domingo, 24 de noviembre de 2013

Episodio CLIX


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Episodio CLIX
E
l aura negra que envolvía a Blackron se iba haciendo cada vez más y más intensa. Según lo hacía, los elementos oscuros empezaron a manifestarse. En primer lugar, un torrente de agua negra emergió del mar, estrellándose a la izquierda de su invocador. Después un tornado de viento oscuro apareció entre las nubes y se quedó detrás del Caballero Negro. Una llama negra se prendió en al aire y levitó hasta quedarse a su derecha, y por último, un feroz rayo negro descendió de los cielos, impactando justo entre los dos combatientes. Ésa era la señal.

“Será infantil… Sólo está marcando paquete” pensó el caballero del rayo.

El rayo negro se desvaneció e un instante, y con él, el resto elementos oscuros, y los dos jóvenes salieron al ataque. Blackron adelantó su primer movimiento, y proyectó un chorro de agua negra contra el caballero del rayo.

“¡No pienso dejar que me atrapes con esa mierda!”

Se echó hacia un lado para evitar el agua, pero su contrincante insistió, redirigiendo el chorro para perseguirle. Jonyo aumentó su velocidad, dejando atrás aquella corriente de agua negra, y siguió avanzando hacia su objetivo.

“Estoy sorprendido – pensaba – Parece que el entrenamiento con aquella armadura tan pesada de Shawn sí que sirvió para aumentar mi velocidad. Puede que no hasta niveles estratosféricos, pero sí lo suficiente para marcar la diferencia en combate. ¡Tengo que aprovecharlo ahora que todavía es un factor sorpresa!”

Trató de no esforzarse al máximo, para poder seguir sorprendiendo a su contrincante a lo largo del encuentro, y aumentó su velocidad únicamente en la cantidad necesaria para librarse del agua negra que le perseguía, sin dejar demasiada distancia, para que pareciera que no podía hacer más.

El Caballero Negro no pudo hacer otra cosa que ver cómo su ofensiva era completamente inútil, y su antiguo compañero de acercaba a él, espada en mano, directo al ataque.

Cuando Jonyo blandió su espada para atacar a su adversario, el Caballero Negro alzó una mano al cielo, y un tornado de viento negro se formó a su alrededor, envolviendo a su amo, y protegiéndolo de cualquier golpe.

La espada del caballero impactó en el viento negro, que giraba a gran velocidad, y fue rechazada por la fuerza centrífuga del elemento. Jonyo también fue arrastrado levemente y perdió el equilibrio durante un instante, momento que aprovechó su oponente para deshacer el escudo de viento y reaparecer en posición de ataque, y ejecutando un espadazo en horizontal.

Inconscientemente, el caballero del rayo dio un salto con el único pie que todavía controlaba, y se libró del corte fatal. Después dio una voltereta hacia atrás en el aire, y al aterrizar se impulsó hacia delante, para reiniciar la ofensiva.

Blackron le veía venir, y estaba preparado. Una suave corriente de viento negro comenzó a acumularse en su espada. Tras eso, dio un espadazo horizontal al aire, y un haz de viento negro con forma de luna en cuarto menguante salió disparado hacia el caballero.

“Eso es… Getsuga Tenshou… Está tratando de frenarme de cualquier forma, porque sabe que soy más rápido que él… Y yo me estoy atreviendo a reservar mis fuerzas contra un oponente tan colosal… ¡¡No puedo permitírmelo!! ¡¡Daré el máximo!!”

Jonyo aumentó su velocidad, y fue de cabeza contra la técnica de su adversario, enfrentándola directamente con la espada. Las dos fuerzas chocaron, y se inició un forcejeo entre el caballero y el ataque de viento negro.

La fuerza del Getsuga Tenshou arrastró los pies del caballero varios metros, pero Jonyo puso todas sus fuerzas en su espada y consiguió mantenerse de pie. Sin embargo, el poder de la técnica del Caballero Negro continuaba empujándole sin que pudiera hacer nada, hasta que la energía que lo componía se diluyó y terminó desvaneciéndose. El caballero del rayo quedo a escasos metros de caer por el acantilado, y cuando vio que no había sucumbido ante el Getsuga Tenshou, cayó de rodillas de cansancio y emoción.

“Lo… Lo he resistido…”

“No te eches flores, Jonyo… No has aguantado el impacto del ataque, ni has conseguido romperlo. Simplemente lo has retenido hasta que se ha dispersado la energía que lo componía. Es algo que le pasa a todos los ataques energéticos o elementales.

“Me da igual – respondió mientras se ponía en pie – El caso es que no has logrado tumbarme”.

“No te preocupes – Blackron comenzó a acumular viento negro de nuevo en su espada – Te tumbaré ahora, y ya no podrás levantarte”.

“¡¡Ahora!!” pensó Jonyo.

En el momento en que Blackron se dispuso a ejecutar su ataque, el caballero del rayo se movió a toda velocidad, alcanzó a su oponente en un instante, y consiguió acertarle un puñetazo en la mejilla cuando iba a desatar su ataque. El caballero se quedó unos segundos con el puño encajado, esperando una respuesta del cuerpo de su adversario, pero no consiguió moverlo ni tirarlo al suelo. Finalmente, el propio Caballero Negro agarró del brazo a Jonyo y apartó su puño.

“No aprendes Jonyo – dijo mientras se limpiaba un pequeño hilo de sangre que caía derramaba por el labio – Ni siquiera sabes usar tus propios poderes, y por eso sigues siendo inferior a mí. A pesar de ser el más rápido de todos los caballeros, pones tanta fuerza en tus ataques que la tensión que generan tus músculos disminuye considerablemente tu velocidad, y acabas yendo más despacio que algunos de tus compañeros, sin alcanzar tampoco la potencia que consiguen desatar ellos. Por renunciar a ti mismo, te has quedado en un quiero y no puedo y ahora no despuntas en nada”.

“No digas tonterías, ¿de qué me sirve acelerar más si con la presión dinámica que se produce al aumentar la velocidad no puedo moverme libremente? Cuanto más rápido vas, más pesa tu cuerpo, y por ende también es más complicado mover el puño tenso y rígido para el ataque. Tal vez pudiera propinar algún golpe a esa velocidad, pero sería tan suave, que un adversario tan poderoso como tú ni siquiera se daría cuenta de que le han tocado.

Si voy a mucha velocidad y poca fuerza, ¿de qué me sirve alcanzar a mi objetivo si no puedo dañarle? Y si voy a poca velocidad pero con mucha fuerza, ¿de qué me sirve la fuerza si no soy capaz de alcanzado a mi objetivo? Me ha costado mucho alcanzar el equilibrio perfecto entre las dos cosas, y que un primer golpe no te haya hecho daño no servirá para que me convenzas de que estoy equivocado”.

“Está bien… Te voy a enseñar el verdadero poder de la velocidad, el poder de tu elemento, ¡el poder del rayo negro!”

Blackron, que todavía sujetaba al caballero por el brazo, lo arrojó violentamente al cielo, saltó, y le golpeó en el estómago para inmovilizarle momentáneamente. Después le dejó caer. El caballero quedó unos instantes sin respiración, el tiempo suficiente como para que Blackron pudiera invocar su ataque.

“El rayo negro es un elemento muy difícil de controlar – comentaba mientras alzaba una mano al cielo y comenzaba a acumular energía en su cuerpo – Y siendo la primera vez que lo utilizo, lo más probable es que no acierte a la primera, así que iré a lo seguro…”

El caballero del rayo levantó la mirada. En un pestañeo, un rayo negro cayó del cielo, fulminante, muy cerca de él. Pocos segundos después, cayó otro, por detrás del Caballero Negro. Finalmente, Blackron terminó de cargar energía, lanzó una onda de energía negra hacia arriba, que fue engullida por las nubes, y estas liberaron una tormenta de rayos negros que asolaron el lugar.

Jonyo no tuvo tiempo ni de reaccionar. La velocidad de aquellos rayos negros fue fulminante, su fuerza ineludible, y su poder abrumador. Sacudieron brutalmente toda la zona alrededor del caballero del rayo, buscando acertar por pura inercia, atravesando rocas, tierra y aire, y también al propio caballero.

No tardó en notar los efectos del rayo negro sobre su organismo. Esperaba sentir una descarga eléctrica de gran poder, sin embargo, no sintió nada, es más, dejó de sentir. En unos instantes, el caballero del rayo perdió la vista, y quedó sumido en la más absoluta oscuridad, a pesar de que ningún rayo le había alcanzado en los ojos. Después, perdió el equilibrio y cayó al suelo, pero no sintió el golpe al caer. Ni el golpe, ni nada. No era capaz de percibir su propio cuerpo. El olor de la tierra era lo único que le confirmaba que de verdad había caído al suelo, pero también dejó de percibirlo poco después. Ya sólo le quedaba el estruendo de los rayos negros sacudiendo la zona, y finalmente también terminó por desaparecer.

Sin embargo, él sabía que no estaba muerto. Sabía que esos rayos negros no habían acabado con su existencia, porque todavía podía hacer una cosa. No podía ver, oír, oler, ni moverse, pero seguía siendo capaz de pensar. Pensaba en lo que había ocurrido, y en la manera de salir de aquella terrible situación. Pensar era lo único que probaba que estaba vivo.

Aunque Jonyo no lo sabía, la lluvia de rayos negros había cesado. Blackron permanecía de pie, observan el cuerpo inanimado del caballero, que yacía en el suelo, sin ninguna evidencia de lucha que hubiese podido tumbarlo. A pesar de que su adversario estaba indefenso, el Caballero Negro no se movió, no comenzó ningún ataque, no aprovechó para ganar. Se quedó inmóvil, en silencio, esperando.

Poco a poco, el caballero del rayo, fue recuperando sus facultades de la misma inexplicable forma por la que se habían ido. Empezó moviendo los dedos ligeramente, percibió el olor de su propio aliento al respirar, escuchó el sonido del viento, y la imagen del mundo volvió a aparecer en la pantalla de sus ojos. Estaba ligeramente conmocionado, pero en unos instantes recordó todo lo que había ocurrido y se levantó dando un sobresalto, buscando heridas en su cuerpo, llevándose la mano a la espada para protegerse del siguiente ataque, buscando por todas partes a un adversario que no se había percatado que tenía delante. Al ver que su cuerpo estaba intacto, se tranquilizó, y fue entonces cuando descubrió la figura de antiguo amigo, firme y desafiante, pero a la vez calmada y serena, frente a él, en el mismo sitio que estaba cuando ocurrió todo.

“¿Qué ha pasado? – Preguntó el caballero – No sentí ninguna descarga eléctrica cuando me alcanzaron esos rayos negros. Es más, no sentí nada, todo desapareció”.

“Esa es precisamente la habilidad del rayo negro. Como bien sabes, la electricidad es la base de cualquier organismo. Todos los órganos se comunican con el cerebro mediante impulsos eléctricos a través del sistema nervoso. El rayo negro desestabiliza la electricidad del cuerpo, cortando la comunicación del organismo. Por eso, aunque el cuerpo esté físicamente sano, se anulan todas las funciones vitales, porque las órdenes del cerebro no llegan a su destino y no pueden procesarse. Al mismo tiempo, las respuestas a estímulos de los órganos que el cerebro debe interpretar, tampoco son capaces de alcanzar la base del sistema, por lo que aunque tus ojos vean el mismo infierno, tu cerebro sólo puede mostrarte una pantalla en negro. Aunque tus oídos estén escuchando una horrible melodía, tu cerebro vive en el silencio. Aunque tu nariz esté oliendo un cadáver, tu cerebro no lo sufrirá, y aunque beses a la novia de tu mejor amigo, tu cerebro seguirá insípido”.

“Ya veo… Un poder abrumador, sí… Pero de ser cierto, entonces no entiendo una cosa, ¿por qué no me has atacado ahora que había perdido todos mis sentidos?”

“Sólo era un ataque de exhibición, a cortesía de la casa. Matarte cuando estás indefenso no tendría gracia. No serías consciente del sufrimiento que te pienso incurrir en el momento de tu muerte. Además, todavía tienes algo por hacer antes de morir”.

“Algo… ¿Por hacer?”

El caballero del rayo no entendía a lo que se refería su adversario, pero tampoco tuvo tiempo de pararse a pensar, pues, de inmediato, Blackron se abalanzó contra él. El caballero volvió a golpearle, buscando el punto óptimo que le permitiera utilizar toda su fuerza a la mayor velocidad posible. Echó el brazo para atrás, y golpeó al caballero Negro según venía, pero él ni siquiera se molestó en esquivar el golpe, sino que lo recibió, lo resistió, y continuó su ofensiva.

“¡Pierdes el tiempo!”

Blackron le agarró de los codos, para impedir nuevos puñetazos, y le asestó un rodillazo en el estómago. Jonyo se encogió de golpe, pero ver a su adversario apabullado no le impidió continuar golpeándole sin cesar.

Comenzó con un puñetazo en la barbilla, de arriba abajo, para levantarle, y un instante después le lanzó a un lado con una patada en el costado. Instintivamente, el caballero del rayo disparó una onda de energía, ahora que le separaba cierta distancia de su objetivo, pero Blackron volvió a cubrirse con un tornado de viento negro, y la onda salió desviada por la fuerza centrífuga.

“Otra vez ese viento negro… Pues ahora verás… – el caballero recurrió a la fuerza de su elemento. Invocó un rayo, que cayó a su lado, y en el instante en que impactó, Jonyo arrancó un trozo del centelleante elemento, y lo lanzó directo contra el tornado oscuro que envolvía a su adversario – ¡Lanza del Relámpago!”  

El rayo avanzó a la misma velocidad que cuando cae del cielo. Fue más rápido que un pestañeo. Aquel pedazo de rayo disolvió el tornado de viento negro y se abrió paso hasta Blackron, en el impactó violentamente, tumbándolo en el acto, donde se quedó tirado varios segundos, con múltiples espasmos.

“Hala… – el caballero del rayo no salí de su asombro – Lo he tirado por pura rabia, no me esperaba que fuese a funcionar, pero… El tornado de viento negro se ha desvanecido… Si mi Lanza del Relámpago ha conseguido vencerlo, eso sólo puede significar que iba a una velocidad superior a la giraba el viento. Entonces, ¿y si estoy equivocado? ¿Y si la estrategia que he llevado hasta ahora no era la correcta? ¿Y si pruebo a hacer eso?”

Las reflexiones del caballero eran tan profundas, que dieron tiempo a que Blackron se recuperara de los espasmos y se pusiera en pie, aunque todavía algo aturdido.

“Olvidé que ese ataque era demasiado rápido. Incluso yo, el mejor de los mejores, puedo cometer un error”.

“Está bien, probaré – Jonyo seguía enfrascado en sus propios pensamientos – Le daré una oportunidad a esta teoría, combatiré por encima de mis creencias, ¡lo haré!”

Blackron volvió a lanzarse al ataque, pero en aquel momento, la velocidad a la que avanzaba, a Jonyo le parecía lenta, muy lenta.
El caballero redujo su fuerza al mínimo, aligeró su peso, liberó todas sus tensiones, y por primera vez, renunció a todo lo demás para ir lo más rápido que pudiera. Un segundo después, la nariz del Caballero Negro estaba ensangrentada, y él tirado en el suelo, sin estar seguro de lo que había ocurrido.

“¿Qué cojones ha pasado? – se preguntaba Blackron mientras trataba de detener la hemorragia – Sólo vi una luz en el puño de Jonyo, cuando todavía estaba lejos de mí, y de repente, pasó esto…”

“Estoy tan sorprendido como tú, – le contestó Jonyo, que no dejaba de mirarse el puño y sonreír – pero por fin lo he comprendido. He comprendido… El verdadero poder la velocidad. Ese golpe, el que ha hecho que tu nariz sangre, ha sido el más débil que he dado en toda mi vida, pero por alguna razón, al aplicarle mi velocidad máxima, se ha vuelto extremadamente poderoso”.

“Veo que por fin lo has conseguido”.

“¿Cómo? ¿Esto es cosa tuya? No me digas que eso que dijiste antes que me faltaba por hacer, ¿era esto?”

“Cualquier sustancia, por diminuta o inofensiva que parezca, se vuelve temible cuando viaja a determinada velocidad. Si te cae una gota de pintura desde el espacio, el impacto que recibes equivale a un disparo de pistola. Si caes al mar desde un avión, el agua será más dura que el hormigón. Es normal que tus golpes, por poca que sea la fuerza que les apliques, se vuelvan tan poderosos al utilizarlos a velocidad máxima”.

“Que ciego he estado todo este tiempo… Tenía la fuerza que buscaba delante de mis narices, y jamás me paré a pensar siquiera en cómo utilizarla… Pero, dime, ¿por qué? ¿Por qué me lo has dicho? ¿Por qué me has ayudado? Pensaba que querías matarme”.

“Y es cierto, pero, al igual que tú, no me basta con cualquier victoria. Para demostrar que era, soy y seguiré siendo superior a ti para siempre, necesito vencerte al máximo de tu poder, y ese máximo acaba de alcanzarse ahora. Tú me diste el poder de tu elemento sin oponer resistencia, y no quiero deberle nada a nadie, así que yo he hecho que despiertes todo tu potencial. ¡La verdadera batalla comienza ahora!”

“Entiendo… Así que ya estamos en paz… No obstante, para mí, esto sigue sin ser suficiente. Yo quería derrotarte estando en posesión de todos los elementos oscuros, pero mis compañeros no van a perder, así que tengo que conformarme con acabar contigo a este nivel, a pesar de que no hayas conseguido todavía tu poder al completo”.

“Jejejeje…” reía maliciosamente.

“¿Qué te parece tan gracioso? ¿Es que piensas que puedes matarme en tu estado actual?”


“No, es que me hace gracia tu inocencia, porque aquí llega… ¡mi siguiente elemento oscuro!”