domingo, 30 de agosto de 2009

Episodio CV

Bueno, una semana más, y un pasado más. Como todos los pasados, este también tiene una cierta similitud con la realidad, pero es escasa, bastante inferior a la que había en la minihistoria del caballero del hielo. Aquí, únicamente decir que las personas que salen sólo en este capítulo existen en la realidad y que la relación que mantiene el protagonista de la historia también existió. Había pensado el publicar este capítulo en dos partes para dar intriga, ya que, dado su tamaño y su naturaleza, es claramente separable, pero dado que no ha superado el tamaño del especial aniversario, pues os libráis xD

Título: Turn Back the Pendulum 2 (Jonyo)

Tamaño: Un huevo xD 16'75

Dedicado a: Jon y Ronald

Homenaje a: Kogoro Mouri

Agradecimientos a: Jun, por el trato que hicimos de que escribiría una página de esta historia por cada comentario que me dejara, gracias a lo cual es capítulo ha quedado mucho más extenso, mejor y sin agobios :)

PD: Aquí un link con el PV de la canción que sale en el capítulo (no lo abráis hasta que lleguéis a ese momento, sino pierde gracia...) http://www.youtube.com/watch?v=7tz2V3CIYA0

PD2: Las soluciones al acertijo de los apellidos del Caballero Negro están publicadas en un comentario que yo mismo publiqué en el capítulo anterior. De todas maneras el porcentaje de aciertos ha sido considerablemente alto ;)

Episodio CV



E

l calor de una tarde de verano bañaba la ciudad dando, por un lado, un toque de alegría a aquellos que disfrutaban de sus vacaciones tanto dentro como fuera de ella y, por otro lado, aumentaba la modorra de todos aquellos que estaban obligados a trabajar en esas fechas con tan altas temperaturas.

Un grupo de jóvenes echaba un partido amistoso de volley playa en medio de la arena, usando una toalla extendida sobre tres palos como red. La pelota estaba en posesión de un joven de color que alternaba saltos con cada una de sus dos piernas antes de sacar, para sacar de quicio a sus adversarios.

"¡Tira de una vez, Blackron!" le gritó uno de sus compañeros.

El joven se decidió al fin y propinó un fulminante saque de tenis con todas sus fuerzas, metiendo un punto directo a pesar de los esfuerzos de sus adversarios. Rápidamente empezó a pavonearse junto a uno de sus tres compañeros, un joven de pelo negro y muy corto, peinado de punta, con los ojos negros y que marcaba los abdominales, haciendo una especie de baile de la victoria mientras sus otros dos compañeros de equipo les observaban medio avergonzados.

“Vamos, aún hemos ganado, volved a vuestras posiciones” dijo un chico fornido con el cabello ondulado, los ojos claros, y algunas pecas alrededor de la nariz.

“Sois dos críos...” añadió una preciosa joven de cabello largo y negro, al igual que sus ojos.

“¡¡Vamos!! – exclamaron los dos, chocando los cinco con exaltación – ¡¡Les daremos una paliza!!”

Al ganar el punto, mantuvieron la posesión del balón. El joven de color volvió a sacar con fuerza, pero esta vez sus contrincantes fueron capaces de detener el saque y lanzar la pelota hacia su campo. El chico fornido y de pelo ondulado la vio llegar y redujo la fuerza del remate con un toque de antebrazo, la chica colocó la pelota con un toque de dedos, lanzándola al aire, y comenzando a caer en picado poco después.

“¡Es tuya, Jonyo!” le gritó el joven de color.

El único integrante del grupo que aún no había tocado la bola en toda la jugada dio un gran saltó y alzó la mano para rematar. Inmediatamente, en el lado contrario saltó el jugador que estaba en la red para tratar de bloquear el remate, pero el salto de Jonyo fue mucho mayor.

“Déjame mostrarte... la diferencia entre nuestros dos equipos”.

El joven remató el balón con una exuberante, extralimitada e innecesaria pose y fuerza, que sólo consiguió que al chocar el balón en la arena rebotará hacia el cielo, siendo una bola fácil que el equipo contrario pudo devolver con tranquilidad.

“Mierda...” dijo Jonyo al ver que su golpe había sido un fracaso y que bola volvía hacia su campo.

De pronto el joven de color apareció y remató la bola con un golpe sencillo y efectivo hacia una esquina del campo contrario, el cual sus oponentes no pudieron hacer nada por devolver, perdiendo el partido.

“¡¡Sí!! ¡¡Ganamos!!” exclamó el chico de cabello ondulado y se abrazó a la chica.

“¡Y todo gracias a Blackron!” exclamó ella.

“Jajaja – reía Jonyo – Claro, como es negro, se le dan bien todos los deportes”.

“Ya estoy algo cansado de la playa – dijo la muchacha – Vamos un rato a mi casa a la piscina”.

“Como quieras, Sandra, pero antes dame un beso para celebrar la victoria, ¿no?”

“No, que no te lo mereces. Casi perdemos por tu ego” dijo y se abrazo al brazo de Blackron.

“Cuando se ponen así de estrechas no hay manera, ¿verdad?”

“Y que lo digas, Antonio...”

“Que no se os olvide a todos que esta noche actúa mi padre en la Pipa Ebría y vamos a ir todos a verle – trataba el joven de color de confirmar la cita – ¡Y después nos vamos de marcha!”

“Que pedo me voy a pillar… Tengo unas ganas...” dijo Jonyo.

“Tú no puedes, tienes que conducir” le dijo su amigo de color.

“Vamos no me jodas…”

“No haberte sacado el carnet, jaja”.

“Es que no me gusta ir de gorrón por la vida como otros…”

Entre risas y bromas, caminaron hasta la casa de la chica, y entraron sigilosamente mientras abría la puerta.

“Tranquilos, mis padres están de vacaciones en el extranjero, no llegan hasta mañana por la mañana, tenemos la casa para nosotros solos”.

“Mmmmm… Entonces podemos hacer algo íntimo esta noche después de la fiesta, ¿no, cariño?”

“Siempre pensando en lo mismo… Desde luego, es que te cargas todo el romanticismo de la relación…”

“Sandra, acuérdate de que esta noche cambian la hora, que siempre se te olvida” le recordó Blackron.

“Ya, si sí que me acuerdo, ¿pero una hora más o una hora menos? Siempre me lío con eso… Bueno, voy a cambiarla en un momento, ¡vosotros id a bañaros un rato a la piscina!” exclamó mientras subía las escaleras.

Salieron al jardín donde estaba la pequeña piscina privada de la joven. Jonyo y Blackron se quitaron la camiseta y empezaron a comparar abdominales. Antonio pasó de ellos y se metió en el agua directamente. Cuando bajó Sandra, aún seguían pavoneándose sobre quien era más masculino de los dos.

“¿Aún seguís ahí? ¿No os vais a bañar?”

“Sí, pero yo voy al baño un momento” dijo Blackron.

La tarde transcurrió entre zambullidas y siestas tomando el sol en el césped, tirándose unos a otros al agua y salpicándose para picarse, pero siempre con una sonrisa en la cara. Cuando empezó a caer el sol, las ganas de seguir en el agua o bajo el sol empezaron a decaer.

“Se está haciendo tarde – advirtió Antonio – Deberíamos ir yéndonos si queremos llegar a la actuación del padre de Blackron”.

“Vale, ¿a qué hora quedamos? – Preguntó el joven de color mientras se secaba con la toalla – La actuación no es hasta las 22:00”

“Pues a las 21:30 en el bar, el que llegue primero que coja una mesa para todos” opinó Jonyo.

“Es decir, yo – dijo Antonio – Porque vosotros sois unos tardones, es especial tú, Jonyo”.

“¡Ya lo veremos!” se picó y se fue el primero para llegar a casa a prepararse.

En efecto, a las 21:30, el único que estaba en la mesa puntual era Antonio, y pronto llegó Blackron.

“¿Todavía no han llegado los tortolitos?”

“¿Es que esperabas que llegaran a tiempo?”

“Tienes razón, voy a por una copa”.

A los pocos minutos aparecieron Jonyo y Sandra, cogidos de la mano. Antonio les hizo una seña para indicarles su posición y se acercaron.

“¿Qué te dije?”

“Ha sido culpa suya, he ido a recogerla con el coche, pero me ha retrasado...”

“Callaos que ya empieza” mandó Sandra cuando de pronto se apagaron las luces.

Un foco iluminó el pequeño escenario del local, y un hombre de color vestido con un traje blanco y sombrero se acercó a un micrófono de estilo antiguo.

“Ladies and gentlemen, this is Mambo Number Five…” dijo y empezaron a sonar trompetas.

One, two, three, four, five
Everybody in the car, so come on let's ride
to the liqueur-store around the corner
The boys say they want some gin and juice
But I really don't wanna
Beerbust like I had last week
I must stay deep because talk is cheap
I like Angela, Pamela, Sandra and Rita
And as I continue you know they are getting sweeter
So what can I do I really beg you my Lord
To me flirting it's just like sport,
anything fly It's all good let me dump it
Please set in the trumpet

A little bit of Monica in my life
A little bit of Erica by my side
A little bit of Rita is all I need
A little bit of Tina is what I see
A little bit of Sandra in the sun
A little bit of Mary all night long
A little bit of Jessica here I am
A little bit of you makes me your man

Jump up and down, and move it all around

Shake your head to the sound; put your hand on the ground

Take one step left, and one step right

One to the front and one to the side

Clap your hands once, and clap your hands twice

And if it looks like this you are doing it right

I do all to
Fall in love with a girl like you
You can't run and you can't hide
You and me gonna touch the sky

“Me encanta esta canción – dijo Jonyo – Me siento identificado, jajaja”.

“Claro, eres un mujeriego como el de la canción” le dijo Sandra.

“No digas eso, cariño, sabes que yo te quiero mucho. Lo decía porque dice que a él también le gusta Sandra, jaja”.

“Ya, pero también sé cómo eras antes de que saliéramos. A ti también te gustan Ángela, Pamela, Rita y todas”.

Blackron apareció por detrás de pronto con una copa y una botella de vozka y los abrazó a los dos.

“Vamos parejita, no discutáis, ¡estamos aquí para divertirnos!”

Al terminar la actuación, salieron de copas por todos los bares de la calle Alcohol, tomándose un par de consumiciones en cada local, salvo Jonyo, que cuando trataba de beber alcohol, le quitaban la copa de las manos y se la bebían por él, alegando que tenía que conducir después. Sobre las cinco de la madrugada, todos estaban borrachos y decían cosas sin sentido.

“Tú eres un tío grande, Jonyo – le decía Blackron mientras trataba de abrazarle – Te quiero, tío…”

“Yo también, yo también… – dijo mientras se lo quitaba de encima – Pero ahora entra al coche, anda... Que llevas una que no te tienes en pie…”

Les llevó a casa uno por uno, de acuerdo a la proximidad de cada hogar, y terminó volviendo solo a casa.

“Estoy destrozado…” susurró y se tiró a la cama de su habitación, cayendo dormido al instante.

A la mañana siguiente, el tono de llamada de su móvil le despertó. No sabía qué hora era, ni quien le llamaba, alzó el brazo sin levantar la cabeza de la almohada y le dio al botón de aceptar llamada sin mirar quien era.

“¿Sí…?” dijo aún adormecido.

“¿Eres Jonyo?” dijo la voz al otro lado.

“Si no eres una tía que está buenísima cuelgo ahora mismo…”

“Soy Kevin, agente de la Guardia Petoriana, tengo algo que comunicarle”.

“Dígame…”

El futuro caballero comenzó a escuchar lo que le comunicaban con un atención casi nula, que fue aumentando según escuchaba, hasta que se levantó de pronto de la cama y se puso de pie.

“¿Está seguro?”

“Completamente”.

“Está bien… Voy para allá”.

En casa de Sandra, la Guardia Petoriana había precintado la zona. El agente Swanson, se encontraba en el interior de la casa en su silla de ruedas coordinando la operación.

“Mujer, 19 años. Víctima de asesinato con premeditación. Hora estimada del óbito, las 09:00. Causa de la muerte, asfixia por estrangulamiento. Posible arma homicida, una cuerda o algo similar, por las marcas que tiene en el cuello…” leía el informe Kevin.

“Está bien, retirad el cuerpo…” dijo el agente Swanson.

Cuando llegó Jonyo pudo ver salir la camilla con la sábana cubriendo el cadáver, momento en el que se derrumbó completamente. Antonio ya estaba allí y le salió al frente para que no llegase hasta el cadáver.

“Entonces… ¿es verdad?”

“Sí, Jonyo, es cierto. A mí también me han llamado, y Blackron está de camino. No me imagino lo mal que lo tienes que estar pasando en estos momento, pero que sepas que aquí tienes un amigo para lo que haga falta”.

“¡¿Quién ha sido?! ¡Dime quien ha sido que lo mato!” exclamó enfurecido.

“Pues me resulta violento decir esto, pero en toda la casa sólo hemos encontrado huellas vuestras, de Antonio, de Blackron y de Jonyo” dijo el agente Swanson.

“Es normal, ayer estuvimos aquí pasando la tarde en la piscina – dijo Antonio – Lo raro sería que no hubiera huellas nuestras”.

“Aún no me lo creo – susurró Jonyo – Sandra ha muerto…”

“Muy bien – dijo el Agente Swanson – Como el crimen ocurrió esta mañana, pero guardan mucha relación los acontecimientos de ayer y teníamos una hora distinta, para la comodidad de la investigación haremos todos los interrogatorios con la hora de ayer”.

“Entendido” contestaron los dos.

En aquél momento llegó Blackron corriendo, con su rostro cubierto en lágrimas, y los tres compañeros se abrazaron.

“¿Saben ya quien ha sido? – preguntó el chico de color llorando – ¿Saben algo?”

“No – dijo Antonio – Pero no te preocupes, vamos a pillar a ese cabrón”.

“Lamento tener que hacer esto, pero es mejor que comencemos con los interrogatorios cuanto antes, ahora que tenéis frescos los hechos – interrumpió el agente Swanson – Bien… ¿Quién fue el último que la vio con vida?”

“Estuvimos todos de fiesta hasta las 5 de la mañana – explicó Jonyo – Después, como yo soy el único que tiene carnet de conducir, les llevé a casa a todos”.

“Bien, ¿y en qué orden?”

“Primero dejamos a Antonio, que era el que más cerca vivía desde donde estábamos, después dejamos a Sandra y luego a Blackron. Por último yo me fui a casa solo”.

“Bien, ¿qué hizo cada uno después de llegar a casa?”

“Yo tenía que currar a las 09:00 en el centro comercial con lago – dijo Antonio – Así que no me merecía la pena echarme a dormir, y menos con el cambio de hora, así que me puse a jugar un rato a la consola y luego fui de empalme al trabajo. Puede comprobarlo llamando a mi jefe, he tenido que salir de allí cuando me han llamado dándome la noticia”.

“¡Kevin, compruébalo!” gritó su superior.

“¡Sí, Agente Swanson!” exclamó él y salió corriendo.

“Yo no tenía sueño, así que me conecté al servicio de mensajería instantánea, y estuve hablando con un colega que suele estar conectado a cualquier hora porque se pasa todo el día frente al ordenador. Sobre las 07:00 se conectó Sandra, estuve hablando con ella con normalidad hasta las 09:00, y después me fui a dormir”.

“¡Entonces tú fuiste la última persona que habló con ella! – Exclamó el agente Swanson – ¿Notaste algo extraño? ¿Estaba con alguien?”

“No… Por lo menos, no me dijo nada. Todo parecía normal”.

“¿Puedes demostrar que tuviste esa conversación?”

“El servicio de mensajería instantánea tiene una opción para registrar las conversaciones y guardarlas en un archivo de texto dentro del ordenador. Además viene la hora de todos los mensajes, pueden comprobarlo tanto en mi ordenador como en el de ella”.

“¡Lo haremos! ¿Y tú, Jonyo?”

“Yo me fui a dormir en cuanto llegué a casa, estaba muy cansado de estar todo el día de fiesta. Me despertó el móvil cuando me llamaron para darme la noticia”.

“¿Había alguien más en casa?”

“No, estaba yo solo. Mis padres están de vacaciones”.

“Es decir, que no tienes coartada”.

“No, agente…”

“¡Agente Swanson! – Irrumpió Kevin de repente – ¡Acabamos de confirmar la coartada de Antonio! Su jefe corrobora su versión. Llegó puntual al trabajo y hay por lo menos media hora entre su lugar de trabajo y la casa de la víctima. No pudo haberlo hecho”.

“¡Bien! ¡Ahora comprueba la de Blackron! ¡Registra el ordenador de la víctima buscando una conversación del servicio de mensajería instantánea entre las 07:00 y las 09:00!”

“¡A sus órdenes!” volvió a gritar y salió corriendo de nuevo.

“Decidme, ¿tenía Sandra algún enemigo? ¿Alguien que pudiese llegar a odiarla hasta querer su muerte?”

“No que nosotros sepamos – dijo Antonio – Sandra era una chica que no llamaba especialmente la atención. No tenía infinidad de amigos, pero tampoco ningún enemigo”.

“Es decir, que vosotros erais los que más contacto teníais con ella…”

“Sí, no se nos ocurre quien ha podido hacer esto” dijo Blackron.

“¡Agente Swanson! – Exclamó Kevin bajando por las escaleras – ¡Acabo de confirmar la coartada de Blackron! En efecto, hay registrada una conversación entre él y la víctima entre las 07:07 y las 09:02”.

“Perfecto, continuemos, ¿cuánto tiempo se tarda en llegar de cada una de vuestras casa aquí?”

“Yo tardo una media hora, ya sea andando o en transporte público” dijo Antonio.

“¿Tardas lo mismo andando que en transporte público?” preguntó sorprendido el Agente Swanson.

“Como se nota que usted no tiene que esperar un autobús en esta ciudad…”

“Yo igual, tardo lo mismo andando o en autobús, sólo que una hora” dijo Blackron.

“Yo tardo no más de diez minutos, porque tengo coche propio” dijo Jonyo.

“Muy bien – dijo mientras hacía una última anotación en su memo – Por lo que me habéis contado, es muy poco probable que el asesino fuera alguien de fuera del entorno de la víctima. Tiene que haber sido uno de vosotros tres – dijo señalándoles con frialdad – Y sintiéndolo mucho, he de deciros que nuestro principal sospechoso es Jonyo, al ser el único que no tiene una coartada. Blackron estuvo hablando con la víctima hasta pocos minutos antes de su muerte, no le habría dado tiempo a ir desde su casa a la de la víctima en tan poco tiempo, y Antonio entraba a trabajar a la hora del crimen, tampoco le habría dado tiempo a llegar ni desde su casa ni desde la de la víctima al centro comercial con lago después de haber matado a la víctima y entrar puntual a su puesto de trabajo”.

“¡No diga tonterías! ¡Jonyo tampoco es el asesino! – le defendió su amigo de color – ¡Si estaban saliendo juntos!”

“El crimen pasional es más común de lo que os podáis imaginar, pudieron tener una discusión por teléfono y cuando fue a arreglar las cosas en persona perdió los papeles y la mató”.

“Gilipolleces” dijo Antonio.

“No os preocupéis – mintió sonriendo para aliviar un poco la tensión – No importa si soy el principal sospechoso, porque sólo hay una verdad, y siempre sale a la luz. Está claro que el asesino no es ninguno de nosotros, y tarde o temprano los hechos lo demostrarán”.

“Jonyo…” pensó Blackron.

Después de decir esas palabras, Jonyo salió de la habitación esquivando las miradas de todos los presentes. Kevin le siguió hasta el pasillo donde llamó su atención.

“Jonyo, ¿no crees que es un poco pronto para descartar que el asesino sea uno de vosotros?”

“¡Cállate! – Gritó con una fiereza que hizo estremecer al joven agente – ¡El asesino es uno de nosotros! En otras palabras, ¡es uno de mis mejores amigos! ¡No sé quien ha hecho esto ni por qué, pero no pienso perdonarle nunca! ¡Resolveré el caso cueste lo que cueste!”

Acto seguido, se metió en el baño, y Kevin volvió por donde había venido, dejando sólo al futuro caballero.

“Tranquilo, puedes dejarle solo un rato – dijo el agente Swanson – Si es inocente de verdad, no le pasará”.

Pasados diez minutos, Jonyo no había regresado y sus compañeros empezaron a preocuparse.

“Voy a buscarle… Tal vez se haya derrumbado…” dijo Antonio.

Salió al pasillo en dirección al baño, y a los pocos segundos regresó corriendo.

“¡No está! ¡Jonyo no está en el baño!”

“¡Ha huido! – Exclamó el agente Swanson – ¡A por él! ¡Seguro que es el culpable!”

“No he huido…” se escuchó su voz mientras bajaba por las escaleras.

“¿Dónde coño te habías metido?”

“Sólo estaba revisando algunos detalles del caso”.

“¿Algunos detalles?2 preguntó Kevin.

“Sí, ¡y ya he descubierto quien es el asesino de Sandra!”

El rostro de todos cambió a sorpresa de repente, salvo el de una persona, que se tornó en miedo.

“¡¿Qué ya sabes quién es el asesino?! – exclamó Antonio – ¿Y a qué esperas para decírnoslo?!”

“El asesino... ¡¡¡Eres tú!!!” exclamó señalando con su dedo acusador y los ojos brillantes.

Los demás siguieron la dirección de su dedo y vieron que señalaba a su mejor amigo, Blackron.

“¿Qué dices? Yo no he sido, ¡tengo una coartada! – Se defendió – Estuve hablando con ella hasta unos minutos antes de que la mataran, ¿o es que ya no te acuerdas? ¡Y no se puede ir de su casa a la mía en menos de una hora! Si hace un momento tú mismo has dicho que no pudo haber sido ninguno de nosotros”.

“Es cierto. Tienes una coartada confirmada entre las 07:00 y las 09:00. ¿Pero y si para el ordenador no fuera esa hora en realidad?”

“No entiendo nada” dijo Antonio.

“Os lo explicaré. Como sabéis, la hora estimada de la muerte de Sandra es en torno a las 09:00, justo después de que terminara de hablar contigo. El cadáver fue encontrado sobre las 09:30, cuando sus padres regresaron del fin de semana en el extranjero. Hemos demostrado que no se puede llegar desde su casa a la tuya en treinta minutos, ni siquiera en coche o en autobús, pero si que se puede en una hora”.

“¿Y qué? Eso no demuestra nada”.

“Cualquier persona en una situación así diría algo como, las personas pueden engañarnos, pero las máquinas no, ¿verdad? Pero, ¿y si fuera al revés? ¿Y si fuera la máquina la que nos ha engañado y no la persona?”

“Sigo sin entender nada” repitió Antonio.

“Si se cambia el reloj de ambos ordenadores, se puede manipular la hora que registra el servicio de mensajería instantánea, creando una prueba falsa. Cambiaste una hora el reloj de tu ordenador que tenías previamente preparado, y luego cambiaste el suyo. Por tanto, la verdadera hora de vuestra conversación fue entre las 06:00 y las 08:00”.

“Pero Jonyo – intervino Antonio – Él mismo le recordó a Sandra cambiar la hora del ordenador delante de todos nosotros porque sabía que se le iba a olvidar hacerlo hoy”.

“Es cierto, por eso mismo ella no se volvió a preocupar de si la hora que ella veía era correcta o no. Seguramente Blackron volvió a poner la hora errónea en algún momento de descuido, sólo tenía que decir que iba al baño cuando todos estábamos en la piscina para hacerlo y nadie se habría dado cuenta”.

“Todos fuimos al baño, si mal no recuerdo. Nosotros dos también pudimos haberlo hecho”.

“Sí, pero él fue el único que fue al baño antes de bañarse, nosotros fuimos recién salidos del agua, y de haber tocado el ordenador en ese estado, habríamos mojado el parquet e incluso podríamos haber roto el ordenador si se filtraba una gota”.

“Siguen sin ser pruebas suficientes…” dijo Kevin.

“Después de hablar con ella por el servicio de mensajería instantánea, la llamaste por teléfono desde una cabina, para evitar así que tu teléfono quedara registrado como autor de la llamada, y la policía pensase que había sido una llamada de telemarketing, en la que siempre llaman desde número oculto. La dijiste que querías verla y fuiste hacia allí a toda prisa. Llegaste sobre las 09:00, la mataste, volviste a poner la hora correcta en el ordenador y después te fuiste, creando la coartada perfecta”.

“Todo eso que dices suena muy interesante, pero ahora en serio, ¿tienes alguna prueba?”

“Sí, la tengo. He revisado el registro de eventos del ordenador de Sandra y he encontrado algo muy interesante. Al parecer tenía configuradas las actualizaciones automáticas para que se descargasen e instalasen sin avisar, y hay algo muy curioso. Según la web del sistema operativo, esa actualización fue a las 07:30, hora en la que se supone que estabas hablando con ella”.

“¿Y qué hay de malo en que se haya actualizado el software mientras hablábamos?”

“Que esa actualización requería el reinicio del sistema, que también estaba automatizado, y esa operación tarda por lo menos dos minutos durante los cuales según el registro de la conversación, ¡vosotros estabais hablando! Dime, ¿cómo es posible que siguierais hablando con el ordenador reiniciándose”.

“¡Esa no es una prueba válida! ¿Cómo sabemos qué zona horaria sigue la web? ¡Puede seguir la de su país, que es diferente a la de aquí!”

“Eso es cierto, Jonyo – le dijo el agente Swanson – Sólo son pruebas circunstanciales”.

“Está bien… Esperaba que con esto confesaras pero no lo has hecho, usaré mi última baza… Dime una cosa, ¿a qué hora cambiaste tú los relojes esta mañana?” preguntó finalmente.

“Pues una hora menos de la que estaba, como es lógico”.

En aquél momento, todos le miraron con miedo de repente.

“Es cierto – dijo Antonio – Eso prueba que fuiste tú”.

“¿El qué? ¿Por qué? No entiendo nada”.

“¿Aún no te has dado cuenta? – Dijo Jonyo – Piensa, ¿qué hora es ahora?”

“Las… - comenzó mientras miraba el reloj de muñeca de su amigo – ¡Las…!”

La expresión de su rostro cambió de repente. Toda aquella confianza que le rodeaba desapareció en un instante, tornándose en una mezcla de miedo y angustia.

“Parece que al fin te has dado cuenta. La hora de la actualización del ordenador de Sandra era la hora correcta de hoy, una hora más, y si le sumas la hora que quitaste tú al equivocarte, hacen dos horas de diferencia. Por primera vez en muchos años, ella cambió la hora y la cambió bien, seguramente porque tú se lo recordaste. Todos los relojes de la casa tenían una hora más, menos el de ordenador, que tenía una hora menos. Resumiendo, cambiaste el reloj a una hora más de la que estaba en un momento de descuido durante la tarde de ayer. Después hablaste con ella de 07:00 a 09:00 según el que sería el horario de hoy, pero si seguimos el horario de ayer, que sobre el que se está haciendo la investigación, en realidad fue de 06:00 a 08:00. Así, conseguiste ganar la hora que necesitabas para volver a casa y conseguir tu coartada. En esa hora, fuiste a su casa, la mataste, y volviste a cambiar la hora, a la que tu creías que sería la de hoy, pero te equivocaste, la hora correcta ya estaba puesta y le quitaste dos horas las ordenador, la que habías puesto tú de más y la que correspondía por el cambio de hora. Treinta minutos después el ordenador se actualizó, marcando las 07:30, pero en realidad eran las 09:30. Pensaste que como ha habido un cambio de hora, la investigación se haría con respecto a la hora de hoy, pero llegaste justo después de que el agente Swanson nos dijera que la harían con la hora de ayer por comodidad. Bien, ¿confiesas ya o quieres que comprobemos los relojes de tu casa para ver si tienen una hora más o una hora menos?”.

“No será necesario… Fui yo”.

“Sólo estaba buscando pruebas que te exculparan, a pesar de que sospechaba de ti, porque para algo eres mi mejor amigo. Sin embargo, cada prueba que encontraba, te incriminaba todavía más. Deseaba que fuera mentira, pero todas mis esperanzas han sido aplastadas por la verdad…”

“¿Desde cuándo sospechabas de mí?”

“Desde que estabas en el vientre de tu madre”.

“¿Por qué lo hiciste, Blackron? Ella te quería mucho”.

“No... Ella no me quería nada en absoluto. No sé si lo recordaréis, pero ella estuvo saliendo conmigo antes que contigo”.

“Creo que yo me acuerdo pero fue hace mucho tiempo, ¿no? – dijo Antonio – Y además fue poco tiempo...”

“¿No me digas que la has matado porque cortó contigo?” preguntó Jonyo.

“No... No fue porque cortó conmigo, sino por qué cortó conmigo”.

“¿Cómo?” se preguntaron todos, al no haber sido capaces de captar la diferencia de tono.

“Sí... Jamás le hubiera hecho ningún daño sólo por haberme dejado. Y tampoco me importaba que estuviera saliendo con mi mejor amigo. Es más, prefería que estuviera con él, que sabía que la iba a tratar bien, antes que con un desconocido”.

“¿Entonces qué pasó?”

“Cuando cortamos, ella no me quiso dar ninguna explicación de porque quería que nos separásemos. A pesar de todo, respeté su decisión y lo dejé estar, pero la semana pasada, cuando salimos de la fiesta, estaba borracha y me lo confesó todo”.

“¿Qué fue lo que te dijo?”

“Me había dejado por ser negro, decía que no tenía prestigio social salir con alguien de color, y que estando conmigo daba una imagen de estar saliendo con un vagabundo o con un esclavo, y que ella valía mucho más”.

“No me puedo creer que Sandra dijera algo así...” comentó Antonio.

“¡Pues lo hizo! ¡Era una arpía que no merecía otra cosa que la muerte! ¡La maté para que no jugara contigo igual que conmigo! ¡Deberías darme las gracias!”

“No, Blackron. Eres un asesino” dijo Jonyo con total frialdad.

“¡¡¡Tú no puedes entenderlo!!!” gritó cargando un puñetazo contra él.

“No podría entenderlo... No importa cuál sea el motivo... – decía Jonyo mientras evitaba el puñetazo, le agarraba del brazo, y le tiraba al suelo con una llave – Matar a una persona... No quiero entenderlo...”

Blackron cayó al suelo boca arriba, observando el cielo y durante un instante se dibujó la figura de Sandra en las nubes.

“Sigues tan fuerte como siempre...”

“No. Tan sólo es que tú te has vuelto muy débil... últimamente”.

Blackron se levantó y se dispuso a entregarse. Jonyo empezó a marcharse sin decir una sola palabra más a nadie. El agente Swanson se acercó a Blackron con las esposas. Le agarró del hombro con una mano, con la otra le cogió una de las dos manos y cuando fue a esposarle, Blackron empezó a ponerse nervioso.

“Voy a ir a la cárcel... Voy a pasarme el resto de mi vida entre rejas... ¿Por qué? – Pensaba mientras veía a Jonyo alejarse – Yo no soy un asesino... Yo soy... ¡La justicia!”

De repente y sin que nadie lo esperara, el joven de un color dio un codazo al agente Swanson, rompiéndole varias costillas con el impacto, y echando a correr un instante después.

“No... – dijo Jonyo al girarse después de escuchar el golpe – Esto no funciona así, Blackron... ¡¡¡No debes huir!!!” le gritó.

“Todo el mundo huye... – pensaba mientras escapaba – Huir no es algo malo...”

Jonyo estaba a punto de correr a perseguirle, cuando de pronto le vio frenar en seco. Antonio estaba delante, bloqueándole el paso.

“Blackron. No seas cobarde. Asume lo que has hecho”.

“Quítate de mi camino o te quitaré yo”.

“¿Me harás lo mismo que le hiciste a Sandra? ¿Aún con toda la policía acercándose? – Dijo mientras ambos escuchaban los pasos de los subordinados del agente Swanson – No tienes a donde escapar. No aumentes aún más tu condena. Nosotros, Jonyo y yo, te estaremos esperando”.

“¡¡¡Fuera de mi camino!!!”

El joven trató de abrirse paso placando a su amigo, que vio sus intenciones. Separó las piernas, abrió los brazos y encajó el placaje de su compañero, impidiendo por completo su huída.

“¿No lo ves? No puedes escapar. Aún puedes salvarte. Nosotros te apoyaremos”.

“No me hagas reír, ¿acaso vais a venir a la cárcel conmigo o algo por el estilo? – Decía mientras trataba inútilmente de avanzar – Todo eso no son más que palabras. ¡¡¡Y ahora déjame pasar!!!”

Trató de derribarle con un puñetazo, sabiendo que no podría esquivarlo porque estaba usando las dos manos para retenerle. Para su sorpresa, no lo esquivó. Soportó el golpe en su mejilla sin retroceder ni un milímetro.

“No voy a dejar... – decía mientras aguantaba – Que destroces aún más tu vida... Madurarás, superarás esto y serás un hombre honorable”.

“¡¡¡¡Tu puta madre!!!!” exclamó y de pronto salió de su mano una onda de energía negra que se llevó por delante a su compañero.

“¡¡¡Antonio!!!” gritó Jonyo mientras veía como caía al suelo medio carbonizado.

El joven de color, sin saber exactamente qué había ocurrido y sabiendo que probablemente no sería capaz de volver a lanzar aquella extraña onda otra vez, salió corriendo sin pensar.

“¡Kevin!” exclamó el agente Swanson.

“¡Sí, señor!” contestó y lanzó su tridente contra Blackron.

En medio de la trayectoria, Jonyo desvió el tridente de una patada y acto seguido fue a ver como estaba Antonio.

“¡Pero qué haces, Jonyo! – Le gritó el agente Swanson – ¡Esto es obstrucción a la justicia!”

“Está muerto… – confirmó tras tomar de tratar de tomarle el pulso – Él también está muerto...”

“¡Vamos a por Blackron! ¡De prisa o escapará!” gritó de nuevo el agente.

“¡No! ¡Yo le cogeré! – Exclamó Jonyo y salió corriendo detrás de él – ¡Esto es personal!”

“Estos jóvenes tan impulsivos… A ver si maduran... ¡Kevin! ¡Al coche patrulla!”

Blackron giraba la cabeza de vez en cuando para ver si alguien le perseguía, y de pronto vio aparecer la figura de Jonyo a toda velocidad.

“¡¿A dónde crees que vas?! ¡Esto es una isla! ¡No hay un sitio al que puedas huir!”

“Huir no es algo malo, haaaa, haaaaaaa… Todo el mundo huye… Además, recuerda que yo soy negro. Mi velocidad es genéticamente superior a la tuya, ¡no podrás alcanzarme!”

“He estado entrenando durante mucho tiempo para alcanzarte… Dominas todos los deportes, todas las materias, ciencias, letras e idiomas”.

“Tal vez eso sea cierto, pero tú te quedaste con Sandra, lo más importante no he sido capaz de conseguido”

“Eso es porque eres demasiado vago para sacar provecho a tu talento, ¡ahora mismo estamos al mismo nivel! ¡Sólo hay una cosa que nos diferencia en este instante!” gritaba mientras le iba alcanzando poco a poco.

“¿Tú al mismo nivel que yo? No me hagas reír… ¿Y qué es eso que nos diferencia?”

“Lo único que puede marcar la diferencia entre nosotros ahora mismo es… ¡La determinación! Sólo el que crea en su causa por encima de todo será el que se salga victorioso hoy”.

“Es decir, que ganaré yo, ¡he acabado con el demonio y ahora saldré impune!”

“¿Pero quién es el demonio ahora?”

Como no miraba por donde corría, cuando se quiso dar cuenta, Blackron estaba frente a un acantilado. Se vio obligado a frenar y se dio la vuelta, donde Jonyo le esperaba.

“¡Ríndete de una vez! ¡Ya no puedes escapar!” gritó mientras el cielo empezaba a ennegrecerse al cubrirse de nubes grises de tormenta.

“¡Sí que puedo! ¡Sólo tengo que quitarte de en medio!”

En ese momento aparecieron varios coches patrulla de la Guardia Petoriana y cerraron la salida. El agente Swanson, Kevin y media centena de de agentes más salieron de los coches y apuntaron hacia el joven de color.

“¡Blackron! ¡Estás rodeado! – Le gritó el agente Swanson desde el megáfono – ¡No empeores las cosas! ¡Si ofreces resistencia abriremos fuego!”

El joven de color se vio acorralado. Comenzó a dar pasos hacia atrás hasta que estuvo a punto de resbalar y caer al precipicio. Volvió a darse la vuelta y miró hacia abajo. Veía las olas chocando contra los arrecifes con gran violencia mientras las nubes que oscurecían el cielo atraían a su vez un fuerte viento que aumentaba esa fuerza y violencia.

“Creo que esto se acaba aquí, Jonyo…”

“¡No! ¡Todavía no se ha acabado! ¡No ha hecho más que empezar!” exclamó y un rayo cayó cerca de Blackron, creando un agujero humeante.

“Adiós, Jonyo…”

“¡No! ¡No lo hagas!” gritó y fue corriendo hacia él.

El joven de color se tiró al vacío después de cerrar los ojos, pero la velocidad de su aún amigo fue suficiente para agarrarle del brazo e impedir su caída mortal.

“¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué tratas de salvarme la vida después de lo que hecho?!” gritaba mientras un nuevo rayo caía cerca de ambos.

“Porque eres mi amigo, y los amigos, están para ayudarse”.

Blackron vio que no podría hacer cambiar de opinión a Jonyo con palabras, así que palpó la pared hasta encontrar una roca puntiaguda y la sacó por la fuerza.

“¡¡Yo no soy tu amigo!! ¡¡Los amigos no inculpan!! ¡¡Encubren!!” exclamó y clavó la piedra en la mano del futuro caballero.

Jonyo le soltó de un acto reflejo por el dolor y Blackron comenzó a caer de nuevo. Sin embargo, extendió la otra mano y volvió a cogerle.

“¿Por qué sigues insistiendo? Yo ya no tengo futuro… Déjame morir”.

“No te dejaré morir… Haré que comprendas el peso de tu crimen”.

Tras esas palabras, Blackron desistió en su intento de suicidio, y Jonyo le subió hasta la superficie. Después le dejó tirado en el suelo, se levantó y empezó a marcharse.

“Cuando te hayas rehabilitado, ven a verme. Te estaré esperando”.

Kevin y el agente Swanson se acercaron para esposar a Blackron, pero un nuevo rayo mucho más violento cayó entre ambos, rompiendo la parte sobre la que estaba el joven de color, que comenzó a caer junto a los escombros. Al escuchar el estruendo, Jonyo se dio la vuelta y se lanzó de nuevo para agarrar el brazo de su amigo y salvarle, pero los agentes se abalanzaron sobre él tras ver la distancia que los separaba. Durante un instante la mirada de los dos amigos cruzándose se congeló en el tiempo.

“Parece que al final no podré pagar por lo que he hecho… Hasta la vista, Jonyo…”

Blackron cayó al vacío junto con el trozo de acantilado que había roto el rayo, perdiéndose en la lejanía de la distancia.

“Lo siento, nosotros también queríamos atraparlo – dijo el agente Swanson – Pero si te hubieras lanzado a por él, tú también habrías caído al vacío sin remedio”.

Jonyo, derrumbado, cayó de rodillas y apoyó la cabeza en el suelo.

“¡¡¡¡No he podido salvar... Ni a uno solo de mis amigos!!!!” gritaba con todas sus fuerzas mientras aporreaba el suelo y le salían lágrimas de los ojos.


PD3: Y con esto cumplo otro de mis chiki-sueños, crear un capítulo al estilo Detective Conan (Con lo que me ha costado, no puedo imaginarme como el autor de la serie puede inventarse uno cada dos semanas...)

PD4: ¿Hay alguien que haya averiguado quien era el asesino antes de que se supiera?

domingo, 23 de agosto de 2009

Episodio CIV

Esto marcha!!! Ahora es seguro, Más Allá de los Caballeros terminará en el episodio 108, aunque es posible que haya algún problema con el próximo capítulo, que a pesar de llevar 6 páginas escritas y estar bastante adelantado de hace tiempo, hay dos versiones de su final, y las dos tienen sus pros y sus contras. En caso de no decidirme yo solo, le enviaría las dos versiones al lector interesado en cuestión, que averiguaréis quien es tras leer el capítulo, y lo decidiría con él.

Título: Denial by Pride, Contradiction by Power

Tamaño: 14'2

Dedicado a: Suso, has dejado un vacío que no podremos llenar...


Episodio CIV

P

eter abrió los ojos y notó una sensación extraña, como si estuviera flotando. Sus pies no tocaban el suelo, pero estaba en movimiento, tenía los brazos extendidos, pero no fuerzas para moverlos. Por un momento llegó a pensar que estaba muerto. Sin embargo, según fue despertándose del todo la sensación fue cambiando. Sintió su espalda en contacto con una tabla, sus pies no estaban en contacto con el suelo porque algo le sujetaba por las piernas y lo mismo pasaba con los brazos, que se mantenían extendidos porque algo le sujetaba en los hombros. Ya prácticamente sereno, movió la cabeza y descubrió que estaba siendo transportado por dos musulmanes en una cruz hecha con dos tablones, y estaba atado a ella con cuerdas, pero lo que más le sorprendió fue ver a JesuCristo, inconsciente, siendo transportado en las mismas condiciones a su lado.

“¿A dónde nos lleváis? ¿Qué vais a hacer con nosotros?”

“¿Ya estás despierto? Como me alegro… ¡No quería poner los clavos mientras estabas inconsciente!”

“¡¡¡¿Qué?!!!” gritó aterrorizado.

Bajaron la cruz al suelo y, aprovechando que estaba atado, solo tuvieron que sujetarle un poco la muñeca para poder clavarle a través de la palma de la mano a la cruz. Insertaron el clavo a presión y luego le golpearon a puñetazos hasta que ya no pudieron clavarlo más. Peter gritó a más no poder, pero nadie le escuchó. Sin prisa pero sin pausa, clavaron también la otra mano y los dos pies del presidente, para después ponerse con el profeta, que recuperó el sentido con el dolor de la primera clavada, pero no gritó. Una vez terminaron de clavarles a sus respectivas cruces, volvieron a elevarlos y continuaron la marcha.

“No puedo usar mi poder de curación… – pensó Peter – Al tener un cuerpo atravesándome, no puedo cerrar la herida… Creo que voy a morir…”

“Dime, Peter Griffin, ¿no notas nada inusual?” le susurró JesuCristo.

“¿Sabes quién soy?”

“Sí, me lo dijeron esos antes de noquearme, pero eso ahora ya da un poco igual… Te repito, ¿no notas nada inusual?”

Peter observó a su alrededor buscando algo que le llamara la atención, hasta que se dio cuenta de que lo que buscaba no era algo, sino la ausencia de algo.

“No puede ser…”

“Esos caballeros han hecho auténticos esfuerzos por destruir todas las torres y con ellas la barrera por ti… Y al fin han obtenido su recompensa”.

“No puedo contener la emoción… – dijo Peter – Ahora puedo morir en paz… Además pagando por mi pecado… JesuCristo…”

“Dime…”

“Acuérdate de mí cuando estés en tu reino…”

“No te preocupes, porque ahora vendrás conmigo”.

Alá observaba escondido el combate, buscando una oportunidad de coger el cofre custodiado por Seagram.

“Vamos… Alejaros un poco…”

Arturo estaba dando lo máximo en el combate sin obtener resultados. Primero trató de enfrentar directamente a su adversario cargando contra él desde el aire, pero se transportó a un lado con el vórtice y le golpeó una fuerte patada. Después trató de lanzarle ondas, pero él puso el vórtice en medio y las ondas aparecieron detrás de Arturo y explotaron contra su espalda.

“¡Vamos, caballero! – ¿No tienes nada mejor?”

Los continuos impactos estaban mermando las fuerzas del caballero del fuego, que ya no solo no era capaz de generar fuego azul, sino que además sus llamas se habían vuelto amarillas, las más débiles de todas, y su tamaño era minúsculo.

“Mierda… – Se lamentaba el caballero mientras trataba de generar una bola de fuego estándar, pero no lograba más que una leve esfera ígnea amarilla – Si no se me ocurre algo, perderé, ¡tiene que haber una forma de alcanzarle!”

“Jonyo… – le dijo la pequeña viendo recibir al caballero del fuego una y otra vez – ¿Arturo va a perder?”

“¡¡Ni de coña!! ¡¡¡Arturo!!!” le gritó el caballero del rayo mientras se hacía un corte en la mano con su propia espada.

Él se giró al escuchar su nombre y Jonyo rápidamente extendió su brazo, proyectando la sangre de su herida contra el rostro de su compañero, manchándole los ojos por completo y cegándole por completo. El caballero, creyendo que había sido un accidente, se dispuso inmediatamente a limpiar la sangre que obstruía su mirada.

“¡¡No te limpies!! – Volvió a gritar el caballero del rayo, a escasos centímetros de separación entre el brazo y el rostro del caballero del fuego – ¡¡Escúchame!! ¡¡Si sigues siguiendo sus movimientos con los ojos perderás!! ¡¡Tienes que seguir el movimiento de su energía!! ¡¡Mantén tus ojos cerrados y concéntrate!!”

“No creas que no se me había ocurrido – reflexionaba el caballero en sus pensamientos – Pero los demás no podemos percibir los movimientos musculares del oponente por sus impulsos eléctricos, tan solo podemos captar la energía que desprende como un entero y descubrir su posición, nada más, y si su posición no varía y aún así me ataca, no me sirve de nada…”

Aprovechando la conversación, Seagram propinó un puñetazo a distancia al caballero, que como tenía los ojos manchados de sangre y no veía, no pudo siquiera cubrirse. Cayó al suelo y dio un bote, pero se levantó tan rápido como pudo, sonriendo.

“Vale, ya lo he entendido, Jonyo”.

“¿Qué ha entendido?” preguntó Pamela.

“Ahora lo verás…”

Arturo mantuvo los ojos cerrados y una posición corriente, sin cubrirse ni prepararse para nada. Seagram creyó que daba por perdido el combate y se dispuso a dar otro puñetazo a distancia. Abrió el vórtice delante de él y metió el puño, que salió al otro lado, cerca de la mejilla del caballero.

“Muestranos qué ha cambiado, Arturo…” pensó Gabriel.

De pronto, el caballero detuvo el impacto sujetándolo con su propia mano y sin abrir en ningún momento los ojos.

“¡¿Cómo lo ha conseguido?!” exclamó Seagram a la vez que trataba de retirar su puño, pero la fuerte sujeción que ejercía su adversario se lo impedía.

“Cuando Seagram introduce una parte de su cuerpo en el vórtice y la transporta a otro sitio para atacar – explicó Jonyo – Su energía se percibe desde dos focos distintos, y además de manera proporcional, dependiendo de cuanto porcentaje de su cuerpo transporte, permitiendo una fácil localización. Así es como ha sido capaz de detener el ataque”.

“¡Y todo gracias a ti!” exclamó Pamela.

“Bueno, solo un poco…” se pavoneó ya que tenía la ocasión.

Arturo tenía cogido a Seagram, que era incapaz de liberarse. Tiró de su brazo y sacó todo su cuerpo a la fuerza fuera del vórtice, y sin soltarlo empezó a golpearle con el brazo que le quedaba libre. Después le agitó violentamente y todas las bombas que llevaba dentro de la chaqueta gris cayeron al suelo.

“¿No decías que el arte era una explosión? ¡Pues ahí va la explosión!”

Hizo estallar una bola de energía en su pecho y la onda expansiva le catapultó hacia los cielos. Acto seguido, trató de generar una nueva llama en uno de sus dedos.

“Por favor, aunque sea pequeña, pero que salga…” pensó para sus adentros.

Concentró toda la energía que le quedaba en la llama de su dedo índice y logró encender una minúscula llama azul. Con la otra mano, lanzó una onda contra las bombas que había sacado de Seagram, que estallaron en cadena, envolviendo al caballero en una nube de llamas.

“¿Habrá podido absorberla con una llama azul tan pequeña?” pensó Gabriel.

La nube de fuego no tardó en vovlerse azul. Empezó a girar en espiral dejando ver lo que había al otro lado. Arturo absorbía todo el fuego a través de la diminuta llama azul que se hacía cada vez más grande hasta que el caballero recobró todas sus fuerzas. Sintió que Seagram aún estaba en el cielo, sufriendo los efectos de su ataque, por lo que saltó con su nueva llama azul alrededor de su puño dispuesto a rematar la faena.

“¡Y ahora! ¡El remate!”

Proyectó el puño a toda velocidad contra su adversario, totalmente convencido de su acierto, cuando de pronto todo cambió a su alrededor y de pronto estaba delante del caballero del hielo, sin haber abierto todavía los ojos.

“¡¡¡¿Pero qué haces!!!?” exclamó Reik al verlo tan de repente.

Al escuchar el grito, se dio cuenta de que la energía que tenía delante había cambiado y trató de evitar golpear a su antiguo compañero, pero ya había lanzado el ataque y lo más que pudo fue desviar un poco la trayectoria. Sumado al acto reflejo del caballero del hielo, todo quedó en un leve roce en la mejilla.

“¡Ten más cuidado! ¡Casi me achicharras la cara!”

“No he sido yo, me ha transportado a traición como antes…”

“Es culpa vuestra – dijo Seagram mientras se limpiaba la sangre de la boca con la manga – Me habeís dado más tiempo del absolutamente necesario y he reaccionado a tiempo, pero ahora no cometeré el mismo error que antes, no atacaré en primer lugar”.

“Genial, ahora sí tenemos un problema” comentó tras limpiarse la sangre de los ojos.

El sacerdote había estado tratando de detener la batalla a gritos, pero no solo no consiguió que nadie le hiciera ningún caso, sino que además varias personas trataron de atacarle y estuvo a punto de salir herido. Viendo que no podía hacer nada, salió de la zona de batalla y se detuvo un instante a descansar, cuando vio dos grandes cruces a lo lejos transportadas disimuladamente.

“Pero esos son… ¡JesuCristo y Peter! – exclamó al distinguirles en las cruces – ¡Tengo que alcanzarlos!”

Fidel volaba en dirección oeste, siguiendo el rastro de haces de luz, llegando a la espesa zona pantanosa de los alrededores de Tolbi, donde los árboles eran tan numerosos que no entraba la luz del sol. El caballero observó que los haces de luz se adentraban en el interior del profundo bosque, donde se escondía el foco receptor.

“Ahí está…” pensó y descendió a través de las hojas y las ramas.

Tal y como había deducido, Fidel descubrió a Mireia entre los árboles, con la espada en alto, absorbiendo todos aquellos haces de luz.

“Oh, eres tú, el caballero débil” le dijo ella al verle.

Fidel no contestó. Según se acercaba a ella, los recuerdos de sus compañeros le volvían a la cabeza como una película.

>>“No merece la pena tratar de adelantar un momento que sabes que va a terminar llegando inevitablemente, sino que es mejor prepararse para que cuando llegue, dar la talla. Tú no pareces comprender que aún no estás preparado, y que yendo detrás de él, lo único que conseguirás será que te maten a ti también” recordaba las palabras del caballero del hielo.

>>“Si recibes daño, puedes dormir, pero si haces daño, no podrás dormir” recordó las palabras de Arturo.

“¿Qué estás haciendo aquí?” finalmente preguntó a la chica.

“Lo de siempre… Extraigo la energía de las almas y la uso en mi propio beneficio, ya sabes, para que no se pierda…”

“Dices que extraes la energía de las almas, pero las almas están hechas de energía, a mí no me engañas, tú estás robando el alma de toda esa pobre gente”.

“Me has pillado… Dime, ¿qué más cosas has descubierto?”

“¡¡Encima lo admites como si no pasara nada!! ¡¡¡Serás zorra!!! ¡¡¡Libera todas esas almas enseguida!!!”

“¡¡No se puede!!”

“¿Cómo que no? Todo lo que entra, tiene que salir”.

“En este caso no, esta es una espada maldita, la Unión de las Ánimas, que presta su poder a su poseedor a cambio de un alto precio, pero además tiene una condición, todas las almas que absorba no podrán ser liberadas hasta que se cumpla el objetivo del poseedor, una vez todo termine, se liberarán automáticamente”.

“Vale, esa era la condición, ¿y cuál es el alto precio del que hablabas?”

“Eso no es de tu incumbencia, sólo me concierne a mí”.

“¡¡Que me lo digas!!”

Fidel se abalanzó contra Mireia con un puñetazo directo. Ella desvió la dirección con el filo de la mano y después simplemente empujó a Fidel para que cayera al suelo de boca, todo ello sin apenas moverse y sin necesidad de bajar la espada ni de dejar de absorber almas.

“¿Y tú quieres vencer a Mesa? ¿Cuándo ni siquiera eres capaz de vencerme a mí? Yo no soy tan fuerte como Mesa, pero he sabido utilizar mi inteligencia para suplir mi falta de poder. Alguien como tú, que ataca directamente y sin pensar, está condenado al fracaso”.

“Eso es... Eijuuken, ¿verdad? Lo mismo que utilizaste contra Reik la otra vez”.

“Sabes el nombre de mi estilo de combate, me sorprendes”.

“Había oído hablar de él en alguna ocasión, pero no me he acordado hasta ahora. El Eijuuken, un estilo de lucha desarrollado especialmente para mujeres. Consiste en desviar los movimientos de tu oponente sin bloquearlos del todo. Entonces utilizas su propia fuerza contra ellos”.

“Exactamente, por eso mismo no puedes nada contra mí”.

“Sin embargo, Reik fue capaz de romper tu técnica empleando en cada golpe más fuerza de la que pudieras desviar. Yo también puedo hacer eso”.

“La complexión física del caballero del hielo por lo menos dobla la tuya, además, yo también soy más fuerte. Puedes intentarlo si quieres, pero ni siquiera podrás tocar mi frente” dijo señalándosela con el dedo pulgar.

El caballero hizo un segundo intento de atacar a la muchacha, pero fue reducido con la misma facilidad. Según avanzaba el brazo del caballero, sin pararlo siquiera, ella lo agarró un instante y aprovechando la fuerza y la velocidad del ataque, lo giró de tal forma que el caballero dio una vuelta en el aire y cayó de espaldas.

“¡Y ahora déjame en paz!” exclamó y quitó su cuerpo de en medio de una patada.

Fidel recibió el golpe en el costado y dio varias vueltas en el suelo hasta chocar contra un árbol. Después, empezó a levantarse poco a poco.

“Llévame con Shawn Stevenson…”

“¿Y por qué debiera de hacerlo? ¿Vienes aquí a insultarme y a agredirme y encima tienes la desfachatez de pedirme ayuda?”

“¡Por favor! ¡Es la única manera que tengo de hacerme más fuerte! ¡Todos los demás lo hacen por sí mismos! Arturo es capaz de convertirse en SuperGuerrero y además ha dessarrollado el fuego azul, Gabriel tiene una técnica secreta devastadora que a saber donde ha aprendido, Jonyo, a pesar de no tener ataques especialmente destructivos, es capaz de sacar el máximo partido a su elemento inventando aplicaciones cada vez más interesantes a la vez que útiles y Reik… Bueno, Reik no sé porque no ha estado con nosotros últimamente, pero ya era más fuerte que yo antes, seguro que lo sigue siendo ahora… ¡Soy el único que se queda atrás!”

“Ése es tu problema, ¿a mí qué me cuentas?”

“¡Al menos dime donde está! ¡Con eso me conformo!”

“Demuéstrame que debo hacerlo” dijo poniéndose en guardia con el brazo que le quedaba libre.

Shinkan consiguió alcanzar a los secuestradores de Peter y JesuCristo, que al transportar las dos cruces iban considerablemente más despacio.

“¡Vosotros! – Les gritó – ¡Soltad a esos dos ahora mismo!”

“Me parece que no – dijo uno – Tenemos que ofrecerlos en sacrificio a Alá”.

“¡¡He dicho que los soltéis!! ¡¡No quiero ponerme violento, soy una persona pacifista, pero si tengo que recurrir a la violencia, recurriré!!”

“Oooooooohhhhh, el ancianito se pone chulo – dijo otro de ellos mientras clavaba la cruz de Peter en el suelo – Pues a ver que sabes hacer…”

Los cinco secuestradores le atacaron a la vez. El sacerdote agarró el crucifijo recuerdo de su mujer que llevaba colganod del cuello y cerró los ojos un instante.

“Amor mío, perdona lo que voy a hacer…”

Primero se quitó de en medio a todos de un barrigazo al más puro estilo callejero y después se arrancó el colgante y lo usó como puñal para herir a sus adversarios, lo suficiente como para dejarlos fuera de combate, pero sin pasarse ni ensañarse, para que no murieran. Cuatro de ellos salieron corriendo, y el más chulito de todos cogió un palo punzante que había por el suelo y lo arrojó contra el costado de JesuCristo, causándole una herida mortal.

“¡Malnacidos!” le gritó el sacerdote después de que salieran corriendo presionando sus heridas.

Viendo que no tenía tiempo que perder, fue rápidamente a atender a los heridos. Tumbó las dos cruces en la arena y arrancó todos los clavos con sus propias manos, hiriéndose él también. Después de liberar a JesuCristo y de extraerle también la madera punzante del costado, socorrió a Peter.

“Tú te autocurabas durante el combate contra él, ¿verdad? ¡Por favor, cúrale o si no morirá!”

“Para curar a los demás necesito utilizar las manos, y las tengo agujereadas, antes he de curarme yo, dame cuarenta segundos”.

“¡Rápido por favor!”

Mientras Peter se regeneraba, el sacerdote cogió a JesuCristo por la cabeza y trató de darle agua de una cantimplora.

“Bebe un poco, hijo, que ya verás como te pones bien”.

“Oh, Dios mío… – deliraba en su agonía mientras bebía unas pocas gotas – ¿Por qué me has abandonado?”

Peter observaba como se cerraba el agujero de sus manos a una velocidad que a él le parecía más lenta que la creación del universo.

“Son los cuarenta segundos más largos de toda mi vida…” susurraba mientras sudaba de la tensión.

A la vez que se curaba, también observaba el estado de su paciente. A parte de los clavos en las extremidades, también tenía una herida en la cabeza y se desangraba por el costado.

“¡Ya está!” exclamó al ver cerrarse los agujeros por completo.

Más rápido que un rayo de Jonyo, posó sus manos sobre el cuerpo de JesuCristo y emitió una luz verde brillante que pasó a rodear su cuerpo.

“Padre, perdónales que no saben lo que hacen” dijo refiriéndose a los que le habían secuestrado y tratado de asesinar.

El poder curativo de Peter empezó a hacer efecto, deteniendo las hemorragias y cerrando las heridas, pero JesuCristo no parecía mejorar. En su lugar, extendió la mano hacia el sol, como si tratara de acariciar el cielo.

“¡¿Qué pasa?! ¡No mejora! ¡¿Por qué?! ¡¿Habrá perdido demasiada sangre?!”

“En tus manos encomiendo mi espíritu…” fue lo último que dijo y su brazo cayó de nuevo al suelo en el mismo momento en que se cerraron sus heridas. La luz verde que Peter había hecho que le rodeara se apagó.

“No puede ser… Ha muerto… – dijo Peter tratando de contener las lágrimas – Si ya se habían cerrado sus heridas… Nunca me había pasado nada igual…”

“¡No! ¡Hijo! – lloraba el sacerdote mientras le abrazaba – ¡¿Qué va a ser de nosotros sin ti para guiarnos?!”

Una diminuta nube tapó el sol y los dos se quedaron llorando la muerte del profeta, solos, en medio de la nada.

Los supervivientes de la batalla de las ruinas iban avanzando hacia donde se encontraban los caballeros en busca del tesoro, a la vez que seguían matándose entre sí. Cada vez estaban más cerca de su objetivo, los gritos se oían más fuerte y todos empezaban a impacientarse.

“¡Vamos! ¡¿No decías que ibas a detener esa guerra?! – le gritaba Seagram al caballero del fuego – ¡Pues quedándote ahí quieto no vas a conseguir nada!”

“¿Qué vas a hacer? – le preguntó Reik – Porque no me apetece que trates de achicharrarme la cara otra vez”.

“Tengo un plan… Espero que funcione…”

“Y yo, y yo…”

Arturo tomó la inicativa y se dispuso a atacar. Seagram sabía que si le tiraba abajo con un ataque vovlerían a agarrarle y esta vez no le soltarían hasta dejarle fuera de combate, así que puso el vórtice delante de él y espero a que el caballero lo traspasara para mandarle lejos. Para su sorpresa el caballero atravesó el vórtice sin ser engullido por él y de la sorpresa que se llevó Seagram no pudo ni cubrirse. Sin embargo, no llegó a ser golpeado, el caballero le atravesó a él también sin tocarle.

“¿Qué ha sido eso?”

“¡Lo que imaginaba! – dijo el verdadero Arturo, que seguía al lado de Reik – ¡No puedes transportar ilusiones por el vórtice, porque en realidad no existen, son sólo falsas construcciones de los sentidos!”

“¡¿Y qué ganas con eso?!”

“Que si no sabes quien soy, no podrás evitarme, Tajuu Bunshin no Jutsu!”

Un centenar de clones ilusorios de Arturo aparecieron por toda la zona, dispuestos a atacar todos a la vez.

“Esa es la técnica de Suso – recordó el caballero de la rosa – Esa que creaba un montón de ilusiones y que utilizaba para escapar de Kevin”.

“Exacto, y con ella venceremos, ¡va por ti, Suso!” exclamaron todas las ilusiones.

Una veintena de los Arturos se lanzaron al ataque desde varias direcciones, haciendo dudar a su adversario sobre cual era el verdadero.

“¡Seguro que eres tú!” exclamó eligiendo uno al azar y puso el vórtice delante de él.

Su elección fue fallida y ese clon le traspaso tanto a él como al vórtice sin tocarle siquiera.

“¡¡Pues tú!!” gritó mirando a otro, pero falló también.

La veintena entera de ilusiones le traspasaron su hacerle ningún daño y se desvanecieron en el aire, segundos después. Tras eso, un nuevo grupo avanzó para atacarle.

“A ver si va a ser que son todos falsos” dijo cuando tres del nuevo grupo ya le habían traspasado también.

De repente notó un codazo en la cabeza, pero cuando quiso reaccionar, el verdadero Arturo ya se había perdido entre la multitud.

“Con que de eso va el juego, ¡pues no me vas a ganar!”

“Yo creo que sí”.

En ese momento, las sesenta copias restantes empezaron a revolotear por toda la zona, haciendo amagos de ataques desde cualquier dirección, para luego terminar quedando en nada, desvaneciéndose en el aire. De vez en cuando, volvía a sentir un golpe, ya fuera en el estómago, en la cabeza o en cualquier otra parte del cuerpo, sin poder hacer nada ni por evitarlo ni por contraatacar.

“Se acabó, si no puedo transportarle a él, me iré yo”.

Abrió el vórtice y se metió de cabeza en su interior, saliendo su cabeza bastante alejada del enjambre de Arturos. Continuó saliendo y cuando llevaba medio cuerpo fuera notó que no podía salir más.

“Mala suerte”.

Arturo le sujetaba de las piernas, impidiéndole salir del todo.

“Si vas a tirar de mí, no te preocupes, ¡ya salgo yo solo!”

Trató de salir por donde había entrado, pero otro Arturo le agarró de un brazo con fuerza, impidiéndole moverse.

“¿Cómo? ¿Uno me agarra de la pierna y otro del brazo? Habías dicho que sólo eran ilsuiones”.

“Pero esta es otra técnica, el Kage Bunshin, que crea clones reales repartiendo la energía del individuo a partes iguales”.

“No…”

Seagram trataba de liberarse pero era claramente inferior en el forcejeo, por más que lo intentaba, no conseguía no moverse un milímetro. Mientras lo intentaba, vio como el caballero extendía un brazo y cargaba una onda en la palma de su mano.

“Me pregunto qué ocurrirá si disparo al interior del vórtice desde los dos lados”.

“No, no hagas eso, es una tontería, ¿para qué vas a intentarlo?”

“Es lo que me faltaba para decidirme. ¡¡Haaaaaaaa!!” exclamó y los dos Arturos lanzaron una onda desde cada lado del vórtice.

“¡Nooooooooooooooooooo!” gritó Seagram.

Las ondas se encontraron en el interior del vórtice, chocando, explotando, rompiendo el portal y con él el cuerpo de Seagram, que se encontraba dividido en dos. Una explosión salió del interior del vórtice y la parte inferior del cuerpo de Seagram cayó al suelo en un lado y la otra en el otro, desangrándose.

“¡Hostia…! – Exclamó Jonyo – Se lo ha cargado…”

“Aiba… No esperaba que pasara esto...” confesó Arturo.

El clon, que era el que se encontraba junto a la parte inferior del cuerpo de Seagram, se desvaneció y todos se reunieron alrededor del tullido cuerpo de su enemigo.

“He sido… Derrotado…” agonizaba sangrando por la boca.

“¡Ahora! ¡Que se han alejado!” exclamó Alá y echó a correr a toda velocidad

Alá corrió hacia el cofre, aprovechando que la atención estaba centrada en el resultado del combate del caballero, llegó hasta él y lo levantó triunfante.

“¡Sí! ¡Es mío! ¡Al fin mi pueblo tendrá lo que se merece!”

Volvió a dejar el cofre en el suelo, rompió la cerradura de una patada y se dispuso a abrir la tapa.

“¡No! ¡Tengo que impedirlo! ¡Aún con medio cuerpo, ganaré este combate e impediré que ese cofre sea robado!”

A la desesperada, lanzó una diminuta bomba del tamaño de una canica contra el caballero del fuego, que había bajado la guardia al verle en tan mal estado.

“¡Estás acabado! ¡Aunque sea pequeña y parezca inoensiva, esa bomba es tan mortífera como la más grande de todas! ¡Se pegará a la primera materia orgánica que toque y no se despegará hasta estallar en mil pedazos! ¡Es vuestro fin!”

El caballero se tiró al suelo de espaldas para evitar el contacto con su cuello y mientras estaba en el aire la desvió de una patada, con tan mala suerte que fue directa hacia Pamela, que se quedó paralizada al verla venir.

“¡Mierda! ¡Debí apuntar hacia otro sitio!”

Jonyo agarró un palo que había por el suelo y bateó la bomba sin mirar si quiera a donde, saliendo disparada hacia Alá, que acaba de terminar de levantar la tapa del cofre y descubrir su interior.

“Pero… No Puede ser… Esto es…”

Abrió la boca de la sorpresa y la bomba le entró por la boca, quedando pegada en el fondo de su garganta. No pareció importarle, pues se dedicó a meter la mano en el interior del cofre, sacando sólo un trozo de papel.

“El verdadero tesoro es la aventura de haber llegado hasta aquí” leyó en voz alta.

Todos los presentes salvo Seagram le miraron sobresaltados.

“¿Qué significa esta nota? ¿Qué clase de broma es esta? ¿Dónde esta el verdadero tesoro?”

“Es un mensaje del resto de la humanidad para vosotros. Querían poneros a prueba para ver si os permitían volver al exterior, pero ha sido un fracaso. Se trataba de evaluar si eráis capaces de cooperar entre vosotros olvidando vuestras diferencias aún sabiendo que no podíais salir ganando todos, así que colcocamos un tesoro y yo hice correr aquel rumor de que era la fuerza para que quien lo obtuviera recuperara todo su poder de antaño, pero para mi sorpresa, los únicos que han cooperado para obtenerlo han sido estos caballeros junto al diseñador de la barrera, en fin, la vida esta llena de sorpresas. Ellos se llevan el tesoro de haber estrechado aún más sus lazos y la experiencia de una nueva aventura, ellos han sido el verdadero tesoro. En cambio, vosotros os quedáis con un río de sangre y muerte que ha arrasado de nuevo con todo en vuestras vidas. Ahora, muere, pues la bomba está a punto de explotar”.

Alá se quedó mirando la nota, sabiendo que era lo último que vería en toda su vida, y lanzó un gritó vació que se apagó con la explosión de la bomba, que le reventó la cabeza desde dentro, y cuyo consumió también la nota del interior del cofre.

“Se ha muerto, y nos hemos quedado sin saber por qué no sangraba” dijo Gabriel.

“Pues claro que no sangraba, ni sentía dolor, ni placer, ni tenía recuerdos – explicó Seagram – Es un Homúnculo, un humano creado de forma artificial. Su organismo no tenía sangre. Ni siquiera tenía nombre, sólo un número de serie, el PX-1”.

“Pero… ¿Cómo llegó hasta donde estaba?” preguntó Jonyo.

“Las sectas necesitan un líder para mantenerse estables, y cuando el anterior representante de Alá falleció, empezaron los actos vandálicos y el terrorismo, y tenñiamos que hacer algo para deternerlos”.

“Debe referirse al atentado en que murió la mujer de Shinkan…” pensó Gabriel.

“¿Y quién lo creó? – Preguntó Arturo – ¿No has dicho que era artificial?”

“No puedo contestar a esa pregunta”.

“¿Y si te lo preguntamos de otra forma?” dijo Reik poniéndole la espada en la garganta.

“No es que no quiera, es que no puedo, mirad – enseñó la lengua y todos pudieron ver una especia de tatuaje en la parte superior – Si intento hablar de esa persona, el sello se activará y moriré, no puedo deciros nada”.

“Parece que tendremos que dejarlo estar” dijo Arturo.

“Ahora solo queda explicar todo a los que se están matando un poco más allá – dijo Reik – Seguro que les quitan rápido las ganas de matarse”.

“¡De eso me encargo yo!” exclamó una voz femenina.

Una caballería de sintoístas montados en chocobo y liderados por Hilda apareció desde el norte, avanzando hacia el conflicto.

“¡Hilda! – Exclamó Jonyo – ¿Has venido a luchar?”

“No será necesario, ahora verás – dijo apuntando a la batalla con su báculo morado – ¡Black Magic!”

De pronto, todos los que estaban guerreando se pararon en el sitio, y a los pocos segundos empezaron a caer desmayados uno a uno, sin excepción.

“¿Les has hecho el mismo ataque que me hiciste a mí en nuestro enfrentamiento? Yo no recuerdo haberme desmayado”.

“Claro, estáis a distinto nivel, soportar una realidad inversa donde no puedes controlar tus cinco sentidos no es algo que pueda hacer cualquiera”.

“Y si solo ibas a hacer eso, ¿para qué has traído tanta gente?”

“Pues para recogerlo todo un poco, nos vemos, Jonyo – Se dispuso a irse pero pareció olvdarse de decir algo y se detuvo – Ah, sí, una cosa, ¿al final te quedas?”

“He estado pensando mucho y creo que lo mejor es que sí. Con todo lo que ha pasado últimamente, tanta muerte, tanta destrucción, y sobre todo después de ver lo poderosos que se han vuelto mis compañeros, creo que hago más falta aquí”.

“¡¡Síííí!! ¡¡Vivaaa!!” exclamó Pamela dando botes de alegría.

“Entendido, pues voy a recoger a toda esa gente y después te damos tu fiesta de bienvenida, sé bienvenido” le dio un beso en la mejilla y se fue seguida de todos sus soldados.

“Nosotros, aunque nos duela, aceptaremos tu decisión” le dijo el caballero de la rosa.

“Cuidate, y cuídalos” le dijo el caballero del fuego.

“Gracias, Gabriel, Arturo, no os olvidaré”.

“Cuanto tiempo sin vernos, Jonyo” se escuchó de repente.

El tiempo se detuvo por un instante para el caballero del rayo. Su corazón palpitó con fuerza al reconocer aquella voz que había creído olvidar. Pensando que se trataba de un sueño y que aquello solo era una mala pasada de su imaginación, se dio la vuelta para desengañarse, y en el cielo vio a Mesa y al Caballero Negro tapando la luz del sol.

“¡Mesa!” exclamó Arturo.

“Esconded a Fidel – dijo Reik – Ah, no, que no está…”

“¿Y el otro quien es? No lo habíamos visto nunca… – preguntó Gabriel – Parece que conoce a Jonyo”.

Hubo un momento de tensión, Jonyo y el Caballero Negro se miraban, y parecía como si todos los demás presentes hubieran desaparecido y estuvieran los dos a solas”.

“Ya estamos aquí, como te prometí” le dijo Mesa a su pupilo.

“¡Tú! ¡Déjate de misterios y dinos quien coño eres de una vez!” le gritó el caballero del hielo.

“Mi nombre es Blackron Cleveland Foreman Freeman Goldberg Halibel Jackson Johnson Jordan Kinte Lawerence McDonell Murphy Obama Pryor Smith Tucker Urkel Wallace White”.

“Joder tiene más apellidos que un rey…” comentó Reik.

“Así que sigues con vida, ¿eh, Blackron?” le dijo el caballero del rayo.

“¿Le conoces, Jonyo?” le preguntó Pamela.

“Sí… Es… Un viejo amigo…”

“¡¡¿Ése es amigo tuyo?!!” exclamaron todos los presentes exaltados.

“No sé cómo te atreves a llamarme amigo después de lo que hiciste… Traidor…” le contestó el Caballero Negro.

Jonyo no contestó. Se quedó callado cabizbajo.

“¡¡No te consiento que hables así de Jonyo!! – Le defendió la niña – ¡¡Él no es ningún traidor!! ¡¡Él es…!!”

“Pamela, para, por favor… – dijo poniéndole el dedo índice sobre los labios – Él tiene razón”.

Aquella confesión dejó a todos boquiabiertos, sin excepción.

“No me digas que no les habías contado nada, que has tenido a todos esos ingenuos engañados todo este tiempo”.

“Sí, eso he hecho, pero ya que sigues con vida y que has venido hasta aquí, contaré toda la historia aquí, delante de ti, para que quede constancia de que no ocultaré nada y que si lo hago ahí estarás tú para corregirme, ¡atentos todos!”



PD: Premio especial al que adivine todos los referentes reales a los que hace homenaje el Caballero Negro xD Hagan sus apuestas xD