez, y Arturo volvió a despejar la onda, pero esta vez no la rechazó arbitrariamente, sino que se la devolvió a su adversario, que disfrutó más evitándola y dejando que impactara de nuevo contra la grada, esta vez contra el fondo sur, aniquilando a decenas de personas que todavía no habían podido huir.

“¿Soy yo o el Capitán Lardo acaba de lanzar una onda de energía? – Dijo Reik – ¿No se supone que no sabe hacer eso?”

“¿Recuerdas cuando Suso se transformó y aprendió a volar sin explicación alguna? – Expliqué – Pues aquí es lo mismo. Su furia y su descontrol han provocado que haga cosas que no haría por sí mismo. Es igual que cuando te emborrachas, estás más… ¿Suelto? Así me entiendes, ¿verdad? Y haces cosas que no harías estando ebrio, como entrar a una tía que crees que va a rechazarte y que así no te duela, o directamente no te acuerdes. Pero volviendo a esto, sí te fijas más detalladamente, notarás que esas ondas, por grandes y poderosas que parezcan, no son más que una gran cantidad de energía desaprovechada, sin concentrar, sin poder real, como un grito de desahogo o un estornudo, que pierden su fuerza según salen de tu boca. Con esos ataques no podrá hacer daño alguno a Arturo, te lo aseguro.”

El estadio ya tenía dos boquetes en las gradas y no habíamos podido hacer nada para evitarlo. Las pocas personas que quedaban eran discapacitados a los que nadie había ayudado a escapar, y curiosos, o más bien locos sin nadie que lamentara sus muertes. Arturo había tomado la iniciativa y posó su mano sobre el césped, prendiéndole fuego y extendiendo las llamas por todo el campo. Lardo creó rápidamente un cortafuegos con su espada cortando la tierra que había a su alrededor para que el fuego no pusiera extenderse, pero en su lugar le rodeó y continuó su camino hasta los límites del verde. Aquello era un auténtico mar de llamas y Arturo lo había creado para algo. Se ocultó entre las llamas para aprovecharse de que su adversario no sentiría su presencia y empezó a moverse rápidamente de un lado para otro, y se acercaba de vez en cuando para asestar un golpe, o más bien para burlarse de su rival. A veces sólo le empujaba un poco, otras le daba un puñetazo suave, y muy rara vez le hacía un pequeño corte con la espada. Sobre todo se divertía viendo como Lardo intentaba golpearle a él desde su pequeña área sin fuego de la que no podía salir ni moverse demasiado. Apenas le daba tiempo a ver la figura de Arturo un segundo antes de perderse entre el océano de fuego. Para rematar, Arturo quiso dar espectáculo e intentó atacar de frente, pero misteriosamente en esta ocasión fue sorprendido por Lardo, que le rechazó con un puñetazo en la barbilla.

“¡Payaso! ¡Si vienes de frente veo el resplandor de tu aura!”

Antes de que saliera despedido le agarró de la pierna y empezó a darle vueltas a tal velocidad que generó un viento que apagó las llamas de su alrededor. Además parece que lo hizo aposta porque nada más conseguir apagar el fuego, le lanzó por los aires como si ya no le sirviera para nada. Después saltó y fue volando hasta alcanzarle, para darle una patada que lo catapultó en otra dirección, alejándose por fin ambos del estadio. Aceleró drásticamente para volver a alcanzarle, pero en vez de golpearle normal, simplemente cargó hacia él desde abajo, clavó su cabeza en la espalda de Arturo y le envió hacia el cielo. Por último, cuando estaban a suficiente altura, cambio de posición e hizo exactamente lo contrario. Volvió a cargar contra él pisándole el pecho con los dos pies y le arrastró hasta el suelo, pero fuerza y velocidad que llevaban era excesiva y al chocar no se detuvieron, continuaron descendiendo atravesando la tierra y les perdimos de vista.

“¡Joder,  ¿y ahora cómo  les seguimos?!” se quejó Reik.

“No os preocupéis, ¡yo les sigo viendo!” exclamé orgulloso.

Como no les veía a simple vista, seguir la localización a través de la electricidad de su cuerpo se hizo más complicado, porque ya no podía distinguir sus impulsos eléctricos de los de los demás sin percibir su energía primero. Tuve que cerrar los ojos y concentrarme a fondo, pero conseguí una imagen clara de lo que pasaba ahí abajo.

>>Los veo. Siguen descendiendo. El roce con las piedras y la tierra está disminuyendo considerablemente la velocidad, pero a menos que Arturo haga algo, queda un rato para que se detengan del todo.

>>Un momento. De pronto han dejado de descender y han pisado suelo firme. Esta vez no han atravesado el suelo, se han parado ahí. Puedo ver que hay más gente a su alrededor, y también siento que hay personas que están quietas pero se mueven a gran velocidad. Gran velocidad para su nivel, claro. Deben de estar en un andén del metro. Arturo está tirado en el suelo, parece que los últimos ataques de Lardo le han afectado. Dayuri se acerca a él y ha desenvainado su espada putrefacta. Aturo no se levanta y no sé por qué. Lardo ha empuñado su espada hacia abajo y la sostiene con las dos manos, quiere acabar con él. Baja la espada… ¡Ahora! Arturo ha rodado hacia un lado y la espada del Capitán Lardo se ha quedado clavada en el suelo. Arturo se levanta, agarra la cabeza Capitán Lardo y la estrella contra algo. Noto que la cabeza de Lardo está en contacto con algo que se mueve, lo está rompiendo con la cabeza y al otro lado vuelvo a sentir personas que se mueven a gran velocidad estando quietas. No hay duda, le ha estrellado la cabeza contra un vagón de metro en marcha. Además lo ha atravesado, porque sólo percibo esos roces a los lados de la cabeza, y no en una zona nada más como sería en el caso de que le estuviera rozando con la pared.

>>El Capitán Lardo ha extendido el brazo para echar una mano a su espada, y espanta a Arturo como si de una mosca se tratase, que ha optado por saltar para evitar ser cortado, o infectado, no estoy yo muy seguro de cuál de las dos. El caso es que al saltar, él aprovecha para agarrarle otra vez de la pierna, pero en esta ocasión le lanza contra el tren que está pasando, con tanta violencia que ha atravesado la carrocería y ha entrado en el vagón, donde cae rodando entre los pasajeros. Lardo quería entrar también, pero el tren pasó de largo y no le ha dado tiempo a subir, de esa forma, claro.

>>Entonces decide correr, ha alcanzado el tren enseguida, y ha hecho unos cuantos cortes al final del último vagón para crear un agujero por el que entra también en el interior. Arturo ya le estaba esperando de pie y con la espada desenvainada.

>>Han empezado a batirse con la espada en medio del vagón habiendo gente de por medio. El Capitán Lardo toma la iniciativa. Echa su espada hacia atrás para atacar con más fuerza, pero como el lugar es pequeño y su espada muy larga,ha tocado la pared del vagón y no se mueve con libertad. Un momento, ya ha encontrado una solución. Ahora cada vez que mueve su espada, lo hace con la suficiente fuerza y velocidad como para cortar cualquier cosa a su paso.

>>Ha vuelto a llevar su espada hacia atrás, tan rápida y descontroladamente que ha cortado en los ojos a una persona, creo que por accidente. En ese momento todo el mundo ha echado a correr. Ahora carga contra Arturo, realiza un corte vertical con la espada y corta el techo del vagón. Arturo lo bloquea con su espada, le empuja hacia atrás de una patada y contraataca. A pesar de la que espada de Arturo no es tan larga, con toda la gente alrededor no ha podido evitar cortar en el estómago a alguien mientras avanzaba. Lardo también bloquea el ataque de Arturo, pero no mantiene el forcejeo, sino que retrocede y vuelve a insistir. Más que una espada, parece que está usando una porra. Pero le está funcionando, con cada golpe, Arturo retrocedía un pasito, y se iba a cercando más a la gente, que se había quedado acumulada al otro extremo del vagón, ya que no van a saltar del tren en marcha.

>>Arturo se está dando cuenta de eso, y para remediarlo ha dado un espadazo circular y ha cortado todo el vagón, separando la parte donde se encuentra él de la parte donde está Lardo. Yo no creo que Arturo se esté preocupando por la gente, seguramente lo que pase es que no le haga gracia que Dayuri utilice a los civiles como escudos para conseguir algún tipo de ventaja.

>>La parte del vagón donde está Lardo, como ya no está unida a la locomotora, ha empezado a perder velocidad y a alejarse. Lardo ha saltado para alcanzar a Arturo de nuevo, pero parece que aquí el amigo lo veía venir, porque ha retrocedido otro paso, ha vuelto a cortar otra loncha de vagón, y cuando Lardo ha aterrizado ha empezado a separarse de nuevo. Ahora parece que están jugando, Arturo continúa cortando filetes del vagón y Dayuri salta de plataforma en plataforma como si fuera la pantalla de un videojuego, pero Arturo ya está prácticamente al lado de los pasajeros y no puede cortar más sin tirarlos a las vías. El Capitán Lardo da un salto final y ataca con una estocada directa. ¿Qué ha pasado? De pronto percibo a Arturo en una posición distinta. Ha debido desaparecer un instante para evitar el golpe, pero como os acabo de decir, los pasajeros le importan lo mismo que a su enemigo, porque al esquivar el ataque del Capitán, ha dejado que atravesara a una persona con su espada.

>>Dayuri ha sacado su espada y el cuerpo ha caído a las vías, desatando el pánico de los demás pasajeros. Uno de ellos tira de la palanca de emergencias que abre las puertas. Parece que ahora sí prefieren tirarse a las vías antes que quedarse ahí.

>>El revuelo de ese vagón se ha extendido a todo el tren, y estoy viendo como la gente se tira en marcha pensando que va a morir igual. Incluso el conductor ha abandonado su puesto y ahora el tren avanza sin control.

>>Los dos continúan enfrentándose por todo el interior del tren. El Capitán Lardo arranca una butaca y se la lanza a Arturo, pero crea un escudo de fuego que la consume. Arturo se lanza a por él y le estrella la cabeza contra una ventana. El choque y los cristales resultantes cortan a Lardo en varias partes de la cara, y parece que eso le da una idea, porque ha cogido el trozo de cristal más grande que ha visto y ha cortado a Arturo en el pecho.

>>Siguen enzarzados en su lucha y no se dan cuenta de que van a pasar por una estación en curva dentro de unos segundos. El tren ha entrado en la estación, pero lleva demasiada velocidad y ha descarrillado, montándose en el andén y aplastando a todas las personas que lo estaban esperando. Cuando vieron el tren balancearse tanto, dejaron de pelear durante un momento para ver qué estaba pasando, pero ellos no podían hacer nada desde allí.

>>Al final del andén hay unas escaleras que llevan a la superficie. Con la velocidad que llevaba el tren, tuvo una distancia de frenado suficiente para meterse por el hueco de las escaleras y asomar un par de vagones a la superficie por la boca de metro, antes de explotar completamente. El fuego de la explosión llegó hasta el último vagón, donde estaban Arturo y Lardo, la deflagración los engulló y perdí la imagen.

“Joder los he perdido. Esperad que vuelva a intentarlo”.

No hizo falta. A lo lejos vimos por un lado una onda de energía que salía del suelo y por otro lado un pedazo del asfalto de una calle volando por ahí.

“¡Acaban de salir a la superficie! ¡Están muy cerca de aquí! ¡Vamos!” grité.

Fuimos volando rápidamente pero no nos esperaron. Cuando llegamos ya se estaban dando otra vez, solo que ahora era en medio de la calle, con coches circulando que intentaban evitarles como buenamente podían. El Capitán Lardo atacó con un espadazo vertical que Arturo esquivó, y en su lugar cortó por la mitad un coche que había detrás. El conductor no fue alcanzado, pero ahora sólo podía controlar un vehículo que se mantenía sobre dos ruedas. Dio un volantazo a la desesperada, pero el control del coche ya estaba perdido, por lo que no pudo evitar estrellarse contra otro coche y explotaron los dos. El Capitán Lardo no se rindió, y lanzó una onda de energía contra Arturo, que la despejó de un manotazo y dio de frente a un camión que venía de detrás, reventando la cabina, y al conductor.

X Burner” escuchamos decir a nuestro compañero.

Arturo puso los brazos en cruz y una equis de fuego salió de ellos. Después empezó a girar sobre sí misma y según avanzaba creció hasta el punto en que atrapó al Capitán Lardo en el centro de la equis. Una vez atrapado en el fuego, la equis de fuego le arrastró y continuó girando hasta que se estrelló contra el suelo y estalló dejando a Lardo en el centro del socavón.

“¿Eh? Pero si está…”

“¿Tú también te has dado cuenta, Gabriel?” le pregunté.

“Sí. Él no está... No está usando fuego azul en sus ataques. ¿Por qué crees que…?”

“Le pasa lo mismo que al otro, pero al revés. No puede. – Intervino Reik – Para utilizar el fuego azul necesita concentración y juicio. Aquí no tiene ninguna de las dos cosas. Por eso no lo utiliza, ni lo va a utilizar. Resulta gracioso que una transformación, para unos consiga que hagan cosas que no pueden hacer y sobrepasen sus límites y para otros les limite e impida que hagan cosas que pueden hacer normalmente”.

“En los dos pasan las dos cosas – aclaré – Recuerda que el combate ha empezado con el God Breaker Cannon. Sólo hemos visto ese ataque a Arturo en esta forma, y no sabemos si tiene más”.

“Eso también tendría que significar que hay algo que el Capitán Lardo podía hacer antes y ahora no puede, ¿pero el qué? Su estilo de combate es muy básico como para que pueda limitarse aún más” reflexionaba Gabriel.

“Mantener la calma” dije sin pensar demasiado.

“¿Mantener la calma?” repitieron los dos mientras me miraban.

“Sí, ya sé que puede parecer una tontería, pero es eso. El Capitán Lardo siempre se ha caracterizado por mantener una postura afable y relajada incluso en los peores momentos. Parecía que era imposible enfadarle, como si no tuviera orgullo ni prejuicios, simplemente disfrutaba de la vida a su manera, aunque no fuera la más apropiada. Y era con esa calma, con esa libertad, con la que conseguía dar unos golpes tan certeros, tan efectivos y tan fulminantes. ¿No os habéis dado cuenta de que no ha utilizado ninguna de esas técnicas de espada con las que nos derrotó de un solo golpe la otra vez? Es porque ahora eso lo ha perdido, y es de lo que se está aprovechando Arturo durante el combate, pues aunque su corazón esté algo nublado, él sigue siendo él mismo”.

“Pues será muy en el fondo, porque joder... Lo que lleva hecho en un rato...” dijo Reik.

El Capitán Lardo salió algo aturdido del agujero. Se había mareado con tanta vuelta y todavía no sabía ni donde estaba. La gente aprovechó ese momento para huir. Cruzaban de un lado a otro de la calla buscando sus hogares y a sus seres queridos, pero fueron demasiado optimistas en cuanto al tiempo. Dayuri dio una vuelta sobre sí mismo hacia el lado contrario que había dado vueltas la cruz de fuego y recuperó buena parte del equilibrio, el suficiente para volver al ataque. Se puso muy contento cuando vio a toda esa gente entre él y su adversario. Arturo le vio venir, dio un grito para alertar a la gente, pero no dijo nada, solo grito, así que nadie le hizo ni puto caso.

Se relamió los labios y salió al ataque. La gente no se dio cuenta de que el peligro había vuelto hasta que escuchó el primer grito ahogado de un hombre que murió de un corte en el cuello y a cayó a los pies de Lardo todavía agonizando. Los civiles se le quedaron mirando, sonrió de forma exagerada y le pisó el cuello para rematarle, terminando de sembrar el pánico. Entonces todo el mundo huyó en dirección a Arturo cortándole el paso y aglomerándose aún más al ir todos en la misma dirección. Lardo se benefició de esa situación y avanzó ocultándose entre la multitud y asesinando gente según se acercaba. Arturo no tenía mi percepción, no podía distinguir su posición exacta, sabía que estaba por ahí pero ya está, no podía verle con tanta gente corriendo alrededor.

De pronto una chica chocó accidentalmente contra él. Temblando de miedo se disculpó ante Arturo y quiso seguir corriendo, pero en vez de eso le cambió la expresión de la cara, se quedó mirándole a los ojos unos instantes y luego cayó a sus brazos. Arturo la abrazó para no cayera. Intentó llamarle la atención pero no respondía, a pesar de que tenía los ojos abiertos. Fue entonces cuando se le ocurrió mirar hacia abajo y descubrió la razón. La espada del Capitán Lardo la había atravesado completamente entrando por la espalda y saliendo por el pecho, y además, gracias a su longitud, había conseguido clavársela también a Arturo ligeramente en el estómago.

Seguramente la transformación camuflaba el dolor y por eso Arturo había tardado en darse cuenta, pero eso no impidió que desatara otro tipo de reacción. El recuerdo de la muerte de Kevin volvió repentinamente a la cabeza de Arturo, que gritó a la vez que su aura dorada se hacía más grande. El grito creó una onda expansiva que empujó a toda la gente de alrededor unos contra otros, e incluso llegó a matar a más de uno al empujarle contra escombros generados durante la batalla o precipitándoles por el agujero de alguna explosión. Sin embargo, el Capitán Lardo no retrocedió, sino que trató de clavar la espada algo más, y aunque sólo consiguió clavarle unos milímetros más, ya fue suficiente para hacer sangrar a Arturo por la boca.

La sangre alertó a nuestro amigo, que se dio cuenta de que lo primero era quitarse esa espada de dentro. Cogió la hoja con una mano, con mucha fuerza, clavándose el filo desmembrado directamente. Le salía sangre por los huecos que hay entre los nudillos y por los lados del puño, además de que estaba en contacto con esa espada mugrienta que a saber cuántas enfermedades tendría, pero ni eso, ni la herida del estómago, ni la herida de la mano fueron suficiente para detenerle. Extrajo la punta de la espada de su cuerpo a pesar de la presión de su enemigo, luego levantó la espada, y con ella al Capitán, que no la soltaba, y al cuerpo de la chica que estaba entre medias. Al estar en esa posición, la sangre le caía por el brazo., pero no sólo la sangre de su mano, también la sangre de la herida de la chica, que se deslizaba a través de la espada.

Echó el brazo hacia atrás para coger impulso, y lanzó la espada, al Capitán y el cuerpo de la chica contra un edificio de viviendas cercano. Chocaron contra la fachada y la atravesaron, cayendo en la cocina de una casa cualquiera. Por suerte los dueños no estaban, o ya habían huido, que es lo que pienso yo.

Entonces Arturo saltó y a su vez alzó una mano al cielo. Se detuvo en medio del aire y empezó a acumular energía y fuego en el mismo punto. Además la estaba recogiendo de la propia ciudad, porque podíamos ver a simple vista pequeños flujos de energía que venían desde distintos puntos hasta acumularse sobre su mano. Que fuerte, estaba en SuperGuerrero y aun así no tenía suficiente con su propia energía y cogía la de los demás. El fuego sí se veía que lo aportaba él, al menos… La combinación de energía y fuego estaba dando un resultado distinto al de la última vez, tal vez porque no era su energía, no sé. El caso es que el resultado no fue una simple bola de energía anaranjada, era como un Sol en miniatura, tenía ese mismo aspecto rojizo, con esa textura que parecían grietas amarillas y varias lenguas de fuego brotaban a su alrededor. Sinceramente, no sé qué pretendía hacer con eso, pero en aquellos momentos hasta yo me sentía en peligro.

“¡Golden Sun!”

Bajó el brazo y el estelar ataque fue directo al Capitán Lardo, que todavía tenía el cadáver de la chica encima. Podía esquivarlo perfectamente, no era un ataque demasiado grande, ni tampoco iba muy rápido que se diga, pero él sabía que dañaría su reputación si simplemente lo evitaba, así que aceptó el reto y se enfrentó directamente a la poderosa esfera. Se quitó el cuerpo de encima, saltó y sujetó la bola con sus propias manos. Lo primero que oímos fue su grito de dolor al quemarse las manos. Sin embargo, no se rindió, y siguió conteniendo el ataque de Arturo.

Imagino que detener algo que se parece al mismo Sol no debe ser anda fácil, ni siquiera aunque seas el Capitán Lardo. La bola iba ganando terreno poco a poco a un Dayuri que continuaba esforzándose al máximo sin resultados. Estaba claro que no iba a poder devolverla, ni tampoco anularla, así que sólo le quedaba una posibilidad.

Tuvo que forzar su cuerpo al máximo para obtener algún resultado. Si su piel ya estaba enrojecida por su extraña pseudotransformación, el tono al que llegó ahora era exagerado, parecía que iba a explotar. Se le marcaron las venas en los brazos y la cabeza, la presión de su cuerpo era descomunal, cualquiera de nosotros ya habría cedido ante tanto, pero finalmente consiguió desviar ligeramente la bola hacia un lado. Sin embargo, no le salió gratis, un tendón del brazo izquierdo no pudo aguantar suficiente y reventó, dejándole todo el brazo inutilizado.

La bola continuó su descenso hasta el suelo, pero no estalló con el impacto. Fue incrustándose poco a poco en la tierra hasta la mitad de la esfera más o menos, que fue cuando se desestabilizó. Primero se puso roja del todo, luego se iluminó y por último parpadeó unos instantes antes de reventar finalmente.

La explosión arrasó varios kilómetros a la redonda, levantando un viento que arrastraba toda la metralla y escombros por doquier. Seguramente moriría mucha gente por la explosión, pero claro, no lo vimos. Sin embargo, lo que sí vimos fue toda la gente que murió por la onda expansiva. Aplastados por rocas, cortados por cristales, apedreados por metralla, o simplemente chocando contra cualquier cosa al ser arrastrados por el viento. Nosotros tuvimos que hacer un cierto esfuerzo para no ser arrastrados, así que me preocupaba cómo estaría Peter. El combate nos había movido por toda la ciudad, estábamos bastante lejos de donde salimos, pero no estaba tranquilo así que me fui volando en un momento para ver si le encontraba. Para mi sorpresa, Gabriel también salió volando, pero en otra dirección, mientras que Reik se quedó en el sitio gritándonos que a donde coño íbamos.

Fue difícil encontrarle en medio de todo el caos. Los efectos de la explosión aún no habían cesado y como es lógico ninguno nos sabíamos la ciudad de memoria, así que no sabía exactamente a donde regresar. Para estar más seguro, lo que hice fue seguir el combate hacia atrás, pasando por todos los lugares por donde Arturo y Lardo habían dejado sus huellas, y recordando un poco desde qué dirección habíamos llegado a ese lugar.

Tras unos minutos, llegué a la supuesta posición de partida, pero no estaba muy seguro, no me sonaba nada por haber estado allí antes unos minutos. Por suerte, Peter me lo puso fácil, había levantado una barrera para protegerse y pude ver su resplandor. Él también estaba haciendo un gran esfuerzo, pues la barrera estaba recibiendo impactos continuamente de rocas, postes, incluso cadáveres, y se debilitaba cada vez más, por lo que Peter tenía que estar constantemente fortaleciéndola sin posibilidad de descansar.

La cosa se empezó a calmar, y yo ya respiraba tranquilo, así que me fui antes de que me viera, sino sería capaz de exigirme que le contara todo lo que había pasado y no me dejaría irme. Seguí el rastro de la energía de Reik y no tardé en regresar con los demás. Sí, con los demás, porque cuando llegué Gabriel ya había vuelto.

“¿Dónde te habías metido?” me preguntó.

“Protegiendo, ¿y tú?”

“Igual”.

La conversación podría haber continuado, pero al volver todo a la calma, Arturo y el Capitán Lardo volvían a estar frente a frente. Dayuri se sujetaba el hombro, y trataba de moverlo o que respondiera, pero con el tendón roto, toda la articulación se había ido a la mierda. Arturo lo sabía y sonreía maliciosamente. Sin embargo, el Capitán Lardo no se daba por vencido.

“¡¡Ese ataque habrá destruido una décima parte de la ciudad!! ¡¡Vaya una forma de defenderla!!”

“¡¡Deberías preocuparte por ti en vez de por la ciudad!! ¡¡Porque vas a morir aquí!!” No pude evitar gritar.

“¡¿Qué coño haces?! – Me dijo Gabriel – ¡No intervengas o vendrá a por nosotros!”

“Perdona, no he podido resistirme…”

“Jajaja… No te preocupes, caballero del rayo – contestó al fin el Capitán Lardo – En cuanto acabe con vuestro amigo me ocuparé de vosotros, ¿O creéis que tres hormigas pueden vencer a un dinosaurio?”

“Repite eso y te las verás conmigo” le dije mientras preparaba mi Lanza del Relámpago.

“¡No interfiráis! – Exclamó Arturo. Eran sus primeras palabras desde que se transformó – Si lo hacéis, yo mismo os quitaré de en medio. Este es mi combate, y yo acabaré con él”.

“Venga, no seas egoísta. Está claro que vas a ganar. No veo por qué no podemos divertirnos un poco los demás también. Así acabamos antes” opiné mientras me preparaba para lanzar mi ataque.

Una bola de fuego pasó por delante de mi cara tan cerca que no solo sentí el calor de las llamas, también me quemó un poco el flequillo y tuve que aplastarlo rápidamente para apagar el fuego.

“No lo repetiré” Fue lo último que dijo.

“Mira que te lo habían advertido… – dijo Reik – Pero ni caso…”

“¡¡Jajajaja!! ¡Qué bonita amistad, atacándoos unos a otros! ¡Cada día me demostráis más cuánta razón tenéis!”

Claramente, Arturo no toleró ese comentario, y dejando a un lado su anterior ataque contra mí, volvió a lanzarse al combate, espada en mano. El Capitán Lardo podía decir lo que quisiese, pero ahora que tenía un brazo inutilizado el combate se decantaba claramente por la otra parte. Podía bloquear los espadazos de Arturo, pero se notaba que le faltaban fuerzas, iba retrocediendo poco a poco y dejaba aberturas en su defensa. Arturo le hacía pequeño cortes en esas aberturas de vez en cuando, que no hacían más que acentuar la desigualdad del combate.

Aunque el Capitán Lardo quisiera ocultar lo contrario, en realidad sabía la verdad tan bien como nosotros. Había resistido varios ataques poderosos uno detrás de otro y por muy en modo no sé qué que estuviera, todos tenemos un límite. Él había llegado al suyo, lo sabía perfectamente, y trataba de terminar el combate rápidamente, pero lo iba a terminar con él derrotado porque las prisas le estaban haciendo cometer muchos errores que tampoco comete cuando está en estado normal.

Al ver que esa estrategia no le estaba funcionando, dejó de bloquear los ataques de Arturo y esquivó el último dando un par de volteretas hacia atrás. Ahora que mantenía cierta distancia, se puso en posición, apuntó con su espada y volvió a lanzarse al ataque con todas sus fuerzas. Arturo le correspondió y también se lanzó a por él. El Capitán Lardo estaba apostando todo por este ataque, según avanzaba, se iba formando un aura oscura a su alrededor, que se enfrentaba directamente al aura dorada de Arturo.

No quise mirar, porque como todos sabemos, no hay nada más fácil que detener a una persona fuera de sus casillas. Sólo sé que las auras chocaron y que escuché un sonido metálico. Cuando levanté la vista, la espada del Capitán Lardo volaba por el cielo dando vueltas y la de Arturo estaba clavada en el costado de su adversario, bastante profunda, pero no llegaba a atravesarle. Supongo que al menos Lardo consiguió eso. Segundos después, la espada de Dayuri cayó y se clavó en suelo a su lado. Arturo extrajo su espada y él utilizó la suya para apoyarse. Se presionó la herida para contener el sangrado e intentó moverse, pero lo único que consiguió fue caer de rodillas ante su rival.

“Ahora sí. Ha terminado” dije convencido.

“Yo no estoy tan seguro – dijo Reik – ¿Recuerdas lo que dijo la teniente?”

“¿Lo de que había que derrotarle para que recuperara su aspecto normal?” se metió Gabriel.

“Eso mismo. Coincido con vosotros. Parece que todo ha acabado, pero eso es exactamente lo que pasa, sólo lo parece. No hay que olvidar que nos enfrentamos al Capitán Lardo. No se puede dejar nada a la suerte. Y parece que él lo sabe”.

“Yo… – Su cuerpo empezaba a mostrar signos de que iba a regresar a la normalidad – Yo no… – Sus pupilas aparecían levemente en sus ojos, el tono de su piel empezaba a calmarse. La sensación de muerte que le rodeaba poco a poco iba desapareciendo. Todos estábamos expectantes, creyendo que estaba marcándose el final de la batalla, menos Arturo, que continuaba observando fijamente, con el mismo semblante serio. Lo peor de todo es que tenía razón. De pronto todos esos amagos de volver a la normalidad desaparecieron y su cuerpo recuperó todos los signos de la transformación; ojos en blanco, piel enrojecida, sensación de muerte a su alrededor… El aura negra volvió a surgir también y la acompañó de un nuevo grito que agrietaba el suelo a su paso – ¡¡¡¡¡Yo no voy a morir aquí!!!!!”

“Se está descontrolando de nuevo… Esto es malo…” dijo Reik.

“Pero él lo tiene todo bajo control” dijo Gabriel.

El Ataque del Dragón” escuchamos todos.

Tres lenguas de fuego salieron del suelo a los pies de Arturo. Iban dando vueltas mientras ascendían formando la silueta de una columna espiral. Arturo salto con el puño alzado, sobrepasó a las lenguas y estas aceleraron hasta alcanzarle. Cuando estuvieron a su altura, se volvieron más anchas y encerraron a Arturo dentro, creando la columna. La parte más alta, donde estaba Arturo, tomó la forma de la cabeza de un dragón, y el resto daba la impresión de que era su cuerpo. Una vez formado, dejó de ascender y comenzó a precipitarse hacia el Capitán Lardo, que herido y debilitado como estaba, ni podía ni le iba a servir de algo esquivar el golpe. Se cubrió, yo creo que para no sentirse mal consigo mismo y como ya he dicho no le sirvió de nada. El dragón de fuego le atrapó entre sus fauces y empezó a arrastrarle por donde quiso. Primero avanzó calle abajo, lo suficientemente bajo como para poder arrastrarle dando vueltas por el suelo y que así chocase contra todos los escombros, ruinas, y cadáveres que había ocasionado durante la batalla. Después ascendió de nuevo, se dirigió hacia uno de los muchos rascacielos y lo atravesó completamente. Al salir por el lado contrario, el Capitán Lardo tenía nuevas heridas y cortes y aunque seguía transformado, ya no tenía el aura oscura.

El agujero creado por el paso del dragón de fuego fue suficiente para desestructurar el rascacielos y se vino abajo. Un poco más adelante estaba la boca de metro por la que habían estado luchando anteriormente, todavía con el tren descarrilado tirado por ahí. El dragón entró por la boca de metro, no sé por dónde marearía al Capitán en el subsuelo, ni importaba saberlo, sólo sé que de las alcantarillas por las que pasaban salía una columna de fuego que se llevaba la tapa por delante. Por una de esas alcantarillas terminaron saliendo los dos, bueno, Lardo y el dragón de fuego, y se dirigió hacia otro rascacielos, sólo que esta vez, en vez de atravesarlo, entró por la base, lo recorrió por dentro, llevándose por delante todas las plantas y a las personas que se encontraban en ellas para terminar saliendo casi por el techo, por una de las plantas más altas, y escupir hacia el cielo el cuerpo de su víctima. Por último, El Ataque del Dragón se deshizo y de su interior volvió a aparecer Arturo, que ascendió lentamente para contemplar la escena final.

El cuerpo del Capitán Lardo flotaba por el aire entre pedazos de cristal, restos de fuego y metralla en general. Estaba por encima de cualquiera de los edificios de la ciudad, y aun así, aunque lentamente, todavía iba ascendiendo un poco. No parecían quedarle fuerzas para continuar. De ser así, no habría seguido dejándose llevar y habría retomado la ofensiva como hasta ahora. Tenía los ojos semiabiertos y la cabeza echada para atrás, tal y como cabría esperar después de lo que acababa de recibir, y poco a poco, fue abriéndolos y reincorporándose un poco, o al menos la cabeza. Miró a Arturo, que lo observaba desde una mayor altura. Podía rematarle, era la ocasión ideal, pero sin embargo no lo hacía. Estaba ahí parado, con los brazos cruzados, contemplando la escena, como si estuviera esperando a que ocurriera algo. Creo que el Capitán Lardo pensó lo mismo que yo. Entonces giró suavemente la cabeza y trató de observar a su alrededor buscando una explicación. Miró hacia arriba y sólo le vio a él, miró hacia los lados y no vio más que el vasto cielo rodeándole. Por último, forzó un poco el cuello para mirar hacia abajo y lo comprendió todo. El edificio más alto de la ciudad estaba bajo su cuerpo. No era un rascacielos muy llamativo, pero tenía una larga antena en la azotea cuyo extremo era puntiagudo y afilado. Dayuri se dio cuenta de que la dirección que seguía su cuerpo era exactamente hacia la punta de esa antena.

“¡Jajaja! – Reía – ¡Estúpido caballero! ¡¿Crees que puedes ejecutar al Capitán Lardo empalándole en lo alto de la antena de un edificio para que su cuerpo quede exhibido como una vulgar atracción?! ¡¡Jajajajajaja!! ¡¡¡Tu arrogancia no tienes límites!!! ¡¡Permíteme que te muestre lo equivocado que estás!!”

Lanzó su espada, haciéndola girar a toda velocidad como si fuera un bumerán, directamente contra el extremo inferior de la antena del rascacielos, y consiguió cortarlo como si fuera de papel. La antena se precipitó al vacío, clavándose en el suelo como una flecha perdida. El Capitán Lardo había conseguido su objetivo, pero a un alto precio. Su espada se había perdido entre la inmensidad de la ciudad. A pesar de todo, sonrió satisfecho y miró a los ojos a aquel a quien todavía consideraba su oponente.

“Y ahora… ¡¡¿Qué vas a hacer, caballero?!! ¡¡¿Eeeehhhh?!! ¡¡Tu gran final se ha ido al garete!! ¡¡La victoria ya no te sabrá igual!! ¡¡A los ojos de todos habrás ganado el combate!! ¡¡Pero tú, en tu interior, siempre sabrás la verdad!! ¡¡Tú has… Has…”

La sonrisa desapareció de la cara del Capitán Lardo en cuanto descubrió las verdaderas intenciones de Arturo. Él apenas podía distinguir un destello entre las manos de Arturo, pero sabía perfectamente lo que significaba. Había aprovechado el tiempo en el que Lardo cortaba la antena para acumular energía y ahora tenía poder suficiente para lanzar de nuevo ese ataque, y además mucho más fuerte. La otra vez sólo pudimos ver la energía acumulada entre las manos de Arturo, pero ahora además, tenía ese color anaranjado y salían pequeñas lenguas de fuego a su alrededor. Probablemente sería mucho más mortal que el anterior, y su alcance también sería terrible, pero el que más lo sentía era sin duda el Capitán Lardo.

Su cuerpo empezó a regresar a la normalidad. La piel enrojecida volvía poco a poco a su tono de siempre, el iris y las pupilas regresaron a sus ojos y la sensación de ira, odio y muerte que le rodeaba desapareció por completo y regresó la calma y tranquilidad a la que estábamos acostumbrados en él.

“¡Su cuerpo está volviendo a la normalidad! – Gritaba Gabriel muy contento – ¡Ya no está descontrolado, lo que significa que ha admitido su derrota! ¡Ahora Arturo ya no tendrá que devastar la ciudad de nuevo con ese último ataque! ¡¿No estáis contentos?!”

A Gabriel también le desapareció la alegría cuando vio que Reik y yo seguíamos observando lo que quedaba por suceder atentamente y con total seriedad.

“¿Qué os pasa? –Insistió – ¿Por qué no os alegráis vosotros también?”

“¡God Breaker Cannon!” exclamó de nuevo.

Ahí fue cuando lo entendió. Aunque el Capitán Lardo hubiera recuperado la cordura, Arturo seguía en SuperGuerrero y no tenía ninguna intención de terminar el combate de forma pacífica. Nosotros esperábamos una onda descomunal, que arrasara no sólo con el Capitán Lardo y el edificio, sino también con los edificios de alrededor o puede que incluso más. Nuestras expectativas estaban en lo más alto. Pero no, por suerte fue una onda grande, pero solo más o menos como la anchura del edificio, aunque eso no quitaba que fuera suficiente para desintegrar al Capitán Lardo en el estado en que se encontraba. Aunque no fuera tan grande como esperábamos, sí que era igual de rápida que antes, y los tres atendíamos cautelosamente para no perdernos el instante en el que la vida de Lardo se disolvería en el viento. Sin embargo, quedamos asombrados cuando el ataque pasó rozando al Capitán, pero no llegó a alcanzarle. Lo que sí ocurrió fue que el viento que dejó la onda tras de sí al pasar a tanta velocidad arrastró a Dayuri como si fuera la mismísima gravedad. Quedamos aún más asombrados cuando vimos que el ataque de Arturo era ligeramente más pequeño que la anchura del edificio, porque penetró en su interior por el techo aniquilando toda la planta, pero sin tocar ni una sola de las cuatro paredes. El resto fue como antes, sólo que algo más despacio, o eso nos pareció, dado que al tener tantas plantas fuimos capaces de apreciar cómo se iba desintegrando el interior del edificio poco a poco, ya  la vez muy rápido. La vez, es difícil de explicar. Las personas de las plantas más altas murieron de la misma forma que la otra vez, un destello y adiós, pero como el edificio era tan largo, todos los que estaban a media altura tuvieron un par de segundos para darse cuenta de lo que les venía encima antes de morir, y algunos de los que estaban en la entrada, al escuchar el estruendo, fueron lo suficientemente listos como para salir corriendo y salvar su vida gracias a los pocos segundos que la onda tardó en llegar al suelo.

Como dije antes, el ataque no tocó ninguna de las cuatro paredes y la estructura quedó intacta, pero hueca, claro, el efecto fue igual de devastador. Bueno no, fue incluso más, porque el ataque no se deshizo al llegar al suelo, todavía tenía fuerza para seguir, y creó un agujero en la tierra del que apenas se podía ver el final agudizando un poco la vista.

El Capitán Lardo continuaba cayendo arrastrado por la corriente de aire generada por el God Breaker Cannon, Arturo lo observaba con atención en una postura extraña, sujetaba la empuñadura de su espada y estaba encorvado. De nuevo, parecía estar esperando algo. Dayuri iba de cabeza al interior del edificio, bueno, de su estructura, pero caía bastante despacio. Cuando se acercó un poco más, Arturo salió volando a toda velocidad, desenvainó su espada y preparó su próximo ataque.

Era increíble, Arturo lo había planeado todo. No había esperado a disparar para que Lardo cortara la antena ni para tenerle a tiro, ¡porque no quería darle! No se había puesto a concentrar energía para cargar un ataque lo suficientemente potente para acabar con su enemigo, ¡sino para no pasarse de tamaño! Todo le había salido a pedir de boca y ahora descendía, espada en mano, para ofrecernos ese gran final que tanto rato llevábamos esperando.

“¡Omnilátigo!”

La espada de Arturo se iluminó mientras descendía. Al iluminarse, Arturo aceleró hasta alcanzar al Capitán y le dio un primer espadazo en el costado, con el que Lardo cayó más rápidamente y alcanzó los límites del edificio. Luego volvió a acelerar, descendió, pasó de largo su objetivo y volvió a ascender rápidamente para asestar un segundo espadazo, esta vez en la espalda, frenando la caída de su adversario ahora que ya estaba entre las cuatro paredes del edificio. Después voló hasta una de las paredes, curiosamente para impulsarse en ella y dar un nuevo espadazo a su enemigo. Después de ese tercer golpe, llegó a la pared de enfrente, en la que rebotó para seguir asestando otro espadazo más a un objetivo que no oponía ningún tipo de resistencia. Continuó saltando de lado a lado de la pared y en cada salto, pasaba por donde estaba el Capitán y le cortaba de nuevo. Aprovechó toda la altura del edificio para golpearle tantas veces como pudo. No sé cuántos espadazos fueron, a los veinte dejé de contar.

Cuando el cuerpo del Capitán ya estaba llegando al suelo, al tocar la pared, en vez de volver a impulsarse hacia él, saltó hacia arriba, se detuvo segundos en el aire, preparó su posición de ataque y su espada se iluminó aún más, alcanzando un nivel dañino para la vista. Al llegar al nivel máximo de luz, volvió a precipitarse a tal velocidad que parecía una estrella fugaz surcando el cielo, o el edificio en este caso.

El resto de la escena fue igual de rápida, pero la recuerdo como si la hubiese visto a cámara lenta. Fue como uno de esos recuerdos dramáticos en los que algo va a ocurrir y tienes que actuar, pero tanto tú como el resto del mundo estáis congelados y simplemente te quedas mirando cómo pasa todo sin poder moverte. Pues eso mismo sentí entonces. En el momento en que Arturo alcanzó al Capitán Lardo, todo pareció detenerse. Arturo tenía sujeta la espada con las dos manos, alzada detrás de la cabeza. Los dos se miraron a los ojos fijamente, como si se estuvieran comunicando telepáticamente y ahí fue cuando el tiempo recobró su cauce normal. Arturo remató al Capitán Lardo con su espadazo final en el mismo momento en que su cuerpo iba a tocar el suelo, liberando una explosión de luz que primero salió por el techo del edificio en forma de columna, pero que no tardó en echar abajo la estructura y expandirse hacia todas direcciones en forma de cúpula, devolviendo la luz a la ciudad.

Inspired by:
  • Cloud vs Sephiroth
  • Goku SSJ1 vs Freezer
  • Goku SSJ1 vs Cooler
  • Goku SSJ2 vs Vegeta SSJ2
  • Goku SSJ3 vs Majin Buu
  • Goku SSJ3 vs Hildergard
  • Goku SSJ4 vs Ih-Shinron
  • Hans vs Doom Dragon
  • Kenshin vs Shishio
  • Nightmare City Catastrophe
  • Peter Griffin vs El Pollo
  • Tsuna vs XanXus
  • Sephiroth vs Genesis
  • Vegeta SSJ1 vs A-18
  • Wargreymon vs Venommyotismon
  • Yugiou vs Orichalcos no Kami
Y pongo eso porque como me ponga a poner los GIFs y las imágenes de todas las referencias me muero antes de terminar xD