jueves, 4 de diciembre de 2014

Episodio CLXXV

Esta vez la espera es más que justificada :p Capítulazo largo, completo y lleno de sorpresas. No digo más para que podáis disfrutarlo por vuestra cuenta:

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Episodio 

CLXXV

He cometido un error – se lamentaba el Caballero Negro, que ahora veía como su oponente se venía arriba cuando ya lo tenía acorralado – Es algo normal en estas circunstancias. Acabo de obtener los elementos rayo y hielo, todavía no me ha dado tiempo a comprender todos sus efectos,  pero en un combate así, cualquier fallo es inaceptable. Ahora su brazo está completamente recuperado y su moral ha subido al ver que puede hacerme daño. Es la hora de reparar mi error y terminar con este combate. ¡Acabaré con él con el siguiente ataque! ¡Incluso sin haber obtenido aún el elemento de la tierra!”

Al mismo tiempo, Jonyo también reflexionaba sobre la situación.

“Mi brazo está recuperado, sí. Además, he conseguido darle un golpe, pero, ¿y qué? Sigo con este maldito corte en el cuerpo que no me deja utilizar mi máxima velocidad… Ya he forzado una vez y realmente no ha servido para nada, tan sólo he conseguido cabrearle más, y ahora parece que va a ir con todo. Todavía estoy en condiciones de un último ataque, pero eso, sólo uno. Si fallo…”

La actuación del Caballero Negro interrumpió sus pensamientos. Enseguida se dio cuenta de que se traía algo importante entre manos. En primer lugar, una lluvia de rayos negros comenzó a caer alrededor de los combatientes, sin alcanzarles, pero rodeándoles completamente.

“Ha cercado la zona con una lluvia de rayos negros para que no pueda escapar… Parece que se ha hartado de esperar a Mesa y quiere terminar con esto ya…”

El siguiente elemento en entrar en escena fue el viento negro. Un pequeño tornado de viento negro surgió bajo sus pies, creció y finalmente envolvió sus piernas, aumentando su velocidad y abriendo levemente el suelo a su paso. Tras eso, alzó su espada al cielo, cerró los ojos y comenzó a recitar un conjuro, susurrando en voz baja los primeros versos, subiendo el tono poco a poco, para terminar exclamando con fuerza los últimos.

Que se libere el cielo confinado
que mi cuerpo sea la espada de hielo
que nos lleve al abismo
que ningún poder pueda detenernos

Destructora del alma de los Dioses
creación del Señor de las Pesadillas
hija del rey de los reyes brujos
la espada de la oscuridad contra los Dioses

¡Preséntate ante tu humilde servidor!
¡¡Espada Ragna!!

La espada de Blackron tomó una nueva forma, recubriéndose completamente de hielo negro, volviéndose más grande y poderosa. De forma paralele, un escudo de fuego negro surgió sobre su otro brazo, completando la equipación. Finalmente, una ola de agua negra apareció desde el fondo del acantilado, y el Caballero Negro avanzó hacia su objetivo surfeando en ella sobre su tornado oscuro.

“Lo has atado todo muy bien, ¿eh? – pensaba Jonyo mientras le veía acercarse – Un ataque con un arma de hielo negro que aumente la sensación de dolor, con un escudo de fuego negro para que no se me ocurra acercarme, montando en un tornado de viento negro que a su vez está surfeando en una ola de agua negra para que tus movimientos dependan del agua y el tornado y así no pueda prever adecuadamente sus intenciones a través de la electricidad que comunica su cuerpo… Para rematar, has cerrado la zona con una lluvia de rayos negros y me vas cerrando poco a poco con el avance de la ola…

Si le ataco directamente con mis puños, utilizará el escudo de fuego negro para bloquearme y será mi fin. No hay otra salida, tengo que utilizar mi espada – pensaba mientras se colocaba en posición – Si no gano con este ataque, perderé combate. La Velocidad Extrema sin duda pasará factura a mi herida, no puedo estar seguro de si podré continuar después de forzarla por segunda vez, así que no puedo correr riesgos…”

Con un par de volteretas hacia atrás, el caballero del rayo se retrasó hasta el límite donde comenzaba la frenética lluvia de rayos negros, para asegurarse de que tenía la mayor distancia posible para coger velocidad. A su espalda, podía escuchar las continuas explosiones que provocaban los rayos al impactar contra el suelo, mientras deseaba no haberse colocado demasiado cerca.

“¿Tratas de huir? – Le dijo el Caballero Negro al mismo tiempo que comenzaba su avance – Adelante, ¡hazlo! Un rayo negro te alcanzará y anulará tus sentidos, facilitándome el trabajo, pero personalmente, prefiero que intentes resistirte. La espada Ragna te atravesará, y el hielo negro que la forma elevará la sensación de dolor hasta el extremo, pero si un rayo negro te tumba primero no sentirás ningún dolor. En cualquier caso vas a morir, ¿qué decides? ¿Morir sin dolor pero como un cobarde? ¿O dar la talla pero morir sufriendo un dolor inimaginable hasta tu último aliento?”

“Puedo aumentar mi velocidad relajando mi cuerpo, pero no puedo hacer nada con la espada. Su peso, sus dimensiones y su forma responderán por sí mismas – pensaba, sin atender a las amenazas de su adversario – Probablemente esto signifique que atacando con la espada alcanzaré una velocidad menor, y por tanto también una potencia menor, pero tengo que intentarlo. Aguanta, cuerpo, ¡te prometo que después de esto te dejaré descansar!”

El caballero saltó con la espada al frente, volando directo hacia su contrincante, que también iba directo hacia él, arropado por todos los elementos que hasta el momento tenía en su poder. La espada de hielo negro que ahora portaba el Caballero Negro era el doble de larga y el tripe de larga, haciendo parecer diminuta e inofensiva la espada de Jonyo, contra la que estaba próxima a chocar.

La velocidad del caballero del rayo fue tan alta que resultó imposible para ninguno de ellos darse cuenta de que lo ocurrió en el momento del choque. Tan sólo escucharon el sonido de un corte, y acto seguido, ya se encontraban frente a frente.

Blackron seguía montado en el tornado de viento negro, y también conservaba el escudo de fuego y la espada de hielo, pero la ola ya se había disipado y la tormenta de rayos negros había cesado. Por su parte, el caballero del rayo había conseguido ejecutar su ataque con éxito, pero había sido bloqueado por el escudo de fuego negro. A pesar de haberlo atravesado, su espada estaba hundida en llamas negras que no iban a extinguirse jamás. Se había vuelto un instrumento inútil que podía contagiarle llamas negras ni no tenía suficiente cuidado.

A los pocos segundos, un chorro de sangre manchó las ropas del Caballero Negro. De un acto reflejo, Jonyo se llevó la mano que no sostenía la espada al pecho, tratando de contener tanto la hemorragia como el dolor, pero lo único que consiguió fue teñir su brazo de rojo.

“Mierda… Se ha abierto incluso más de lo que tenía pensado – mascullaba sumido en el dolor – Es como si me hubiesen cogido los dos extremos de la herida y tirado con fuerza para destrozarme… Maldito hielo negro, si no fuera por él una herida así no sería gran cosa para alguien como yo… – Miró al frente con resignación, pero lo único que tenía ante sus ojos era el escudo de fuego negro, que visto desde tan cerca y sintiéndose tan débil, le parecía tan grande como un muro infranqueable que no había podido superar – Parece que… He perdido…”

Estaba tan concentrado en el dolor, que no se había dado cuenta de que Blackron había permanecido en silencio e inmóvil todo este tiempo. Poco después, la espada de hielo, hasta ahora entera, quedó cortada por la mitad, desprendiéndose su mitad superior, mientras que la mitad inferior se iba derritiendo hasta regresar a su forma original.

“Fui capaz de cortar su espada de hielo negro con la mía, pero, ¿de qué me ha servido…?”

El escudo de fuego negro también se fue apagando poco a poco, para quedar finalmente unas pocas llamas adheridas para siempre a la hoja del arma. Fue entonces cuando Jonyo vio que el otro extremo de su arma, que estaba al otro lado del escudo y que antes no podía ver, se había clavado profundamente en el pecho de su adversario, que ahora agonizaba.

“No me lo puedo creer… – Jonyo no salía de su asombro – Vi claramente como interpusiste tu escudo delante de mi espada, ¿por qué no ha funcionado?”

“No sé de qué te sorprendes… Al fin y al cabo las llamas sólo son eso… Llamas. No tienen sustancia…”

“Era un elemento disuasorio – finalmente se dio cuenta, y acto seguido, extrajo la espada del cuerpo de su adversario – Entonces, ¿he ganado?”

Ambos comenzaron a caer. La espada del caballero del rayo seguía parcialmente cubierta de llamas negras, pero él se resistía a soltarla, a pesar del peligro de contacto. Sentía que aquello todavía no había terminado. Por su parte, Blackron no fue capaz de sujetar su espada. El apuñalamiento había mermado sus fuerzas mucho más que el corte reabierto de su oponente, y al aterrizar, su espada cayó a unos metros de distancia.

Los dos se habían estrellado contra el suelo cerca del borde del acantilado: Mientras que Jonyo se retorcía de lado y su sangre encharcaba la tierra, Blackron permanecía boca arriba, en silencio, con los ojos entreabiertos, tratando de aguantar.

Fue en ese momento cuando una pequeña bola de energía pasó sobrevolando el cielo y terminó estallando sobre el lugar en el que combatían Jonyo y Blackron. Para sorpresa de ambos, al estallar no resultó una simple explosión, sino un fuego artificial que dibujó la cara de Mesa en el firmamento.

“Pero, ¿qué cojones ha sido eso?”

El Caballero Negro no contestó. En su lugar, se echó a reír. La risa le dio fuerzas, y poco a poco, con esfuerzo y dolor, logró ponerse en pie, aunque le costaba mantener el equilibrio.

“Contesta de una vez – le dijo Jonyo , el cual era incapaz de levantarse – Sé que sabes lo que era eso”.

“Eso era, ¡la señal!”

“¡¿La señal?! ¡¿La señal de qué?!”

“Puede que Mesa no haya traído el cuerpo del caballero de la tierra, pero esa señal me indica que ya puedo obtener su fuerza. Al igual que ocurrió con el elemento viento, cuyo contenedor, es decir, el cuerpo de su poseedora fue totalmente destruido antes de poder extraerle la esfera elemental, la inconmensurable fuerza de Mesa podía provocar que matase al caballero de la tierra durante el combate involuntariamente, e incluso que destruyera su cuerpo. Cuando eso ocurre, el poder elemental queda repartido por toda el área donde estuvo el poseedor por última vez, lo que significa que puedo conseguir la esfera elemental de la tierra sin necesidad de que tu amiguito o su cuerpo inerte estén presentes, siempre que esté lo suficientemente cerca. Mesa acordó mandarme esa estúpida señal en caso de que esto ocurriera.

Como es lógico, este proceso es mucho más largo que con el cuerpo delante, pero dada la situación en la que te encuentras, no creo que puedas hacer nada por detenerme. Dijiste que querías que obtuviera todos los elementos oscuros para vencerme en la plenitud de mi fuerza, por eso me entregaste tu propia esfera elemental, pero combatiste conmigo pensando que tus compañeros no iban a caer. Pues bien Jonyo, ¡tu deseo se ha hecho realidad!¡Admira el momento en el que logro alcanzar mi cuerpo perfecto!”

Por última vez, el Caballero Negro extendía la palma de su mano para generar una bola de energía negra, con rayos violetas a su alrededor. Era la tercera vez que el caballero del rayo presenciaba esa escena en un mismo día, pero esta vez era diferente, esta vez no imaginaba que llegaría a presenciarlo, esta vez era el elemento final.

“Significa esto… ¿Qué Fidel ha perdido?” se preguntaba, todavía retorciéndose en el suelo.

El Caballero Negro acercó la bola de energía oscura al suelo, y ésta comenzó a girar sobre sí misma a gran velocidad, mientras se formaba un hueco hacia dentro en la parte superior de la oscura esfera, convirtiéndose en un agujero negro a pequeña escala, capaz de generar una corriente de aire hacia su interior.

Poco a poco, un polvo brillante de color naranja comenzó a brotar del interior de la tierra, volando suavemente desde lejos, siendo absorbido poco a poco por la esfera negra, rellenándola desde lo más profundo hasta llenarse completamente. En ese instante, la parte oscura estalló como una cáscara. Sus pedazos se precipitaron al suelo, desvaneciéndose nada más tocarlo, y sobre la palma de la mano de Blackron tan sólo quedó, levitando, una esfera naranja y blanca con varias pequeñas rocas de diferentes formas atrapadas en su interior. 

Finalmente, retiró su mano del control de la esfera elemental de la tierra, y ésta comenzó a flotar por sí misma. Nubes negras coparon el cielo de nuevo. Abrió los brazos, dando la bienvenida a su último poder, y la esfera elemental se iluminó, reaccionando ante las esferas que ya se encontraban en el interior de joven de color. Suavemente, comenzó a introducirse en su pecho, y según entraba, un montón de abruptas y afiladas rocas negras emergieron del interior de la tierra a su alrededor.

Por primera vez, el resto de elementos también se manifestaron. Un rayo negro, un torbellino negro, un tornado negro, una estalagmita de hielo negro y una columna de fuego negro asediaron de golpe a su portador, que se perdió en aquella oscuridad dando un fuerte grito.

La unión de todos los elementos vino acompañadas de una fuerte explosión cuya onda expansiva empujó al caballero del rayo por el borde del acantilado, a pesar de que hizo todo lo posible por cubrirse y protegerse. Logró aferrarse al borde con una mano, lugar donde resistió la devastación que sucedía a su alrededor, protegido por el acantilado.

Cuando todo parecía calmarse, escaló con mucho esfuerzo el borde del acantilado, para poder tirarse al suelo una vez más y descansar, sin olvidarse de levantar la vista hacia el lugar donde se había generado la explosión. Allí, una nube de humo negro todavía impedía contemplar la figura del Caballero Negro, pero se iba disipando poco a poco.

Tras unos minutos, finalmente Blackron mostró su nuevo aspecto, prácticamente igual que antes, pero con suaves rayos negros parpadeando a su alrededor, y completamente recuperado de todas sus heridas.

“Ya es mío – pensó – SuiFuuRinKaZanHyouRai. Con esto finalmente tengo el máximo poder, y he cumplido mi parte del trato, Mesa. Ya soy el estudiante perfecto que tanto anhelabas. Aquel que domina todas las artes. Y ahora, ¡me cobraré mi premio!”

“Hasta ahora ninguno de los elementos que había absorbido le habían curado también – se lamentaba Jonyo, que seguía herido – Ahora yo estoy herido y todo lo que he conseguido hasta este momento ha quedado reducido a cero… Tal vez sólo me queda esperar a ver como acaba conmigo, pero mientras me quede un soplo de vida voy a luchar hasta el final…”

El caballero del rayo intentó levantarse para continuar la lucha, aunque de momento no pasaba de ponerse de rodillas. Blackron le vio y extendió el brazo con la palma de la mano abierta, apuntando hacia él.

“No te molestes en levantarte, no hace falta. ¡Shinra Tensei[1]!”

Una extraña fuerza invisible empujó al caballero del rayo de nuevo contra el suelo. Él intentó levantarse de nuevo, pero a pesar de que utilizaba todas sus fuerzas, notaba como si su cuerpo pesase más de lo normal y por eso no fuese capaz de levantarse.

“¿Qué está pasando? – Se preguntaba el caballero – ¿Por qué de repente mi cuerpo pesa tanto que no me puedo ni levantar?”

“La gravedad – le contestó Blackron, que a pesar de que no podía oír sus pensamientos, sabía lo que se estaba preguntando en su interior – Ese es el poder que me otorga el elemento oscuro de la tierra – En ese instante, aumentó la potencia de la fuerza gravitatoria, y el cuerpo de Jonyo comenzó a hundirse en la tierra –  ¡Desaparecerás envuelto en el elemento del compañero en el que tanto confiabas!”

En ese momento, Blackron aumentó la fuerza de la gravedad todavía más. El peso del caballero sobre la tierra era tal, que a la vez que se hundía más y más en la tierra, ésta se iba agrietando, hasta que un extremo del acantilado cedió y se precipitó hacia las aguas, cayendo también el caballero, rodeado por los escombros. A medida que se alejaba, iba quedando fuera del alcance del Shinra Tensei, y sentía que el peso de su cuerpo iba regresando a la normalidad.

“¡¿A dónde crees que vas?! – Le gritó el Caballero Negro mientras se acercaba al borde del acantilado, ahora mucho más cercano que antes – ¡Vuelve aquí ahora mismo! ¡Bansho Tenin[2]!

Jonyo podía simplemente volar para regresar al campo de batalla por sí mismo, pero no tuvo la necesidad de hacerlo. De pronto, tanto su cuerpo como las grandes piedras que caían con él se detuvieron en el aire durante un instante, para regresar hacia arriba, directas hacia Blackron.

“Parece que puede manipular la gravedad tanto hacia fuera como hacia dentro, pero el centro de esa gravedad es él y tiene un alcance limitado – reflexionaba mientras veía cómo su cuerpo flotaba involuntariamente hacia su adversario – Esto puede venirme bien… Ahora mismo, mis dos brazos son las únicas partes de mi cuerpo que no han sido afectadas por el hielo negro, ¡tengo que aprovecharlo antes de que sea demasiado tarde!”

Aprovechando la velocidad que le otorgaba la gravedad invertida, el caballero del rayo añadió la suya propia para asestar un puñetazo a Velocidad Extrema que su oponente no se esperaba, sin necesidad de forzar su cuerpo del todo.

En un instante, Jonyo había alcanzado el estómago del Caballero Negro. Tras el impacto, las rocas que formaban el antiguo borde del acantilado, las cuales iban detrás de él, arrastradas también por la gravedad, se detuvieron de nuevo, para volver a caer hacia el agua. La gravedad había vuelto a la normalidad. La herida del caballero empeoró un poco, pero mucho menos que antes, al haber tenido que aumentar su velocidad en menor medida gracias al impulso que le daba el propio ataque de su objetivo.

“¡Bien! – exclamó ilusionado – Tal vez todavía tengo alguna oportunidad y todo”.

“Yo diría que no” sentenció su adversario.

No fue hasta ese momento cuando se dio cuenta de que su ataque no había acertado en el torso de su objetivo. El Caballero Negro había bloqueado su ataque con la mano sin mayor problema, y ahora tenía sujeto a Jonyo.

“Te has olvidado de que el agua negra lleva presente en tu organismo desde hace un buen rato. Tu organismo ha comenzado a debilitarse y ya no eres capaz de alcanzar la máxima velocidad, aunque todavía no seas consciente de ello. Es por eso por lo que he podido anticipar tu ataque. Tal vez si hubieses sumado tu máxima velocidad a la fuerza de la gravedad, superando tus límites, hubieras conseguido algo, pero por conformarte con igualarla a base de un menor esfuerzo te has quedado a las puertas del éxito”.

El caballero del rayo estaba pensando todavía qué contestar, cuando un rodillazo se estrelló en su pecho, muy cerca de su herida. El efecto añadido del hielo negro le hizo sentir como si una bomba nuclear hubiera estallado en su interior, paralizando completamente su cuerpo para concentrarse completamente en la sensación de dolor.

“Has intentado utilizar mi propia habilidad contra mí – decía el Caballero Negro mientras juntaba las palmas de sus manos – Te has dado cuenta rápido de que yo soy el centro de la gravedad, y que cuando atraigo o repelo con ella, todo va en función de mi posición. Sin embargo, siento decirte que eso no es del todo así, y ahora mismo lo vas a comprobar, ¡Chibaku Tensei[3]!”

Blackron separó sus manos, y entre ellas apareció una pequeña bola de energía negra. Rápidamente, la bola ascendió al cielo y comenzó a atraerlo todo con una fuerza imparable. El cuerpo del caballero del rayo, todavía conmocionado por el último golpe, no fue el único en ser arrastrado. Montones de rocas, árboles y demás objetos eran atraídos también, hasta el punto de ser arrancados del suelo.

“Con Chibaku Tensei puedo hacer que el núcleo de gravedad sea esa pequeña bola de energía, y que todo lo que esté a su alcance se adhiera a ella – mientras hablaba, las primeras piedras, pequeñas en su mayoría, llegaron hasta la bola de energía, quedando pegadas a ella, como si de verdad hubieran caído al suelo. Poco a poco, las piedras de mayor tamaño comenzaron a llegar también, así como el cuerpo del caballero del rayo, que seguía aturdido, aunque empezaba a reconfortarse.

Una vez quedó la bola de energía negra totalmente cubierta, las rocas se fueron apilando unas encima de otras, haciendo la esfera cada vez más grande. El cuerpo de Jonyo cayó sobre una de ellas, y pocos segundos después, nuevas rocas atraídas por la fuerza gravitatoria cayeron encima de él, sepultándole. El peso, algo que en una situación normal no sería un problema para alguien de su fuerza, era ahora abrumador por culpa de los efectos del hielo negro.

“Mierda… Siento como si estuviese soportando el peso del planeta entero – pensaba mientras las rocas seguían cayendo sobre él, enterrándole completamente hasta que quedó totalmente a oscuras – Sin embargo, no es así. Sé que no es así. Los cinco sentidos no existen como tales, sólo son interpretaciones de nuestro cerebro a las distintas frecuencias que emiten los objetos. Los colores, los olores, los sabores o la misma presión que estoy sintiendo ahora mismo la siento precisamente como mi cerebro la interpreta, no como es realmente. Igual que dos personas sienten un grado de dolor distinto ante el mismo ataque, también ven los colores de manera ligeramente distinta, aunque no puedan mostrárselo mutuamente.

Nada de lo que estoy sintiendo es real, por mucho que mi sistema nervioso quiera convencerme de lo contrario. Pero por suerte para mí, todavía tengo una conexión con la realidad. Todavía no han envenenado todo mi cuerpo. Todavía me quedan mis brazos, los brazos que me pueden permitir levantar estas rocas, los brazos que han conseguido que no suelte mi espada a pesar de todo, ¡los brazos que me llevaran a la victoria!”

Desde fuera, el Caballero Negro observaba como la esfera de rocas se hacía cada vez más y más grande, cuando de pronto, un resplandor surgió entre los pequeños huecos que separaban cada roca. Un instante después, se produjo una explosión en el interior de la esfera que expulsó la gran mayoría de las rocas, dejando el núcleo, la pequeña bola de energía negra, de nuevo a la vista, aunque todavía parcialmente cubierto por pequeñas piedras. El caballero del rayo apareció entre las rocas, portando su espada, volando directo al núcleo de la técnica.

“Si esa pequeña bola de energía es el centro de gravedad – pensaba mientras avanzaba hacia ella – ¡Entonces sólo tengo que destruirla!”

“Ha hecho explotar una onda de energía en el interior para salir, es listo. Pero no ha contado con que la gravedad sigue activa”.

No había pasado más de un segundo, cuando las rocas que había separado la fuerza de la explosión se detuvieron en el aire, para inmediatamente comenzar su regreso hacia el centro de gravedad. Él se dio cuenta perfectamente, pero precisamente por eso, no detuvo su avance, sino que aumentó su velocidad para alcanzar su objetivo.

“Soy el caballero del rayo. Mi atributo es la velocidad, ¡y voy a anular esta técnica!”

Las rocas regresaron de golpe al centro de gravedad, sepultando de nuevo a Jonyo en el momento en que asestaba su ataque. El repentino agrupamiento de las rocas fue también rápido, impidiendo que el Caballero Negro viese si su adversario había tenido éxito o no.

Lo cierto es que no había ocurrido ni una cosa ni la otra. En el interior de la esfera de rocas, a pesar de estar sepultado completamente, el caballero del rayo había conseguido contener las piedras que iban a aplastarle de nuevo. Al ver que no llegaba a tiempo, creó una onda expansiva con su propia energía que detuvo el avance hacia el centro de gravedad. Allí, con la pequeña bola de energía delante, y sin dejar de gritar ni de derrochar energía para mantener la onda expansiva, extendió el brazo y agarró el núcleo de la técnica con sus propias manos, estrujándolo entre sus dedos hasta hacerlo reventar.

Los efectos no tardaron en hacerse notar. Todas las rocas apiladas que componían la esfera comenzaron a caer, de nuevo sujetas a las reglas la gravedad terrestre, y el caballero, agotado, cayó con ellas.

“¡¿Estás intentando huir?! – exclamó el Caballero Negro a la par que se aproximaba a su adversario – ¡Bansho Tenin!”

Volvió a activar la gravedad siendo él el punto hacia el que caía todo. Las rocas que todavía no habían caído al mar o no se había alejado demasiado de su posición volvieron a detenerse en medio del aire, así como el cuerpo de Jonyo fue arrastrado una vez más.

“La fuerza gravitatoria es mucho menor ahora que cuando el núcleo era esa pequeña bola de energía negra. No sé si es porque ha gastado mucha energía en el último ataque o si simplemente cuanto menor sea el núcleo más poder puede generar…” pensaba el caballero mientras avanzaba saltando de roca en roca para ganar tiempo.

De pronto, la roca sobre la que se posó estalló desde el otro lado. Blackron apareció entre los pedazos resultantes, con su atracción gravitatoria activada. Viendo que cuanto más cerca estaba más intensa era la fuerza que le atraía hacia él, Jonyo trató de escapar volando marcha atrás, para no perder de vista a su adversario.

Para su sorpresa, una extraña fuerza se lo impedía. Por más que lo intentaba, no era capaz de dar marcha atrás y no sabía por qué, pues no estaba en contacto con ninguna roca o pared de cualquier tipo que le impidiera el paso. Volvió ligeramente la cabeza para intentar adivinar lo que estaba ocurriendo y allí estaba. Una segunda bola de energía negra, producto del Chibaku Tensei, emitiendo fuerza gravitatoria hacia fuera, cuya potencia era apoyada por la fuerza gravitatoria hacia dentro que emitía el Caballero Negro, delante de él.

“¡Me la ha liado! – fue lo único que le dio tiempo a pensar. Su cuerpo, inconscientemente, se dio la vuelta y trató de alcanzar la bola de energía para destruirla igual que había hecho poco tiempo atrás. Pero ahora no era igual que antes. La gravedad estaba invertida, y a pesar de que consiguió vencerla parcialmente y acercar su mano, cuanto más se acercaba, más potente era la fuerza que le rechazaba – No… No puedo alcanzarlo…”

En su lugar, fue Blackron el que le alcanzó a él. A pesar de que estaba completamente a su merced, el Caballero no aprovechó para asestarle ningún golpe mortal, tampoco para intentar debilitarle golpeando sus heridas, simplemente le agarró de ambos codos con cada mano y sujetó con fuerza.

“¡¿Qué haces?!” le gritó cuando se dio cuenta de lo que ocurría.

Los brazos del caballero del rayo comenzaron a cubrirse de hielo negro, desde el codo, por donde lo sujetaba su adversario, avanzando en ambas direcciones, por un lado al hombro y por otro a las manos.

“¡No! ¡Mis brazos también no!” se quejaba abiertamente.

De un acto reflejo, se quitó de encima al Caballero Negro de un cabezazo en la nariz. El golpe le obligó a soltarle inmediatamente para cubrir la hemorragia con sus manos, pero ya era demasiado tarde. Los brazos de Jonyo ya estaban cubiertos de hielo negro al completo. Inmediatamente, descendió hasta la superficie, buscando una roca contra la que estrellar sus brazos congelados y reventar el hielo negro, pero en su interior sabía que no era más que usa excusa para huir

“Es inútil – le dijo el Caballero Negro sonriendo, mientras le veía destruyendo los cristales oscuros – los efectos no van a disminuir porque te quites el hielo del cuerpo. Todo tu organismo está infectado de hielo negro. Ahora, ¡es cuando empieza tu verdadera tortura! ¡Shinra Tensei!”

En esta ocasión, la gravedad volvía a echar abajo al caballero del rayo, que intentaba resistir en pie, clavando su espada en el suelo para ayudarse.

“De pronto noto que mis brazos pesan mucho más que antes… Parece que el efecto del hielo negro también me hace sentir una gravedad superior a la real. Ahora que todo mi cuerpo tiene alterada la sensibilidad, no tengo manera de distinguir lo que es real y lo que no… La luz me ciega, la oscuridad me abruma, el calor me abrasa, el frío me hiela y el dolor me mata… Ya no existen matices para mí. Probablemente signifique que no puedo mantener el combate n estas condiciones, y que debe decantarse hacia la vida o la muerte. En ese caso…”

Un pequeño tornado de viento negro nació sobre la palma de la mano del Caballero Negro, que lo dejó caer suavemente. La propia fuerza de la gravedad que él mismo estaba controlando enviaba automáticamente el tornado directo hacia el caballero del rayo, que tenía serios problemas para moverse. A medida que avanzaba, el tornado se fue haciendo cada vez más y más grande, hasta superar con creces el tamaño de su objetivo, que lo esperaba impotente.

“Cuanto más cerca estoy de él, más fuerte es la gravedad, ¡pues entonces la solución es fácil!”

Jonyo comenzó a caminar hacia atrás, lentamente, a cuanta velocidad le permitía su condición, y fue notando que a cada paso que daba, la presión que sentía era menor. Sonriendo levemente, continuó retrasándose, cada vez más rápido, pues veía al tornado oscuro acercarse inexorablemente.

“Un poco más… Sólo un poco más y ya podré salir volando…”

De pronto, sintió que su espalda chocó contra algo. Volteó la cabeza algo confuso, pues no recordaba que hubiese ningún tipo de montaña o elevación de cualquier tipo en los alrededores del acantilado sobre el que estaban combatiendo. Se quedó paralizado al descubrir que aquello contra lo que había chocado era un muro de hielo negro, levantado varios metros y extendido por todo su alrededor, para impedirle escapar.

El caballero del rayo se quedó mirando, ensimismado, y para cuando quiso reaccionar, el tornado negro ya le había alcanzado y absorbido a su interior, donde le vapuleó de un lado a otro, produciéndole cortes en todo el cuerpo y desgarrándole la ropa.

Tan rápido como había crecido, fue haciéndose cada vez más y más pequeño, hasta que se consumió, soltando el cuerpo del caballero de golpe, que fue catapultado por los aires a la vez que giraba sobre sí mismo, para terminar cayendo en seco contra el suelo.

A pesar de todo el dolor que sentía, el caballero había quedado tan debilitado que no era capaz de manifestar ningún tipo de emoción.

“Todo tu cuerpo está herido, bajo los efectos del agua negra y del hielo. Tu sufrimiento empieza a compararse a lo que he estado pasando yo todos estos años. Pero aún no. Aún no he acabado contigo”.

Mientras hablaba, Jonyo trataba de ponerse de pie. Estaba mareado por las vueltas que le había hecho hacer el tornado, a la par que su fuerza iba menguando cada vez más, debido a la sangre que dejaban caer todas sus heridas. Pese a todo, consiguió ponerse en pie, aunque cabizbajo y tambaleándose.

“¿Todavía quieres seguir? ¿Crees que tienes la más mínima oportunidad? Estás al límite.”

“¿Límite?” de pronto aquella palabra resonó en su cabeza, como si fuese algo importante, aunque no estaba seguro de qué.

“Acércate, es hora de que acabe contigo – Blackron extendió la mano hacia él – ¡Bansho Tenin!”

La gravedad comenzó a atraer a Jonyo. Al estar todavía bastante lejos, comenzó a hacerlo suavemente, y el caballero todavía podía actuar.

>>“Tal vez si hubieses sumado tu máxima velocidad a la fuerza de la gravedad, superando tus límites, hubieras conseguido algo – fue entonces cuando recordó las palabras que le había dicho su adversario poco antes – ¡Eso es! Si ataco ahora podría tener alguna oportunidad. Pero… Ya he forzado mi cuerpo demasiadas veces. Si vuelvo a hacerlo, estando herido por todas partes como estoy, está claro que no podré continuar el combate. Parece que ya no puedo evitar perder hoy aquí. Eso sí, ¡todavía puedo llevarme a Blackron conmigo!”

Alzó al cielo la mano que no sostenía su espada, con los dedos extendidos pero juntos, emulando ser un objeto con punta, y un rayo cayó sobre ella, recubriendo el antebrazo hasta el codo de electricidad, con una capa de luz azul, brillante y centelleante.

“Esta es la técnica con la que derroté a la teniente en aquella ciudad. Debería resultar efectiva también contra él. Allá voy Blackron, ¡acabemos con esto!”

Saltó y comenzó su ofensiva, volando a ras de suelo del acantilado, con su brazo envuelto en electricidad al frente. En el aire, mientras aceleraba más y más, sin pensar en las consecuencias que tendría para su cuerpo, empezó a notar que su cuerpo no respondía como otras veces.

“Que extraño… Me siento… Me siento muy bien. Me siento más rápido que nunca, más poderoso que nunca. Siento como si pudiera con todo sin ayuda de nadie. Puedo ver todo el mapa de su sistema nervioso, es casi como si leyera sus pensamientos antes que él. Noto que voy a una velocidad mucho mayor que antes, aun sin contar con la ayuda de la gravedad. No entiendo por qué pero tengo que aprovecharlo, ¡te atravesaré!” exclamó finalmente.

Contrario a todo lo que esperaba, el Caballero Negro detuvo su ataque sujetándole por el codo, a pocos centímetros de que su afilado brazo cubierto de electricidad impactará contra su pecho. Al frenar bruscamente, los efectos secundarios de haber obligado a su cuerpo a moverse a una velocidad tan alta volvieron a manifestarse, ahora en mayor cuantía. Todas las heridas que tenía sangraron de golpe, llegando a sangrar incluso de los oídos, las uñas, y las cuencas de los ojos, quedando literalmente bañado en su propia sangre. Además, los músculos del brazo quedaron desagarrados por dentro después de tantas ofensivas.

“No… No lo entiendo – murmuraba – Pero si iba… más rápido que nunca” susurró antes de caer al suelo, incapaz de mantenerse en pie.

“Eres tonto, te has dejado engañar por los efectos del hielo negro una vez más. Al igual que sensaciones como el dolor y la temperatura se vuelven extremas, la velocidad y la fuerza subjetiva que crees experimentar también están manipuladas. Del mismo modo que no hace ni tanto calor ni tanto frío como sientes, ni te duele tanto como parece, tampoco ibas a tanta velocidad como creías ni eras más fuerte. De hecho, que haya podido detener tu ataque es la mayor prueba de que ibas más despacio de lo habitual”.

El caballero del rayo permanecía tumbado en el suelo, escuchando moribundo la sentencia de su derrota, mientras el charco de sangre a su alrededor no paraba de crecer, y su adversario se elevaba en el cielo vanagloriándose a sí mismo entre risas y carcajadas.

“¡Yo soy el guerrero definitivo! ¡La forma de vida perfecta! ¡El rey de la oscuridad! ¡El Caballero Negro! ¡Poseo todas las habilidades! ¡Domino todas las artes! ¡Represento todos los atributos! ¡Fuerza! ¡Resistencia! ¡Velocidad! ¡Fluidez! ¡Adaptabilidad! ¡Determinación! ¡Un ser inferior como tú es incapaz de hacerme frente!”

“No… Tú no eres nada de eso – le contestó Jonyo, levantando levemente la cabeza – Más bien eres todo lo contrario. El fuego es la fuerza para proteger a los demás, sin embargo, el fuego negro que posees no se detiene hasta que consume a su objetivo, sin importar si ya ha ganado la batalla, eso no es fuerza, ¡es crueldad! Gracias al agua y a sus propiedades existe vida en este planeta, pero en cambio, tu agua penetra en los demás y les arrebata las fuerzas, para que no puedan utilizar todo su potencial, eso no es otra cosa que, ¡cobardía! El rayo, o más bien la electricidad, sirve como medio para poner en contacto todas las partes del cuerpo, pero tu rayo negro destruye esa comunicación y confunde a todo el organismo para que no pueda saber qué hacer, eso tiene un nombre, ¡caos! La tierra es el lugar sobre el que todos vivimos, nos da no sólo el suelo donde pisar, sino también los alimentos que nacen de ella, es el lugar sobre el que vivimos, pero tu tierra negra obliga a su objetivo a donde debe ir con la fuerza de la gravedad, eso no es más que, ¡opresión! El frío es la fuerza que nos hace razonar incluso en los momentos de locura, pero tu hielo negro confunde los sentimientos de las personas llevando las sensaciones al límite, también conocido como, ¡traición! Y el viento, que se encarga de mover las nubes de un sitio a otro, de transportar el polen para que las plantas puedan dar fruto, es decir, de poner en contacto a todos los agentes de la naturaleza, lo has cambiado por un viento negro que arrasa con todo lo que ve, cortando esa comunicación, además de lo que se cruce en su camino, lo que provoca, ¡soledad!

Sí, esa es la realidad, ¡crueldad! ¡Cobardía! ¡Caos! ¡Opresión! ¡Traición! ¡Soledad! ¡Son esos los valores que representas! ¡Los principios que defiendes! ¡¿De verdad era eso lo que querías conseguir?!”

Aquellas palabras descolocaron un poco al Caballero Negro, que no espera una crítica tan dura de una persona que estaba derrotada. Aquel discurso del caballero del rayo le llenó el corazón de odio todavía más.

“Es la hora del gran final, Jonyo – fue lo único que le dijo, sin contestar a sus acusaciones – He guardado este ataque sólo para ti. Disfruta de la técnica definitiva del Caballero Negro, que sólo puede realizarse una vez se han absorbido todas las esferas elementales. Adiós, Jonyo, yo siempre seré el más fuerte”.

A pesar de sus palabras, la actuación del Caballero Negro después de terminar de hablar no parecía propia de una preparación de un ataque, sino de una víctima que había sufrido un ataque. De repente, y sin saber por qué, Blackron se había llevado la mano a la cabeza con una mueca de dolor en la boca. Pocos segundos después ya eran las dos manos, y la mueca pasó a convertirse en gritos de dolor y lamentos, retorciéndose de dolor mientras flotaba en el aire.

“¿Qué le está ocurriendo?” se preguntaba el caballero del rayo.

A medida que pasaba por este extraño sufrimiento, un extraño humo gris salía de su cuerpo por todos los poros de la piel, ascendiendo todavía más, hasta que comenzó a concentrarse por encima de él.

Poco después, el mismo humo grisáceo comenzó a llegar en finas y alargadas nubes, desde todas partes. Centenares de nubes llegaban desde la lejanía, y se juntaban a la del Caballero Negro, concentrada sobre su cabeza.

Una vez hubo suficiente humo oscuro concentrado, cambió de forma para convertirse en una bola de energía negra que iba creciendo a medida que llegaba más humo, cada vez de más lejos y en más cantidad. A pesar de todo, el Caballero Negro era el que más humo aportaba de todos.

La bola de energía  continuó creciendo rodeada de un extraño resplandor, haciéndose cada vez más y más grande, llegando a tapar el Sol, ensombreciendo la vista del caballero del rayo. Finalmente, todo el humo terminó de acumularse, y Blackron alzó las dos manos para tomar el control de su devastador ataque final.

“Este ataque contiene todo el odio y los resentimientos de aquellos que han sido traicionados alguna vez. La energía negativa extraída de todas esas frustraciones de personas de todo el mundo se han reunido hoy aquí, ¡y con su dolor acabaré contigo! ¡Desaparece para siempre con este ataque! ¡Lamento de Desesperación!”

Rápidamente, bajó las manos, y la enorme bola de energía oscura comenzó a descender lentamente. En el suelo, cerca del borde del acantilado, Jonyo la observaba acercarse sin poder hacer nada.

“Perdóname, Sandra. No sólo no pude salvarte a ti, sino que tampoco he podido salvarle a él ni a mí mismo. Al menos, si es cierto que existe algo al otro lado como decían los de aquella isla, y puedo volverte a ver, podré pedirte perdón”.

En ese momento, la bola de energía le alcanzó, estrellándose contra el borde del acantilado. Cerró los ojos y se mordió la lengua con fuerza, deseando sufrir lo menos posible en sus últimos momentos, pero no se imaginaba lo que aquella técnica le tenía preparado.

Para su sorpresa, no sintió ningún dolor. Al menos, no un dolor físico. Aquella bola de energía estaba formada por el resentimiento y la ira de las personas cuando habían sido traicionadas a lo largo de su vida, y que por aquellas experiencias habían entregado su corazón al odio y la desconfianza. El caballero del rayo pudo ver una a una cada una de esas historias, como una película que pasase a cámara rápida ante sus ojos, pero de la que era capaz de enterarse de todo lo que ocurría. Mentiras, adulterios, asesinatos, secuestros, estafas, extorsiones, atracos, difamaciones, violaciones, torturas, envidias, acosos, maltratos, atentados y traiciones de todo tipo era lo que veía una y otra vez. Y no sólo eso, sino que podía sentir en su propio cuerpo el dolor y el sufrimiento de las víctimas de todos esos sucesos. Revivió los traumas de cada una de esas personas, pero entre todos ellos había uno en especial que se repetía cada cierto tiempo, un recuerdo, o más bien una experiencia que él recordaba muy bien.

La muerte de Sandra, extraída de los propios recuerdos del Caballero Negro, y la posterior incriminación de Blackron a manos del propio Jonyo. Ese capítulo volvía a escena una y otra vez, y era el que más sufrimiento le ocasionaba al caballero, incluso más que los asesinatos de niños, los adulterios de matrimonios, los abusos sexuales, los atracos a viandantes, las violaciones a jóvenes indefensas, los atentados terroristas o las torturas por motivos políticos. A pesar de que podía sentir cada golpe, cada ofensa, cada humillación de todos y cada uno de ellos, no era comprable con ver en primera persona el asesinato de una persona que conocía, de su propia pareja, y a manos de su mejor amigo, al que después tuvo que desenmascarar en público.

La suma de todas esas aflicciones provocaron un colapso en el cerebro del caballero del rayo, que cayó fulminado en medio de la oscuridad, todavía sumido en esa vorágine de pesadillas. Cuando la bola de energía no tenía ya una víctima a la que transferir todo el resentimiento que llevaba dentro, se fue deshaciendo poco a poco, otra vez en el humo gris que la creó al principio, hasta disiparse en el cielo completamente. Allí, en el suelo, el cuerpo del caballero descansaba boca abajo, todavía sujetando su espada impregnada de fuego negro.

“Aunque tu cadáver no haya sido destruido, has muerto de la forma más dolorosamente imaginable. Era la muerte más apropiada para ti, una persona que no daba importancia a nada y se reía con cualquier cosa. Espero y deseo, que en el instante antes de morir, te hayas dado cuenta de lo que hemos sufrido algunos por tu culpa”.

El cuerpo de Jonyo no se movía. Continuaba boca abajo, con la cara contra el suelo, la ropa desgarrada por el combate, y rodeado de un charco de su propia sangre.

“Ahora que has dejado de existir, me encargaré de consumir tu cuerpo para que no quede ni una sola prueba de tu existencia. Con  este último detalle, proclamaré la superioridad que nunca debí perder”.

Chasqueó los dedos, y al instante, el cuerpo del caballero del rayo quedó cubierto de llamas negras. Para su sorpresa, el calor de las llamas hizo que Jonyo recobrara el conocimiento, sobresaltándose de inmediato al verse cubierto por un fuego que sabía no iba a detenerse hasta haberle incinerado por completo.

“¡Sigue vivo!” exclamó atónito el Caballero Negro.

Jonyo se observó a sí mismo. Sus manos, sus brazos, sus piernas; incluso notaba que su cabello estaba cubierto de llamas negras, además de toda su espada, y no una pequeña parte de ella como antes.

“¿Qué puedo hacer? – Jonyo estaba totalmente perdido, pero precisamente por eso, fue por lo que recordó sus propias palabras – El frío es la fuerza que nos hace razonar incluso en los momentos de locura – le había dicho él mismo a su antiguo compañero hace no mucho – Es verdad, tengo que calmarme… Tiene que haber una manera – De pronto escuchó el sonido de una ola impactando contra el acantilado con violencia, hasta tal punto que varias gotas le salpicaron – ¡Claro! ¡El agua! ¡Por muy fuego negro que sea, dudo mucho que pueda sobrevivir si estoy sumergido bajo el mar! Tal vez voy a morir igual, ¡pero tengo que intentarlo!”

Todavía arrastrándose por el suelo, el caballero del rayo alcanzó el borde del acantilado y se dejó caer al mar. Sin embargo, su velocidad era muy lenta, y el dolor de las quemaduras muy intenso. Inconscientemente, voló en picado a toda velocidad buscando la salvación al final del camino, pero cada segundo que pasaba era más y más dolor, y la relatividad le hacía sentir que iba a cámara lenta.

“¡¡Joder!! ¡¡Como duele!! – Gritaba – ¡¡Tengo que ir más rápido!! ¡¡¡Mucho más rápido!!!”

Continuó aumentando más y más su velocidad, hasta que sin querer, alcanzó su Velocidad Extrema, pero según su percepción seguía siendo insuficiente, no le parecía que fuese a alcanzar el agua nunca. Esa sensación impulsó al caballero a ir más allá de sus propios límites, superando la Velocidad Extrema, y alcanzando una velocidad tan alta que literalmente desapareció.

“Sin saberlo, ha utilizado al mismo tiempo su habilidad activa Velocidad Extrema, con la que aumenta su velocidad acosta de reducir su fuerza, y su habilidad pasiva velocidad crítica, que le hace ir todavía más rápido en situaciones límites debido a que la velocidad es su atributo – Blackron analizaba la situación, ensimismado – Uniendo ambas, ha alcanzado una velocidad que supera sus propios límites y es como si hubiera desaparecido, pero yo sé que no lo ha hecho. Simplemente se ha movido más rápido de lo que mis ojos pueden ver. En cualquier caso, no creo que alcanzar el agua le haya servido de nada. En esas condiciones, se lo habrán tragado las olas o le habrán destrozado los arrecifes. Sea como sea, sigo siendo el ganador”.

De repente escuchó un sonido tras su espalda. Era el sonido de algo que acababa de aterrizar. Rápidamente, se giró para ver lo que era y se encontró al caballero del rayo, empapado, pero limpio de llamas negras. Estaba exhausto, jadeando, y le costaba mantenerse en pie, pero lograba evitar caer al suelo gracias a que se mantenía apoyado a un objeto alargado que sujetaba con una mano.

“¿Qué…? ¿Qué es eso?” preguntó Blackron señalando aquel extraño objeto.

“¿Qué es el qué? Si sólo llevo mi espa…”

Había estado tan concentrado en aumentar su velocidad para llegar al agua lo antes posible y así salir con vida, que no se había dado cuenta de que el arma que llevaba en la mano había cambiado completamente. En primer lugar, el mango era ahora una vara de metal muy liviana, recubierta de cuero negro brillante. Notaba una gran adherencia sin renunciar a manejabilidad. Continuó mirando hacia arriba y descubrió unos ribetes de color azul eléctrico en la parte superior de la vara, que coronaban una gema verde que estaba incrustada en el extremo superior de la vara. Su tamaño era un poco más grande que el diámetro de la vara, llegando a sobresalir, pero sin destacar demasiado. Cerca del extremo superior de la vara, por un lateral salía el filo del arma, curvado hacia arriba, rodeando la gema, antes de terminar en línea recta con una prominente punta.

“Esto es muy raro… Nunca había visto esta arma, pero a la vez es como si la conociera siempre… Esta es… ¡Esta es mi Arma Final! ¡La Lanza del Tiempo!”

Ahora que ya la había reconocido, la cogió con las dos manos para colocarse en posición de combate, y al levantarla del suelo descubrió un segundo filo en la parte inferior, esta vez saliendo directamente del extremo inferior, completamente recta y bastante más corta que el superior, pero igual de mortífera. Ahora que había regresado con un arma nueva tras escapar de las llamas negras, se veía con ganas suficientes para continuar su enfrentamiento.

“No sé de dónde has sacado esa lanza – le dijo mientras le apuntaba con su espada negra – pero da igual. Mírate. Todavía estás sangrando, gravemente herido, muy debilitado, y bajo los efectos de los elementos oscuros. ¿Crees que porque salgas con un arma nueva que has encontrado bajo las aguas va a cambiar algo tu situación?”

“Tienes razón. Tengo que hacer algo al respecto”.

La respuesta del caballero dejó a Blackron estupefacto. Era lo último que esperaba oír. Se quedó mirando como Jonyo hacía el siguiente movimiento con cierta curiosidad tras sus palabras.

El caballero extendió los brazos al frente, con la Lanza del Tiempo sujeta con las dos manos. La gema verde que había colocada en el extremo superior se iluminó intensamente. Jonyo giró sobre sí mismo dando una vuelta completa, y según lo hacía, una línea de energía verde quedaba dibujada flotando en el aire, fruto de la estela de luz que dejaba la gema iluminada al moverse. La línea se cerró al unirse ambos extremos cuando completó la vuelta, quedando un anillo de energía verde alrededor del caballero.

Dibujó varios anillos más, del mismo diámetro pero colocados en diferentes posiciones, hasta crear un círculo de energía formado por anillos que le envolvió completamente, cual gusano en su crisálida. Poco a poco, los anillos comenzaron a girar sobre sí mismo, aumentando su velocidad rápidamente, hasta era tan alta que parecía que no se distinguía cada anillo por separado, sino el círculo de energía que formaban todos ellos como un cuerpo único, una única cápsula de energía centrifugando a gran velocidad.

Los anillos continuaron a velocidad máxima unos segundos, y luego comenzaron a reducir su velocidad hasta que se les podía diferenciar por separado de nuevo, para finalmente desvanecerse. El caballero, que apareció del interior de la cápsula de energía había cambiado ligeramente. No estaba recuperado, pero se apreciaba que sus heridas habían dejado de sangrar, algunas de ellas incluso habían cicatrizado. También había recuperado el aliento y no parecía estar cansado en absoluto.

“¿Qué ha ocurrido? – Blackron estaba sorprendido por el cambio – ¿Has hecho alguna técnica de curación?”

“No. Yo no poseo el poder de curar a la gente, ni tampoco a mí mismo. Pero hay algo que siempre cura todo y a todos, que no distingue de buenos ni malos, y que a la vez que te cura, te mata. ¿Sabes lo que es?”

“¿De qué estás hablando?”

“El tiempo. Lo que he hecho ha sido simplemente acelerar el paso del tiempo gracias a los anillos que giraban y daban vueltas a mi alrededor. Ellos se han encargado de acelerar el paso del tiempo, sólo lo estrictamente necesario, unas cuantas horas, lo justo para que se cerraran mis heridas y recuperase mis fuerzas. Podría haberme recuperado por completo, pero habría requerido demasiado tiempo y energía. Además, no quería obtener una ventaja injusta. El combate debe continuar”.

“¿El tiempo? ¿Dices que has acelerado el tiempo? ¡No digas chorradas! ¡Tú eres Jonyo, caballero del rayo! No tienes ninguna capacidad para hacer algo así”.

“Te equivocas. Ya no soy el caballero del rayo. Lo fui, pero he dejado de serlo, ahora soy Jonyo, ¡Caballero del Tiempo!”

“¿Caballero del Tiempo? ¿Tú? ¿No me hagas reír? ¿Qué significa eso? ¿Puedes viajar a través del tiempo? Entonces corre y vuelve atrás para salvar a Sandra”.

“Lamentablemente, no puedo hacer eso. Incluso el Caballero del Tiempo tiene sus limitaciones. Realmente, el tiempo es una variable creada por el hombre en base a la velocidad de la luz, pero originalmente no existe. La mejor prueba de ello es que los años luz no miden tiempo, sino distancia. Cuando se supera la velocidad de la luz, se dice que se viaja en el tiempo, pero en realidad es una cuestión de percepción. Si yo me muevo de un punto a otro a una velocidad superior a la velocidad de la luz, como tú no puedes hacerlo, te lleva más tiempo y al llegar has experimentado un paso del tiempo superior al mío, aunque bajo tu percepción hayamos llegado al mismo tiempo. Por tanto sólo se puede viajar hacia el futuro.

Con los anillos girado a mi alrededor a la velocidad de la luz, se crea el efecto contrario. Se rompe la unión del flujo del tiempo entre lo que está dentro de los anillos y lo que está fuera, ralentizando el tiempo de lo que se encuentra en el interior, por eso para mí han pasado unas horas y para ti solo unos segundos. A pesar de todo, no se puede volver a un momento anterior al de partida”.

“Vale, lo que tú digas… Entonces más vale que viajes al futuro, ¡al momento de tu muerte!”

El Caballero Negro extendió la mano al frente, y una llamarada de fuego negro salió de su brazo directa a Jonyo, que no se molestó en esquivarla. Es más, abrió los brazos para recibir las llamas y que cubrieran todo su cuerpo.

“Quema…” se quejaba el caballero con una mueca de dolor.

“¡Jajaja! ¡JAJAJAJA! – reía cada vez con más fuerza – Por muy Caballero del Tiempo que digas ser, mi fuego negro acabará contigo. ¡No se extinguirá hasta consumirte entero! Y si intentas volver a escapar hacia el mar de nuevo, tendrás que vértelas conmigo”.

“¿De verdad piensas que el agua fue el medio por el que me libré de tus llamas negras?” le preguntó Jonyo desafiante.

Blackron se quedó mudo ante aquella frase, y antes de que se diera cuenta, Jonyo se había movido un metro a la izquierda, dejando las llamas negras a un lado, que se quedaron flotando en el aire.

“Tus llamas pueden seguirme a través del espacio, pero no pueden seguirme a través del tiempo. Aunque pueda parecerte que sólo me he movido levemente hacia un lado, además también me he adelantado un segundo en el tiempo, y eso es algo que el fuego no puede seguir”.

Poco a poco, las llamas negras, al haber desaparecido su objetivo fueron descendiendo suavemente, hasta deshacerse en el aire.

“Lo que imaginaba. Cuando las llamas negras pierden su víctima, creen que ya han terminado su trabajo y se deshacen ellas solas”.

El Caballero Negro había empezado a ponerse muy nervioso. Su ataque más mortífero acababa de ser inutilizado delante de sus ojos. Una vez más, su superioridad había quedado en entredicho, a pesar de que ahora contaba con todos los elementos oscuros en su poder. No podía permitirlo, y se lanzó enfurecido contra él, cargando su espada negra con las dos manos. Jonyo bloqueó su ataque con facilidad utilizando la alargada vara de la lanza, produciendo un leve forcejeo.

“¿Cómo es posible que puedas resistirte? El agua negra ya debería haberte debilitado por completo…”

“Al igual que cualquier otra cosa, tus técnicas tienen unos efectos limitados en el tiempo, no duran eternamente. Además de curar mis heridas, también me he asegurado de esperar lo suficiente para que tanto los efectos del agua negra como del hielo desaparecieran”.

Jonyo ganó el forcejeo levantando la lanza hacia arriba, lo que rompió la guardia de Blackron y le llevó los brazos para atrás, dejándole completamente desprotegido. Sin embargo, invertir el movimiento de la lanza para que su filo superior cortase a su objetivo llevaría el mismo tiempo que llevaría al Caballero Negro volver a ponerse en guardia. En vez de eso, Jonyo continuó el movimiento hacia arriba, acompañándolo de una voltereta en el aire girando la lanza, para cortarle con el filo inferior, que apareció por sorpresa desde abajo, tumbando a Blackron.

“Gyaaah – se quejaba mientras caía al suelo – Está bien, entonces tendré que volver a envenenarte de agua y hielo negro – rápidamente se puso en pie – ¡Id a por él!”

Una serpiente de agua negra apareció de detrás del acantilado y fue directa hacia Jonyo, que avanzaba caminando hacia su adversario. Cuando la serpiente de agua negra iba a alcanzarle, el caballero desapareció unos instantes, reapareciendo de inmediato, cuando el ataque ya había pasado de largo, y siguió caminando.

“¿Dónde estás? ¡Tarde o temprano te alcanzaré! ¡No puedes huir eternamente!”

Un alargado cristal de hielo negro acabado en punta salió de debajo de la tierra y también fue enviado directo hacia el caballero. Volvió a ocurrir lo mismo, Jonyo desaparecía y un segundo más tarde volvía a situarse en el mismo para seguir caminando tranquilamente.

“¿Dónde estoy? Más bien deberías preguntar, ¿cuándo estoy?”

“Si es una cuestión de velocidad no te preocupes, porque también tengo el elemento más rápido a mi disposición, ¡tu propio elemento! No quería llegar a esto, pero no me dejas otra opción ¡anularé tus sentidos con el rayo oscuro y después me ocuparé de cuerpo incapaz de sentir! Me lo agradecerás, porque aunque no veas mi victoria, tampoco sentirás dolor”.

El Caballero Negro lanzó no uno, sino varios rayos negros alternados para tratar de alcanzar a Jonyo de cualquier manera. No obstante, ni siquiera un rayo era capaz de cogerle, él continuaba desapareciendo un instante antes del impacto  e inmediatamente reaparecía para continuar la marcha.

“La velocidad de un rayo es de 140.000 kilómetros por segundo. A pesar de ser una velocidad muy elevada, sigue muy lejos de los 300.000 kilómetros por segundo que alcanzamos únicamente la luz y yo, el Caballero del Tiempo. Aunque te pueda parecer que tus ataques van increíblemente rápido, para mí es como si fuesen a cámara lenta”.

Jonyo continuaba acercándose. Sólo iba caminando, pero lo había hecho así a propósito. A cada paso que se acercaba, podía ver la desesperación creciendo en la mirada de su adversario, al que se le acababan las opciones.

“Muy bien, Caballero del Tiempo – le dijo en tono despectivo – A ver si puedes con esto, ¡¡Shinra Tensei!! – En ese instante, utilizó el poder del elemento tierra para aumentar la gravedad hacia el exterior, siendo su cuerpo el núcleo de gravedad. Todo a su alrededor era expulsado hacia afuera, y el caballero no era una excepción. No sólo tuvo que detener su avance, sino que la fuerza gravitatoria le empujaba hacia atrás – ¡¡Jajaja!! ¡¡Lo sabía!! ¡No hay nada que puedas hacer contra esto! ¡Venga, corre! ¡Adelántate en el tiempo cuanto desees! ¡No detendré esta gravedad hasta que acabe contigo!”

La estrategia del Caballero Negro parecía estar surtiendo efecto. Jonyo no conseguía avanzar. Es más, cada vez iba retrocediendo más. Voluntariamente, retrocedió hasta el punto en que estaba lo suficientemente lejos del núcleo como para resistir la gravedad, quedando lo más cerca posible. Cuando levantó la vista, Blackron ya le había lanzado un tornado de viento negro, igual que hace un rato.

“Está repitiendo la misma estrategia que antes. Seguramente detrás haya un muro de hielo negro que me impida ir más atrás, pero no necesito comprobarlo, porque a partir de ahora, ¡todos mis pasos van a ser hacia delante!”

Comenzó a caminar hacia delante, muy despacio, para que no aumentara demasiado el efecto de la gravedad. A su vez, alzó la Lanza del Tiempo, y la gema verde que lucía el arma se iluminó una vez más.

“¡Eso es! ¡Ven! ¡Enfréntate a tu destino! ¡Inclínate ante el poder de los elementos oscuros!”

“¡Descubre la técnica definitiva del Caballero del Tiempo! – exclamó Jonyo sonriendo – ¡Detener Tiempo!”

Aquellas palabras fueron lo último que Blackron escuchó. Sin embargo, para Jonyo todavía seguía existiendo todo, aunque completamente detenido, y en blanco y negro. El caballero continuó caminando, con la lanza en alza, en línea recta hacia Blackron. El tornado oscuro se había quedado a pocos metros de él, pero con el tiempo parado, sin movimiento, no era más que aire sucio, no podía hacerle ningún daño, y lo atravesó sin problemas. Lo mismo pasaba con la gravedad. Sin tiempo, la técnica de su adversario no estaba activa, y todo había vuelto a la normalidad. Sin mayor problema, avanzó hasta su objetivo, y frente a él, se detuvo un instante, para observarle con detenimiento.

“Te ves igual que siempre Blackron – le decía mientras veía la mueca que se le había quedado, con la boca abierta, en medio de un grito – Ha sido muy divertido luchar contigo otra vez, me ha hecho sentir como en los viejos tiempos. Pero es hora de acabar con esto. Muchas gracias por esperarme todo este tiempo. Cuando quieras te concedo la revancha, pero ahora todavía tengo algo por hacer. ¡Nos vemos!”

Con la lanza alzada, ejecutó un corte vertical que atravesó el pecho de su adversario de arriba abajo. En el momento en el que el filo del arma tocó la carne de Blackron, el tiempo volvió a fluir con normalidad, el color volvió a manifestarse, y el Caballero Negro descubrió que estaba siendo atacado, pero ya era demasiado tarde. El dolor del ataque le impidió mantener la concentración para mantener el aumento de gravedad, y todo volvió a la normalidad. En ese momento, la ofensiva de Jonyo continuó. Rápidamente, le causó un segundo corte, ahora en horizontal, atravesándole todo el torso, y casi a la vez, dos cortes en diagonal cruzados, uno en cada dirección. Lo cuatro cortes se cortaron en un mismo punto, lugar donde el caballero remató el ataque, clavando de lleno la punta de la lanza, que llegó a asomar por la espalda.

“Agh…” Blackron era incapaz de articular palabra.

“Tranquilo, no morirás – le dijo a la vez que extraía la lanza de su cuerpo – Antes de atacar, utilicé el mapa eléctrico de tu cuerpo para identificar la posición exacta de los órganos y asegurarme de que no te alcanzaba en ningún punto vital. De todas formas, no podrás continuar el combate, ni siquiera mantenerte de pie, en bastante tiempo. Esto se acaba aquí”.

Nada más terminó de hablar, el Caballero Negro cayó desplomado sobre sus rodillas. Estuvo a punto de caer tumbado, pero se sostuvo apoyando una mano en el suelo, mientras que con la otra trataba de contener la hemorragia en vano.

“¿Por qué? – Se preguntaba mientras el sangrado comenzaba a brotar también por la boca – Yo era el más grande… Tenía todos los elementos oscuros… Poseía todos los atributos, todas las habilidades… Era el estudiante perfecto, la forma de vida definitiva… Y sin embargo… – tosió, esputando más sangre todavía. Su cuerpo ya se había rendido, pero su espíritu estaba lejos de hacerlo – Dímelo, Jonyo, ¿por qué? ¡¡¡¿Por qué?!!!”

Inconscientemente, con el último grito activo de nuevo la gravedad. El caballero no se lo esperaba, y fue rechazado de golpe por la fuerza gravitatoria, quedando alejado de su derrotado oponente.

“No entiendo nada – pensaba – No deberían quedarle fuerzas para nada más”.

Volvió la vista al frente, y descubrió que el elemento de la tierra no era el único que estaba manifestándose. El resto de elementos oscuros se dejaban ver alrededor de Blackron en diferentes formas. La tierra sobre la que pisaba había quedado cubierta de hielo negro, el cielo se cubrió de nubes completamente negras que comenzaron una lluvia de agua negra. Rápidamente, el viento y rayos negros acompañaron a la lluvia, transformándola en una auténtica tormenta oscura.

“Ya veo… no es él conscientemente. Son las propias esferas elementales las que están tratando de forzarle a continuar. Al haber perdido el combate, ya no le reconocen como dueño y están tratando de tomar el control. Es su odio el que alimenta a las esferas, si no le libero de su odio, las esferas terminarán por matarle. ¡Tengo que hacer algo!”

Cogió la Lanza del Tiempo con las dos manos y la extendió hacia delante. La gema verde se iluminó, y Jonyo comenzó a girar su cuerpo hasta dar una vuelta completa. La estela de luz que dejaba la gema al dar la vuelta se quedó en el aire y al cerrar el círculo se formó un anillo de energía verde. Igual que antes, Jonyo dibujó varios anillos más en al aire, sólo que esta vez no los usó en sí mismo, sino que los envió hacia Blackron.

Los anillos se movieron rápidamente hasta colocarse alrededor del Caballero Negro, dejándolo dentro del área de los anillos. Al igual que la otra vez, los anillos comenzaron a girar sobre sí mismos a gran velocidad según se colocaban, creando una cápsula de energía sin ningún hueco para ver a través de ella.

“¡¿Qué es está mierda?! – exclamó el Caballero Negro, y con la fuerza de las esferas elementales, dio un puñetazo a uno de los anillos que estaban girando, tratando de destruirlo. El anillos giraba a gran velocidad y la energía cinética inherente al anillo, el ataque de Blackron fue rechazado – ¡Sácame de aquí!”

Continuaron llegando anillos hasta que envolvieron completamente a Blackron, que quedó encerrado en el interior de la cápsula de energía. Los anillos siguieron aumentando la velocidad hasta llegar al máximo, y una vez alcanzado, se mantuvieron así durante unos minutos, mucho más tiempo que cuando Jonyo los utilizó sobre sí mismo.

Poco a poco, la tormenta negra fue escampando, y después de un buen rato, los anillos también comenzaron a disminuir su velocidad. Uno a uno, se fueron desvaneciendo, dejando de ver lo que se ocultaba en su interior.

El Caballero Negro que apareció del interior de los anillos era muy diferente del que había entrado. Ya no tenía el pelo rapado al cero, sino un abultado cabello oscuro a lo afro, a la par de una larga barba negra. Su cuerpo también había sufrido cambios. Su destacable musculatura había desaparecido completamente, presentando ahora un cuerpo delgado y desnutrido, que impedía que la camiseta de tirantes que portaba luciera debidamente. Al igual que le ocurrió a Jonyo, sus heridas también estaban curadas, pero no parcialmente. Blackron se había recuperado completamente de todas las secuelas del combate, y lo único que quedaba de él en su cuerpo era una cicatriz con forma de asterisco en su pecho.

Cuando se desvaneció el último anillo, la gema de la Lanza del Tiempo cesó su brillo, y el caballero cayó de rodillas a causa del agotamiento.

“Dime algo Blackron – le dijo entre jadeos – ¿cómo te sientes?”

“Jonyo… ¿Qué ha pasado? ¿Por qué he estado haciendo todas estas cosas? ¿Qué me has hecho?”

“Nada dura eternamente, y el odio no es una excepción. Si hasta ahora todavía guardabas ese resentimiento hacia mí en tu interior era porque Mesa ha estado alimentándolo todos estos años, pero totalmente aislado, sin recibir influencias del exterior, el odio, al igual que el amor o la propia vida, con el tiempo suficiente termina desapareciendo. Perdóname, oficialmente parece que no ha pasado el tiempo, pero en realidad te he quitado un par de años de vida encerrado ahí. Extinguir tu odio era la única manera de librarte del poder de las esferas elementales”.

El nuevo Blackron todavía estaba asimilando la situación mientras observaba sus delgadas manos y se palpaba la barba y la cicatriz, cuando los recuerdos de todas sus acciones invadieron su mente de golpe. Las islas invadidas, los ataques injustificados, las muertes innecesarias, los poderes robados… Todo eso apareció en la memoria del Caballero Negro a la vez.

Atormentado, se llevó las manos a la cabeza mientras gritaba con fuerza. Inconscientemente, dio varios pasos hacia atrás, hasta toparse con el borde del acantilado. Allí, se detuvo, y miró al fondo del abismo, donde las olas embravecidas chocaban violentamente contra las rocas, tragando todo lo que caía en sus fauces, y vio la solución a su tormento.

“Espera, no irás a…”

El Caballero Negro se dejó caer por el borde del acantilado. Jonyo corrió a toda velocidad para impedírselo, pero no llego a tiempo para evitar que se tirara, aunque sí para evitar que cayera. Tumbado al borde del acantilado, fue capaz de agarrar a su antiguo compañero de un brazo y sostenerle en el aire.

“¡¿Qué estás haciendo?! ¡Déjame caer! ¡Es mi castigo por todo lo que he hecho! ¡Suéltame!”

“No pienso hacerlo… Esto no va a acabar como la última vez. Efectivamente, tienes que pagar por todo lo que has hecho, pero esta no es la manera de hacerlo. Quitarte la vida no solucionará nada ni le devolverá la vida a ninguna de las personas que mataste. Si de verdad quieres expiar tus pecados, tienes que seguir viviendo. Entrégate a las autoridades, cumple tu condena, y cuando salgas, ¡yo te estaré esperando!”

Las palabras de Jonyo calaron hondo en Blackron, que se sentía terriblemente confundido.

“Dime una cosa… Maté a tu novia… ¿Por qué haces todo esto?”

“Las mujeres vienen y van, pero los amigos son para siempre”.

“¿Qué quieres decir?”

“La misma noche que Sandra murió, salí de fiesta y me lie con otra. Para mí fue mucho más doloroso perder mi grupo de amigos que una novia que podía haberme dejado en cualquier momento. Por eso tienes que seguir viviendo, ¡por eso no puedes morir ahora!”

El brazo del Caballero Negro comenzaba a resbalarse por el sudor. Jonyo ya le agarraba por la muñeca, y continuaban separándose. Blackron continuaba dudando sobre qué hacer, mientras la mano de Jonyo cada vez le sujetaba con mayor dificultad.

“¡Venga! ¡Sube o caerás!” exclamó Jonyo mientras veía que ya le tenía agarrado sólo por los dedos.

“Está bien, Jonyo, ¡tú ganas!”

Los dedos terminaron por resbalarse del todo, y el cuerpo de Blackron quedó suelto. En un instante, alzó la otra mano y consiguió agarrarse a su amigo otra vez para evitar caer, y a partir de ahí, consiguió subir de nuevo a tierra firme con ayuda del caballero.

“Haaaa, haaaaa – jadeaban ambos al sentirse a salvo – Lo conseguimos, ¡juntos!” le dijo Jonyo sonriente.

Blackron le devolvió la sonrisa, pero no le duró mucho. Enseguida la cambió por una expresión de dolor, y se llevó una mano a la cabeza, resintiéndose.

“¿Qué te pasa, Blackron?”

“Quieren… Irse…”

“¿Irse? ¿Quiénes?”

El Caballero Negro no llegó a contestarle. Quedó sumido en una espiral de gritos y dolor mientras su cuerpo se iluminaba levemente. Una a una, las esferas elementales salieron de su cuerpo, flotando a propia voluntad. Al estar las seis fuera, se acercaron unas a otras formando un círculo, y salieron volando lejos de allí.

“Las esferas… ¿Dónde irán? – Se preguntaba Jonyo – Tal vez vuelven al cuerpo de cada uno de los caballeros… No, eso no es posible. No todos sus poseedores originales están vivos, y sobre todo, una de ellas se habría quedado aquí para volver conmigo. Entonces, sólo pueden ir a…”

Un grito ahogado de Blackron interrumpió los pensamientos del caballero, que vio cómo su recién recuperado caía al suelo totalmente pálido. Rápidamente, se arrodilló para tratar de asistirle.

“Parece que… Me muero” le dijo.

“¡¿Qué dices?! ¿Por qué? ¿Ahora que ya habíamos conseguido salvarte dices que vas a morir?”

“Las esferas elementales no sólo me daban poder, también se alimentaban ellas del mío. Al salir de mi cuerpo se han llevado toda la energía que me quedaba y ya no puedo hacer nada…”

“¡Ni hablar! ¡No pienso permitirlo! ¡Ralentizaré el tiempo! ¡Lo detendré si es necesario! ¡No pienso dejarte morir!”

“Eso no servirá de nada. Tú mismo lo dijiste. No puedes regresar a un momento anterior en el tiempo. Usar tus poderes no cambiará mi destino, sólo retrasará lo inevitable…”

“¿Y qué pretendes? ¿Qué me quede sin hacer nada a ver cómo mueres?”

“No te preocupes. Ya has hecho todo lo que tenías que hacer. Puede que no hayas podido salvar mi cuerpo, pero sí has sido capaz de salvar mi alma. Ahora puedo ir en paz. Enhorabuena, Jonyo… Lo reconozco… Tú eres… El número uno, el mejor de los dos… Mu…chas gra…”

La existencia de Blackron se apagó antes de que pudiera terminar su frase, pero terminó con una sonrisa en el rostro y la paz que nunca pudo disfrutar en vida.




[1] Shinra Tensei: Juicio Divino
[2] Bansho Tenin: Atracción Universal
[3] Chibaku Tensei: Cuerpo Celestial Estallando desde la Tierra

Curiosidades!!!


La Espada Ragna es un hechizo de Reena en Slayers




Shinra Tensei, Bansho Tenin y Chibaku Tensei son todas técnicas del personaje Pain de la serie Naruto.


La técnica definitiva del Caballero Negro está inspirada en la Death Ball de Baby Vegeta, que también se forma absorbiendo el odio de los demás


1 comentarios:

Jon dijo...

Lo he dicho más de una vez , pero lo vuelvo a repetir , la espera ha merecido la pena. Para mi éste es "el capítulo", después de ésto no habrá otro que se pueda igualar, ni lo ha habido ni lo habrá, quizás el último pueda asemejarse pero es difícil de creer. Logras que me meta completamente dentro de la historia y casi la viva como si estuviese allí mismo. Enhorabuena por eso.

De forma paralele, un escudo de fuego negro surgió sobre su otro brazo, (paralela)
Si no gano con este ataque, perderé combate(el combate)
el Caballero Negro era el doble de larga y el tripe de larga,(el doble de ancha y el triple de larga)
Ya no existen matices para mí. Probablemente signifique que no puedo mantener el combate n estas condiciones,(en estas condiciones)
Además, los músculos del brazo quedaron desagarrados por dentro después de tantas ofensivas.(desgarrados)
cada humillación de todos y cada uno de ellos, no era comprable con ver en primera persona(comparable)
Nunca había visto esta arma, pero a la vez es como si la conociera siempre…(de siempre)
Con los anillos girado a mi alrededor a la velocidad de la luz,(girando)
después me ocuparé de cuerpo incapaz de sentir!(de tu cuerpo)
Lo cuatro cortes se cortaron en un mismo punto,(los cuatro)

P.D. Orgulloso de pertenecer a toda ésta historia.
Un saludo a todos.