domingo, 11 de marzo de 2012

Episodio CXXXIII

Sí, es el 133, en el aviso que he mandado por mail me he colado porque ya estaba pensando en el de la semana que viene :P

Tamaño: 6

Episodio 

CXXXIII

“¡¡¡Eeehhhh!!!” gritó Reik con todas sus fuerzas.

El espectro continuaba alejándose, volando a gran velocidad. Reik, ya completamente recuperado, iba detrás de él, pero sólo conseguía mantener la distancia, era incapaz de alcanzarle.

“¡¡¡Eeehhhh!!! – Repitió – ¡¡Espera!! ¡¡¿No se supone que eres igual que yo?!! ¡¡Pues yo no huyo de nada!! ¡¡Así que detente y enfréntate a mí!!”

Sin dejar de avanzar, el espectro giró levemente la cabeza, dejando ver uno de sus ojos, sonrió, y después volvió a mirar hacia delante y continuó su avance. Aquel desprecio enfureció a Reik, que cargó una onda de energía en su mano.

“Te he dicho… ¡¡¡que esperes!!!” gritó y lanzó la onda contra su versión oscura.

La onda fue directa a su objetivo, pero el espectro se desvaneció un instante y el ataque pasó de largo, impactando contra un árbol. Sin embargo, al estallar, el árbol no salió ardiendo, sino que se congeló.

Después de un rato, el espectro redujo la velocidad y comenzó a descender. Reik miró hacia abajo, pero sólo vio mar. Mar hasta donde alcazaba la vista. El caballero del hielo no se había dado cuenta de que se habían alejado demasiado de la isla y ya ni siquiera era divisible a simple vista. El espectro descendió hasta el nivel del mar, dio un espadazo al agua y congeló toda la zona, creando una plataforma de hielo cuyo límite escapaba a los ojos del caballero.

“No estaba huyendo, sólo trataba de llevarme a su terreno – pensó al pisar el hielo – Y parece que es verdad eso de que tiene todas mis habilidades. Bueno, eso ahora mismo no importa, ¡no tengo tiempo que perder!”

Espada en mano, se lanzó contra el espectro con un espadazo horizontal. El espectro realizó el mismo movimiento y las espadas chocaron, haciendo rebotar a ambos. Reik no se rindió e intentó un corte vertical. De nuevo, ambas hojas chocaron y se creó un forcejeo cuya onda expansiva agrietó la capa de hielo que los separaba del mar. El caballero terminó retirándose, para continuar su ofensiva con una estocada. Una vez más, su oponente realizó el mismo movimiento, pero al coger la espada con la misma mano y estar uno en frente del otro apuntando al corazón, las espadas no iban a chocar. En ese instante, el caballero recordó las palabras de Shawn Stevenson.

>>“Tiene la misma forma que tú, la misma fuerza que tú y las mismas habilidades que tú, pero no duda, no tiene conciencia, ni remordimientos, ni compasión, es decir, no comete errores en la batalla”.

Aquellas palabras resonaron con fuerza en la mente del caballero, que tomó la decisión de no ejecutar ese último ataque, y saltó para evitar la estocada.

“¿Qué estoy haciendo? – Pensaba en el aire – ¡No tengo tiempo para dudar! ¡Tengo que acabar con él!”

Cargó una onda de energía, movimiento que volvió a copiarle el espectro. Las dos ondas chocaron y estallaron al no vencer ninguna a la otra. Un enorme bloque de hielo cayó, consecuencia de la explosión, atravesó la plataforma de hielo y quedó flotando en el mar.

“¡¿Hasta cuándo vas a seguir imitándome?!”

Viendo el resultado de su ataque, intentó de nuevo la estocada que había dejado a medias hace unos segundos, pues era el único ataque que el espectro no iba a bloquear con otro igual.

Aprovechó el bloque de hielo que había flotando en el agua para ocultarse. Después cargó contra él con la espada hacia delante haciendo añicos el bloque y proyectando los pedazos contra su adversario.

Los trozos de hielo que impactaron contra el espectro no le hicieron daño alguno, es más, ni siquiera se molestó en evitarlos, en vez de eso, vio venir al caballero y se preparó para contraatacar con una estocada él también.

“Si hace siempre el mimo ataque que yo, esta es la única forma en que las espadas no choquen, ya lo he comprobado antes. Además, sé por dónde va a atacar, puedo detener su espada con la mano desnuda. Terminaré herido, pero al menos ganaré el combate y recuperaré mi alma, que ahora es lo más importante…”

El caballero del hielo preparó su mano izquierda para detener el ataque de su rival, pero éste vio claramente sus intenciones, y en vez de continuar con el ataque, dio una voltereta en el aire, saltando por encima de la espada de Reik, para terminar aterrizando sobre ella.

“¡Ahora no me ha copiado!” pensó Reik al verle sobre su propia espada.

Sin decir una palabra, el espectro le dio un espadazo en el hombro y se retiró unos metros.

“¿Por qué?” escuchó de pronto.

Aún con la mano presionándose la reciente herida, el caballero del hielo miró a su alrededor. No había nadie más allí aparte de ellos dos. Aquellas palabras sólo podían provenir de él.

“Así que también puedes hablar”.

La voz del espectro sonaba igual que la suya propia, salvo que estaba un poco distorsionada y tenía un poco de eco al final de cada frase.

“¿Por qué has cambiado? Tú siempre has adorado la soledad y has querido las cosas por ti mismo. Ahora te sientes a gusto con ellos, incluso les ayudas”.

“¿Qué sabrás tú de mí? No eres más que una marioneta”.

“Yo estoy hecho a partir de tu alma. Hago todo lo que no puedes hacer, digo todo lo que no te atreves a decir, y recuerdo todo lo que tú has olvidado. Soy tu verdadero yo”.

Ni siquiera el caballero del hielo fue capaz de permanecer indiferente al escuchar semejante revelación.

“¿Es que acaso lo has olvidado? ¿Has olvidado el motivo por el que eres así? Todos los que un día amates ya te abandonaron una vez, acusándote de un crimen que no cometiste ¿quieres que eso vuelva a ocurrir?”

“Yo… No he olvidado nada – susurró mientras se ponía en pie con esfuerzo – Sé por qué estoy aquí. Y si tú eres quien dices también deberías saberlo”.

“¡Mientes! ¡Tú confías en ellos! ¡Puedes engañar a los demás, pero no puedes engañarte a ti mismo! De todas formas da igual, no puedes derrotarme. ¡Cuando se agote el tiempo, morirás aquí y yo me convertiré en un ser completo!”

“Mi espada no ha funcionado, mis técnicas tampoco funcionan. Lo único que puedo usar – tiró la espada a la plataforma de hielo – ¡es mi propia fuerza! ¡Ven aquí, te destrozaré con mis propias manos y recuperaré mi alma!” exclamó con decisión y los dos se lanzaron contra el otro.

Por la noche, en el barco de los caballeros, Arturo paseaba en pijama por la cubierta.

“Parece que hoy Fidel no va a aparecer… – pensaba mientras miraba hacia el mar – Es normal… Seguramente, ahora él pensará eso de mí… – Se quedó allí unos minutos más, y después se dirigió a su camarote – Todos están durmiendo ya, y yo debería hacer lo mismo. Ahora que he tomado mi decisión, no puedo echarme atrás, o lo perderé todo”.

En el interior de la isla, Fidel llevaba todo el día desahogándose rompiendo todo aquello que encontraba a su paso. Cortaba árboles con su espada, partía rocas con la cabeza, daba puñetazos a las montañas, ahuyentaba animales salvajes de un grito, o aplastaba insectos sin piedad de un pisotón.

“¡¡Me da igual que me hayas mentido!! ¡¡¿Te enteras?!! – Gritaba a los cuatro vientos – ¡¡Me da igual que me hayas utilizado!! ¡¡Me das igual tú!! ¡¡Y me da igual todo!! ¡¡No te necesito!! ¡¡Ni a ti ni a nadie!! ¡¡Por eso vine aquí!! Pero… – empezó a calmarse – Entonces… ¿por qué? ¿Por qué no puedo volver al barco y simplemente ignorarte? ¿Por qué no puedo dejar de destruir cosas? ¿Por qué no puedo quitarme este dolor? ¿Por qué no puedo…?

Cayó al suelo y se quedó dormido, resultado de su propio cansancio. Sin saberlo, Shawn le había estado observando desde el cielo.

“¿Qué decisión tomaste en el volcán, Arturo?”

A la mañana siguiente, Jonyo abrió los ojos con una sonrisa, cuando de pronto descubrió a Shawn dentro de su camarote, esperando, de pie, apoyado en la puerta.

“¿Ya te has despertado? Pues venga, levántate, tenemos que continuar”.

“¿Vamos a seguir con lo de las piedras? – En realidad Jonyo quería preguntarle qué estaba haciendo en su camarote, pero por miedo a empezar el día con mal pie, hizo un esfuerzo y se lo calló – Peter me curó las heridas ayer por la noche, así que no habría problema”.

“No, hoy vas a hacer algo distinto. Para el entrenamiento de las piedras es necesaria la colaboración de todos, y hoy los necesito para el entrenamiento de otra persona”.

“¿Pero no vas a entrenarme a mí hoy?”

“No. Sólo vengo a buscarte, pero te entrenará otra persona. Ya sabes quién”.

Salieron del barco y caminaron en silencio hasta la playa. Allí les esperaba Seagram, al lado de un enorme cofre.

“Un cofre, ¿qué tengo que hacer? ¿Vosotros lo enterráis y tengo que encontrarlo? Jaja”

“Muy gracioso – dijo Seagram abriendo el cofre – A ver si continúas riendo después de empezar el entrenamiento. Ahora ponte esto” le tiró un extraño casco de color azul.

“¿Qué es…? – cuando cogió el casco casi se le cae al suelo, y por eso no terminó la frase – Pero… ¡Esto pesa un montón! ¿Tengo que entrenar con esto puesto?”

“No, hombre, eso es sólo el casco. Tienes que ponerte la armadura entera”.

Fue sacando diferentes pedazos de una armadura, algunos azules y otros blancos. Piernas, muslos, brazos, pecho, había partes suficientes como para cubrirle entero, y cada una pesaba tanto como el casco. Cuando tuvo la armadura puesta, Jonyo apenas se podía mover.

“¡¿Cuánto pesa esto?! Dar un solo paso es un esfuerzo terrible…”

“Pues ahora mismo no me acuerdo – le dijo Seagram – Varias toneladas, pero como te digo, la tengo desde hace tanto tiempo que no recuerdo cuantas”.

“¿Y ahora qué tengo que hacer? ¿Ponerme a correr? Voy a tardar un montón en acostumbrarme a esto.”

“Tranquilo, no tardarás nada, ya lo verás – se reía – Aún no he terminado de sacar cosas”.

Por último, sacó un montón de bolas negras de metal y las esparció por la arena de la playa.

“Sé que ahora eres minusválido y que debería ayudar con lo que sea que estés haciendo, pero me cuesta demasiado moverme y no puedo”.

“No pasa nada. Es por ti por quien debes preocuparte”.

En ese momento, Jonyo hizo memoria, y reconoció haber visto aquellas esferas negras en el pasado.

“Oye, eso son bombas de las tuyas, ¿no? ¿Qué vas a hacer con ellas?”

“Jejeje, sí, lo son. Ahora, por favor, la parte de la armadura que te cubre el pecho es azul, pero tiene un cuadrado blanco a la altura del corazón. Ese cuadrado es un botón. Por favor púlsalo para activar la armadura y comenzar el entrenamiento”.

Jonyo pulsó el botón indicado y escuchó una voz robótica de mujer proveniente del interior del casco.

“Initializing… Active Guard”.

Después, Seagram sacó un control remoto con un botón rojo y lo pulsó sin dudar. En ese momento, a todas las bombas les salieron cuatro patas delgadas y ligeramente curvas, como si fueran patas de araña. Las bombas se elevaron apoyándose en las patas y comenzaron a moverse.

“Muy bien Jonyo, la armadura que llevas puesta se llama Armor Gravitation, y está vinculada a todas estas bombas que hay alrededor. Tu trabajo básicamente consiste en huir. Huir y sobrevivir. Hemos escogido esta área a propósito para que no hubiera ningún obstáculo que pudiera dificultar tu entrenamiento. Anda, corre, vuela, nada, haz lo que sea necesario para seguir con vida”.

“¿Cómo voy a ponerme a huir de nada con esto puesto? Si ni siquiera me tengo en pie”.

“¿Crees que puedes permitirte perder el tiempo hablando? Si tienes fuerzas para quejarte, tienes fuerzas para huir”.

Una pequeña llama propulsora emergió de la parte inferior de una de las bombas, elevándola en el aire, para después lanzarse contra el caballero.

“Ahí viene – pensó – ¿Qué hago?”

Instintivamente, intentó ponerse a correr, pero no podía con toda la armadura y cayó al suelo. La bomba pasó volando por encima de él.

“Cuidado que vuelve” le advirtió Seagram.

En efecto, al estar vinculada a la armadura, la bomba detectó que se estaba alejando y dio la vuelta. Jonyo se levantó sin saber muy bien cómo y trató de echar a correr de nuevo, pero la bomba le alcanzó. Primero, las patas se atenazaron al brazo del caballero, y una vez bien fijada, estalló, lanzando a Jonyo por los aires con tanta violencia que al caer dio dos botes y rodó varios metros.

“¿Te has dado cuenta? Te has levantado y te has puesto a correr tú solo ¿A que ya no pesa tanto la armadura?”

“Y menos que va a pesar ahora que ha volado por los aires…” pensaba Jonyo, todavía en el suelo y envuelto en humo.

Trató de levantarse, pero seguía notando el mismo peso y la misma presión que antes. Al disiparse el humo, vio que, inexplicablemente, la armadura estaba intacta, a pesar de que él sí había sentido y sufrido toda la fuerza de la explosión.

“¿Qué pasa aquí? ¿Por qué, si a mí me ha sacudido la explosión y la armadura está antes que yo, ella sigue intacta?”

“Debiste escucharlo cuando se activó – le aclaró Seagram – Active Guard. Es el sistema de seguridad de la armadura, que absorbe todo el daño que le causan, y lo transfiere al usuario en su interior. Piénsalo, si fuese al revés, este entrenamiento sería completamente inútil”.

“Una armadura que no protege a quien la lleva puesta, que bien...”

“Ya sabes lo que tienes que hacer – intervino Shawn – Ya no es necesario que siga aquí. Mucha suerte, Jonyo, la vas a necesitar”.

Shawn salió volando y partió hacia su casa, donde le esperaban Arturo, Gabriel, Peter, JesuCristo, Shinkan, Pamela y Hilda.

“Disculpad la tardanza, tenía que dejar un par de cosas hechas” dijo al ver a todos esperándole.

“¿Para qué nos has llamado a todos otra vez? – Preguntó Peter – Yo tengo cosas que hacer”.

“No es cosa mía, me lo ha pedido quien va a entrenar a Arturo” respondió.

“¿Cómo? ¿Me va a entrenar otra persona? ¿Quién?”

“Yo – dijo JesuCristo dando un paso al frente – Shawn y yo tenemos preparada una clase especial para ti”.



Curiosidades!!!


El Armor Gravitation es una carta de Yu-Gi-Oh con demasiados efectos que además no tienen nada que ver con el uso que hacemos aquí de ella como para enumerarlos. Uno de ellos, el Active Guard absorbe el daño causado al jugador, no como aquí xD

1 comentarios:

Jon dijo...

Bueno no ha estado mal el capítulo, cortito, quizás la trama va un poco lenta en estos últimos capítulos y no avanzamos mucho. No he visto ningún error de ortografía jajaja, esto habrá pasado en un par de capítulos nada más.
Un saludo a todos