domingo, 30 de noviembre de 2008

Episodio LXXIV v 1.1

Hoy, la verdad, no hay nada que contar, así mejor leeis el capítulo más rápido xD

Agradecimientos a:

  • Mi primo, por ponerse al día y así poder haber colaborado con la elaboración del pasado de su personaje. Ahora ya habrá tres comentarios por capítulo ^^
  • El diccionario de sinónimos ¿qué haría yo sin él? O mejor dicho, ¿que haré sin él? Porque no es mío, algún día tendré que devolverlo...

Título: Kami no Kodomo (El Hijo de Dios)

Tamaño: 7'5 (me ha quedado mazo de triste)

Dedicado a: La madre, el padre, y la hermana de mi primo

Episodio LXXIV

H

ubo un silencio molesto durante unos instantes. JesuCristo miraba a todos los presentes, pero sólo Arturo le devolvía la mirada, estudiándole con curiosidad al haber oído . Gabriel y Peter miraban hacia otro lado, queriendo evitar sus ojos, mientras que el sacerdote miraba hacia el suelo entristecido por la situación. Puesto que nadie contestaba a su pregunta, el joven insistió.

“¡Os he hecho una pregunta! ¡Contestad!”

“Sí, ya te he oído – respondió el caballero del fuego, al ver que los demás no parecían tener interés en entrar en la conversación – pero yo tengo una pregunta mejor, ¿Cómo es que eres JesuCristo? Ni siquiera tienes barba...”

“No soy el JesuCristo del que has oído hablar, soy su reencarnación, que ha sido tan ansiadamente esperada por todos nuestros creyentes. Supongo que Dios eligió esta era de desgracia y desolación para mi llegada para hacer resurgir a la religión cristiana del lamentable estado en que se encuentra y recuperar su posición hegemónica en el mundo sobre el resto de las religiones, al ser la única que no es una secta”.

“Pero sigues in tener barba”.

"JesuCristo también tuvo diecisiete años, y a esa edad tampoco tenía barba”.

“Tampoco tienes el pelo largo”.

“Me lo estoy dejando, ¿acaso no se nota? Además, te estás desviando de la conversación, ese no es el tema. ¡Shinkan! Ya te dije la otra vez cuando trajiste a esos dos que no quería verlos por aquí, ¿¡y me voy toda la noche a rezar a la torre de piedra y ahora traes a otro!?”

“¿No es el deber de un cristiano ayudar al débil?”

“Sí, es cierto, Shinkan. Pero no debes olvidar, que ellos vienen del mundo exterior, son parte de toda esa gente que nos desterró a esta isla, que nos despreció, que nos culpó de sus desgracias, que nos escupió en la cara. Entiendo que al encontrarles perdidos por el desierto, les dieras agua y comida, pero ya es suficiente, ya has cumplido. Ahora tienen que marcharse. Ni siquiera sabemos si no les han contratado los musulmanes para acabar con nosotros. Sí, somos cristianos, pero estamos en una guerra. No podemos comportarnos como estuviéramos en un período de paz. Podemos sufrir un ataque en cualquier momento, y lo sabes”.

“¿No estás siendo un poco duro con él? Nosotros no hemos venido a buscar problemas”.

“No estoy hablando contigo, caballero. Ahora me voy, más vale que cuando vuelva no estéis aquí”.

JesuCristo dejó la habitación, y cuando lo hizo, una nube tapó el poco sol que había, dejándoles de nuevo casi en la oscuridad.

“Ahora en serio, ¿quién era ése?” preguntó Arturo.

“Era quien has oído – habló por fin Gabriel – El líder de este pueblo y la reencarnación del profeta de la religión cristiana, JesuCristo”.

“Nosotros ya es la segunda vez que le vemos, y tampoco los dio una cálida bienvenida” dijo Peter.

“Por favor, os ruego que le comprendáis. Además de líder religioso, también es el protector de esta isla, es normal que tema por su seguridad, y más siendo él”.

“¿Qué quieres decir con eso?” preguntó Arturo.

“Él... Sufre... Es así porque se equivocó en el pasado y quiere compensar al pueblo protegiéndolo”.

“¿Podemos preguntar qué ocurrió? – preguntó Gabriel – Tal vez así me caiga un poco mejor...”

“Está bien... Os lo contaré. Él era un niño normal, del tipo que hacen la comunión por los regalos – reía – y que vivía con su padre, su madre y su hermana pequeña. De pequeño, era muy bueno, obedecía en todo lo que se decía, comía de todo, le encantaban las albóndigas de su abuela, y sonreía en todo momento. Su madre era muy estricta con los dos hermanos y, a pesar de que era por su propio bien, él creció con un resentimiento en su interior al sentirse privado de libertades. Veía como sus compañeros de colegio tenían todo tipo de comodidades materiales que su madre le rechazaba para no malcriarle, pero, como niño que era, no lo comprendía, y las deseaba. Creía que en las casas ajenas todo era diversión, y se sintió desplazado desde que nació su hermana pequeña, creyendo que él ya no le importaba nada a sus padres.

En medio de su adolescencia, hace pocos años, acabó matando a todos los miembros de su familia uno por uno. Según su propia declaración, había tenido una fuerte discusión con su madre por una, según él, injusticia en relación a su hermana, al parecer cobraban lo mismo de paga y él tenía tres años más, por lo que termino yéndose de casa aquella noche cogiendo un chocobo sin permiso. Su madre se quedó en vela esperándole mientras que su padre salió a buscarle con otro chocobo. Cuentan que consiguió alcanzarle y que hubo una persecución a gran velocidad. El padre terminó tropezando con resaltó en la calzada por ir a demasiada velocidad y se cayó del chocobo, haciéndose graves heridas en la cabeza. Para asegurarse de que no volviera a perseguirle nunca más, le arrolló con el chocobo acabando con su vida al primer pisotón. Después volvió a su casa, sin decir nada de lo que había ocurrido, cerró la puerta por dentro y rompió la llave dentro de la cerradura, haciendo imposible entrar o salir a nadie. Negó haberse encontrado con su padre, Su madre empezó a echarle la bronca y a decirle que no volviera a escaparse jamás, cuando agarró una silla que tenía que tenía cerca y se la estampó en la cabeza a su madre, que después se dio en el cabeza con el pico de una mesa al caer, muriendo en el acto. Su hermana escuchó el golpe y se asomó a ver que pasaba. Al ver a su madre cubierta de sangre, intentó huir gritando y pidiendo ayuda. Descubrió la puerta sellada y probó con las ventanas, al ver que su hermano había ido a la cocina y llevaba un cuchillo, pero se encontró con que usaban rejas en todas ellas. Ya desesperada y llorando, se encerró en su propia habitación, y trató de colocar obstáculos para impedir el avance de su ejecutor, en vano. Abrió la puerta de una patada quitando todo de en medio, y su hermana se agarró a las rejas y empezó a gritar pidiendo ayuda. Un testigo dijo que la vio y que intentó gritar su nombre, pero que su grito se ahogó a la mitad al recibir la primera puñalada en la espalda. Cayó sobre la cama, donde continuó apuñalándola hasta que sació sus ansias de venganza y liberó su resentimiento con la estocada final, que entró por la nuca y salió por la garganta. Fue una verdadera tragedia...”

“¿Cómo tenéis a alguien así como líder?”

“Se dice que Dios pone a prueba a quienes más ama, y es cierto. En ningún momento he dicho que sus actos hubieran quedado impunes. Nadie que haga algo así puede salir como si nada. El mismo día de los asesinatos fue arrestado y puesto a disposición judicial. No tardaron en ponerle en prisión preventiva. Durante el juicio se le declaró culpable y le condenaron a muerte. En ningún momento dijo estar arrepentido de lo que había hecho, y aunque un psicólogo de diagnóstico trauma infantil, no sirvió para salvarle. El día que estaba prevista la ejecución, todo estaba dispuesto para que se hiciera justicia, pero ocurrió algo inesperado”.

“¿El qué?”

“Un milagro”.

“¡¿Un Milagro?!” exclamaron los tres a la vez.

“Sí. A pesar de estar en una sala cerrada, apareció un rayo de luz del cielo a través del techo y le iluminó. Fue así como supimos que se trataba de JesuCristo, el Hijo de Dios”.

“Ya van dos que no nos dicen su verdadero nombre...” pensó el caballero del fuego.

“Al iluminarle la luz, y nombrarle todos como Hijo de Dios, cayó en el suelo arrepentido y comenzó a llorar, pidiendo perdón y jurando que aceptaría el cargo que Dios le había dado y que demostraría al pueblo y al mundo que era digno de esa responsabilidad”.

“¿Entonces hace milagros?”

“Más que milagros, hace proezas – contestó el sacerdote – Espero que si le veis en acción, no sea enfrentándoos a él. No me gustaría ver esa situación”.

“¿Tan fuerte es?”

“No es con fuerza con lo único que se gana, caballero. Es algo que la última guerra nos enseñó a todos. Ahora marchad a buscar a vuestros dos compañeros, seguro que os están esperando en algún lugar de esta isla”.

“Me ha dejado con la curiosidad...” comentaba el caballero del fuego al verle marchar sonriendo.

“Si quieres cuando volvamos le retas, pero ahora vámonos. Ya es de día, y hay que aprovechar estas primeras horas que aún no hace calor en el desierto” dijo Peter.

“Se nota que eres presidente, ¡como te gusta mandar!” dijo riendo y todos salieron del lugar.

Kevin se despertó en el hospital, con un fuerte sobresalto originado por el estrés de todas las batallas del día. Estaba en una habitación oscura, recostado en una almohada, cubierto de vendas, mientras escuchaba los pitidos intermitentes de la máquina que medía sus constantes vitales.

“Por fin despiertas” escuchó desde un rincón.

Kevin levantó la vista y vio la silueta de una mujer acercándose.

“Pensaba que nunca te despertarías”.

“Señora Eivril, ¿es usted?” dijo al tener todavía la vista algo cansada.

“Anda que... Tantos hombres y acabar todos en ese estado, para que luego digan que somos el sexo débil...”

“Sí, es usted, no hay duda...”.

“Hola Kevin”.

“¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy en el hospital? Creía que había muerto”.

“David nos llamó histérico una vez estuvisteis fuera de peligro, pero no fue capaz de contarnos nada del miedo que tenía. Balbuceaba, decía palabras sueltas, pero al final no conseguimos averiguar nada. ¿Qué ha pasado, Kevin? El miryoku no fue capaz de cerrar esas heridas en el estómago. Los médicos dijeron que ni el mordisco de un león pudo haberos causado tanto daño. Si llegamos a atenderos un minuto después, no lo habríais contado ninguno”.

“¿Significa eso que todos los demás están a salvo?”

“Sí, pero siguen inconscientes. Cuéntame ya qué ha pasado”.

Kevin se palpó las vendas del estómago, y vio que aún seguían manchándose de sangre. El poder del Caballero Negro había superado por completo sus expectativas. Finalmente, cogió aire y comenzó a explicarlo todo.

“Vinieron dos atacantes. Una mujer robot y un hombre de color. Derrotamos a la primera, pero él, que se hacía llamar Caballero Negro, nos derrotó a todos”.

“¿Qué buscaban?”

“El Caballero Negro buscaba los cuerpos de Isabel y Verónica para extraer los poderes de los elementos de agua y viento. No pudimos evitarlo y nos derrotó con la fuerza de esos elementos. Además, la mujer robot dijo algo antes de morir – se puso la mano en la cabeza tratando de recordar, hasta que de pronto la expresión de su rostro cambió radicalmente – ¡Es cierto! ¡La bomba! ¡Me había olvidado por completo de ella!”

“¿Bomba? ¿Qué bomba?”

“Dime, ¿cuánto falta para el amanecer?”

“Unas dos horas y media, ¿por qué? ¿Qué pasa?”

“¡Rápido! ¡Despiértalos a todos! ¡Aunque estén heridos! ¡No hay tiempo que perder!”

Arturo, Gabriel y Peter salieron de la casa de adobe, y por fin el caballero pudo ver el exterior del poblado con sus propios ojos. Como le había dicho el sacerdote, el suelo era pantanoso, lleno de barro, pero no tenía más datos acerca del resto. No imaginaba que un montón de plantas trepadoras cubrieran las casas, sirviendo incluso mejor que el adobe como soporte principal, tampoco imaginaba que las raíces de los árboles sobresalieran parcialmente a la superficie, ni que los árboles, todos altos y verdes, pero ninguno frutal, eran tal altos y espesos que impedían ver el cielo y que llegase la luz del sol, por lo que por muy de día que fuese, siempre estaban sumidos en la oscuridad.

“Vamos, no te quedes ahí mirando el paisaje, tenemos prisa” dijo Peter.

Avanzaron por el barro hasta llegar a un corral de chocobos, los cuales volvieron a llamar la atención del caballero.

“Estos bichos... No los había visto nunca antes en otro sitio. Son bastante raros”.

“Es normal, son nativos de esta isla, o eso nos dijeron. Corren más que un caballo, y sus plumas les hacen mucho más cómodos. Y una última cosa, aunque no es objetiva, a mí me parecen mucho más cariñosos”.

“¿Se dirigen igual que un caballo?”

“Sí, en eso no vas a tener problema” dijo Gabriel.

Arturo se montó en uno de ellos y sintió como si estuviera flotando.

“Qué cómodo. Bien, Mariejoa, ¿dirección norte?”

“Exactamente” dijo Peter cuando ya estaban todo subidos en el chocobo.

“¡Pues vamos allá!” exclamó y los tres salieron de allí galopando a gran velocidad.

No habían pasado ni quince minutos, cuando ya estaban reunidos en la misma sala Eivril, Kevin, Norris, Jose y Eddy. Habían estado poniendo al día la presidenta sobre Yolien y su amenaza de bomba y reflexionaban sobre qué hacer.

“Antes de decidir sobre qué hacer, creo que deberíamos mandar una carta a Peter y los demás – comentó Kevin – Si el Caballero Negro va tras ellos, es mejor que estén preparados cuando llegue el momento”.

“Me temo que no va a ser posible – interrumpió la presidenta – La carta que mandé ayer me ha sido devuelta, eso pasa cuando la dirección de destino no existe o es errónea, lo que significa que o no han podido localizar el barco, o que les ha pasado algo malo, puede que hayan naufragado o que les hayan hundido el barco”.

“¡Imposible! – saltaron Eddy y Norris al unísono – ¡Nuestros barcos no son de tan mala calidad! ¡No les hunde cualquier ataque! ¡Y menos el que les dimos a los caballeros!”

“A lo mejor simplemente están en un lugar al que el servicio de mensajería no puede llegar” dijo Jose.

“Ahora que sabemos que no podemos hacer nada por ellos, veamos si podemos hacer algo por nosotros mismos. Si lo que han dicho es cierto, tenemos un serio problema”.

“Pero, tenemos las barreras protectoras que hay en la ciudad, las diseñó el propio Peter” señaló el Comandante.

“Ése es exactamente el problema. Las barreras están preparadas para no dejar entrar nada, pero sí salir. De este modo, resistimos el ataque del enemigo y podemos atacar desde dentro. Si los explosivos están colocados en el interior de un edificio, la barrera no tendrá ningún efecto y dejará que la explosión salga y arrase todo a su paso”.

“Pero las barreras de los otros edificios sí retendrán el impacto. Podemos minimizar los daños”.

“Aunque las barreras protejan el resto de edificios y monumentos, no protegerán las calzadas, los árboles ni a los animales. Además, no podemos estar seguros de que toda la población está protegida en el interior de los edificios, siempre hay gente, ancianos que no escuchan la voz de alarma y se quedan en sus casas, o jóvenes insensatos que para demostrar su valor, o más bien su estupidez, se quedan en la calle. Con que haya una sola persona fuera que no se haya enterado por cualquier motivo, le mataríamos. Aparte, no podemos utilizar la barrera general que protege la ciudad por entero, no hay suficiente energía para activar las individuales de los edificios y la general, sin contar que estaríamos en las mismas, la explosión saldría hacia fuera y no serviría de nada”.

“Vaya birria de sistema de defensa que tenemos” comentó Jose.

“Los ataques suelen venir del exterior... Sin embargo aún hay una última opción”.

Al oír eso, todos se inclinaron hacia delante para escuchar con atención.

Había pasado ya un buen rato desde que los caballero iniciaron la marcha montados en el chocobo. El sol comenzaba a pegar con fuerza y, de no ser por las túnicas que les cubrían la cabeza ya tendrían síntomas de insolación. A pesar de llevar un buen rato en marcha, nadie había abierto la boca.

“Peter... Hace un rato que quiero preguntarte algo” dijo Arturo.

“Dime...”

“¿Por qué le has ocultado a Shinkan tus conocimientos sobre las barreras de energía? Sé que no fue por modestia ni por nada parecido, tienes que tener un motivo especial, sino no lo habrías hecho, no eres de los que hacen esas cosas sin motivo. Dinos, ¿cuál es?”.

“Así que te diste cuenta. Lo sabía... Y también sabía que esto tenía que pasar algún día... Está bien, os lo contaré, pero quiero contároslo a todos. Por favor, te ruego que esperes a que encontremos a Jonyo y a Fidel”.

“Hmmmmm... No creo que tenga otra alternativa...”

“Yo también me di cuenta, pero no dije nada”.

“¿Por qué?” preguntó el caballero del fuego asombrado.

“Todos tenemos algo que ocultar en nuestro pasado, yo soy el primero. Por eso, aún sabiendo que él también lo estaba haciendo, no podía obligarle a decirlo...”

“Yo conozco ese pasado del que hablas, pero te respetaré al igual que tú me respetas, y no diré nada”.

“Me parece que tú también tendrás que contar eso que te atormenta algún día”.

“No lo creo, el pasado, pasado está. Así es, y así tiene que seguir siendo. Para contarlo, tendría que volver a tener relevancia en el presente, y eso es imposible”.

“¿Por qué es imposible?”

“Porque la persona a la que se refiere ese pasado... Está muerta”.

“Parece que aquí hay menos confianza de la que creía – comentó Arturo para finalizar y todos callaron – Pero, entiendo vuestra postura y, no me importa lo que os haya ocurrido en el pasado, si no os conocía, no tengo derecho a opinar sobre si debéis contarlo o no. Preferiría que lo compartierais con todos, pero, siempre que no afecte al presente y a nuestros objetivos, como bien has dicho, Gabriel, no os preguntaré más” dijo y todos continuaron avanzando en dirección norte.

En Petoria, quedaban sólo un par de horas hasta el amanecer, Kevin corría a toda velocidad de un edificio a otro, buscando la bomba, mientras recordaba las palabras de su presidenta en funciones.

>>“Dinos, ¿cuál es esa solución? – insistió el Comandante – No nos tengas en ascuas”.

>>“El sistema de barreras escudo tiene un sistema de emergencia que permite invertir el funcionamiento de las barreras haciendo que todo pueda entrar, pero que nada pueda salir. Sin embargo, tiene un pequeño inconveniente...”

>>“¡Es nuestra salvación! Que se pierda un edificio no es un inconveniente importante comparado con salvar a toda la población y al resto de la ciudad – dijo Kevin – No se preocupe, presidenta, volveremos a reconstruirlo”.

>>“No me refería a eso, el verdadero inconveniente es... – antes de decirlo rompió a llorar – ¡Sólo puede activarse desde dentro!”

>>La expresión de alegría de todos los presentes desapareció en un instante.

Las lágrimas habían aparecido en los ojos de Kevin al recordar esas palabras, y al hacerlo aumentó la velocidad.

“Tengo que encontrar esa bomba antes que nadie, sino... ¡Uno de ellos morirá!”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Madre mia, mu buen episodio un poco corto la verdad pero bastante bueno ^^. A ver si los siguientes son un pelin más largos pero vamos que este no está nada mal ^^.

Un saludete

Dani López

Anónimo dijo...

Jon:

pero sigues in tener barba”.(sigues sin tener)
El padre terminó tropezando con resaltó en la calzada (con un resalto)
cuando agarró una silla que tenía que tenía cerca (sobra un que tenía)
que después se dio en el cabeza con el pico de una mesa al caer(en la cabeza)
aunque un psicólogo de diagnóstico trauma infantil,(le diagnosticó)
Había pasado ya un buen rato desde que los caballero iniciaron la marcha montados en el chocobo(los caballeros)
me ha gustado el capitulo,sobretodo el final,quien se sacrificará?o si encontraran alguna otra solucion,no se la verdad es que ha sido corto pero intenso y movido a la vez,sigue asi
Un saludo a todos

Raúl dijo...

Jaja muy bueno lo de las albóndigas xD.Esta mu bien ¡sigue asi!

dew ^^