domingo, 26 de diciembre de 2010

Episodio CXVII

Bueno, nada más acabar los examenes, por ahora con unos resultados aceptables, en vez de jugar sin parar a mi PS3 pirata :p he estado toda la semana preparando este capítulo, pues antes del lunes sólo tenía puesto "Episodio CXVII" en el word. Pero ahora ya con tiempo, he podido escribirlo poco a poco y aquí está. También se han añadido las curiosidades del capítulo anterior, que cuando lo publiqué no tuve tiempo de ponerlas.
PD: Jon, me tienes que pasar el FIFA 11 que he guardado los 5 Gb que me quedan en el Disco Duro expresamente para él xD
  • Título: N/A
  • Tamaño: 7
  • Dedicado a: N/A
Episodio CXVII

S
eñalé a la cima de un edificio que se veía a lo lejos. Me pareció extraño que el cubo negro con rayos rosas a su alrededor que había a lo alto fuera decorativo. Tenía un mal presentimiento, pero no podía sentir ninguna energía en su interior, por eso decidí preguntar. Cuando vi el rostro de Kevin supe que había acertado.

“¿Pero qué cojones es eso?” se preguntó más sorprendido que cualquiera de nosotros.

“Ya me parecía a mí que no era ningún holograma para las fiestas – le dije sonriendo para tratar de tranquilizarle un poco – ¿Quieres que vayamos a echar un vistazo?”

“Sí, por favor. Ese cubo negro tiene toda la pinta de que voy a necesitar vuestra ayuda”.

“Pues vámonos ya. Además nos viene muy bien, así haremos tiempo para que reparen el barco”.

“Ese color… Me resulta extrañamente familiar – me dijo Peter – Creo que sabes a lo que me refiero”.

“Sí. Yo he pensado exactamente lo mismo. Por eso debemos darnos prisa”.

Esta vez fue Peter quien activó el monopatín aerodeslizador sin pensarlo y avanzó el primero dejando atrás sus miedos anteriores. Seguramente debía estar incluso más preocupado que yo. Kevin y yo nos miramos, sonreímos y seguimos a nuestro amigo calle arriba.

“No tengas tanta prisa, Peter. Si eso es lo que creemos que es, lo más probable es que cuando lleguemos tampoco podamos hacer nada”.

“Aun así… Quedarnos esperando tampoco es la mejor opción. Podamos o no hacer algo por el momento, debemos estar allí para poder actuar en cuanto nos dejen”.

“Perdón por interrumpir vuestra conversación, pero – preguntó Kevin – ¿Acaso sabéis qué es eso?”

“Algo así sólo puede ser obra de una persona – le explicó Peter – Alguien que, según nos has contado, tú también has tenido la desgracia de conocer”.

“No caigo… Todas las personas que conozco están en Petoria. Ninguna de ellas está por aquí”.

“El Caballero Negro” aclaré al fin para ahorrar tiempo. El rostro de Kevin cambió de repente, y pude adivinar a través de su mirada, que se había quedado en blanco, cómo en un instante estaba recordando todos los acontecimientos que nos había contado unas horas antes.

“¿Qué hace ese tipo aquí?” volvió a preguntar en cuanto volvió en sí.

“Al parecer, en el pasado Jonyo y él tuvieron un pequeño incidente – abrevié – Y ahora el Caballero Negro quiere vengarse Jonyo. El resto de la historia es demasiado complicada como para contarla ahora”.

“Es igual, con eso es suficiente. No quiero meterme en los asuntos de los demás”.

“Hemos dejado a Jonyo en el barco, pero sabiendo cómo es, ha podido venirse él solo en cualquier momento para comprarse una palmera de chocolate. Si están luchando dentro de ese cubo negro… No es que desconfíe de Jonyo, pero Blackron ya tiene las habilidades de tres caballeros… Eso si no le ha robado la suya ya a Jonyo”

“Deja de comerte la cabeza y espérate a que lleguemos. Puede que no sea Jonyo quien esté luchando contra él, incluso puede que ni siquiera sea cosa del Caballero Negro”.

“Claro, seguro que no pasa nada. Como se nota que…”

Una intensa luz roja interrumpió nuestra conversación. Miramos todos hacia arriba de un acto reflejo y vimos un rayo de energía rojo atravesar el cielo en un instante y perderse en la inmensidad del firmamento. Buscamos su origen, y descubrimos que venía de aquel mismo edificio. El cubo negro que había en lo alto ahora estaba hecho pedazos y se desvanecía rápidamente. Unos segundos después, vi dos siluetas sobre la azotea, pero no logré identificarlas por la lejanía, pues apenas me parecían puntitos.

“¡Ahí! ¡He visto a alguien! Pero no logro detectar su energía, deben estar muy lejos”.

“Esos son… – susurró Peter – ¡Bien! – exclamó a la vez que cerraba el puño con rapidez en señal de alegría – Espera, ¿has dicho que no puedes sentir su energía?”

“Sí, ¿es que tú sí puedes sentirla?”

“Ehhh… No, no. Yo tampoco, yo no soy como vosotros, pero me ha sorprendido que tú no puedas, esperaba que sí fueras capaz”.

“Ya… Entiendo…”

“Vale – frenó en seco en monopatín y nosotros lo hicimos también por acto reflejo – Ya no es necesario ir allí”.

“¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué paras?! ¡Aún no sabemos quiénes eran esas dos siluetas!”

“Es evidente que uno de ellos es el Caballero Negro, y el otro no es Jonyo, así que no podemos seguir perdiendo el tiempo”.

“¿Cómo sabes que no es Jonyo? ¿No has dicho que tú tampoco habías podido detectar su energía?”

“Intuición”.

Sospechaba que mentía, que algo raro estaba ocurriendo. Iba a preguntarle de nuevo, pero el destello de un rayo que cayó fulminante a unas cuantas calles de donde estábamos me lo impidió.

“¿Un rayo con el cielo despejado?” se preguntó Kevin.

“¿Lo ves? – Señaló Peter – Jonyo está por ahí”.

“¿Qué está pasando en esta ciudad?” comenté asombrado por los acontecimientos.

“Ahora no podemos ir a los dos sitios a la vez. Debemos dividirnos”.

“El rayo podemos hacerlo pasar como un fenómeno natural en extrañas circunstancias, pero lo de aquel edificio los ciudadanos no van a pasarlo por alto, ¡yo debo ir allí!”

“Lo entendemos, Kevin, pero si Jonyo está en peligro, debemos encontrarnos con él antes que otra cosa. Haremos una cosa, tú ve hacia allí, nosotros buscaremos a Jonyo y una vez estemos todos a salvo iremos a reunirnos contigo, ¿vale?”

“Entendido. Gracias, ¡amigos!” exclamó y se fue rápidamente.

“Esto…” comencé a hablar.

“Si quieres decir algo, hazlo por el camino. Jonyo nos está esperando y no tenemos tiempo que perder”.

Tenía razón, así que de momento me callé y obedecí sin preguntar, pero no dejé de observarle. Estaba preocupado, no sólo por Jonyo o por el Caballero Negro, había algo más. Algo que no quería que yo supiera, y que se esforzaba en ocultarme con todas sus fuerzas. Rápidamente volví a poner el monopatín aerodeslizador en marcha y Peter no sólo me siguió, sino que también me adelantó y marcó él el camino.

“Había escuchado que los políticos mienten muy bien, pero es la primera vez que lo veo con mis propios ojos” dije mientras el viento hacía que el pelo me cubriera los ojos.

“No sé de qué me estás hablando” respondió para protegerse, pues todavía no sabía por dónde iban los tiros.

“A mí no me engañas. ¿Por qué le has mandado allí a él solo? ¿Y si se encuentra otra vez con Blackron?”

“Para cuando llegue, ya no habrá nadie. Blackron no se queda demasiado tiempo en el mismo sitio. Cuando hace lo que tiene que hacer, se va. Sólo quería alejarle de nosotros, él ya ha sufrido bastante. Con los destrozos que haya causado el Caballero Negro en esa zona, tendrá trabajo para unas cuantas horas. Ahora que sabemos que no estaba luchando contra quien nosotros creíamos, y en qué dirección está Jonyo, localizarle antes que él es nuestra máxima prioridad. ¡Por aquí! – giró en una esquina de repente – ¡Ya estamos muy cerca!”.

“Como ahora estamos en una situación crítica lo pospondré – le dije mientras iba siguiéndole – Pero cuando todo esto acabe quiero hablar contigo”.

“Claro, Arturo. Sabes que puedes preguntar lo que quieras – volvió a mentirme en mi propia cara – Mira, ¡ahí está Jonyo!”

Estaba empezando a hartarme de ese comportamiento, estaba a punto de saltar, pero oír el nombre de Jonyo me obligó a calmarme. Miré al frente y dejé todas las tonterías a un lado en cuanto vi al Capitán Lardo sujetando a Jonyo con un látigo enrollado al cuello con una mano y con la otra tenía su espada alzada.

“¡El Capitán Lardo! ¡¿Qué hace aquí?!” grité.

“Ya se lo preguntaremos más tarde, ¿no te parece?”

“¡Muere!” le escuchamos decir mientras empezaba a bajar la espada.

“Mierda, le va a matar, ¡aguanta Jonyo! ¡Ya estamos aquí! ¡Voy a salvarte!”

“¡No! ¡Déjamelo a mí!” gritó Peter y se adelantó.

Saltó del monopatín, pero sus cortas piernas le impidieron llegar de un salto hasta Jonyo, quedándose a pocos metros. Desde allí, y viendo como la dañada espada de Dayuri se acercaba rápidamente al cuerpo de nuestro compañero, alzó los brazos y proyectó una barrera a distancia.

“¡Atento Arturo! Mis barreras tienen más fuerza cuanto más cerca estoy de ellas, porque así puedo mandarlas más energía y más rápido. Él ya rompió una de mis barreras en Arcadia, y en ese momento estaba en óptimas condiciones, por lo que para romper ésta no tendrá ni que esforzarse. En cuanto haya un hueco, ¡ve a por Jonyo!

“¡Lo haré!” exclamé, y miré atentamente al frente. La barrera de energía apareció frente a Lardo, y al tocarla con su espada se rompió en mil pedazos sin que opusiera ninguna resistencia. Podía haber continuado su ataque y matar a Jonyo, la barrera no le había detenido. Sin embargo, se detuvo voluntariamente, se giró, y al vernos sonrió de una forma tan exagerada que de la emoción soltó a Jonyo.

“Te estaba esperando. Arturo, caballero del fuego”.

No le escuché. Hice lo que Peter me pidió. Aprovechando que estaba feliz, corrí a por Jonyo y le arrastré hasta llevarle con nosotros. A pesar de que tuve que pasar al lado del Capitán, no me hizo nada, sólo siguió sonriendo.

“¿Cómo estás? – Me preguntó – ¿Estás furioso? ¿Lleno de ira? ¿El odio hacia mí invade tu interior?”

Ni Peter ni yo entendíamos su actitud. Todas esas preguntas no tenían ningún sentido, pero Peter aprovechó ese valioso tiempo para curar a Jonyo con sus poderes.

“Espera un segundo, ¿estás curándole delante de él?” pregunté asombrado.

“¡Qué más da! Si ya lo sabe. Me lo dijo la otra vez…”

Jonyo fue recuperando sus fuerzas hasta que por fin recobró la consciencia. Abrió los ojos lentamente, pero cuando nos vio no pareció alegrarse demasiado.

“Chicos… Sois vosotros… Vaya, eso significa que he fallado. Se supone que debía impedir que me encontrarais”.

“Si sigues lanzando rayos a plena luz del día y sin nubes – dijo Peter – Será difícil que no pensemos que eres tú. Pero lo más importante ahora, ¿cómo se te ha ocurrido enfrentarte a él tú solo?”

“No tenía otra opción – mintió, pero en ese momento todavía no lo sabíamos y le creímos como idiotas – Además, no estaba él solo. También estaba la teniente. Logré herirla y tuvo que marcharse, pero ya él fue demasiado… Aunque todo eso no importa ahora, ¡Arturo, tienes que marcharte de aquí! ¡Rápido! ¡Él quiere…! ¡Quiere…!”

“¡Vamos, caballero del fuego! – Interrumpió gritando el Capitán Lardo – ¡Arde! ¡Explota! ¡Muéstrame todo tu poder!”

“¡Lucharé contra él!” Exclamé convencido.

Al escucharme decir, eso, Peter y Jonyo se miraron un instante y luego se lanzaron a por Lardo, ignorando completamente mis palabras. Jonyo intentó un corte vertical, pero el Capitán Lardo lo bloqueó sin problemas.

“Arturo, ¡lárgate de aquí! – Me gritó Jonyo mientras se empeñaba a fondo en el forcejeo – ¡Nosotros le entretendremos!”

“¡¿Pero qué estáis diciendo?! ¡¿Por qué iba a irme?! ¡Yo lucharé con vosotros!”

“¡Quitaos de en medio! – Gritó Lardo – ¡Es a él a quien quiero!”

Dayuri aprovechó la ofensiva de Jonyo en su propio beneficio. Primero dejó de fingir que había un forcejeo y empujó a Jonyo, tirándole al suelo. Rápidamente saltó sobre él y le pisó el pecho.

“¿Qué te pasa? ¿No te cabrea ver cómo hago sufrir a tu amigo? – Me preguntaba mientras le hundía en el suelo – ¡Vamos! ¡Conviértete en SuperGuerrero para que pueda tener un rival digno de mí!”

“Así que ese es tu objetivo… No te importa a quien te lleves por delante, ni los daños que puedas causar. Has puesto la ciudad patas arriba sólo para encontrarme y combatir contra mí. Si esa es la única manera de que pares entonces cumplirás tu objetivo. ¡Aquí y ahora acabaré contigo!”

“No… Arturo, no lo hagas… Vete… ¡Rapido!” me decía Jonyo.

“Tú calla” dijo el Capitán Lardo y le dio un puñetazo en la cara para bajarle los humos.

“¡Suéltale!” Grité, y me lancé a por él a toda velocidad. A pesar de estar esforzándome al máximo, notaba que iba muy lento. Saqué mi espada y traté de atacarle directamente, pero quedé sorprendido al ver como frustraba mi ataque sujetándome de la muñeca con la que sostenía mi espada.

“¿Tratas de burlarte de mí? ¡Lucha en serio!” exclamó y después me arrojó contra una pared después de ondearme como si fuera un niño. Choqué de espaldas. No fue un impacto muy fuerte, pero me dolió como si un edificio entero me aplastara.

“¡Deja de fingir que ese golpe te ha hecho daño y muestra tu poder de una vez!” volvió a gritar el Capitán y me lanzó una pequeña bola de energía. El golpe me había dejado muy dañado, y no tenía fuerzas para esquivarla, y aunque era una bola débil que sabía que no podía ser capaz de herirme, en esta ocasión sentía como si fuera capaz de matarme.

La bola estaba a punto de alcanzarme, cuando Peter se puso en medio y la bloqueó con su cuerpo, sin utilizar barrera ni nada. La bola estalló nada más tocarle, causando una leve explosión, pero Peter no era un caballero como nosotros, y fue suficiente para que cayera derrotado. Inmediatamente, fui a ver como se encontraba. Por suerte, aún estaba consciente.

“¡¿Por qué lo has hecho, Peter?! ¿Por qué?”

“Vete… Ahora eso es lo que tienes que hacer… Recuerda que has dicho que hablaríamos luego, ¿verdad?”

“Qué vergüenza, el que supone es el más fuerte de todos los caballeros porque es capaz de alcanzar el SuperGuerrero, tiene que dejarse proteger por sus amigos para seguir con vida. Me decepcionas…”

“¡¿Cómo te atreves?! ¡¡Lardo!!”

Enfurecido, extendí el brazo para lanzarle una onda con todas mis fuerzas, pero no salió nada. Por más que me esforcé no lo conseguí. De pronto empecé a recordar ciertos sucesos que me llamaron la atención. Primero la presión del barco cuando aceleró bruscamente al llegar a la isla. Después el no sentir la energía del Caballero Negro por muy lejos que estuviera, y luego que esos golpes tan débiles me causasen tanto daño. Fue entonces cuando lo entendí todo. Mis manos temblaban. Mi cerebro buscaba otra solución, pero pensar más en ello no hacía más que confirmar los hechos.

“Parece que ya se ha dado cuenta, Jonyo” dijo Peter.

“Perdónanos, Arturo. Nosotros no queríamos ocultártelo, pero cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde para decírtelo…”

“Claro… Entonces era por eso… Por eso sabías que no era Jonyo quien luchaba contra el Caballero Negro, por eso supiste donde estaba Jonyo en cuanto cayó el rayo… No era que estuvieran muy lejos… Era que yo no podía sentirlo… Por eso le salvaste tú en vez de dejarme hacerlo a mí… Y por eso me protegíais de cada ataque… No he perdido sólo mis poderes de fuego, también todos los demás… Ahora soy una persona normal…. Yo creía… Creía que seguía siendo el mismo…”

“¡¿Qué estáis diciendo?! ¡¿Poderes perdidos!? ¡Eso no puede ser! – El Capitán Lardo nos miró a todos buscando en nuestra mirada alguna prueba de que mentíamos, pero lo único que consiguió fue confirmar sus temores – ¡No! ¿Cómo? ¡¿Cómo ha sido?!”

“¿Acaso no sabes a lo que se dedica el Caballero Negro?” le preguntó Jonyo.

“No me meto en los asuntos de los demás”.

“Pues que sepas que el Caballero Negro se ha estado dedicando a robar los poderes de los caballeros. Primero de los que ya están muertos, y ahora ha empezado con los vivos. Lo que significa, que no podrás tener ese combate que tanto buscabas. Lo siento, debías haberte informado antes de venir, jejeje”.

“¿Dices que no podré enfrentarme a él porque ese lacayo de Mesa le ha robado sus poderes? ¿En serio? Jajaja, es muy gracioso. ¿Sabéis lo que eso significa? He venido hasta aquí para nada. Aunque luchara contra todos vosotros juntos no me duraríais ni cinco segundos, ¡¿sabéis lo que eso significa?! ¡Ahora tendré que divertirme matándoos lentamente! ¡Y tú, el que más me ha decepcionado, serás el primero!”

El Capitán Lardo acometió contra mí con una mirada de odio y furia y en sus ojos. Jonyo y Peter trataron de detenerle, pero estaban demasiado débiles como para protegerme más, y yo, después de aquella fatídica revelación, tampoco era capaz de hacer nada. No sólo me habían robado las fuerzas, también los ánimos. El Capitán Lardo me dio un fuerte puñetazo en el estómago con el que me lanzó por los aires con tal fuerza que en unos pocos segundos  dejé de distinguir a todos en el suelo y me perdí en la lejanía.

“No puedo volar por mí mismo – pensé mientras surcaba el cielo – Ahora soy una carga para los demás… No tiene sentido que siga viajando con ellos – Noté que empezaba a descender, y cerré los ojos. Sabía que si caía desde esa altura no habría nada que me salvase, y tal vez era mejor así, dadas las circunstancias. A los pocos minutos noté que caí al agua, y empecé a hundirme lentamente – El ataque del Capitán Lardo ha debido de ser tan fuerte que me ha lanzados más allá de los límites de la ciudad. El caballero del fuego encuentra su final en el agua. Qué ironía… Bueno, ha sido un placer viajar con vosotros y luchar a vuestro lado. Adiós, amigos…”

Curiosidades!!!

Desgraciadamente, esta vez no hay nada que comentar aquí xD