viernes, 18 de agosto de 2006

Episodio XXXIII

Muy buenas a todos, era un tirón esperar hasta las 3:15 para sacar el siguiente episodio de Los Caballeros, así que lo pongo ahora. la razón por la cual quería sacarlo a esa hora, es porque en ese instante se cumplieron... (lo pongo en pasado porque la mayoría lo leeréis después de que pase esa hora) 18 años desde mi nacimiento!!!! (y también 6574 días, pero eso es de menor importancia xD) Sí, hoy es mi cumpleaños, mi mayoría de edad, ya puedo sacar dinero del banco yo solo, comprar por Ebay, firmar las notas yo mismo, ir a la cárcel... etc, y como es un gran paso en mi vida lo celebro sacando este nuevo episodio. Como ya dije es un poco más largo de lo habitual (6'7 hojas de word frente a las 5'5 que son normalmente y a la vez unas 350 palabras más). Llevo mucho tiempo esperando poder escribir y publicar este ep por lo que ocurre al final, que ya tenía ganas de contarlo, un saludo y a disfrutarlo!!!!!!

Título: N/A


Tamaño: 6'7


Dedicado a: N/A


Episodio XXXIII

M

iles de ondas avanzaban a toda velocidad hacia Jezabel ante la atónita mirada de los caballeros, que aún no habían conseguido ni siquiera rozarla.

“¡Eso es!” exclamó Kevin.

“Francamente – dijo Fidel – espero que lo consigan”.

“Ojalá que sí” contestó Arturo.

La teniente se llevó la mano al mango de su espada, dobló levemente las rodillas y echó el tronco ligeramente hacia delante mientras las ondas continuaban acercándose inexorablemente.

“Demasiado fácil” dijo ella.

Cuando las ondas estaban a punto de alcanzarla, desenvainó su espada y realizó una vuelta completa sobre sí misma golpeando así a todas las ondas en un instante, devolviéndolas hacia todas direcciones.

Unas pocas salieron disparadas hacia arriba perdiéndose en la inmensidad del firmamento. Otra pequeña cantidad salieron fuera de la ciudad y cayeron en las proximidades, en tierra o en el mar, provocando leves explosiones mientras que el resto de ondas avanzaban hacia la plaza y hacia los que en ella estaban.

“¡No!” exclamó Kevin.

“Las ha devuelto – dijo Fidel – ahora vienen hacia aquí”.

“De un solo golpe...” pensó Arturo.

La lluvia de ondas no tardó en hacer efecto. En unos segundos las primeras ondas empezaron a chocar contra los edificios cercanos. Atravesaron cristales para explotar en viviendas u oficinas haciendo que algunas de sus salas quedasen desoladas tras un manto de fuego y humo. Reventaban contra las fachadas provocando la caída de escombros a los ciudadanos que había debajo, los cuales, aún con el ánimo al máximo, lanzaban nuevas ondas contra ellas para evitar ser aplastados, pero no lograron librarse de que los pedazos de esos escombros impactaran en el suelo o en sus cuerpos, hiriéndoles o que les cayeran en la cabeza, dejándoles en el suelo, inconscientes, y con un charco de sangre al lado. También impactaban contra ventanas haciendo caer cristales que provocaban cortes o se clavaban profundamente en los ciudadanos sobre los que caían. El resto chocaron por toda la superficie de la plaza. Los caballeros lograron rechazar los que venían hacia ellos, pero no todos los ciudadanos tuvieron la misma suerte. Algunos fueron capaces de hacerlo, a cambio de una leve contractura en la muñeca. Otros lo intentaron pero, ya fuera por falta de fuerza o simple mala suerte, la onda chocó con ellos propinándoles un fuerte golpe y una leve quemadura. Las últimas chocaron contra el suelo, explotando al impactar, llevándose por los aires a la gente que había alrededor para que terminaran dándose un fuerte golpe contra el suelo.

“Que desastre...” dijo Norris.

A varias calles de allí, Peter, Jonyo y Eddy se habían detenido en su travesía al ver los destellos de las ondas y estaban quietos, mirando hacia la plaza.

“Según parece ha devuelto el ataque” dijo Jonyo.

“Espero que estén todos bien” dijo Eddy.

“Si queréis ir a ayudarles debemos darnos prisa para que nos quede un lugar al que regresar, así que no os detengáis” dijo Peter y continuaron corriendo.

Petoria estaba inmersa en el caos y la destrucción, no había un solo edificio del que no salieran dos o tres columnas de humo desde sus ventanas o que no tuviera algún agujero o grieta.

“No puedo creer que hayamos fallado – pensó Kevin – llegados a este punto, sólo me queda una cosa por hacer”.

Apagó el micrófono, se detuvo un segundo, respiró hondo, cogió su arma, que estaba apoyada en la pared a su derecha y se marchó corriendo.

En el exterior, Jezabel no podía dejar de reír al ver tanta desolación a su paso.

“Jajaja, no juguéis nunca contra los mayores, porque perderéis”.

Arturo, Fidel y Gabriel se elevaron y rodearon a la teniente.

“¿Venís a por más? ¿Acaso toda esta destrucción no os ha servido de escarmiento?”.

“Somos muy testarudos” dijo Fidel.

“Además, si no continuamos – dijo Gabriel mirando a su alrededor – esta destrucción será insignificante comparada con la que crearás después”.

“En eso tienes razón, caballero”.

“¡Vamos!” exclamó Arturo y los tres se lanzaron contra ella.

Comenzaron a atacarla por todos lados y ella esquivaba todos los golpes sin molestarse en contraatacar.

“¿No sabéis hacerlo mejor? Me avergüenzo al pensar que varios de nuestros guerreros han sido derrotados por vosotros”.

Mientras esquivaba los ataques, cansada de verse rodeada por rivales que no consideraba de su talla, golpeó con un puñetazo en la cara a Gabriel, un codazo en el esternón a Fidel y una patada en el estómago a Arturo, mandándoles a varios metros de distancia en el aire.

“Rendios de una vez, ¿no veis que no tenéis nada que hacer?”.

De repente un cuchillo se aproximó a Jezabel a toda velocidad.

“Algo viene” pensó ella.

Miró hacia abajo, vio el cuchillo acercándose y trató de esquivarlo echándose hacia atrás, pero estaba ya muy cerca y no pudo evitar que le hiciera un corte superficial en la mejilla y que le cortara algún cabello.

“¿Quién ha sido?” preguntó mirando hacia abajo.

Empezaron a llegarle más artefactos desde la misma dirección, más cuchillos, piedras, trozos de cadenas y pedazos de hierro.

“¿Qué significa esto?” dijo mientras los esquivaba.

Observó el foco de origen de los artefactos que le estaban lanzando y descubrió a Norris en el ring de combate. Jose estaba lanzando los escombros generados por las explosiones de los misiles y de las ondas y Norris le lanzaba todo el arsenal del que disponía bajo su chaqueta verde.

“No sabemos volar, pero no vamos a dejar que destruyas nuestra ciudad, por lo que haremos todo lo que esté en nuestras manos por verte morder el polvo” dijo Norris mientras le lanzaba objetos.

“Eso tiene fácil solución – dijo ella y comenzó a descender – si queréis morir no seré yo quien os quite la ilusión”.

“Ya viene, Jose – dijo Norris – ahora es el momento de utilizarlo”.

Jose hizo acopio de todas sus fuerzas y agarró una enorme piedra más grande que él y la lanzó contra Jezabel.

“Es enorme, no puedo esquivarla – pensó ella – En ese caso, tendré que destruirla”.

Agarró su espada y cortó la piedra en dos de un corte horizontal, pasando un trozo por encima y otro por debajo de su cuerpo.

“Tendrás que lanzar algo más duro para que no lo pueda cortar”.

En ese momento Arturo y Fidel lanzaron una onda de energía contra la teniente.

“Por mucho que lancéis, no servirá de nada”.

Las ondas avanzaban hacia la teniente, que se preparaba rechazarlas, al aproximarse a ella, las ondas cambiaron levemente de dirección.

“No van hacia mí, van hacia...” pensó ella y miró hacia arriba y hacia abajo.

Las ondas impactaron contra las dos mitades de la piedra que había lanzado Jose, destruyéndolas y creando una nube de polvo en el aire.

“¿Qué pretenden con esto?”.

Gabriel apareció volando a toda velocidad hacia la nube con la mano en la empuñadura de su envainada espada.

“Usaré mi espada. Tengo que hacerlo y lo cierto es que no quiero, además aún no domino esa técnica, pero no tengo alternativa”.

Gabriel se metió en la nube de polvo, es escuchó un ruido y acto seguido se creó un silencio.

“¿Lo habrá conseguido?” pensó Arturo.

La nube de polvo se disipó y todos pudieron observar a Gabriel, junto a Jezabel, con la mano en el mango, intentando sacar su espada, pero el látigo estaba enrollado alrededor de su mano, impidiéndole hacerlo.

“Buen intento”.

Jezabel tiró el látigo y atrajo a Gabriel hacia ella, éste, al ver que no podía usar su espada, probó a atacar con una patada, enviando la punta de su bota contra la sien de su adversario, quien detuvo el golpe sujetándolo la pierna. Después, agarró el otro extremo de la pierna con la otra mano y le propinó un rodillazo en la articulación de la rodilla. Un crack se escuchó en el momento del golpe y Jezabel dejó caer al caballero, que por el dolor era incapaz de mantenerse en el aire.

“Ya van dos – dijo ella mirando hacia abajo – ahora me ocuparé de vosotros”.

Comenzó a descender a gran velocidad con Jose y Norris como objetivo, llevándose la mano al mango de su espada.

“Aquí viene otra vez” dijo Norris.

“¡Enfréntate a mí!” gritó una voz.

“Fidel apareció volando, espada en mano, alcanzó a la teniente en su descenso y comenzó a atacarla con la espada.

“¿Aún no has aprendido la lección?”.

Jezabel se detuvo, esquivó un primer ataque de Fidel y acto seguido desenvainó su espada. Fidel atacó por segunda vez pero su ataque fue bloqueado por la espada de su adversario.

“La teniente está ocupada con Fidel, es nuestra oportunidad de atacar” dijo Norris.

“No” contestó Jose fríamente.

“¿Cómo que no?”

“¿Todavía no lo entiendes?”

“¿Entender? ¿El que?”.

“Entender que ellos no tienen la más mínima intención de dejarnos participar en el combate”.

“¿Y eso?”

“Fíjate, la plaza está seriamente dañada, la mayoría de la gente que estaba viendo el torneo está herida y esperemos que no haya ningún muerto. Hemos atacado todos juntos y no ha servido más que para agravar la situación. También hemos intentado cooperar con los caballeros y ha sido inútil. Todo cuanto hemos hecho ha resultado un rotundo fracaso. Si ahora continuásemos combatiendo lo más probable es que moriríamos innecesariamente. Lo peor de todo es que ellos se sienten responsables de la situación, ya que esos dos han venido a por ellos, no a por la ciudad, por ello, se creen obligados a apartar el peligro que han traído con ellos pero sabemos que no tienen la culpa de ser atacados. Muriendo, lo único que lograríamos sería aumentar ese dolor y sentimiento de culpa. Así que no debemos intervenir”.

“Entonces, ¿qué podemos hacer?”

“Confiar en ellos, y en su victoria”.

Norris se agachó y dio un puñetazo al suelo.

“Si tuviera la fuerza suficiente...”

“Comprendo como te sientes, estoy en tu misma situación, pero ahora no podemos hacer nada más que quedarnos a un lado para no estorbar”.

Arturo observaba desde el cielo como Fidel estaba enfrentándose solo a la teniente.

“Aguanta, voy a ayudarte, compañero”.

Concentró las energías que le quedaban y se dispuso a volar hacia su adversario.

“¡Espera, Arturo!” exclamó una voz.

Arturo impidió su avance al escucharlo, se giró y vio a Jonyo acercarse volando haciéndole señales con la mano.

“Eres tú, Jonyo, ¿ya te has recuperado?”

“Sí, me encuentro perfectamente”.

“Entendido, ya ves como está la plaza, Gabriel y Reik han sido derrotados y Fidel está ahora haciendo frente a Jezabel él solo, así que no perdamos tiempo y vamos a ayudarle”.

“Espera un momento, antes hay algo que debes saber”.

“Estaré encantado de escucharte, pero será después de que termine la batalla, ahora no hay tiempo que perder”.

“Debes saberlo cuanto antes”.

“Ya te he dicho que te escucharé luego, ahora debemos ayudar a Fidel”.

“Esto es igual de importante”.

“Me parece perfecto, pero no puedo dejar a Fidel solo contra esa mujer” dijo Arturo y se dispuso a volar hacia Fidel.

Jonyo agarró a Arturo del hombro impidiéndole avanzar, éste se giró y observó a Jonyo sorprendido.

“Por favor, es realmente importante” dijo Jonyo seriamente.

Arturo se detuvo dispuesto a escucharle.

“Está bien, ¿qué es eso tan importante que tienes q decirme?”

“Observa atentamente” dijo Jonyo y señaló hacia abajo.

Arturo miró hacia donde señalaba Jonyo, allí, estaba Reik tirado en el suelo, inconsciente, con fuertes golpes presentes en su cuerpo, varias heridas y arañazos y completamente despeinado a causa de la descarga eléctrica. Un pequeño grupo de curiosos rodeaba su cuerpo y de vez en cuando alguien le daba una palmadita en la cara para ver si reaccionaba. De pronto Peter apareció en escena haciéndose paso entre los curiosos, los apartó a todos y se colocó de rodillas junto a Reik. Levantó las manos levemente con las palmas abiertas y estas se iluminaron en un tono verde claro. Después las posó sobre el cuerpo de Reik y, al entrar en contacto, la luz comenzó a transferirse a través de ellas, iluminando también al caballero. Según se iba iluminando, todas sus heridas y golpes desaparecían paulatinamente hasta que al fin recobró la consciencia. Entonces se levantó, hizo un gesto de agradecimiento y salió volando. Arturo, tras contemplar la escena, se quedó petrificado en el aire.

“Todo este tiempo... ha sido él quien...”

“Te lo hubiera contado antes – dijo Jonyo – pero no lo sabía. No lo supe hasta que me curó a mí hace un momento”.

Arturo salió volando hacia Peter a toda velocidad.

“Arturo, ¡no! Espera” dijo Jonyo y salió detrás de él.

Llegó al suelo, seguido de Jonyo en un momento y miró a Peter enfadado.

“¡Peter! Creo que nos debes más de una explicación”.

“Vaya, así que lo sabes, ha debido de contártelo Jonyo, es normal, no podía dejarle así. Perdona, no quería ocultároslo”.

“¿Qué no querías? ¿Qué ocurre? ¿No confías en nosotros? ¿Acaso Gabriel, Reik y tú sois espías del enemigo? ¿Qué más sabes hacer? ¿Qué más ocultas? ¿Puedes resucitar muertos, destruir planetas, volverte invisible o algo así?”

“Nos ha salvado la vida – dijo Jonyo – al menos déjale que se explique”.

“Está bien, al fin y al cabo, tienes razón” dijo Arturo y se calmó un poco.

“No oculto nada más, únicamente decidí no contarlo aún por precaución, te daré todos los detalles después, pero ahora todos tenemos cosas que hacer”.

“Está bien, después hablaremos, ahora nos encargaremos de esa mujer”.

“Y yo iré a curar a Gabriel, está al otro lado de la plaza, y si alguno sale herido, que me busque desde el aire para ahorrar tiempo”.

“Entendido, hasta la vista” dijo Arturo.

Jonyo y Arturo salieron volando a toda velocidad hacia su objetivo quedando Peter unos segundos parado hasta que les perdió de vista en el cielo.




PD1: Lamento que no salga el que para muchos, es su personaje favorito (a parte del vuestro propio, claro está), pero tenía que contar esto para no estancar más la historia.
PD2: no puedo dar una fecha concreta para el próximo ep ya que antes tengo q comprar un cuaderno bien gordo y con encabezados para poder organizarme bien, solo prometo que será lo más pronto posible.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin palabras... perfecto dentro de tu perfeccion...

Anónimo dijo...

La verdad es que este capitulo ha estado mucho mejor que los anteriores en los que cada dos por tres ibas cambiando la escena, y realmente queda mucho mejor asi ya que la escritura esta como mas limpia y no tan forzada, eso esta bien.Por cierto muchas felicidades¡¡¡¡¡¡¡¡
Un saludo a todos.(Jon)

Suso dijo...

UN capitulo de los mejores.... y aqui estamos con ganas de que salga el siguiente y poder comprobar como se desarrolla el combate.... un saludito
^^^^^^^^^^SUSO````````````