martes, 4 de marzo de 2014

Episodio CLXV

Este capítulo ha tardado un pelín más de lo normal, y enseguida veréis por qué :p

PD: Según mis cálculos, no llegamos al episodio 200, pero todavía queda un gran final por delante lleno de sorpresas y capítulos como impresionantes como este mismo y muchos de los anteriores :)
PD2: +200 páginas de volumen y +1400 de historia :D

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Episodio CLXV
S
e hizo el silencio. El caballero de la tierra esperaba algún tipo de reacción, haber causado algún impacto psicológico en su adversario, algo que le diera una ventaja en batalla, por pequeña que fuera. Pero no fue así. Ese tipo de trucos no funcionaban con Mesa. Él seguía ahí, impasible, con su media sonrisa presente en su rostro, incapaz de dejarte adivinar en lo que estaba pensando.

Al cabo de unos segundos, Mesa giró la cabeza y vio algo que le llamó la atención. Sin volver la cabeza hacia el caballero, comenzó a hablar con él, mirando todavía hacia un lado.

“Si te digo la verdad, no me lo esperaba, caballero. Ignoraba completamente lo que Shawn había hecho contigo para ayudarte a mejorar y despertar tu esfera elemental. Sin embargo, ahora todo eso da igual – volvió la cabeza hacia Fidel, pero extendió la mano hacia el lado, señalando al horizonte, e invitó al caballero a que viera lo mismo que él acaba de descubrir – ¿puedes ver eso? ¿Sabes lo que es?”

Miró hacia donde señalaba el índice de su oponente. Allí, al fondo, una extraña ramificación de gran tamaño se dejaba ver en la distancia. Parecía hecha de hielo, pero no tenía su color natural, sino que era de color negro.

“¿Hielo negro? – Un instante después, la construcción helada se rompió y sus pedazos cayeron – ¿El Caballero Negro?”

“Exacto. Esa es la señal de que Blackron ya posee todos los elementos oscuros. Bueno, todos menos el tuyo, quiero decir. Sabes lo que significa, ¿verdad? Significa que ya puedo dejar de jugar contigo y derrotarte para que él pueda completar su evolución.

Tal vez hayas vuelto a incrementar tu fuerza artificialmente, pero te va a seguir dando igual, porque nunca será suficiente para hacerme frente al máximo de mi poder. Incluso ahora, con tu nuevo multiplicador, no necesito usar mucho más de la mitad de mi fuerza para acabar contigo, y ahora que conozco tu estrategia, no voy a permitir que termines haciéndote tan fuerte como yo. Eso, contando con que tu cuerpo pudiera soportarlo, claro.

Acéptalo, caballero. Este combate te queda grande. Nunca podrás vencer a alguien como yo. Ya has cumplido tu cometido, has alcanzado el poder necesario para despertar la esfera elemental de la tierra, ¡es hora de que te retires del escenario!

Te he dado la oportunidad de enfrentarte a mí, tal y como querías, en agradecimiento por haber estado utilizándote, pero en el sótano de tu fracaso siempre hay una planta más. Ni aunque tuvieras un millón de años para entrenar serías capaz de enfrentarte en igualdad de condiciones al Capitán Lardo, a Blackron, ni a mí. Ahora solo te queda preguntarte de qué manera morirás primero, ¿caerás ante mi fuerza? ¿O sucumbirás ante los efectos secundarios de tu propia técnica? No falta mucho para que lo sepamos, caballero”.

Mesa estaba eufórico. Por primera vez, había abandonado la pasividad y el desapego que le caracterizaban, y se había entregado a sus sentimientos y a sus emociones, ahora que por fin veía tan cerca cumplir su sueño.

Al final fue Fidel quien vio mermados sus ánimos con las últimas declaraciones de su adversario. Sin embargo, las dudas no le duraron más que un par de segundos. El dolor empezaba a manifestarse, aunque levemente, en sus músculos sobrecargados, haciéndole ver que no tenía tiempo que perder.

No podía permitirse perder la iniciativa. El primer golpe duele el doble, o eso pensaba él, así que se lanzó volando a ras de tierra contra Mesa, preparando sus extremidades para el ataque, ahora envueltas intensamente en el aura roja, hasta el punto en que sólo su silueta era visible desde el exterior.

Mesa le esperaba ansioso, con unas ganas increíbles de poner fin al combate y ser el portador que colocase en el tablero la última pieza del puzle que componía su sueño. El caballero atacó con un fuerte puñetazo de gran potencia que Mesa bloqueó con la palma de su mano. Parecía un golpe simple y suave, de la manera en que fue detenido, pero la fuerza de ambos estaba presente en los alrededores, aunque no pudiera verse claramente. El choque del impacto y el bloqueo liberó una onda expansiva que levantó el polvo y la arena al chocar contra el suelo, y esto continuó presente en la serie de ataques consecutivos que desencadenó el caballero de la tierra.

El segundo golpe fue una patada directa al estómago de Mesa, que aguantó sin problemas tensando los músculos y, de nuevo, aparentó que se detenía un ataque de poca potencia. Sin embargo, su traje no tenía la misma resistencia que él. La zona de impacto se vio seriamente dañada. La corbata se cortó ligeramente por el extremo inferior, el botón de la camisa saltó y las costuras de la chaqueta se soltaron, pero el cuerpo no cedía.

Por otra parte, el caballero no tenía la misma suerte cuando suerte recibía él los golpes. La fuerza de su adversario era apabullante. Con el primer golpe sus piernas temblaron, pero logró aguantar, bloqueando el puño de Mesa con ambas manos. El segundo le obligó a retroceder, y con el tercero fue derribado, siendo rechazado varios metros levitando antes de caer al suelo de nuevo.

“Esto… Esto debería ser al revés. Yo, el caballero de la tierra, cuyo atributo es la resistencia, estoy cayendo una y otra vez, y él, que no es nadie, sigue en pie, no importa lo que haga… Incluso con el multiplicador a tres, todavía no puedo tumbarle ni resistir bien sus golpes… Tengo que hacer algo para ganar tiempo en lo que vuelve a subir el multiplicador. Tarde o temprano, le acabaré venciendo, ¡es imposible que pierda!”

Se puso de pie. Una idea le rondaba por la cabeza. Avanzó hacia su oponente, tratando de aparentar normalidad, pero nunca se le había dado bien mentir, y Mesa se dio cuenta de que algo tramaba.

Simuló un ataque con su espada, pero en el instante antes de asestar el espadazo, saltó al cielo y cargó una onda de energía. Mesa le vio, y se colocó en posición para rechazar el ataque. No obstante, no fue necesario. El disparo del caballero de la tierra, aunque encaminado, se alejó bastante de su objetivo, impactando en el suelo.

Mesa pensó, dada la escasa inteligencia de la que había dado muestra el caballero anteriormente, que simplemente se había equivocado, o que no había sabido controlar bien la energía a causa del multiplicador de poder, pero algo no iba como era de esperar.

A pesar de haber fallado el golpe, el caballero no había desecho la onda. Continuaba mandando energía a un ataque que estaba enfrentándose con la misma tierra. La onda luchaba en vano contra el suelo, tratando de vencer, pero de momento, no conseguía más que agrietar la superficie alrededor.

El caballero hizo un esfuerzo y aumentó una vez más la cantidad de energía de la onda. Finalmente, consiguió que penetrara en la superficie y se abriera paso hacia el subsuelo, perdiéndose en la oscuridad. Fidel ya estaba jadeando y se vio obligado a detener el ataque, pero al hacerlo sonrió.

Mesa no paraba de preguntarse cuál era el propósito de todo eso, pero no tardó en averiguarlo. A los pocos segundos, un fuerte chorro de agua emergió desde el agujero que Fidel había creado con su ataque energético. La presión del agua hizo que el chorro se elevara muy alto, haciendo que, a los ojos de los dos combatientes, pareciera que llovía cuando caían las gotas ellos.

“¡Sí! Sabía que lo que vi antes cuando estuve bajo tierra era un acuífero”.

“¿Mojarme el traje? ¿Este es tu plan?”

“Yo soy el caballero de la tierra, no puedo manipular ni crear agua, ¡pero sí puedo utilizar sus propiedades a mi favor!”

Era el momento de utilizar su elemento. Alzó el brazo, y un montón de arena comenzó a juntarse en una misma corriente, alrededor del caballero. Señaló a Mesa bajando el brazo que tenía alzado, y la arena fue hacia él, pero a medio camino, Fidel volvió a mover el brazo, haciéndola cambiar de dirección.

“Tan sólo pretende desorientarme – pensaba Mesa – Fingiré que lo consigue…”

El caballero redirigió la arena, haciéndola pasar a través del chorro de agua, y lo que era una corriente de arena, pasó a convertirse en un río de barro, que ahora sí fue directo a por Mesa, pringándole totalmente.

El caballero continuaba mandando arena a través del agua para que la corriente de barro no se detuviera. Mesa intentaba salir de ella, pero dar un solo paso se volvía muy complicado, cunado aquella masa uniforme te cubría los pies y parte del cuerpo. Cuando Fidel notó esa dificultad, se lanzó directo al ataque.

Mesa estaba preparado cuando el caballero llegó, y trató de sorprenderle con un golpe en el momento preciso, pero el caballero fue capaz de esquivarlo sin problemas y asestarle una patada en la cabeza. Probó de nuevo, pero volvió a ocurrir. Su puñetazo fue esquivado con facilidad, y a cambio recibió un impacto directo del caballero en el esternón.

“El barro… Está frenando mi velocidad – se dio cuenta – Es como si luchara debajo del agua…”

Fidel continuaba aprovechando el efecto de su elemento para atacar cada vez que Mesa fallaba. Era una estrategia ideal porque en el momento justo después de fallar el golpe, quedaba totalmente desprotegido, y el caballero podía hacer un contrataque sin riesgo.

A pesar de que los ataques del caballero apenas le causaban daño con el multiplicador actual, Mesa no podía consentir que las cosas continuaran así. Al ver que lo que le impedía moverse con facilidad era el río de barro, la solución era sencilla. Cargó una bola de energía sobre la palma de su mano y la mandó contra el suelo, a sus pies.

“¡Big Bang Attack!” exclamó.

“¡¿Pero qué haces?!” gritó el caballero, al ver que había disparado semejante ataque al suelo a una distancia tan reducida.

De un acto relejo, salió volando de allí, con tal sólo un instante de margen para escapar, antes de que se produjera la explosión. Para sorpresa del caballero, Mesa no se movió ni un milímetro de su posición. Se quedó ahí y la bola de energía estalló bajos sus pies, envolviéndole en una nube de fuego.

La onda expansiva de la onda sacudió el cuerpo del caballero de la tierra, que no había sido capaz de alejarse mucho, pero por suerte, le empujó hacia arriba, y no sufrió daños, sino una ligera desorientación puntual.

Enseguida pudo ver que el ataque había acabado completamente con el río de barro y creado un nuevo agujero del que no se podía ver el fondo. Lo único que se preguntaba es cómo estaría Mesa después de recibir en sus carnes su propio ataque especial. Por un lado estaba contento por imaginarse lo herido que estaría, pero por otro lado sabía que en el fondo, esos daños no se los había causado él, por lo que no le servía para llenar su ego.

El humo comenzó a disiparse, y la figura de Mesa se vislumbraba entre el humo, pero había algo más. Se veía borrosa, antinatural, había algo más. Cuando la nube de humo terminó de despejarse, Fidel puso ver que se encontraba dentro del chorro de agua, limpiándose el traje del poco barro que le quedaba.

“Espera un momento, caballero – le hizo un gesto con la mano al verle – La onda expansiva del Big Bang Attack eliminó la mayor parte del barro que tenía en el traje, pero todavía estoy limpiando los restos”.

“¿Te has lanzando tu propio ataque sólo para limpiarte el traje? ¡¡Estás como una puta cabra tío!!” exclamó con energía.

Mesa no contestó. Y tampoco hacía falta que lo hiciera. Fidel se dio cuenta de algo mucho más importante. Él no tenía ni un rasguño, a pesar de haber recibido su ataque más poderoso prácticamente de lleno. Tenía curiosidad en saber cómo lo sabía, porque estaba seguro de que no se había teletransportado, pero no podía preguntar directamente, así que lo dejó caer con una frase ingeniosa.

“Eh, ahora ya me ha quedado claro lo débil que es tu Big Bang Attack – Mesa giró la cabeza hacia el caballero, todavía en silencio, mientras continuaba utilizando el agua a presión para terminar de lavar el traje – No sólo no me hace daño a mí, sino que te lo estampas casi en la cara tú solito y tampoco te causa daños. Debe ser muy malo entonces…”

“Ja” fue la única respuesta que obtuvo.

“¿Ja? No entiendo”.

“¿Puedo preguntare una cosa caballero?”

“Eh… Sí, claro” tampoco es que se le ocurriese una respuesta mejor.

“¿Cuál de los dos es tu error? ¿Pensar que soy tan patético que no me he entrenado hasta el punto que no me afecten mis propias técnicas o pensar que no tengo un ataque más poderoso que el Big Bang Attack?”

“¿Un ataque más poderoso…? – en ese momento se dio cuenta de lo que acaba de descubrir – Ey, no me jodas…”

“Pensaba guardar este ataque para el Caballero Negro, pero dado tu enorme interés, te lo enseñaré, como el gran profesor que soy”.

“¿Para el Caballero Negro? ¿Es que quieres matarle a él también? No entiendo nada…”

“No quiero matarle, pero la prueba final de todo estudiante es demostrar que ha superado a su propio maestro, por eso debo enfrentarme a él. Todo esto no habrá servido de nada si luego no es capaz de vencerme, y por eso era tan importante que tú desarrollaras tu potencial al máximo, para que luego pudiera repercutir en él. Al fin y al cabo, hay que educar a la nueva generación para que sea mejor de lo que la actual nunca pudo llegar a ser, ese es el fin de un buen profesor”.

El hecho de saber que todo lo que había pasado hasta estaba preparado de ante mano por otra persona, que había sido manipulado desde el principio y que todo lo que le habían dicho hasta ahora no eran más que mentiras hacía mucho daño al caballero de la tierra. Sin embargo, a pesar de todo eso, él sí era real, sus sentimientos sí eran reales, y su odio sí era real. Y la única manera de darle un significado a todo eso era ganando el combate.

“La técnica que voy a mostrarte sigue los mismos principios que el Big Bang Attack, no es una técnica poderosa de por sí, sino que varía su poder en función de quien la utilice. En buenas manos puede ser invencible, y en manos inexpertas inútil, ¿lo comprendes caballero?”

“Pues como todas, ¿no?”

“No. Lo normal es que cualquier ataque de energía, elemental o no, esté formado por una cantidad de energía fija, por lo que siempre causa el mismo daño. Controlar la energía es algo muy complicado, y cuesta mucho lograr un ataque con fuerza, forma y nombre propios. Dicho ataque suele representar el nivel máximo de energía que puedes controlar en ese momento, el punto donde combinas con eficacia poder y control.

Pero al volverte más fuerte no lo hace el ataque contigo también, pues al modificar las cantidades, varía también la forma en que se manifiesta la energía al complicarse todavía más su manejo. Por eso, cuando te vuelves más fuerte, no realizas tu técnica antigua con más fuerza, sino que desarrollas un nuevo ataque con fuerza, forma y nombre nuevo, porque el primero se ha vuelto ineficiente ¿verdad?”

“La verdad, nunca lo había pensado – reconoció el caballero – Pero, ahora que lo dices, Jonyo pasó de usar el Lightning Plasma a la Lanza del Relámpago, y Arturo, cuando aprendió a utilizar el fuego azul, cambió de nombre el God Breaker Cannon a Horobi no Burst Stream, y yo he desarrollado hace poco el Final Shine Attack cuando estuve con Shawn, pero antes no tenía ningún ataque de energía así, fuerte y con nombre…

Pero… Un momento… ¿Y qué pasa cuando hay un choque de ondas? Si fuese como dices, ganaría directamente la onda que tuviera más poder. Sin embargo, el choque se produce”.

“Pasa exactamente igual que cuando nace un forcejeo de cualquier ataque físico. Aunque una de las dos partes será siempre más poderosa que la otra, la resistencia también influye, y a menos que el más poderoso lo sea tanto que pueda hacer caer al rival sólo con el choque, rompiendo toda su resistencia, se producirá el forcejeo.

Con las ondas pasa igual. Inicialmente uno tendrá más poder, pero en el momento en el que se mezclan y resisten, comienza un forcejeo energético en el que la fuerza y forma del ataque generado inicialmente dejan de tener cabida, y todo queda en una lucha de fuerza bruta, una vorágine de barbarie y temeridad, en la que se gasta una cantidad ingente de energía para causar unos caños muy bajos en comparación a no haberse producido el choque y haber utilizado toda esa energía malgastada de otra forma”.

“Comprendo… Se rompe eso que decías de equilibrio entre poder y control, y gastas mucho más para hacer mucho menos, ¿no?”

“Sí, eso es lo que pasa cuando lanzas una onda o bola de energía que no ha sido calculada de antemano, sin nombre ni forma, como un ataque más, creyendo que es lo mismo que dar un puñetazo o una patada en términos de gasto de energía. Me alegro de que lo estés entendiendo. No obstante, existe un nivel superior totalmente fuera de tu alcance, que se adquiere después de multitud de años de experiencia, el cual, a través de un conocimiento pleno de ti mismo y un control perfecto de tu energía, puedes inyectar toda tu fuerza en el ataque y crear bolas y ondas de energía tan poderosas como fuerte seas, con el único límite de tu potencial. Son los ataques de energía supremos.

Piénsalo como si fuese una canción. Tú puedes emitir multitud de sonidos aleatorios, juntarlos, subirles y bajarles el volumen, cambiar la intensidad, el ritmo, la letra… Pero sólo adquieren sentido cuando todos ellos se componen de una sola manera. Esto es igual, por muchos gritos que des con tu energía, si no la comprendes y manejas a la perfección, no serás capaz de realizar estas técnicas jamás, que no son más que el sostenido al final del clímax de la composición.

Dichos ataques supremos tienen nombre, el de la bola de energía ya lo conoces, es el Big Bang Attack. Normalmente uso éste, porque una bola de energía es más concentrada, ahorra más energía, y me permite medir su poder de acuerdo al tamaño de la bola. Ahora, es el momento de que conozcas el otro, la onda definitiva.

Al tratarse de una onda, sólo se puede medir su poder, y de manera muy aproximada, por su grosor. Requieren un gasto muy superior de energía, pero su poder destructivo siempre es mucho mayor. Incluso para mí, a veces es complicado medir hasta qué punto estoy haciendo esta onda de potente”.

Mesa se llevó las dos manos al costado derecho. Las colocó de manera extraña. Estaban abiertas con los dedos ligeramente flexionados, una frente a la otra, con unos centímetros de separación entre ambas. Era como si estuviera sosteniendo una esfera imaginaria entre las manos.

De pronto, una bola de energía blanca con reborde azul surgió entre sus manos, creciendo poco a poco. Era muy brillante, y los rayos de luz se escapaban entre los dedos de Mesa, que mantenía la mirada fija en su objetivo.

Fidel no tardó en darse cuenta de que Mesa no había estado bromeando. Podía sentir un poder inmenso en la onda que estaba cargando, y sus pies dieron algún paso hacia atrás por puro instinto de supervivencia.

“Le he puesto muy poco poder, pero no puedo asegurarte que no mate con este ataque. Ten cuidado, caballero, ¡ahí va! ¡¡¡¡Kamehameha[1]!!!!

Mesa llevó las manos hacia delante, y la onda fue liberada. Desde el punto de vista del caballero, simplemente todo se puso blanquiazul de repente, mientras una extraña luz se acercaba gran velocidad. No veía por donde escapar. Pero, realmente la onda no era tan grande como podía llegar a ser, teniendo en cuenta que Mesa era su ejecutor.

Instintivamente, el caballero de la tierra se posó rápidamente las manos en el suelo, pidiendo ayuda a su elemento.

“¡Doton: Doryuuheki[2]!” gritó, a escasas décimas de segundo de que la onda le alcanzase.

Un gran muro de tierra surgió del suelo, cubriendo plenamente al caballero de la tierra. La luz de la onda era tan intensa, que la sombra que proyectaba el muro fue tan oscura que no se veía a Fidel.

“¡No servirá de nada!” exclamó Mesa.

La onda impactó contra el muro y, a pesar de que opuso una gran resistencia, no fue suficiente para detener el poderoso ataque de Mesa. Atravesó la pared, agujereándola, y continuó su avance contra el caballero, al que literalmente engulló y arrastró llevándose por delante cualquier cosa que le cortaba el paso.

“Si dejo que impacte contra el suelo, la explosión podría afectar al castillo” pensó Mesa.

Rápidamente, subió los brazos hacia arriba, lo que repercutió en la onda, que se redirigió hacia el cielo, llevándose al caballero con él. Continuó avanzando hacia arriba, todavía con mucha fuerza, hasta que se perdió en la lejanía, sin poder llegar a saberse en qué punto perdió la energía que la formaba y se deshizo.

Varios minutos después, el cuerpo del caballero de la tierra cayó del cielo, estrellándose de cabeza contra el suelo. Mesa le observó. El aura roja continuaba envolviéndole y, aunque poco, todavía se movía.

“Sigue con vida… Supongo que su barrera, aunque no pudo detener el Kamehameha, sí que logró debilitarlo, y el hecho de que tampoco haya estallado ha ayudado también…”

“No… No hablaba en broma… – pensaba Fidel a la vez que trataba forzosamente de ponerse de pie – Pudo haberme matado con ese ataque si hubiera podido, pero, no lo hizo… Tal vez ahora pueda… Ahora pueda….”

El dolor comenzó a recorrer su cuerpo de forma muy intensa, impidiéndole hasta pensar. El aura roja se volvió más intensa una vez más. Ahora, sus extremidades estaban cubiertas hasta la articulación por ella. Los brazos estaban cubiertos hasta el codo y las piernas hasta la rodilla. Sólo se distinguía su silueta negra a través del manto rojo, incluso para los ojos del caballero, que se miraba las manos de cerca mientras se producía el cambio. El torso y la cabeza del caballero todavía eran completamente visibles, aunque teñidos de rojo también.

“Está cambiando de nuevo, pero no ha pasado ni la mitad de tiempo que la última vez – reflexionaba Mesa – ¿Es posible que su técnica se vea acelerada en respuesta a haber sufrido un gran daño de una sola vez? Antes, el multiplicador de su fuerza estaba en tres, así que ahora debe haber subido a cuatro

Si continúo haciéndole ataques poderosos que lo dejen al borde la de muerte pero no lo maten, su multiplicador seguirá subiendo una y otra vez hasta que su cuerpo sea incapaz de soportarlo. Es imposible que se vuelva más poderoso que yo por mucho que suba ese multiplicador, pero sí podría volverse un problema si no termino rápido con él. Podría retrasar mis planes, o incluso frustrarlos, en caso de que el caballero del fuego llegara antes de lo previsto. Si él llega, el combate se detendrá y Blackron no podrá completar el proceso, ¡he de acabar con esto ya!”.

El caballero estaba empezando a perder el control de su propio cuerpo. Estaba tan acelerado a causa de la técnica que en muchas ocasiones ya no pensaba lo que hacía, sino que se movía por puro instinto. Puro instinto de supervivencia. El dolor y el sobreesfuerzo que estaba sufriendo su cuerpo se estaba adueñando de él. Su propia técnica le estaba poseyendo.

Cuando la transformación finalizó, el caballero saltó raudo hacia Mesa de un acto reflejo, y le asestó una patada en la cara a gran velocidad. Él, absorto en sus pensamientos, no fue capaz de reaccionar a tiempo, y fue catapultado contra el castillo, destrozando el portón, aterrizando en medio de la entrada.

“Vale, parece que no me queda otro remedio” concluyó Mesa, tirado en el suelo del castillo.

Fidel, tras el ataque instintivo, recuperó la cordura. Vio a Mesa tirado en la entrada del castillo y se dio cuenta de que era su oportunidad. Salió volando a ras de suelo contra su objetivo.

Sin embargo, su suerte no iba a repetirse. Mesa se levantó rápidamente y salió a su encuentro, rechazando al caballero de un puñetazo con facilidad, e impidiendo su acceso al castillo.

“Ya te lo dije, caballero. Te he citado aquí para que veas las puertas del castillo que nunca podrás cruzar. Tu viaje concluye en este punto, y nada de lo que hagas podrá cambiarlo”.

“El multiplicador de Mismo Destino ahora está en cuatro – Fidel mantenía la esperanza – Tal vez todavía no sea capaz de vencerte, pero sí que podré hacerte frente en igualdad de condiciones”.

“Me temo que eso no será así – trató de destruir todas sus ilusiones con una sola frase – porque por fin vas a experimentar lo que nunca nadie ha experimentado antes. Serás el primer adversario contra el utilice todas mis fuerzas”.

Fidel se estremeció. No contaba con algo así. Sabía que Mesa había estado utilizando más o menos la mitad de su fuerza, y había sentido en su propio cuerpo que no estaba bromeando. Pero si Mesa iba a utilizar toda su fuerza, él ahora tenía un nuevo multiplicador para enfrentarla.

“¡Sí! ¡Vamos! ¡Úsala! – Le animaba el caballero – ¡Enséñame el punto a partir del cual ya no te volverás más fuerte! Hazlo, y entonces lo superaré, ¡y te venceré!”

“Esas declaraciones te costarán muy caras, caballero, porque voy a hacer exactamente lo que me has pedido” le contestó Mesa, muy seriamente.

De pronto, la sonrisa presuntuosa y su actitud ególatra desaparecieron totalmente. Por primera vez, olvidó su forma de ser y se concentró en el combate. Apenas unos instantes después, un aura blanca le rodeaba. Fidel trataba de mirarle a los ojos, pero el brillo del aura daba reflejo en las lentes y no podía hacerlo.

Por primera vez, Mesa tomó la iniciativa. Un puñetazo rápido se aproximaba, Fidel lo vio, era muy predecible el movimiento, así que colocó su antebrazo y logró bloquearlo. Lo que no se imaginaba para nada era la potencia del golpe, y cuando notó que sus huesos se resquebrajaban por dentro ya era demasiado tarde.

“Gyaaahhh…” susurró un gritó ahogado.

La ofensiva continuaba, y el caballero sabía ahora que debía evitar la confrontación directa para defenderse. El multiplicador de Mismo Destino no sólo afectaba a su fuerza, también hacía lo mismo con su velocidad, así que no le resultó difícil escapar del siguiente golpe Mesa.

Salió volando hacia atrás, dio un rodeo en el cielo, y regresó con el puño al frente, asestando un potente golpe a Mesa en la frente. No contento con eso, continuó dándole una patada en el cuello, y remató con otro puñetazo, esta vez al estómago, dejando el puño encajado en su camisa.

Levantó la vista para ver los resultados, pues aunque el caballero de la tierra era de una altura notable, Mesa era ligeramente más alto que él, sin olvidar que se había encorvado para dar el último golpe.

Mesa estaba igual. Serio, y sin ningún rasguño, a pesar de que el caballero lo había dado todo en su ofensiva. Agarró el brazo del caballero, y comenzó a retirar su puño poco a poco, sin que Fidel pudiera hacer nada para evitarlo.

“No está mal… Con este nivel ya podrías enfrentarte al Capitán Lardo en igualdad de condiciones. En su forma normal, por supuesto, sin que se haya vuelto loco”.

“Al Capitán Lardo, a ti y a quien sea” contestó Fidel, seguro de sí mismo.

“¿A mí? ¿¡Es que no lo entiendes?! ¡¡No puedes escupirle al cielo!!”

“¡Yo soy como los girasoles! ¡Siempre miro al sol en busca de un futuro mejor!”

“Pero no puedes florecer como ellos”.

Acto seguido, Mesa retiró el brazo del caballero e inició el ataque. Levantó el brazo, con la mano extendida, pero todos los dedos juntos, y la dejó caer. Golpeó al caballero ligeramente con el filo de la mano, pero Fidel sintió como si le estuviera cortando una espada.

El filo de la mano de Mesa dio de lleno en su frente. Después, continuó recorriendo su cuerpo en línea recta, acariciando su nariz, su boca y barbilla, y rozando ligeramente el torso, hasta que la longitud del brazo le impidió llegar más abajo y el filo de la mano se alejó hasta quedar completamente mirando hacia el suelo.

No tuvo ninguna herida, no sintió ningún dolor. Simplemente cayó de rodillas con los ojos en blanco, para finalmente terminar tumbado en el suelo, boca abajo.

“Suelta es bolígrafo, porque tu tiempo para hacer el examen ha llegado a su fin” sentenció cuando Fidel cayó al suelo inconsciente.

Estiró el brazo para agarrar el cuerpo del caballero y llevárselo a Blackron, cuando un resplandor, seguido de una explosión de energía le hizo retroceder. Un instante después, Fidel estaba de pie, levitando, todavía con los ojos en blanco, mientras su cuerpo volvía a cambiar.

“¡¿Se ha levantado estando inconsciente?! – Mesa se fijó en sus ojos – Ya entiendo… He utilizado toda mi fuerza para tumbarle de un golpe, pero no me había dado cuenta de que hace ya un rato que no me estoy enfrentando al caballero de la tierra. Él ya no tiene el control de su propio cuerpo, esa técnica se ha adueñado completamente de él, y mientras siga activa, despertará el cuerpo una y otra vez, volviéndolo cada vez más fuerte”.

El aura que envolvía al caballero aumentó su área una vez más. Avanzó desde los codos y las rodillas hasta los hombros y la ingle, cubriendo por completo las extremidades, mientras sacudía el cuerpo del caballero sin cesar. El intenso dolor al que estaba siendo sometido le hizo recuperar la consciencia, sorprendiéndose él mismo de la situación.

“¿Qué ha pasado? – Pensaba en voz alta – El multiplicador ha vuelto a aumentar…”

“Confirmado, no se entera de nada… – pensó Mesa – Esto quiere decir que no ganaré este combate sólo por ser más fuerte. Aunque le tumbe cuantas veces quiera, mientras su cuerpo resista, la técnica volverá a despertarle y le otorgará nuevo poder… Usar todo mi poder no va a servir de nada, tengo que anular esa técnica o aguantar hasta que se desactive sola. El multiplicador ya ha alcanzado el cinco, ¿hasta dónde piensas que puedes llegar, caballero?”

“No sé qué ha ocurrido, ¡pero da igual! – Exclamó Fidel sonriendo – ¡Mi poder ahora es cinco veces superior a lo normal y tarde o temprano te acabaré venciendo!”

El caballero de la tierra se volvió a lanzar al ataque. Lanzó un puñetazo a Mesa con su nueva fuerza, y éste se limitó a bloquearlo, sin contratacar.

“He de tener cuidado. Si le golpeo demasiado fuerte el multiplicador volverá a aumentar. Todavía sigue sin ser capaz de enfrentarse a mí, es mejor que me dedique a defenderme de sus golpes para que se mantenga como está ahora, hasta su cuerpo ya no pueda aguantar más”.

“¿Qué? ¿Ya no puedes conmigo verdad? – el caballero estaba notablemente crecido con su último aumento de poder – ¿Notas que mi fuerza ha igualado la tuya, o es que acaso ya es superior?”

Mesa no entró en su juego. Prefirió demostrarle las cosas en vez de decirlas. Dejó de bloquear sus golpes, dejándole golpearle abiertamente, para que comprobara por sí mismo que sus ataques no tenían ningún efecto por mucho que su multiplicador estuviera ya en cinco. Tras eso, cruzó los brazos y empezó a bloquear sus golpes sólo con las piernas, hasta que encontró un hueco entre sus golpes y le asestó una patada que lo tiró al suelo. Una vez allí, el caballero comenzó a resignarse.

“He estado entrenando con Shawn Stevenson durante mucho tiempo, he sobrepasado mis propios límites, he prendido nuevas técnicas, incluso he multiplicado mi fuerza por cinco… Pero aun así, sigue superándome sin ningún esfuerzo una y otra vez… Es… Es increíblemente fuerte… ¿Acaso es invencible?”

“Eso es… – pensaba Mesa – Si rebajo la fuerza de mis ataques, el multiplicador no aumentará, y su técnica caerá por su propio peso”.

Fidel se puso en pie. Él también quería cambiar de estrategia, y por su mirada, parece que había decidido hacia donde dar el siguiente paso.

“En circunstancias normales, lo que voy a hacer ahora estaría totalmente fuerza de mi alcance, pero con el multiplicador actual, tal vez no sea completamente seguro que lo consiga, pero sí que tendré una mínima posibilidad de lograrlo… Cada vez que lo he intentado en mis entrenamientos me he encontrado con un fracaso tras otro, pero era sólo porque no tenía la fuerza suficiente para manejar tanto poder. Ahora sí, ahora lo lograré, lo sé. Mi siguiente ataque será, ¡la técnica final de elemento tierra!”

Mesa notó enseguida que el caballero tramaba algo. Fidel comenzó a cargar energía. Tener el multiplicador tan alto también le permitía acumular y controlar cinco veces más de energía de lo normal, por lo que los efectos del caballero sobre el entorno ya no se limitaban a un aumento de intensidad de aura y un leve viento a su alrededor. La corriente de aire que desprendía era rápida y violenta. El suelo se agrietaba bajo sus pies, y las rocas se levantaban del suelo y levitaban a su alrededor. La temperatura también iba a aumentando poco a poco, llegando al punto de que la propia vista del caballero se volvía ligeramente borrosa, al volverse el calor visible a simple vista.

Mesa sabía perfectamente que el caballero iba a hacer algo grande, pero su estrategia actual le impedía realizar ningún movimiento. Todo lo que estaba ocurriendo luego iba a repercutir en su favor. Cuanto más utilizara la técnica, cuanta más energía gastase, antes sucumbiría su cuerpo, así que lo mejor que podía hacer era quedarse mirando, esperando a que el tiempo colocara a cada uno en su lugar.

Cuando el caballero de la tierra terminó de cargar energía, paró en seco. Las piedras que levitaban a su alrededor cayeron al suelo de golpe. Los temblores cesaron y el viento dejó de soplar. Todo quedó en silencio durante un instante, durante el cual Fidel tomó aliento mirando al suelo antes de ejecutar su ataque.

Levantó la mirada, fijándola en su adversario. Mesa se puso en guardia, esperando su llegada. Sin embargo, en vez de abalanzarse sobre él, el caballero ascendió a los cielos gritando.

“¡¡¡Doton: Ryuseiken[3]!!!” exclamó según subía más y más.

Enseguida, el caballero se perdió en el firmamento, dejando una estela roja de su aura a su paso por los cielos. Mesa contemplaba el cielo atentamente, esperando su regreso, pero se encontró con algo muy distinto.

A los pocos segundos, comenzó a divisar algo en el cielo. Míseros puntos diseminados  entre las nubes, que iban aumentando de tamaño y número rápidamente, y que pronto se puso ver que eran trozos de roca. Asimismo, un aura de fuego comenzaba a rodearlos mientras caían.

“Ha ascendido hasta los confines del planeta para utilizar su poder elemental y así atraer una lluvia de meteoritos. Son pequeños, pero cayendo desde el espacio, adquieren un poder inimaginable, a causa de la fricción con los gases de la atmósfera, el rozamiento del aire y la propia velocidad del meteorito – analizaba la situación – No me harán daño, pero si uno cae sobre el castillo, lo destruirá sin lugar a dudas.

Se movió hasta la entrada del castillo, y una vez allí miró al cielo para calcular la cantidad de meteoritos que ponían en peligro la estabilidad de la fortaleza. Arrojó una serie de bolas de energía contra los meteoritos, tratando de reventarlos antes de que alcanzaran la superficie terrestre, pero el aura que los rodeaba tras atravesar la atmósfera los hacía invulnerables a un ataque así.

“No me queda más remedio – cargó una nueva bola de energía en su mano, esta vez más grande y potente - ¡Big Bang Attack!”

Envió el Big Bang Attack, su bola de energía más poderosa, contra el meteorito que estaba más cerca, y logró explotarlo en mil pedazos inofensivos. Sin embargo, tan sólo había logrado destruir uno, y continuaban aproximándose muchos más.

“Si tengo que lanzar un Big Bang Attack para destruir cada uno de ellos me quedaré sin energía antes de acabar con la mitad y el castillo será destruido igualmente. Tengo que hacer un uso más eficiente de mi energía…”

Se llevó inmediatamente los dedos índice y corazón a la frente, y en un instante se teletransportó delante del meteorito más cercano. Una vez allí, con el otro brazo, golpeó con toda su fuerza al cuerpo estelar, brillante e incandescente, clavando hasta el fondo su brazo en la piedra ardiente, y liberando en su interior una bola de energía de poca intensidad, pero suficiente como para destruirlo en pedazos inofensivos.

Al estallar el meteorito, su brazo fue visible de nuevo. Las altas temperaturas de la roca celeste habían desgarrado y quemado las mangas de su traje y su camisa, quedando gran parte de su brazo al descubierto. La temperatura era tan extrema, que Mesa se dio cuenta enseguida de que no podría dar un segundo golpe seguido con ese brazo sin calcinarlo, así que se vio obligado a ir turnándose. Se llevó los dedos de la mano quemada a la frente para cambiar de lugar, y se plantó delante del siguiente meteorito que avanzaba directo hacia el castillo.

Se repitió la misma escena. Mesa incrustó su brazo en el meteorito hasta el hombro, para asegurarse de que llegaba hasta lo más profundo, y una vez allí, la explosión de la bola de energía hizo el resto del trabajo, poniendo a salvo el castillo.

“Desde el suelo no parecían tan grandes – pensaba Mesa – Tienen entre cinco y metros de diámetro… No voy a poder detenerlos todos, ni aguantarían mis brazos, ni tengo tiempo para destruir todos uno a uno, tengo que escoger…”

Ya tenía las mangas de los dos brazos destrozadas, pero el tiempo de descanso que dejaba a un brazo entre golpe y golpe era suficiente para permitirle continuar.

Ignorando los que caían por los alrededores, y centrándose en los que ponían en peligro el castillo, fue moviéndose de uno a otro para destruirlos, mientras los demás causaban grandes explosiones y cráteres por doquier.

“¡¡¡Haaaaaaa!!!” exclamó con fuerza para tratar de luchar contra el dolor que le causaba el calor de las rocas en los brazos, por mucho que los estuviera turnando.

Al reventar uno de ellos, una nube de humo causada por la explosión de la bola de energía le limitó la visibilidad, y un instante después, una nueva roca ardiente se abría paso a través del humo, sorprendiéndolo y llevándoselo por delante, arrastrado dentro del aura incandescente del pequeño asteroide, que le estaba destrozando la parte delantera del traje.

Tenía la firme intención de derribar ese meteorito de la misma forma que los demás, cuando de casualidad vio un segundo cuerpo celeste descendiendo en dirección al castillo. No tenía tiempo para detener los dos. Si iba a por el otro, el que ahora le arrastraba impactaría contra el castillo.

Actuó rápido, de la única manera que le quedaba. Aún con el cuerpo pegado a la roca, extendió la mano y lanzó un Big Bang Attack contra el otro meteorito, y cuando vio el reflejo de la explosión, cambió el rumbo del que le arrastraba con fuerza bruta, mandándolo en otra dirección, a pocos metros de que alcanzara la fortaleza que le habían encomendado proteger.

Su cuerpo, ya libre y notablemente cansado, se dejó caer sobre el tajeado del castillo, boca arriba, observando el cielo, finalmente despejado.

“Sin duda era la técnica final de tierra, pero seguía sin poder nada contra mí”.

Se puso en pie, despacito, mirando cómo había quedado el traje. Mangas destrozadas, torso completamente dañado, corbata hecha pedazos, y todo lleno de polvo y tierra. Todo lo contrario a lo que él suele ser.

Estaba pensando en el dinero que llevaría Fidel en la cartera, y que por mucho que fuera, no podría hacer frente a la compra de un traje nuevo, cuando de pronto, el sol que bañaba el lugar desapareció, suplantado por una intensa sombra que lo envolvió todo, como si unos negros nubarrones hubieran aparecido sin avisar.

“¡¡¡Doton: Suiseiken[4]!!!”

Rápidamente, echó la vista al cielo, y vio un nuevo meteorito, pero no tenía nada que ver con los anteriores. Medía más de cien metros de diámetro. Allí, en el cielo, envuelta en el aura roja que le causaba la atmósfera, parecía una bola de fuego enorme, y caía muy despacio, con el caballero de la tierra subido encima, guiándole el camino.

“Si eso llega a caer al suelo, no sólo destruirá el castillo. Toda la isla desaparecerá, dejando tan sólo un enorme cráter que será finalmente sepultado por las aguas. Todo cuanto hay aquí dejará de existir para siempre”

Mesa no necesitó adivinar que no serviría de nada intentar destruirla con una bola de energía desde dentro. Ni siquiera con un Big Bang Attack.. Aunque clavase el puño hasta el fondo, el tamaño del asteroide era tal que realmente sería como golpearle en la superficie. Únicamente le quedaba detenerlo con sus propias manos.

“¡¡Es tu hora de morir!!” gritaba Fidel desde la parte más alta del cuerpo estelar.

No quería dar ventaja al meteorito quedándose a esperar cómo caía, es más, eso habría resultado un problema para él, porque la velocidad iba aumentando ahora que acababa de dejar atrás la atmósfera.

Salió volando a toda velocidad hacia el asteroide, y se enfrentó a él con sus manos desnudas. La primera reacción fue un grito de dolor. El calor le abrasaba, sus dedos echaban humo, y su ropa se iba consumiendo poco a poco a causa de la temperatura. Si no fuera por las gafas que le protegían, se le hubiera derretido los ojos al instante.

Empujaba la piedra del espacio exterior con todas sus fuerzas pero, incluso alguien tan poderoso como Mesa tenía sus límites, y mover un asteroide ardiente de más de cien metros de diámetro lo superaba claramente.

Aunque más despacio que antes, el meteoro continuaba su avance hacia la tierra, mientras Mesa observaba por el reflejo del cristal de sus gafas cómo se acercaba al castillo más y más, hasta que sus pies tocaron el tejado del edificio.

“A mí me da igual este castillo… Pero me han encomendado custodiarlo, y cumpliré con mi palabra”.

El caballero de la tierra observaba sonriente el avance de su ataque y en su cabeza ya estaba imaginando las consecuencias del inminente impacto contra el castillo de la Fiera Deidad. Sin embargo, una luz le hizo despertar de sus sueños. Un resplandor blanco surgió de la parte inferior del meteorito, donde lo sujetaba Mesa. Concretamente, provenía de sus manos.

“No será…” con tan sólo ver la luz, Fidel ya se imaginaba lo que estaba ocurriendo.

Ka… Me… Ha… Me…” escuchó decir a Mesa en voz baja.

“¡Mierda! ¡Va a hacerlo de nuevo! – Al caballero le entraron las prisas - ¡Vamos! ¡Doton: Suiseiken! ¡Acaba con él!”

“¡¡¡Haaaaaa!!!” exclamó Mesa.

Ya era demasiado tarde. La agonía que había impuesto a su adversario en realidad había servido para darle la oportunidad de concentrar toda su energía y liberarla en aquella increíble onda de energía. No fue capaz de ver su tamaño, ni tampoco contemplar su poder. Simplemente un destello blanco inundó el lugar y el asteroide comenzó a despedazarse poco a poco. Primero se desprendieron pedazos por los lados, que ascendían al cielo y se perdían en el firmamento. Después el cuerpo del meteorito se agrietó poco a poco, perdiendo cada vez más sustancia, y por ende, también más peso. Fue entonces cuando comenzó a ceder y ascendió de nuevo de vuelta al espacio, llevándose consigo al caballero, para terminar estallando ferozmente en la estratosfera.

A los pocos segundos, una suave lluvia de arena y diminutas piedras se hizo dueña de la zona, manchando completamente las gafas de Mesa, que se había quedado de pie en el tejado del castillo. La presión que ejerció con su cuerpo al lanzar la onda le había hecho romper unas cuantas tejas, pero teniendo en cuenta lo que acaba de evitar, le dio bastante igual tanto que se le mancharan el traje y las gafas como estropear ligeramente el tejado.

Sus brazos se habían quedado paralizados después de haberlos tenidos en tensión durante tanto tiempo, y continuaba, inconscientemente, con la misma postura que al lanzar la onda. Los brazos extendidos, apuntando hacia el cielo, y las palmas de las manos abiertas, temblando intermitentemente. La parte delantera de su ropa había sido hecha añicos. De la chaqueta y la camisa no quedaban más que los hombros y diversas partes del torso que habían logrado sobrevivir a la incineración. De la corbata únicamente quedaba el nudo, todavía pegado al cuello, todo lo demás había desaparecido.

Tardó un rato en recuperar la movilidad de sus brazos, y cayó de culo de cansancio sobre el techo del castillo, pero a pesar de todo, no jadeó ni una sola vez. Tan sólo una gota de sudor que caía desde su frente revelaba su esfuerzo.

“Ese caballero de la tierra… Ha tenido que estar dando problemas hasta el final…”

Se observó a sí mismo, y contempló el deplorable estado de su vestimenta. No tardó en llevarse la mano al cuello y arrancarse el nudo de la corbata, ahora inútil, para después limpiarse vagamente los cristales de las gafas con un trozo medio roto de la camisa.

Seguro de su victoria, descendió levitando lentamente hasta la entrada del castillo, ahora sin portón a causa del anterior ataque del caballero, donde se dispuso de nuevo a acceder para restaurar su atuendo, cuando un silbido proveniente del cielo reclamó su atención.

Giró la cabeza. Al fin y al cabo, no podía hacer otra cosa. Un cuerpo extraño descendía rápidamente, y el silbido lo producía su rozamiento con el aire. Se colocó las gafas con el dedo índice para asegurarse de lo que estaba viendo, y no le quedó duda alguna. Se trataba del cuerpo de Fidel, que caía inconsciente, desde los confines del planeta. A los pocos segundos, impactó contra el suelo con un golpe seco, y allí se quedó, inmóvil.

Estaba seguro de que estaba inconsciente, sino muerto. No sólo no se movía, sino que además sus ojos estaban cerrados, pero a estas alturas no podía correr riesgos y se acercó para asegurarse. Había visto el aura roja todavía envolviéndole, pero el asteroide que le habían lanzado también la tenía por haber entrado en la atmósfera, así que no podía estar plenamente seguro de la situación. Le surgió una duda razonable, y fue derecho a solventarla.

“El aura – susurró nada más verle – Sigue presente… No era por la atmósfera… Es la técnica que sigue activa… De un momento a otro… Volverá a ocurrir…”

Y así fue. El caballero apareció en pie, levitando, tan sólo un instante después en el que una pequeña explosión de energía surgió de su interior. Esta vez, Mesa estaba prevenido, y tan sólo necesitó cubrirse levemente con el brazo, sin llegar a retroceder.

“Incluso sin hacerle daño directamente, no he podido evitar que vuelva a aumentar el multiplicador. No se trataba de que le derrotase o no. La técnica simplemente responde cuando el usuario está falto de energía, y se activa recuperándole las fuerzas y aumentando sus límites. Ahora, su poder se multiplicará por seis. ¿En qué estabas pensando, Shawn?”

Al igual que la vez anterior, el dolor fue lo que despertó al caballero de su letargo. Ya no podía disimular, y gritaba con todas sus fuerzas de dolor, mientras el aura roja que le envolvía continuaba invadiendo su cuerpo con más intensidad. De tener las extremidades cubiertas por un aura tan intensa que sólo podía verle su silueta oscura sin importar lo cerca que miraras, pasó a tener también el torso cubierto. En aquellos momentos, excepto su cabeza y su cuello, no podía apreciarse nada más de su propio cuerpo.

La transformación había concluido, al menos de momento, pero el dolor no había desaparecido. Era tan intenso, que inconscientemente, Fidel se agachó llevándose las manos a la cabeza, mientras se apretaba el cráneo con fuerza, como si tratara de expulsar un demonio de su interior. A su espalda, el aura roja que le devoraba se hacía cada vez más grande, e iba tomando la forma de una criatura, aún sin definir, que trataba de adueñarse del cuerpo de Fidel. Sin embargo, el caballero todavía no se había rendido, no se dejó vencer por el dolor, conservaba bien el juicio, y volvió a alzarse, revirtiendo la transformación final de la técnica, que se mantenía, al menos de momento, como un aura roja intensa.

“Parece como si la técnica tuviera vida propia – reflexionaba Mesa tras contemplar aquella escena – Dos adversarios en vez de uno, un buen reto para alguien como yo, pero no seré derrotado igualmente”.

Fidel no dijo nada. Simplemente volvió a lanzarse al ataque. Tal vez impulsado por el ansia de ganar el combate, tal vez impulsado por el poder de la técnica que le acompañaba, ni él lo sabía, pero lo importante era que podía continuar el enfrentamiento.

Saltó, para después abalanzarse en picado contra su oponente, pero a estas alturas, Mesa ya no se dejaba sorprender por una acometida sorpresa. Evitó hábilmente el golpe del caballero, que impactó en el suelo, y destrozó los alrededores cercanos con la onda expansiva, agrietando y agujerando la tierra.

“¡¡Por cuatro o por seis, tu poder sigue siendo insuficiente para vencerme al máximo de mi poder!!”

El caballero inició una nueva ofensiva, pero Mesa ya no se conformaba con evitar sus golpes. Apartó su puño elegantemente con la mano y contratacó con un codazo en el esternón, con cuidado de no derrotarle de nuevo, sino únicamente frenar su avance.

Como los golpes de Mesa, aunque le provocaban dolor, realmente no le causaban daños, Fidel podía continuar atacando sin cesar, buscando un hueco, un fallo, una abertura que le condujese a la victoria.

Pero no ocurría. Mesa se tomaba muy en serio el combate, y mientras estaba a la espera de que la fuerza del caballero cayera sobre su propio peso, sus bloqueos y contras no le daban ninguna esperanza de ganar. No importaba el golpe que intentase, él lo paraba y lo evitaba y luego le echaba para atrás con un poder mayor. Entre tanto, Mesa reflexionaba sobre los acontecimientos.

“¿Qué puedo hacer? – Mesa comenzaba a sentirse acorralado – Le derrote o no, su multiplicador continua ascendiendo una y otra vez, y está empezando a volverse peligroso – A pesar de todo, trató de tranquilizarse, recordando el motivo por el que estaba ahí – He de calmarme… Estoy cerca, muy cerca de conseguir mi sueño. Después de tantos años como profesor, por fin he encontrado un estudiante capaz de dominar todas las artes. He trabajado mucho para llegar hasta aquí, y no voy a echarlo todo a perder por una marioneta que además he controlado yo. El caballero de la tierra ha llegado hasta aquí porque yo lo he permitido, y es el momento de que termine su papel en esta obra. Prefería llevar su cuerpo con vida a Blackron, porque la extracción de un cuerpo vivo es mucho más rápida, pero no me queda más remedio. Con el próximo ataque, ¡le mataré!”

Aprovechó la siguiente ofensiva del caballero para retrasar su brazo derecho, mientras bloqueaba la patada con la que intentaba alcanzarle con el izquierdo. Una vez en posición, extendió los dedos, juntándolos todos, intentando simular la punta de una espada con sus dedos, y los lanzó hacia delante en cuanto el caballero bajó la pierna y se disponía a atacar de nuevo.

El brazo de Mesa avanzó raudo en línea recta. Fidel ni lo vio venir. Se dio cuenta cuando ya era demasiado tarde. Los dedos se clavaron en la carne del caballero, cerca de su estómago, irrumpiendo y pasando a través de ella sin esfuerzo, rompieron los huesos, y siguieron avanzando hasta encontrar la salida al otro lado. El caballero de la tierra había sido atravesado completamente por la mano desnuda de su adversario, y la muerte comenzaba a reflejarse en su rostro.

“¡Y el próximo día, más!” exclamó.




[1] Kamahameha = Kame significa tortuga, y por eso Kame Sennin (el Maestro Tortuga) es quien desarrolla originalmente este ataque. Sin embargo, el nombre completo no significa nada, sino que proviene del nombre de un rey de Hawai, Kamehameha I El Grande.
[2] Doton: Doryuuheki = Elemento Tierra, Pared de Tierra
[3] Doton: Ryuseiken = Elemento Tierra: Ataque de meteoros
[4] Doton: Suiseiken = Elemento Tierra: Cometa

Curiosidades!!!


No creo que el Kamehameha necesie explicación


La barrera de tierra es una técnica de Hiruzen Sarutobi de Naruto.


El ataque de meteoros coge su nombre del ataque principal de Seiya de Caballeros de Zodiaco, pero realmente no tiene nada que ver, pues el ataque original es tan sólo una serie de puñetazos a la velocidad del sonido.


Lo mismo pasa con el otro, sólo se coge el nombre.