domingo, 30 de septiembre de 2007

Episodio LV

Hola de nuevo ^^ En primer lugar pedir disculpas por este "pequeño" retraso, uno de los combates se me estaba atravesando, pero ya he conseguido salir adelante. No podía despedir las vacaciones sin publicar. "Mañana, a clase" No pensaba esa frase desde el 9 de Mayo xD y parecía que nunca volvería a decirla, pero ya llegó, mañana empiezo 1º de ADE (y vuelvo a tener abono transportes después de 7 años). En cuanto a cómo afectará mi ingreso a la Universidad a la novela, decir que no se notará. Mi horario es bastante ligerito, y no hay exámenes hasta Febrero, así q con calma xD, además, mi cuadernillo de apuntes me acompaña siempre, nunca se sabe cuando te va a venir una idea a la cabeza. Lo que iba a decir la vez anterior que se me olvidó... se me ha vuelto a olvidar... (joder si esta mañana me acordaba) pero vamos, que no era nada importante, cuando me acuerde lo pongo. Y otra cosa que tengo que empezar a hacer es la Guía de la novela, para entender por qué he puesto cada cosa, que a ver quien se acuerda dentro de unos años...

Título: N/A

Tamaño: 8'4

Dedicado a : N/A


Episodio LV

A

l mismo tiempo que clavaba sus colmillos profundamente en el hombro de su rival, Shin le clavó también sus garras en la espalda, sin ninguna piedad. Tras mantener la posición durante unos segundos, notó que el herido empezaba a flaquear, se soltó y Bill cayó de rodillas con una mano en el hombro.

“Por muy rápido y fuerte que sea, ¿llega hasta tal punto que pueda atravesar mi Muro de Hierro?”.

Shin volvió a atacar con un placaje. Bill aprovechó y trató de cerrarle la mandíbula ejerciendo presión con ambos brazos, después le lanzó por los aires y calló de pie.

“Mírate, te acabas de transformar y ya estás jadeando. Mantener ese aspecto debe gastar mucha energía, energía que no tienes. Sólo tengo que aguantar hasta que vuelvas a tu estado normal para poder rematarte”.

Shin gruñó.

“Ni siquiera puedes hablar. Aunque así es mejor. No podrás perder el tiempo hablando”.

El lobo se lanzó de nuevo al ataque con aquel comentario. Bill esperó al momento oportuno y cuando se acercó lo suficiente le asestó una patada en la mandíbula desde abajo, cerrándole la boca con el golpe y fracturándole algunos colmillos al mismo tiempo. A pesar de todo, al caer, Shin se impulsó con sus patas traseras y dio un saltó hacia el rostro de Bill con las garras al frente. Su oponente intentó evitarlo sujetándoselas pero no pudo evitar que le hiciera unos cuantos cortes en las mejillas.

“Está bien – dijo cuando pudo quitarse a la bestia de encima – te mostraré la técnica que Miss Jewel me impidió usar contra el caballero del hielo”.

Miss Jewel paseaba alegre por su choza. Alguien la observaba desde el exterior sin que se diera cuenta. Iba de un lado a otro encendiendo velas, colocando incienso, decorando lo mejor que podía. Después fue a la habitación, se tumbó en la cama y comenzó a ensayar diferentes posturas sexys.

“Esta noche cae, ¡seguro!”

Sacó su pintalabios especial y comprobó que la barra andaba algo baja.

“Oh, me estoy quedando sin pintalabios. He de fabricar más cuanto antes, no me puedo arriesgar a que mi caza definitiva se vaya a pique por esto”.

Abandonó el dormitorio y fue a la cocina. Allí preparó un pequeño cazo con agua y esperó a que hirviese. Después dejó ver su anillo con la prominente piedra preciosa de color rojo. La colocó sobre el cazo de agua hirviendo. La persona que observaba desde fuera prestaba en ese momento la mayor atención. El vapor del agua hirviendo actuó sobre la piedra debilitando su estructura hasta que un minúsculo trozo cayó sobre al agua, volviendo la solución de un rojo intenso. Entonces Miss Jewel sacó una cuchara y comenzó a remover con suavidad. La mezcla cogió mayor densidad y fue volviéndose más espesa. Continuó removiendo hasta que notó que le costaba un gran es fuerzo físico seguir haciéndolo. En ese momento, quitó la mezcla del fuego y la dejó reposar.

“Bien, ya está. En cuánto coja consistencia lo pondré en la barra de pintalabios. Esta noche, ¡El Capitán Lardo será uno más bajo mis órdenes, y yo la mujer más poderosa sobre la faz de la tierra! ¡Wajajajajaja!”

La persona que observaba desde fuera sonrió.

“Nadie sabrá nunca que la única forma de liberarse de mi sello del beso es…”

En ese momento Gabriel y Arturo irrumpieron en la choza por el techo como lo habían hecho poco antes de la del Capitán Lardo, rodearon a la mujer, desenvainaron su espada y apuntaron a su cuerpo.

“¡¿Qué clase de injuria es ésta?! ¡¿Cómo demonios habéis llegado hasta aquí?!”

“Regla número uno, aquí las preguntas las hacemos nosotros” dijo Arturo.

“Regla número dos, no quieras saber cómo hemos llegado hasta aquí” dijo Gabriel.

“¡Esto os costará la vida! ¡A mí los guardias!”

“No te esfuerces, ya nos hemos encargado de ellos – dijo Gabriel – Todos duermen plácidamente”.

“¡No puede ser!”

“Bien, ahora vas a contestar a unas preguntas, y si te niegas a contestar… ¡te cortaremos en pedacitos!”

Alguien rompió la ventana de una patada desde el exterior y entró a través de ella.

“¡¿Se puede saber qué hacéis aquí?! ¡Estaba a punto de hablar! ¡Y lo habéis fastidiado!”

“Mi-Mireia – dijo Arturo – ¿qué haces tú aquí? ¿No estabas desmayada?”

“Es ella… – suspiró Gabriel – Es tan bella… Ha venido por mí”.

“¡No es el momento, Gabriel!” exclamó Arturo bastante molesto.

“Gracias por preocuparte, caballero, pero hace ya bastante tiempo que me desperté, ¡y hubiera conseguido una valiosa información de no ser por vuestra presencia!”.

“¿De qué hablas?”

“Oh… es tan bella…” se oía murmurar a Gabriel.

“¡Vosotros! ¡Dejad de discutir! – Exclamó Miss Jewel – ¡La única que tiene derecho a gritar aquí soy yo! ¡Yo soy el centro de atención! ¡A mí los guardias!”

“No te esfuerces – dijo Arturo – Ya nos encargamos de ellos antes de venir aquí. Todos duermen plácidamente”.

“¡No! ¡Es imposible!”

Miss Jewel se asomó a las ventanas de su choza y miró por los alrededores buscando a sus subordinados. Hasta donde le alcanzaba la vista, lo único que veían sus ojos eran cuerpos tirados en el suelo.

“¿Cómo os habéis atrevido? ¡Lo pagaréis con la vida! ¡Ridley, ven a mí!”

“Si preguntas por el dragón, aunque parezca imposible, ese tipo que parece un pastel andante le dejó fuera de combate. Tampoco vendrá”.

“Vosotros… vosotros… ¡¡¡¡Os mataré!!!!” gritó con todas sus fuerzas.

“¿Algún problema, Mi Señora?” dijo una voz.

Escuchar aquella voz hizo que el caballero de la rosa volviera a poner los pies en la tierra. Observó su figura, alto, erguido, con el cigarro que le caracterizaba, y la marca de labios brillando en su frente.

“Has tardado mucho en llegar, Reik” dijo Gabriel.

“Mira lo que ha pasado por tu culpa, caballero” dijo Mireia.

“No, por la tuya – replicó Arturo – ¿a quién se le ocurre ponerse a gritar como una histérica?”

“¡¿Histérica?! Mira, porque tengo que irme, que si no te daba una buena” dijo y se marchó por donde había venido.

“Y ahora se va…”

“Bueno, nosotros hemos venido a otra cosa” dijo Gabriel mirando a Reik.

“¡Reik! Estos caballeros han intentado atentar contra mi vida, y lo que es peor, contra mi intimidad, seguro que querían hacerme cosas raras”.

Reik no la escuchaba, se limitaba a sonreír mientras la marca de labios brillaba más y más.

“Reik, ¿me escuchas? Te estoy hablando”.

La marca de labios llegó a su punto culminante y Reik empezó a reír a la vez que desprendía toda su energía creando un viento destructor. Los caballeros tuvieron que cubrirse ante el aluvión de objetos que volaban contra las paredes, pero Miss Jewel no tuvo tanta suerte y el viento la empujó a ella contra la pared. Tras esto, Reik lanzó una onda de choque cuya fuerza derrumbó la choza, sobre todos los que estaban en ella. Sobre los escombros asomaba Miss Jewel, algo sucia por el accidente.

“¡Reik! ¡¿Pero qué has hecho?! Mi pintala…” comenzó pero se detuvo cuando se dio cuenta de lo que iba a decir.

Arturo y Gabriel no tardaron en aparecer, quitándose de encima unos enormes trozos de pared.

“Parece que no sólo ha aumentado su fuerza, también su agresividad” dijo Arturo

“Esa marca de labios debe ser un catalizador de odio” Gabriel.

“Sí, y ahora nos toca enfrentarnos a él”.

El derrumbamiento provocó que los pocos subordinados que quedaban conscientes y el Capitán Lardo hicieran acto de presencia.

“¿Qué ha pasado?” preguntó el Capitán Lardo haciéndose el loco.

“¡Mi amor! ¡Mira lo que han hecho estos impresentables!”

“Si es que… menuda vergüenza”.

“Será…” pensó Gabriel mirándole de reojo.

“Déjalo, aunque contarás la verdad nadie te creería – dijo Arturo – Centrémonos… en Reik”.

Tras el ataque, Wancho retiró los escarabajos de su brazo y les otorgó la libertad.

“Buah, quedan tan pocos que ya no merecen la pena. Tu amigo ha echado a perder una de mis armas más valiosas, agradéceselo, debido a ello durarás un poco más, pero no te ilusiones, no mucho más, tengo muchos más bichos para acabar contigo, ¡wajajajaja!”

“Deja de hablar y ven ya con lo que sea”.

Wancho recubrió su cuerpo con unos pequeños bichitos de color blanco.

“¿Hormigas blancas? Nunca las había visto, pero es mejor así. Esos bichos son inofensivos”.

Wancho se lanzó al ataque, con su típica sonrisa de psicópata. Optó por un simple puñetazo sin importancia, por lo que Fidel se cubrió con el antebrazo sin problemas. En el momento del impacto, el caballero escuchó un sonido de desgarro y un fuerte dolor en el antebrazo con el que había bloqueado el golpe. Retiró el brazo con un acto seguido y examinó la parte dañada. Diminutos trozos de carne habían sido arrancados y uno de aquellos bichitos aún rondaba por su brazo.

“¡¿Qué mierdas son estas hormigas blancas?! – exclamó quitando el que faltaba de un manotazo – Se querían zampar mi brazo”.

“¿Hormigas blancas? Jajaja, son termitas, imbécil, deberías dar gracias de tener brazo todavía. Estos adorables insectos devoran todo a su paso, incluso la celulosa. Dime, ¿cómo vas a atacarme ahora? ¡Wajajajaja!”

“Jijiji – sonrió como un niño – Pues a distancia”.

Lanzó unas pequeñas bolas de energía contra Wancho, quien se quedó quieto esperando que las termitas le protegieran. Para su sorpresa, al llegar las bolas, huyeron despavoridas y las bolas impactaron en el objetivo, causándole golpes y leves quemaduras, para finalmente hacerle caer al suelo.

“¿Qué ha pasado? ¿Po-por qué se han i-ido?” tartamudeó desde el suelo.

“Las termitas son fotosensibles negativistas – dijo Jonyo desde el árbol – Vamos, que huyen de la luz. Deberías informarte de los bichos que usas para evitar cosas como éstas”.

“No importa, tengo muchos más bichos esperando por tener la oportunidad de acabar contigo”.

Un grupo de luciérnagas se reunieron alrededor del rostro del caballero y se iluminaron cegándole por completo.

“Ah, ¡no veo!”

Wancho aprovechó y se lanzó al ataque con las manos desnudas, pero para su sorpresa, su ataque fue bloqueado y devuelto con un puñetazo del caballero.

“¿Qué ha pasado? Te he cegado para algo, ¿cómo has sabido que iba hacia ti?”

“Aparte de porque era obvio – dijo Fidel mientras abría los ojos poco a poco – porque me quedan otros cuatro sentidos para captarte, ¡y mi oído sigue siendo excelente!”

“Ah, si es por eso, tengo la solución”.

Una jauría de cigarras cubrió la zona y empezaron a emitir un canto ensordecedor. Fidel, incapaz de soportarlo, se llevó las manos a los oídos.

“¡¿Qué ruido es éste?!”

“Wajajaja, anulados tus oídos… ¡atacad de nuevo, luciérnagas!”

Un pequeño grupo de luciérnagas volvió a reunirse en torno a la cabeza del caballero y se iluminaron cegándole. Wancho aprovechó y le dio unos cuantos golpes con los brazos desnudos.

“La verdad es que el tío se lo está currando” comentó Jonyo.

“Haaaa, haaaaaa, si no hago algo rápido me terminará venciendo – pensó Fidel – A ver, si yo fuera Arturo o Jonyo usaría el fuego o el rayo para barrer a todos esos bichos de un soplo, pero como no lo soy tendré que pensar en otra cosa”.

“¡Wajajajaja! ¡¿Por qué no nos haces un favor a todos y te rindes?!”

Fidel no contestó, se apoyó en un árbol y vio a un escarabajo posado en el tronco.

“¡Ya lo tengo!” pensó.

“Venga, ¿a qué esperas?”

“Una pregunta – dijo señalando al escarabajo – ¿puedes decirme cómo se llama el bicho éste?”

“¿Quieres morir sabio? Es un escarabajo alce”

“¡Cuernos, ya sé de donde le viene el nombre!”

Jonyo y Wancho se quedaron de piedra ante aquel chiste tan malo, sin saber qué decir en un momento tan humillante.

“¿Y éste?” preguntó al ver a otro escarabajo similar en otro árbol.

“Eso, eso… – Wancho aún no se había recuperado del primer chiste – es un escarabajo atlas”.

“Pues muy cartográfico no lo veo yo”.

Viendo el extraordinario efecto que tenían sus chistes, empezó a preguntar sobre todos los tipos de bichos que había a su alrededor.

“¿Éste qué es?”

“Una cigarrilla”.

“¿Y su marido? ¿Se ha ido a por tabaco?”.

Aquél chiste sí hundió a los dos oyentes en lo más profundo de sí mismos.

“¿Y éste de de aquí?”

“Un grillo doméstico”.

“Pues déjamelo, a ver si nos barre el castillo o nos friega los platos”.

“Para por favor…” dijo Wancho.

“¿Y ése de allí?”

“Un escarabajo rino”.

“Pues parece un abrelatas, ¡hoy cenamos fabada!”

“Para por favor…” dijo Jonyo.

“¿Y aquél?”

“Una mariposa tigre, ya que sus alas son amarillas y negras”.

“Siempre es mejor que un tigre mariposa”.

“¡¡¡¡¡¡¡¡Para de una vez!!!!!!!!”

Wancho llamó a todos sus bichos, sin importar la especie, la clase o el tipo, y empezaron a cubrir su cuerpo. Cuando lo cubrieron del todo, siguieron viniendo más y más bichos, haciendo la silueta más grande. La criatura crecía y crecía, y los bichos continuaron llegando. Jonyo tuvo que abandonar el árbol sobre el que se encontraba e irse a uno más alto para contemplar el gran tamaño del ser que estaba creándose. Finalmente, se formó un auténtico gigante hecho de bichos con la forma del pueblerino. En el centro de aquel abominable ser, Wancho asomaba la cabeza sonriendo.

“¡¡¡Wajajajaja!!! ¡Vas a pagar todas las ofensas a mis adorables insectos! ¡Esto se acabó para ti!”.

El monstruo hecho de bichos avanzó hacia Fidel. El caballero, algo cohibido ante aquella bestia por su grima hacia los insectos, se retrasó unos metros y lanzó varias bolas de energía contra el monstruo, que ni se esforzó en evitarlas. Al impactar, mataron a los insectos contra los que habían chocado, que se fueron cayendo de la estructura.

“Jejeje, por muy grande que seas, sigues siendo un montón de bichos débiles e insignificantes”.

A los pocos segundos, otro pequeño grupo de insectos emergieron de la tierra y suplieron los puestos que había tras el ataque del caballero.

“¿Tú crees? – Dijo Wancho con arrogancia – Por muchos insectos que mates, seguirán viniendo más y más, su población es inmensa, casi infinita. En un kilómetro cuadrado puede haber más insectos viviendo que humanos en cualquier ciudad, no tienes ninguna oportunidad”.

“Genial… ¿Y ahora qué?”

Shin, aún con los grandes poderes que le otorgaba su forma de bestia, no pudo evitar estremecerse al oír aquella oración.

“¿De qué técnica estará hablando? – Pensó – Da igual, no puedo darle tiempo a utilizarla.

Decidido, y también algo desesperado, se lanzó al ataque. Su oponente le esperaba quieto y con una mano a la espalda.

“Pero antes de utilizarla, debo conseguir que recuperes tu aspecto habitual para lograr unos mejores resultados…” pensó Bill mientras sostenía algo con fuerza a su espalda.

Shin se lanzó directamente a la yugular, pretendiendo acabar con esto de un solo golpe. Con la mano que tenía al descubierto, su oponente logró contener al lobo y evitar daños mayores, quedándose todo en un mordisco en el cuello. Sin embargo, el lobo no se rendía e intentaba dar un mordisco mayor. De repente notó un fuerte pinchazo y cesaron sus hostilidades.

“La reconoces, ¿verdad? Es una de las dagas con las que me atacaste antes. Ahora está clavada en tu lomo, y no podrás quitártela a menos que recuperes tu aspecto normal”.

Mientras decía esas palabras, la marca de labios en su frente adquirió un brillo fuera de lo común.

Shin se retiró unos pasos atrás, intentó sacarse la daga moviendo su cuerpo, pero lo único que conseguía era aumentar su dolor.

“No te esfuerces, te he atravesado un pulmón. Si no haces algo rápido tu problema no será el combate, sino el oxígeno”.

Acorralado, no tuvo más remedio que volver a adoptar su forma humana y quitarse la daga de la espalda, que salió completamente llena de sangre.

“En agradecimiento a tu gesto de volver a tu aspecto normal, no atacaré a tu herida”.

“Muy amable por tu parte, pero no necesito tu piedad”.

“No te la estoy dando, es que si no el combate sería demasiado desigual. Lo comprobarás en cuanto veas mi próximo ataque”.

Bill se lanzó al ataque contra un oponente débil e indefenso que empezaba a darlo todo por perdido. Para su sorpresa, Bill nada más que le dio unos suaves pero certeros golpes por el pecho que apenas causaron un segundo de dolor, y después se retiró.

“¿Qué mierda de golpes son estos?”

“Je, mira bien tu pecho”.

Shin se observó, las zonas golpeadas por su adversario adquirieron un tono más rojo, impropio de la carne humana en estado normal.

“¿Qué has hecho?”

“He roto tus vasos sanguíneos sin llegar a ellos. Ahora la sangre que llevaban se derramará por todo tu cuerpo, tus órganos y músculos nunca recibirán el oxígeno que transportaban esas venas e irás perdiendo movilidad, como si te durmieran, hasta dormirte tú, para siempre. Ya sabes que soy un amante de la higiene y la limpieza. Por eso utilizo esta técnica y el Muro de Hierro, para que mi enemigo no pueda mancharme con su sangre ni verter una sola gota de la mía, ¡jajajaja!”

“¿Cuánto tiempo me queda?”

“Hombre, apenas te he hecho nada. Aún tienes salvación, pero contando los golpes que te voy a dar a partir de ahora, no creo que puedas moverte durante más de dos o tres minutos”.

“¡Pues tendré que acabar contigo en ese tiempo!”



PD: En el próximo, se acaban (al fin xD) estos dos combates

lunes, 17 de septiembre de 2007

Episodio LIV

Hoy no me enrollo, que tengo cine a las 22:40, y no llego, porque a ver quien se fía del circular...

Título: Dual Fight

Tamaño: 8'75

Dedicado a: N/A


PD: Yo tenía algo más que decir, pero se me ha olvidado :p



Episodio LIV

S

hin se observó. Los rasguños de su hombro no eran graves y la herida de la piedra no era profunda, pero estaba completamente mojado. El frío se acumulaba en sus ropas y penetraba en su cuerpo. Estaba claro que no había empezado con buen pie.

“Si me quedo así mucho tiempo me dará la alergia. Tengo que moverme, entrar en calor, secarme, ¡efecto centrifugado!”.

Se lanzó sin pensar contra Bill, que seguía en el arrecife contemplando las estrellas. Sin estar armado más que con sus propios puños, comenzó a golpear a su oponente de arriba abajo, con puñetazos y patadas a diestro y siniestro. No le importaba donde daban sus golpes, tampoco el efecto que causaban. En ese momento su única prioridad era secarse lo más rápido posible.

“¿Qué se supone que haces? Te estoy dejando que me golpees por educación, pero te aviso de que tus esfuerzos están siendo en vano. Ya te he dicho que mi Muro de Hierro es impenetrable. Si no lo has conseguido con esas dagas, ¿qué te hace pensar que tus puños y piernas darán mejor resultado?”

Shin no le escuchaba, se limitaba a seguir golpeando cuantas más veces podía. Sus esfuerzos estaban dando resultado. Empezaba a sudar y le subía la temperatura corporal y el pulso se aceleraba. Estaba ganando tiempo.

“Me estás empezando a hartar”.

En un momento bloqueó todos sus golpes inmovilizándole. Con sus dos manos bloqueó sus dos puños, con una pierna una suya y la otra la dejaron ambos para mantenerse en equilibrio. Como no quedaba nada libre para contraatacar, Bill optó por un cabezazo que abrió una brecha en la frente de su antiguo camarada.

“Te equivocas. Sí que hay algo que puede atravesar tu Tekkai. Es una técnica que empecé a elaborar cuando caíste en manos de Miss Jewel, porque sabía que este día llegaría, el día de enfrentarme a ti y a tu Muro de Hierro. ¡Giri Giri Chop1!”

“¡No!” exclamó y saltó de un acto reflejo.

Movió el brazo a gran velocidad, como si llevará una espada en la mano y asestó un espadazo horizontal al aire. Del movimiento salió una onda expansiva que Bill esquivó por pelos al saltar, pero que cortó el arrecife sin ningún esfuerzo, cayendo el trozo cortado al mar. La onda expansiva continuó avanzando, entró en el agua, separando el agua por donde pasaba, y cortó a un pez que pasaba por allí por la mitad. Finalmente, impactó en el suelo, hizo una grieta y fue perdiendo fuerza según se adentraba en la tierra hasta desvanecerse.

“Fiuuuu, por poco – dijo Bill – Eso me hubiera hecho algo de daño”.

Tras realizar el golpe, Shin dio un fuerte grito mientras apretaba con fuerza el puño y tensaba el brazo con el que había hecho su ataque.

“Vaya, parece que no lo tenías tan perfeccionado como decías. Mover todo el brazo tan rápido y de una forma tan repentina hace que toda la sangre suba hasta la mano, vaciando las venas del brazo e inflando las de la mano hasta el punto casi de estallar, lo que provoca un terrible dolor. Si continuas haciendo ese golpe, tus venas terminarán por estallar, tu brazo se pudrirá entero y tendrán que amputártelo. Sigues en tu línea, adelantando tu derrota. ¡Ríndete de una vez!”

Arturo y Gabriel ya habían derrotado a todos los guardias que vigilaban los alrededores, quedando únicamente en pie aquellos que hacían guardia delante de las chozas.

“Bien, ya hemos hecho lo difícil. Ahora, ¿me vas a contar tu famoso plan para hacer hablar a Miss Jewel?”

“Vaaaale – dijo como si se sintiera obligado – Presta atención. Todo el plan gira en torno a esto”.

Realizó un giro de muñeca y sacó una rosa de color amarillo.

“Ah, una rosa”.

“Exacto”.

“Cómo no…” pensó Arturo para sus adentros.

“Ésta no es una rosa cualquiera. Contiene poderes especiales. La conseguí en nuestro último enfrentamiento con Duckman. Cuando Jonyo liberó el electrizante ataque que nos llevó a la victoria, uno de los rayos que se desviaron del objetivo fue a parar a esta rosa, que en su momento era blanca”.

“¿Y qué hace? ¿Dispara rayos ella también?”

“No, mucho mejor. Esta rosa esta cargada con la electricidad estática de aquel pequeño rayo perdido. Si se la clavo a alguien, quedará paralizado. El problema es que, a parte de que sólo tengo ésta, no he podido experimentar con ella ni sé cuanto duran sus efectos”.

“Creía que los efectos de tus rosas eran perpetuos”.

“No, no lo son, al igual que cuando me saqué sangre yo mismo en casa de la doctora una rosa blanca se tiñó de rojo. En las que ya están teñidas pasa el efecto contrario. El caso más práctico es mi rosa turquesa, la que sirve como somnífero. Una vez clavada en el objetivo, empieza a volverse blanca de nuevo, según va inyectando el somnífero en el cuerpo. Cuando se vuelve blanca del todo, la persona se despierta. En este caso pasa lo mismo, y como es la única rosa que tengo de estas características, desconozco cual será su duración. Tenía pensado pedir a Jonyo que me ayudara a crear unas cuantas más y probarlas con algún animal, pero no hemos tenido tiempo”.

“Entiendo, paralizando a Miss Jewel evitamos que pueda escapar sin hacerla perder el conocimiento, y puedes extorsionarla para que nos de la información”.

“Ése es casi… el plan”.

“¿Casi?”

“Sí, porque una vez que le clavé la rosa amarilla a Miss Jewel, tú la torturarás y la extorsionarás para que nos diga cómo hacer regresar a Reik a la normalidad”.

“¿Yo? Pero si nunca he hecho algo así. Hazlo tú”.

“No te preocupes, seguro que lo haces muy bien. Con el fuego y eso impones mucho más que yo. Además, alguien tendrá que cubrirte. Nada nos asegura que el Capitán Lardo y Reik estén fuera de combate en ese momento. Yo la lanzaré cuando tenga la oportunidad. No podemos permitirnos fallar”.

“Que remedio… Sólo una pregunta, ¿qué pasa si en el tiempo que Miss Jewel esté paralizada no conseguimos la información?”

“Pues… tendremos que improvisar”.

“Ah, entiendo…”

“Pero tú no te preocupes, eso no va a pasar. Ahora tenemos que entrar ahí dentro llamando lo menos posible la atención. Mientras rodeábamos el campamento derrotando a los guardias he tomado nota de la posición de las chozas vigiladas. Son cuatro, pero no puedo saber quien habita en cada una. Lo suyo es que una sea la de Miss Jewel, otra la del Capitán Lardo, la tercera puede que sea de Reik o del chico limpio y aseado que se ha quedado luchando con Bill, pero, teniendo en cuenta que no está aquí, será de Reik. La última no sé de quien puede ser. Dudo que ese tal Wancho tenga una choza vigilada para él, así que guardarán algo importante en ella, seguramente lo que roben del pueblo”.

“¿Y cuál es el plan ahora?”

“No hay plan. Lo que cuenta aquí es la suerte. Al no saber en que choza vive cada uno, tendremos que atacar al azar. Las chozas están lo suficientemente alejadas para que si acertamos a la primera en la de Miss Jewel, podamos usar la rosa al instante y evitar llamar la atención. Si damos con la choza vacía, tendremos otra oportunidad; pero si por un casual nos topamos con Reik o con el Capitán Lardo… más vale que tengamos la espada bien a mano…

“Hala, pues elijo yo, ¡ésa misma!” exclamó y fueron hacia ella con los ojos cerrados y los dedos cruzados.

Con su última frase, Wancho había dejado clara su intención de acabar el combate con aquel golpe. Cargó energía durante unos segundos, y después pasó todos los escarabajos a su brazo derecho, doblando aún más su volumen y quedando el izquierdo desnudo.

“¡Ha sido un placer, caballero, pero el amor siempre triunfa!”

Avanzó con el puño detrás, ganando velocidad poco a poco, para no perder el control de algo tan pesado y de tal volumen, y según avanzaba fue llevando el puño hacia delante hasta acabar pareciendo un misil corriendo hacia su objetivo.

“¡¡¡Hasta nunca!!!”

Wancho golpeó en el objetivo con todas sus fuerzas. La onda expansiva del impacto creó un viento que levantó la tierra y las pequeñas piedras que había en el suelo. Sin embargo, algo no iba bien. A pesar de haber dado en el clavo, alguien estaba oponiendo resistencia al ataque. No podía ver quien era porque la inmensidad de los escarabajos rodeando su brazo era tal que le ocultaba la visión. Tuvo que ordenar a los escarabajos que rompieran filas para ver, entre la nube de polvo, una figura masculina. Estaba en posición receptiva, con los brazos extendidos hacia delante, las manos juntas y los dedos temblando por el impacto del golpe. A pesar de haber separado las piernas y flexionar las rodillas para un mejor aguante, sus pies habían quedado semienterrados. De su cabeza caían algunas gotas de sudor que denotaban el esfuerzo realizado en aquel momento.

“¡Jonyo!” exclamó Fidel desde el suelo.

“Haaa, haaaaa – jadeaba el caballero – ¿Qué hay, Fidel? Vengo a echarte un cable”.

“Vaya, ¿cómo has podido pararlo?”

“Si hicieras flexiones y abdominales como yo en vez de vaguear tanto tú también podrías”.

“No, si yo lo decía por las palmeras de chocolate”.

“Que gracioso…”

“¿O-otro más? – Dijo Wancho – Mejor, así me llevó más mérito”.

“Ven aquí si quieres, conmigo no te resultará tan fácil”.

Wancho volvió a cargar sus dos brazos de escarabajos y se lanzó contra su nuevo oponente.

“Si le enfrento directamente, esos enormes puños cubiertos de escarabajos romperán mi guardia y me destrozará a golpes como ha hecho con Fidel. He de ser más práctico”.

Cerró los ojos y se concentró. Estuvo quieto durante unos segundos, volviendo a abrirlos poco después.

“Mierda, con tanto bicho rondando alrededor de sus brazos no puedo detectar correctamente sus movimientos. Tengo que hacer otra cosa. Probaré con un Lighting Plasma, a ver que pasa”.

“¿Qué te ocurre, caballero? ¿Te ha poseído el miedo y no puedes moverte?”

Cargó unos rayos alrededor de todo su brazo y mantuvo en posición esperando el momento oportuno.

“Yo sólo tuve miedo una vez. Estaba en el instituto, en el último curso. Acababa de salir de un examen del que no había estudiado demasiado. Había durado más de lo debido y la clase ocupó un trozo del recreo. Bajaba corriendo las escaleras, pues mi clase estaba en el tercer piso. En aquellos momentos tuve miedo…”

“¿Tenías miedo de suspender? Que patético, eso explica que hayas acabado así”.

“¡No! ¡Tenía miedo de que se hubieran acabado las palmeras de chocolate en la cafetería! ¡Lighting Plasma!”

Se lanzó hacia Wancho y llevó el puño hacia delante. Por suerte para el caballero, cuando ambos puños se encontraron, los rayos que cubrían el brazo de Jonyo fueron espantando a los escarabajos hasta que los brazos de su oponente volvieron a estar desnudos y enclenques, sin ninguna posibilidad de éxito. El puño de Jonyo, al contrario, continuó abriéndose paso hasta golpear de lleno a Wancho, acompañando el golpe con una buena descarga.

“Fue horrible… aquel día tuve que comprarme una caña…”

Wancho quedó en suelo retorciéndose con todos los escarabajos medio muertos alrededor, y los que quedaban vivos alejándose en el horizonte. Jonyo aprovechó entonces para ir a recoger la espada de Fidel y entregársela a su dueño.

“Toma – dijo clavándola en el suelo – La echarías de menos”.

“Anda, ayúdame a levantarme”.

Jonyo le extendió el brazo y con cuidado, ayudo al caballero a ponerse en pie.

“Vale, pronto se levantará, así que tenemos que aprovechar para atacar ahora que está débil”.

Fidel cerró los ojos y respiró hondo.

“¿A qué has venido, Jonyo?” preguntó en un tono que rozaba la arrogancia.

“¿Cómo? No te entiendo, he dicho que he venido a ayudarte”.

“Eso es exactamente a lo que me refiero, ¿por qué has venido?”

“Ya te lo he dicho, para…”

“Te he oído perfectamente, y te he preguntado por qué has venido. ¿Qué pasa? ¿No confiáis en mí? Creía que había dicho que me encargaba yo.”

“No, hombre, sólo tenía un mal presentimiento”.

“No me vengas con excusas, ¿es que yo no valgo nada en el grupo? ¿Acaso soy el eslabón débil?

“Pero si estás muy débil. Te ha inflado con esos escarabajos”.

“Estoy bien. Tu intervención me ha servido para descansar. Puedo valerme por mí mismo perfectamente”.

“Ey, ey, cálmate. Si te ha molestado que venga, lo siento. Me voy”.

“No, quédate ahí sentado en un árbol y mira como venzo a ese tío sin ayuda de nadie”.

“Pero si están todos quemados, me voy a llenar de hollín y me acabo de duchar”.

“Bueno pues busca una zona limpia, ¿a mí que me cuentas?”

“¿No quieres que te ayude ni cuando caigas desfallecido?”

“Vete ya…”

Amos se sonrieron y Jonyo se fue levitando hasta un árbol cercano con buenas vistas para observar.

“Tócate los huevos… Uno viene a ayudar y se lo agradecen así…”

Fidel movió un poco todos los músculos, hizo crujir sus huesos y agarró su espada. Wancho ya se había recuperado y se puso en pie.

“Eh, ha venido mi compañero y te ha impedido ejecutar tu ataque con libertad. Te pido disculpas. Puede que no te sirva como compensación, pero, veo que aún te quedan algunos escarabajos de esos por ahí volando. Puedes recubrir tu brazo con ellos y darme un golpe. No me resistiré”.

Wancho dudó durante unos segundos en los que mantuvo la mirada con el caballero al que se enfrentaba. Al ver que su rostro permanecía impasible confió en su palabra.

“Como quieras, caballero, por mí encantado”.

Los escarabajos que quedaban se reunieron en su brazo, cubriéndolo con una pequeña película que no alcanzaba si quiera el volumen que tenía cuando repartía todos los escarabajos en los dos brazos. Se lanzó y golpeó a Fidel en la cara. El caballero cayó al suelo sangrando por la nariz.

“Con esto… hemos saldado la cuenta de antes”.

Arturo y Gabriel rodearon la choza elegida. Los guardias estaban hablando de trivialidades y pudieron abordarles desde el techo con mucha facilidad. Con un golpe suave y silencioso, los dos cayeron al suelo. Sigilosamente, regresaron al techo de paja palpando cada milímetro hasta encontrar una zona con menor densidad.

“Aquí…” susurró Arturo señalando con el dedo.

Se llevó el dedo índice a los labios indicando silencio. Con la otra mano extendió tres dedos y fue quitando uno cada varios segundos. Cuando cerró el puño dieron un golpe al techo y entraron en la choza. La luz de la luna entraba por el agujero, iluminando a los dos caballeros, el resto de la choza apenas estaba iluminada por unas cuantas velas.

“Parece que no hay nadie…” dijo Gabriel.

Los caballeros escucharon ruidos procedentes de detrás de una puerta. Se colocaron uno a cada lado y esperaron a que saliera, quien estuviera detrás. A los pocos segundos alguien abrió la puerta, estaba demasiado oscuro tanto como para que le vieran como para ser vistos, así que se mantuvieron en posición, hasta que el individuo descubrió el agujero y la luz de la luna lo descubrió.

“Hay que ver… menos mal que he conseguido que Miss Jewel me de una choza para mí sólo, que pesada se pone... Y ahora un agujero en el techo, parece reciente… ¿quién lo habrá hecho?”

“¡Es el Capitán Lardo!” exclamó Gabriel.

“Eso, tú dilo más alto…”

El Capitán se giró y descubrió a los dos caballeros.

“Vaya, sois vosotros, ¿qué hacéis aquí?”

Arturo y Gabriel desenvainaron su espada y se colocaron en posición.

“Genial, hemos ido a parar a la mejor choza”.

“¡Hombre! – Exclamó con total confianza – Pero si tú eres el de antes, ¡qué rápido te has curado! Me alegro”.

“¡Déjate de tonterías y desenvaina ya!” exclamó Gabriel.

“Jajaja, que gracioso tu amigo, ¿es que no le has contado lo bien que nos lo pasamos la otra vez? ¿Quiere divertirse él también o qué? Venga, decidme, ¿qué os trae por aquí?”

Arturo y Gabriel se miraron. No daban crédito a sus oídos. El Capitán Lardo se negaba a combatir. Estuvieron perplejos durante unos minutos sin saber que hacer hasta que el Capitán les llamó la atención.

“¡Venga! ¡Que es para hoy!”

“Eh, esto… – dijo Arturo – Veníamos buscando la choza de Miss Jewel, pero no sabíamos en cual de las cuatro que están vigiladas se encontraba ella, así que probamos al azar y llegamos aquí”.

“Anda, así que se trata de eso, pues no os preocupéis. Estamos aquí para ayudar. Hacemos un trato, yo os digo cual es la choza de Miss Jewel y vosotros me dejáis descansar, ¿vale?”

“Pero…esto…”

“Ni pero ni nada – dijo empujándoles suavemente hacia la puerta – Si para cuando la liéis ya tendré que estar por ahí, así que creo que me merezco un descanso. Miss Jewel esta en la choza más cercana al altar de sacrificios, en aquella dirección”.

Abrió la puerta y les indicó el camino.

“¡Hala! ¡A seguir bien!” dijo y les cerró la puerta en las narices.

“¿Tú has pasado por lo mismo que yo?” le dijo Gabriel a su compañero.

“Mejor no digas nada. Anda, vamos a por Miss Jewel” respondió y ambos avanzaron a través del lugar.

En la playa, Shin aún se resentía del dolor de su brazo, aunque ya empezaba a aminorar.

“Desde luego, el día que naciste debió pasar una mala estrella. – dijo Bill – Tienes alergia al frío, tu pueblo ha sido tiranizado durante años, cuando se libera lo conquista Mi Señora y se adueña de todos los habitantes, tu querida princesa desaparece y estas a punto de morir a manos de alguien que antaño fue de tus mejores amigos”.

“Muchas gracias, yo ya sé mis problemas y mi situación, no hace falta que me las recuerdes”.

“Creo que va siendo hora de acabar con esto. Puede que creas que con el Corte al Límite puedas derrotarme, pero primero tendrías que acertar. Además, teniendo en cuenta que no lo has perfeccionado, aunque me aciertes no me causará demasiado daño teniendo activado el Muro de Hierro. Está más que claro que no tienes ninguna posibilidad, y sería muy cruel por mi parte dejarte sufriendo, así que prepárate a morir”.

“Tal vez… – jadeaba Shin – Ésa sea la impresión que te doy… Tal vez… tengas parte de razón… Pero te aseguro… ¡que todo eso va a cambiar!”

Lanzó un fuerte grito al aire y su cuerpo comenzó a cambiar. Primero aumento un poco de tamaño y la camiseta estalló dejando el pecho al aire libre. Los vaqueros, al contrario, resistieron el ensanche. Todo su cuerpo se cubrió de pelo negro, sus brazos y piernas se convirtieron patas con afiladas garras en sus extremos. Sus dientes se alargaron hasta volverse grandes colmillos capaces de arrancar cualquier cosa a su paso. Una cola negra surgió en su parte trasera y una vez transformado se puso a cuatro patas.

“Anda, así que eres un Zoan, una persona capaz de convertirse en un animal. Y te has convertido en un… lobo con vaqueros. Vi uno parecido en una serie de dibujos animados cuando era pequeño, sólo que tenía un par de cicatrices que lo hacían más temible. Ahora en serio, ¿crees que por ser una bestia tienes alguna posibilidad más?”

Shin comenzó a correr a su alrededor a gran velocidad, resultando difícil seguirle a simple vista. Tras unos pocos minutos, frenó de repente.

“Ya estoy seco” pensó.

Volvió a dar vueltas alrededor de su oponente, esta vez en sentido contrario, a una velocidad aún mayor.

“No puedo seguirle…”

De pronto notó que algo penetraba en su interior y una gota de sangre le salpicó en la cara. El lobo estaba clavando sus largos y afilados colmillos en su hombro desde detrás, apoyando las garras en su propia espalda, y abriendo lo más posible la boca para cubrir la mayor área posible.

“¿Qué demonios…?”

“Te voy a enseñar yo lo que puede hacer un lobo con vaqueros” pensaba Shin mientras clavaba hondos sus colmillos en el hombro de Bill.



Giri Giri Chop = Corte al límite




domingo, 16 de septiembre de 2007

Vocabulario Japonés

Y con esto terminó mi mudanza desde el espacio.
NOTA: Todo son conocimientos propios, puede haber algún error, si alguien duda, que me pregunte y lo miramos ^^
NOTA 2: Obviamente esto se irá actualizando, tendréis el enlace en Links junto a Blog Ajenos y demás ^^

Actualizado 19 de Febrero de 2008


Adobencha = Aventura (Sí, viene de Adventure, se lee y se escribe así)
Aibou = Compañero
Aishiteru = Te Quiero
Aka = Rojo
Ano = ese
Ao = Azul
Arigato = Gracias
Asu = Mañana (referido al día siguiente, no "por la mañana")
Atarashii = Nuevo
Baa-san / Baa-chan = Abuela /Abuelita (tono de más confianza)
Baka = Idiota
Bakemono = Monstruo
Chikara = Poder
Dakara = Por eso
Dakishimeta = Abrazar
Dama = Bola
Dame = No
Demo = pero
Densetsu = Leyenda
Egao = Sonrisa
Fukushu = Venganza
Futari = Dos personas
Fuyu = Invierno
Genki = Energía
Ginew = Leche
Gomene = Perdóname
Gozaimasu = Muchas (Siempre en sentido catalizador, nunca para señalar un conjunto de cosas Ej : Arigato Gozaimasu: Muchas Gracias)
Habatake = Volar
Hana = Flor
Hajime = Empezar
Hayaku = De prisa / Rápido
Hentai = Pervertido
Hikari = Luz
Hime = Princesa
Hitokiri = Asesino
Hitori = Una persona / Sólo
Hono = Fuego
Hontou ni = De verdad / En serio (Ej : Hontou ni Arigato = Gracias de verdad)
Hoshi = Estrella
Ichigo = Fresa
Ikuze = ¡Vamos!
Itsumo = Siempre
Jii-san / Jii-chan = Abuelo / Abuelito (tono de mayor confianza)
Jutsu = Técnica
Ikuzo = Vamos
Kaa-san / Kaa-chan = Madre / Mamá
Kage = Sombra
Kakera = Trozos, piezas, pedazos (cualquiera de estos sinónimos en el sentido de "partes de" pero nunca por ejemplo para piezas de ajedrez, que son un todo en sí mismas)
Kamen = Máscara
Kaze = Viento
Kami = Dios
Kaminari = Rayo
Kanashimi = Tristeza
Karai = Picante
Kawaii = Guapo
Kekkai = Barrera Protectora
Ken = Golpe
Kenshin = Samuari
Kieta = Desaparece
Kioku = Memoria
Kichijutsu = Arte de la estrategia
Kimi = Tú (informal)
Kimitachi = Vosotros (informal)
Kogeki = Atacar
Koi = Amor
Kokoro = Corazón
Konnichiwa = Hola
Kono = Este
Kotae = Reponder
Kotoba = Palabras
Kuroi = Negro
Kyoku = Especial
Machi = Ciudad
Mamoru = Proteger
Mangekyou = Caleidoscopio
Megami = Diosa
Meitantei = Detective
Miagete = Mirar
Michi = Camino
Minna = Todos (refiriéndote a un grupo de gente)
Mirai = Futuro
Mizu = Agua
Mou Ikkai = De nuevo / Una vez más
Moete = Candente
Mune = Corazón
Nakama = Camarada
Namida = Llorar
Nani = ¿Qué...
Naru hodo = Ya veo
Naze = ¿Por qué...
Nee-san / Nee-chan = Hermana Mayor / Hermanita (dependiendo del grado de confianza y respeto)
Neko = Gato
Ni = por / dos
Nigai = Amarga
Nii-san / Nii-chan = Hermano Mayor / Hermanito (dependiendo del grado de confianza y respeto)
Ningen = Humano
No = de
O- : Gran (en realidad no significa esto, si pones una O delante de cualquier palabra la elevas de grado de aprecio Ej: Tomodachi: Amigo ---> O-tomodachi: Me corro de placer de felicidad de que seas mi amigo o Too-san : Padre ----> O-too-san: Mi alabado y gran padre que todo lo da por mí y al que quiero más que a nada, muy usado por niños pequeños)
Okaerinasai = Bienvenido
Onegai = Por favor
Oni = Demonio
Ore = Yo (informal)
Oretachi = Nosotros (informal)
Ossan = Viejo
Ou = Rey
Ouji = Príncipe
Pantzu = Calzoncillos / Bragas
Rakuen = Paraíso
Renkinjutsushi = Alquimista
Rizumu = Ritmo ( viene de
Rhythm )
Rurouni = Vagabundo
Ryu = Dragón
Saikyou = Definitivo
Sakura = Flor de Cerezo
Sayonara = Adiós
Seigi = Justicia
Sekai = Mundo
Senshi = Guerrero
Shibui = Seca
Shikashi = Sin embargo
Shin = Nuevo
Shinda = Muerto
Shine = Muere
Shinjite = Creer / Confiar
Shinkan = Sacerdote
Shiroi = Blanco
Shojo = Chica
Shookan = Invocar
Shounen = Chico
Shoshite = y (Conjunción)
Suki = Nube
Suppai = Ácida
Tamashii = Alma
Taichou = Capitán (ejército)
Taisa = Coronel / Capitán
Taiyou = Sol
Tasukete = Ayúdame / Socorro
Tatakae = Combate
Tenku = Cielo
Tenshi = Ángel
Too-san = Padre
Tobira = Puerta
Tomodachi = Amigo
Tori = Pájaro
Tsubasa = Alas
Tsuki = Luna
Umi = Mar
Yakusoku = Promesa
Yami = Oscuridad
Yamete = Detente
Yomigaere = Resurección
Yoru = Noche
Yugi = Juego (sust.)
Yuki = Nieve
Yume = Sueño
Wakaranai = No lo Entiendo
Wakarimashita = Lo Entiendo
Yosh = Vale
Zankoku = Cruel
Zettai = Jamás
Zutto = Siempre

viernes, 14 de septiembre de 2007

Episodio LIII

Joder, como cuesta llenar páginas con los párrafos de los combates... Otra cosa, sólo espero que os pispéis de que ha salido el capítulo, porque tengo una movida con el msn, yo uso el 7.5, pero ahora me quieren obligar a actualizar al 8 y si no no me dejan iniciar sesión. Estoy en trámites de buscar una solución, pero no pinta bien la cosa. ¿Qué? ¿Que por qué no me pongo el 8 y ya está? Pues porque no me gusta, y punto en boca xD. Supongo que al menos al web si me conectaré.

Título: Fidel vs Wancho

Tamaño: 8'6

Dedicado a: Víctor Macho


Episodio LIII

T

emblándole las piernas, cubierto de hollín y bastante debilitado, poco a poco, Fidel fue levantándose. Aún no había cesado del todo el silbido de los oídos y tenía trastornada la visión, puesto que veía doble y rojo por la sangre que venía de su cabeza. Sin embargo, la fuerza de voluntad del caballero era más fuerte que todos sus males y, apoyándose en la espada que le había acompañado siempre, logró finalmente ponerse en pie.

“¡¿Qu-Qué?! – Exclamó Wancho – ¿Cómo es posible que seas capaz de levantarte después de recibir dos de mis Pedos Atómicos de lleno?”

Fidel no contestó, no tenía todavía fuerzas para hablar. Se limitó a continuar respirando hondo a la vez que recuperaba fuerzas.

“Me ha pillado totalmente desprevenido – pensó – No esperaba que esas cosas fuesen a explotar. Si me vuelve a acertar de lleno, se acabó.

“Sea como sea, no importa. Ahora estás demasiado débil como para hacer nada. Bastará con darte unas cuantas veces más para acabar contigo, ¡prepárate a morir!”

Se colocó de nuevo con el culo en pompa y comenzó a disparar un mayor número de proyectiles gaseosos contra el caballero. Fidel, incapaz de enfrentarlos, se limitó a esquivarlos saltando de un lado para otro. Los proyectiles que impactaban en el suelo y en las rocas no explotaban, pero los que chocaban contra los árboles sí. Por desgracia, el caballero estaba demasiado pendiente de evitar que le diesen como para fijarse en aquel pequeño detalle. Al escuchar las explosiones de los proyectiles que daban en los árboles daba por supuesto que todos explotaban. A los pocos minutos las copas de todos los árboles a espaldas del caballero estaban en llamas.

“Como siga así lo único que voy a conseguir es salir ardiendo yo también” pensó Wancho.

Los puntos que recorría el caballero para evitar los ataques eran pocos y en una zona muy cerrada, continuando casi el mismo patrón de conducta.

“¿Qué hace? Se mueve por la misma zona… ¿intentará ahorrar energías?”

Después se fijó que detrás del caballero sólo un pequeño grupo de árboles había resultado dañado por sus ataques.

“Así que era eso, quiere proteger el medio, pues muy bien. A ver… está yendo prácticamente en círculos alrededor de esos árboles – pensó mientras observaba su itinerario a la vez que seguía disparando – Por lo que si en vez de apuntar a él apunto a…”

Fidel continuaba esquivando los proyectiles mientras recuperaba sus fuerzas y pensaba algo que hacer.

“Si sigo huyendo de un lado para otro me acabará pillando, tengo que atacar, pero… ¿cómo?”

Al llevar varios minutos haciendo el mismo recorrido, había automatizado sus movimientos. Como de costumbre, saltó hacia el árbol de al lado para que el Pedo Atómico de Wancho impactara sobre el mismo árbol ya quemado. Para su sorpresa, en esa ocasión no vino hacia él ningún proyectil, pero saltó igualmente hacia el árbol de al lado, cuando vio como se acercaba rápidamente hacia él el proyectil que debía haber ido hacia al árbol anterior.

“¡No, mierda! – Exclamó – ¡Me ha pillado desprevenido! ¡No tengo tiempo para esquivarlo!”

En un acto reflejo, se cubrió con su espada y cerró los ojos. El ataque dio en la hoja y no estalló, únicamente se notó el correspondiente mal olor de cualquier ventosidad. A los pocos segundos, Fidel abrió los ojos sin saber qué había pasado y aterrizó en el suelo un momento después.

“¡Oh, no! – Pensó Wancho para sus adentros – Le ha dado en la espada. Yo también, que mala suerte tengo. Espero que no se haya dado cuenta…”

“¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué no ha explotado? Por la cara que tiene ese tipo, parece que las cosas no han salido como esperaba en esta ocasión. Sin embargo, no soy capaz de adivinar el motivo que ha impedido explotar ese proyectil. Piensa Fidel, piensa, ¿qué has hecho ahora que antes no hayas hecho?”

“No puedo cambiar de estrategia, sino notará que ha cambiado algo, ¡he de seguir atacando!”

Se volvió a colocar en posición y comenzó a disparar a diestro y siniestro en todas direcciones, intentando intimidar al caballero. Fidel, inseguro por no saber el motivo de aquel pequeño golpe de suerte, decidió ponerse a la defensiva y saltó a la copa de un árbol más alejado mientras observaba aquella horrible escena de destrucción. Todos los árboles de alrededor estaban en llamas.

“Como te atreves… Ellos no tenían la culpa de esto… Lo pagarás caro”.

Uno de los proyectiles alocados iba directamente hacia él, y del odio que invadía su corazón en aquel momento lo disipó de un espadazo de forma inconsciente, lo que le hizo reaccionar.

“Otra vez… claro… ¡la espada! Ahora sí que estás perdido”.

Saltó de la copa del árbol en el que se encontraba y fue volando en picado hasta su objetivo.

“¡No! ¡Lo ha descubierto! ¡He de derribarle antes de que me alcance!”

Nervioso y aterrorizado, Wancho volvió a concentrar todos sus ataques en la figura del caballero, quien los iba disipando con un ligero movimiento de espada a la vez que avanzaba más y más.

“¡No! ¡No avances más! ¡Muérete ya!”

Fidel destruyó con su espada el último ataque de su adversario que le impedía avanzar. Aprovechando la caída en picado, cargó una pierna y le dio una fuerte patada en el trasero, que le mandó de cabeza contra un árbol.

“Se acabó”.

Cuando Wancho se giró, la punta de la espada de Fidel estaba delante de sus ojos, amenazando con atravesarle la cabeza si hacía cualquier movimiento.

“A pesar de que seas un enemigo, sé que no eres dueño de tus actos, y por ello no quiero matarte. Ríndete y te perdonaré la vida”.

“Va-vale, me rindo…”

En la playa, las olas chocaban contra el arrecife sobre el que estaba sentado Bill. La noche había hecho subir la marea y el mar azotaba con mucha fuerza las piedras, salpicando hasta grandes alturas. En un arrebato, las gotas llegaron hasta las gafas del chico, obligándole a sacar una gamuza para limpiarlas.

“Tan cuidadoso como siempre, ¿no?”

“Sí” respondió sin dejar de mirar las estrellas.

“¿Es que no piensas combatir?”

“Si lo hago perderás. Está muy bien todo eso que has dicho cuando estaban esos caballeros delante, pero ahora que se han ido puedes volver a poner los pies en la tierra. Me conoces y te conozco desde hace mucho tiempo, sabes soy más poderoso que tú. Además, Mi Señora me ha dado nuevas habilidades que reducen tus escasas posibilidades a cero. Abandona ahora que estás a tiempo y salva tu miserable vida. Como hace tanto que te conozco te haré una proposición. Huye de la isla. Diré que intentabas escapar y te caíste por un barranco, encontrándote con un horrible final”.

“¡Estás loco si de verdad piensas que aceptaré algo semejante!”

Shin se lanzó al ataque. Corrió por la arena hasta acerarse a los arrecifes. Saltó a uno de ellos y en el aire sacó una daga de cada manga. Al aterrizar se puso en posición, esperando a su enemigo, pero seguía en el mismo sitio, mirando las estrellas.

“¡No me tomes el pelo!”

Saltó a través de los arrecifes hasta llegar a él y le atacó directamente con una de las dagas. Al impactar contra su cuerpo se escuchó un sonido metálico y rebotó. Shin le miró con odio.

“No sé de que te sorprendes. Al fin y al cabo, tú me ayudaste a perfeccionar esta técnica, el Muro de Hierro, con el objetivo de proteger a la princesa de ataques de armas de fuego. Es normal que pueda seguir utilizándola. Seguro que te acuerdas también de otra cosa… ¡también sirve como técnica ofensiva!”

Fue sólo un simple puñetazo en el estómago, pero a Shin le dolió como si le hubieran disparado con un cañón. Desgraciadamente, el dolor no fue en lo único que notó la diferencia. La fuerza con la que fue impulsado hacia atrás también era fuera de lo común. Voló unos metros por el aire hasta caer entre los arrecifes, arañándose con las piedras para finalmente caer al mar.

“¿Qué? ¿Un bañito?”

Shin salió del agua tan rápido como pudo. Tenía arañazos en el hombro y se le había clavado una piedra afilada del fondo en una pierna. En cuanto pudo se la extrajo y la tiró de nuevo al mar. Después se puso en pie y notó que le empezaba a costar respirar.

“Lo notas, ¿verdad? Aunque estemos en verano, el otoño está ya muy cerca, y por las noches empieza a refrescar. A veces hasta hay tormentas como la de esta mañana. Claro que, si te bañas en el mar con ropa, la sensación de frío se acentuará aún más. Ahora no puedes cambiarte de ropa, así que el frío debe recorrer hasta el último rincón de tu cuerpo. Tu enfermedad no tardará en hacerse ver y destruirte. Cada movimiento que haces te acerca más a la derrota. Hazte un favor a ti mismo y abandona”.

En el campamento de Miss Jewel, Arturo y Gabriel continuaban con su intrusión.

“Vale, por ahora no hemos matado a nadie. Todos están fuera de combate, pero despertarán en algún momento, ¿qué haremos con ellos si acabamos con Miss Jewel? No sabemos cómo anular el embrujo”.

“Tranquilo, Arturo, ya he pensado en eso. Y tengo preparado algo especial para sacarle la información a esa mujer, pero es algo que aún está en fase experimental y no puedo saber durante cuanto tiempo funcionará”.

“¿Qué es?”

“Es algo que Jonyo me ayudó a crear sin saberlo. Esperaba tener tiempo para perfeccionarlo, al igual que para crear más poemas y una larga lista de cosas más, pero no hemos tenido ni un segundo libre. Sólo espero que sea tiempo suficiente”.

“Vale, pero, ¿qué es?”

“¡Cuidado, más guardias!”

“¡Otra vez lo mismo no!”

Fidel continuaba apuntando a su pequeño oponente sin perder detalles de sus movimientos.

“Levántate”

Wancho obedeció sin rechistar. El caballero no le proporcionaba ningún punto descubierto por el que pillarle desprevenido, escapar y preparar una contraofensiva, así que fue levantándose poco a poco, sin dejar de mirarlo a los ojos.

“Así que creías que con unas simples ventosidades ibas a poder con un caballero, que iluso. A cualquiera le hubieras pillado desprevenido la primera vez, pero habría terminado descubriendo tu truco”.

“¿Ah, sí? – dijo Wancho sonriendo – Pues tu amigo, el caballero del fuego, destruyó a la primera mis proyectiles con sus llamas. Adivinó mi estrategia desde el primer momento. No tuve nada que hacer”.

“¿En serio?”

“Pero es extraño, aquel caballero vio como tú te quedabas a combatir contra mí, pero no te dijo nada sobre mis técnicas, a pesar de que las conocía perfectamente. Puede que no quisiera que lo supieras, puede que quisiera verte perder, para poder llevarse así toda la gloria de derrotar a Mi señora, ¿no crees?”

“Intentas confundirme. Arturo nunca haría una cosa así”.

“Entonces responde a una pregunta, caballero, ¿por qué está temblando tu espada?”

Fidel miró su espada y notó que temblaba levemente.

“Eso es por sujetarla tanto tiempo en la misma posición. El músculo empieza a notar la presión y quiere relajarse”.

“No me vengas con cuentos. Yo te diré por qué está temblando. Estás temblando porque lo sabes. Sabes que en todos los grupos hay un ocupante débil, al que se le encargan las peores tareas mientras los demás van a por los peces gordos. El miembro débil hace el trabajo sucio, lo que los demás no quieren hacer, pero como le hacen la pelota de vez en cuando, se cree útil y obedece. ¡Es exactamente tu caso!”

Fidel dudó por un segundo y bajó la espada. Wancho aprovechó la ocasión, saltó hacia su cabeza y se enganchó en su cuello con las piernas, poniéndole el trasero en toda la cara.

“¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! ¡Apestoso!”

“Es culpa tuya por bajar la guardia, ¡estúpido! Por muy caballero que seas, no podrás aguantar un ataque a esta distancia, tu cabeza volará en pedazos y yo lo celebraré abrazado a Mi Señora con los demás subordinados alabándome”.

“¡Idiota! Si disparas a esta distancia tu también saldrás herido, incluso puede que mueras”.

“Jajaja, no me importa. Ninguna desgracia es comparable a perder el respeto de Mi Señora”.

Fidel intentaba por todos los medios quitarse a Wancho de encima, pero su determinación era lo que le daba las fuerzas suficientes para poder seguir agarrado férreamente a su cuello. Podía verlo en sus ojos de psicópata y en la marca de labios de su frente, que brillaba con gran intensidad. Nada le haría cambiar de parecer.

En el forcejeo, Fidel pudo mirar a su alrededor. Vio que los árboles que habían estado ardiendo hasta ese momento estaban prácticamente apagados, aunque todo su follaje había desaparecido y el ramaje estaba negro, lleno de hollín y hojas carbonizadas.

“Al menos, el bosque no se ha incendiado” pensó.

“¡Es el final! ¡Muere, caballero! ¡¡¡Pedo Atómico!!!”

El sonido de una ventosidad sin apenas fuerza surgió del interior del trasero de Wancho, y un horrible hedor recorrió las fosas nasales del caballero, provocándole ganas de vomitar, pero no hubo ninguna explosión.

“¿Qué es esto? Casi prefería la explosión” pensó revolviendo la cabeza intentando disipar el mal olor.

“¡Oh no! Se me ha acabado el efecto de la fabada de anoche”.

“¡Qué bien! ¡Un golpe de suerte, ya era hora!”

“No cantes victoria, caballero, sigo agarrado a tu cuello, puedo partírtelo y acabar contigo en un segundo”.

“No lo harás, porque ya he encontrado la manera de que te quites de encima”.

Fidel empezó a hacerle cosquillas en los dos costados, consiguiendo un efecto inmediato. Wancho comenzó a reír y reír. Al principio intentó aguantarse, tensando los músculos y agarrando al caballero con más fuerza, aunque no tardó en ceder y soltarse para poder calmar aquella risa incontrolable.

“Muy bien, ahora te cerraré la boca”.

Mientras estaba recuperándose aún de las cosquillas, Fidel aprovecho para darle un buen derechazo en la nariz y una patada en la mejilla, tirándole al suelo de inmediato.

“Has intentado utilizar a Arturo y a los demás para confundirme, creyendo que perdería la confianza en ellos. No te lo perdonare”.

“Puajjj – dijo Wancho de rodillas mientras escupía algo de sangre – No te confundas, yo no tengo la culpa de eso. Has cometido dos errores. El primero fue dudar de tus compañeros sin pruebas. El brote del que salió aquella conversación fue totalmente fortuito. Sólo tuve suerte. Todo lo que te dije era verdad. Arturo me derrotó con un solo movimiento la otra vez, y todos los grupos tienen un miembro más débil que el resto. Además, el único culpable de dudar de tus compañeros no es otro más que tú. Reconócelo, ¡la verdad ha llamado a tu puerta!”

“¡No!”

“¿A quién intentas engañar? ¿A mí? ¿O a ti?”

“¡Cállate!”

“De todas formas no importa, porque vas a morir aquí”.

“No digas tonterías, todavía me quedan algunas pinzas en el bolsillo y ya sé cómo evitar tus Pedos Atómicos. No te quedan más armas, eres tú quien ha perdido”.

“Éste es el segundo error. El combate no acaba aquí. Mi Señora me ha otorgado nuevas fuerzas”.

Insectos de todos los tipos comenzaron a surgir del interior de la tierra, de entre los árboles, del aire… Y todos iban en la misma dirección. Ríos negros de hormigas, cucarachas, escarabajos, termitas, abejas, moscas, cigarras, grillos… Todos desembocaron en el cuerpo de Wancho, posándose sobre toda la superficie de su cuerpo, convirtiéndole en una mera silueta, de no ser por los dos pequeños huecos por los que asomaban los ojos del hombre.

“Ugh – dijo Fidel dando unos pasos hacia atrás – Nunca me han gustado los bichos”.

“Míralos. Todas estas preciosidades están bajo mi control, ¡y me ayudarán a derrotarte!”

Wancho comenzó a avanzar, y Fidel a retroceder.

“No quiero tocar esos bichos, ¡aléjate de mí!”

Fidel lanzó varias ondas de energía mientras continuaba alejándose. Una bandada de moscas formó una pantalla protectora delante de Wancho y se llevó el impacto de las ondas, muriendo decenas de ellas en cada golpe, pero que se iban rellenando con moscas nuevas que venían del cielo.

“Wajajajaja, te tenía por un caballero, pero veo que no eres más que un cobarde”.

“Todos tenemos nuestras debilidades, pues ésta es la mía”.

“Está bien. Para ponértelo más fácil, no me cubriré completamente con mis amigos hasta que la situación lo requiera. ¡Dispersaos!”

Todos los bichos se separaron de Wancho, pero se mantuvieron relativamente cerca, según el entorno. Las abejas se posaron en las ramas de los árboles junto con las moscas, las hormigas formaron hileras en el suelo, los escarabajos se posaron en los troncos de los árboles, las cucarachas se acoplaron en las pequeñas grietas del suelo, asomando la cabeza. Cada tipo de insecto se colocó donde más le convenía.

“Uf, eso está mejor. Hay que combatir con las fuerzas de uno mismo, no depender de insectos, o de personas, según de quien hablemos…”

“¿No me has entendido o qué? Dije que no me recubriría si no era necesario, pero de alguna forma tengo que luchar. ¡Venid a mí, escarabajos!”

Todos los escarabajos que había posados en los troncos de los árboles se arrejuntaron sobre los dos brazos de Wancho, creando una película que doblaba el volumen de los mismos. Los escarabajos se colocaron todos con el caparazón mirando hacia fuera, creando una vista homogénea.

“¡A ver si puedes con estos brazos, caballero!”

Wancho se lanzó al ataque y cargó uno de los puños cubiertos de escarabajos contra el caballero.

“Aunque parezcas cachas con esos escarabajos cubriéndote los brazos, no significa que lo seas”.

Fidel se lanzó también y cargó uno de sus puños. Ambos chocaron y durante unos segundos se produjo un equilibrio. Sin embargo, Fidel no tardó en ceder, el ataque de Wancho le abrumó, se llevó por delante su puño y llegó hasta su rostro, donde fue golpeado con toda la flota de caparazones de escarabajos.

“¿Cómo es posible que este enclenque me gane en fuerza? No he podido igualar su golpe…”

“Wajajaja, estás perdido, caballero – dijo mientras continuaba su ofensiva – ¿Es que no sabes nada de biología? La parte trasera de un escarabajo es famosa por su dureza, eso es lo que multiplica mis fuerzas”.

“Puñeteros bichos… Pues no, lo mío es la geología, ¡mira! ¡Earthquake!”

Fidel dio un puñetazo al suelo y se produjo un leve terremoto. Toda la tierra se revolvió durante un instante. Las grietas se juntaron y separaron a su antojo y las cucarachas que había dentro de ellas fueron todas aplastadas no sin antes hacer sonar el estrepitoso sonido de su caparazón al romperse. Las que estaban asomando la cabeza en la superficie se partieron en dos y la cabeza quedó tirada en el suelo.

“¿Ves?”

“Gusano… ¡ésta no te la perdono!”.

“¿Gusano? No es un insulto muy apropiado para que lo digas tú precisamente”.

Wancho golpeaba sin cesar. Fidel intentó cubrirse, y lo consiguió en un principio, pero sus guardias eran rotas con la dureza de los golpes de su oponente, quedando al descubierto con unos pocos ataques. Probó entonces a sacar su espada, pero el resultado fue el mismo, el ataque tenía tal potencia que se la tiró de las manos a la primera. Fidel ya no tenía con que defenderse. Wancho aprovechó entonces para desahogar toda su ira sobre el caballero, destrozando su cuerpo a golpes sin ninguna piedad. Según le golpeaba, el caballero iba retrocediendo poco a poco, hasta que se topó con la espalda pegada a un árbol. Que el caballero estuviera acorralado no sirvió para frenar la ira de su contrincante, es más, estaba aún más contento por no tener que moverse para seguir golpeando, así que pudo aumentar la fuerza de sus golpes. El impacto de Fidel contra el árbol tras recibir cada golpe era tan fuerte que empezó a resquebrajar el tronco, después se hizo una grieta que fue haciendo cada vez más grande hasta que el árbol cayó hacia atrás. El impacto del árbol contra el suelo asustó al pueblerino, por lo que dejó de atacar y se retiró unos metros. Apoyado en el pedazo de tronco que salía del suelo había quedado Fidel, sentado de mala manera.

“Ugh… No puedo moverme”.

“Haaaa, haaaaaaaa – jadeaba Wancho – Parece que me he pasado un poco. Bueno es igual, el fin justifica los medios. Y mi fin es complacer a Mi Señora en todos los sentidos…”

“Tengo que… levantarme… Esto no es nada…”

“No te esfuerces, porque antes de que lo consigas, ¡te voy a rematar! ¡¡¡Muere!!!”



PD: Ahora en serio, ¿quién es el/la que entra aquí poniendo ManaRuben en Google? Es que me hace ilusión saberlo xD

PD2: Gran final el del San Andreas, lo terminé después de publicar la otra vez :p