jueves, 26 de julio de 2012

Episodio CXXXIX

Llevo diciéndome a mí mismo que quedan dos capítulos de volumen desde hace... cuatro capítulos contando con este xD Pero esta vez es la buena, ¡ahora sí que quedan dos capítulos! Terminaremos en el 141 (en serio). Es que, aparte de que las cosas que tengo en la cabeza ocupan más y las cuento mejor de lo que en realidad pienso, también se me ocurren algunas ideas nuevas que enriquecen el entrenamiento y explican las relaciones de los personajes y sus pensamientos y emociones. Y otro asunto, me voy de vacaciones desde dentro de unas horas hasta el lunes, así que este domingo no habrá Episodio 140. Lo siento Jon, sé que es tu cumpleaños el domingo y seguro que te hacía ilusión el capítulo de cierre de temporada como regalo xD pero tendrás que esperar un poco más.

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Episodio CXXXIX

N
inguno de los dos perdió el tiempo. Ambos estaban ansiosos por comenzar, por tener un enfrentamiento con alguien digno de su nivel. En un instante, el caballero del fuego se transformó, sin apenas esfuerzo y con un pequeño grito, pero que no dejó indiferente a nadie.

“Impresionante, Arturo. Ahora mismo estoy seguro de que sólo yo puedo sentir tu energía. A ver qué te parece la mía”.

El caballero de la rosa se puso el pañuelo de Pamela en la cabeza a modo de venda en los ojos. Después clavó su espada en el suelo y su energía aumentó considerablemente, asombrando a todos los presentes.

“Pero… ¿qué ha hecho? – Pensaba Peter – Si sólo ha clavado su espada en el suelo…”

“Me cuesta… Mantenerme en pie” comentaba Pamela.

“Sin duda es una energía excepcional… Pero, ¿cómo lo ha hecho?” pensó Hilda

“Felicidades, Gabriel. Yo tampoco sé lo que has hecho, pero has aumentado mucho tu energía. Sin embargo – le dijo su compañero – Parece que todos pueden sentirla, así que no podrás hacer nada contra mí”.

“Yo no pienso lo mismo – respondió muy confiado – así que tendrás que venir a comprobarlo”.

A pesar de que Arturo ya mantenía su propio juicio una vez transformado, no se había liberado totalmente de esa agresividad y ganas de luchar que le invadían cuando cambiaba sin que se diera cuenta. Fue aquella agresividad dada por el SuperGuerrero la que le impulsó a tomar la iniciativa en el duelo. Salió volando a ras de suelo, dejando una estela de polvo tras de sí, y con el puño preparado para asestar el primer golpe. Gabriel, en cambio estaba muy tranquilo. Tanto, que algunos espectadores temían por él, al ver cómo la bestia se acercaba a una presa con los ojos vendados.

“¡Cuidado! – Gritó finalmente Pamela – ¡Va a por ti!”

 “Yo controlo” fue lo único que dijo para tranquilizar a la niña.

Una mano. Una sola mano fue lo único que necesitó para bloquear el puñetazo de su compañero, que quedó más sorprendido que ninguno.

“¡Es imposible!” exclamó Arturo sobresaltado.

Con ganas de demostrar a todo el mundo que era superior en todos los aspectos, el caballero del fuego desató una cadena de ataques consecutivos, alternando puñetazos y patadas, contra Gabriel,  que conseguía bloquearlos todos con facilidad. Al terminar el combo, intentó un puñetazo más rápido y potente, que Gabriel evitó hábilmente con un salto. Arturo no fue capaz de parar el golpe y su brazo quedó incrustado en el suelo.

“Se supone que tenías que controlarte” le dijo el caballero de la rosa, que se posó en sus hombros al caer del salto, y los aprovechó para impulsarse y salir volando.

“¡¡No escaparás!! – Arturo intentaba sacar el brazo de dentro de la tierra, pero había quedado incrustado – ¡Joder!”

Optó por lo fácil, disparó una onda de energía para destruir el suelo, pero no calculó bien la cantidad de energía y resultó demasiado potente, creando una nube de fuego que engulló al caballero. También agrietó la tierra y emergieron varias columnas de energía procedentes de resquicios del ataque que se perdían por el interior de la tierra, saliendo algunos muy cerca de donde estaban Hilda y los demás.

“Casi que ha sido una putada que Peter se haya ido, ¿no?” comentó JesuCristo mientras se cubría del polvo levantando por la explosión.

“Deberíamos alejarnos un poco…” opinó Hilda.

“De poco nos va a servir… – continuó hablando el sacerdote – Esos dos tienen poder suficiente para matarnos a todos sin importar lo mucho que corramos. Peter era nuestra única forma de protegernos de verdad. Estando las cosas como están, yo prefiero quedarme donde estoy y disfrutar del combate desde esta privilegiada posición. Los demás podéis iros si queréis”.

“Yo me quedo – dijo JesuCristo – No tengo miedo a la muerte”.

“Yo también me quedo, – se sumó Pamela – confío en ellos. Sé que no nos harán nada”.

“Hombres y niños… La peor compañía que una puede tener – Hilda se rindió ante la presión de grupo – Más vale que no muera ninguno de nosotros o los clanes quedarán desgobernados” terminó diciendo antes de que todos centrasen su atención en el combate.

Justo en ese instante, Arturo emergió de la nube de fuego que habría creado la explosión de su propio ataque. Salió volando, espada en mano, aunque nadie había visto cuando la había desenvainado, y cargó contra Gabriel a espadazo limpio.

“No se está controlando mucho que digamos” comentó Mario.

El caballero de la rosa desenvainó también su espada y continuó bloqueando los ataques de su compañero sin un notable esfuerzo. La frustración del caballero del fuego al ver que sus ataques no surtían efecto fue aumentando hasta que lo que falló fue su concentración y Gabriel vio una oportunidad clara para realizar un contrataque. Tras bloquear un espadazo de Arturo, el caballero de la rosa le hizo un suave corte en la mano con la que sostenía la hoja, y después, de un manotazo, le arrebató la espada, que cayó al suelo sin remedio. Finalmente, ante un Arturo sorprendido y desprotegido, Gabriel no tuvo más que asestar un certero golpe con su puño en el pecho de su adversario, que quedó paralizado unos instantes.

“¿Qué me has hecho? – Preguntó Arturo después de unos segundos – De pronto me siento más calmado”.

“Te estabas empezando a poner nervioso y no quería que fallaras el entrenamiento. Cuando te alteras, el pulso se acelera y el corazón bombea más sangre. Al golpearte en este punto cercano al corazón, he estabilizado de nuevo tu flujo sanguíneo y por eso has vuelto, digamos, a la normalidad. Ahora hazme un favor y no vuelvas a perder los papeles, ya sé que la transformación te impulsa a combatir con todas tus fuerzas, pero no olvides que yo no soy tu enemigo”.

“Gracias…” fue lo único que contestó el caballero.

Fidel continuaba con sus actividades, mitad entrenamiento, mitad desahogo, destruyendo cualquier cosa que se encontrara a su alrededor, cuanto más dura y resistente, mejor, por lo que solía decantarse por grandes piedras de rio que había alrededor del arroyo que cruzaba la isla. También, mitad para progresar en su entrenamiento, mitad para tratar de calmar su malestar emocional, destrozaba las rocas con la parte del cuerpo que más daño se infligiera al hacerlo, así que terminaba rompiendo la mayoría con la cabeza o con la mano, pero con la palma abierta. Sin embargo, una sensación que ya había experimentado antes interrumpió su cometido.

“Esa energía… La conozco…”

Dejó la piedra que iba a partir en dos en el suelo y salió volando rápidamente, dejando una hilera de sangre por el suelo que salía de una brecha en la cabeza, producto de sus innumerables impactos.

No tuvo que volar mucho, el combate entre Arturo y Gabriel se veía desde lejos, y la isla era bastante pequeña. En cuanto vio que podía distinguirles a simple vista, se paró y se quedó flotando.

“Lo sabía… Es Gabriel… Como olvidar esa energía… Esa energía que destruyó la Torre de Madera… Pero… Es extraño, es la misma energía… Y a la vez es distinta… Ahora que me fijo… ¡Gabriel lleva una venda en los ojos! ¡Qué cabrón! No quiere que le descubran… Sólo estábamos dos personas además de él aquél día, pero el otro tío está muerto así que ahora yo soy el único que ha visto esos ojos… Y Arturo… Está en SuperGuerrero… Definitivamente me había mentido el muy hijo de puta… Después de todo lo que hemos pasado va y me suelta esa milonga de que si no le hacía caso perdía sus poderes, hay que ser retorcido para hacer chantajes emocionales a estas alturas… Pues ten mucho cuidado, caballero del fuego, porque no te imaginas quien es de verdad tu oponente, ni lo terrible que puede llegar a ser…”

Por su parte, Jonyo también seguía inmerso en su entrenamiento, ya prácticamente sin fuerzas y sumido en la desesperación. Su última muestra de rebeldía contra los explosivos le había agotado casi completamente, y ahora las bombas le alcanzaban en su totalidad, sacudiendo su cuerpo entre una marea de fuego una y otra vez.

Tres bombas venían directamente hacia él, que sabía que ya no podía hacer otra cosa que quedarse mirando como impactaban contra su cuerpo. Ya no le pesaba la armadura. Ahora sentía como si aquella pesada carga no fuera otra cosa que su propio cuerpo. Aun así, se negaba creer lo que estaban viendo sus ojos, se negaba a caer ante aquellos explosivos, y sobre todo, se negaba a rendirse. Corrió unos metros para tratar de librarse de la amenaza que se cernía sobre él, pero no consiguió nada y las dos esferas le alcanzaron, una se acopló a una pierna, otra en la espalda y la última a la cabeza. Finalmente estallaron, envolviendo al caballero del rayo en una deflagración.

“Player Life Point… 1%... - informaba la operadora – Critical player damage. Retreat recommended. Repeat. Retreat recommended”.

“El sistema te recomienda que abandones. Tu nivel de salud es muy bajo – le dijo Seagram cuando el fuego y el humo se disiparon y descubrió su cuerpo tirado en el suelo seminconsciente – Yo te recomiendo lo mismo”.

“Cállate – fue lo único que contestó el caballero. Se levantó de nuevo, cada vez más despacio y con más esfuerzo, y observó a las bombas desafiante – Son muchas… – Sus sentidos le estaban jugando una mala pasada. Su mente, ante la impotencia de aquel momento, le hacía creer que el reto al que se enfrentaba era mayor de lo que en realidad era – Antes noté algo… Hace un rato… ¡Lo recuerdo! Pero… Sigo sin saber el por qué…”

“¡Abandona de una vez! Si sigues así morirás, ¿o es que prefieres eso al darte cuenta de que no puedes completar el entrenamiento y por ende, tampoco podrás derrotar al Caballero Negro?”

“¡¿Qué! – aquella afirmación ofendió profundamente al orgulloso caballero del rayo, que inmediatamente ardió cólera –  ¡Repite eso si te atreves!”

“¿Y si lo repito qué me harás?” le provocaba su supervisor.

“¡Te haré probar mi fuerza en tu propia carne! ¡Me da igual que ahora seas un tullido! ¡Nadie me falta al respeto de esa forma!”

“No es faltarte al respeto. Tan sólo es decir la verdad. En tus condiciones actuales, no tienes la más mínima posibilidad de vencer al Caballero Negro. Si te lo encontrases te aplastaría sin remedio, te machacaría lentamente, desgarraría tus músculos, rompería tus huesos y te quitaría la vida sin que ello le supusiese más que un juego de niños. ¿Y sabes una cosa? Aunque cumplieras tu patética amenaza contra mí, aunque te desahogaras golpeándome hasta mi último aliento, todo lo que te he dicho seguirá siendo verdad, y contra eso no puedes escapar”.

“¡Serás hijo de…!”

El caballero del rayo no llegó a terminar la frase. Directamente salió corriendo, sin saber bien de donde sacaba las fuerzas, y se lanzó hacia Seagram envuelto en cólera.

“Cuidado, sigues dentro del entrenamiento” le advirtió.

Una bomba salió volando hacia Jonyo en el momento que se puso a correr. Iba directa a uno de sus brazos, y el caballero sabía que no le quedaban fuerzas para saltar o salir volando. Podía tirarse al suelo simplemente, le había pasado antes por accidente y sabía que funcionaba, pero no, no quería elegir esa opción. No quería arrastrarse por el suelo después de decir que iba a pegar a alguien. Siguió corriendo, a la velocidad que buenamente pudo, pero miraba de reojo hacia atrás cada pocos segundos, y se daba cuenta de que la bomba le ganaba terreno a cada instante.

“¡Joder! – Se lamentaba en sus pensamientos – ¡Ya no tengo fuerzas para evitar eso! ¡Pero tampoco puedo quedarme sin darle una hostia a este tonto por lo que ha dicho! ¡¿Qué coño hago?!”

“Tienes un problema, caballero. Si te alcanza esa bomba, las pocas fuerzas que te quedan se acabarán y caerás inconsciente, o incluso puedes llegar a morir, ¿qué vas a hacer? ¿Arriesgarás tu vida por una rabieta estúpida?”

“¡No caerá esa breva!”

Jonyo continuó corriendo hacia Seagram, a la vez que calculaba la distancia que le ganaba la bomba con cada paso. Siguió corriendo, sin mover el brazo al que se dirigía el explosivo, esperando hasta el último momento, y cuando llegó, movió el brazo rápidamente en el instante en el que la bomba iba a adherirse. La bomba pasó de largo sin estallar y el caballero del rayo frenó en seco de repente. Finalmente, la bomba seguía hacia delante, en dirección a Seagram, y cuando estaba a escasos centímetros del alcanzarle, la bomba se detuvo y empezó a dar la vuelta para ir de nuevo hacia su objetivo.

Seagram se había quedado sorprendido al ver que el caballero había detenido su ofensiva después de cómo le había influido su comentario, y más le sorprendió verle parado, cabizbajo y pensativo. Al cabo de unos segundos descubrió que estaba murmurando algo y afinó el oído.

“Estaba equivocado… Era eso… Claro…”

“¿Cómo? ¿Qué balbuceas?” le preguntaba Seagram.

“Ahora… – levantó la cabeza y sonrió – ¡Ahora lo entiendo todo!”

Peter y el caballero del hielo estaban llegando a la playa al otro lado de la isla, el mismo sitio donde habían entrenado días atrás. El presidente no dejaba de mirar, buscando que algún resquicio de la batalla que se estaba perdiendo.

“Esos dos fijo que ya se están zurrando pero bien – pensaba mientras miraba al cielo – No siento la energía de ninguno de ellos… Así que o soy muy débil o estoy muy lejos…”

“Peter – le llamó la atención el caballero del hielo – Si quieres volver allí para el duelo puedo llevarte. No hay ningún problema”.

“¡No, no! ¡De verdad! – Mintió un poquito – Estoy muy contento de que te hayas acordado de mí nada más terminar tu entrenamiento. Cualquier otro se habría ido a descansar, que es lo suyo”.

“Pues a trabajar”.

“Pero antes deja que te cure, no seas tonto” le dijo y corrió hacia él.

En medio del cielo de la isla, Arturo y Gabriel continuaban su enfrentamiento. El caballero de la rosa continuaba bloqueando los ataques de su compañero sin contratacar, simplemente para ver, como le habían pedido, si el caballero del fuego era capaz de controlar su poder en combate.

“Mi energía se está agotando… Necesito bajar a tierra de nuevo” pensaba el caballero de la rosa.

Viendo que Arturo le atacaba con una patada, en vez bloquearla como había estado haciendo hasta ahora, la esquivó dejándose caer de nuevo hacia el suelo.

“¡No me tomes el pelo!”

El caballero del fuego salió detrás de él, pero Gabriel aumentó la velocidad hasta llegar a tierra, donde clavó la espada en el suelo y apoyó el brazo en la empuñadura, simulando que descansaba.

“¿Es que ya te rindes?”

“Tan sólo me he cansado de dar vueltas por el cielo”.

“Increíble – Hilda no daba crédito a sus ojos – ¿Es el mismo amable e inocente caballero que conocimos en nuestra tierra?”

“Las apariencias engañan querida” dijo Shinkan.

“Pero por mucho que engañen – continuó Pamela – Estamos hablando de que es capaz de hacer frente a un SuperGuerrero sin esfuerzo, ¿por qué no ha usado ese poder antes? Seagram no habría podido hacer nada contra él”.

“Tiene que tener un motivo – dijo JesuCristo – Normalmente, en estos casos, ese motivo suele ser que odias tu propio poder. Pero sea cual sea el motivo, está claro que no nos lo va a decir, así que mejor sigamos mirando”.

Los cuatro se quedaron observando atentamente a los dos caballeros. Arturo estaba un poco cansado de la dinámica del combate, atacando todo el rato sin éxito alguno, y tomó una decisión para cambiarlo.

“¿Sabes? Hasta ahora me estaba conteniendo porque estoy transformado, pero parece que, misteriosamente, este poder no es nada para ti, así que voy a olvidarme que esto es un simple entrenamiento, y voy a empezar a tomármelo como un combate real”.

“Haz lo que quieras, el resultado será el mismo”.

“¡Eso ya lo veremos!”

lunes, 16 de julio de 2012

Episodio CXXXVIII

Bueno, si no ocurre nada extraño, acabamos el volumen en el episodio 140 :)

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Episodio CXXXVIII
S
hawn había permitido al caballero del fuego tomarse un pequeño descanso antes de continuar con el entrenamiento. Arturo aprovechó para refrescarse con un trago de agua, sentado tranquilamente sobre una roca. El resto aprovecharon para relajarse comentando un poco los últimos acontecimientos. Lo cierto es que el caballero no estaba haciendo caso alguno de la conversación, hasta que una de las voces sonó por encima de las demás y calló al resto.

“Mi sombra… Ha regresado…” dijo Hilda.

“Eso significa que…” dijo Pamela.

“Que Reik ha completado su entrenamiento” no la dejó terminar Shawn.

“¡¿De verdad?! – se asombró mucho JesuCristo – Recuerdo que en una de nuestras batallas en Azeroth, mataste a uno de mis mejores guerreros de entonces con esa técnica”.

“¿Matar? – preguntó Peter – ¿No se supone que aunque la víctima pierda, se crea un nuevo ser?”

Hilda y JesuCristo le miraron, luego se miraron entre sí, y a los pocos segundos empezaron a reírse a pleno pulmón.

“¿En serio esperabas que una técnica que cambia a un rival humano por una versión suya sin emociones ni piedad tiene algún sentido? – Trató de explicarle Hilda – ¡Si saldría perdiendo! En el momento en que el alma es absorbida por completo por el Reflect Slime, inmediatamente deshago la técnica, el espectro se separa, mi sombra vuelve y el alma queda libre”.

“Pero aun así, ¿cuánto tiempo hacía que alguien superaba tu técnica?” insistió JesuCrtisto.

“Pues… Esta es la primera vez”.

“¡¿Perdón?! – Volvió a saltar Peter – ¿Me estás diciendo que has usado con Reik una técnica que hasta un momento tenía un 100% de probabilidad de matarle? ¿En qué cojones estabas pensando?”

“Él me lo pidió expresamente” aclaró señalando a Shawn.

El silencio se apoderó del lugar, y los caballeros volvieron a dudar sobre si Shawn de verdad trataba de ayudarles o era una excusa para intentar asesinarles.

“¿Es posible? – Reflexionaba Gabriel – Arturo estuvo desaparecido en el volcán, no sabemos nada de Jonyo, y ahora esto… Sin embargo, a mí no me ha hecho nada… ¿Será que sabe que a mí no puede vencerme y por eso lo intenta con los demás? ¿O de verdad son imaginaciones nuestras”.

“Bueno, pues si Reik ha terminado su entrenamiento – dijo Arturo mientras se ponía en pie – Así que ya no puedo seguir descansando, ¡continuemos!”

El caballero sabía que si no hacía algo, sólo conseguiría aumentar la tensión inútilmente. Daban igual a estas alturas las verdaderas intenciones de Shawn, pues tanto Reik como él seguían vivos, y eso era lo que de verdad importaba ahora.

“¡Vamos! ¿Pensáis quedaros ahí parados?” les dijo al ver que no le seguían.

Mientras tanto, Jonyo continuaba su propio entrenamiento junto a Seagram. Seguía en el aire, rodeado de esferas de metal incandescentes que amenazaban sin dar un respiro al caballero. Apenas estaba recuperando el aliento de haber evitado dos de ellas, cuando otras tres avanzaron al unísono desde distintas direcciones. No quiso complicarse, la primera la evitó dejándose caer, pero con eso consiguió acercarse a la segunda, que venía desde abajo, obligándole a revertir su movimiento, impulsándose primero hacia el cielo y después hacia un lado.

“Ya me lo imaginaba… Ahora, en el aire, tengo más libertad de movimiento y estoy en igualdad de condiciones con las bombas, pero también me obliga a gastar una gran cantidad de energía al tener que trasladar todo el peso de mi cuerpo con cada movimiento… Es duro, pero si el objetivo de mi entrenamiento es volverme más poderoso y más rápido venciendo la dificultad de llevar este armatoste puesto, cuanto más esfuerzo ponga desde el principio antes lo superaré”.

“Parece que no lo entiende…” pensaba Seagram mientras observaba desde su silla de ruedas.

Tanta reflexión interior había provocado que el caballero del rayo se olvidara de la tercera bomba que iba hacia él, de la cual se percató unos segundos después al escuchar el sonido de su propulsor acercándose por la espalda.

“¡Mierda, no me da tiempo a…!”

De puro acto reflejo, levantó el brazo y la bomba pasó cerca de su axila, a unos pocos centímetros de impactar contra su cuerpo.

“¿Qué acaba de pasar?” pensó Jonyo.

“¿Se habrá dado cuenta? – pensó Seagram – ¿O es que simplemente ha sido un golpe de suerte?”

“Quiero preguntarte una cosa, Seagram – el caballero tenía algo en mente – ¿Cómo sabré cuando termina mi entrenamiento?”

“Cuando logres el objetivo del entrenamiento, la Armor Gravitation se desactivará por sí sola, inhabilitando las bombas con ella”.

“Ya veo… Entonces vamos a probar una cosa…”

Bajó de nuevo a tierra y empezó a cargar tanta energía como pudo. Ya no se trataba de cargar la justa y necesaria como para evitar la siguiente ofensiva, ahora iba más allá, mucho más. A los pocos segundos ya le rodeaba un aura muy intensa, y poco tiempo después empezaron a caer rayos a su alrededor, la tierra no tardó en empezar a temblar ante la expectante mirada de Seagram.

“Pero… ¡¿Qué pretende?!”

De pronto todo cesó, y el caballero quedó rodeado por el aura blanca aun habiendo dejado de cargar energía.

“Bien, ¡ya estoy listo!”

Esta vez cinco bombas se abalanzaron hacia Jonyo, todas de frente, pero lo suficientemente separadas como para cubrir un amplio rango de ataque. El caballero dio un salto y alzó el vuelo a una elevada velocidad, similar a la que tenía sin llevar puesta la pesada armadura. Esquivó todas las bombas sin ningún problema y continuó volando por el cielo, donde nuevos proyectiles se cruzaron en su camino.

“¡¡¡Haaaaaaaaaaaaaaaa!!!!”

No se limitó a esquivar las bombas, eso era lo exigible y él quería demostrar que superaba con creces cualquier meta que le propusiera el entrenamiento, así que se dedicó a volar a gran velocidad alrededor de todas las esferas de metal, pasando muy cerca de ellas, probando su capacidad de reacción, desafiando su velocidad, y burlando su poder.

Tras dar unas cuantas vueltas, la energía que había cargado se agotó y regresó de nuevo a tierra, sonriente.

“Ahora es cuando todas las bombas se desactivan y caen, ¿no?”

“Bueno, en efecto, las bombas están cayendo, pero…” dijo señalando al cielo.

Jonyo le miró extrañado, y después volvió la vista al cielo. Cuatro bombas venían directas hacia él a toda propulsión. Intentó correr para evitarlas, pero había gastado demasiada energía y ya no le quedaban fuerzas más que para caer al suelo.

“¡Pero si ya he demostrado que puedo evitar todas las bombas! ¡¿Por qué no se desactivan?! Exclamó antes de que le alcanzasen sin remedio.

“Te has creído más listo que los demás, Jonyo – le dijo después de que le sacudiera la explosión – Cargar una enorme cantidad de energía y utilizarla para hacer una pequeña exhibición sólo demuestra que puedes esquivar las bombas esa vez, no que puedas esquivarlas siempre. Además, yo no te dije que se desactivaría la armadura cuando demostrases que puedes esquivar las bombas, sino cuando completaras tu entrenamiento”.

“Entonces, ¡¿qué se supone que tengo que hacer?!” susurraba el caballero para sus adentros, todavía tirado en el suelo por los efectos de la explosión.

Al otro lado de isla, Arturo seguía perfeccionando la transformación en SuperGuerrero, observado por Peter, Hilda, Shinkan Mario, Pamela, JesuCristo y Gabriel, que ahora que ya habían terminado su colaboración, esperaban relajados a que el caballero del fuego, bajo la supervisión de Shawn, completase su entrenamiento.

“¡Vamos! ¡Una vez más!” le gritó Shawn al caballero.

“¡¡Gyaaaaaaaaaaaahhh!!”

Acompañando el sonoro grito, Arturo se transformó casi de forma inmediata. Tras el cambio, que empezaba a dominarlo con soltura, venía la parte más difícil, controlar aquel abrumador poder, y era en esa empresa en la que el caballero estaba poniendo todo su empeño.

“¿Qué sientes, Arturo? Compártelo” le volvió a decir su entrenador.

“Hay una gran agresividad en mi interior ahora mismo. Es como si el poder que alberga la transformación se sintiese ofendido cuando no es utilizado, y hasta que no me enfrento a alguien no se calma. Eso sí que lo recuerdo de las otras veces. Aunque no era consciente, antes de empezar a luchar me envolvía el ansía y la sed de sangre, pero una vez empezaba el combate, estaba en paz”.

“El SuperGuerrero es como un animal salvaje, un depredador que necesita devorar a su presa para sobrevivir, por eso te sentías así, pero ahora no importa, lo que importas es qué sientes ahora”.

“Es curioso que para despertar la transformación hagan falta cierto tipo de sensaciones y pensamientos, y que para mantenerla necesites justo los contrarios. Ahora mismo tengo que apaciguar toda esa ira que el SuperGuerrero quiere imponerme, y para conseguirlo no hago más que pensar en cosas agradables, en buenos momentos, y en el futuro que nos espera cuando todo esto acabe”.

Pocos segundos después, la transformación se desvaneció tan rápido como había venido, pero sin que el caballero perdiera las fuerzas.

“Muy bien – continuó Shawn – Descansa unos minutos y ahora iremos un paso adelante. Una vez te transformes, veremos que tal controlas tus nuevas habilidades en combate, ¿cómo lo ves?”

“Un poco pronto, pero supongo que me parecería igual de precipitado aunque esperásemos un poco más, así que, está bien, adelante”.

“Vaya, ya empieza lo interesante – dijo Gabriel – ¿Y contra quien le vas a hacer combatir ahora? ¿Con una versión negativa de sí mismo como has hecho con Reik?”

“Pues contra ti, evidentemente”.

Aquella respuesta le cerró la boca al caballero de la rosa.

“¿Ah, sí? ¿Contra mí? ¿Y eso por qué?”

“Si no te he preparado un entrenamiento no ha sido porque sienta algún tipo de desprecio hacia ti ni tampoco por discriminación. La única razón ha sido porque tú no necesitas ningún entrenamiento, ¿me equivoco?”

“Tal vez sí… Tal vez no… Pero no vamos a discutir eso ahora. Hay algo más importante… En caso de que aceptara… Cosa que todavía no he hecho… Tendría que ser un entrenamiento a puerta cerrada, ¿no? Un enfrentamiento contra Arturo transformado sería muy peligroso como para que Peter, Pamela y los demás anden por ahí cerca, ¿no crees?”

“Estoy totalmente de acuerdo contigo. Sin embargo, al igual que han venido aquí por su propia voluntad, yo no soy nadie para decirles que se vayan ni me importa lo que pueda sucederles si esa ha sido su decisión, por tanto deberás preguntarles a ellos si quieren hacer caso de tu petición”.

“Mmmmm… ¡Yo me quedo!” exclamó Pamela, que fue la primera en responder.

“A mí también me gustaría verlo si no es molestia” dijo Shinkan.

“Yo es que no tengo nada mejor que hacer” dijo JesuCristo.

“Si Pamela se queda yo también” se unió Hilda.

“Yo tampoco me lo perdería por nada del mundo – dijo Peter – Además, no te preocupes por nosotros, Gabriel. Si las cosas se ponen feas puedo hacer que una barrera nos cubra a todos”.

“Ah… Sí… Lo había olvidado…” sonrió el caballero falsamente.

“El pueblo ha elegido, Gabriel – le dijo Shawn – Y ahora, ¿qué decides? ¿O es que tienes miedo? Si es así, entonces no pasa nada, puedo llamar a Fidel…”

“¿Miedo yo? ¡¡¿Miedo yo?!! – Exclamó profundamente ofendido – Mira chaval, no sólo lo voy a hacer, sino que además pienso hacerlo con los ojos vendados, ¡para que te enteres!”

Esa última declaración hizo que todos se sobresaltaran y le observaran con total preocupación. El asunto llegó hasta tal punto que Shinkan se acercó para tranquilizarle.

“Chico, que era una broma – le dijo – Él sólo trató de provocarte, no tienes por qué hacer eso”.

“Me da igual, ya lo he decidido” sentenció.

“Je… – reía Shawn en sus pensamientos – Ha utilizado mi provocación a su favor… Para poder ocultarse…”

“Gabriel – esta vez lo intentó Peter – Te va a matar, tú no eres Jonyo, no puedes hacer eso”.

“Con sentir su energía me vale, ¿o es que Jonyo es el único que puede hacer eso?”

“Ya sé que puedes sentir su energía, pero eso es una información imprecisa, sirve para detectar, para localizar, pero no es un sustituto de los ojos como la técnica de Jonyo”.

“Confía en mí. Es todo lo que puedo decirte” y con eso terminó la conversación y se acercó al caballero del fuego.

“¡Espera! – Exclamó Pamela mientras corría hacia él – ¡Toma! – Le entregó un pañuelo rojo y sonrió – Llevo siempre este pañuelo encima, me lo pongo cuando hay que celebrar algo, pero últimamente como sólo pasan cosas malas no he tenido la oportunidad de usarlo… Te lo dejo para que puedas vendarte los ojos, ¡pero luego devuélvemelo, ¿eh?! ¡Que es mío!”

“Gracias, pequeña…” le contestó mientras le acariciaba la cabeza como si fuera un perro.

Se disponía a ponerse el pañuelo a modo de venda, cuando alguien le interrumpió de repente.

“¡Eeeh! – Exclamó JesuCristo con desgana – ¡Tenemos visita!”

Caminando muy despacio, con el cuerpo aun herido, fatigado y cubierto de hielo, Reik había conseguido regresar a la isla desde la plataforma gélida. Sin embargo, en vez de ir al barco a descansar, había vuelto junto a los demás, como si tuviera alguna cuenta pendiente todavía.

“¡Ey! ¡Enhorabuena Reik! – le felicitó Gabriel – Ya nos hemos enterado de que te ha ido bien en tu entrenamiento”.

El caballero no contestó, siguió caminando, pasó de largo a Gabriel sin dirigirle la mirada y fue directamente hasta Peter.

“¿Has solucionado ya ese problema que tenías?” le preguntó sin saludar siquiera.

“¿Eh? – Peter no cayó en un primer momento – ¡Ah! ¡Sí! Sí… ¿Por?”

“Perfecto, pues venga, nos vamos. Ahora que me he desecho de esa molestia tenemos que continuar con tu entrenamiento”.

“Vale, pero, ¿podrías esperar un ratito? Es que ahora van a luchar Gabriel y Arturo y me gustaría…”

“No” contestó tajantemente.

“Venga, ¿qué más te da media más media hora menos? Eso no va a cambiar nada. Además, estás herido, necesitas descansar”.

“Tranquilo, no te preocupes por las heridas, ahora me curas tú en cuanto lleguemos a la playa. Sobre si por qué no puedo, mejor dicho, por qué no puedes esperar, te diré una cosa. En cuanto Jonyo y Arturo acaben nos iremos de aquí. No hemos venido para que te entrenes tú, así que nadie esperará por ti. Por eso no tienes tiempo que perder. ¿O qué pasa? ¿Acaso aquello que te escuché decir era mentira?”

“No… No lo era… Está bien… Nos vamos…”

“Pues hala, ¡andando!”

Como a pesar de sus palabras Peter no se movía, Reik tuvo que agarrarle del cuello de la camisa por detrás y llevárselo arrastrando.

“¡Y cuando acabe con él! – Le gritó Reik a Shawn – ¡Vendré a por ti! ¡Esta te la guardo!”

“De nada” fue lo único que contestó Shawn, y el caballero del hielo continuó caminando mientras se encendía un cigarro.

“Bueno, ya me contareis luego cómo ha ido la pelea… O mejor, ¡grabadlo en vídeo! ¡Sí, eso! ¡Grabadlo! ¡Así no me lo perderé!” se lamentaba mientras se alejaba.

“Parece que os habéis quedado sin barrera” dijo Gabriel y todos se arrepintieron de pronto de su decisión.

“Ya ha terminado el espectáculo – dijo Arturo – ¿empezamos?”

“Cuando quieras” contestó Gabriel.



lunes, 9 de julio de 2012

Episodio CXXXVII

Vaya, han ganado otra vez... No me lo esperaba, pero bueno, de eso hace ya más de una semana y no es nada para comentar aquí. Pero a lo que sí quería hacer alusión es a una mentira que han divulgado todos los medios de comunicación después de la victoria. Lo de la triple corona, los tres campeonatos internacionales es una de las falacias más grandes que se han inventado nuestros periodistas desde que el asesino de la katana mató a sus padres por jugar al Final Fantasy VIII. Sólo llevan dos seguidas, la FIFA World Cup '10 y la Euro'12, porque en 2009 perdieron en la Copa de Confederaciones, ¿qué pasa que ese no es un torneo internacional? Encima frente a Estados Unidos, que son más malos que yo jugando al Pro Evolution Soccer. Bueno, recordemos el lema de nuestros amigos los periodistas, no dejes que la verdad te estropee una buena noticia.

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Episodio CXXXVII
Recuerda… Recuerda toda esa aflicción que sentías cuando no podías más que ver cómo tus seres queridos sufrían – le decía Shawn al caballero del fuego, que se había colocado delante de todo el mundo, y permanecía con los ojos cerrados, concentrado, buscando de nuevo la transformación – Revive también, aquellos sentimientos de incapacidad, en los que por mucho que te esforzases, las cosas iban en sentido contrario al que te hubiera gustado que fuesen. Que sus gritos resuenen en tus oídos, que su dolor llegue hasta tu alma, y que su esfuerzo llegue hasta tu corazón”.

Todos estaban en silencio, expectantes, observando directamente al caballero. Arturo les había pedido especialmente que lo hicieran por si necesitaba mirarles a la cara para recordar más claramente. Hasta el momento, el caballero continuaba de pie sin ningún cambio físico aparente.

“No sé si va a funcionar – reflexionaba Gabriel – pero de momento la energía de Arturo está aumentando levemente. Desde luego Shawn sí que parece convencido de que todo saldrá bien – pensó al verle la cara – Esperemos que tenga razón…”

“Si no completas esta parte del entrenamiento, no podrás hacer lo que me contaste en el barco – pensaba Peter – Ni tampoco podrás usar lo que te di, ¡piensa también en eso! ¡No toda la motivación tiene por qué venir del dolor!”

En su interior, el caballero del fuego trataba de seguir las indicaciones de Shawn, y ponía todo su empeño en reproducir los últimos acontecimientos dentro de su mente.

“Puedo oírlo… – el grito de Pamela cuando recibió su dolor resonaba en su mente – Puedo verlo… – el rostro de sufrimiento de Shinkan se dibujó en su cerebro – Puedo sentirlo… – también podía recordar el dolor que él mismo sintió durante aquello – Pero no es suficiente… Sólo lo recuerdo, pero no me siento como aquella vez”.

“Su energía está empezando a disminuir…” pensó Shawn y le hizo un gesto a JesuCristo.

“¡Intentaste matarme! – Exclamó el invitado – ¡¿Acaso quieres terminar lo que empezaste? ¡Pues si fallas probablemente será lo que ocurra! ¡Y sería una gran pérdida!”

“No bases todo en el odio – ayudó también Pamela – Recuerda también por qué te transformaste la última vez. No olvides a esas personas que cayeron para permitirnos estar hoy aquí”.

“Tiene razón… ¡Kevin! ¡Aunque fue hace ya algo de tiempo, todavía lo recuerdo claramente!”

Tras esos ánimos, la energía del caballero del fuego, y un suave viento se levantó a su alrededor. No obstante, seguía sin haber cambios físicos en su cuerpo.

“Sigue sin bastar… – opinaba Hilda – ¿No prefieres que lo hipnoticé con alguna de mis técnicas para que lo consiga? Puede que funcionase.

“Estoy seguro – la contestó Shawn – Pero estaríamos en las mismas otra vez, perdería el control y alguien tendría que detenerle de nuevo, – miró a Gabriel de reojo – seguiría sin poder hacerlo por sí mismo, que es lo que estamos buscando”.

“Vamos, que lo único que podemos hacer es confiar en él…” agregó Shinkan.

“JesuCristo, apuñálame” le dijo Gabriel.

“¿Perdón?” le contestó asombrado.

“Lo que has oído. Apuñálame. Haz que tu espada me atraviese por completo. Haremos que él lo vea y así ayudaremos a que se transforme”.

“¿Por qué quieres suicidarte?”

“Idiota, no me quiero suicidar. Peter está aquí, una vez Arturo lo vea y reaccione, podrá curarme de inmediato. No me pasará nada”.

“Está bien…” dijo el profeta y desenvainó su Kusanagi.

“Dejad de decir tonterías – les paró Shawn rápidamente – ¿Cuántas veces os tengo que repetir que tiene que hacerlo él solo? Si hacéis lo que habéis dicho, sí, puede que se transforme, pero será una transformación natural y volverá a perder el control. Si no es capaz de lograrlo es problema suyo, pero si no lo logra no le dejaré salir de aquí”.

“¿Y eso?” preguntó Peter sorprendido.

“Si venís a pedirme ayuda tiene que ser con todas las consecuencias. Dejar que ande suelto por ahí con un poder que no controla es igual de peligroso para nuestros enemigos como para nosotros. Hoy podría haber matado a JesuCristo si no llega a ser por Gabriel, mañana podría ser cualquier otro. Sería una irresponsabilidad por mi parte dejarle ir así”.

“Pues con más razón habrá que hacer algo – insistió Gabriel – No podemos irnos sin él”.

“Sé que vuestro patético trabajo en equipo os ha salvado en muchas ocasiones, y por eso pensáis que cualquier cosa puede solucionarse con apoyaros los unos a los otros – Shawn quería zanjar la discusión lo antes posible – ¡Pero es mentira! ¡En este mundo…! ¡En esta vida…! Hay cosas que sólo puedes hacer tú mismo, y de tu éxito o de tu fracaso dependerán las consecuencias. Si queréis ayudar de verdad al caballero del fuego, ¡cerrad el pico y confiad en él!”

“Vamos, Arturo… No vas a permitir que todo acabe aquí, ¿verdad?” pensó Peter.

El caballero del fuego estaba escuchando toda la conversación, impidiendo todavía más que se concentrara y pudiera lograr su objetivo. Oír todos esos comentarios no sólo no le ayudaba, sino que perjudicaba su camino hacia el éxito. El caballero trató de hacer oídos sordos, de ignorar todo lo que pasaba a su alrededor, de centrarse en conseguir la transformación. Se cerró en sí mismo y cuando se quiso dar cuenta abrió los ojos y estaba en un lugar distinto. Había regresado al vasto campo que se encontraba en su interior, aquel que ya visitó una vez para recuperar sus poderes. Sin embargo, ahora estaba distinto. Todavía mantenía el aspecto de la última vez que lo vio. Antes de partir, consiguió que aquel inhóspito lugar recobrase la vida que la falta de fuego, luz y calor le había arrebatado. Ahora, en el suelo había césped, en los árboles hojas y rosas y un inmenso cielo azul.

“Otra vez… Estoy aquí – se fijó en los árboles – Pero ahora sí hay rosas…”

“¿Te gusta cómo ha quedado esto?” dijo una voz.

La pequeña llama blanca volvió a aparecer ante él.

“Eres tú de nuevo… ¿Por qué estoy aquí?”

“¿Lo oyes?” dijo la llama.

Los dos se quedaron en silencio. Arturo agudizó el oído. De fondo, podía oír suavemente el eco de las voces de sus compañeros, que seguían animándole en el exterior.

“Tus amigos siguen tratando de ayudarte. El método que han escogido no es malo, pero tampoco es el mejor. Lograr el SuperGuerrero no es tan solo una cuestión de emociones, sino también de voluntad. De nada te servirá recrear esas sensaciones y recuerdos sino tienes un objetivo que cumplir, y la voluntad para logarlo”.

“¿Un… objetivo?”

“Sí… Y tú ya tienes uno, ¿verdad?”

“Sí – contestó con firmeza – Lo tengo. No lo he olvidado”.

“Utilízalo también en tu empresa. No olvides nunca que quien encuentra en por qué, encuentra un cómo – dijo antes de desvanecerse – No olvides lo que ocurrirá si abandonas tu voluntad”.

De pronto, el césped de aquel campo en su interior se desvaneció, quedando una tierra árida y agrietada. Las flores y las hojas de los árboles se secaron y cayeron al suelo, para después ser arrastradas por un fuerte y gélido viento que a su vez llenó el cielo de nubes oscuras que taparon la luz y rápidamente descargaron una tormenta de nieve y rayos sobre el lugar.

Arturo se sobresaltó, parpadeó un instante y al volver a abrir los ojos todo estaba como antes, lleno de vida y de luz.

“Era una ilusión… Está bien, gracias otra vez… Déjame ahora demostrarte que el tiempo y la confianza que has invertido en mí, y que han invertido todos, no ha sido en vano”.

Cerró los ojos y trató de concentrarse. Hizo un recorrido por toda su memoria. Recordó el primer ataque de Mesa, en el que cayeron todos derrotados en Petoria, se acordó del día en que Peter fue secuestrado y torturado, rememoró la muerte de Kevin en sus brazos, y revivió el sufrimiento de los que soportaron su dolor durante el entrenamiento.

Después, fue aún más allá, vio la imagen de Fidel, primero sonriente y bromista como antaño, después serio y decidido como actualmente, y por último, imaginó su futuro, asesinado por Mesa si hoy fallaba el entrenamiento.

Juntó todos esos recuerdos, pasados, presentes y futuros, y abrió los ojos de nuevo. Ya estaba delante de sus amigos de nuevo, que enseguida notaron algo diferente en él.

“El color de sus ojos… – se fijó Pamela – ¡Es distinto!”

Los ojos del caballero se habían tornado rojo escarlata, pero ese no fue el único cambio. Todos pudieron ver como se degradaba el color de su cabello, desde el azul de las raíces hasta el amarillo de la punta, pasando por el naranja del resto del pelo. El aura dorada característica también surgió, aunque esta vez no tan intensamente.

“Lo ha logrado…” dijo Pamela.

“Todavía es pronto para decir eso, queda algo por saber…”

En efecto, el caballero todavía no había mostrado signos que demostraran si había cumplido el objetivo de su entrenamiento, mantener el juicio durante la transformación. A pesar de tener los ojos abiertos y mirar a todos de reojo, se notaba que hacía un gran esfuerzo por controlar sus movimientos. Se miraba las manos e intentaba mover los dedos, luego dar un pequeño paso y regresar a su posición inicial. Parecía que luchaba contra su propio cuerpo, y eso no causaba mucha seguridad en sus compañeros, que esperaban una respuesta clara en silencio.

“Ya no puedo sentir su energía… Los rumores eran ciertos” comentó JesuCristo.

“Yo tampoco puedo sentirla” añadió Hilda.

“Ni siquiera yo puedo…” dijo Peter.

“Yo sí puedo – pensaba Gabriel, para no compartirlo con los demás – Pero es una energía inmensa, es completamente normal que supere sus umbrales de detección. Seguro que sólo Fidel, Jonyo, Reik y yo somos capaces de percibirla. Por el poder que ha mostrado, no creo que Shawn pueda, aunque claro, tampoco se lo voy a preguntar…”

El caballero del fuego extendió el brazo hacia delante, con la mano abierta, acto que alertó a todos, que inmediatamente pensaron que se disponía a atacar.

“¡Cuidado! – Les alertó Gabriel – ¡Echaos para atrás! ¡Puede hacer cualquier cosa!”

“¡Espera! – discrepó Shinkan – Esta vez… Le noto diferente – el anciano se acercó un poco a él – No veo maldad en su mirada”.

Arturo dio un paso al frente y estiró del todo el brazo. Llevaba ya un par de minutos transformado y daba la impresión de que empezaba a haber un dominante.

“Soy yo” fue lo único que dijo, y al instante se deshizo la transformación. El caballero cayó al suelo de rodillas y todos se abalanzaron sobre él para ayudarle.

“¿De verdad lo has logrado?” le preguntó Peter mientras le ayudaba a levantarse.

“Conseguido – respondió Arturo guiñando el ojo – Lo recuerdo todo y esta vez no he perdido el control de mí mismo, aunque es cierto que la energía es tan grande que parece que puede contigo”.

“Suso no tuvo ningún problema cuando se transformó, seguía siendo él mismo – dijo Gabriel – ¿por qué sería?”

“La transformación de Suso no fue auténtica, no lo olvides, fue gracias al colgante – le aclaró Shawn – Y el mismo colgante actuaba de intermediario, liberando la energía necesaria para realizar el cambio, pero regulándola para no llegar a perder el control. Por eso Mesa lo venció tan fácilmente”.

“Entonces, ¿Suso podría haber ganado a Mesa?” preguntó Peter.

“No digas tonterías, Mesa no es alguien a quien se pueda vencer con un juguete – cerrado el tema, se volvió hacia Arturo – Y ahora, caballero del fuego, tan sólo queda perfeccionar”.

Sobre la plataforma de hielo, que con el paso de las horas se iba derritiendo, deteriorando, agrietando y deshaciendo cada vez más, el caballero del hielo se jugaba su destino a una última carta. Con el cuerpo entero parpadeando entre la existencia y el desvanecimiento, Reik se puso en pie y desafió al espectro por última vez.

“Sólo tengo una oportunidad… – pensaba para sus adentros – ¡Pero es imposible que falle!” exclamó bien alto esta última frase.

“Conozco todas tus técnicas y no hay ninguna que te pueda salvar” le dijo el espectro totalmente convencido.

“Pero tú te has separado de mí, y sólo tienes mis datos hasta el momento de la separación. Ya demostraste que las tácticas que no había entrenado te cogían por sorpresa, y lo mismo pasará ahora, con esta técnica que acabo de desarrollar”.

“¡Da igual lo que intentes! ¡Desaparecerás antes de que te de tiempo y yo me convertiré en un ser completo!”.

“Un incorpóreo como tú siempre será nada más que eso, un simple incorpóreo, por mucho que absorbas y te adueñes de nada, no puedes ser nadie más que tú mismo. Y ahora si me disculpas, ando un poco escaso de tiempo”.

El caballero del hielo comenzó a cargar energía, y levantó pequeñas partículas de hielo de la superficie de la plataforma, que de lejos se veían como simples destellos brillantes. Las partículas de hielo se quedaron flotando en el aire, dando vueltas alrededor de Reik, que por un momento se asemejó a un átomo rodeado de electrones. Sin perder tiempo, extendió el brazo y mandó las partículas de hielo contra su oponente, que se cubrió pensando que eran un ataque ofensivo. Sin embargo, en lugar de impactar contra él, se quedaron dando vueltas alrededor de su cuerpo al igual que lo habían hecho antes con el de Reik.

“¿Qué está pasando aquí? ¿De qué va todo esto?” decía el espectro mientras trataba de espantar las partículas de hielo como si fueran moscas.

Tras unos segundos dando vueltas alrededor de su adversario, Reik cerró el puño y las partículas de hielo penetraron en el cuerpo del espectro sin que pudiera evitarlo, por culpa de diminuto tamaño de los fragmentos.

“Ya está todo listo” dijo Reik.

“No noto ningún cambio – le respondió su otra mitad – ¡Tu técnica ha fallado!”

“Ahora lo comprobaremos” contestó el caballero y se lanzó al ataque.

Reik cargó hacia él y preparó su puño, movimiento que copió su adversario. Los dos ataques iban en la misma dirección, y se presumía que de nuevo iban a chocar y neutralizarse mutuamente como antes. Sin embargo, el ataque del caballero del hielo impactó en la mejilla del espectro antes incluso de que éste hubiera echado el puño hacia adelante.

“¡¿Cómo es posible…?!” pensó el espectro.

El puñetazo lanzó al espectro unos metros en el aire. El caballero saltó y cayó sobre él, pero esta vez agarrándole con fuerza del cuello, y consiguiendo mantenerle inmovilizado tras el impacto contra el suelo.

“Ghh… ¿Qué me has… hecho?”

“Podría explicártelo, pero cuando vuelvas a mí lo entenderás todo sin necesidad de que lo haga. Ya es hora de que regreses a donde procedes. Hasta la vista”.

Apretó con fuerza su cuello entonces, y el espectro abrió la boca por acto reflejo. En ese momento, Reik le metió el otro brazo por el gaznate hasta lo más hondo que pudo. Agarró algo en su interior y al sacar el brazo sacó con él una extraña figura de luz blanca con forma de silueta humana. El alma que le había sido robada.

Al arrancarla del espectro, perdió la semejanza con el caballero, regresando a la forma de fantasma oscuro, para terminar retornando a simple sombra que se arrastra por el suelo. Una vez en su forma primigenia, huyó para volver al lado de su verdadera dueña.

El caballero del hielo no perdió más tiempo, y enseguida ingirió su alma, recuperando la consistencia de su cuerpo y el resto de sus energías. Sin embargo, el combate había sido demasiado largo y duro incluso para él, y cayó al suelo rendido, mientras lo poco que quedaba de la plataforma de hielo seguía destruyéndose, cediendo ante la fuerza de las olas del mar.

“Cuando vea a ese cabrón… Pienso reventarle… Pero… Gracias…”

domingo, 1 de julio de 2012

Episodio CXXXVI

Echando la vista atrás, cuando fue la otra Euro, la Euro08, iba por el episodio 67. Teniedo en cuenta que llevo 7-8 años en esto, dependiendo de desde donde se empiece a contar, y ahora voy por el episodio 136, que es más del doble de 67, no parece que lo haya hecho tan mal xD Pero cuando el Mundial iba por el ep 112, y eso ya no suena tan bien. Pero bueno, ya no hay exámenes ni mujeres de por medio y tocar terminar este volumen de una vez.

Bueno, me bajo a ver el partido, no como la otra vez que cuando publiqué ya habíamos ganado. Ya hablaremos del resultado en el 137.

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Episodio 


CXXXVI


H
ubo un momento de respiro. Todos se quedaron tirados en el suelo, recuperándose, dejando a Arturo donde estaba. Allí sentados, Pamela hizo un comentario inocente.

“Gabriel, tú debes ser muy fuerte. Detuviste el ataque de Arturo y hasta conseguiste lanzarle fuera del perímetro”.

El resto de los presentes giraron la cabeza rápidamente hacia el caballero, pues debido a tensión del momento, ninguno se había parado a pensar en eso.

“¡Es cierto! – Exclamó Shinkan – ¿Cómo lo hiciste?”

“Sí, ¿cómo?” preguntó también JesuCristo.

“Pura suerte” fue lo único que respondió el caballero, que había regresado a su estado normal hace un buen rato.

“Ya, claro… Suerte… – pensaba Peter – ¿Qué es lo que escondes realmente, Gabriel?”

“¡Mirad! ¡Arturo está despertando!” exclamo el caballero de la rosa, ávido porque la atención recayera sobre otro.

Gabriel consiguió su objetivo. Todos se acercaron a Arturo tímidamente, pues aún tenían demasiado fresco el recuerdo de su ataque indiscriminado. El caballero del fuego, que se iba despertando poco a poco y parecía algo confuso, fue mitigando ese temor sin querer, hasta que cuando se dio cuenta miró a su alrededor y todos le rodeaban.

“¿Qué ha pasado?” fue lo único que preguntó.

“Así que, de nuevo, tampoco te acuerdas…” dijo Gabriel.

Arturo terminó de levantarse y tan solo negó con la cabeza.

“Te lo contaremos, tal vez eso ayude a tu entrenamiento – le dijo Peter – Pero mientras tanto será mejor que te cure esas heridas que te ha causado antes JesuCristro. Recuerda que aunque no te dolieran, eran de verdad”.

“¡Es innecesario!” interrumpió Shawn.

“¿Por qué dices eso? – Continuó Peter – Tiene derecho a saberlo”.

“Que tenga derecho o no es algo que a mí me sin cuidado. Tan sólo he dicho que es innecesario de cara al entrenamiento. Si queréis se lo contáis luego, pero ahora debemos continuar”.

“¿Quieres decir que las cosas han salido como tú querías?” preguntó JesuCristo.

“Eso te lo diré ahora – se dirigió al caballero – Arturo, ¿qué es lo último que recuerdas?”

“Pues… Recuerdo… Estaba enfrentándome a JesuCristo… No conseguía ganar… Los demás recibían mi dolor… Estaba muy atormentado, y a la vez furioso y lleno de rabia. Después exploté y ya no recuerdo nada más”.

“¿Entonces tienes en tu mente la sensación de justo antes de transformarte?”

“Sí, claramente”.

“Perfecto. La segunda fase de tu entrenamiento ha terminado”.

“¡¿Cómo?!” exclamaron varios de los presentes.

“Trataré de explicarlo. Hasta ahora, lo que importaba era que te transformaras en SuperGuerrero para batir a tu enemigo. Sin embargo, aquí lo que nos interesa no es la transformación, sino el cómo la logras, que como ya dijimos antes, es a través de una sensación de impotencia causada al ver sufrir a los demás y no poder ayudarles. La idea era que retransmitieras esa sensación para tener un recuerdo fresco de ella y aprender a transformarte a decisión tuya”.

“¿Entonces ya hemos terminado? – Preguntó Pamela – ¿Ya no tendremos que recibir su dolor?”

“De él depende, pequeña. Ha terminado la segunda fase de tu entrenamiento, pero ahora empieza la tercera. Tienes que recrear en tu mente toda la impotencia y desesperación que sentías hace unos minutos para engañar a tu cerebro y poder transformarte. Si lo consigues, es bastante probable que no pierdas el juicio al llevar a cabo el cambio”.

“¿Y qué pasa si no lo consigo?”

“En ese caso tendremos que repetir el entrenamiento anterior para forzar una nueva transformación hasta que seas capaz de reproducir los sentimientos necesarios para realizarla. Seguro que saber esto te ayudará a que lo consigas, ¿verdad?”.

“Mmmm… Tal vez…” balbuceó mientras veía que de nuevo tenía la responsabilidad del dolor de los demás en sus manos.

“Yo confío en ti, caballero” le dijo Shinkan sinceramente, aunque también temiendo que tuviera que pasar de nuevo por todo aquel dolor.

“Sí, ¡tú puedes!” le animó también Pamela.
“Tan sólo se trata de recordar, no puede ser tan difícil” le dijo Gabriel.

“Y si no lo consigues no te preocupes, puedo hacer el Cross Sacrifice tantas veces como sea necesario” le dijo JesuCristo.

“¿Quieres que invoque algún muerto importante para ti para que te ayude? – le sugirió Hilda – Con Jonyo funcionó muy bien”.

“No, de verdad, muchas gracias” la rechazó amablemente.

Estaba todavía algo asustado, y sabía que de nuevo tenía una gran responsabilidad cargando sobre sus hombros. Sin embargo, sentir el apoyo de los que estaban a su alrededor fue motivo suficiente para apaciguar su miedo.

“Está bien, ¡lo haré! ¿Cuándo empezamos?”

“Ya hemos empezado” le contestó Shawn.

Un nuevo grito del caballero del rayo sacudió la playa, espantando a las gaviotas junto con la explosión. Jonyo había recibido ya varios impactos continuados y cada vez le costaba más trabajo levantarse del suelo.

“Player Life Point… 30%” dijo la voz autómata de la armadura por el altavoz exterior.

“Maldita maquinita… Se podría callar…” opinó Jonyo, aún tirado en el suelo.

“Tan sólo está indicándote que te queda el 30% de tus energías. Si no haces algo pronto morirás, Jonyo”.

“Je… ¿el 30%? – Repetía mientras se levantaba poco a poco – Creo que tu cacharro me subestima, Seagram…”

“Demuéstrale a él que se equivoca, no a mí”.

Dos bombas se elevaron a propulsión. Una a cada lado del caballero, y comenzaron el trayecto hacia su objetivo.

“Vale… Ya me he llevado unas cuantas hostias, es hora de tomarse esto en serio. Con este trasto encima no me puedo mover bien, así que tengo que utilizar todas mis fuerzas en cada movimiento…”

Cerró los ojos, se concentró y empezó a cargar energía. Espero hasta el último instante, cuando las bombas ya se disponían a engancharle con sus patas. Fue entonces cuando saltó y sin problemas evitó las dos bombas, que explotaron al chocar entre sí.

“¡Sí, joder! – exclamó a la vez que apretaba el puño en señal de victoria – ¡Lo conseguí!”

“No te relajes” le advirtió Seagram.
Una tercera bomba apareció por detrás y se aferró al casco. El caballero trató de quitársela pero la bomba explotó antes siquiera de que tuviese la oportunidad de agarrarla. El caballero cayó al suelo de cabeza y se quedó tendido en la arena unos segundos.

“Piiiiiii… – escuchaba en su interior – Joder, me pita el oído por culpa de la explosión… Parece que no puedo tomarme ni un segundo de respiro…”

Consiguió levantarse, mientras, nuevas bombas comenzaron a elevarse en el aire. El caballero no perdió tiempo y empezó a cargar energía hasta el punto que, en esta ocasión, una suave aura blanca rodeaba su cuerpo y la armadura.

“¡Vamos! ¡Venid!” le exclamó a las bombas, como si fueran seres vivos.

Ahora tres bombas fueron hacia él, una por delante, una por detrás y la tercera desde arriba, cerrándole el paso al cielo.

La primera que llegó fue la que venía desde atrás, que la evitó agachándose. Después tuvo que hacer un esfuerzo titánico por ponerse de nuevo en pie y salió corriendo para evitar la bomba que venía desde arriba, a la vez que se aproximaba inexorablemente a la tercera bomba, que iba de frente hacia él, pero al haberse liberado de la que le amenazaba desde el cielo, ya pudo librarse de ella con un simple salto.

Sin embargo, ninguna de las tres bombas estalló ni se estrelló con nada, por tanto corrigieron su trayectoria rápidamente y volvieron contra el caballero, todas a la vez.

“Vale, es como si no hubiera hecho nada… Aunque bueno, ahora las tres vienen desde la misma dirección, será más fácil, pero así no conseguiré nada, seguirán viniendo y viniendo hasta cogerme…”

“Si estás pensando en cómo hacer que se estrellen – le dijo Seagram – pierdes el tiempo. Tengo bombas de sobra para tu entrenamiento, aunque acabes con todas sacaré más hasta que cumplas tu objetivo”.

“Entonces… ¿hasta cuándo piensa tenerme aquí?” pensó el caballero.

Las bombas ya estaban muy cerca de él, pero en vez de salir huyendo, corrió hacia ellas, derrapó como estuviera haciendo una entrada de futbol, y pasó por debajo, evitándolas de nuevo.

“Así no voy a ninguna parte – pensó al verlas volver otra vez – Además, el suelo limita mis movimientos. Estaría mejor en el aire, pero… ¿Conseguiré mantener el vuelvo con este armatoste?”

Cargó energía durante unos cuantos segundos y comenzó a elevarse poco a poco. Iba subiendo lentamente, y además, cada vez que ascendía, le requería un mayor consumo de energía; no obstante, se mantenía a flote.

“Ngh… – se quejaba para sus adentros – Cuesta tanto como me imaginaba… Pero al menos estoy en el aire…”

Siguiendo su posición, todas las bombas que quedaban en el suelo activaron su propulsión y se elevaron con él, perfeccionando su área de alcance. Si antes, al estar en el suelo, cubrían un área con forma circular, ahora, en el aire, al ganar una nueva dimensión al perder la limitación del suelo, el área que cubrían formaba una esfera.

“Las bombas también han ascendido, como suponía, pero ya volaban antes cuando yo estaba en el suelo, así que eso no cambia, ¡ahora estamos en igualdad de condiciones! ¡Os estoy esperando!”

La cruzada del caballero del hielo contra su terrible destino empezaba a tocar a su fin. Ignorando las últimas palabras de su adversario, el caballero e acercó al agujero por el que había caído su arma al fondo del mar. Posó su mano en el agua, y creó una serpiente de hielo que avanzó por las profundidades hasta alcanzar la espada y devolverla a la superficie, a los pies del caballero, que la recogió y la empuñó con intención de continuar. Sin embargo, a los pocos segundos volvió a desprenderse de sus manos sin que pudiera hacer nada por remediarlo.

“¿Por qué no te rindes y dejas de hacer el ridículo? Antes de todo esto hasta te tenía algo de respeto”.

“¿Y tú por qué no te callas?”

Reik permaneció atento a sus manos, y en cuanto se materializaron, rápidamente recogió su espada y la metió en la vaina.

“Si sólo tengo unos segundos… Será mejor que guarde mi espada para utilizarlos cuando sean necesarios…”

También aprovechó para encenderse un cigarro antes de que perdiera el uso de sus manos de nuevo.

“Guardas tu espada y te pones a fumar… Sabes que no conoces el verdadero poder de tu elemento y ya que vas a morir te das un último homenaje, ¿no presumías de determinación?”

Después de un par de caladas, se quedó el cigarro en la boca y se puso en posición de combate, sin desenfundar su espada.

“Ya te lo dije antes… – detuvo un segundo sus palabras para expulsar el humo del tabaco – No importa lo que digas, no mermarás mi determinación. Y además, ¡te voy a demostrar que conozco mi elemento mejor que nadie!”

De pronto, posó su mano sobre todas las zonas heridas de su cuerpo y les aplicó una severa dosis de hielo, creando un tapón gélido que evitaba que saliera la sangre y además impedía que se infectara la herida.

“Brrrrrr… – se resentía el caballero de su propio poder – Ahora ya estoy listo”.

Reik tomó la iniciativa y se lanzó al combate. El espectro le esperaba con una sonrisa malévola dibujada en su rostro. El caballero cargó un puñetazo, e instintivamente, el espectro hizo lo mismo, pero al chocar los puños, Reik se convirtió en una estatua de hielo que el golpe del espectro rompió el pedazos.

“¿Un clon de hielo? Era de esperar que utilices técnicas no ensayadas para sorprenderme, pero eso no te dará la victoria”.

De repente, cuatro Reiks aparecieron en el aire, cada uno aproximándose desde un punto marginal, con la mano agarrando la empuñadura de la espada preparados para atacar.

“¿Cómo has podido moverte tan rápido con tantas heridas?”

“¿No lo viste? – contestaron los cuatro a la vez, para impedir que reconociera al real – Puse hielo sobre todas mis heridas. El contacto con el hielo de manera prolongada elimina la sensibilidad, y con ello, también el dolor. Ahora, ¡muere!”

“¡Te olvidas de una cosa! ¡Yo soy tú! ¡Por tanto sé cuál es el verdadero!”

“No me falles ahora, cuerpo” pensó el caballero justo cuando agarró la empuñadura para asestar el corte.

Los cuatro Reiks desenvainaron a la vez para realizar el espadazo. El espectro hizo lo mismo, analizó durante un instante a los cuatro y atacó a uno de ellos. Sus espadas chocaron, e inmediatamente ese clon se convirtió en una estatua de hielo que el espectro cortó de un tajo.

“¡He fallado! ¿Cómo es posible?”

“¡Se acabó!”

El verdadero Reik estaba justo a su lado, con la espada ya desenvainada y de camino al cuello del espectro. Ya no le daba tiempo a contraatacar, ni siquiera instintivamente, sólo podía ver cómo la espada se acercaba inexorablemente a su yugular. En el último instante, Reik perdió la consistencia de su cuerpo, y la espada salió disparada de sus manos dando vueltas. Rodeó la cabeza del espectro pero no le alcanzó, y finalmente quedó tirada en el hielo.

“No…” se lamentó el caballero.

Empezó a fallarle el resto del cuerpo. Cayó al suelo de repente, cuando una de sus piernas empezó a transparentarse y no pudo seguir manteniéndose en pie. Después

“Si no hubiera sido porque se le ha acabado el tiempo, habría perdido – pensó el espectro, mirando fijamente la espada que podría haber acabado con su existencia – Si tan solo hubiera sido un segundo antes… Bueno, eso ya da igual. La suerte es una parte de la victoria, y he ganado yo”.

El caballero del hielo estaba en el suelo retorciéndose después de haber fallado su ataque. El espectro se le acercó vio su estado. Ya no sólo las manos, ahora todo  su cuerpo se volvía transparente durante un lapsus de escasos segundos para después volver a la normalidad.

“Podría rematarte ahora mismo, pero al haber sido los dos una vez, ahora siento lástima de ti. Te dejaré ahí, total, muy pronto te convertirás en alguien que no existe”.

“¿Cómo? ¿Qué… has dicho? – Aquellas palabras habían producido algún tipo de reacción en el caballero – Que no existe… ¡Que no existe! ¡Claro! ¡Se trataba de eso!”

Reunió sus últimas fuerzas y consiguió ponerse de pie de nuevo para un último intento.

“¡Ahora sé lo que tengo que hacer! ¡Todo ha acabado para ti! ¡Disfruta de mi nueva técnica!”


Curiosidades!!!


Pobre Reik, le está pasando lo mismo que a Beat en The World Ends With You o que a Marty McFly en Regreso al Futuro 1