martes, 29 de abril de 2014

Episodio CLXVII

Lo publico a tiempo y me bajo a ver el partido :p A ver si llegamos a la final esta vez!!

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Episodio 

CLXVII
E
l enfrentamiento entre Jonyo y Blackron había llegado a un punto muerto. El caballero del rayo ya no podía arriesgarse a atacar desde larga distancia por miedo a ser carbonizado por el fuego negro. Eso significaba que ya no tendría recorrido suficiente para acelerar hasta alcanzar la velocidad necesaria para golpear a su adversario con la potencia que requería un rival de semejante poder. Por otro lado, el Caballero Negro esperaba ansioso la llegada del último elemento, la tierra oscura, que completase su evolución y le permitiese combatir a su máximo nivel, pero estaba tardando mucho más de lo que estaba planeado.

“Maldito Mesa… ¿Qué coño estás haciendo? – pensaba el Caballero Negro – Hace rato que deberías haber llegado con la última esfera, pero ni siquiera veo la señal… ¿A qué estás jugando?”

“Veamos… Tal vez no pueda arriesgarme a atacar desde muy lejos – reflexionaba el caballero del rayo – Sin embargo, tengo que mirar otras opciones. Sin el último elemento, mi ventaja se mantiene. A decir verdad, preferiría que tuviese todos los elementos ya, pero sé que Fidel no se va a dejar ganar… Lo de Reik ha sido increíble pero al fin y al cabo le han tendido una trampa, ha sido casi un milagro que consiguieran arrebatarle el hielo. No se volverá a repetir…”

El Caballero Negro finalmente se decidió y tomó la iniciativa en el combate. Sabía que su último movimiento le daba una ventaja psicológica que no podía desaprovechar, así que se lanzó al ataque, a pesar de no tener muy claro lo que hacer a continuación.

“Tengo que alargar el combate en lo que viene Mesa… Es estrictamente necesario que adquiera el último elemento, y no porque no pueda ganarle con mi poder actual. Este combate es lo que he estado esperando todo este tiempo, es mi retorno a lo más alto, ¡mi coronación como forma de vida perfecta! Así que no me vale con ganar, es incluso más importante la manera en que gane que la propia victoria. Tengo que aplastarle de tal manera que no quede ninguna duda de mi victoria, tengo que utilizar todo mi poder no porque sea necesario, sino para que verlo en acción y sufrirlo en su propia carne sea una experiencia tan aterradora que con sólo recordarlo le tiemble todo el cuerpo y el miedo paralice su mente. Sí… Creo que ya sé por dónde empezar…”

La distancia que separaba a los dos combatientes ya era bastante reducida. El caballero del rayo tenía la oportunidad de medir la potencia de sus ataques con la limitación que le suponía no tener margen para acelerar todo lo que quisiera, y ver a su adversario viniendo hacia él era una gran oportunidad.

Antes de que El Caballero Negro hiciera nada, Jonyo se adelantó y probó a golpearle a velocidad máxima. El golpe todavía fue lo suficientemente rápido como para que Blackron no pudiera bloquearlo y le impactase de lleno, pero se notó claramente cómo había disminuido su fuerza. A pesar de que su adversario recibió daños, ya no era derribado ni el dolor obligaba a detenerse. Simplemente era un golpe más que le permitía seguir con el combate sin ningún problema.

Se desató entonces una fiera batalla de desgaste, en la que cada uno golpeaba al otro a una distancia muy próxima, sin dar tiempo a preparar o a bloquear los ataques en condiciones. Jonyo daba un puñetazo en la cara a Blackron, él le respondía con una patada en el estómago sin quitarse el puño de su antiguo compañero de la cara. Parecía una pelea callejera, había perdido todo el estilo, y no estaba contentando a ninguno de los combatientes.

“¿Qué estoy haciendo? – Terminó por preguntarse Jonyo – ¿Éste es el combate que quiero? No… Yo no quiero ganar así… Es cierto que de esta forma, tendría tiempo para huir en caso de que intentase utilizar el fuego negro, pero, ¿a cambio de qué? Yo no puedo atacar al máximo de mi poder, pero a él nada le impide utilizar el resto de sus letales elementos oscuros. Ninguno de los dos está demostrando nada más que ser los mismos imbéciles inmaduros que se pegaban en clase para divertirse cuando iban al instituto.

¡No quiero ganar así! Quiero usar todas mis habilidades y mis grandes ataques. No se puede vivir con miedo – pensaba mientras asestaba un nuevo golpe a su oponente – ¿Él podrá usar las suyas también? Pues genial, que lo haga, no podrá conmigo igualmente. Que venga a por mí con todo lo que tiene, anularé sus poderes y acabaré con él”.

Acto seguido, el caballero no continuó con el intercambio de golpes, esquivó el puñetazo que se le venía encima, y retrocedió volando para distanciarse de su objetivo.

“Parece que ha cambiado de opinión – pensó el Caballero Negro cuando le vio alejarse – Perfecto, aquí le espero”.

Una vez se hubo distanciado lo suficiente, el caballero del rayo dio media vuelta en el aire, y comenzó a acelerar a toda velocidad.

El Caballero Negro salió a su encuentro. Jonyo se acercaba a una velocidad impresionante. A pesar de que estaba bastante lejos, sabía que le alcanzaría en un par de segundos. No tenía tiempo ni medio para contrarrestar sus golpes a velocidad extrema, así que decidió volver a cubrirse.

Jonyo sabía el peligro al que se exponía, el poder del fuego negro era temible, pero ya no podía volver atrás. Avanzó hasta su adversario y le golpeó a toda velocidad, y en ese mismo instante, una gigantesca ola de agua negra apareció de detrás del acantilado, engullendo todo a su paso, incluido al caballero del rayo.

“¡¿Cómo?! – exclamó al salir a flote, todavía dentro de la ola oscura – ¿No ha usado el fuego negro?”

La risa del Caballero Negro se escuchaba hasta debajo del agua. Cuando la ola pasó completamente, ambos tuvieron contacto visual de nuevo. Blackron vio el cuerpo de Jonyo bañado en el agua oscura, y su sonrisa no podía ser mayor.

“¡Jajajaja! ¡Te he engañado! ¡Ahora tu cuerpo está cubierto de agua negra! ¡Poco a poco, penetrará por tus poros hasta el interior de tu cuerpo, donde atrofiará tus músculos, debilitará tus huesos y mermará tus fuerzas. Utilizar el fuego negro habría sido terminar el combate demasiado rápido. Tú te mereces una muerte lenta y dolorosa, sufriendo hasta el último aliento. Usaré el fuego negro contra ti, pero no hasta que sea el momento. Por ahora, ¡disfrutaré viendo cómo te vas volviendo cada vez más débil hasta que ya no puedas hacer nada contra mí! ¡Jaajajajaja!” reía exageradamente.

El discurso del Caballero Negro fue todo lo desmoralizante que él pretendía, sin embargo, sus duras palabras no fueron capaces de sesgar los ánimos del caballero del rayo, que le devolvió la sonrisa.

“Desde que tuvimos aquel enfrentamiento contigo en el que le arrebataste el fuego a Arturo, sabía que, a lo largo del combate, antes o después utilizarías esta agua negra contra mí”.

“¿Y qué?”

“¡Soy el caballero del rayo, y mi atributo es la velocidad! ¡Nunca he tenido la intención de hacer un combate largo! ¡Terminaré contigo antes de que los efectos del agua negra puedan llegar a notarse!”

No quería perder más tiempo. Cada segundo que pasaba, el agua negra iba drenando sus fuerzas poco a poco. Salió al encuentro de su adversario a toda velocidad con un nuevo puñetazo, pero no sabía que le tenía preparada otra sorpresa. El Caballero Negro se dejó golpear por el caballero, y en el momento del impacto, le agarró la muñeca con fuerza.

“¡Ya te tengo!” exclamó sonriendo.

El Caballero Negro utilizó al fin su recién adquirido elemento. Un cristal de hielo negro surgió de la mano de Blackron y comenzó a invadir el brazo del caballero del rayo. Rápidamente, Jonyo, al ver que su oponente no le soltaba, le forzó a llevarse las manos a la cara propinándole un cabezazo en la frente. Seguidamente, retrocedió de un acto reflejo, evitando que el hielo se extendiese por todo su cuerpo. Por suerte o por desgracia, su brazo sí fue alcanzado completamente, cubriendo el hielo hasta el hombro.

“Mierda, me ha pillado por sorpresa…”

Sin embargo, Jonyo no tardó en darse cuenta de una cosa. No notaba nada raro bajo esa capa de hielo oscuro que le recubría el brazo por completo. No le dolía, ni notaba que le escaparan las fuerzas, ni tampoco había dejado de sentirlo, algo normal cuando el hielo entra en contacto prolongado con una parte del cuerpo. Simplemente era como si tuviese una armadura helada protegiendo su brazo, sin mayor inconveniente que el peso añadido.

A pesar del todo, el caballero no terminaba de convencerse de que fuese algo positivo mantener ese pequeño glaciar pegado a su cuerpo, así que se acercó a una prominente roca y estrelló su brazo contra, reventando el hielo negro en un millar de pedazos.

El caballero todavía no se podía creer que hubiese sido tan fácil, así que comprobó una vez que todo estaba bien. Giró el hombro, el codo y la muñeca, movió los dedos y amagó un par de puñetazos. Todo era normal en su brazo, sobre aquel acantilado bajo el cielo nublado.

“Parece que me quitado a tiempo y evitado los efectos del hielo negro, ¿eh Blackron?” le dijo, ya seguro de sus palabras.

El Caballero Negro cerró los ojos durante un instante, y giró la cabeza para que no se notara como se aguantaba la risa. En ese momento, el movimiento de las nubes dejó pasó al Sol durante unos instantes, bañando el lugar con su luz, aunque otra nube se le acercaba inexorablemente.

“Los efectos del hielo negro ya han comenzado”.

En cuanto la luz del Sol comenzó a acariciar el lugar, la temperatura subió ligeramente. En situaciones normales, se trataría de un calor tranquilizante en una mañana fresca de primavera, pero con el esfuerzo físico del combate, ambos combatientes encontraron molesto que la temperatura subiera todavía más. En especial, el caballero del rayo notó que una parte de su cuerpo estaba notando el calor más que nunca.

“Mi brazo… Está ardiendo… No lo entiendo… Pero no he sido alcanzado por el fuego negro antes, ni nada… Es como… Es como si fuese el Sol el que lo quemase… ¿Qué está pasando?”

“Ya te lo dije antes. Los efectos del hielo negro ya han comenzado. Una exposición prolongada al hielo normal provoca una disminución de la actividad nerviosa, llegando incluso a volverse prácticamente nula, impidiendo sentir ni mover el cuerpo. Esto solía utilizarse antiguamente para eliminar el dolor en pequeñas intervenciones quirúrgicas, o para algo tan simple como contrarrestar una fiebre.

El hielo oscuro es todo lo contrario. Al entrar en contacto con el cuerpo, sin necesidad de ser una exposición prolongada, provoca una sensibilidad extrema en todo el sistema nervioso, haciendo que el más pequeño estímulo cause una sensación totalmente desagradable.

Cuando el cielo estaba nublado, al temperatura ambiente era intermedia y no mandaba ninguna señal a tu cerebro, pero al salir el Sol, la balanza se ha inclinado ligeramente hacia el calor, de manera muy disimulada, pero suficiente para despertar el poder del hielo negro. Lo que tu cuerpo siente como un agradable calorcito inocente, en tu brazo es como arder en el infierno. Y además…”

Aprovechando la conmoción del caballero, se aproximó a él le agarró del brazo sin hacer mucha presión, pero con firmeza. Utilizando únicamente la fuerza necesaria para retener el avance de una persona. Sin embargo, en cuanto le agarró, Jonyo cayó al suelo retorciéndose de dolor.

“Además, como ves, los efectos no se limitan a la temperatura. Si sube un poco sentirás un calor extremo, si baja un poco un frío glacial, pero también se aplica a cualquier otra sensación, como el dolor. El más mínimo roce, para ti será como si te aplastará una roca, la picadura de un mosquito te hará sentir que te clavan una espada, un corte con una hoja de papel será como cercenarte el brazo, y mis golpes… Bueno, ni yo mismo soy capaz de calcular el dolor que te harán sentir mis golpes, será divertido averiguarlo. ¿Qué tal si probamos ahora?”

El dolor que le estaba suponiendo la simple acción de sujetarle el brazo estaba siendo insoportable, y no tenía ninguna intención de comprobar hasta donde podían llegar las cosas. Jonyo no tenía mucho tiempo para actuar, pero sabía lo que tenía que hacer.

Aprovechó el brazo que le quedaba libre, tanto de la presión de su oponente, como de los efectos de su elemento oscuro, para realizar su ataque. Con sus poderes elementales, invocó un rayo a su lado, y arrancó un pedazo con sus propias manos.

“Esa técnica es…” pensó Blackron.

“¡Lanza del Relámpago!” exclamó y la lanzó directa a la cabeza de su adversario.

El Caballero Negro soltó a Jonyo y trató de esquivar el golpe, pero la escasa distancia, unida a la extrema velocidad de la técnica, volvió imposible la hazaña. No obstante, sí que logró que la lanza eléctrica no le impactara en la cabeza, aunque fue abatido en el pecho.

El ataque atravesó limpiamente al Caballero Negro, aunque al tratarse de una descarga eléctrica en esencia, no le hizo ningún agujero ni dejó herida alguna. Su cuerpo cayó al suelo redondo, convulsionándose con mucha intensidad, con fuertes espasmos en las extremidades.

Al mismo tiempo, el pedazo de rayo continuó su camino hacia el cielo, atravesando las nubes. Al hacerlo, la onda expansiva que dejó a su paso despejó una parte del firmamento, arrastrando las nubes hacia atrás, las cuales, de manera fortuita, volvieron a cubrir el Sol. La temperatura anterior regresó a un punto intermedio y el ardor en el brazo del caballero quedó mitigado casi totalmente.

El Caballero Negro tardó un rato en levantarse, y aun así, cuando lo hizo, todavía presentaba leves calambres y espasmos. Aquel rato, Jonyo aprovechó para descansar. Intentó varias pruebas con su brazo afectado. Presionó levemente, después tocó, y por último simplemente rozó, pero no fue capaz de evitar el dolor en ninguna de las sensaciones, aunque sí notó varios grados. No se quería imaginar el dolor que podía suponerle un ataque enemigo ahora.

“Haaa… Haaaaaa… – Le dijo Blackron al ponerse en pie – Tal vez hayas logrado evitar el Sol, pero sabes perfectamente que no podrás evitarme a mí, de la misma manera que no puedes evitar tu destino”.

“La mejor defensa es un buen ataque, Blackron, ¡acabaré contigo antes de que puedas alcanzarme!”

Dispuesto a ello, el caballero del rayo se lanzó contra su adversario, que todavía no estaba totalmente recuperado de la sacudida eléctrica que había recibido hace ya un rato. Aun así trató del ataque que se le venía encima, pero su cuerpo todavía no le obedecía y llegó tarde. El puño de Jonyo le golpeó en la barbilla, elevándolo ligeramente, para después caer al suelo de espaldas. Pese a todo, tras el impacto, el caballero del rayo terminó también en el suelo retorciéndose de dolor.

“Que tonto eres – le dijo su adversario – No sé por qué pensabas que el efecto del hielo negro no iba a afectar a tus propios ataques. Cuando das un golpe, tu cuerpo sufre el retroceso de tu propio ataque, pero el entrenamiento suele hacer ese daño inapreciable para el atacante. Sin embargo, ahora, bajo los efectos del hielo negro, tus ataques te dolerán más a ti que a mí, ¡jajaja!”

No contento con lo que acababa de decir, se acercó a Jonyo, aprovechando su desventaja, igual que él había intentado aprovechar la suya hace un momento. Un solo toquecito en el pie sirvió para crear un pequeño cristal de hielo negro que se fue expandiendo rápidamente.

En lo que levantó el puño sano que le quedaba ya se había expandido hasta el pecho, y para cuando lo bajó para dar el golpe era lo único que quedaba sin cubrir por el hielo, precisamente por haberlo elevado en primer lugar. Incluso la cabeza del caballero fue cubierta por el hielo sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Apenas el brazo a partir del codo fue lo único que quedó sin cubrir, y con lo que consiguió acertar en el cristal oscuro.

El caballero no estaba seguro de si con eso iba a poder salvarse. En el momento del impacto, donde su puño golpeó en su propio pecho, el hielo negro detuvo su avance de inmediato, asegurando la salvación de lo poco que le quedaba libre. Apenas unos instantes más tarde, el cristal de hielo negro comenzó a agrietarse desde la zona del golpe, para terminar estallando en grandes trozos que se dispersaron alrededor.

“Se acabó para ti. Todo tu cuerpo ha sido afectado por el hielo negro. Ya no importa lo fuerte que seas ni lo poderosas que puedan llegar a ser tus técnicas. Cualquier ataque que intentes será como estrellarte contra un muro. Todo se volverá contra ti. Si te empeñas en intentarlo, te expondrás a un dolor inimaginable en muy poco tiempo, que te provocará un colapso en el sistema nervioso y finalmente morirás”.

“No… Te equivocas… Todavía me queda un brazo…”

“Eso no cambiará nada y lo sabes.”


“Tienes razón, ante estas circunstancias, no cambiaría nada si sólo fuese un brazo. ¡Pero sí será suficiente cuando utilice la técnica suprema de elemento rayo que tú mismo me has ayudado a perfeccionar!”

1 comentarios:

Jon dijo...

bueno un capítulo corto y con poca chicha, aunque poco a poco vamos avanzando.

así que se acercó a una prominente roca y estrelló su brazo contra(contra...)
Parece que me quitado a tiempo y evitado los efectos del hielo negro, ¿eh Blackron?(me he quitado)
al temperatura ambiente era intermedia y no mandaba ninguna señal a tu cerebro(la temperatura)
Aun así trató del ataque que se le venía encima(¿?)
P.D. Siento el retraso en leerlo pero ya sabes que son fechas de exámenes.
Un saludo a todos.